LECRÍN. Iqlïm al –Usär
(Ditrito de la caña de azúcar)
Fuente de las Granadas
El otoño se encontraba escondido, avergonzado, sin querer entrar en escena, porque el verano se hallaba “a gustito”, sin lluvia ni viento que le molestara, de pronto, uno de estos pasados días, un viento frío vino del Polo Norte y dijo: a este otoño lo voy a espabilar yo, le ha dado un empujón y lo ha sacado de detrás de las bambalinas en las que se encontraba y bruscamente, a todos nos ha dado el susto, hemos tenido que dejar el bañador y el bikiny de una sola pieza, para sacar del fondo del baúl, o del armario de tres, dos, o una puerta, y hemos cogido la bufanda para poder salir a la calle.
-¿Nada más que la
bufanda?
-Hombre, es un
decir, esta pieza es la última que nos colocamos después de ponernos todo lo
que exige ésta nueva época del año.
Alguien me está
reclamando que lo saque de paseo, máxime en una mañana dominguera, recién
parido diciembre.
- Me da igual donde me lleves, pero
sácame de mi estancia, porque te vas a quedar sin mí, y cuando decidas retirarme
del lugar donde estoy anclado te vas a llevar un susto desagradable, porque mi
corazón se habrá detenido.
-No seas, querido lector, mal pensado,
yo no tengo secuestrado a nadie, es mi coche que me reclama salir para que no
se le venga abajo la batería.
No
me apetecía, pero contemplando el día tan magnífico, un sol que se colaba por
cualquier lugar de mi estancia sin pedir permiso, decidí tener en consideración
su propuesta.
Cúllar
Vega está a tiro de piedra de la capital, bueno más bien a tiro de honda, marché
en busca de mi amigo Vicente gran conocedor de la zona que íbamos a visitar, además para ofrecerle y que conociera,
el nuevo acompañante de cuatro ruedas que acabo de comprar.
En
medio de la carretera que se llama, Bailén-Motril se encuentra nuestro destino,
es un lugar a medio camino entre Granada y el mar, donde un valle que huele a
azahar nos indica cual es la ruta para
llegar al piélago.
Caminar
sin mover los pies, llevado por alguien que se desliza sobre cuatro neumáticos es
un placer, el agradable olor que desprende a recién parido, la suavidad del
mando con el que le tienes que dar las órdenes para que siga el camino
correcto, la serie de botoncitos para que nos recree con la música que nos
apetezca, la emisora que más anhelemos, o el teléfono para hablar sin tener que
tocarlo.
Valle de Lecrín. Castillo de Lojuela
Valle de Lecrín. Castillo de Lojuela
¡Has visto, hombre! Me dice mi Polo, recién llegado a mi hogar, te has quitado de encima el muerto que tenías, ese maldito, el muy pillín no hacía nada más que traerte quebraderos de cabeza, sacándote los dineros, un día sí, y otro también en la enfermería, ya verás cómo conmigo no tienes esos problemas.
Suspiro del Moro
Para bajar al mar primero hay que subir, llegar al puerto donde Aixa le recriminó a aquel hijo que tanto quería y al que le apoyó siempre para que cogiera el poder, en la lucha contra su padre Muley Hacén, pero ahora una vez derrotado se marcha con toda su comitiva en dirección a Las Alpujarras.
-Oiga,
me dice mi coche.
Cuénteme
esa historia que es la primera vez que paso por aquí y la desconozco.
-¡Pero
hombre!, si esa la sabe todo el mundo.
-Sí,
pero a mí me han alumbrado hace un rato.
-Aixa
le dijo a su hijo Boabdil, viéndole llorar, cuando llegaron a un altozano desde el que se divisaba por última vez la ciudad de Granada,
-“Llora
como mujer lo que no supiste defender como hombre”.
Salida de la familia de Boabdil de la Alhambra
Eran las dos de la tarde cuando Bobdil salía de la Alhambra con todo su séquito, por la puerta más próxima al Genil. Allí roto de dolor se bajó del caballo, e inclinándose ante el Rey Fernando, el de Aragón, y todo el séquito de nobles intentó besarle la mano, mientras le entregaba las llaves de la ciudad. El Rey, sosteniéndole lo incorporó para evitarle la deshonra, tomó las llaves, se las entregó a la Reina Isabel, ésta a su hijo Juan y éste al Conde de Tendillas que sería nombrado alcaide de la Alhambra.
