Usted querido lector se preguntará ¿qué es eso de
Ajsaris?
Granada, esta maravillosa ciudad tiene encantos por
todos sus lugares y rincones, y hasta las mismas palabras del léxico popular y
callejero correspondientes a sus barrios y callejas, muchas de ellas encierran
magia y misterio.
Hay una calle en ésta nuestra grandiosa y hermosa
ciudad, una de las más visitadas a nivel mundial por donde pasa un río que lava
los pies de la Sultana Alhambra, donde brillan las pepitas de oro, que sino
están al alcance de cualquiera, sí por lo menos le han dado nombre a esta
famosa rue, hoy tan sumamente visitada.
Carrera del Darro. Óleo de José Medina Villalba
Ya propagó en una frase, que merece enmarcarla en un
cuadro de oro, Antonio Machado: “Todas las ciudades tienen su encanto, Granada
tiene el suyo y el de las demás.”
Nocturno en la Carrera del Darro. Óleo de José Medina Villalba
La Carrera del Darro es la novia de todas las calles
del Albayzín, y todas están tan enamoradas de ella, que en una cascada de
callejas y callejones estrechos, vienen a precipitarse, para abrazarla en un
romance de amor a orillas del río.
Las callejas albayzineras, se precipitan para abrazar la Carrera del Darro
Venir a Granada y no pasear por la Carrera del Darro es como dejar de ver la Sultana Alhambra; escuchar el toque de las campanas de sus conventos e iglesias, son el lenguaje convertido en palabras de bronce, con el que se manifiestan al exterior, el ora et labora de las que permanecen en el interior, donde se cuecen los mejores dulces de Navidad, o las obras artísticas de los grandes escultores y pintores de siglos pasados.
Los conventos de la Carrera del Darro
La Luna todas las noches, abriéndose paso desesperadamente entre las nubes que la escoltan, se asoma por las almenas de la Torre de Comares, para regar de luz plateada la calzada.
La Luna todas las noches se asoma por la Torre de Comares
Muchos han sido los pintores que han dejado plasmado en sus lienzos una puesta de sol en este lugar de la ciudad, pero nadie ha sabido hacerlo con más perfección que el propio sol, dejando estampado en el firmamento, con los últimos pinceles de sus debilitados rayos, los colores más impresionantes de violetas, rosas, y amarillos en una amalgama de tonalidades, envueltas en un encantamiento especial.
Puesta de sol en la Carrera del Darro. Óleo de José Medina Villalba
Porque el Sol al atardecer, quisiera quedarse dormido sobre los pináculos de la
Chacillería, vistiendo con traje sonrosado la argamasa con la que hicieron el
Castillo Rojo, que dicen se construyó de noche a la luz de las antorchas,
resistiéndose a que le robe ese encanto, la que vino a la fragua gitana, con su
polizón de nardos, la que enseña,
rúbrica y pura sus senos de puro estaño.
La Luna todas las noches enseña sus senos de puro estaño
No sé qué es más encantador y maravilloso, si el canto de los jilgueros que anidan en las faldas del bosque, o el de los ruiseñores, mirlas y el monótono y rítmico sonido del cucú que todos los atardeceres primaverales deja su canto correr, deslizándose al compás del murmullo de las aguas.
Paseo de los Tristes, Paseo del Padre Manjón
-¿Historia?
-Mucha a través de los siglos.
-¿Leyendas?
-Para
encandilar a cualquiera:
- La gallina de los
huevos de oro. El tesoro de la Casa de los Migueletes. Esperándola del
Cielo….
Esperándola del Cielo
Casas nobiliarias y palaciegas, convertidas hoy en hoteles, ecos de un ronco tambor que el Jueves Santo deja el sonido entremezclarse entre una muchedumbre enfervorizada, abarrotando los puentes que lloran su tristeza, cuando el agua se marcha continuamente y ellos se quedan.
Cristo de la Misericordia, por la Carrera del Darro
Cantos de romeros que se despiden con sus carretas tiradas por bueyes, para irse a ver a la Blanca Paloma, y un trasiego continuo de gentes, que aman a su barrio, de un barrio que tiene una larga historia.
La Carrera del Darro, sumamente transitada
Los romeros por la Carrera del Darro
Hay un diamante que en cierto modo supera, o por lo menos engrandece este lugar, enclavado en una de las calles con el nombre de Zafra, porque aquí vivió el que fuera Secretario de los Reyes Católicos.
