ISLAS CANARIAS. TENERIFE
Rugen los motores cual
fieras que busca la libertad, el pájaro mágico se desliza desarrollando todas
sus fuerzas, querer es poder. ¿Quiere y no puede, o puede y no quiere? Son
momentos de tensión el silencio fantasmagórico se desliza por el interior de
todos los que nos hemos convertido en
los intestinos de este águila gigante, el llanto de un bebé parece no querer dejar
lo que acaba de ocupar, no hace mucho, en esta Tierra.
Se escucha la voz del
comandante.
Todo tiembla, hay
un cierto temor a dejar la tierra, a
salir de la cautividad, a dejarse atrás la que le ha tenido atado.
No es fácil alcanzar la
plenitud que da el ser libre como es el aire, las águilas, la nubes, porque
hasta las cosas más bellas se encuentran sujetas a un programa que les marca el
ritmo diario de su caminar, el Sol, la Luna, hasta las olas del mar tienen
marcado el sendero de su navegación.
Aunque dentro del pájaro volador nos sentimos
águilas gozando de libertad, pero es una
libertad encarcelada, incluso el gigante metálico tiene marcada su ruta por una
calzada adoquinada por nubes, viento y cielo.
Un monitor nos irá
marcando los lugares por los que vamos pasando, allá abajo queda el Mare
Nostrum, un Estrecho de Gibraltar que parece una pequeña maqueta, donde nuestra
imaginación juega con los barquitos que la cruzan, toda una costa de África, desde donde parece
ascender el olor del té abrigado con la hierbabuena, y el sonido de los Shikat en la danza del vientre.
Sobrevolamos la Isla de
Lanzarote, una serie de nubecillas a modo de rebaños de vellón blanco la
custodian, y nos parece poder alcanzar el límite de sus costas, un rico cruasán
de jamón y queso, acompañados con una coca cola y una mandarina es un alivio para el cuerpo, lo
mismo que el paisaje lo es del espíritu.
El comandante que
regenta el vuelo, nos anuncia nuestra llegada y el aterrizaje, teniendo en
cuenta todas las precauciones que le corresponden, para que la toma de tierra
sea perfecta. Mientras tanto nuestra águila plateadas sus alas por el Sol que
le deja caer los rayos, va descendiendo en un halago de suaves caricias, dejándose lisonjear por
las algodonosas nubes que lo reciben refrescando su sudoroso cuerpo.
El Teide todo ufano como
único rey, cubierto por una corona de nieve, como monarca soberano que es haciendo guardia perenne, se
enorgullece de su altura acompañado por algún cúmulo vigilante, es el primer
terrícola que nos saluda.
Las alas plateadas por los rayos del Sol
Las alas plateadas por los rayos del Sol
El silencio vuelve de nuevo al grandioso
estómago de nuestro navío volador, ha dejado de hacer la digestión se ha
paralizado y solo se escucha el leve zumbido de los motores a propulsión.
Por mi mente surgen
preguntas en ese silencio en el que el tiempo apenas si cuenta, solo la
inquietud punzante de una inesperada sorpresa.
He volado como ave
prisionera dentro del que tiene marcada su ruta diaria, así creemos diariamente
que nos sentimos libres, cuando la liberación es el mayor de los árboles que
crece para dar cobijo a nuestros desasosiegos e inquietudes, sin ataduras ni
cadenas.
La liberación es el mayor de los árboles
Es la flor que se abre a la aurora para perfumar a los que poseen fe en conseguir lo que en apariencia parece inalcanzable.
La libertad es como un suspiro que relaja y tranquiliza cuando del pecho sale, es el gran suspiro de la vida.
La libertad es el gran suspiro de la vida
Son las alas que vuelan en plenitud, sin que nadie las detenga, pero sin trasgredir las marcha de los demás.
Es el espejo donde se refleja la luz más pura del tiempo, el viento capaz de arrasar la esclavitud, el agua limpia de la lluvia que hace fructificar el terreno baldío y estéril, es como el campo al que no se le pueden poner ni entradas ni salidas.
