(A
raíz de mi último óleo, el siguiente relato)
Con
afecto para todos mis seguidores y amigos.
El jardín de Daraxa
Al
pintar, y mientras disfruto con mis instrumentos, dejando sobre el lienzo la
imagen de algún bello rincón, no me puedo resistir a convertir el lenguaje de
los pinceles, utilizando el óleo, para plasmar la belleza pictórica de los
muchos esplendorosos rincones de Granada, trasladar ese lenguaje pictórico
y poderlo transformar en idioma escrito a través de la tinta de un simple y
vulgar bolígrafo, en este caso, de las teclas de mi ordenador.
Dando las últimas pinceladas
Una imagen vale más que mil palabras pero si a esa imagen, tal es el caso, le unimos mil palabras, podremos complementarla y al mismo tiempo cumplimentarla para hacerla más bella, trayendo hechos y sucesos que pudieron ocurrir en estos lares.
Hoy he subido a la Alhambra, cómo cuando era un niño
Hoy, recordando tiempos pasados me he bañado de juventud, he subido como cuando era
un niño por este paradisíaco lugar que te sumerge en el mejor de los cuentos
que se pudieran relatar, es la narración que se vive, no como lector sino como
actor.
Jardines de Machuca
He
entrado en el Castillo Rojo por donde lo hacíamos en épocas pasadas.
Después de contemplar los jardines de Machuca, pasar de puntillas sin hacer
ruido, para no interrumpir una sesión administrativa, por el Mexuar, he entrado
en el Patio de los Arrayanes observado cómo se mece la Torre de Comares,
Patio de los Arrayanes
reflejada en la enorme alberca, al mismo tiempo que se baña rodeada de nenúfares, al ritmo que le marcan el bullicio de la infinidad de peces de colores sacando sus cabecitas para coger las migas de pan que le ofrecen unos chicos que se encuentran al borde.
Los peces dan una pincelad de color al agua
Sin pensarlo más, ni entretenerme en las maravillas del Salón del Trono, el Patio de los Leones, y demás dependencias me he dirigido directamente a los Jardines de Daraxa, -conocido también por Lindaraja-quería volver a sentir las sensaciones que percibí cuando por primera vez lo visité.
Patio de los Leones
El silencio, nada más entrar, es lo primero que se capta: sosiego, paz, y tranquilidad embargan el alma.
Es el mejor decorado, el excelente escenario donde se da la belleza y armonía de los claustros conventuales, donde la meditación, el extraerse del mundanal ruido, que impone el ajetreo diario de la vida, es el primer motivo que surge en ese instante; el perfume de los naranjos, con sus flores blancas desprendiendo, en pleno mes de abril, el aroma embriagador del azahar, es el mejor ungüento que penetra en mis sentidos.
El rojo d los gladiolos
No me resisto a acariciar las plantas que rodean los pequeños jardines, en cuyos vientres el rojo de los gladiolos, como saltones penetran en mis ojos, y agradecidas por mis halagos me dejan, prendido en mis manos, el perfume embriagador concentrado en sus cuerpos.
El aleteo de una paloma al desplegar, al verse sorprendida por mi presencia, deja el rastro de un sonido que se va difuminando en el espacio; la musicalidad de las gotas de agua que caen desde la enorme taza acariciando la superficie cristalina de la fuente, sin apenas atreverse a romper su serenidad; el canto de un ruiseñor que anida en uno de los gigantescos cipreses, es la pincelada musical que impregna la armonía de este cuadro iconográfico,
Joaquín Sorolla y Bastida
Jardines de Daraxa pintados por Joaquín Sorolla y Bastida
ni los pinceles de Sorolla, ante este escenario, hubiesen sido capaces de igualar, al dar los mejores toques a uno de sus maravillosos cuadros.
En
la galería que rodea el jardín, hay unos bancos ex profeso para sentarse y
meditar, allí me he puesto a reflexionar.
Mirando
el borde de la enorme taza de dos metros de diámetro me sumerjo en la belleza
poética que la rodea decorada con un poema de Ibn Zamrak.
