Las seis de la mañana, los sueños del Palacio
Real y el delicioso vals vivido durante el sueño de la noche dieron paso a un nuevo día, era el dos de julio y las
perspectivas que se presentaban hacían presagiar una magnífica jornada. Por el
enorme ventanal del camarote se asomaba un cielo que me hablaba con un lenguaje
de luz mezclado con pinceladas de nubes, eran los últimos rastros de la
tormenta de la noche anterior, que aún no habían abandonado la escena, pero al
mismo tiempo dibujaban en la inmensa paleta del cielo abundancia de luz y
color.
Era un álabe donde se mezclaban los blancos, como
pequeñas gotitas caídas arbitrariamente queriendo sacar el cuello entre los
grises, oscuros, y negros, huellas de horas pasadas y los primeros anuncios de
un amanecer, con pigmentaciones rosadas para darle un tono de alegría al nuevo día, que comenzaba a
despojarse de las sábanas de la noche para tirarse de la cama y comenzar andar en una nueva jornada.
Dos de julio, amanece un nuevo día
La campana dorada del crucero, voz que deja su
sonido cuando se desliza por las tranquilas aguas para saludar a los ribereños al pasar brillaba con intensidad, mientras las banderas subidas en las
astas, cuellos enormes de jirafas enclaustradas, acariciadas por una suave
brisa saludaban a los edificios gigantescos que en lontananza tocaban con sus
testas el firmamento.
El asta de la bandera cuello de jirafa enclaustrada
Posando mis desnudos pies en la moqueta de la
estancia, después de dejar que mi cuerpo hiciera los estiramientos propios para colocar a un lado la modorra en la que había esta embuído durante el sueño, mi
mirada le echó un repaso al programa del día y la curiosidad se me despertó al
ver una página del journal del crucero, con el título del ENTRETENEDOR.
En la primera página pude leer lo siguiente:
EL MEJOR BARCO DEL MUNDO YA TIENE PROPIETARIA. (13 de marzo de 2019).
Esmeralda de 28 años de edad, procedió a botar
el buque más elegante que navega por las aguas de Strauss. Su adinerado padre,
Cuarzo Ortiz, decidió regalarle este barco a la joven y nombrarlo en su honor
“Royal Emerald”.
El Crucero "Royal Esmerald"
Estoy muy feliz y agradecida a mi papi. Ya
solo necesito a un soltero que, seguro, estará encantado de conocerme y navegar
en el río más romántico del mundo.
El periódico nos sigue narrando como la
familia Ortiz encuentra prometido para Esmeralda y, la primera cita de Ambrosio,
éste era el nombre del futuro esposo. Finalmente
como el Royal Esmeralda abre sus puertas para nosotros, los que estamos
asistiendo a este viaje de ensueño por el Danubio, somos los primeros invitados
a la boda.
Los primeros invitados, nosotros, los que viajamos por el Danubio
-¿Habrá boda?
-¿Será real, lo que anuncia, el periódico del
crucero, EL ENTRETENEDOR?
Estimado lector, todo se irá descubriendo a su
debido tiempo porque, como vimos en el segundo día, hay por medio una
embarazada, que podrá crear un grave problema a la hora de la ceremonia.
Un paseo por cubierta a las siete de la mañana cuando las butacas reposan tranquilamente, el cielo intenta dejar al
descubierto ese azul especial con el que se suele vestir, solo se escucha
levemente el ruido de los motores, el órgano respiratorio y vital del barco, el
graznido de alguna gaviota que quería posarse para descansar y que huye
despavorida, el ladrido de un perro cuya dueña lo ha sacado a dar un paseo.
El leve movimiento de las aguas taladradas por la quilla del yate gigante
que va abriéndose paso, elevados centinelas los numerosos ojos en sus
fachadas, vigilantes continuos de nuestros movimientos, y un Sol que quiere
abrirse paso entre unas nubes que no le dan paso, porque tienen envidia de que
su luminosidad les arrebate el encanto del momento.
Un Sol que quiere abrirse paso....
Mientras camino por la cubierta voy observando
los primeros movimientos de algunos miembros del pasaje que realizan las iniciales faenas de limpieza y cuidados para que todo esté en perfectas
condiciones, el cielo con sus nubes volando como águilas gigantes, o como
enormes toldos que nos van a proteger de la furia calenturienta del Sol,
contemplándolas me animo a realizar un ejercicio a ver qué tal tengo mi lengua.
“El cielo está encarañublado quien lo desencarañublará, el desencarañublador
que lo desencarañuble buen desencarañublador será”.
El comedor está preparado para el desayuno, el
buffet está estratégicamente colocado en forma de una alargada elipse, de tal manera
que no se va a presentar ningún problema para elegir aquello que te apetezca,
incluso hay personal detrás de la barra que amablemente atenderá cualquier
petición.
Todo está perfectamente colocado favoreciendo, al dar una vuelta de inspección poder ver lo que prefieres elegir.
Sobre unas bateas
agrupados se encuentran las que no hace mucho estuvieron, como bellos pendiente
de mujer colgados de los cuellos de la arboleda, las miro entusiasmado, me sonríen con la fuerza de sus vivos y
frescos colores, todas coquetean para darte placer. El
plátano con su vestido amarillo, vivo color, se presta sigiloso a darse para que
te deleites comiendo su carne.
Todas las viandas están perfectamente colocadas
En esa alta torre, coquetean también con la
fuerza de sus pigmentaciones, las manzanas, peras, melocotones, y algo
escondido algún albaricoque, tímido él, no quiere protagonismo por eso se oculta
con disimulo previo.
Bañándose en rico almíbar encontramos al
melocotón troceado, remojándose tranquilamente junto a la compota de mandarina
y después de una disputa, las ciruelas con su piel fresca han optado por
escoger un lugar apropiado.
Si seguimos girando alrededor de la rueda
podemos encontrar de todo, frutos secos,
mermelada de todas clases, hasta miel de abeja que si te descuidas al tomarla y
alguna gota en tu cuerpo cae, ya tienes tarea para quitártela de la piel, pan de todas
clases, y no digamos todo tipo de alimentos.
