(Óleo sobre lienzo).
¡Qué miedo me da pensar!
Y mientras se van los ríos
qué miedo me da pensar
que hay un gran río que pasa
pero que nunca se va.
Dios lo ve desde su puente
y lo llama eternidad.
Granada,
ha tenido, tiene y seguirá poseyendo un atractivo especial para cualquiera que
se digne visitarla, no sólo por sus monumentos, paisajes, Naturaleza, habitantes,
Historia…, sino por su luz que impregna todo lo que toca dándole una belleza
especial. Esa luz es la que ha hecho que los artistas, en cualquier faceta, por
supuesto en la pintura, hayan venido a llevarse en sus lienzos la grandiosidad
de esta tierra. Unos se enamoraron de tal manera que establecieron
definitivamente su morada aquí, otros temporalmente, pero volviendo de vez en
cuando.
Podemos
citar, por nombrar algunos a: Apperley, que vivió en la Plaza de S. Nicolás,
Max Moreau, que vivió en el “Carmen de los Geranios” y dejó, cuando murió, todo
su patrimonio al Ayuntamiento de la ciudad; Gabriel Morcillo que vivió en la
Antequeruela, Nicolás Prados Benítez, que vivió en la Carrera del Darro, en un
palacete junto al actual museo arqueológico, los albaicineros Rafael García Bonillo
y Francisco Izquierdo Martínez; Francisco Soria Aedo, José Mª Rodríguez Acosta,
López Mezquita, Manuel Gómez Moreno, Sorolla, José Ortuño, Manuel Rivera, José
Ruiz de Almodovar, Fernando González, Vicente Arroyo Valero…, por citar una
minúscula parte de pintores que se enamoraron de esta ciudad de Granada y
echaron sus raíces aquí.
Cuesta de S. Gregorio. (Óleo sobre lienzo).
Prefiero,
de la primavera,
la placeta de mi infancia
la placeta de mi infancia
y el
álamo en la carretera
con
su verde elegancia.
(Óleo sobre lienzo).
Esquina de la Calle del Aire.
Por
el callejón del aire
quiero
que el aire me lleve
donde
no me llevó nadie.
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