Hacía un frío que pelaba, hasta las palabras se congelaban, el río Genil dejaba en el aire un halo de humedad que penetraba en los huesos, los estandartes, pendones y demás faldones y acarreos de ropajes que portaba el séquito real estaban completamente tiesos, “más que la mojama”, no así el de la escolta musulmana, cuyos turbantes, capas, suriyah de lana de color negro, se dejaban llevar por la tristeza de los que los portaban, se habían debilitado y distendido, por la aflicción e infortunio del momento.
Todo,
lo que ocurría en aquel momento era
lógico, alegría contenida sin exteriorizar, por parte de los conquistadores, y
tristeza sensiblemente manifiesta por parte de los vencidos,
El suspiro del moro
El suspiro del moro
de una Granada bella en aquellos momentos, con una Sultana Alhambra contemplando el cambio que a lo lejos se divisaba pero que le impedían bajar a hacer acto de presencia porque se lo obstaculizaba la muralla.
La Alhambra a lo lejos contempla la entrega de la ciudad
Una Granada, que ha sido vilipendiada por los cambios sufridos a través de los tiempos, pero por más que se empeñen en quererla maquillar con las sombras de las brochas del mal gusto, siempre va a salir airosa por la belleza que la Naturaleza le ha dado.
Aquí
está el testimonio. Esa Granada de la que después han dicho de ella maravillas
importantes personajes: “Dale limosna mujer, que no hay en la vida nada como la
pena de ser ciego en Granada” Francisco de Icaza.
“Si
tuviéramos que visitar una sola ciudad en España, esa debería ser Granada”.
Ernest Hemingway.
Ernest Hemingway
Ernest Hemingway
“Granada, más deslumbrante que la flor, más sabrosa que la fruta de la que toma su nombre, parece una virgen tumbada al sol”. Alejandro Dumas.
Alejandro Dumas
“Las lágrimas me subían a los ojos, y no eran lágrimas de pesar ni de alegría eran de plenitud de vida silenciosa y oculta por estar en Granada” Miguel de Unamuno.
Miguel de Unamuno
“No sé si llamé cielo a esta tierra que piso, si esto de abajo es el paraíso ¿Qué será la Alhambra, cielo? Lope de Vega
Lope de Vega
“Granada está indefensa ante la gente, pues ante los halagos nada ni nadie tiene manera de defenderse “. Federico García Lorca.
Federico García Lorca
“Todo curioso viajero guarda a Granada en su corazón, aún sin haberla visitado”. William Shakespere.
“Granada
es como la novia de cristal de nuestros sueños, todo el que la ve, tiene la
ilusión de volver a verla”. Chateaubriand.
Chateaubriand
Chateaubriand
“Granada es un tesoro y permanecerá en mi mente como el más bello recuerdo por mucho tiempo”. Michelle Obama.
Toda
esto circulaba en nuestra conversación cuando cruzábamos el Puerto del Suspiro del Moro.
Había
que frenar de vez en cuando los caballos del Polo, porque pronto se montaba en
los ciento veinte kilómetros, y los guardianes de la carretera, diligentes, ocultos entre los lugares más inhóspitos, te hacen la foto y los puntos caen y los billetes también.
Los humedales del Padul
Los humedales del Padul
Piedra Ventana
A la izquierda se quedarían los arenales del Padul con sus famosos humedales y el sendero del mamut, las canteras de arena y Piedra Ventana, y a pocos pasos y muy cerquita Dúrcal con su famoso puente de hierro de Alexandre Gustavo Eiffel.
El puente de hierro de Dúrcal
A la izquierda se quedarían los arenales del Padul con sus famosos humedales y el sendero del mamut, las canteras de arena y Piedra Ventana, y a pocos pasos y muy cerquita Dúrcal con su famoso puente de hierro de Alexandre Gustavo Eiffel.
