Lanjarón |
Ya lo dijo Pedro
Antonio de Alarcón: Dejemos la pluma y cojamos los pinceles, palabras que
salieron de su boca cuando depositaba sus pies en las mismas puertas de
Lanjarón.
Amigo
lector, si has visitado estos lugares no hay más remedio que unirse a las
palabras de este gran literato y si no has tenido la oportunidad de poner tus
extremidades en estos sitios, el día que lo hagas, y te deseo lo realices
pronto, quedarás absorto ante los paisajes con los que tus ojos y espíritu se
van a recrear.
Puerta de entrada a la Alpujarra granadina.
Para
entrar en la Alpujarra hay que abrir con la llave de la ilusión la puerta de
entrada, que no es otra sino el pueblo de Lanjarón.
Hemos
tenido la oportunidad de pasar unos días en este conocidísimo lugar, a nivel
mundial, por sus aguas y por su balneario.
Regalo de mis hijos y nietos.
Ha
sido un regalo, por parte de mis hijos y nietos, el que mi mujer y yo pasemos
unos días de relajación y descanso tomando las aguas e incluso los baños, con
motivo de la celebración de nuestra Bodas de Oro.
Bodas de Oro
Una
vez llegados a este pueblo donde corren aguas de diversos sabores y tamaños,
por fuentes, cascadas, río, piscinas…, me vienen a la memoria los recuerdos del
pasado.
Nos llevó mi nieta María
Mi hija Mari Carmen, primer brote familiar.
Eran
los años sesenta, del pasado siglo, cuando mis vacaciones veraniegas las
solíamos pasar en esta acogedora villa; llevábamos casados unos dos años y ya
había venido a nuestro hogar nuestro primer brote familiar, mi hija Mari
Carmen. Solía acompañarnos mi padre, ya jubilado que gozaba de buena presencia
y salud; disfrutaba con su nieta primer retoño de un hogar que comenzaba sus
primeros pasos de andadura matrimonial; han pasado cincuenta años de aquel
tiempo y me viene a la mente muchas y variadas escenas de aquel pasado.
En
estos momentos que tecleo las letras del ordenador me es muy importante traer
el pasado al presente, pues me hace rejuvenecer, abstraerme del momento, y
volar hacia el ayer.
Era
el mes de agosto del año 1964, el mismo mes en el que, en este instante, me
encuentro sentado en una terraza tomando un pequeño refrigerio.
Comedor de la Pensión "Ana Gálvez".
Nos hospedábamos todos los años en una pensión, “PENSIÓN ANA GÁLVEZ”, todo el mantenimiento, organización y funcionamiento corrían a cargo de la familia Gálvez, que la regentaba.
El
matrimonio y sus hijas llevaban magistralmente todo el desarrollo de dicha
pensión.
El
lugar era acogedor, y el trato tan excelente que nos considerábamos, todos los
hospedados, como unos miembros más de aquella familia.
La
madre era la cocinera y las dos hijas llevaban el servicio en general y
atendían como camareras, el comedor en el momento de las comidas.
No
había grandes lujos, pero sí orden, limpieza, y sobre todo ambiente familiar,
de tal manera que nos sentíamos casi como en nuestra propia morada.
Las
comidas, desayuno, almuerzo y cena, hechas al estilo casero, excelentes.
Después de los tres platos reglamentarios, te ofrecían un cuarto, precedido de la frase “si le
apetece”, normalmente a base de queso; nuestro estómago estaba tan repleto,
pues las comidas además de bien guisadas las servían en abundancia, que
agradecíamos el ofrecimiento, curiosamente nos llamaba la atención que hubiera
comensales que se tomaban esta cuarta vianda.
Los ricos helados de los años sesenta.
Recuerdo
como a la salida de satisfacer nuestros estómagos y desplazarnos al edificio próximo
donde se encontraba nuestra habitación, pasábamos por delante de un carro de
helado ambulante; vendían unos ricos helados, nuestro preferido eran los que
tenía forma, color y sabor de un auténtico plátano.
En
aquellos pasados tiempos Lanjarón estaba invadido por personas que venían a
tomar las aguas medicinales y los baños de este renombrado balneario.
Entrada actual al manantial de Capuchina.
Familias
enteras, padres e hijos, de todas las edades, pasaban aquí las vacaciones.