(Este
poema tiene dos partes, la primera para enarbolar la belleza de la fuente y del
agua, la segunda dedicada a los moradores de este palacio).
y a los hombres de mundo mi ser
pasma.
Nadie espacio más grande vio que el
mío,
por igual en Oriente y Occidente,
ni rey, cristiano o árabe, tuvo antes
una fuente que a mí se pareciera.
Soy como órbita de agua que a los
hombres
manifiesta reluce y no se oculta;
mar muy grande, cerrado por riberas
de bellísimo mármol escojido.
ves correr (tenlo a grande maravilla),
y, por diáfana el agua, a través
suyo,
ni un instante de ti desaparezco.
Se diría que yo y el agua pura
que contengo y por mí se desparrama
masa somos de hielo, que una parte
se fundió, y otra parte no se funde.
Cuando flotan burbujas, me imaginas
una esfera en que salen muchos
astros,
y, cual concha de nácar por de fuera,
junto dentro ese aljófar de burbujas.
Segunda parte.
Díjome: Que haya dicha eternamente
para el bravo, de estirpe galibía,
descendiente de régulos del Yemen
(de excelencia luceros, cuna noble,
los Jazray Banu Qayla, paladines
de la fe, valedores del Profeta).
su guía te esclarece lo sombrío,
en un país que está siempre a buen
seguro,
con vasallos de vida acomodada,
jefe al par mundanal y religioso,
de un altísimo imperio en lo sagrado.
(Traducción de Emilio García Gómez)
Mirador de Daraxa
El Mirador de Daraxa, que fue construido igual que el Patio de los Leones, durante el reinado de Mohamed V, significa, “Ojo de la casa de Aisa”. Esto no nos dice mucho porque la identidad de Aisa es desconocida, pero a lo largo del arco de la ventana principal pueden leerse una serie de poemas que definen muy bien tanto la función del mirador como la posición del que mira.
Esto
es lo principal.
Soy el ojo lleno de gozo
En este jardín yo soy el ojo lleno de gozo, y la pupila de este ojo es nuestro señor/ Muhammed V, alabado por su valentía y generosidad, con notable fama y graciosa virtud/ Él es la luna llena en los horizontes del Imperio, sus signos son perennes y su luz es brillante/ En su morada él no es otro que el sol/ cuya sombra es beneficiosa/ En mí él mira desde su trono califal hacia la capital y su reino entero.
El Mirador de Lindaraja era una alegoría abierta y viva
Mucho más que una buena vista el mirador de Lindaraja era una alegoría del buen gobierno, una alegoría abierta y viva, una obra enmarcada y parlante para mostrar los efectos benéficos del islam. Un goce visual e intelectual –yo soy el ojo lleno de gozo- y un ejemplo de lo mucho que hay que ver y aprender en el álbum “siempre nuevo” de la Alhambra.
Allí
mismo, enfrente, la Sala de los Secretos me esperaba, ¡Cuántas confidencias y
misterios sigilosamente guardan sus paredes!
Entrada a la Sala de los Secretos
¡Cuántos recuerdos han pasado por mi mente después de tantos años, de olores, colores, sabores, silencios…, e incluso amores infantiles.
-¿Quién
no tuvo uno o varios amores platónicos en su niñez?
Pasadizo que conduce a la Sala de los Secretos
He entrado en la Sala de los Secretos y allí me la he encontrado, en uno de los rincones, desde donde se emiten las confidencias más profundas, aquella chiquilla del Barrio de San Pedro, de una de las calles que atesoran Historia, donde vivió el Secretario de los Reyes Católicos, Hernando de Zafra, en esa misma casa vivió la dulcinea de mis sueños.
Cabellos dorados como los rayos de sol naciente, arreboles de tirabuzones plegados sobre sus hombros, ojos inquietos, pupilas azules, tez encarnada, inquieta cuando se siente observada, sonrisa a flor de piel.
