Las seis de la mañana, no
es una hora muy propicia para levantarse, así que querido lector me vas a
disculpar pero no hay más remedio que hacerlo, porque a las siete nos espera el
desayuno, y a las ocho tenemos que estar en el autobús, camino de Connemara.
Condado de Galway.
La maleta y su contenido
comienzan a quejarse, hace un rato prácticamente que la hemos abierto, para
arrancarle las prendas fundamentales que nos teníamos que poner, y pronto la hemos tenido que cerrar porque aquí a este hotel
llamado Travelorge no vamos a volver hasta el último día, después de haberle
dado la vuelta a la Isla.
Hotel Travelorge
Una larga cola nos espera
en el desayuno, vamos tomando en el bufett libre, lo que diariamente no somos
capaces de comer por las mañanas cuando estamos en casa pero, ¿quién se resiste ante tanta variedad
de alimentos con su buena presencia y colorido?
La mañana se ha levantado con gran limpieza, el cielo con
un azul celeste, pincelado con el adorno de unas plumas blancas nos dan los
buenos días, mientras un suave fresquito nos va acariciando, se siente el rodar
de las maletas que con la galbana propia de la madrugada se arrastran con
cierta pereza.
Larson, como fiel
controlador del grupo, cuya responsabilidad cuelga sobre sus espaldas, después
de un saludo mañanero va comprobando la situación de los pasajeros con alguna
nota de humor. (Estimado lector por si te has enrolado en este segundo día en el viaje, Larson es nuestro guía)
Alguien falta, y la
salida se demora, son momentos para tomarlos con buen humor, a cualquiera se le
pueden pegar las sábanas y no por eso nos tenemos que molestar.
El cielo clareaba con un azul celeste y unas
briznas de nubes blancas a modo de peines atusaban adornando el firmamento, mientras débiles rayos de
sol penetraban tímidamente por el parabrisas transformado la cabellera y barba
de Larson en un cúmulo de cabellos color castaño.
El cielo clareaba con un azul celeste....
Las carcajadas se dejan sentir mientas Larson
va cantando en voz alta el estado de la lista, para comprobar quienes son los
que aún no han puestos los pies en el estribo del bús.
-Encarnación y Ricardo, ¿estáis?,
María Encarnación con Ricardo, ¿estáis? Miguel y Asunción... José Medina,
estás…., aquí estoy a tu lado para que no se me escape nada.
Un poco de gracejo filtrado
mientras se pasa lista, hace que la tensión se relaje y las carcajadas se
conviertan en unos acompañantes sin asiento, que van a inundar la estancia.
Solucionado el problema,
estando los cuarenta y seis de abordo en sus respectivos asientos rumbo a
Connemara, nos empezamos a abrigar con las informaciones que surgen nítidamente
por los altavoces, nos dirigimos en primer lugar para visitar la Abadía de
Kylemore, un lugar precioso y poco después nos iremos a almorzar a unos diez
minutos de allí, la tarde la pasaremos por Galway, donde conoceremos la bahía,
la Catedral, el castillo de Lynch, y sus curiosas callejuelas, finalmente el
traslado al hotel en la zona de Galway, alojamiento, cena y descanso.
El panorama que se nos
presenta hoy nos llega el “tufillo”, que
va a ser bastante aleccionador.
Mientras Larson habla,
nuestra visual contempla el panorama a
la velocidad marcada por el cuanta
kilómetros del que nos transporta, son
imágenes que se suceden vertiginosamente, se van deslizando como la película que ligeramente va pasando
por delante, en una pantalla de cristal, diminutos coches de juguete, circulan
alrededor de una rotonda donde los amarillos se mezclan con los verdes formando
un enorme círculo, en la lejanía árboles durmiendo el letargo del invierno, con
la descarada desnudez que le imprime la estación invernal.
El jefe, llamémosle así, nos presenta un pequeño problema, para otros un gravísimo dilema, parece que la relación que han mandado
desde Madrid, no es correcta la distribución de las habitaciones y si el
“diablo” no lo remedia, que por eso es diablo, van a ser ocupadas por parejas
que a lo mejor no se han vista en la vida.
Las risotadas y el
alborozo va animando el estatus ambiental que influye para ir creando un estado
de amistad que por momentos se va incrementando.