Los
mayores para cumplir con el rito de los baños, los mozalbetes para ocupar su
tiempo divirtiéndose, bañándose en las diversas piscinas, “Castillo, Río, Paraíso,
Andalucía, Alcadima”…
La sala de Fiestas del Balneario.
Por las noches, la sala de fiestas del balneario, ofrecía
diversos espectáculos, acompañados por las orquestas que triunfaban en aquellos
momentos, bailes que eran el atractivo principalmente de la juventud, sin
menospreciar a los mayores que también participaban en pasodobles, tangos,
tuis, boleros, rocanrol…
Durante el día, por las calles del pueblo, sobre todo próximo
al balneario se veían chilaba, turbantes, babuchas, vestimenta propia de los
países árabes de gentes acomodadas que venían de Marruecos o del Oriente a
tomar las aguas y al mismo tiempo disfrutar del aire, luz y tranquilidad de
este lugar, y a la vez, me imagino, para recordar a sus antepasados que, siglos
atrás, hollaron aquí después de la expulsión de la ciudad de Granada.
Los niños corrían detrás del taca-tac de mi hija Mari Carmen.
La gran terraza del balneario donde acudía la gente, sobre todo por las tardes, para sentarse en el largo banco, charlar, leer, reposar o meditar, donde los niños correteaban y jugaban, donde mi hija Mari Carmen daba sus primeros pasos, metida en un taca tac (andador); se deslizaba acompañada del delirio de los chicos que por allí había, en las largas tardes de agosto, corriendo detrás al compás de ella que vertiginosamente hacía sus largos recorridos; las personas mayores sentadas en aquel largo banco, observaban el infantil espectáculo.
Telares morunos.
Con mimbre se construyen originales utensilios
Sillón hecho con mimbre.
Portavasos para tomar las aguas
Establecimientos comerciales ocupando las aceras a todo lo largo
de la calle central exhibiendo sus productos artesanales, fabricados en los
pueblos de las Alpujarras, hechos a mano en los telares de origen moruno:
cortinas, jarapas, alfombras, alforjas, mochilas…, otros realizados con la
materia prima: esparto y mimbre, que daban origen a: cestos, espuertas,
sopladores, esterillos, bandejas, canastillas, porta vasos graduados para tomar
el agua…, productos alimenticios: diversos tarros con las distintas
especialidades de miel, dulces de origen moruno, pan de higo, soplillos de
almendra, caramelos de miel y cientos de jamones, viendo pasar a la gente y esperando a los
futuros compradores.
Las señoras hacen los saquitos de lana mientras charlan.
En las puertas de los hoteles, sentadas en hilera, las señoras al mismo tiempo que conversaban, sus
manos ágilmente tricotaban los saquitos y bufandas que sus nietos lucirían
durante el próximo invierno.
Hoy día 2 de agosto, de este año 2013, he echado de menos a
estas señoras haciendo encajes, visillos para las ventanas con la pequeña aguja
de ganchillo para hacer filigranas de dibujos en croché, familias con hijos
jóvenes y pequeños, chilabas, babuchas, turbantes, caras cubiertas por velos (hidshab)
que solo dejaban ver los grandes ojos negros de las moras.
Pequeños comercios luciendo sus mercancías.
No están aquellos grandes puestos con objetos de mimbre, ni
los artesanos fabricando con la agilidad de sus manos las canastas y demás
objetos diversos, a la puerta de los
mismos, solo algún que otro pequeño comercio con minúscula.
Más todo no se ha volatizado, los productos nativos y
construcciones artesanales, en pequeñas dosis siguen estando presentes.
El perfume de los jamones atrae a los compradores.
El perfume oloroso de los ricos jamones, traídos de los
secaderos de Trevélez y Jubiles, de la Alta Alpujarra, se diluye en el ambiente y sale por las
puertas de los establecimientos dedicados a la venta de estos exquisitos
manjares, que se exhiben colgados como
grandes medallones en las vigas del techo, ese aroma embriagador invaden la
calle y como grande reclamo invita a entrar, degustar y comprar uno para
después saborearlo cuando se regrese a casa; servirá para recordar, al mismo
tiempo que nos deleitamos, acompañado de una buena copa de vino, aquellos días
de descanso en este rincón serrano de Lanjarón.
Vinos de la Alpujarra con denominación de origen.
