NOVENTA Y NUEVE ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE D. ANDRÉS MANJÓN. ESCUELAS DEL AVE MARÍA. GRANADA.
Comienza el día que nos trae todos los años el recordatorio de la marcha de uno de los personajes más ilustres de nuestra ciudad, el venerable en la escala de la beatificación, que fuera Catedrático de Derecho Canónigo de la Universidad de Granada, gran pedagogo, precursor de la Pedagogía activa.
Las diez de la mañana, en la Casa Madre de las Escuelas del Ave María, se reúne una representación de la Comunidad Educativa, el Sol igual que aquel día del mes de julio del año 1923, dejaba caer sus rayos como lanzas de hierro incandescente sobre Valparaiso, hoy no ha dudado en hacerlo para darle más calor y color al acontecimiento.
He entrado al recinto de este singular paraje para disfrutar de un silencio exquisito, como un milagro se podían oír las aves del valle, y las hojas de la arboleda del bosque meciéndose en la brisa suave de la mañana, con la que se lava la cara todos los días este lugar. Podía oler en el céfiro matinal, el perfume de los pinos, y la ginesta que salpica las laderas de las montañas en la que se asienta el valle de Valparaiso.
Existe un pasaje evangélico que hoy viene muy bien traerlo a colación, la parábola del Buen Samaritano. La gran labor de aquel que ayudó, y colaboró con el hombre mal herido que se encontró en el camino, al que trasladó en su jumento a una posada para que lo curasen, aportando todo lo que necesitase hasta que se encontrara totalmente curado.
Hoy traemos como comparación a otro gran Samaritano que vino de Burgos.
Montado en su burra se encontró en el camino del Sacromonte, a otro maltrecho y abandonado pueblo gitano que, clamaba a voz en cuello, se le auxiliara en sus necesidades corporales y espirituales.
A partir de entonces surgió la gran figura redentora de D. Andrés Manjón, con desprendimiento y generosidad absoluta, se entregó en cuerpo y alma como el mejor samaritano, para restablecer y redimir a un pueblo mal herido, por la pobreza y la incultura con su Pedagogía, fundando las Escuelas del Ave María.
El lema de la Pedagogía Manjoniana, es la de enseñar haciendo para educar enseñando.
Para Manjón lo más importante es la educación.
Educar es desarrollar cuantos gérmenes potenciales tienen las personas tanto corporales como espirituales, con el objeto de hacer de los niños y las niñas, hombres y mujeres cabales, completos, capaces de ocupar un puesto en la sociedad, tan necesitada de personas con estos condicionamientos, en función del doble destino que tenemos que cumplir todos los humanos el temporal y el eterno.
Aquel día, 10 de julio de 1923, la ciudad entera de Granada se movilizó y se cubrió de luto ante la muerte del que dejaba una gran labor educativa basada en su Pedagogía; una Pedagogía, lúdica, activa, metódica, en contacto con la Naturaleza, y sobre toda moralista, de valores fundamentales para hacer personas completas.
Todos los años, a pesar de que la fecha coincide con las vacaciones de verano, se ha conmemorado este recuerdo delante de su sepultura, en la Casa Madre de las Escuelas del Ave María.
Las Escuelas del Ave María siguen su Camino ascendente, teniendo como vehículo transmisor el Pensamiento y Filosofía de su fundador, D. Andrés Manjón, adaptándose a las exigencias evolutivas que los tiempos van imponiendo.
Este día, que se seguirá repitiendo indefinidamente en el tiempo, llegadas estas fechas, un recuerdo a D. Andrés Manjón, a los avemarianos que se marcharon y en especial a éste último, D. José Montero Vives, que durante toda su vida ha trabajado por profundizar en Manjón, y en su Pedagogía poniéndola al día.
¡Feliz verano, para todos!
José Medina Villalba