Se suceden las casas
enlazadas con sus monteras oscuras a modo de sombreros, que le imprimen cierto
carácter de seriedad, alternándose con
edificios industriales, gasolineras, enormes extensiones cuajadas de coches
como si hubiesen caído del cielo, campos verdes, mientras aparece la figura de nuestro querido Paulino, parece
existe cierta dificultad al tenerle que asignar habitación. Todo esto va
sirviendo de caldo de cultivo para que los lazos de camaradería vayan
creciendo.
Larsón se convierte en un
“Juan y Medio” intentando convencer a
los que van individualmente para que formen pareja, pero con poco éxito
al respecto.
El verde del campo se
entremezcla con los ocres, que hablan de la falta de agua en un lugar donde la
constante diaria es la lluvia perenne. Al
fondo, tocando el horizonte puntitos blancos mezclándose con rojos, celestes, y
el bullicio interminable de toda clase de vehículos, convierten el panorama en
una realidad vital de un paisaje que se manifiesta vivo al amanecer.
El caminar a estas horas
se hace a un ritmo lento, parece como si los cinco millones de habitantes
hubiesen cogido esta mañana sus coches, para salir a la carretera.
Irlanda es una isla
aparentemente grande, pero si la pudiéramos recortar de un atlas y la
colocáramos sobre Estados Unidos, Australia o Canadá veríamos que se nos
pierde.
Las palabras de Larsón se
van perdiendo, son léxicos que se difuminan mientras mi mente en esa caminar
lento de esta mañana, va entrando en un sopor de sueño perdido, me voy
encontrando en el primer momento de la vida con dos carreteras, dos caminos a elegir en esa carrera que
comenzó hace años, la carrera de la existencia.
Había que elegir, uno me
pareció largo se perdía en la espesura,
estrecho y sin asfaltar, en los bordes crecían zarzales, grandes nopales
con espinas, difícil de transitar, el otro amplio, pero de corta extensión,
asfaltado, y con verdes praderas, las márgenes con floridos vergeles, estuve un
rato de pie pensando cual debía de tomar.
Caminé largo rato por el
dificultoso, dudé si debía haber regresado sobre mis pasos, pero al final
resistí, he luchado, he combatido, he salvado dificultades y ahora me alegro de
haber triunfado, fuerte y contento ahora viajo por el camino abierto solo me
espera otro, el de la eternidad.
Irlanda y Gran Bretaña
siempre han vivido unidas unas veces para bien y otras no tanto. Larson va hacer un detenido recorrido de la Historia de Irlanda partiendo de la Edad de
Piedra, cuando llegan los primeros
pobladores, dejándonos esos legados, los monumentos megalíticos, las
tumbas redondas que salen por todos sitios en Irlanda .
Monumentos megalíticos
Pasarían por la Edad del
bronce, metal que se encuentran en las minas del Sur e incluso exportaban, refinamiento en
la construcción de útiles, como vasos, llega la música con instrumentos de metal,
y sobre todo nace la joyería, que les
hace ser conocidos por toda Europa.
Joyería
Setecientos años antes de
Cristo aparecen los Celtas, procedentes de la Europa Continental, llegaron muy
bien armados, conforme se extendieron por el país crearon sus centros de poder
con un sistema bien estructurado, había unos doscientos reyes desperdigados por
toda la isla, permanecieron hasta que llegaron los galos procedentes de Francia, trajeron como lengua el gaélico, construyeron carreteras y después llegaron los romanos con el Emperador
Agrícola intentaron quedarse, pero el clima fue su mayor enemigo y desistieron, un país lleno de bárbaros e incluso hubo quien dijo que a los
irlandeses les gustaba comerse a sus parientes muertos.
San Patricio trae el
cristianismo a Irlanda, aparecen los druidas grandes hechiceros en los que
confiaban los reyes, éste es el panorama que se encuentra Patricio cuando llega
aquí.
Lersón, (no sé la
licenciatura que tiene) lo que sí pude observar es que tiene una habilidad
suficiente como para captar la atención de los oyentes, claro, los que
permanecían despiertos porque algunos habían tomado ya las de "Villa Diego" y
dormían recuperando el sueño perdido.
Mi querido lector, para que no
te vayas a quedar dormido, te dejo unos cuantos vídeos más en este caminar
lento y pausado del autobús y podrás seguir escuchado las explicaciones de
Larson y el paisaje con el que íbamos tomando nuestro segundo desayuno
paisajístico.