Se exhiben otros productos de la tierra: ricos quesos de
cabra y oveja, embutidos diversos de los mejores productos obtenidos del cerdo,
así como buenos vinos que se crían en las bodegas de Albuñol con denominación
de origen y aceite envasado de calidad
inmejorable.
Lanjarón, en la actualidad, se ha convertido, como siempre,
en un lugar de relajación y descanso, pero ya no se oye por la noches, en la
sala de fiestas del balneario, la orquesta que acompañaba al cantante
granadino, Paquito Rodríguez, que por aquella época triunfaba; tampoco se ven
las canastillas de mimbre portando los vasos de cristal para el agua,
recipientes que han sido sustituidos por botellas de plástico con tapones al
estilo de aquellas gaseosas del pasado.
Lanjarón está repleto de personas de la tercera edad y por
supuestos los jóvenes nativos del lugar.
Aunque sigue subiendo la gente a la fuente de las Adelfas,
sin embargo he echado de menos el paseo obligado que, todas las tardes, la
gente acostumbraba para ir a este lugar. Es, como también la llaman algunos “la
casita de papel”, que se encuentra a la entrada, con aquella maravillosa frase
alusiva a Pedro Antonio de Alarcón cuando visitó estos parajes.
Hay niños, sí, claro que los hay, niños del pueblo que cuando
te sientas tranquilamente, al atardecer, en una terraza a tomarte un refresco o
un pequeño refrigerio, gritan, corren, chillan, con la pasividad absoluta de
sus padres que pasan olímpicamente de las molestias que les originan a los
visitantes que tranquilamente desean disfrutar de una charla apacible, con los
que les acompañan, tomándose una cerveza con su correspondiente tapa.
A veces me pregunto, ante estas circunstancias ¿Serán todas
estas desavenencias y molestias producto de mi edad? Aunque por otra parte pienso,
¿Será falta de civismo por parte de los progenitores por no saber imprimirles a
sus hijos unos mínimos de educación? Creo que pesa más esta segunda
interrogación que la primera.
Eucaliptus centenarios.
Es cierto que muchas cosas han cambiado en Lanjarón, pero lo
que no ha trocado son sus gentes, afables, acogedoras, sinceras, generosas;
tampoco sus eucaliptos, morales y
plataneras centenarias con sus “delantales blancos” colocados en sus troncos que limitan a un lado y otro la carretera
desde el momento que entras por el pueblo y dan escolta a toda la calle
principal.
Sábado, día 3 de agosto, son las diez de la mañana y dirijo
mis pasos hacia la Fuente de las Adelfas,
me entrecruzo con algunas parejas andarinas unas que van y otras que
vienen; a mis oídos llega el sonido ensordecedor de abejas que liban en las
flores de los gigantescos eucaliptos, polen que, a modo de polvo amarillento,
se descuelga descendiendo lentamente de la arboleda y va cubriendo el suelo.
Magníficas vistas de la Sierra de la Contraviesa.
Abundan las adelfas al margen de la amplia calzada y la cámara
fotográfica no se resiste a grabar una impresionante vista del valle inmenso
del Lechón que se abre a mis pies con el río Guadalfeo horadando la depresión;
la Sierra de la Contraviesa acompañada
por las de Lújar y Gádor, como telón de fondo, y las minas de hierro del
Conjuro hoy día muertas, pero que hay visos de recuperación, como centro
cultural, que albergará una residencia de estudiantes, un museo, un centro de
visitantes, un restaurante y un enorme mirador.
La Fuente de las Adelfas
La Fuente de las Adelfas, o la casita de papel, siguen en el
mismo lugar; fuente preciosa con sus dos enormes caños arrojando un agua
fresquita que sirve de alimento de la sed de todo el que a ella se acerca. “Dejemos
la pluma y cojamos los pinceles” frase grabada en azulejo describe
perfectamente lo que el visitante tiene que hacer a partir de ahora, el
espíritu se tiene que recrear en todo lo que va a ir percibiendo: paisajes
inigualables, cascadas de agua que bajan precipitadamente desde Sierra Nevada,
buscando el reposo en el fondo del valle; blancura de pueblecitos que parecen
estar colgados en las faldas verdes de las montañas, silencio tranquilizador al
detener los pasos en cualquier mirador que, paso a paso, se va a ir encontrando,
simplemente interrumpido por el ruido de algún motor circulante.