Los altavoces suenan con bastante frecuencia, transmitiendo comunicados, son clarines que lanzan al viento mensajes de
lo que se va a realizar para información de todos los usuarios.
Pantalla televisiva sobre la ruta a seguir y la climatología del día.
La mañana dedicada a visitar Viena, y tiempo
libre por la tarde, con una cierta mejoría del tiempo que nos va a acompañar, veinte y seis grados de temperatura.
Una vez colocados en el autobús, nuestra jefa
de expedición, informa sobre la
operación de avanzar dos asientos más adelante, ya que los guías los dejan
vacantes, este sería el inicio de lo que ya
hemos comentado para que algún intrépido pasajero montara en disconformidad,
porque por lo visto eso de avanzar para él es una gran molestia.
Una sonora exclamación invadió el ámbito del
que realiza su camino sobre ruedas, cuando la guía oficial del autobús nos
presenta a Franchesca, que va a ser la cicerone que nos acompañará todo el día,
en la visita a Viena.
Una serie de hola, hola hola, hola… llevó a
que alguien continuara con aquella canción de Mari Sol, de la película: “Ha
llegado un ángel”.
-"Hola, hola, hola, no vengas sola, ven con mi amor"…, fueron los causante de la canción, originados
por problemas del micro que impedía ser escuchado en todo el bus.
Por fin solucionado el problema, Franchesca fue comentando mientras nuestras miradas buscaban incesantemente todo lo que
nos iba mostrando a derecha e izquierda, unas veces coincidiendo con el sitio
que se ocupaba y otras imaginándolo por ir en el lugar contrario.
-¿Han visto ustedes el Danubio de color azul?
-Nooooooo, fue la contestación que al unísono
sonó.
-Claro que no, porque el Danubio es verde, lo
que ocurrió es que Johann Strauss hijo, cuando compuso esta música se había
bebido unas copitas de más, y de ahí surgió ese color azul que se le contagia a los
enamorados.
El río Danubio ha sufrido en el transcurso del
tiempo a su paso por la ciudad de Viena varias regulaciones para evitar las
inundaciones.
En primavera Viena se viste de terracitas y flores.
Las mesas, sillas y sillones se adueñan de plazas, callejuelas y avenidas,
miles de plantas florecen dando lugar a una intensa visión multicolor que
alegra los sentidos, los árboles que recorren toda la ciudad están más verdes
que nunca y la gente se manifiesta en la calle para realizar cualquier actividad.
Salen a caminar, a hacer ciclismo, a patinar, a leer un libro, a tomar
algo en las mencionadas terracitas, a pasear perros, gatos y niños y, sobre
todo, a disfrutar de una ciudad que vive sus días de máximo esplendor.
Múltiples lugares de Viena conceden a oriundos
y a quienes organicen sus viajes a esta zona, la posibilidad de
disfrutar la época de calor y, ahora, desde hace tan sólo unas semanas, un
lugar más se añade a la larga lista: el Canal del Danubio.
El Canal, es una de las tres
ramas en las que queda dividido el Danubio a su paso por Viena. Se trata
de la arteria fluvial más cercana al centro y es, precisamente, aquella que
bordea las proximidades del casco antiguo vienés.
El Canal del Danubio
En verano las orillas del Canal se alegran con terrazas, bares y
espacios dedicados a los más típicos deportes de playa, donde vieneses y
visitantes se sienten casi tan al borde del mar como si de verdad lo
estuvieran. Y es que resulta difícil que tal despliegue de tumbonas, refrescos,
arena y agua en forma de piscinas, no pueda competir con las poblaciones
costeras de la misma Costa del Sol.
Pasamos por delante de la primera Parroquia de
la ciudad, la llamada Iglesia del
jubileo que tuvo que celebrar el cincuentenario del reinado del emperador Francisco José, dedicada a San Francisco de
Asís, ese año mataron a su esposa la emperatriz Elisabeth, por lo que el luto
impidió ese año 1898 la celebración.
Franchesca, nos hablaría del salario mínimo
interprofesional, de los alquileres y de la gran cantidad de ayudas sociales, contemplaríamos la Cede de las
Naciones Unidas, esta ciudad de Viena que sufrió a finales del siglo XIX
grandes cambios estructurales está considerada como una ciudad roja.
Las Colinas de los bosques de Viena un lugar
sagrado donde no se puede construir, ni talar árboles, tenemos viñedos, se
cultiva el vino blanco, el canal artificial llamado Nuevo Danubio, la famosa Torre
del Danubio, con dos restaurante giratorio en la parte superior de 1960 con
varios niveles donde se pueden admirad bellas panorámicas, toda la ciudad de Viena.
En este parque se celebró en
1964 una Feria Internacional de
Botánica, pasaríamos por donde se encuentran los balnearios con campos para
realizar diversos deportes, los ramos naturales del Danubio, que no son
navegables se quedaron ahí cuando se construyó el Nuevo Danubio, Viena
tiene muchas áreas verdes, con números parques.
Franchesca comenzó a echarle piropos a Viena
diciendo tenemos, tenemos, tenemos…., y no había quien la parara: tenemos
verde, más de mil kilómetros de transporte público, tenemos una gran oferta
cultural, musical, una ciudad bastante segura, pequeña pero internacional, muchas
infraestructuras, edificios curvos de diferentes alturas, un territorio
neutros de ocho mil metros cuadros donde se encuentra la Sede de la ONU,
Edificio correspondiente a la Sede de la ONU
la Agencia de la Energía nuclear. La ONU
organiza más de mil conferencia al año, que traen a Viena una cantidad
enorme de euros.
El
Prater es un popular espacio de recreo en el que se sitúa el parque de
atracciones más antiguo del mundo.
El Prater de Viena había sido utilizado
durante siglos como coto imperial de caza hasta que, en 1766, fue abierto al
público. En 1895 se inauguró allí un parque de atracciones del que se conservan
en perfecto estado muchas de las atracciones, envueltas en un aire antiguo
y con encanto que domina todo el lugar.