Casa del Señor del Castril, Actualmente Museo Arqueológico
Hernando de Zafra o Fernando de
Zafra (1444-1508) fue secretario de los Reyes
Católicos. Inicialmente un letrado de orígenes modestos ("de
gente de honestos parientes plebeyos; pero fue de buen entendimiento y grande
habilidad, en las cosas de hacienda muy avisado" -según Gonzalo
Fernández de Oviedo-), posiblemente de familia cristiana nueva. Su
trabajo para los Reyes, especialmente durante la Guerra de Granada y
el proceso de repoblación posterior (que en buena medida dirigió entre 1492 y
1499, junto al arzobispo Hernando de Talavera y al capitán general y
alcaide Íñigo López de Mendoza) le convirtió en un importante aristócrata
(señor de Castril) vinculado a la oligarquía cristiana que se estableció
en el reino de Granada.
Capitulaciones de Alfacar
Fue el responsable de firmar en nombre de Fernando
el Católico las Capitulaciones de Alfacar (1491). Fue el principal
negociador de la rendición de Granada por parte cristiana, junto con Gonzalo
Fernández de Córdoba.
Llueve más que cuando enterraron a Zafra....
En la ciudad de Granada obtuvo la
propiedad de los llamados baños árabes de Hernando de Zafra, el
palacio Dar al-Horra y el solar donde se levantó la Casa de Castril y
los dos conventos anexos. La Casa de Castril fue el palacio de los Zafra a
partir de ese momento, y objeto de alguna leyenda y frase popular sobre uno de
sus descendientes (llueve más que cuando enterraron a Zafra -por el
desbordamiento del Darro del 4 de marzo de 1600, que se habría
llevado el ataúd de César de Zafra, que estaba de cuerpo presente y no fue
hallado-).
José Medina Villalba, en la Casa del señor del Castril
Visitando la Casa del señor del Castril. José Pérez Urda.
Pues bien, después de visitar la Casa del señor del Castril, hoy
Museo Arqueológico, doblamos la esquina y subimos lentamente, por la calle de
Zafra, junto a un grupo de granadinos, pertenecientes al grupo Unigrama, para saborear esta mañana esa gran casa, ese gran museo que se llama “La Casa
de Ajsaris”.
Calle de Zafra
-¿Por qué este nombre?
Porque este fue el barrio, desde la época musulmana,
de Axares, toponímicamente el significado corresponde a Salud y deleite.
José Pérez Urda e Inmaculada Cañavate
Por la Carrera del Darro
José Pérez Urda y su esposa Inmaculada Cañavate, son
los artífices principales de que haya podido disfrutar, esta mañana primaveral,
de un lugar muy transitado y conocido por mi desde mi infancia y posteriormente
juventud y madurez, como responsable de mi doble profesión: maestro en las
Escuelas del Ave María y practicantes (A.T.S.) de este barrio de San Pedro,
ello me permitió conocer, una a una, todas las viviendas, casas de vecinos,
moradas palaciegas, patios, artesonados, lavaderos, pilares, servicios comunes…, de este singular barrio.
Casa de vecinos. Isidoro Marín
Palpar la vida en común de la vecindad, fiestas populares, sonidos de campanas
de alegría y de tristeza, de las iglesias y conventos, e incluso de amores
platónicos de mi juventud, en alguna de las callejas que van a morir en el
Paseo de los Tristes, aunque con nombre de Candil, cuya luz suele ser de poca
intensidad.
Aquella chiquilla de calcetines blancos a media pantorrilla, me deslumbraba por su belleza y encanto, aunque nos separaba una diferencia de tiempo, de la que estuve enamorado.
Aquella chiquilla de calcetines blancos a media pantorrilla, me deslumbraba por su belleza y encanto, aunque nos separaba una diferencia de tiempo, de la que estuve enamorado.
Calle del Candil
Parangonando los versos de nuestro poeta albayzinero
Manuel Benítez Carrasco, permitiéndome el atrevimiento de cambiar el nombre de
la calle del Agua por la del Candil.
Por la calle del Candil
yo la veía pasar,
tan bonita y tan soltera,
guapa hasta no poder más.
Hoy, por la calle del Candil, he vuelto a verla
pasar,
bonita, pero casada
casada, pero bonita.
Ser madre da la belleza
que el no ser ya novia quita.
Pero que daría yo, callecita albaicinera,
Por verla otra vez pasar, bonita, pero soltera.
(Antes de seguir quiero hacer una aclaratoria: hace
tiempo que Francisco Jiménez, avemariano y oriundo de estos lares, uno de los
propietarios, de la Casa de Ajsaris, me había hecho la invitación, compartida con mi querida amiga, la
Catedrática Amelina Correa Ramón, para
visitar su casa. Se ha ido demorando por diversas razones, lo cual no quita que
vuelva de nuevo con Amelina algún día para hacer otra visita.)