Musicalidad de cencerro.
El fuerte aleteo del aguilucho
Plantas aromáticas de las Alpujarras.
Todo lo anteriormente dicho embelesa al forastero que espabila con la agradable música, con una sola nota musical, del cencerro del macho de una manada de ovejas, que pastan en la lejanía; la voz casi perdida del pastor que reclama el regreso al redil de la oveja descarriada; el fuerte aleteo del aguilucho que reposaba en la roca precipitada al abismo y que ante nuestra presencia emprende el vuelo dejándonos atónitos al ver la envergadura enorme de sus alas; el olor embriagador de las plantas endémicas del lugar: tomillo, romero, manzanilla, espliego, frezno, hinojo, malva, melisa, zahareña, cantueso, orégano…, que se refrescan con la riqueza de agua que abunda en aquellos contornos y que circundan la carretera.
Cultivo agrícola en terrazas.
Impresionan los bancales, sistema de cultivo agrícola a modo
de terrazas convierten la montaña en una enorme tarta de color verde compuesta
por varios pisos, donde se crían las mejores hortalizas ecológicas que se
alimentan diariamente por la cristalina agua que baja en riachuelos por las
laderas desde las cumbres de Sierra Nevada y que guiada magistralmente por los
lugareños va pasando de un bancal a otro.
Santuario budista en la Alpujarra
En la lejanía de la montaña se escucha el toque de la campana
del santuario budista, lugar de meditación y aislamiento.
Las ricas brevas de la higuera.
No solo el espíritu se enriquece saciándose al contemplar
estos parajes, también el cuerpo, dejándolo plácidamente caminar, absorber las
radiaciones solares, degustar el sabor de las ricas brevas de aquella higuera
que se encuentra al alcance de la mano, teniendo la precaución suficiente de no
precipitarse al vacío, ya que ésta defiende su fruto al borde del abismo;
llenar el pecho respirando a pleno pulmón acaparando el oxígeno puro que
enriquece el valle y la montaña.
He llegado a la fuente de las Adelfas, es agradable escuchar
el murmullo del agua de dos enormes
chorros que caen sobre un gran pilón rebosando
del líquido elemento, dejando en el ambiente una llamada de acercamiento.
Es parada obligada tanto a la entrada como a la salida;
furgonetas que llegan de distintos lugares para llenar bidones de este agua con
propiedades medicinales y curativas, que será la bebida diaria en sus
respectivos hogares.
Los ciclistas se refrescan el la Fuente de las Adelfas.
Un grupo de ciclistas con sus magníficas bicis, bien
equipados, luciendo el nombre de sus peñas respectivas, han terminado de
refrescar, por dentro y por fuera, sus sudorosos cuerpos después de un largo
recorrido por las Alpujarras.
Hay cosas novedosas que en otros tiempos no estaban y que le
vienen muy bien a todas las personas mayores entre las que me cuento; el
Ayuntamiento ha puesto un coche tipo furgoneta que gratuitamente te traslada de
un lugar a otro. Me llamó la atención el primer día cuando la vi pasar
impregnadas sus paredes de anuncios de
los hoteles, restaurantes y comercios del lugar, con un gran letrero que pone,
transporte gratuito.
Decir Lanjarón es decir riqueza de agua.
Lanjarón pueblo con riqueza de agua, sus fuentes abundan por todas partes
y se encuentran en cualquier lugar, todas arrojando agua a raudales con sus
nombres característicos y con poesías alusivas al líquido elemento.
Son las cinco y media de la tarde es el momento de prepararse
para ir a tomar los baños, no voy a decir toma de agua, que esto se está
haciendo durante todo el día.
El primer desayuno de agua se hace recién levantado, antes de
tomar el primer tazón hay que beberse un cuarto de litro de agua de S. Vicente,
acto que se repite en el almuerzo y en la cena, sin dejar de beber durante el
día la de la salud I y II que van haciendo hueco en el estómago en cualquier
momento, llevando siempre la botellita como acompañante indispensable. Al tener
continuamente la vejiga llena las evacuaciones se hacen con frecuencia.
La bata verde vestimenta común entre los bañistas.