El puente de hierro de Dúrcal
Dúrcal es la brillante perla del Valle de Lecrín, durante el siglo XIX se convirtió en la población más importante del Valle al ser zona de paso y parada del tranvía que unía la costa granadina con la capital, destinado al transporte de mercancías provenientes del puerto de Motril. Desde Motril hasta Dúrcal se trasladaba la mercancía por el teleférico y desde aquí a Granada por medio del tranvía.
Teleférico de Motril a Dúrcal
La famosa cantante Rocío Dúrcal dicen que eligió al azar entre los pueblos de España uno para agregarlo al de su nacimiento como apellido artístico, y haciendo que su dedo actuara como la lengüeta de una ruleta sobre un mapa, vino a posarse en éste pueblo que le tiene dedicada una calle, una estatua, y elegida hija adoptiva. Existen otras versiones sobre la elección de esta localidad para su apellido.
Escultura dedicada a Rocío Dúrcal
Un enorme cartel en la autovía nos indica las posibles desviaciones que podemos tomar como son Nigüelas, Padul, Albuñuelas, Melegí, Restabal Saleres.
Nosotros,
lo teníamos claro, esta mañana era el Valle con sus diecisiete pueblos reunidos
en ocho municipios
Seguimos
llaneando, entre conversaciones animadas mientras un amplio panorama se nos va
abriendo ante nuestros ojos, comenzamos a descender, el cielo con un azlul
intenso es el mejor toldo que nos cubre, mientas los picos de Sierra Nevada,
todos completamente blanqueados y dejando en el aire el brillo intenso de su
albor, se asoman por entre las montañas más cercanas para seguir nuestra ruta.
Corre
un vientecillo que se sale un poco de lo normal, por cualquier lugar que
diriges la mirada, la sombra de D. Quijote se agiganta atacando a los enormes
molinos de viento que no mueven piedras que trituran granos de trigo, sino que
fabrican kilowatios de electricidad.
El
Valle de Lecrín es la bisagra que conecta Granada con el mar.
Cuando
no existía la autovía, cuando los viajes se hacían más reposados sin agobios de
prisa ni de velocidad, a ver si se tardaba menos o más tiempo en llegar, en
nuestro seiscientos íbamos los domingos a la playa.
Era obligado entrar en el Valle, recorrer sus callejas, olía a pueblo ancentral, olía a pan recién hecho, a corral, a cencerros de vacas, y mugidos que salían de los establos, a cacareo de las gallinas, a piaras de cabras y ovejas que salían a pastar en los prados próximos, a olor a jamón serrano que emergía por los respiraderos de los secaderos, a ladridos de perros, mientras nos dirigíamos a buscar el horno moruno,
Horno moruno de pan
para comprar la torta de chicharrones que sería el acompañante al que le iríamos dando fin, mientras nuestros utilitario se iba comiendo los kilómetros de carretera hasta llegar a la playa, y nosotros el rico sabor concentrado en todo lo vivido en el pueblo.
Era obligado entrar en el Valle, recorrer sus callejas, olía a pueblo ancentral, olía a pan recién hecho, a corral, a cencerros de vacas, y mugidos que salían de los establos, a cacareo de las gallinas, a piaras de cabras y ovejas que salían a pastar en los prados próximos, a olor a jamón serrano que emergía por los respiraderos de los secaderos, a ladridos de perros, mientras nos dirigíamos a buscar el horno moruno,
Horno moruno de pan
para comprar la torta de chicharrones que sería el acompañante al que le iríamos dando fin, mientras nuestros utilitario se iba comiendo los kilómetros de carretera hasta llegar a la playa, y nosotros el rico sabor concentrado en todo lo vivido en el pueblo.
Esta
mañana le pregunto a mi acompañante, al que aún no he presentado, se
llama Vicente Arroyo Valero, es un artista consumado: bohemio, soñador, como
suelen ser todos los artistas, a veces con las fantasías de un niño, otras con
la madurez de un adulto, otras sabiendo sacarle poesía a cualquier nimiedad de
la Naturaleza, utilizando sarcásticamente palabras de doble sentido, domina
todas las facetas del arte: pintura en
todas las ramas, ceramista, dorador, escultor, restaurador, licenciado en
Bellas Artes, estancia que le sirvió en la Facultad para enseñar a profesores y
alumnos sus profundos conocimientos en todas las dimensiones artísticas, realmente
a él no le hacía falta ningún título de Licenciado, porque desde siempre fue, sin pisar la Facultad, un gran licenciado.