Esta mañana había una
competencia entre los vehículos que por la otra vía caminaban a gran velocidad,
con la consiguiente envidia de los que marchábamos por la contraria.
Nuestro guía, todo
tranquilo y parsimonioso, sigue con su relato sobre la invasión de los Vikingos
y después la de los normandos.
Cortinas de vehículos
peinaban la calzada bajo la luz del cielo que había aparecido con un celeste,
que se iba transformando en un blanquesino aborregado que caía del cielo.
Un cielo transformado en un blanquesino aborregado
La carretera pronto se le
quitó el nudo que durante un largo rato se le había echado en la garganta, ante
la imposibilidad de poder caminar ante el atasco lento que durante un buen rato
nos había retrasado en el horario previsto, ahora Atarás con su pie apretando
el acelerador hace que nos desplacemos a gran velocidad tragando carretera como
el hambriento que ha estado varios días sin introducir en su cuerpo alimento
alguno.
Casitas como centinelas
esparcidas por el campo, protegidas por otros guardianas firmes como verdaderos
soldados al borde de la carretera, campos verdes, y un cielo azul intenso navegando
sobre él, veleros blancos que corren al par nuestro.
Larson informa que
obligatoriamente y según lo prescrito por las normas de tráfico hay que hacer
una paradita, el conductor tiene que descansar, el vehículo también y nuestros
cuerpos piden respirar aire del campo y evacuar el líquido que llevamos
dentro del cuerpo, así es que un área de servicio nos da la bienvenida.
Caras sonrientes,
acompañadas de pasos acelerados se precipitan, para encontrar pronto el refugio
apropiado que les aliviará los cuerpos.
El área de servicio está
muy bien equipada, no solo se puede consolar el estómago con un café, sino que
hay toda clase de viandas que llevarse a la boca y e incluso souvenir, así como una buena
decoración con enormes fotografías de paisajes de Irlanda.
Pequeños corrillos
cambian impresiones y refuerzan los lazos de amistad, hay quien aprovecha para
comunicarse con sus más allegados en España
.
Larson nos comunica que
el restaurante nos espera a las dos de la tarde y aunque pasaremos por Gaway, donde al final tendremos que venir a pasar la noche, una vez
cumplimentado nuestro epigastrio, iremos a la Abadía y el resto se irá
desarrollado según el tiempo lo permita.
Estamos cruzando la isla
de Este a Oeste. (Foto Irlanda)
Seguimos en dirección a
Connemara, región que se caracteriza por
las turberas, carbón vegetal en descomposición, lo extraen lo dejan secar al sol y sirve como fuente de
energía, se utilizaba como elemento de calefacción. Nos encontraremos lagos,
montañas, esta región está considerada como la reserva espiritual de Irlanda,
se conserva la cultura gaélica y es uno de los sitios preferidos por los
irlandeses.
Turberas
Es un territorio de belleza
salvaje, las tierras son pobres y las condiciones de vida han sido muy duras,
la costa está plagada de arrecifes y de pequeños islotes, ha existido mucho
pillaje con el naufragio de los barcos, que compensaban los pocos ingresos de
la pesca, abundan los pantanos que aportan turba muy utilizada por los
habitantes de este región y lagos que llegan hasta el mar, existe la cadena
montañosa de los doce picos, en general nos vamos a encontrar con un paisaje
solitario, agreste, pero con una belleza que no se deja domesticar fácilmente, con
un romanticismo que no se ve en otras partes de Irlanda.
Comenzamos a entrar por
las carreteritas estrechas con badenes continuamente, a veces el autobús se
clavará de cabeza y nos pondrá los “loliolos” en la boca y los ovarios a otras en la
garganta, la montaña rusa de la feria será el juguete más divertido comparado
con esta otra que nos vamos a encontrar por aquí, si a esto le unimos las
ovejas que incesantemente nos vamos a encontrar por las carreteritas, no
tienen inconveniente en asentarse plácidamente en medio de ellas, doble
complicación.
Estamos advertidos, así
que nadie se asuste ante cualquier circunstancia que se nos presente, y tú mi
querido lector tranquilo solo que agárrate bien al brazo de tu butaca por si en
en uno de estos baches te pudieras caer del asiento.