Nos dirigimos a la toma de los baños, bañador y bata verde
arropan al asiduo visitante del balneario que dirige sus pasos al lugar
correspondiente. Por el pasillo nos encontramos con la misma vestimenta, gentes
que van y vienen unos satisfechos y otros deseosos de recibir las
correspondientes sesiones.
Nada más entrar en los baños se respira un ambiente especial,
vapores que salen de los distintos habitáculos, fisioterapeutas y encargados de
ir distribuyendo a los bañistas al lugar que les corresponde, según el criterio
médico, todos perfectamente uniformados de blanco con la amabilidad y atención
a flor de piel.
Ducha circular.
-Señor, pase a la ducha circular.
Con cierta desconfianza y al mismo tiempo curiosidad, ante lo
desconocido, penetras en un recinto estrecho y te colocas en medio de una serie
de chorros de agua.
-Señor, ¿Cómo está el agua?
Es la voz de la chica que te ha
ordenado que entres a tomar la primera ducha y que te coloques en medio de una
serie de surtidores que salen lateralmente y al mismo tiempo por detrás y por
delante.
Colocas el batín verde, con el anagrama del balneario, en una percha, y
decidido te diriges al lugar indicado.
A la pregunta de la monitora, contestas:
- Muy caliente.
-La fisio, una chica esbelta y elegante, con cara bonachona simpática, amable
y risueña se asoma tímidamente con la puerta medio entornada, como pidiendo
permiso para entrar, se dirige a una serie de mandos reguladores.
-¿Y ahora?
-Mejor.
Uno empieza a observar todo lo que le rodea, el suelo por donde discurre
el agua, así como las paredes de aquel estrecho recinto; están impregnadas de
un color rojizo debido al óxido de hierro que contiene el agua.
El oxido de hierro decora las paredes.
De pronto te ves invadido por una serie de finísimos irrigadores que
parte de unos tubos laterales. Es una especie de urdimbre en la que te
encuentras encerrado, son como dardos lanzados con fuerza sobre tu cuerpo, no
hay parte que se quede sin recibir, desde el cuello hasta los pies, los
impactos de 96 saetas que te atosigan por todas partes. En los días que he
tomado esta ducha y durante el tiempo que corresponde a la estancia en este
lugar, he tenido la curiosidad de contarlos uno por uno.
El agua caliente en determinados
momentos y bajando de temperatura en otros, para ir ascendiendo paulatinamente
hasta alcanzar temperaturas que tienes forzosamente que llamar a la encargada
para que vuelva a regular el bombardeo acuático.
Es tal la situación de impactos
recibidos a modo de lanzaderas continuas sin interrupción que al chocar sobre
tu cuerpo son despedidos en pequeños grupos de inmensas gotitas que se van
estrellando sobre las paredes del estrecho lugar impregnándolo de óxido
ferruginoso.
Las gotitas que saltan como
danzarinas de un ballet acuático, con una elegancia especial subiendo y bajando
rítmicamente, algunas transformándose en vapor que invade el ambiente con la musicalidad propia de 92 instrumentos que
producen una orquestación jamás escuchada.
Las gotitas a veces, junto con el
vapor, penetran en tus asombrados ojos, ante el espectáculo que están viendo y
disfrutando como espectador y al mismo
tiempo actor, por momentos se irritan y
si no has tenido la preocupación de quitarte las gafas, como me ocurrió el
primer día, se empañan de tal manera que el sofoco y la sensación de angustia
te invade por momentos.
Se entreabre la puerta asoma la
cabecita la monitora.
-Señor su tiempo ha terminado, por
favor salga para indicarle donde tiene que ir ahora.
Han sido diez minutos de diversas y
variadas sensaciones, que nunca habías sentido.
La cascada de agua
Baño dinámico con CHO, es la segunda
sesión.
Aquello ya es otra cosa; cuelgas tu
bata en la correspondiente percha, te descalzas de las chanclas y apoyándote en
una barandilla vas bajando una escaleras para penetrar en una alberca de 3X3
metros de agua caliente.
Baño dinámico.
Nada más entrar y posar los pies en
el primer escalón el agua te recibe cubriendo delicadamente tus pies y después
lentamente todo tu cuerpo con una sensación agradable que te invita a seguir
penetrando en el nuevo recinto.
La estancia es luminosa, la
habitación está acristalada la luz e incluso los rayos solares se permiten
entrar y llenar el lugar.
