La espadaña
centinela perenne y hierática de la fachada de la Iglesia de los Dominicos,
clava su mirada en el cielo de Granada, un cielo que esta tarde 12 de octubre
se cubre de negros nubarrones amenazantes de lluvia, de un orvallo que, durante
un muy cercano espacio de tiempo, ha empapado la ciudad de agua caída a raudales.
Un aguacero, que se
esperaba como el maná caído del cielo, porque hasta los cactus se estaban
secando.
Un público
impaciente, esperaba las últimas noticias esperanzadoras para que las puertas
de la Iglesia se abrieran y poder ver por las calles principales de esta ciudad
las imágenes de la Virgen del Rosario y de Santo Domingo.
Los sonidos
atronadores de las campanas que cuelgan en los ojos de la espadaña, dejaban el tañido metálico de sus voces sobrevolar por el espacio, mientras una banda de
instrumentos musicales entraba en la plaza al ritmo de una marcha procesional.
Las miradas, casi
suplicatorias, estaban fijas en el firmamento, para que dejara un espacio de
tiempo descampado y se pudiera procesionar.
La pequeña puerta
del enorme portón del monasterio dominical daba paso a los cofrades,
estandartes, cetros…, de las distintas hermandades que acompañarían a la
comitiva, para que pasaran al interior de la Iglesia de Santo Domingo, y poder organizar el cortejo una vez se acordara la salida.
Por fin, ante el clamor de la enorme expectación,
las puertas del templo se abrieron y todo se puso en marcha.
Grupos de alumnos de los Colegios de los Dominicos,
perfectamente uniformados luciendo el escudo de sus propias entidades, seguidos
de una numerosa representación de las Escuelas del Ave María iniciarían el acompañamiento portando los estandartes acreditativos.
D. Andrés Manjón y Manjón
-¿Por qué las
Escuelas del Ave María?
Santo Domingo y la Virgen del Rosario. Óleo de Manuel García Quesada
Capilla de Casa Madre.
Se cumplen ciento
veinticinco años que D. Andrés Manjón, fundador de estas Escuelas, las consagrara a la Virgen del Rosario.
Rezo del Santo Rosario por los cármenes de las Escuelas. Óleo de José María López Mezquita
Por los cármenes
de Valparaiso suenan las notas musicales de los instrumentos que portan los
chiquillos de la banda de música, encabezados por su director, mientras por el
bosque el trinar de los pájaros que por allí anidan se une a la comparsa.
Despedida de la jornada escolar en el Ave María. (1921)
Dos palmos del
suelo apenas sobrepasan los que acarrean los instrumentos, cuyos sonidos causan
admiración por la potencia con la que se emiten, salida del soplar que le
infunden los pequeños concertistas, porque los artefactos musicales ocupan más espacio que el chico que los
transporta.
Los musiquillos ensayando con los instrumentos
Perfectamente formados
en fila, portando los banderines con el anagrama de las Escuelas, siguen a los
instrumentistas, mientras otro es el cantar constituido, por las cuentas del Santo Rosario que va siendo interpretado al unisono, por los acompañantes que forman el séquito.
Carmen de San José
Los cármenes del Ave María, Santa Isabel y San Juan en la época de Manjón.
D. Andrés Manjón a
la cabeza da el alto para detenerse delante de una de las diversas imágenes de
la Virgen, que hay en determinados lugares de los cármenes, por donde transcurre
la comitiva;
Carmen de San Joaquín
da comienzo el rezo del Santo Rosario, correspondiendo a uno de
los Misterios, gozosos, dolorosos o gloriosos, contestado conjuntamente por
todos los que forman el acompañamiento, alumnos, maestros, e incluso alguna madre que
quiere saborear y disfrutar de la jornada.
La primera banda de música con el director el maestro Francisco Portillo
Sigue el séquito
caminando por los diversos vericuetos de los pensiles de Valparaiso, entre
arboledas de almeces centenarios, mientras el rumor de las agua del Rio Darro, intentan
enmascarar algunas de las notas dadas a destiempo por alguno de los colegiales.