Vicente Arroyo Valero
Vicente Arroyo Valero
-¿Qué es lo que tiene el Valle para ti, que es lo que hay que ver aquí en este Valle?
Vicente se me quedó mirando, un poco
pensativo, como si quisiera rebobinar todo lo que tiene grabado en la amplia
cinta de su vida, para traer, a través de sus palabras, lo que él ha presenciado, experimentado,
recorrido por estos lugares, nunca olvidemos que las raíces de Vicente se
encuentra en la perla del Valle que es
Dúrcal.
Valle de Lecrín. Presa de Béznar
Valle de Lecrín. Presa de Béznar
-Pues, amigo Medina, lo tiene todo: Sus miradores, sus sierras, sus pueblos, sus fiestas, su flora, sus ríos, sus rutas, su patrimonio, su gastronomía, sus lugares para divertirse, un sinfín de sitios para disfrutar, tanto con sus gentes como con el valle en sí mismo,
El Valle de Lecrín
lleno de vegetación, agua y sol pocos lugares hay en el mundo que en sólo quince kilómetros, se pueda pasar por todos los climas que existen: cálido, templado y frío.
El Valle de Lecrín
Comenzamos a descender, la señalización de la carretera nos indica como velocidad máxima noventa kilómetros, y después de atravesar un largo puente, el Viaducto RíoTorrente tomamos desviación a la derecha.
Siempre
que paso por aquí la torre de la Iglesia de Mondújar, es el fiel retrato del
alminar, cuando por estas tierras anduvieron los musulmanes, y los toques de las
campanas que cabalgan sobre lo que fue el minarete, las sustituyo por las del muecín que deja en el
aire la notas de una sinfonía hecha palabras en árabe, llamando a la primera
oración del día.
Al pie del Castillo de Mondújar, estuvieron enterrados los último reyes moros
Al pie del Castillo de Mondújar, estuvieron enterrados los último reyes moros
A este lugar vino a refugiarse Boabdil y aquí aparecieron las tumbas de la realeza y los restos de Moraima, cuando se atravesó la modernidad con la autovía, para sacarlos a relucir después de varios siglos de estar escondidas.
El
castillo que mandó construir Muley Hacén, cuando vino a refugiarse, después de la contienda con su hijo Bobdil, tenía jardines y huertas.
Vamos
dejando atrás Mondújar, Talará la famosa Venta de Natalio, donde era casi
obligado venir a tomar el sol y comerse un rico choto al ajillo, entrar en
Chite recorriendo sus callejas estrechas, y observar el sistema publico de
limpieza, cada señora con su escoba en la mano cumpliendo con dejar el roal
próximo a su vivienda más limpio que los chorros de oro, mientras el gato buen
observador desde el portal contempla nuestra presencia.
Sistema público de limpieza
Sistema público de limpieza
Las callejas cada vez se estrechan y nos da la impresión, que los costados del que nos lleva, va a lamer las encaladas paredes de las casas;
recorremos sus dos barrios, su pequeña iglesia, estilo mujedar del siglo XVI, el carrito de metal que descansa paciente sobre la pared esperando que llegue su jornada de trabajo,
Iglesia mudéjar del siglo XVI de Chite
el perro intranquilo que nos ladra continuamente porque cree que le vamos a sisar su hacienda, mientras su dueño no se inmuta en detener su lenguaje hecho ladridos,
el rincón del huerto donde pacientemente la silla de anea, hermanada con otras de estirpe moderno, esperan pacientes que el labriego venga a reposar después de una jornada de trabajo.