El Prater deViena
La Noria Gigante
Desde su inauguración en 1897, la Noria
Gigante de Viena es uno de los emblemas de la ciudad. Se trata de una obra
monumental, de 60 metros de altura, que se inauguró durante la celebración del
50 aniversario de la coronación de Francisco José I.
A lo largo de su historia, la noria ha logrado
sobrevivir a las grandes catástrofes naturales y conflictos bélicos. Fue
testigo de la I Guerra Mundial, durante la cual tuvo que dejar de funcionar
durante dos años.
Fue durante los últimos días de la II Guerra
Mundial, en 1945, cuando los bombardeos y el fuego destruyeron gran parte
de la noria. Aunque fue reconstruida en tiempo récord, sólo pudieron ser
colocadas 15 de las 30 cabinas que tenía en sus inicios.
Las cabinas que no pudieron ser colgadas,
están situadas debajo de la noria a modo de exposición, a
través de ella se puede viajar por diferentes épocas del pasado de la
capital: el Imperio Romano, la Edad Media, las guerras contra los turcos, la
Exposición Mundial de Viena o las catástrofes ocurridas durante las guerras
mundiales.
Hizo alusión al pintor Kundenvaster, que fue primero
en decorar un contenedor, cuyo contenido fue utilizado en producir energía.
Kundenvaster
Pasaríamos por delante del monumento dedicado
al almirante Tegetthof.
Monumento dedicado a Tegetthoff
Freiherr Wilhelm von Tegetthoff fue un almirante austriaco, quien ganó fama por
sus tácticas de combate naval y su liderazgo dentro de las fuerzas armadas
del Imperio austriaco.
Almirante Tegettthoff
El Emperador Francisco José anexionó pueblos
cercanos a la ciudad, que estaba perdiendo demografía, vinieron mucha gente a
trabajar en construcciones que se estaban haciendo para la Corte, para la
democracia, ofreciéndole a la clase trabajadora unas mejores condiciones de
vida.
Vamos camino de los Jardines de Belvedere
El príncipe Eugenio de Saboya, vencedor de los
turcos en 1697, inició la construcción del conjunto del Belvedere como
residencia de verano en 1700, sobre un terreno adquirido al sur de las murallas
de Viena. La realización de los jardines fue dirigida por Dominique Girard,
alumno de Le Notre, recibiendo la ayuda de Anton Zinner.
Jardines de Belvedere
Entrada a los jardines de Belvedere
El terreno de forma rectangular y ligeramente
inclinado fue dividido en terrazas, disponiendo dos palacetes en la parte
superior e inferior, que por esa razón se denominaron Belvedere Superior y
Belvedere Inferior.
Su
autor fue el arquitecto J. Lucas von Hildebrandt, que se había formado en Roma
junto a Carlo Fontana. En un principio se decidió construir únicamente el
Belvedere Inferior como un pequeño palacio familiar, formado por un cuerpo
central sobresaliente y dos alas laterales.
Con
posterioridad el príncipe emprendió la construcción del Belvedere Superior en
lo alto de la colina con la intención de dedicarlo a fiestas y recepciones.
Ambos palacios son situados respectivamente de manera simétrica y están unidos
por un jardín de estilo francés ordenado en tres terrazas.
Un eje
central axial une las fachadas de los dos palacios y pasa por el centro de los
jardines, disponiéndose en el centro de las escalinatas que salvan las terrazas
dos cascadas. Las dos terrazas superiores poseen parterres de césped con
fuentes ubicadas en el centro, mientras que la terraza inferior está ocupada
por bosquetes.
Delante del Belvedere Inferior hay dos fuentes
con figuras de náyades, a las que se atribuía en la Antigüedad una función
vivificante. En el eje de los bosquetes se han colocado cuatro esculturas, que
representan a musas.
La
Cascada Inferior está formada por un muro de piedra adornado con pilastras con
las figuras de dos tritones y dos nereidas en el centro.
El agua
brota de la boca de cinco máscaras, mientras que el muro está coronado con
jarrones. La Cascada Superior está formada por una gran masa de agua,
que se precipita sobre cinco escalones curvados y esculturas ubicadas en la
parte superior.
De forma paralela al eje central se crean dos
ejes laterales, que unen los pabellones laterales de los dos palacios. Estos
dos ejes secundarios están también adornados con esculturas, que representan a
la vida rural y simbolizan a las cuatro estaciones bajo la forma de los meses
del año.
En el
lado norte del Belvedere Superior hay varias esculturas de esfinges, mientras
que en el lado sur hay un pequeño jardín formado por un estanque elíptico
rodeado por cuatro parterres de césped.
Delante del palacio hay dos esfinges y dos
caballos refrenados por sendos palafreneros, que se inspiran en los realizados
por Coysevox para el palacio de Marly. En un lado de este jardín se halla el
acceso principal del conjunto, formado por tres puertas de hierro forjado
rematadas por coronas y sujetas a muros de obra almohadillados, adornados con
jarrones, puttis y dos escudos sostenidos por leones heráldicos.
Entrada al Beldevere
Aquella mañana, como otras muchas horas del
día, se quedarían para siempre imborrables en la mente de los que por aquellos
lares estuvimos.
El cuerpo se siente relajado, el espíritu se
engrandece y de este maridaje surgen las voces que le dan rienda suelta a la
canción: "Adiós con el corazón, que con el alma no puedo...."
Aquel
inmenso espacio donde el jardín es el protagonista loado en plegarias, gargantillas de perlas de nácar, para rendir pleitesía al dios que se yergue todo
elegante con majestuosidad al fondo,
bajo un cielo rasgado por las blancas alas de nubes que vuelan, donde la brisa
suave es la novia que acaricia a su amado el césped, la lluvia de los aspersores cae como pequeños
collares, gotas finas para refrescar en unas horas calurosas aquel lugar de
ensoñación.