Es el lugar donde mejor
se conserva la cultura y el idioma gaélico por lo que durante los veranos se
suele desplazar gentes para ahondar y empaparse de la cultura y la lengua
gaélica que está protegida por el Estado. El gaélico fue hablado por cuatro
millones de irlandeses, fue decayendo cuando la burguesía católica empezó a
utilizar el inglés porque lo consideraban como idioma más elegante, incluso fue
prohibido oficialmente de tal manera que los niños eran castigados si
utilizaban la lengua materna en la escuela, quedó simplemente para los
campesino que después sufrirían la trágica hambruna.
Escritura gaélica
Van pasando escenas y secuencias de árboles desnudos, de casitas que miran desoladas a los transeúntes que
pasan.
Un cielo intensamente azul que es casi una
novedad en estos lugares , donde la niebla y la lluvia continua son el lenguaje
diario que atmosféricamente por aquí se habla.
Hay silencio en el
habitáculo, pero un silencio impuesto por lo que nuestros ojos van descubriendo,
cómo nuestro autobús va rozando los postes de la luz que hay al margen de la
carretera, o cómo viene disparado a gran velocidad el camión maderero que tiene
reforzados los espejos retrovisores, y como el rey de la carretera se va llevan
por delante todos los autobuses que osan
quitarle terreno.
Las ovejitas muy
pintureras con sus manchas de rojo, azul o verde, deambulan tranquilas por las
extensas praderas proclamando, unas que han sido vacunadas, otras que han sido
montadas, y alguna tan sumamente montada que hasta el hocico lo tiene
ampliamente lleno de rojo.
Rápidamente Larsón para evitar
que alguien inocentemente le pregunte a
qué se debe esto, se cura en salud diciendo, que no vaya nadie a preguntarme el
por qué.
El día es sumamente
espléndido, un Sol que se derrama a raudales, el cielo con un azul semejante al
que nos tiene acostumbrado Andalucía, se sale de los cauces normales en
estas tierras, donde la niebla, las nubes y la lluvia es la tónica normal.
Las mismas casitas
desperdigadas por el campo relucen con más intensidad y en sus rostros se puede
contemplar el fulgor resplandeciente de sus tejados y fachadas.
También dentro de los que
marchamos caminando sobre ruedas, desbordamos a raudales sangre de juventud
contenida, porque los años que portamos no es plasma de cuerpos vencidos y
oscuros, sino plenos de Sol que desean refrescarse con la visión y el disfrute
permanente de un viaje donde el astro luce en abundancia. Un alto resplandor
la llanura ilumina, los árboles comienzan a vestirse, los colores van asomando
sus cabecitas, plagando de flores los campos y hasta se han vestido de verde intenso
para salir de fiesta. ¡Huele a pañales de primavera!
Carretera, estrecha de
balanceo continuo, apenas si cabe el autobús, el ánimo encogido por si en
cualquier momento en una de las curvas apareciese un “tiburón”, de esos que
marchan velozmente por la familiaridad que tienen sus yantas sobre el asfalto,
y nos pueda dar un abrazo cariñosos.
- Lector, no te inmutes pero contempla el
vídeo.
Camiones que pasan a escasos centímetros
Había que descansar y
reponer un poco de fuerzas para poder continuar hacía la Abadía de Kilemore.
El almuerzo dio crédito a
la información que habíamos recibido, como elemento básico, tanto en la
sopa como en los platos siguientes de
carne y verdura, toda lozana y majestuosa allí estaría la patata, la rubia cerveza sería una buena vaselina para pasar este
condumio.
El local muy acogedor en
un ambiente donde la madera es la protagonista, por lo acogedora que es, en una
región en la que el jefe absoluto es el frío y la lluvia.
El restaurante donde almorzamos
Nos dirigimos a la Abadía
de Kilemore, curvas, estreches y sobresaltos, son los elementos básicos que nos
van a seguir acompañando, edulcorados por las informaciones de nuestro guía,
nos van a ir dando un avance detallado de lo que vamos a contemplar.
La tarde se había vuelto un poco resultona y el frío y el
airesillo que cortaba el cutis, hacía que nos abrigáramos caminando hacia el
lugar de la entrada, no había amenaza de lluvia pero el cielo se había vestido
de oscuro con algunas pinceladas de azul, las nubes habían echado a patadas al
sol que a duras penas, de vez en cuando, encontraba resquicios para asomarse.
Larson fue repartiendo
las entradas, el camino se iba acortando contemplando el panorama y haciendo
alguna parada para seguir tomando contacto e irnos conociendo y al mismo tiempo poder realizar algunas fotografías.
