“Quiero vivir en Granada solamente por oír los
sones de la Vela cuando me voy a dormir….”
Los sonidos de la Campana de la Vela tienen un
algo especial, sobre todo cuando a altas hora de la madrugada se dejan sentir,
al penetrar por cualquier rendija de una de las ventanas de tu habitación.
Pero hay muchas más cosas por las que
cualquiera quisiera vivir en Granada, los amaneceres y puestas de sol desde
cualquiera de sus miradores, sus monumentos, sus bellos paisajes, por una luna llena, asomándose
lentamente por la grandiosa Torre de Comares, en la Alhambra, para dejarse caer sobre las aguas del Darro,
y darse un baño antes de que el cielo se cubra de estrellas, y arroparse con la
sábana blanca de Sierra Nevada.
Hoy, simplemente hoy, en una mañana de
primavera otoñal quiero seguir viviendo en Granada por ver desde lejos, esa
Torre vigía de la Vela, como proa de un inminente crucero, en cuya cubierta se
encuentra la Alhambra entera, como un verdadero fortín de atalayas y torreones,
terminando en una blanca popa que
finaliza en el Generalice.
Por estar en la otra parte de este muelle
donde ha atracado este enorme barco, que jamás partirá porque, ahí lo anclaron
para la eternidad, como éste maravilloso Valle de Valparaiso, donde la
Naturaleza se despachó dejando toda su esencia de encanto, y deleite para los
sentidos en cualquier época del año.
¿Por qué le pondrían por nombre Valparaíso?
Porque no había otro apelativo que escoger que reuniera las cualidades que
imperan en él.
Vista del Valle desde el Cerro del Sol
El cerro del Sol a la diestra, con su Parque de Invierno en el Llano de la
Perdiz en todo lo alto, y su Camino del Avellano, besando los pies, con su famosa
fuente que cantara Antonio Molina, y la llenara de Literatura Ángel Ganivet con su Cofradía, y a la siniestra el Cerro de San Miguel con la Muralla de D. Gonzalo,
los sonidos que desprenden las cuerdas de las guitarras y los cantes de las zambras gitanas,
con sus repiques de palmas, la Abadía Sacromontana, para adentrase en la
profundidad, del ruinoso monasterio de Jesús del Valle.
San Miguel y la Muralla de D. Gonzalo
Simplemente por ver este Valle, sin menoscabo
ni desprecio de los demás lugares de esta ciudad, quiero vivir en Granada. Caminar por las veredas que lo circundan tanto en la parte que afecta a la ribera del Darro, por las llamadas "Silletas del Moro", es como ir flotando en un globo aerostático, en un helicóptero, o con las alas de la imaginación.
Cortijillos aislados se divisan a lo lejos
Es sumergirse en un viaje de ensueño. La vereda es estrecha, la vas zigzagueando, sale y entra de la montaña, pero nunca perdiendo el inmenso panorama que se encuentra allá abajo, el rumor del agua del río, las montañas que limitan el valle, los cortijillos aislados como pequeñas casitas: Moronta, los viveros de Taboada, los cortijos del Latino, y del Teatino, alguna voz perdida en la profundidad del valle, que te llega desde lo más profundo de la angostura, del chico que guarda la cabra que mantiene a la familia, o del perro que ladra, son sonidos que arriban con vaguedad, pero te animan a seguir caminando.
Unos atrevidos ciclistas que caminan, y te obligan a dejarles paso, subiéndote en un pequeño montículo que limita con la Acequia Real de la Alhambra.
Huele a mejorana a espliego, a lavandula langustifolia, un zumbido de abejas, a modo de ronca orquesta, liban intensamente el néctar, para llevarlo a las colmenas, formadas por pequeños cajoncitos, se divisan en la otra parte del valle, como si fueran dados para jugar al parchís
Nos encontramos con la primera silleta, a modo de un banco de piedra que nos invita a sentarnos, y a deleitarnos en la gigantesca mole de la Abadía del Sacromonte, la contemplamos a vista de pájaro como si fuera una enorme maqueta.
Seguimos caminando, después de una de las varias retorcidas curvas con las que la vereda ejercita su cuerpo como una gran bailarina, comienzan en la lejanía a surgir las torres de las iglesias del Albayzín, San Luis, El Salvador, San Cristobal y la majestuosa que se viste de blanco de San Nicolás, son momentos de una emoción indescriptible.
-¡Albayzín a la vista!
Serían las voces que surgirían del guía conductor de un grupo de senderistas que por primera vez se les ofreciera a la vista esta bella panorámica.