Los naranjos en plenitud, preñados en el último mes de embarazo, asoman su multitud de cabecitas perfectamente redondeadas, vestidas con trajes de color aloque, arropadas por el verde intenso del habitáculo donde moran; son hojas que brillan con un color intenso, completamente limpias recién salidas del baño que la lluvia prodigiosa tan ansiada ha venido a sacarlas del letargo en que se encontraban, agobiadas por el polvo que el largo otoño les había dejado.
Aún
perduran los centenares de gotitas del último aguacero, son perlas redonditas
que brillan intensamente, hay infinidad de minúsculos espejos donde se recrea y se viste
de colores el arco iris. La multitud de naranjas con sus perlas relucientes,
como collares minúsculos en cada una de las hojas nos saludan moviendo sus
cabecitas impulsadas por la brisa que viene del valle.
Melegí
nos espera poniéndose por montera un ramaje de naranjas, mientras otras
sollozan y se lamentan en el suelo.
Naranjos
y más naranjos como fieles guardianes de la carretera perfectamente alineados
dan cobijo a a nuestro caminar.
Nos
adentramos en Melegí, la carretera aunque estrecha y con un sin fin de curvas,
habla perfectamente con el lenguaje de sus señalizaciones.
Oímos
voces de alegría, un aleluya que sale
por la puerta de la Iglesia de San Juan Bautista, es domingo y la gente
asiste a la celebración de la misa. La
iglesia se construyó en el 1562- 67, portada barroca y ardió con la rebelión de
los moriscos. La nueva armadura más simple que la anterior, quedando como
testimonio los escudos del arzobispo Pedro de Castro en el testero del altar
mayor.
Iglesia de Melegí
Suntuosa debió de ser su primera armadura hecha por el buen alarife Francisco Hernández sustituida por la actual de limabordón a los pies y mohamares a la cabeza, con nueve tirantes dobles. Tiene algunos altares y retablos barrocos siendo el más importante el del altar mayor, de la primera mitad del siglo XVIII con decoración de estípites y todo dorado.
Retablo y artesonado de la iglesia
Iglesia de Melegí
Suntuosa debió de ser su primera armadura hecha por el buen alarife Francisco Hernández sustituida por la actual de limabordón a los pies y mohamares a la cabeza, con nueve tirantes dobles. Tiene algunos altares y retablos barrocos siendo el más importante el del altar mayor, de la primera mitad del siglo XVIII con decoración de estípites y todo dorado.
Retablo y artesonado de la iglesia
Mi acompañante, Vicente, me señala las restauraciones que realizó, hace bastantes años, en el altar de San Antonio, donde la imitación al mármol de las columnas y todo el dorado fueron obra de sus manos.
Altar restaurado, por el artista, Vicente Arroyo Valero
Las voces de un pueblo, reunido en el templo, en este domingo, antesala de la Navidad, hicieron llegar a mis oídos y a mi mente un ¡Aleluya! que por momentos me impulsaron a meditar, en la alegría que se respiraba, gente mayor y otra de mediana edad, e incluso un bebé tiernamente en brazos de su madre.
La torre se levanta a la derecha de la cabecera con tres cuerpos más el de campanas, cuyos vanos llevan enjutas con azulejos.
Había que ver el cementerio antiguo, prácticamente como un pañuelo por su minúsculo tamaño, fue totalmente imposible, las atrocidades de hordas cavernícolas y salvajes, habían cometido atrocidades, con psicofonías, espiritismos, levantando sepulturas, habían obligado a cercar el recinto.
Teníamos
que descansar un poco y recuperar fuerzas, junto a la chimenea de un restaurante
que se ha convertido en el mayor de los naranjos, no podía tomar otro apelativo,
luciendo a sus puertas el rico producto que aquí se cría.
A
nuestros pies la vega repleta de naranjales y allá arriba por encima de los
últimos caseríos, tímidamente asoma la cabeza el blancor de la sierra,
jugueteando con un montón de cúmulos blancos creando un bello cuadro pictórico.
A nuestros pies la vega cubierta de naranjales
A nuestros pies la vega cubierta de naranjales
Había que alimentar no solo el espíritu, disfrutando de la mañana, sino también el cuerpo. Una ensalada, con un collar de medallones de carne cubiertos de guarnición, imprimirían energía para continuar recreándonos en las bellezas inigualables de este paraje encantador.