La estrecha y larga cenefa tendida en el suelo
entre amarillo y rojos, era la cara sonriente de nuestro país, nuestra bandera, las rosas las
mejillas, sus pétalos bocas que nos sonreían, y los ojos ardientes que nos
miraban el rojo intenso con el que estaba tapizada.
Aquella floresta era la novia con una blancura
resplandeciente, las ramas de la arboleda los arrullos de los enamorados
movidas por el viento, en un lenguaje que solo los amantes entienden, las sombras la cabellera ensortijada de la
desposada, el agua de las fuentes con sus estatuas y cascadas el líquido
elemento que calma la sed de los que se aman en el nido del amor, todo juega
al ritmo que le marca la brisa cuando con sus manos toca la marcha nupcial y
las ramas de la arboleda son las danzarinas que se balancean con sus trajes verdes.
Aquel paraíso había que dejarlo para continuar
buscando nuevas sorpresas, en una Viena que si en la velada anterior tuvo sus
encantos, ahora se había puesto el traje de gala que tenía guardado en el
armario de la intimidad, donde se teje con la luminosidad de un Sol
resplandeciente, el celeste de un cielo con encajes blancos, y con brillantes y
perlas que dejan la sinfonía de las aves que por allí anidan.
Marchando de nuevo sobre nuestro habitáculo, reposados en nuestros
respectivos asientos, dejando nuestra mente todavía impregnada de los
acontecimientos vividos momentos antes, escuchábamos la monotonía de la voz de
Franchezca que parecía más bien, salida de un lugar donde la tenían apresada y
apenas si podía emerger, con un ritmo rutinario sin salir de una escala
cromática donde solo había un color, el aburrimiento, que invitaba más bien a
dormir y soñar con lo vivido anteriormente.
Las fachadas de las casas nobiliarias con sus
estructuras barrocas vestidas de romanticismo, donde las cariátides guardianes
de las entradas cubren con sus cuerpos escultóricos, para cumplir su papel
embelleciendo las portadas frontispicios de embajadas.
Instituto
Cervantes, teatros, bancos, cámaras de comercio, esculturas ecuestres,
oficinas, dejarían recrear mi vista, mientras Franchesca seguiría
comentando la estatua dedicada a los héroes del Ejército Rojo, para finalizar
en un paseo por el casco histórico de la ciudad en la Catedral de San Esteban.
El Monumento a los Héroes del Ejército
Rojo está situado en la ciudad de Viena. Se trata de una columnata
semi-circular realizada a partir de mármol blanco que encierra parcialmente una
figura de doce metros de un soldado del Ejército Rojo que se inauguró
en 1945. El Monumento a los Héroes del Ejército Rojo en Viena fue
construido para conmemorar los 17.000 soldados soviéticos caídos en la Batalla
de Viena de la Segunda Guerra Mundial.
Monumento a los Héroes del Ejército Rojo
Cerca del final de la Segunda Guerra Mundial,
las fuerzas soviéticas del tercer Frente Ucraniano recibieron órdenes de José
Stalin para capturar Viena, tanto para fines militares estratégicos como
para su uso como moneda de cambio después de la guerra, con los aliados.
Después de intensos combates urbanos, Viena finalmente cayó firmemente en manos
de los soviéticos el 14 de abril de 1945.
Seguiríamos nuestro paseo caminando en
dirección a la Catedral de San Estaban, comentando cada cual con el compañero
que llevaba al lado, en mi caso, dilucidando sobre la falta de iluminación que se había
observado en algunos lugares en la noche pasada, mientras los grandes
monumentos derrochaban luminosidad a raudales.
Nuestra guía seguía dando datos de los
comercios, famosos cafés y figuras escultóricas,
Monasterio de los Agustinos
que nos íbamos encontrando al paso mientras lo
móviles iban devorando y almacenando todo lo que encontraban al paso.
Una música especial distinta a cualquiera de
la que se puede escuchar en un concierto, era el acompañamiento que
llevábamos durante nuestra trayectoria, era el “cocleo” rítmico que imponían
sobre el asfalto los caballos aderezados, que continuamente pasaban
tirando de carrozas ocupadas por visitantes de la ciudad.
Llegamos a la biblioteca de Palacio.
La Biblioteca Nacional Austriaca es una
de las bibliotecas históricas más bonitas del mundo. El emperador Carlos VI
encargó la construcción de esta joya arquitectónica del barroco en el siglo
XVIII, para utilizarla como biblioteca de la corte.
La Biblioteca Nacional Austriaca
La sala principal de la Biblioteca Nacional
Austriaca es la Sala Imperial, una estancia imponente con una longitud de más
de 70 metros.
Allí, en un ambiente idílico, rodeados de
estatuas de mármol, pinturas y frescos en el techo, se encuentran las
estanterías de madera de castaño en las que se conservan más de 200.000
libros impresos entre los años 1500 y 1850.
Entre tantos libros, se encuentra la colección
de 15.000 volúmenes del Príncipe Eugenio de Saboya, además de
diversos libros procedentes de bibliotecas monásticas que fueron
cerradas durante las reformas religiosas de José II.
La Biblioteca Nacional Austriaca tiene más de
ocho millones de libros y otros objetos que se exponen además de en la
biblioteca, en el Museo del Papiro y el Museo del Globo Terráqueo,
colecciones que la convierten en una de las bibliotecas más importantes del
mundo.
Biblioteca Nacional Austriaca
La Biblioteca Nacional Austriaca es, más
que una biblioteca, un elegante museo decorado con gusto. Está situada en el
centro de la ciudad y no es necesario demasiado tiempo para la visita, razones
añadidas para no dejar pasar la oportunidad de conocer una de las bibliotecas
más bonitas del mundo, lástima que el tiempo apremia y nosotros no lo pudimos
hacer, solamente la contemplación del exterior.
Continuaríamos caminando, saboreando el arte
en plena calle, con esculturas y edificios.
