Otoño en las Escuelas del Ave María
La Casa Madre y sus antiguos alumnos
celebramos el día de S. Andrés con una asistencia numerosa de público que
rondaba en unas cien personas.
La noche había sido lluviosa, muy necesaria
para todo pues la falta de agua, después de un verano sumamente seco, se dejaba
notar; había avidez en el campo, ciudad y cuerpos, sin embargo la mañana se ha
ido despejando y el sol se ha dejado ver entre unos nubarrones algodonosos que
la han hecho más agradable y placentera.
La capilla plenamente llena y un conjunto
músico-vocal que le ha dado a la
ceremonia litúrgica un ambiente especial.
Seis señoras elegantemente vestidas, con traje negro y una rosa luciendo en el pecho, componían el coro: Marifé
Ortiz, las hermanas Loli y Conchi Cabrera, Josefina Mateos, Angustias Espínola
y Pilar Pleguezuelos Ruiz; dos guitarras, dos bandurrias y un
laud magistralmente tocados por Antonio Puertas, Pepe Rodríguez, Miguel
Callejas, Antonio Álvarez y Conchi López.
El oferente D. Francisco, párroco del
Santo Sepulcro supo en su homilía imprimir la fuerza necesaria a sus palabras
para hacer renacer la hermandad que a todos los avemarianos nos unen en este
día sacando a relucir las figuras del apóstol S. Andrés y la de nuestro
fundador D. Andrés Manjón que en estos momentos se tiene que sentir plenamente
satisfecho contemplando desde el cielo, y sus restos aquí presentes, la unión y
fraternidad que existe entre todos los que estamos aquí.
Sepulcro de D. Andrés Manjón al pie del altar mayor
Demos gracias a Dios
porque nos dio a D. Andrés, nunca podremos agradecer los beneficios que hemos recibido de esta casa.
Marifé Ortiz
Las notas musicales que salían de los
instrumentos acompañadas por el coro hacían vibrar la sensibilidad de los
asistentes, un Padre Nuestro recitado por una de las componentes del coro, Marifé
Ortiz, mientras los sones acústicos le acompañaban, daban una mayor fuerza a la
celebración.
El himno que siempre es el cierre de los
actos ceremoniosos, bellamente interpretado por el grupo músico –vocal, supieron
darle, sin cambiar en un ápice la letra,
un matiz especial cuando en un momento, solo interviene la música como
una especie de reflexión sobre lo que se está cantando, para a continuación
terminar solemnemente las voces de una mini coral que eleva al cielo la fuerza
de una alabanza hecha canto; estoy seguro que esta loa rasgaría un firmamento que
se abría para dar paso a un sol que quería llevarse toda la plenitud de una
letra que encierra una adulación al fundador y a sus Escuelas.
Esta solidaridad encadenada por pequeños
grupos repartidos por aquí y por allá, en la placeta de la Capilla, iban
caldeando el ambiente. Compañeros que se ven de año en año, otros que hacía
tiempo no se encontraban, comentan en una conversación comprimida y acelerada
que quiere manifestar toda una trayectoria de vida en breves momentos:
Maestras de los años cuarenta
anécdotas escolares, vivencias del pasado, maestros/as que nos dejaron huella y
una Pedagogía que nos ha hecho ser lo que somos y que le hemos ido transmitiendo
a nuestros hijos y éstos a los suyos para querer que sean personas completas en
todos los aspectos como quería D. Andrés Manjón.
El cobertizo de D. Enrique Amaya
“Las latas” de D. Enrique Amaya, nos
regalarían un aperitivo para abrir boca a un arroz que nos esperaba en el
comedor del Colegio. Allí continuaban los saludos y conversaciones animadas,
unos dan cuenta de sus hazañas escolares cuando las “candongas”, que caían de
las higueras que había a la vera de la
acequia, nos consolaban un poco el estómago en una época de penurias y
necesidades, otros comentaban a algún maestro o maestra y sus maneras de
enseñar, otro recuerda el confesionario que había en la capilla donde vertíamos
a D. Domingo Capel, el director-capellán, nuestras faltas que siempre eran las
mismas.
Dñª Águeda Rodríguez Arce
Dñª María la de D. Claudio, Dñª Salud y sus oraciones,
D. José el de la música, D. Enrique el gitano y su canario, Dñª Dolores y su
capa, el roete de Dñª Rosario,
Alumnos de la clase sexta, curso 1947. Maestro D. Fernando Fernández Crespo
D. Fernando, y sus pinturas, D. Antonio Bas y
sus paletas, las dos Águedas, la “Chica y la de la cuarta”, Dñª Carmen la del
Camino del Monte, D. Eduardo el de la primera, Dñª Carmela y sus amplias manos,
los parrales y las uvas, los domingos comiendo higos chumbos que nos repartía
Francisco el guardilla, al salir de misa …,
D. Domingo Quesada Capel, capellán-director de Casa Madre (1945)
así iría pasando por las gargantas,
el clarete lambrusco, los manises, y patatas mientras la cámara fotográfica iba
captando todas las escenas que se iban
desarrollando.