Contemplar
el Valle desde un sofá, al aire libre es todo un deleite, en un pasadizo donde
los naranjos dejan en la atmósfera las diversas tonalidades de colores con las
que se cubren, se respira un aire cargado de pureza y la vista se recrea en el
próximo pueblo que nos espera.
Hay
que apoyar el cuerpo sobre uno de los pilares, separadores de la baranda para proteger a los transeúntes del
campo inmenso de un mar de olas con navíos portando millares de pasajeros repletos
del rico néctar en sus entrañas, pilares decorados con motivos de cerámica con
esmaltes de diversos colores, haciendo juego con el paisaje.
Varias
motos supieron transportarme, siendo fieles compañeras de mi labor en el pasado,
todas cumplieron y se marcharon, no es mía ésta que con su color compagina con
el entorno, pero me hizo ilusión saludarla poniendo mis pies sobre ella.
Allá
al fondo Restabal, iluminado por los rayos de un sol que acaricia las encaladas
casas del próximo pueblo, parece una pequeña maqueta plantada al pie de la
montaña, ataviada con el verde de los pinares, con su torre de la iglesia
erguida povoneándose ante la multitud de ventanitas, que puntillean a modo de
minúsculos puntitos las fachadas de las viviendas, mientras un desnudo árbol se
coloca en medio de este enorme lienzo intentando robarnos parte de nuestro
pictórico cuadro.
Allá al fondo Restabal iluminado por un sol, que acaricia las fachadas de las casas
Allá al fondo Restabal iluminado por un sol, que acaricia las fachadas de las casas
Pueblo
blanco situado al Oeste del Valle de Lecrín, está considerado como el “Pulmón
del Valle”, es un privilegiado lugar que
cuenta con enclaves desde donde se pueden contemplar admirables vistas, así
como paseos por un bosque de pinos y olivos centenarios, arrullados
constantemente por el rumor que producen un sinfín de manantiales y arroyos, que
junto al río Santo, forman un verdadero paraíso acuífero.
Es un placer también visitar lugares como el Castillo y divisar desde allí la silueta de los tres barrios de las Albuñuelas: el Alto, el Bajo y el de la Loma; o bien adentrarse por sus angostas y estrechas calles, huellas de un pasado medieval, repletas de rincones pintorescos de singular belleza, acompañados por la amabilidad y hospitalidad de sus gentes.
Angostas y estrechas calles
Es un placer también visitar lugares como el Castillo y divisar desde allí la silueta de los tres barrios de las Albuñuelas: el Alto, el Bajo y el de la Loma; o bien adentrarse por sus angostas y estrechas calles, huellas de un pasado medieval, repletas de rincones pintorescos de singular belleza, acompañados por la amabilidad y hospitalidad de sus gentes.
Angostas y estrechas calles
Nos llamó expresamente la atención que algunas de sus casas estuvieran inclinadas como si se quisieran caer de espaldas, aquello aunque teníamos conocimiento producto del famoso terremoto que ocurrió el 25 de diciembre de 1884, y afectó especialmente a Albuñuelas, Murtas y Béznar, por el alto nivel de destrucción que causó en ellos.
Albuñuelas después del terremoto de 1884
Hubo muertos tan solo en los dos primeros, pero multitud de heridos en todos los pueblos del Valle de Lecrín, hasta el famoso Puente de hierro de Dúrcal tuvo que ser reparado.
Hubo muertos tan solo en los dos primeros, pero multitud de heridos en todos los pueblos del Valle de Lecrín, hasta el famoso Puente de hierro de Dúrcal tuvo que ser reparado.
En
las Albuñuelas el 70% de las casas en completa ruina, el 6% de muertos y el 30%
de heridos.
Albuñuelas
Nuestra visita a Albuñuela tenía como misión especial poder conectar con alguna persona longeva que nos pudiese narrar sucesos del pasado, que por tradición, oral o escrita, hubieran ido transmitiéndose de generación en generación..
Nuestra visita a Albuñuela tenía como misión especial poder conectar con alguna persona longeva que nos pudiese narrar sucesos del pasado, que por tradición, oral o escrita, hubieran ido transmitiéndose de generación en generación..