Francisco Jiménez y José Manel Segura,propietarios de la Casa de Ajsaris
Esperando la entrada
Nunca pudieron elegir mejor nombre que el que le
pusieron sus dueños y moradores, Francisco Jiménez y José Manuel Segura, a esta
Casa-Museo, tesoro inagotable de obras artísticas en todas las facetas, y de
encanto conventual en el conjunto de naturaleza que perfuma y embriaga el
variopinto color de las innumerables plantas trepadoras, que se abigarran
amorosamente a los tapiales, como paredes de un maravilloso cofre, que guarda la
esencia pura en los tiestos de macetas vestidas a la usanza mozárabe, con
esmaltes de Fajalauza, con geranios, claveles, petunias, rosas, clavellinas,
pensamientos…., y el sonido encantador de los jilgueros que por allí anidan.
Un lugar para retirarse del mundanal ruido a meditar
y reflexionar.
Pero hagamos un poco de historia de cómo nació este
museo, quienes son sus creadores, travesía temporal que ha tenido que ir
pasando hasta llegar al momento en el que se encuentra, así como mis
sensaciones experimentadas en el regocijo, alborozo y placer que sentí durante
toda la visita.
Colección de barros granadinos
Francisco y Juan Manuel, los propietarios y creadores de este ingente museo, nos ofrecen la posibilidad de conocer la colección que permite ver la evolución del arte granadino desde el siglo XVII a la actualidad, disfrutar con sus joyas del barroco y su bonita colección de barros granadinos. «Del siglo XX, desde López Mezquita a Morcillo, Rodríguez Acosta, Muñoz Lucena, y del barroco piezas importantísimas de Pedro de Mena, que está tan de moda pues hasta el Metropolitan de Nueva York acaba de comprar una pareja idéntica a la que tenemos en nuestra colección», aclaran conforme vamos de estancia en estancia.
Nunca han contado las piezas que han conseguido reunir pero, entre pintura y
escultura, calculan que «podríamos estar hablando de unas 350 obras de arte».
Además, en el catálogo que se puede conseguir en las principales galerías de
arte, se repoducen estas obras junto con una reseña biográfica de todos esos
pintores y escultores de los que, en algunos casos, no había nada.
Aquí, con el trino de los pájaros de fondo,
Juan Manuel Segura, nos cuenta la historia de la maravillos colección de
arte que han reunido. Como introito, nos narra el origen de la denominación del
lugar donde nos encontramos. «Casa Ajsaris está situada en el Bajo Albayzin y
recibe el nombre del barrio donde está ubicada. Este topónimo después se
convierte en Axares que significa salud y deleite», explica Juan Manuel antes
de añadir que «desde hace bastantes años, a todos los alcaldes de Granada
se les ha ofrecido la posibilidad de hacer un museo.
Lo haríamos nosotros en
nuestra propia casa pero las obras están muy apretadas y no hay espacio para
poder disfrutar de ellas, estamos buscando una casa más espaciosa. Cuando más
cerca estuvimos fue cuando Nino (García Royo) fue concejal de Urbanismo y yo
estaba de gerente en la Fundación Albaycín.
Casa Agreda
Entonces descubrimos que la Casa Ágreda era
propiedad municipal y todo nuestro empeño fue el de restaurarla para que albergara
este museo para la ciudad», pero nuestras pesquisas con los políticos nunca fructificaron, de aquí que nos decidiéramos
por comprar este lugar y establecer, después de mucho tiempo, salvando
obstáculos y dificultades, lo que estáis viendo, y a continuación
contemplaréis, así es que si estáis dispuestos, comenzaremos haciendo en dos
grupos la visita.
Me agregué al que capitaneaba Paco, por la afinidad
de vecindad que siempre hemos tenido.
Él irá hablando a través de los vídeos, como perfecto
conocedor de esta riqueza artística que aquí se encierra y yo me limitaré a
irla transcribiendo.
Un grupo, con el fin de no alterar la marcha, evitar encuentros y que la visita fuera más cómoda, caminamos por un sitio y el otro por otro lugar.
Ya de entrada, subiendo por una escalera, después de dejar el florido patio-jardín, las paredes abigarradas de obras artísticas se nos caían encima, y qué mejor placer el poder contemplarlas con gran admiración, pasando de los muros de la casa a nuestras retinas.