Seguirían pasando, ante nuestra estupefacta
contemplación elementos muertos, los edificios y esculturas, viva historia
hecha realidad, que hablan con el lenguaje del silencio pero con la realidad
del tiempo pasado, junto al movimiento y el bullir de una ciudad viva,
real, con consistencia propia, plagada de turistas y de nativos que son la
sangre que corre por las arterias de sus avenidas dándole vitalidad.
Hay una mezcolanza especial entre el ajetreo
de los viandantes, la voz de la guía con sus explicaciones, el ritmo acompasado
de los cascos de los caballos, y la parte que no se ve, que no es otra sino la
inquietud interna de los espíritus que no dejan de admirar todo lo que íbamos contemplando.
Mezclaríamos los deleites en la observación de lo que veíamos, edificios, plazas, como la de la Emperatriz María Teresa o la
de los Héroes, con el sabroso degustar de los dulces de la pastelería, Cafetería de la Corte, la Pastelería Imperial, se remonta su nacimiento al año
1786.
Pastelería Imperial
Grandes y modernos comercios de marcas
internacionales con todo lujo se asoman a la calle para atraer a los consumidores.
Marchando por Der Graben nos encontraríamos
con la famosa columna barroca, titulada “La Columna de la Peste”.
La Pestsäule, es una columna monumental dedicada a
la Santísima Trinidad que se localiza en Graben, una calle
de Innere Stadt en Viena. Levantada después de la gran
peste de Viena de 1679, el monumento barroco es uno de los más
conocidos del patrimonio arquitectónico de la ciudad austríaca.
En 1679, Viena sufrió una de las últimas
grandes epidemias de peste. Huyendo la ciudad, el emperador Leopoldo
I juró levantar una columna votiva si la epidemia acababa. Ese mismo año,
una columna de madera provisional fue hecha por Johann Frühwirth, mostrando
la Santísima Trinidad sobre una columna de
capitel corintio junto con nueve ángeles en representación de los
nueve coros de ángeles.
En 1683, Matthias Rauchmiller fue comisionado
para convertirlo en un monumento de mármol pero a su muerte en 1686 sólo había
dejado unas cuantas figuras de ángeles. Siguieron varios diseños nuevos,
destacando Johann Bernhar Fischer von Erlach que diseñó las
esculturas en la base de la columna. Finalmente, el proyecto fue asignado a
Paul Strudel, que lo enfocó basándose en el trabajo del ingeniero de teatro
Lodovico Burnacini.
Bajo la figura de la Trinidad, Burnacini ideó
una nube piramidal con esculturas de ángel y con el emperador Leopoldo rezando
arrodillado. Entre otros, los escultores Tobias Kracker y Johann Bendel
trabajaron en la columna. La columna fue inaugurada en 1693.
A pesar de la larga duración de la
construcción, las frecuentes enmiendas al diseño y el gran número de escultores
involucrado, el monumento parece bastante homogéneo. Durante el diseño, pasó de
ser una columna conmemorativa a una escena barroca que narraba la
historia de forma teatral. El monumento muestra así la transición al barroco en
el arte vienés y fue una fuerte influencia en el desarrollo del barroco en la
región.
Ya se vislumbra en lontananza las flechas
puntiagudas de las torres de la Catedral de San Esteban, el objetivo que va dar
el cierre a esta mañana a nuestro paseo por la Ciudad de Viena.
Siempre hay algo nuevo, a pesar de haber visto
tantas y tantas catedrales, algo que te deja ver al desligarte de todo lo
apreciado anteriormente, para sacarlo de las entrañas del ostracismo, de lo
oculto, del aislamiento para que te llame poderosamente la atención, la
filigrana y el encaje perfecto, de una fachada, de unas torres donde no cabe
más acoplamiento de puntillas, de calados de blondas, del bordado más perfecto
que parece que no hubo humanos que lo pudieran realizar sino los ángeles
bajados del cielo, en las noches de luna llena para poder realizar tan maravillosa
randa de calado perfecto en esta Catedral de San Esteban.
Todos tenemos una Catedral dentro de nosotros,
la Catedral del Alma, una Catedral grandiosa, o no tanto, según la hayamos construido durante toda nuestra existencia,
con enormes puertas para abrirlas y dejar entrar toda la belleza que contiene el exterior: la luz del día, la
oscuridad de la noche.
El sonido de la Naturaleza, que
nos habla continuamente y que hay que estar despierto para saber escucharlo, el
canto del gallo en un amanecer caminando por un estrecho sendero en el campo,
el eco en aquel abismo donde un día te perdiste y pronunciaste su nombre, el de
tu amada, ¡¡¡Te quierooooooooooo!!!
¡¡¡Te quierooooooooooo!!!
La dulce brisa que acaricia
nuestro rostro paseando por el parque, el perfume de una rosa que te embriaga
al acercarla a tu olfato, el color rojo intenso de las amapolas en los trigales
en la primavera.
La humedad fresca del
chorro de aquella fuente perdida en la sierra, que generosamente chorrea por tu
semblante, cuando sudoroso y agotado te acercas para calmar tu sed…
El beso limpio y delicado de los que se sienten prendados de amor.
Todo esto y mucho más, aparentemente nimiedades si no las percibes, son los encajes de la fachada de la Catedral de Nuestra Alma.
Nuestra Catedral del Alma se sostiene con las
gigantescas columnas de entregarse a los demás.
-¡Échate tus pesares acuestas y apóyate en mi
hombro, caminaremos juntos y compartiremos nuestros fracasos y alegrías. Nuestra Catedral del Alma tiene bellas y hermosas vidrieras de colores inimaginables,
los colores de la satisfacción diaria del deber cumplido.
-Coge tu mochila y apóyate en mi hombro y
caminaremos juntos.
La Catedral del Alma es lo más grandioso que
tenemos si hemos sabido construirla con el mejor de los cementos, EL AMOR.