Preguntamos
a un señora que barría el portal de su casa y nos llevó al Barrio Alto, a casa
de una anciana que vive con su hija para poder interrogarla.
La
primera objeción que me hizo es que si su nombre no figuraba en ningún sitio,
estaba dispuesta a contarnos muchas cosas del pasado y del terremoto.
Prometimos
hacerlo así, y esta mujer de estatura pequeña, peinada con roete, blanquendo la
cabellera por los años que pregonaban su
edad, con una habilidad especial y lenguaje pueblerino, pero plagado de
sabiduría nos fue narrando lo que a continuación os voy a transcribir.
La
muerte del cura.
Albuñuelas
El cura estaba sentado en un sillón junto a la lumbre y próximo a él su cuñado el maestro de escuela, sintió el estremecimiento e instantáneamente se hundió la casa, sepultándolos entre sus ruinas.
El cura estaba sentado en un sillón junto a la lumbre y próximo a él su cuñado el maestro de escuela, sintió el estremecimiento e instantáneamente se hundió la casa, sepultándolos entre sus ruinas.
Terremoto de Albuñuelas
En una habitación próxima estaba la prima del cura, que quedó enterrada hasta el pecho en los escombros y pasó la noche en esta terrible situación, porque las autoridades y los vecinos no pudieron extraerla en aquellos momentos colocando en la tierra sobre la cabeza un farol encendido.
En una habitación próxima estaba la prima del cura, que quedó enterrada hasta el pecho en los escombros y pasó la noche en esta terrible situación, porque las autoridades y los vecinos no pudieron extraerla en aquellos momentos colocando en la tierra sobre la cabeza un farol encendido.
Allí
en aquel espantoso silencio de sepulcros que siguió a la catástrofe, la
desgraciada señora oyó por el espacio de media hora, el rezo del cura que
sepultado bajo los escombros a sus pies se encomendaba a Dios. A la media hora cesó el rezo. El infeliz
cura había espirado.
Aunque
sacada de la terrible situación al día siguiente la pobre señora no pudo
resistir las terribles consecuencias de aquella noche de espanto y murió en el
pueblo de Saleres donde se había ido a llorar sus desventuras.
Otro
suceso que nos contó esta dicharachera señora nonagenaria, fue el siguiente:
Un
vecino del pueblo llamado Juan García Jiménez, estando durmiendo tranquilamente
en la cama, sintió un ruido espantoso y un terrible golpe en el pecho, era la techumbre
de la alcoba, se había desprendido teniendo la fortuna de no resultar herido, se levantó
trabajosamente y como puso salió de entre los escombros. Se dirigió
inmediatamente y a tientas, porque la oscuridad era espantosa hacia la plaza
donde se encontró gran parte del pueblo llorando y dando grandes alaridos que
espantaban al espíritu más fuerte.
Albuñuelas
Allí cerca del palacio del arzobispo halló a su amigo Manuel Durán escarbando en los escombros de una casa donde aquella noche había el velatorio de un niño muerto. Aproximándose otros vecinos pudieron extraer de las ruinas a Ceferino Quesada Castilla sin que fuera posible sacar a los otros que allí estaban sepultados. Nos dirigimos después hacia otra casa hundida, entre cuyos escombros se escuchaba espantosos gritos y pudimos extraer a Antonio Castillo y su madre.
Se acordó de su tía Aurora cuya casa también se encontraba en ruinas y con auxilio de Juan Ruiz, lo amarró con una soga por la cintura lo descolgó por la chimenea, estando en esta operación cayó sobre él una gran cantidad de materia, haciéndole perder el equilibrio tan fuerte golpe y allí se hubiera muerto si su compañero Ruiz no hubiese tirado de la cuerda. Lastimado y aturdido cuando se repuso, vino a Granada a comunicar la noticia y hasta los tres días no llegaron los primeros auxilios.