En la lejanía las torres de las iglesias que en tiempos pasados fueron mezquita
Una nueva silleta nos invita a descansar y a recrearnos en el panorama. A nuestros pies la Sultana Alhambra nos rinde pleitesía, allá al fondo se vislumbra la Catedral con su majestuoso Cimborrio, la vega y la nieblina que viste de seda a las montañas de poniente, Almijara y Tejera.
Antiguos Alumnos del Seminario de Maestros
En noviembre, los Antiguos Alumnos de las
Escuelas del Ave María y del que fuera Seminario de Maestros tienen una cita en el lugar que les dio unos
ideales de vida, una formación y educación, que han sabido llevar como bandera
durante toda su existencia, y que la han transmitido a sus herederos, como un patrimonio tan fundamental de formación, e imprescindible para hacer de la
sociedad un rico emporio.
Antiguas alumnas de Casa Madre
Esta mañana, nada más penetrar por la entrada
que da a la Cuesta del Chapiz, un espacio nuevo se abre, es como si en el
teatro después de una primera escena, teniendo con bambalinas y telones de fondo nuestro paseo por la Carrera del Darro, cambiáramos todo el escenario y entráramos en otro
distinto con otra ornamentación.
Entrada a la Cuesta del Chapiz
Diversidad de colores y riqueza en una paleta
que cuelga de la arboleda del bosque, para llenarla, con una variedad de
tonalidades y pigmentaciones: amarillos, ocres, anaranjados, verdes…, para
recreo de la vista, orquestación de agua en un río que allá abajo sigue su
curso diario, solaz del oído, que camina
hacia el centro de la ciudad, su sonido de agua tiene mucho de los que esta
mañana nos reunimos aquí, bajo por un
río que está lleno de mis recuerdos, la corriente de mis sueños, con toda una
vida entera que la he vivido aquí.
Venimos a poner nuestros codos sobre el
pretil, a navegar sobre este Darro de oro, y recordar lo que fuimos aquí,
nuestros maestros, nuestros profesores y amigos, muchos ya idos, otros sin
conocer su paradero, y unos pocos esta
mañana para convivir, y compartir nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestras
añoranzas, nuestros juegos y divertimentos:
el salto de la muerte, el chichiriboy a los pies de tu cabeza voy, a
galope, el trompo, las cajillas, la lima, el salto de la comba, la rayuela …,
los juegos de los niñas y niñas de tiempos pasados, o el frío que hacía en las
camarillas, en los rigurosos días de invierno, el plato imprescindible en el
almuerzo, las ricas habichuelas que aún
en estos tiempos de comodidad, las echamos de menos, a nuestro amigo Paco “El
habichuela”, apodo que se ganó a pulso,
por las noches recreaba al resto de los
compañeros que compartían dormitorio con un sonoro y oloroso concierto de aire
flatulento que se esparcía por el dormitorio.
Hoy
festividad de San Andrés los Antiguos Alumnos de las Escuelas del Ave María en
sus dos Asociaciones, cumplimos con nuestra cita.
Capilla de la Casa Madre
Una homilía plagada de datos en torno a la
festividad de Santa María, dando fuerza a los Apóstoles el día de Pentecostés, escondidos y llenos de
miedo en el Cenáculo, y unas Bodas en Caná de Galilea, donde María ejerció su
habilidad de madre para que Jesús comenzara a desempeñar su misión.
No podían faltar las notas musicales del coro dirigido por Mari Francis, Gutiérrez Roldán, con buena armonía y canto, fue el aditamento que le diera una mayor solemnidad a la función religiosa.
Coro de Mari Francis Gutiérrez Roldán
Un vino
símbolo de la alegría, representado en este otro de la Eucaristía, que no nos
falte para que nos sintamos amados y protegidos por Jesús, para que sigamos
siendo creyentes y testigos de Cristo.
Un recuerdo emotivo a todos los socios y compañeras de socios que han fallecido este
año, con toda seguridad D. Andrés desde el Cielo se estará alegrando de
este día de convivencia, y cómo sus Escuelas siguen funcionando después de ciento veintisiete
años, desde que él las fundara.
Con el himno de nuestras Escuelas, con la
fuerza y el vigor que lleva impreso en la letra, cantada con energía por los
asistentes finalizaría el acto religioso, para dar paso a las tertulias, en
pequeños corrillos, por afinidades de épocas, para después continuar, la marcha
lenta y pausada, saboreando el deleite del aire fresco del mediodía, la
diversidad de tonalidades que imperan en el bosque, bajo un cielo plomizo, que le daba cierto encanto.
La ardilla un poco
despistada se nos cruza en el camino, y deshaciendo una larga senda, hasta llegar a la otra parte del
Colegio, cruzar la Cuesta del Chapiz, adquirir la entrada necesaria para el
almuerzo y seguir disfrutando de una mañana volcada en su hermano el mediodía
para esperar que las manecillas del reloj se situaran en las dos y media para deleitarnos en la comida de hermandad.