Una cascada, con una lengua de medio
metro, te recibe al depositar tus pies en el último escalón y el agua cae sobre
tus hombros y espaldas, dándote el primer masaje, saliendo despedida en un
amplio abanico que cae sobre los más próximos bañistas que desde que empezaste
a bajar las escaleras te están observando.
Cogiendo la mano de tu esposa la diriges
a uno de los laterales allí hay unos
reposabrazos donde te colocas un poco encajonado.
La cascada y el cañón
Ocupo otra estancia contigua, el agua nos llega al cuello y en
las pantorrillas y espaldas unos fuertes
chorros te masajean. La sensación es agradable e incluso apoyándote en
estos soportes puedes suavemente levantar el cuerpo volver los pies y
presentarle las plantas a estos invisibles chorros que te van friccionar y
producir unas cosquillas placenteras en las plantas de los pies.
Además de la cascada, de la que
hemos recibido, a la entrada, el primer saludo, del lado
opuesto cae sobre la superficie un enorme y fortísimo chorro que impresiona,
sale desde arriba del techo, como si fuera un largo cañón y el proyectil
acuático que lanza te sobrecoge de tal manera, que uno no sabe si tener la
valentía de colocarse debajo y recibir el fusilamiento de aquel proyectil, o
esperar a ver a cualquiera de los
acompañantes que allí hay qué hacen con aquel voluminoso y fortísimo chorro,
que te puede partir el cuello.
La casaca y el cañón en el baño dinámico.
En la estancia acuática no suele
haber más de seis personas, apenas si se habla hay miradas furtivas y en algún
momento quien te indica como debes colocar el cuerpo ante el cañón.
Alguna corta conversación pero sobre
todo relajación y saboreo de un elemento
vivo que te está haciendo ese tiempo placentero.
Se mezcla la juventud, de parejas
jóvenes, con gente de edad avanzada; cuerpos excelentes con bikinis que llaman
la atención cuando se descubren de la bata, otros obesos, barrigudos y
panzudos, gente mayor que no se atreve a bajar por las escaleras porque sienten
pánico a perder la vida en aquella alberca de agua.
Los observadores bañistas animan a la
asustada señora para que sin miedo de ninguna clase siga bajando; la
justificación a tal temor la da su esposo que comenta ser trasplantada de
riñón.
-José y Conchita, su tiempo ha
terminado.
Han pasado veinte minutos, salimos
después de haber pasado veinte minutos placenteros.
La tercera etapa, corresponde al
calvario de los cantos rodados.
Pasillo de cantos rodados.
Se trata de un doble pasillo
rectangular al que hay que darle cinco vueltas posando las plantas de los pies
sobre una serie de piedras blancas, centelleantes, relucientes que brillan como
ellas solas, al ser lavadas por una serie de chorritos de agua fría que sale a
la altura de las pantorrillas. Aquello es un verdadero martirio chino, ideal
para un faquir pero no para cualquier hijo de vecino.
Pasillo de cantos rodados.
El lechoso empedrado se te va
clavando en los pies cuyo malestar soportas apoyándote en los tabiques
laterales que delimitan el pasillo, deseando pasen lo más rápidamente las cinco
vueltas que, cuentas desesperadamente una a una, hay que darle a esta prueba.
Ducha miorelajante
Finalmente pasas a la ducha
miorelajante, son chorros exactamente
igual que los de la ducha circular, solamente que tienes que ir caminando por
un pasillo lentamente, dando vueltas a un circuito recibiendo el impacto de
estos surtidores que van alternando el agua fría con la caliente.
Después de estas cuatro sesiones tu
cuerpo sale molido, con agujetas que vas notando conforme van pasando las
horas, aunque después poco a poco se van notando los beneficios.
Masajes.
Sauna.
Hay otras muchas y variadas
actuaciones que no a todos los bañistas los doctores del balneario han recomendado:
saunas, bañeras, chorros con manguera, tratamientos de manos y pies, masajes…,
todo un compendio de tratamientos corporales teniendo siempre como base la
riqueza de estas aguas mineromedicinales.