Preparados para recorrer los Cármenes cantando el Rosario. (1920)
Todos los sábados a
la caída de la tarde, exhalando el perfume de la hierba de la pradera, de los
celindos en flor en la primavera, o sobre la sombra que deja caer la arboleda, alfombrando
el suelo del inmenso bosque, se cantaban las avemarías que componen los cinco misterios,
por cada uno diez avemarías.
Carmen de Santa María
Esta costumbre
cobraba plena solemnidad llegado el día de la Virgen del Rosario.
La Casa Madre
se desplazaba desde el Albayzín, para hermanarse con el Barrio del Realejo en
un abrazo fraternal en la monumental Iglesia de los Padres Dominicos,
Por el Paseo del Padre Manjón, camino del Realejo
Por la Carrera del Darro, hacia la Iglesia de Santo Domingo
trascurriendo
el traslado entre los aplausos del numeroso público que, presenciaba la marcha, aplaudía a rabiar al paso de la comitiva.
Abriendo el desfile, el cornetín dando los
toques reglamentarios, a continuación la banda de música, seguida por todos los
alumnos con sus respectivas banderolas.
Los alumnos del Ave María por la Carrera del Darro
Los alumnos llegan a la Iglesia de Santo Domingo
Cubría la carrera, por donde pasaban los
alumnos de las Escuelas acompañados por sus respectivos maestros, un enorme
gentío, mientras se percibía en el ambiente el disfrute de los que contemplaban
el paso.
Por la Carrera del Darro, regreso de Santo Domingo
Todos los años al
comenzar el mes de octubre, un día, el Rosario salía en dirección a la Abadía
del Sacro Monte.
Salida del Colegio en dirección a la Abadía
Los alumnos camino de la Abadía
D. Andrés
lo refleja en su Diario.
Día 6
de octubre de 1895.
Los alumnos llegando a la Abadía del Sacro Monte
Día del
Santísimo Rosario. Salieron al Sacro-Monte cantándole todas las Escuelas,
comulgaron las Hijas de María y quince niños;
Los alumnos entran en la Abadía del Sacro Monte
descendieron cantando al Colegio;
se congregaron todos en el edificio nuevo, y se les distribuyeron higos y
dulces, después de rogar a Dios nos deje ver concluido el nuevo colegio y darle
en él alabanzas y gloria por sus beneficios.
Cantando por los cármenes de Valparaiso
No ha sido el primer año que las
circunstancias meteorológicas han dejado el “guante negro”, de la amenaza de la
lluvia, cernirse sobre el espacio de tiempo destinado a sacar a la Virgen del
Rosario por las calles granadinas, pero afortunadamente, el cielo permitió que
cesara la lluvia para que Santo Domingo acompañara a la Virgen en esta tarde
tan ansiada.
Por la puerta
principal, dirigidos por las voces del capataz, los costaleros supieron
convertir en realidad las órdenes que recibían, y ambos tronos lamiendo las
jambas que limitan el espacio de la entrada,
salieron a la Plaza principal, mientras la banda de música dejaba los sones del himno nacional,
y una
atronadora explosión de cohetes cubrían el cielo de una espesa humarada,
juntándose con el repique de las campanas.
Aquí abajo otra
fumarada salida de los incensarios, que portaban los acólitos ricamente
revestidos con albas, sobrepelliz y casullas, dejaban el perfume especial del
incienso, como elemento irrevocable que da el carácter imprescindible a todo
acto procesional religioso.
Las notas musicales de la Salve Marinera, siempre que la Virgen del Rosario pone sus plantas en la calle, vibraron con tal emoción que alguna lágrima rodó por las mejillas de los presentes.
Un numeroso grupo de
alumnos de las Escuelas del Ave María, formado por pequeños y mayores,
acompañados por la directora y jefa de estudios, doña Mari Carmen y doña María
José González Moles,
profesores y padres, con el recogimiento y compostura que
se exige, hicieron renacer y revivir una jornada trasladando al presente lo
que se hacía en el pasado.
El Ave María volvía
de nuevo a hacer realidad lo que hacía tiempo había permanecido en el
anonimato.
Alumnos avemarianos en la procesión
Por la mañana.
¿Qué
pasó por la mañana?
Las campanas
de la Iglesia daban su gran concierto a las doce llamando a participar en la
función religiosa, como apertura a una jornada que se prometía gloriosa,
como así sucedió.