La liberación es el mayor de los árboles
Es la flor que se abre a la aurora para perfumar a los que poseen fe en conseguir lo que en apariencia parece inalcanzable.
La libertad es como un suspiro que relaja y tranquiliza cuando del pecho sale, es el gran suspiro de la vida.
La libertad es el gran suspiro de la vida
Son las alas que vuelan en plenitud, sin que nadie las detenga, pero sin trasgredir las marcha de los demás.
Es el espejo donde se refleja la luz más pura del tiempo, el viento capaz de arrasar la esclavitud, el agua limpia de la lluvia que hace fructificar el terreno baldío y estéril, es como el campo al que no se le pueden poner ni entradas ni salidas.
Así divagaba mi mente
cuando, el golpe de poner sus garras sobre el suelo nuestra ave voladora, me
sacó de ese oscuro pensamiento en el que me debatía por conseguir aferrarme al
ala, de eso que llamamos libertad.
Las alas de la libertad
Las alas de la libertad
Posarse en la pista de aterrizaje es lo mismo que sentir la sensación de un golpe brusco y seco sobre el cuerpo hecho asfalto, y un intento de frenada para retener al monstruo, que ha cabalgado a sus anchas por el espacio a velocidades endiabladas, hay que sujetarle cogiendo al caballo desbocado por las bridas para que se detenga.
Un aplauso de los pasajeros, y algún bravo dirigido a la cabina de mandos, para exaltar la brillantez con la que hemos tomado tierra, habíamos aterrizado en el aeropuerto de los Rodeos, Tenerife Norte y nos dirigiríamos a nuestro destino en el Puerto de la Cruz.
Un microbús nos llevaría
desde el aeropuerto a nuestro hotel, llamado Hotel Catalonia las Vegas. El guía, Carmelo,
etiquetado por Mundo Senior Plus, nos daba la bienvenida.
Carmelo nos da la bienvenida.
Carmelo nos da la bienvenida.
Durante el trayecto, el representante de Mundo Senior, nos iba informando sobre el lugar en el que nos encontramos, la isla mayor del archipiélago canario, dos mil cincuenta y siete kilómetros cuadrados de extensión.
Sinfonía de violonchelo colocado en medio de Atlántico,vibrantes cuerdas que acompañan en el aire los cantos de los guanches.
Tenerife, el vilonchelo del Atlántico
Lugares reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, ruta de los conquistadores, Valle de la Orotava.
Parque Nacional del Teide, La Ruta del Plátano.
La Ruta del Plátano La de los miradores más significativos, el pueblo de Marca caserío pintoresco, vuelta a la isla con paseo en camello, Isla de la Gomera Desconocida.
Isla de la Gomera
La Laguna, algún espectáculo como La Canaria de los cuatro elementos, fuero, tierra, aire y agua.
La Canaria de los cuatro elementos
Incluso nos dejó caer un poco de propaganda con respecto a un administración de lotería el Gato Negro, y personas que en hotel no darán una información más concreta.
La visión panorámica, a
modo de película pasada a gran velocidad, nos iba dejando el rastro continuado
de una cinta en technicolor, donde se nos irían presentando un escenario con
fondo celeste intenso del cielo,
pigmentado por manchas lanosas blanquesinas bañándose en el azul de un tranquilo mar, mientras las casitas desperdigadas cubriéndose con sombreros anaranjados, jugaban con la vegetación de esta zona norte de Tenerife.
Las casitas con sus sobreros anaranjados
Matorrales, pinos, acebuches,
crestas de gallo, palmeras, cardonales,
Crestas de gallo
sabinas, como un lienzo inmenso donde el pintor ha ido plasmando todo un paisaje, vestido de verdes, amarillos, ocres, violetas, con alguna pincela suelta de un pincel que caprichosamente ha dejado las primeras manchas de color rojo, el fruto de las sabinas, y del tajinaste rojo,
Tajinaste rojo
Sabica
con sus bolitas de árbol de Navidad esparcidas por el campo,
y como no, el representante de la isla el drago centinela vigilante con su copa redondeada brindando a los cuatro vientos por el éxito de nuestra estancia durante estos siete días.
pigmentado por manchas lanosas blanquesinas bañándose en el azul de un tranquilo mar, mientras las casitas desperdigadas cubriéndose con sombreros anaranjados, jugaban con la vegetación de esta zona norte de Tenerife.