Tal como se había programado
el autobús nos trasladó al jardín misterioso, pasando por un bosque de árboles
centenarios cuyos troncos, cargados de años dejaban sobre su piel la señal de
las arrugas, que el paso de los años originan sobre cualquier ser viviente.
Enormes gigantes con sus
brazos extendidos con ansias de devorar a los que osaran lo más mínimo contra
ellos, cogiéndonos como diminutas hormiguitas para elevarnos a las alturas y
allí devorarnos mientras nuestras figuras, enanitos del bosque, admirábamos la
grandeza con ojos contemplativos, y nos
permitíamos llevarnos tanta corpulencia en nuestros diminutos iphone.
El jardín equiparándose a
la corpulencia de los “gigantes”, que hacían guardia en nuestro recorrido no
podía ser menos, grandes discos impregnados de verde, geométricamente bien
diseñados, permanecía estáticos, con sus
ombligos pintados de diversos colores, apretados por cinturones oscuros rodeándolos.
No son los jardines
recoletos y románticos de los cármenes albaicineros o de la Alhambra, ni de
Versalles, están confeccionados para que por las noches los gigantescos árboles,
cuando nadie los pueda ver, dejen sus aposentos y emprendan sus paseos por los
anchos caminos que los bordean buscando a sus amantes para deleitarse en
arrumacos amorosos.
Otro bosque deshilachado
de pequeños infantes se encuentra cerca apiñados con su enorme aro, para recreo
y divertimento en las horas que el tiempo se lo permita.
El jardín es una mezcolanza entre huerto y
jardín, hay grandes parterres, donde se cultiva hortalizas y otros que hacen de
pequeños viveros.
Algunos arbustos se encuentran
entre mezclados, para que todo no sea plano, posiblemente podrían ser las
perchas donde la floresta cuelgue sus ilusiones.
El regreso en busca de
nuevo del autobús, que podría ser el príncipe encantado de este bosque
misterioso, hay que irse impregnando del musgo donde los gigantes de la espesura depositan sus enormes pies.
Las ovejitas que pastan sin abrir la boca
por los alrededores.
Acercarse a oler el perfume que desprende
el pequeño pino que es una nimiedad ante tanta grandeza descomunal.
.
Después de este
recorrido, cada cual a su aire, y todos respirando el oxígeno del bosque
desnudo, y del jardín que comienza a florecer, nos dedicamos, unos a echarle un
vistazo a la caseta de madera para ver las fotos que hacen referencia a lo que
acabamos de disfrutar, mientas otros plácidamente esperan sentados.
Los comentarios surgen
sobre lo observado mientras nos transportan entre barrotes donde poderse asir,
y los lazos de amistad se van lentamente reafirmando.
Algunos prefieren volver
andando.
Hay que realizar la
segunda parte, la visita a la Abadía, la tarde nos sigue acompañando con una luz ámbar
que arrastraba nuestra sombras, un enorme cartel nos indica que la temporada de
visita a la Abadía está cerrada. ¡Desilusión!
Había que dirigir
nuestros pasos hacia la pequeña catedral y al lugar donde reposan los restos de
Margaret la esposa del que construyó la Abadía Mitchell Henry, el camino cómodo, el escenario
inigualable, entre un bosque espeso donde sigue la tónica de árboles
gigantescos, con el rizado de las aguas de un lago, acariciado por el airesillo
vespertino son sonrisas que nos
acompañan a nuestra derecha.
Hagamos un breve repaso a
la historia de la Abadía, antes de llegar a la pequeña catedral y el enterramiento mausoleo de Margaret.
La Abadía de
Kylemore, es un
convento de monjas benedictinas fundado en 1920 sobre la
base del castillo de Kylemore, en Connemara, condado de Galway, república
de Irlanda. El nombre de Kylemore es originario de las palabras irlandesas Coill
Mór, gran madera.
La Abadía de Kylemore (originalmente,
Castillo de Kylemore o Kylemore Castle), fue construida entre 1863 y 1868 como
hogar privado para la familia de Mitchell Henry, político y empresario
de Mánchester, Inglaterra, que fue también parlamentario por el
condado de Galway entre 1871 y 1885.