La Catedral de San Esteban es la
iglesia principal de la archidiócesis de Viena y la sede de
su arzobispo. Está situada en la plaza de San Esteban, en pleno
centro de la capital austríaca. La obra fue iniciada por Rodolfo IV de
Austria y se levanta sobre las ruinas de dos iglesias anteriores, siendo
la primera de ellas una parroquia consagrada en 1147. El edificio
experimentó también varias reformas y ampliaciones a lo largo de su historia,
siguiendo distintos estilos artísticos. Es el símbolo religioso más importante
de Viena y ha sido testigo de multitud de eventos de la historia de Austria.
En el exterior del edificio se pueden observar
el tejado, las dos torres campanario —la Sur y la Norte— y los
pórticos de entrada al templo: el de los Cantores, el de las Torres, el del
Obispo y el Gigante. La campana Pummerín es una versión reconstruida de la primitiva,
que fue dañada por un incendio.
El interior de la catedral consta de tres
naves y numerosos altares; cada uno de ellos alberga una variada cantidad de
objetos y obras de arte que fueron recibiendo mediante donaciones de diferentes
personalidades. Como en todo templo, antiguamente se realizaban enterramientos bajo
sus suelos, por lo que el lugar conserva los sepulcros de varios nobles
del país.
Algún extraño personaje vestido a la usanza se
desplazaba por la plaza, mientras las campanas de la catedral con su lenguaje
de bronce nos hablaban, mezclándose con el murmullo de la gente, dándonos la
despedida.
Plenos de la riqueza artística que durante
toda la mañana habíamos percibido había que compartirla con los compañeros de
caminar por templos y avenidas, praderas y parques.
Mientras el doctor nos da una explicación, en
la trayectoria del camino que nos conduce al autobús, de cómo se hace el
montaje de un adoquinado callejero.
Mi mente deambulando
por otros oteros, por otros adoquinados de montes y bosques recordando algún
fragmento de la bella poesía de San Juan de la Cruz.
¡Oh bosques y espesuras, plantadas por la mano
del Amado!
¡Oh prado de verdura, de flores esmaltado,
decid si por vosotros ha pasado!
Y oyó…
Mil gracias derramando,
pasó por estos sotos con presura,
y yéndolos mirando,
con solo su figura
vestidos los dejo de hermosura.
Durante la trayectoria de regreso al crucero
nuestra guía nos iría dando información de las ocupaciones de la tarde,
recordando la noria, y algunas de las escenas de la película “El tercer hombre”
que se rodó aquí, y su lento movimiento; de la gastronomía en manos de la gran
cocinera del barco, del monumento a los Héroes del Ejército Rojo.
Cafetería Frater
La Cafetería Frater, donde iba la Emperatriz
Elisabeth, la famosa Sisi, de la que a nuestra guía le gusta más la vida
secreta, es más sugestiva e intrigada y de sus andanzas, del personajillo que
estaba hecho y sus aventuras, que no tienen nada que ver tal como nos la
presentan en las películas que sobre ella se han hecho.
La Iglesia de San Francisco que parece un
castillo de los cuentos de Disney, por su estructura y colorido.
Y cómo no, tratándose de comprar y de recuerdos la Calle María
Auxiliadora, donde están la mayoría de los comercios, las mejores cremas, y
recuerdos para llevar.
Calle María Auxiliadora, la calle de los comercios
Después de una mañana placentera, cargados de
numerosas e interesantes escenas que nos han engrandecido al contemplar la
imagen de una gran señora, Viena, desde que se levanta con sus gentes, sus carruajes,
tiendas, monumentos…, y algo cansados de
tanto caminar, llegamos a nuestra vivienda errante y nómada por las aguas de
esmeralda, para tomar el alimento del cuerpo porque lo que matinalmente hemos
ingerido ha sido alimento del espíritu, que se sostiene sobre el armazón del
cuerpo y también necesita su sustento.
-Que aproveche
Había que descansar un rato, en lugar de
continuar por la tarde dando un nuevo paseo por Viena, para disfrutar en la
cubierta de los atardeceres por el Danubio, no todos las puestas de Sol son
iguales, ni todas suscitan en el alma poesía, unas veces quedándose en lo más
profundo del alma, y otras dándole rienda suelta a la pluma convertida en
teclas del ordenador.
Cuando el Sol se va acercando al horizonte,
cuna rectilínea que le espera para que entre en el sueño profundo de la noche,
cubriéndose con las sabanas de la nocturnidad, nos deja el rastro de su
brillantez convertida en una extensa gama de colores, paleta de
rojos, amarillos, violetas, rosas, naranjas, pinceladas que construyen
vidrieras en el cielo, hechas con las manos de las nubes, los mejores pintores
del cielo.
Caía la noche azul sobre un río azul de
enamorados, esta tarde desde la barandilla del crucero he visto la gran fiesta
del poniente, entre el día que se va y la noche que comienza a aparecer, fuegos
artificiales sin explosiones, solo las emociones secretas del que los contempla
que irrumpían en exaltaciones en el interior de mi pecho.
Tu áurea luminosa se aferra al firmamento
para permanecer más tiempo, todo va languideciendo como la llama de la vela que lentamente se va consumiendo, como
el aliento del que agoniza se va esfumando en el lecho de muerte, dejas sin
vida a los altos edificios que brillaban durante el día con fulgor inusitado,
cuyas sombras se sumerge en las aguas para dormir en su lecho, allí también
fenecen los árboles de la ribera y hasta parece que la misma quilla del barco
se estremece.
......, allí fenecen los árboles de la ribera
Tu ovulo grandioso se esconde y deja un
resplandor que acaricia las suaves olas con un rojo anaranjado, un rayo hacia
la embarcación, en un mensaje de despedida pasajera.
Las aguas se remueven al sentir las caricias
que le proporcionas levantando pequeñas olas, satisfacciones de partida.
Los cabellos del puente, fuertes hilos de
metal también resplandecen,
a todo le sigues dando vida de colores aún
en tu propia muerte, ruge el viento, las olas de espuma blanca que le van
abriendo paso a la quilla, la frente de tu cuerpo, son alas que impulsan al
navegante, huyen, huyen, precipitadamente porque no quieren cubrirse con el
color que les envías para no adormecerse, su misión es seguir navegando.