Tapeo y convivencia al mismo tiempo
Unas patatitas, unas aceitunas y frutos
secos, junto a unas cervezas, mezclados
con los paseos en el patio, las conversaciones animadas bajo un cielo preñado
de nubes, y un sol que intentaba descorrer las cortinas para asomarse,
saludarnos y hacernos compañía, se agregarían a la espera, para entrar al
comedor.
La espera es mejor hacerla sentados que de pie
Unos entremeses, dieron paso a un arroz con
pollo, un bacalao con tomate, fruta, dulces, navideños, café y copa, dieron el cerrojazo a este extraordinario día de convivencia.
Domingo día 26. Los antiguos alumnos de Casa
Madre, familiares y amigos también celebran su festividad de San Andrés, muy
similar a la del sábado.
Dentro del mismo paraíso, dos asociaciones de
antiguos alumnos, los de Bachillerato y Escuela de Magisterio, cumplimentaron sábado y domingo a San Andrés, y con él a nuestro fundador.
El domingo correspondió a los que
hicieron la Primera Enseñanza, cuando aún no se daban Certificados de
Escolaridad, ni Graduados Escolares, ni se hacían viajes de estudios, ni tantas “monsergas”, como imperan en estos tiempos, sin tantos libros como se exigen ahora, se
partía del Colegio con una gran preparación, habiendo recibido una gran formación educativa en valores para salir a ocupar dignamente un puesto en la sociedad.
Pepe Rodríguez Franco, controla los ingresos de tesorería
Me veo obligado a hacer el comentario correspondiente
a estas dos asociaciones porque a ambas pertenezco.
Una enorme alfombra de color amarillo cubre el
suelo de entrada al Colegio, son lágrimas de los árboles que lloran al tener
que irse desnudando lentamente, para dejar los huesos de sus cuerpos expuestos al
aire a expensas del gélido vientecillo
del valle, a la lluvia que lavará, día tras día, sus ateridos cuerpos, y al
aire que intentará doblegar sus congelados tallos de madera.
Una alfombra de color amarillo cubre el suelo
Porque aunque no nos lo creamos, los vetustos
y envejecidos árboles de nuestra vegetación, los que lo han dado todo durante
su largo y estático caminar, nos han dado sombras para que nos guarezcamos del
calor sofocante del verano, han prestados sus ramas para que aniden las aves
del bosque, nos han dado sus frutos, para que nos alimentemos, han embellecido
el paisaje con la variedad de vestidos con que se cubren en cada época del año,
sin pedirnos nada a cambio, ¿por qué no darles una mirada de gratitud, y no
mostrarnos indiferentes?
Pero bueno, estarás diciendo, querido lector y
eso de mirada de gratitud, ¿cómo se hace?
Es fácil querido amigo, mimándolos, dándoles
el alimento que necesitan, agua, abono, poda suficiente a su debido tiempo, y
sobre todo no maltratarlos hiriéndolos, cortándolos, salvo cuando esté justificado, para
llevarlos a convertirlos en ceniza.
Panorámica del Valparaiso desde el Colegio
Nuestro Colegio es rico en vegetación: almeces, granados, álamos, azofaifos chumberas, palmeras, toda variedad de
plantas de jardín salidas del vivero, escuela de formación de futuros
floricultores, constituyen la decoración más noble con la que se puede adornar
un centro educativo donde se respira aire puro, rumor orquestal de agua de un
río, único Colegio que deja lavar sus cuerpo por las aguas cristalinas de un
arroyo que se enseñorea porque tiene oro en sus entrañas.
José Medina Villalba
Llevar muchos años como educador en este Centro, te convierte en el
punto de mira de muchos alumnos que pasaron por aquí, niños convertidos en
hombres, los que cambiaron su aspecto físico en gran medida y que no reconoces,
salvo que ellos te llamen la atención.
Se siente un gran regocijo cuando en algún
lugar, alguien te llama por tu nombre y te invoca a que lo recuerdes, para
ellos es fácil reconocerte, porque te conocieron cuando tu aspecto poco o nada
iba a cambiar, pero tú a ellos suele ser más difícil, salvo cuando te dicen el
nombre y su aspecto se cambia por aquel chico que se portaba correctamente, o
aquel otro que hacía las diabluras propias de todos los niños de su tiempo.
-D. José. Es la voz de alguien que se me acerca.
Es el primer saludo que he recibido
esta mañana, de un señor que paseaba tranquilamente por el paseo central.
-¿No se
acuerda usted de mí?