Es curioso ver los distintos tipos de
personajes que circundan estos lugares: señoras obesas como verdaderas “focas”
sentadas en los bancos de madera esperando su turno para pasar al siguiente
tratamiento, varones cuyas barrigas se descuelgan en grandes masas grasientas
que les llega hasta las rodillas, aunque también, no todo es “oscuridad corporal”,
también hay esculturales cuerpos de señoras y señoritas que sin miradas
concupiscentes son un placer para el espíritu pues no solo de agua se alimenta el bañista sino de
toda belleza escultural que por allí deambula.
Lanjarón pueblo del canto al agua,
agua a raudales, fluido exuberante por todas partes, música que embarga y
satisfaces con distintas tonalidades cuando se escucha en el silencio, sonidos
graves en cascadas, agudos en diversas fuentes, ritmo continuo de chorros que
plácidamente caen sobre el pilar que los embarga, cuya cadencia métrica cambia cuando la boca sedienta del visitante
se acerca para posar sus labios en un beso íntimo de amor a esa linfa que,
gentilmente asoma por la boca de metal, juntándose a otra de carne rosada,
absorbiendo la esencia pura que baja de las entrañas de Sierra Nevada.
Caminando por la calle central me encontré inesperadamente con este mosaico, me traslada al año 1948 cuando asistía a la clase de pintura de este gran maestro, D. Gabriel Morcillo. Mi imaginación le está viendo en estos momentos con la paleta de pintura retocando los ojos de aquellos moros cargados de frutas que posaban en aquella enorme sala de la Escuela de Artes y Oficios donde impartía las clases. Allí se acrecentaron mis aficiones al arte de los pinceles
El concierto acuífero cambia de sonido
mientras ese jugo incoloro refresca y se deja deslizar por cara, cuello y pecho
refrigerando al sediento y acalorado convidado forastero.
Laguna del Caballo donde nace el Rio Lanjarón.
Río de Lanjarón cuyas aguas vienen
del corazón de Sierra Nevada, en cuya falda se encuentra situada esta serrana
villa.
En la Laguna del Caballo, junto a la Cuerda de los Tajos,
tienen su origen, cuyo manantial da a luz las límpidas aguas.
Es el rio Mediterráneo que nace en la tundra.
Con más rotundidad que otros espacios de montaña penibéticos,
la tierra de Lanjarón resume una gran variedad de paisajes, habida cuenta del
desarrollo longitudinal de la cuenca fluvial que acoge y de sus contrastes
altitudinales; de ahí la acertada denominación, el rio que nace en la tundra.
El Lanjarón inicia su andadura en una pequeña laguna situada
a tres mil metros de altura, la laguna del Caballo, discurriendo en sus
primeros tramos por un bellísimo valle glacial jalonado por numerosas lagunas
colgadas en su margen derecha.
Conforme desciende y profundiza su cuerpo en cerradas barranqueras,
irá engrosando su caudal con el proveniente de diversas chorreras, arroyos y
torrentes, a la par que es sangrado por numerosas acequias.
Por encima de los dos mil metros de altura, el ritmo
estacional de las aguas, obedece a un comportamiento escasamente manipulado por
los hombres, los depósitos nivales, las escorrientías superficiales y los
distintos tipos de sugerencias motivadas por la Naturaleza de las rocas, los
depósitos lacustres que rellenan los viejos circos glaciares y las hondonadas
del terreno, todo forma parte de un sistema de regulación natural que filtra y
administra en el tiempo un agua retenida en las nieves.
Derroche de agua por todas partes, y rumor por cualquier
lugar por donde circulas.
La famosa noche de S. Juan, júbilo y jolgorio para nativos y
visitantes para dar culto, de forma litúrgica, a este escaso bien que corre y
se dispara a través de mangueras, cubos repletos y toda clase de objetos que
puedan contenerla.
La Noche de S. Juan en Lanjarón.
Miles de personas invaden sus calles y el agua orgullosa de
ser lo que es acaricia, refresca de forma agradable y en otros momentos
violentamente los rostros y cuerpos de millares de personas que se divierten
jugando con ella.
Limpieza, belleza y armonía en sus calles, repletas de
macetas con diversidad de vestidos multicolores de las flores que las pueblan,
colocadas en las puertas de las casas realzan el encanto de la villa.
Lanjarón es un encanto, observado desde la distancia es un
pueblo rectangular, cuya calle principal, de la que se ramifican otras, parte
en dos la ladera de la montaña donde se cobija.
Limpieza, belleza y armonía.