La gente en tertulia permanece ajena a la
belleza del momento, otros en cambio meditan, reflexionan, y piensan como se
marcha el día tan silenciosamente, con tanta belleza.
La grandiosidad de un puente con sus tirantas,
fuertes hilos de acero que lo sujetan, son los nervios que lo fortalecen
mientras nos empequeñecemos al pasar por entre sus entrañas, canoas,
deportistas practicando esquí, todos
caminan velozmente para asistir al entierro de un sol mortecino que desaparece,
mientras tanto los edificios vestidos de oro se sumergen en las tranquilas
aguas para soñar lo que durante el día no han podido realizar.
Dejamos un puente y otros nos esperan colmados
de fuerza, mientras entre la verde maleza de la ribera, cabecitas luminosas desde
lejos nos otean.
Un enorme gigante vestido de blanco, con sus
brazos agitándolos al viento, marcando el ritmo del compás de un baile flamenco, taconeando con un sonido
de silencio se ha introducido en el agua, mientras la tarde se va adormeciendo.
Brillante Sol que hacia el Ocaso marchas,
cubriendo tu frente con las sonrosadas nubes, guarda ya esos fulgores, porque
lo que a mí me entusiasma es el brillo de tu mortecina mirada, a la que puedo
dirigir mi ojeada sin temor de ninguna clase. Tú, que durante el día el orgullo no te ha dejado, ahora sumiso a mí, me recreo cuando te marchas.
Dejamos la cubierta, después de haber arropado
en la cuna del horizonte al que nos da calor durante el día, y nos preparamos
para la cena, grandes sorpresas nos esperaban en una noche donde flotan en el
aire las aventuras de dos enamorados, con sus trajes de gala hacen las
delicias de los que con ellos estamos compartiendo los deleites de un viaje
plagado de emociones y de sorpresas, que salen de la chistera del magnífico prestidigitador,
que no es otro, sino la fantasía de la noche en un crucero de ensueño.
Aquí los tenemos, vestidos de gala, los dos
que engalanan el crucero continuamente
con sus requiebros amorosos, con
sus trajes de fiesta para una larga
velada.
La Dulcinea del crucero se siente feliz con su
traje de luces, vestido a la usanza de
una bella y encantadora marquesa, la marquesa del crucero del Danubio, del
Danubio Esmeralda, luciendo la esmeralda que le ha regalado su amor, príncipe
escultórico donde los haya, locamente enamorado con su traje de luces como un
gran marqués.
Nuestros personajes, como un aperitivo más, haciendo gala de sus formas de actuar
recreaban la cena que era servida con elegancia, una comida espléndida que te
invito a que participes en ella, porque después vendría la gran sorpresa de la
noche.
-¡¡¡¡Vamos cuéntela rápido, y no me tenga en
ascuas, que me quemo!!!
- Terminada la cena, de pronto se fue la luz,
solo quedaron unas pequeñas luminarias que enmascaraban el salón, una luces
brillaban con destellos de chispas que salían de unas velitas que se pomponeaban
sobre una bandeja, acompañada por un séquito de sirvientes que se dirigían
presurosos a la mesa donde dos señoras, habían parado las manecillas de los
relojes de todos los asistentes, para que sonara estruendosamente un
“cumpleaños feliz”, que en este caso eran dos.
Después llegarían las felicitaciones para
estas dos señoras que cumplían un año más, o uno menos según se mire. Desde
aquí mi felicitación más efusiva, para que sigáis cumpliendo muchos más.
Comenzaría, la entrega del premio a la persona
cuyo número de camarote había acertado con el peso del objeto que, al mediodía,
cuando entramos en el crucero, se les ofreció a los que quisieron participar.
Fueron tres los que dieron el mismo peso, con redoble de tambores el peso válido del melón era de 908 gramos.
Los divertimentos seguirían más tarde.
El salón de embajadores, estaba en pleno
apogeo, allí se relajan los cuerpos, se
enriquece el espíritu, se reflexiona sobre los acontecimientos del día, y se
toman aquellos líquidos que a cada uno le placen y apetecen.
Sobre
las butacas y sillones reposaban los cuerpos plenos de satisfacción después de
un día fructífero, mientras tintineaban las velas embutidas en el cilíndrico
cristal, con una luz amarillenta que daba una tonalidad de acogida amistosa,
las notas salidas del piano recreaban los oídos, la conversación tranquila, como el que no espera repuesta alguna porque
ya la da el propio lugar, se esperaba el momento del concurso para poner a prueba
los conocimientos almacenados, muchos de ellos con óxido y herrumbre por el
olvido de los muchos años pasados.
Las notas del piano flotando en el aire, daban motivo para que mis amigos hablaran de sus habilidades sobre el teclado de uno de
esos que tienen dientes de marfil, y cuando depositas los dedos sobre ellos dejan
escapar los sonidos melodiosos que nos recrean.
Nos quedamos con las ganas de escuchar algunas
de las composiciones que sabe interpretar nuestro doctor pediatra, pero el
instrumento no era el adecuado, no obstante ya le escucharemos recitar en
próximos días, algunas de sus poesías magistralmente interpretadas.
El ambiente se iba caldeando, y algunas
parejas salieron a la pista para cimbrear sus cuerpos en ágiles movimientos, al
son que le marcaba la música.
Un rosco como si fuera el salvavidas que
libera a cualquiera de un funesto accidente, se paseaba tranquilamente luciendo
su botonadura, de letras de un concurso televisivo “El pasa palabra”.
-¿Tendremos concurso esta noche?
_¿Qué sorpresa nos deparaba el dicho rosco?
Nuestros animadores se encargaron de explicar
toda la tramoya del concurso, se formaron dos equipos y pronto comenzarían las
preguntas que los azafatos las irían catalogando si se daban como ciertas.
La diversión estaba garantizada, las risas
surgían espontáneamente cada vez que Luciano iba dando las explicaciones correspondientes,
hasta que aquello se puso en marcha.