Las casitas con sus sobreros anaranjados
Matorrales, pinos, acebuches,
crestas de gallo, palmeras, cardonales,
sabinas, como un lienzo inmenso donde el pintor ha ido plasmando todo un paisaje, vestido de verdes, amarillos, ocres, violetas, con alguna pincela suelta de un pincel que caprichosamente ha dejado las primeras manchas de color rojo, el fruto de las sabinas, y del tajinaste rojo,
Tajinaste rojo
Sabica
con sus bolitas de árbol de Navidad esparcidas por el campo,
y como no, el representante de la isla el drago centinela vigilante con su copa redondeada brindando a los cuatro vientos por el éxito de nuestra estancia durante estos siete días.
El Hotel Catalonia las
Vegas se yergue todo majestuoso sacando su largo perfil de doce pisos, como uno
de los bellos gigantones codeándose entre otros, como jirafa de largo cuello en la Gran Avenida de Colón.
Ubicado en el corazón del Puerto de la Cruz a 15 minutos a pie de Castillo de San Felipe, Catalonia Las
Vegas es un hotel con habitaciones de gran estilo. Este hotel
excelente abrió sus puertas en 1962 y fue renovado en 2004.
Está ubicado solo a 10
minutos a pie del centro del Puerto de la Cruz, cerca del Ayuntamiento del Puerto
de la Cruz. La playa de piedra está a 150 metros del establecimiento.
Castillo de San Felipe
Castillo de San Felipe
Situado cerca de un parque zoológico, restaurantes y bares, este hotel también ofrece una terraza solárium, tumbonas y una piscina en el sitio.
Después de pasar todos
los requisitos correspondientes y adjudicarnos la habitación, un almuerzo frío
nos esperaba en el espacioso comedor.
Momentos de la entrada al hotel
Momentos de la entrada al hotel
La primera impresión al
asomarme a través del balcón de mi habitación, ante mis ojos apareció todo un
Belén anticipado, con un cielo bebiéndose el añil del mar y admirado siempre
por las palmeras del desierto cuando María, José y el Niño tuvieron que huir a
Egipto porque Herodes lo buscaba, algún pastorcillo caminando, algún tenderete
de recuerdos para llevarlos de regalo al recién nacido e incluso un coche para llegar lo más pronto
posible.
Había que salir pronto
de nuestra nueva residencia e integrase como unos pastores más en este enorme
Portal de Belén que es el Puerto de la Cruz.
Ya en los salones de la
recepción se respira aire navideño, un árbol de Navidad ricamente adornado y
las nuevas pastorcillas, junto a este pastor, mirando a ver cuál es la
trayectoria a seguir para recorrer todo este grandioso Portal, que nos deparaba el Puerto de la Cruz.
Preparando el recorrido
Preparando el recorrido
La tarde va cayendo, los
caminos polvorientos de Belén se han convertido en sendas apacibles para
caminar, el cielo ha cambiado su azul por un anaranjado montado a caballo sobre
las nubes, para trasladarse al sereno pozo del atardecer, antesala de la noche.
Nuestro Belén tiene su
ermita donde los pastores rezan sus plegarias, y su campanita dentro del
pequeño rincón de su hornacina, tintinea levemente para armonizar el crepúsculo
vespertino, las plataneras con sus ropajes de amplias capas verdes, calcetines
rojos y blancos en sus pies y extensa cola de cetrino verdemar, están esperando
ofrecer sus frutos, al que todos esperamos que llegue, en esta Nochebuena.
Suena en la lejanía una sinfonía de mar, notas acuíferas envueltas en espumas blancas, merengues de
nata de mar, que cantan villancicos al ritmo de las olas, que palmotean al estrechase
con las oscuras rocas, que un día lanzara al aire el intrépido Teide.