Mitchell Henry
Después
de la muerte de su esposa Margaret en 1875, Mitchell no permaneció mucho
tiempo en el castillo. Ambos están enterrados en un pequeño mausoleo cerca de
la iglesia en la abadía.
Tras cambiar de manos en
dos ocasiones más, el castillo se transformó finalmente en abadía cuando las
monjas benedictinas huyeron de Ypres, Bélgica durante la Primera
Guerra Mundial.
Las características
arquitectónicas más importantes de la abadía son la iglesia neogótica (construida
entre 1877 y 1881), una reproducción en miniatura de la catedral de Norwich,
hecha de mármol verde local de Connemara, y el jardín Victoriano
amurallado.
La abadía albergaba un
internado de mujeres internacional que fue cerrado en el 2010. Las visitas
turísticas se limitan a los jardines, unas pocas salas de la abadía, la iglesia
neogótica y el mausoleo familiar, además de las áreas destinadas a
los turistas, como el restaurante o la tienda de recuerdos.
Continuamos nuestro
paseo, deleitándonos en los árboles cuyas ramas sedientas se inclinan a beber
el agua del lago, en alguna cascada, o en los que decapitados permanecen en
suelo.
Los que llegan algo cansados del caminar por el sendero que serpentea por medio
del bosque, no quieren perderse la foto.
El interior de la pequeña
catedral es acogedor, muy luminoso, con grandes cristaleras, estilo neogótico
con nerviaciones que se entrecruzan en la techumbre, bellas vidrieras y bellas señoras contemplado lo que allí se
encierra.
Al margen, un pequeño
cementerio donde yacen los restos de personajes ligados a la Abadía.
Había que deshacer el
camino.
Mientras, el crepúsculo del atardecer se introducía por el
entramado del ramaje, dejando destellos luminosos sobre el sendero, los pasos
acelerados de los caminantes los íbamos hollando, en tanto las aguas onduladas de
la gran charca nos dejaban un adiós que se consumía en un silencio que
adormecía.
La Abadía ha comenzado a
acicalarse en su toilet, son las últimas horas en las que el sol a escondidas
entre las nubes quiere dejar sus últimos vestigios para que las torres del
cenobio cartujano se vaya desmelenando, quitándose el maquillaje que el sol le
ha dejado durante el día, y ponerse el camisón que las oscuridades de la noche
le van colocando.
Nosotros nos vamos, pero nos queremos llevar todo el encanto que a estas horas
se respira.
Prestos a coger el autobús después de haber
disfrutado de una tarde en plena Naturaleza, solo nos ha faltado la princesa
encantada y el príncipe, que hubieran terminado con el final del cuento vivido
por estos lugares.
Caminamos en dirección a
Galway, donde nos espera nuestro nuevo hotel la cena y el alojamiento.
Galway, es una ciudad que tiene pocos atractivos monumentales,
como suele ocurrir en todas las irlandesas, resulta un tanto caótica, la verdad
es que tiene una gran animación, sobre todo en invierno por la ocupación de los
estudiantes que constituyen una quinta parte de la población y en verano por la
cantidad de gente que viene a aprender inglés muchos de ellos españoles, así
como muchos turistas que acuden a disfrutar de los encantos de la ciudad.
Galway
La historia de esta
población está basada en los normandos y en sus relaciones comerciales con
España y Portugal, los españoles traían vino y se llevaban arenques, en este trasiego
de comercio hubo también intercambio corporal, mestizaje que dio lugar a la belleza de las mujeres que
aquí moran, ojos azules y pelo negro.
La belleza de las irlandesas
La historia de Galway
inmensa en una serie de diversas gentes que en el transcurso de los siglos la
fueron invadiendo, llegó a su máxima decadencia cuando en el siglo XIX apareció
la célebre hambruna.
Pueblo orgulloso que se
llegó a comparar con Roma, hasta que llegó Oliverio Cronwel y sus
soldados. Tras la derrota estas familias
que tenían el poder se tuvieron que marchar y esto supuso un duro golpe para el
comercio principal actividad de Galway.
Oliver Cronwel
Hay un anillo llamado de
Claddadh que según la posición que ocupa y la mano que lo porta indica el
estado civil de quien lo lleva.
En Galway vamos a ver el
Castillo Lynch, residencia del siglo XVIII que perteneció a la familia más
antigua de la ciudad que tuvo a su primer alcalde, hoy día pertenece a una entidad
bancaria, veremos la calle de las tiendas, el puerto el lugar donde atracaban
los barcos españoles y la catedral.