Banderas con
diversidad de colores, de España, del Vaticano, de las diversas cofradías, engalanaban
las calles y plazas del barrio del Realejo,
El barrio del Realejo engalanado con el colorido de las diversas colgaduras
dando un colorido peculiar a esta
solemnidad, como coreografía excepcional, para enriquecer este día especial.
El interior del
templo plenamente lleno, con toda la representatividad de clérigos dominicanos,
Patronato de las Escuelas del Ave María, con su Presidente, D. Emilio Atienza
Rivero a la cabeza, directores, profesores, Junta Directiva de los Antiguos
Alumnos del Seminario de Maestros del Ave María, alumnos, miembros y representantes
de las diversas hermandades semanasanteras, arroparon la misa que se celebró
con la máxima solemnidad que requería este evento.
Una coral
acompañada con el órgano, dejaron las notas magistrales en sus diversas
interpretaciones.
La homilía, con el
aplomo con que suele hacer gala el sacerdote Consiliario Espiritual, puso de
relieve la solemnidad del momento en relación con la Virgen del Rosario y Santo
Domingo.
La Virgen del Rosario
Hizo referencia,
entre otras, al amor de Dios hecho misericordia para cada uno de
nosotros, nos ayudará a vivir aprendiendo como María, a experimentar la
misericordia de Dios.
Resaltó cómo debe
ser el amor en la familia para que sea, como lo que Dios quiere, porque
a veces el amor en familia se hace en el marco de mucha brevedad.
Habló del sentido de
renovación y conversión, en este tiempo que nos viene, donde María es un punto
de referencia para el mantenimiento en la fe.
Santo Domingo
Alentó a vivir la palabra
de Cristo, según la pusieron en práctica Santo Domingo y la Virgen del Rosario
aquí presentes.
Animó a las distintas hermandades para que sigan
creciendo en la fe a través de la práctica de la palabra del Evangelio.
Mencionó cómo en
este ciento veinticinco aniversario, D. Andrés Manjón está presente y sus Escuelas
del Ave María, al consagrar un día 12 de octubre de 1891 sus Escuelas a la
Virgen del Rosario.
Imposición de medallas a los nuevos cofrades
Se impusieron las
medallas a los nuevos cofrades, mientras desde cada uno de los tronos situados
a ambos lados del altar se palpaba la emoción contenida por el numeroso público contemplando las dos imágenes, la Virgen del Rosario, colocada en el lateral
izquierdo, bajada de su camarín una joya del barroco andaluz, con su
espectacular sala de la Virgen toda revestida de espejos.
Camarín de la Virgen del Rosario
En el lateral
derecho del crucero, saliendo de su hornacina acristalada, la imagen de Santo
Domingo.
El incensario hábilmente manejado por uno de
los ayudantes a la ceremonia, dejaba en el ambiente una neblina que subía desde
la escalinata hacia el Altar Mayor para glorificar al que se hacía presente en
esos momentos.
Hacia el cielo, a
través de las bóvedas de la iglesia, se elevaba el entusiasmo de un público, que
vibró durante toda la ceremonia para culminar, dirigiendo las miradas al altar
de la Virgen, con el canto de la Salve.
Salve, Regina, Mater misericordiae,
vita dulcedo, et spes nostra, salve.
Ad te clamamus, exsules filii Hevae,
ad te suspiramus, gementes et flentes,
in hac lacrimarum valle.
Eia, ergo, advocata nostra,
illos tuos misericordes oculos ad nos converte….
Con el canto a la Virgen del Rosario reina de los mares la
jerarquía eclesiástica tomó rumbo a la Sacristía.
Representantes de las Escuelas del Ave María, delante de la Virgen del Rosario
Las fotos de rigor delante de la copatrona de la ciudad, de
los diversos grupos participantes, se harían delante del trono, como testimonio
fiel de una jornada que quedará impresa en los Anales de la Historia del Ave
María.
La plaza de Santo
Domingo, brillaba después de la lluvia caída y las figuras se deslizaban a través
del espejo que en el suelo las dejaba reflejarse, con la figura de Fray Luis de
Granada siempre expectante a lo acaecido.