El esparto y la mimbre que se cultivan salvajemente en la
montaña se doblegan y domestican bajo las potentes manos artesanales,
sometiéndolas a su voluntad, convirtiéndose en cestos, canastillas, espuertas,
esterillos y demás utensilios domésticos que transportados por los compradores
van a ocupar lugares privilegiados en distintos hogares nacionales y del
extranjero.
Lanjarón, Lanjarón, riqueza de aguas, temperatura veraniega
agradable, olor continuo a embutidos serranos y a jamones traídos desde la alta
montaña de los pueblos de Treveles y Jubiles, para recrear los paladares más
exquisitos y exigentes.
la banda de música de la Asociación Musical de Lanjarón.
Las once de la noche, desde la habitación del hotel del
balneario llegan a mis oídos los acordes musicales del concierto que en estos
momentos está dando la banda de la Asociación Musical de Lanjarón, junto con
los alumnos del curso de perfeccionamiento musical en el Parque del Salado.
Parque del Salado
En este parque, cubierto por centenarios eucaliptos y por el
sonido de una inmensa cascada, con un enorme anfiteatro que acoge a decenas de
espectadores, diariamente durante todos los días del verano se organizan
diversas actividades: cine, teatro, fiestas infantiles, grupos de rocanrol,
bailes con orquestas, tango y la chansoin, actuaciones de Manolo Fajardo y
Manolo Escobar de las Albuñuelas, bailes de salsa…, todo organizado en un
extenso programa montado por el Ayuntamiento.
Écija la sartén de Andalucía.
El verano en Andalucía es sumamente caluroso, especialmente
en el Valle del Gadalquivir: Sevilla, Utrera, Écija conocida como la sartén de
Andalucía donde se puede freír un huevo encima de una roca, donde no es extraño
alcanzar los 45 grados en el mes de agosto. Claro motivo para que las gentes de
estos lugares busquen sitios donde la temperatura sea más bonancible y se pueda
respirar el aire limpio de la sierra.
Lanjarón lugar ideal.
Lanjarón es el lugar ideal por la riqueza excepcional de sus
aguas, temperatura agradable como consecuencia de encontrarse en la falda de
Sierra Nevada, donde al mismo tiempo se come bien y donde los productos
obtenidos del cerdo de gran calidad son un elemento más de atracción para pasar
unos días de reposo y tranquilidad, lavar al mismo tiempo, hígado, estómago y
riñones, con la riqueza de sus aguas depuradoras medicinales.
Llevando sobre nuestro cuerpo todos estos atractivos que
hemos disfrutado, volvemos de nuevo a la ciudad para terminar de ser
martirizados por el calor sofocante, pero aliviados por el recuerdo de todos
estos días pasados.
Llegué con el ánimo de conquistar a Lanjarón y he salido,
después de una semana, habiendo sido conquistado y embaucado por él.
¡Excelente reportaje lleno de recuerdos y vivencias! ¡Un saludo!
ResponderEliminarAmigo Eloy, agradezco, como siempre haces, tu generosidad en tus comentarios. Un abrazo. J. Medina.
ResponderEliminarAmigo Pepe abrí del relato que has escrito de lanjarón con el animo de saber más sobre este magnifico pueblo de la alpujarra granadina, y después de leerlo he salido doctorado, solo se me ocurre repetir aquella palabra que dijera nuestro paisano Pedro António de Alarcón en el libro que escribió sobre la alpújarra, cuando sentado a la sombra de una encina que servía de faro y guía a los barcos que navegaban frente a las costas granadinas y almeriences, extasiado e invadido por el sopor que la contemplación del paisaje que desde allí se disfrutaba, sin por momentos distinguir si estaba en el cielo o en la tierra, despertando del fugaz letargo dijo"TRANSEAMUS". Si la autoridad municipal o el balneario son conscientes del reclamo publicitario que les has proporcionado, deberían concederte estancias gratis por lo menos hasta las bodas de platino. Como siempre es un placer abrir tu blog, enhorabuena y un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Cuadros.
ResponderEliminarQuerido amigo Pepe: Tus palabras vertidas en el comentario, no son solo una exégesis sino más bien una glosa, producto de tu amabilidad por esta relación de amistad que entre nosotros existe. Te agradezco profundamente este elogio fruto de tu generosidad que siempre está al servicio de los demás. Un fuerte abrazo.
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