Una escultura de chapas de
hierro, Eyre Square, a modo de discos fraccionados con mirada hacia el cielo será
el punto de concentración desde donde nos dispersaremos para recorrer las
calles de Galway, lugar de concentración para regresar al hotel.
La noche ya había hecho
presa en la ciudad, comenzamos a caminar por una ciudad cuyas calles desprendían sonidos de callejeros
tocando instrumentos, guitarras, grupos con violín, guitarra eléctrica, caja de
resonancia,
e incluso pasos de baile sobre
una plataforma circular, donde el sudor que chorreaba sobre el cuerpo de un
joven, que con gran habilidad interpretaba individualmente una especie de baile
de claqué irlandés, animaron a una de mis
compañeras a ponerse a su lado y a acompañarle con una buena sintonía.
Las luminarias de los
comercios imprimían una policromía de colores diferentes a la diversidad de
comercios y restaurantes resaltando la variedad de tonalidades de las distintas
fachadas, convirtiendo la calle en un festival de tonalidades con
pigmentaciones diferentes.
Algunos escaparates exhibían los productos típicos de la región, lana, licores
productos derivados de las ovejas.
La literatura ocupaba su
lugar con el grupo escultórico en bronce, Oscar Wilde junto a su hermano
invitaban a posar en grupo o con cierto desenfado, con un personaje
literario conocido mundialmente.
Había que cumplir con el
horario, y prestos a ello pronto nos
encontrábamos al pie del autobús, para dirigirnos al hotel que nos esperaba con ganas de llegar, cenar, y poder descansar puesto que el día había sido
bastante ajetreado, y nos esperaba un tercer día con una buena levantada.
En el recorrido hacia el
hotel, Larson nos contaría una anécdota curiosa que les ocurrió a dos amigos,
querido lector sino estás cansado te dejo el vídeo para que te distraigas un
poco.
Las instrucciones para el
día siguiente van saliendo a la palestra, siete desayuno, ocho salida para los
Acantilados de Moher, llegamos esta noche al hotel, dejamos las maletas, nos
lavabos las manos y a cenar.
En perfecto orden vamos
recogiendo las llaves de las habitaciones y por esos largos pasillos en los que
después te vuelves loco para encontrar tu habitación, tirando de la maleta nos
vamos retirando para volver rápidamente al comedor.
Querido lector si me
quieres acompañar a cenar te presento los platos, ahora si te gustan o no, te
pido por favor que no me preguntes de qué se trata porque ni yo mismo lo sé.
Entre el calor de las conversaciones,
recordando todo el ajetreo del día, cansados, pero satisfechos, vamos dando fin
a esta segunda jornada para retirarnos a descansar, hasta el próximo que ya casi
lo tenemos encima.
Aquella noche vagaron por
mi mente infinidad de escenas, verdes praderas, abadías convertidas en
castillos, gigantes monstruosos convertidos en árboles cuyas ramas me cogían y
me apretaban con delicadeza, casas y más casas, que pasaban vertiginosamente,
fachadas de edificios transformadas en
una ruleta que giraba como si fuera un abanico de colores, sentía el dulce aliento
del cielo soplando sobre mi cuerpo, creí sentir otra brisa que corría con suave
rapidez que me traían sucesivos días de satisfacciones, días de dulce ocio y
esparcimiento, mientras caía por un abismo en un profundo sueño.
José
Medina Villalba.
Amigo Pepe:Como siempre, he podido comprobar que tus visitas a otros lugares alejados de nuestra tierra,no se limitan a un paseo visual,sino que adjuntas tanto detalles de costumbres de sus habitantes, parte meteorológico, historia del país, monumentos arquitectónicos, detalles físicos del territorio, costas, lagos y montañas religión que se practica etc. etc.
ResponderEliminarCon estos completos reportajes, estas perjudicando a las agencias de viajes, porque para que voy a ir Irlanda,si en cuanto termine tu visita,la voy a conocer a fondo y de paso me ahorro,con tanto madrugar, pasar frío e ir con el corazón encogido por las carreteras,puedo terminar linchado como el dueño del castillo del mismo nombre, es broma te felicito a ti ya todos los acompañantes,por conocer nuevos lugares de esta bendita tierra, que nos han enseñado, que es el centro del universo,aunque acabo de ver en la televisión que la fotografía que han conseguido hacer por vez primera, de un agujero negro, está situado a una distancia de cincuenta millones de años luz de nuestro planeta, así es que de momento te tienes que limitar a lo que hay.