Pronto habría que cambiar de personajes detrás
del rosco, puesto que así lo dictaba el reglamente previamente explicado, hasta
que llegó al ruedo y no del toreo nuestro hombre, el doctor y gran urólogo, que
dio una lección de maestría de saber torear sin que lo cogiera el toro, contestando a todas las preguntas con una sabiduría fuera de lo normal, aunque
al final tuviera que ceder el puesto.
Mientras tanto, los camareros iban pasando con
diversas degustaciones para que las energías físicas no decayeran y los
aplausos, los vítores y todo ese cúmulo de cosas que le dieron la chispa especial
al concurso, tuvieran su punto especial, finalmente terminaría con un aplauso
cerrado para los vencedores.
Entre candilejas, lucesitas que deambulaban
por acá y acullá, conversaciones que se entremezclaban con la nieblina que daba
cierto calor al lugar, algunos pasos de baile en la pista, risas que surgían y
no se sabía dónde, mientras las aguas sanguinolentas de un inmenso Danubio embellecido
por las luminarias de los edificios contiguos por dónde íbamos pasando, sigilosamente
y con precaución se bañaban en las policromadas aguas, asomándose con envidia entre
los ventanales y cortinajes queriendo participar en el divertimento que aquí en
el interior se desarrollaba, luces que se deslizaban lentamente como fantasma
con velas encendidas, eran otros cruceros que pasaban contiguos al nuestro.
Caminábamos por Dunaj dejábamos atrás los puentes, los somnolientos
edificios durmiendo en el Danubio, un crucero que no descansa, unas aguas que cantan nanas de ensoñación, y un programa en
la mano que nos marcaba la ruta del siguiente día, Budapest nos estaba esperando.
José Medina Villalba
Amparo Mora Montes. Lo he leído entero y me ha parecido muy interesante. Las descripciones son maravillosas y las fotos y vídeos, muy bonitos. Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias Amparo por tu comentario. Un abrazo.
ResponderEliminarCari M Muñoz. Genial la redacción y descripción de los diferentes lugares visitados. Es un placer leerlo. Enhorabuena José Medina Villalba
ResponderEliminarJosé Medina Villalba.
ResponderEliminarMuchas gracias, genial pintora por tu comentario, y espero que sigas viajando por el Danubio en los próximos días. Un abrazo.
Chari C Alonso. Precioso!!!! A disfrutar mucho
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ResponderEliminarJosé Medina Villalba. Muchas gracias, Chari C Alonso, ¿seguirás viajando en el crucero en los próximos días? Un abrazo
Matilde Ruiz Plazas. Gracias por la generosa invitación...!
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ResponderEliminarMatilde Ruiz Plazas. Leo vuestro recorrido José Medina Villalba y cerrando los ojos... Pienso que estoy también allí ...!
Maria Isabel Mora Montes. Descripciones estupendas. Felicidades.
ResponderEliminarMaria Isabel Mora Montes. Me gustó la caricia de la brisa a su novio el césped . Eres una persona soñadora y muy sensible.
ResponderEliminarAntonia Fernandez Pelaez. Hola amigo, leer tus relatos del viaje por el Danubio, es como haberte acompañado. Tan descriptivo y prolifero siempre. Me ha encantado. Un besito.
ResponderEliminarMaria Del Carmen Prades Pérez. "La dulce brisa que acaricia nuestro rostro paseando por el parque, el perfume de una rosa que te embriaga al acercarla a tu olfato, el color rojo intenso de las amapolas en los trigales en la primavera."
ResponderEliminarGracias amigo José Medina Villalba.
He visitado Viena en dos ocasiones y....la tercera con tu bello relato y fotos. Qué preciosidad!!
Amigo Pepe: Cuando D. Quijote se levantó para iniciar un nuevo día, comenzaba el sol ya a esperar para levantarse y la aurora a melindrear su luz, de manera que, deshollinándose el mundo de las sombras, nos íbamos discerniendo unos de otros. El
ResponderEliminarágape que al alcance de la vista y de las manos,se le presentaba, le hicieron recordar las bodas de Camacho,con sus terneros asados, sus liebres ya despellejadas, las gallinas y palominos desplumados, los quesos amontonados como adoquines etc..
Con las fuerzas ya recuperadas, los ánimos templados y la firme voluntad dominando sus decisiones, se lanzó con todo su ejercito de seguidores a conquistar la verde y monumental ciudad, plena de iglesias, bibliotecas, museos,el parque de atracciones,al compás de la música pegadiza de aquella genial película,El tercer Hombre, cuyo argumento es la visita de un escritor a Viena Para investigar la muerte de un amigo Orson Welles. en fin un recorrido cultural,romántico placentero, lleno de belleza para los ojos y alimento para el espíritu en la Catedral de San Esteban,o Stephanos en griego,que murió en el año 34 después de Cristo en Jerusalén, una jornada completa.
Pisándole íbamos la cola al día que,galopando ya para recogerse, se iba escabullendo de los que le habíamos menester para no llegar tarde a la posada, y dando que agradecer a tantos que para sus menesteres tiran de la noche, cunado descogotando un cerro,nos hallamos sobre el lugar,mi compañero en una yegua baya y yo en un caballo morcillo.
Si hubiera de caminar
por el mundo,sacro Apolo,
en aqueste mesón solo
se había de aposentar.
porque aunque en breve lugar,
está con tal perfección
la moral erudición,
que al cabo de la jornada
más parece esta posada
academia que mesón.
Un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Cuadros,acabo de echarle una buena ración de paja y cebada a mi burro Casanova, para que no pierda su ímpetu juvenil.
Don José: Me llamo Rafael y fuí compañero suyo de viaje por Sicilia en el mes de Junio, he comprobado que aún no ha publicado nada de esa excursión y si de otras posteriores a las cuales no he tenido el gusto de acompañarle.
ResponderEliminar¿Existe algún motivo?, ¿No guarda buenos recuerdos de dicho viaje?
Me gustaría que me contestará. Muchas gracias y un abrazo.