Comienza Paco la explicación con voz parsimoniosa, templada, mascando las palabras, cómo el que ha parido el arte que allí se encierra, queriendo que los que lo contemplamos lo vayamos engullendo y digeriendo al mismo tiempo que lo va explicando.
Hace referencia a los pintores que nos vamos a encontrar en este museo, especialmente pintores granadinos o que hayan venido de fuera expresamente a pintar Granada.
Carteles del Corpus, pinturas de Tomás Muñoz Lucena
Las lavanderas del Darro
Un atardecer en el Campo del Príncipe, cuando aún no estaba construida la Fundación Rodríguez Acosta. La Tarasca del Corpus de Rafael La Torre, una Virgen de Alonso de Mena, padre de Pedro de Mena.
Un atardecer en el Campo del Príncipe, cuando aún no estaba construida la Fundación Rodríguez Acosta. La Tarasca del Corpus de Rafael La Torre, una Virgen de Alonso de Mena, padre de Pedro de Mena.
Vendrían después López Mezquita, Rodríguez Acosta, Soria Aedo, Stanier, de la Serna.
Refiriéndose al cuadro de la segunda mujer de López Mezquita, este cuadro realizado en Cuba, lo adquirimos en una subasta y nos dijeron que no estaba firmado. Una nieta del pintor nos dio esta fotografía que da fe de ello , donde se ve al autor en la realización de la obra.En esta variedad de cuadros hay uno que solo ha sido pintado por artistas granadinos, la originalidad de esta pintura está en la zapata, realizada en una casa ya derribada de la Calle Elvira.
La sala que se encuentra dedicada al pintor granadino Gabriel Morcillo Raya vino a continuación.
Gabriel Morcillo Raya
Nada más entrar en ella, impacta y causa emoción, por la genialidad de las obras que allí se exponen. A mí particularmente me retrotrae a mi infancia, cuando allá por los años cuarenta del pasado siglo tuve la gran satisfacción de haber sido, durante un curso, testigo presencial de la manera de pintar de este gran maestro, que solía comenzar sus retratos partiendo del ojo del personaje que posaba para él.
El rincón dedicado a Gabriel Morcillo posee un artesonado del siglo XVII, estaba oculto por un falso techo, casualmente se descubrió y se encontraba en perfectas condiciones.
Observando la riqueza artísticas de las obras de Morcillo pudimos comprobar que algunos de los elementos que utilizó en sus bodegones, así como la paleta de pintar se encontraban en la recoleta salita dedicada a sus obras.
La cantidad de obras es enorme, un verdadero nacimiento que emergen de las paredes, los carteles dedicados en distintas épocas y años a las fiestas del Corpus Christi, o las vitrinas asignadas a los barros, así como una parte dedicada al Belén que vienen confeccionando desde el año noventa.
Una cabeza del gran escultor Juan Cristóbal.
Tiene, entre otras obras importantes, la ecuestre en Burgos del Cid Campeador, o la dedicada a Ganivet en el bosque de la Alhambra, así como la que le hizo a D. Andrés Manjón en un busto, del que después sacaría un relieve para la Facultad de Derecho.
Mariano Fortuny Marsal, vivió en el Realejo en una casa donde está la Placeta que lleva su nombre. Fue el pintor que enseñó a los artistas de aquella época a conocer la luz de Granada y que salieran a pintar a la calle.
Seguiríamos contemplando diversas obras de otros pintores tales como: Tomás Martín Rebollo, Isidoro Marín, Juan Bautista Guzmán y Orantes, hay pinturas relacionas con el Avellano, como son la de la Salud y la Agrilla, la Placeta del Conde con su hornacina....
Cuadros de José Marcelo Contreras que vino y se afincó aquí en Granada, junto a Mariano Fortuny, Francisco Muros Úbeda,siguen llenando las paredes de este ingente museo.
Marino Antequera el personaje que más sabía de arte y que nos orientó continuamente en la adquisición de nuestras obras. Aquí podemos observar una serie de obras salidas de sus manos.
Hay obras de José Pérez Ortiz, éste se casó con una catalana, debido a que viajaba continuamente la mujer le plateó el siguiente dilema: o la pintura o yo, dejo la pintura y creó la fabrica de alfombras alpujarreñas con dibujos de Picaso, Miró, fabrica que actualmente está en la Zubia. Tenemos también cuadros de Manuel Maldonado Rodríguez, que hace unos quince años que murió, y de Antonio Moscoso Martos.
Hay un cuadro que compramos en un anticuario en la Cuesta de Gomerez de Moscoso, la viuda cuando se enteró que la amante lo vendía dijo que era falso, pero de falso nada.