Hacer tiempo en el patio para la comida de
hermandad, bajo la mirada atenta de una sultana Alhambra que, a lo mejor, y desde
la lejanía se alegraba de nuestra festividad.
La sultana Alhambra se alegraba de nuestra festividad
El arroz, el filete de aguja y el pijama
de postre, no para que nos acostásemos sino para que nos relajáramos para otro
postre distinto que nos esperaba proporcionado por la orquesta coral, que se
arrancó con el himno del Centenario, (tendremos ocasión de saborear el
auténtico himno de las Escuelas, en otra ocasión)
después se sucederían otras
canciones: “Vente a vivir en Granada”, magníficamente interpretada por Conchi
López, con una genialidad extraordinaria, no solo en la dicción y fuerza al
cantar sino en las expresiones corporales que se unían a la letra.
Conchi López canta, "Vente a vivir a Granada"
“Cielito lindo”; “Madrecita María del
Carmen”, dedicada a las madres presentes; “Yo vendo unos ojos negros”;
“Despierta niña despierta”; “Clavelitos”, y así un largo repertorio que daría
paso a que algunas parejas salieran a escena y se marcaran unos pasos de baile.
El ambiente estaba tan caldeado y la
gente se encontraba tan a gusto que no se quería dar fin a la celebración, pero
todo lo bueno, tiene su fin que llegaría con la canción de Granada interpretada
al unísono por todos.
Hasta el año que viene, por marzo en la
Encarnación, si Dios quiere. Con un reparto de almanaques y una serie de
felicitaciones para estas navidades y prosperidad en el año que está asomando
el cuello, se dio por terminado este feliz día.
José Medina Villalba.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE LA FESTIVIDAD DE S. ANDRÉS 2014
LA CELEBRACIÓN RELIGIOSA
MOMENTOS DE CONVIVENCIA
LAS ENTRADAS PARA LA COMIDA
APERITIVOS Y CONVIVENCIA
ESPERANDO LA ENTRADA AL COMEDOR
COMIDA DE HERMANDAD
Los postres se prolongarían con la entrega de regalos
La festividad continua con el coro la música y el baile
José Medina Villalba
Me ha gustado mucho, que fotos más bonitas y más graciosas y el comentario me ha encantado.
ResponderEliminarLa verdad pasamos un buen día, me sentí como en familia, un día para recordar siempre, porque para estar agusto y pasarlo bien no importa la edad si no la buena gente. Si hay algo de lo que me siento orgullosa es ser Avemariana.
Enhorabuena a todos
Agradezco a Alejandro Caballero, alumno mio en su época escolar, y a su esposa Conchi, ambos avemarianos, el comentario sobre este archivo; uno siente una gran satisfacción al observar la entrega hacia la Institución de este matrimonio, de forma desinteresada.
ResponderEliminarCiertamente fue una gran jornada la que vivimos ese día, con el aliciente especial de un coro-musical que animó el ambiente desde los actos litúrgicos hasta terminar embriagando una atmósfera con una aureola especial y sensacional, durante la comida de hermandad, que hicieron sentir la emoción a todos los asistentes. que vibraron al compás de la música y de unas voces encantadoras que salían de las elegantes y bellas señoras que componían el coro. Más de una pareja ante el clima de emoción, que alcanzó el momento, dieron rienda suelta a sus cuerpos bailando al son de la música. Gracias de nuevo al día y a los que los que fueron capaces de hacerlo realidad, un sueño que conservaremos en nuestra memoria durante mucho tiempo y que aquí queda plasmado en la nube de internet para la eternidad.
Gracias por esta felicitación navideña,… tan entrañable.
ResponderEliminarRememorar la vida de las escuelas avemarianas en la época en que vivimos es un magnífico regalo y de valor incalculable y sin mesura. Comparto contigo la actualidad de la pedogogía manjoniana inspirada en valores espirituales, modelos para el destino “temporal y eterno” del hombre, y que como tales no son objeto de ciencia, ni de acatamiento como resultado de un proceso de demostración racional, sino que, como dijera muchos siglos atrás Platón, sólo son objeto de una intuición intelectual o captación inmediata del bien y belleza que en las cosas, personas, relaciones… hay, y que les hacen dignas de ser actualizadas. De ahí, mi agradecimiento y admiración a quienes habéis entendido y practicado que enseñar o educar al hombre cabal es mostrar experiencias vitales valiosas rebosantes de bondad, verdad, belleza, sinceridad, respeto, amor, responsabilidad, cumplimiento del deber, entrega incondicional …. en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
Felicidades a ti, a Conchita, Mª Carmen, Francis, Pepe, nietos… y a todos cuantos compartís este enfoque pedagógico y vital manjoniano.
José Gómez