La dulcinea de la Sala de los Secretos
Me miró, la seguí cómo lo hice en el pasado, y no fui capaz de decirle nada, solo en los nervios que unen un rincón con el otro, entre las muchas frases amorosas que han quedado prisioneras, se escuchaba una que decía: ¿Quieres ser mi novia?
Una
voz entrecortada se dejó sentir, tímidamente, casi imperceptible, pero que daba
consentimiento a la pregunta.
Casa donde vivió Hernando de Zafra
Por la calle de Zafra, un día la vi pasar bella y soltera, hoy en la Sala de los Secretos me la he vuelto a encontrar bella pero casada.
Cuando
la penumbra vespertina lentamente se deja asomar por el jardín, vuelvo mis
pasos hacia atrás, soñar es bonito pero hay que despertar.
Plaza de los aljibes
Plaza de los aljibes
Deshaciendo el camino, al pasar por la Plaza de los Aljibes, todavía suenan en mis oídos el chirriar de aquella cadena que soportaba un cubo de madera que arrastraba hasta el borde del brocal el rico elemento, sustraído de aquel aljibe ancestral, que con dolor dejaba le arrancaran de sus entrañas el líquido elemento venido del Valle de Valparaiso;
subía tan cargado de agua que al depositarlo sobre el pretil del pozo parte caía hacia su interior, como el que lo arrancan inesperadamente de su morada, y quiere volver de nuevo a ella.
El
kiosco tenía un encanto especial, su planta exagonal permitía acercarse al
mostrador por cualquiera de sus caras; el pozo estaba en medio, y el brocal era
de piedra de un color grisáceo, el borde desgastado por el roce del cubo de
madera que una y otra vez descansaba rezumando agua por sus costados. El techo
era de madera, así como los seis grandes ventanales que cerraban, todo el
contorno, cuando había que dejarlo tapiado.
Angelillo atendía amablemente a la clientela
Angelillo, de mediana estatura, se desenvolvía como pez en el agua con una agilidad especial, atendiendo a toda la clientela que calmaba su sed bebiendo el caldo fresquito en aquellos gruesos vasos de cristal traídos de la cristalería “la Favorita”, asentada en la calle Mesones.
El Albayzín duerme bajo la luz de las estrellas
Mientras me deleito y al mismo tiempo me relajo de tanta emoción vivida en los jardines de Daraxa, bebo el agua fresca del aljibe, miro hacia el fondo, se vislumbra un barrio que duerme, el Albayzín, las luminarias de las farolas nos descubren lo intricado de sus callejas y vericuetos de un arrabal con reminiscencias árabes.
Las campanas sustituyeron al muecín
Escucho el sonido mortecino de la campana de una de las torres de las iglesias que sepultaron a las mezquitas, y la voz del muecín llamando al rito musulmán de la oración.
La
Puerta de la Justicia con su mano amenazante me deja pasar.
Puerta de la Justicia
Son las una de la madrugada descendemos de nuevo por el bosque, su espesor es tal que apenas entre el ramaje podemos ver una luna llena que, nos sigue como jugando al escondite, aparece y desaparece por momentos entre el entramado de la espesura.
Su colorida y olorosa masa forestal centenaria está combinada de chopos, castaños de indias, saúcos, almeces, plátanos de sombra, acacias, avellanos, arces, álamos, junto al arrayán recortado en forma de setos, conforman las siluetas de los senderos, espacio vegetal refrescado por la abundancia de agua que discurre en cascadas y canales-acequias que enmarcan los paseos.
El agua discurre en cascadas por el bosque
Una ardilla desvelada y un topillo común, que han salido a hacer su vida nocturna, se pasean por delante de mí mientras descanso en el banco de piedra de la Fuente del Tomate.
La Fuente del Tomate
Después de una larga jornada de recuerdos y emociones, los ojos me parpadean quieren mantenerse abiertos y no pueden, miro a mi alrededor y me encuentro tecleando en el ordenador, detrás de mí el caballete y el lienzo con la pintura del jardín de Daraxa me hace un guiño para que le de las últimas pinceladas.
José Medina
Villalba