En tiempo de los romanos esa isla se llamaba Hibernia, me parece un nombre bastante ajustado a su clima; la relación histórica de Irlanda con España viene de lejos, no solo por las creencias, sino que allí naufragaron algunos barcos de la armada invencible,hasta en el siglo veinte, ha habido un primer ministro y presidente de origen español llamado Éamon de Valera, que falleció en 1975.
Amigo Pepe: Me he confundido de botón y he cortado antes de tiempo,sin darme tiempo a despedirme ni agradecerte y felicitarte por tu detallista trabajo. Esperaremos para ver que nos trae el tercer día de visita, aquí estamos a veintisiete grados de temperatura y sereno. Un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Cuadros.
ResponderEliminarAntonio Parrilla Muñoz.
ResponderEliminarQuerido amigo, se te echaba de menos. Gracias por tu invitación a recorrer tan enigmático país …, Irlanda.
José Medina Villalba.
ResponderEliminarGracias, amigo Antonio, por tu comentario, poco a poco irán saliendo los restantes días. Un abrazo.
ResponderEliminarAlfonso Checa Pozo.
Excelente, y muy bien trabajada la descripción de ese segundo día.No digamos, el reportaje fotográfico y de vídeos .Podría servir para escribir un LIBRO de todo el viaje
José Medina Villalba.
ResponderEliminarGracias Alfonso. Un abrazo
Beatriz Valdivia.
ResponderEliminarBuenas noches Don José,ha sido un placer acompañarte, en este segundo día de viaje, gracias por tenerme,el
asiento reservado,maravillosos tus
comentarios y descripciones de todo
lo vivido, sería muy bonito verlo al
natural los grandes árboles,casas
Jardines,etc. Me encantan tener
un amigo como,usted Don José Medina
Buen descanso y feliz Semana Santa
Un fuerte abrazo
Para mi siempre es un placer, saber que eres, querida amiga Beatriz, una ferviente seguidora de mis escritos. Siempre tengo asientos reservados para mis amigos que se dignan acompañarme en mis viajes, y por supuesto como preferente siempre el tuyo. Muy agradecido por tu comentario que siempre es un complemento importante para mis textos. Con tu permiso lo copio y lo paso a los comentarios del blog. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarRosario Mochón Ruiz.
ResponderEliminarHola José.
Que disfruten mucho.
Es otra de mis pasiones, poder visitar Irlanda.
Espero conseguirlo.
Con sus estupendos relatos y vídeos voy a tener un buen aperitivo.
Muchas gracias.
Saludos.
Encarna Segovia Fernandez.
ResponderEliminarHola José Medina Villalba,el segundo día de vuestro viaje por Irlanda, ha sido muy interesante tanto como el primero ,a medida que vamos conociendo cada uno de vuestros momentos del día me parecen interesante,que gracia lo del cambio de habitaciones,todo parece interesante y un país bonito, me alegro que el segundo día también lo pasarías bien otro objetivo cumplido,,seguiré viendo los próximos días,un placer viajar a través de vosotros estando en casa,gracias por compartir viaje con nosotros,un fuerte abrazo hasta el próximo día.
Angeles Ruiz Rodriguz.
ResponderEliminarEstás muy guapo con la gorra... pero ya se, ¡¡¡como se habrán disgustado los sombreros al ver una intrusa en sus dominios...!!! Un abrazo...
Angeles Ruiz Rodriguz. He leído el 2º día del viaje.. muy gracioso y un poco arriesgado por las carreteras... pero los paisajes y los vídeos geniales... Me he reído con lo compartir habitación... Una aventura inolvidable... Un abrazo..
ResponderEliminarAmparo Mora Montes. Querido amigo, como siempre tu espléndido reportaje nos permite recordar, que es volver a vivir, el segundo día en Irlanda. Son tantos comentarios, descripciones, explicaciones sobre la historia de Irlanda y sus pobladores, tanta minuciosidad, fotos, vídeos, hasta el menú de las comidas ... que mi memoria no podría retener con el paso del tiempo.
ResponderEliminarEl día fue magnifico. Gracias por tu trabajo, nos permite evitar el olvido y nos enriquece. Un abrazo