Monumento a Fray Luis de Granada
Hemos recuperado una
tradición que dejó patente el fundador de las Escuelas del Ave María, con la
consagración a la Virgen del Rosario como protectora; quedó enmascarada
en el anonimato durante muchos años y ahora, gracias a la conmemoración de los 125
años de esta consagración, ha vuelto a surgir de sus cenizas para bien de
nuestra entidad.
Las Escuelas del
Ave María, su Patronato, cargos directivos, profesorado, padres de familia, harán que esta participación se siga repitiendo todos
los años, en cumplimiento a la consagración que D. Andrés Manjón hizo en su día.
José Medina
Villalba
REPORTAJE FOTOGRÁFICO
Querido amigo Pepe: Los ritos tradicionales son costumbres, que por trasmisión sucesiva de unas practicas religiosas van pasando de una generación a otra de una manera ininterrumpida. Esta, como todas las tradiciones, son las raíces que conforman una cultura y dan contenido e identidad propia a la sociedad que las mantiene y practica.
ResponderEliminarPero en este caso existe una causa y motivo que ayudan a su permanencia, y es que existe un portavoz un comunicador que ayuda de una manera nunca suficientemente valorada, a su difusión a su pormenorizada explicación de los motivos, de los orígenes, para el mejor conocimiento de la presente generación, para que todo aquel que acuda a esta celebración, lo haga de una manera participativa, alegre
y formativa.
Este portavoz que ya no utiliza dulzaina, sino que es un experto en técnicas de comunicación modernas, lleva a cabo una labor, que todos debemos estarle agradecidos por tan esplendido y vocacional trabajo. Amigo Pepe´como siempre recibe la tradicional felicitación de tu amigo Pepe Cuadros.
Querido amigo Pepe:
EliminarCiertamente como tu muy bien expresas, las tradiciones juegan un papel muy importante en la sociedad, tan importante o más que la misma Historia contada a través del lenguaje escrito. Aquí juega un papel muy significativo la tradición de hábitos y costumbres en la vida familiar, para bien, o a veces no tanto, de costumbres y formas de vida dentro del ámbito doméstico.
En el Ave María existían varias tradiciones que fueron desapareciendo al ser sustituidas por otros comportamientos que no crearon un valor igual o superior a aquellas que se fueron extinguiendo.
Tales fueron los acompañamientos que en determinados actos religiosos, los alumnos y profesores de la Institución Avemariana hacían con su presencia en las procesiones del Corpus Christi, Virgen de las Angustias, visita a las catacumbas en la Abadía del Sacromonte, en la festividad de San Cecilio, o a la Iglesia de Santo Domingo,todos los años, por el hermanamiento de las Escuelas del Ave María con la Virgen del Rosario, de las que se podían sacar consecuencias de valor religioso, ético y moral para el alumnado y acompañantes.
Han tenido que venir estos 125 años conmemorativos de la Consagración que D. Andrés Manjón hizo de las Escuelas del Ave María a la Virgen del Rosario, para que se vuelva a recuperar un pasado que tuvo su transcendencia y que puede seguir teniéndola en el presente, máxime cuando el fundador la llevó a cabo durante su vida y después durante muchos años se siguió haciendo.
Mi papel ha sido muy sencillo propagar a los cuatro vientos lo que se hizo, se ha hecho este año, y se debe seguir haciendo.
Muy agradecido por tu gentileza, como siempre, en tu felicitación.
Un fuerte abrazo.
Excelente crónica, y bellas fotos y videos, muchas gracias por compartirlos.
ResponderEliminarComo miembro activo de la Institución Avemariana tenía que dejar constancia de este evento, para que quede grabado en los Anales de la Historia, tanto de la Virgen del Rosario, en Santo Domingo, como en las Escuelas del Ave María.
ResponderEliminarHa sido un hecho prodigioso, que se hayan conmemorado los 125 años de la Consagración que D. Andrés Manjón hizo de las Escuelas a la Virgen del Rosario.
Recuerdo de niño, después de maestro, venir todos los años, en esta fecha, a cumplir con la promesa que el fundador hizo.
Nuevamente se ha reanudado el cumplimiento de este compromiso que procuraremos se siga realizando de ahora en adelante.
Gracias a la Archicofradía del Rosario por el comentario.