El anaranjado del atardecer cabalgando sobre las nubes
Son muchos los senderos
por donde vienen los que se dirigen al estrado, por la ruta principal donde los
pies de los pastores, formado por los portuenses, guiris y los recién llegados caminan
extasiados.
Alguna escultura de las que se salen de lo normal, también hace acto de presencia porque para
nuestro Belén todo tiene cabida, todo toma cuerpo y se engrandece, las
balconadas de madera con sus balaustradas, absorben la mirada de las pastoras
que caminan viviendo intensamente este espectáculo en el que se han introducido.
Suenan campanas,
campanas que tocan a gloria, voces de bronce que parten de una úvula que
insiste repetidamente con sus toques en las faldas de la esquila que la tiene
en suspensión, nuestras pastoras se recrean en los sonidos que salen del campanario
de la Iglesia, de Nuestra Señora de la Peña de Francia.
Como hospedadores de un
parque que se cubre de rojo y blanco, tapices enormes que alfombran el jardín,
admiramos los pascuelos, adornos inmensos haciendo juegos coloreados, entre
parterres, palmeras, agua que salta en la fuente, luminaria del pino
artificial, volantes de gitana al pie de la arboleda.
Pastoras y pastor, en un Portal de Belén vivo y real como la propia luz del día, han hecho un alto en el camino para observar cómo los rojos, amarillos verdes cercados, enriquecen el lugar, puntillas de una blonda, encaje perfecto de bolillo al pie de las palmeras inclinando sus brazos sobre el lugar.
Pastoras y pastor, en un Portal de Belén vivo y real como la propia luz del día, han hecho un alto en el camino para observar cómo los rojos, amarillos verdes cercados, enriquecen el lugar, puntillas de una blonda, encaje perfecto de bolillo al pie de las palmeras inclinando sus brazos sobre el lugar.
Nuestro Belén viviente,
en el que somos plenos actores, nos proporciona toda clase de frutas, nos
atrae, nos fascina y nos invita a participar del deleite de contemplarlas.
El pavimento resalta la
perfección con la que están encajados los adoquines bajo las luminarias de
estrellas que penden de las fachadas de las callejas que también ocupan su
lugar.
Dentro de este grandioso
belén viviente hay otro de figuritas de silicona y terracota perfectamente
policromadas, y allí los pastores de carne y hueso se embelesan contemplando el
montaje.
Nos llama la atención
una Virgen recién dado a luz a su Divino Hijo, como se coge de la mano de su
esposo que con toda delicadeza sostiene al recién nacido.
Las pastoras y el pastor
de este belén improvisado todos eufóricos, por haber recorrido un portal que no
se esperaban comienzan el regreso hacia su “guarida”, para alimentar lo que
necesita estar bien preparado para los días que nos esperan; no obstante como
va a ser normal, al final de todo paseo diario, siempre un aperitivo antes de la diner que diría un francés,
sería un buen aliciente para ir pasando página a esta primera noche.
-¿Y qué vamos a cenar,
señor escritor?
Pues si te apetece aquí
te dejo algo de lo que nuestros estómagos recibieron esta primera noche.
-¡Pero hombre no sea
usted así!, con comentarlo es suficiente.
Una sopita para calentar
el estómago y después un pupurrí entre carne, pescado y otras lindezas, y de
postre, algo de fruta y helado.
-Bueno, ¿ya os iríais a la cama, después de un primer
día tan ajetreado?
No, ahora vendría el
gran espectáculo de la noche, en la sala de fiestas del hotel, un trío flamenco
que cautivaría la atención de todos los que lo presenciamos.
Finalmente el sueño reparador a todo un día de vivencias, nos proporcionaría la recuperación de energías para emprender una segunda jornada en la Isla de Tenerife, Puerto de la Cruz.
José Medina Villalba
José Medina Villalba
Finalmente el sueño reparador a todo un día de vivencias, nos proporcionaría la recuperación de energías para emprender una segunda jornada en la Isla de Tenerife, Puerto de la Cruz.
José Medina Villalba
José Medina Villalba
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