La respuesta no es fácil darla rápidamente, porque si
dices rotundamente que no, puede ser
frustrante para el que la recibe, te quedas pensativo como intentando hacer un
esfuerzo por recordar, él te mira con cierta desazón esperando una contestación
que le satisfaga. Viendo que no, intenta ayudarte.
-Yo soy el chico que sólo comía diariamente
patatas y huevos fritos.
-¡Ah!, sí, ya recuerdo.
Me lo decía tu madre,
incluso hace unos años tuve un encuentro con ella, le pregunté, cuántos nietos tenía por tu parte, no pude
salir de mi asombro cuando me contestó que seguías con el mismo régimen.
-Pues sí, sigo comiendo solo huevos y patatas
fritas.
-Tú eres Ortiz.
-El mismo. Me respondió.
Antiguos alumnos de Casa Madre en la Capilla del Colegio
El acto
religioso, tuvo como eje central por parte del predicador, aquella frase de
Jesús: “Venid benditos de mi Padre a disfrutad del Reino que se os tiene
preparado”. Pues, que este Reino sea un
Reino de Paz, Justicia, Santidad y de amor, haciéndose realidad en este mundo.
Los Manises, las patatas frita, las aceitunas
y pepinillos en vinagre, animados por la conversación de los asistentes, van
abriendo boca bajo las “latas” del cobertizo de D. Enrique Amaya, para después
dar paso a la comida de hermandad.
Esta mañana ha ocurrido algo extraordinario, alguien venido de Córdoba, pregunta sobre cómo va el Proceso de Beatificación de D. Andrés Manjón, los allí concentrados, la remiten a mí para que le informe.
Se presenta con el nombre de Esmeralda Pérez Peralta, abogada, directora de Constellation Rugby, le doy toda información que hay con respecto a este asunto, que prácticamente está finalizado sólo pendiente de un milagro.
Ella dice que el milagro existe, y que ha hablado con la persona que aún vive.
La he puesto en contacto con el Patronato de la Institución, con el deseo de que el proceso se ponga en marcha.
Esta mañana ha ocurrido algo extraordinario, alguien venido de Córdoba, pregunta sobre cómo va el Proceso de Beatificación de D. Andrés Manjón, los allí concentrados, la remiten a mí para que le informe.
Se presenta con el nombre de Esmeralda Pérez Peralta, abogada, directora de Constellation Rugby, le doy toda información que hay con respecto a este asunto, que prácticamente está finalizado sólo pendiente de un milagro.
Ella dice que el milagro existe, y que ha hablado con la persona que aún vive.
La he puesto en contacto con el Patronato de la Institución, con el deseo de que el proceso se ponga en marcha.
La floresta del bosque no puede ser más
extraordinaria, el variado colorido del bosque impregna nuestras pupilas, y no
te puedes resistir a robarle la belleza que descaradamente te está ofreciendo,
incluso con algunas hojas que se desprenden lentamente y vienen a posarse en tu
cabeza trayéndote a tus oídos un mensaje, ¡llévame!
Variopinto colorido del bosque del Colegio
Nuestro móvil,
con una gran capacidad de resolución, va encerrando en el interior de su
carrete, todo lo que le sale al paso, hasta una ardilla que cruza de rama en
rama, y te mira descaradamente.
Así paso tras paso, en dirección al lugar donde
nuestros estómagos se van a ver repletos, con el espléndido menú que nos espera
en el Comedor del internado.
Paco Tarifa, amigo de la infancia y compañero
de clase en el Colegio ha sido mi acompañante durante todo el trayecto hasta el
lugar de las viandas, allí hemos abierto el libro de
nuestras vidas y hojeando las páginas le hemos ido dando un repaso.
Mario Tarifa campeón nacional de sky de fondo
La familia de los Tarifas, muy conocida en el
barrio del bajo Albayzín, dedicados a la encuadernación y a la venta de libros
de segunda mano, dieron ejemplo de trabajadores y deportistas, ciclismo y
esquís de alta competición, eran unos de los blasones de su escudo nobiliario.
La tarde se fue yendo, una luna espléndida
salió a despedir un sol que se acunaba detrás de poniente, mientras en una
Carrera del Darro seguía el bullicio de los que se quieren llevar el embrujo y
el encanto que se percibe por este rincón de la ciudad,
Carrera del Darro, la calle más visitada
y los tacones de la
gitana acompañando los sones de la guitarra, daban el cerrojazo a dos
maravillosas jornadas dedicadas a conmemorar a nuestro Santo y Sabio Fundador.
Hasta el próximo año, si Dios quiere.
José
Medina Villalba.
REPORTAJE DE FOTOGRAFÍAS DE ANTIGUOS ALUMNOS DEL SEMINARIO DE MAESTROS.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE ANTIGUOS ALUMNOS DE CASA MADRE