Había que asomarse a uno de los ventanales que dan al patio para contemplar como la yedra, hermanada con la falsa riparia se adhiere a las paredes y trepa sigilosa para poder asomarse por encima de los tejados, y poder contemplar a la Sultana que desde allá arriba, apoyada sobre un impresionante tajo, admira tanto encanto como se encierra en este lugar.
También las cerámicas reposando sobre la mesa camilla adornan con sus esmaltes de azules formando entre todos un conjunto admirable.
Era tal el cúmulo de belleza artística encerrada, que había necesidad de salir al exterior, y posarse en lo que llamamos terraza que no es otra sino la bandeja de plata, adosada a la mansión,
para recibir a todos los que necesitan respirar y llenar el pulmón de otro oxigeno hecho arte, que diariamente construye el propio lugar, en un maravilloso cuadro donde,
pinta el aire, la brisa del Valle de Valparaiso, los tejados, viejos y restaurados, la propia vegetación, los pinos, que se alzan al cielo queriendo alcanzarlo, la Alhambra majestuosa, un cielo celeste, que no tiene inconveniente en verse maquillado con algodones blancos,
el minarete de la Mezquita de los Conversos. (Masyis al-Taibin),
las torres de las iglesia, San Pedro y Santa Ana, en la lejanía dando los últimos toques, a este grandioso cuadro, el Generalife todo vestido de blanco, y la abadía sacromontana.
De nuevo en el patio, pero un patio que encierra tanto atractivo, que se convierte en puro hechizo y fascinación.
Es tupido jardín, es murmullo sensual y relajante de la fuente que llora de alegría y satisfacción, derramando sus lágrimas en el estanque,
es perfume de limones que cuelgan con sus vestidos amarillos como bombillas de feria, es canto de jilgueros, que entran y salen como jamás pudieron tener una jaula que les diera plena libertad.
Existe tal abigarramiento de vegetación plenamente ordenado, que pareciera que fueran los ángeles bajados del cielo los que sostiene tan inigualable cuadro, y no las manos de los humanos.
La parte de abajo del edificio, la adyacente al patio, la sala de verano por el frescor que derrama por sus cuatro paredes, no se podía librar de tener riqueza artística, y allí nos introdujo nuestro guía y anfitrión para seguir alimentando nuestro espíritu.
Nos encontramos con una serie de pinturas y esculturas, donde van a aparecer los nombres de Mena padre, Bocanegra, Suárez Peregrín, Mariano Bertuchi, Eugenio Gómez Mir
Iglesia de San Luis, saqueada y quemada, hoy en absoluta ruina.
Había que salir de nuevo al jardín, más que al patio, o para que no se moleste éste último, diremos un híbrido entre patio y jardín.
Se había marchado el grupo numeroso que esta mañana había invadido la Casa de Ajsaris, se respiraba un aire especial, había una atmósfera única y particular, la afluencia de colores era tal que creo que estaban todos los principales y derivados del círculo cromático, más alguno más que aún no se ha inventado, pero que allí ya existe.
Cómodamente sentados a la entrada, frente al jardín, percibiendo el aroma que destilan la infinidad de plantas, escuchando el sonido embaucador de la fuente, el aleteo de los peces multicolores del estanque moruno, la musicalidad de los ruiseñores, la paz y tranquilidad del entorno que se percibe y llena el alma de emoción contenida entre el amarillo de un jarrón enorme de gayumbas que aportan el color, calor y belleza del campo, y los jarrones de cobre repletos de flores, que aportan la esencia de los talleres albayzineros, se me ocurrió hacerles una entrevista, que ellos aceptaron gustosamente, para que quedara para la posterioridad.
Saber, como surgió entre ambos la idea de este museo, el tiempo que les ha llevado la confección, ayudas económicas y apoyos por parte de los organismos oficiales, porvenir de este grandioso contenido artístico...
La gran obra editada donde se encuentra concentrado todo el proceso de este museo, con sus numerosísimas obras a todo color, llevaría la dedicatoria y firma de ambos artífices, fiel recuerdo que ya está ocupando un lugar privilegiado en mi biblioteca.
Todo terminaría con un brindis por el éxito y por el futuro de esta grandiosa pinacoteca.
Agradecer a José Pérez Urda y señora el que me hayan invitado a conocer lo desconocido, y su colaboración en la grabación de la entrevista, así como felicitar a los dos artífices de este gran museo.
José Medina Villalba
REPORTAJE FOTOGRÁFICO
José Medina Villalba