Albuñuelas
Albuñuelas
Allí cerca del palacio del arzobispo halló a su amigo Manuel Durán escarbando en los escombros de una casa donde aquella noche había el velatorio de un niño muerto. Aproximándose otros vecinos pudieron extraer de las ruinas a Ceferino Quesada Castilla sin que fuera posible sacar a los otros que allí estaban sepultados. Nos dirigimos después hacia otra casa hundida, entre cuyos escombros se escuchaba espantosos gritos y pudimos extraer a Antonio Castillo y su madre.
Se acordó de su tía Aurora cuya casa también se encontraba en ruinas y con auxilio de Juan Ruiz, lo amarró con una soga por la cintura lo descolgó por la chimenea, estando en esta operación cayó sobre él una gran cantidad de materia, haciéndole perder el equilibrio tan fuerte golpe y allí se hubiera muerto si su compañero Ruiz no hubiese tirado de la cuerda. Lastimado y aturdido cuando se repuso, vino a Granada a comunicar la noticia y hasta los tres días no llegaron los primeros auxilios.
Albuñuelas
Llegaron algunos fondos para auxiliar a las personas que se habían quedado absolutamente sin nada, estas ayudas las recogió el señor alcalde, como era del partido conservador, en lugar de entregarlas a los damnificados se las repartió entre los del partido conservador.
Corruptos los ha habido en todas las épocas. Qué le vamos a hacer, la historia se sigue
repitiendo en ese aspecto.
Damnificados del terremoto de Albuñuelas
Damnificados del terremoto de Albuñuelas
Había que continuar, la tarde abreviaba, el sol se iba adormilando y teníamos que llegar a nuestro objetivo final.
Los gigantescos pinos van a ser los que nos contemplen al ir ascendiendo, entre las diversas curvaturas que serpentean enroscadas a la montaña, mientras en la lejanía los pequeños pueblos esparcidos por el valle se abanican con el aire que esparcen las aspas de los modernos y descomunales mastodontes molinos de viento, a los que jamás D. Quijote se habría atrevido a desafiarlos, porque nunca podría haber alcanzado sus aspas.
Pinos
del Valle nos saluda, no tuvieron los
ancestros de estas tierras, que con tal nombre lo bautizaron, dificultad alguna
para elegir el sello de reclamación para nombrarlo, porque hubiera sido
totalmente ingrato elegir otro cualquiera, cuando solamente los pinos,
eufóricamente desarrollados, cubren el cuerpo de este pueblo, algunos se
pavonean y jactan de impedirnos la visión del paisaje que pocos kilómetros
atrás nos lo permitía.
Lavadero público de Pinos del Valle
Lavadero público de Pinos del Valle
Solo se escucha el murmullo del agua que corre por el lavadero público que ha quedado como monumento histórico del pasado, pero se echa de menos el cuchicheo de las mozas comentando las aventuras amorosas que circulan por el pueblo, la gresca que tuvieron la María y la Pepa del barrio alto, por una pelea de sus chicos, o el sermón del domingo por el joven cura párroco que viene de la capital con aires de modernidad,
en el que no todas las presentes estaban de acuerdo, sobre toda las mujeres ancladas en las tradiciones del pasado, y en una moral que no encaja en las mentes de la juventud que prolifera con aires de renovación; el golpeteo de la ropa sobre la dura piedra de lavar, al ritmo de los cantos populares seguido a coro por el grupo de las zagalas más jóvenes que impregnan el ambiente con los villancicos de Navidad.
Cristo del Zapato
Pinos del Valle tiene una posición estratégica, se encuentra colgado sobre la presa de Béznar, y arropado a la sombra del monte Chinchirina, coronado por la ermita del Cristo del Zapato, formado por tres barrios Alto, Bajo y las Eras desde donde se pueden disfrutar las mejores vistas del pantano y del resto de la comarca. Posee numerosos manantiales que riegan sus fructíferas tierras, y la abundancia de olivos, almendros y agrios, le dan una gran riqueza constituyendo la base de la agricultura.
La
torre de la iglesia terminada en una cúpula redonda, próxima a la carretera es una de las tres que existen ya que cada
barrio tiene su iglesia propia.
Un
abanderado de rodillas, agitando un estandarte que jamás ha ondeado, por grandes
y fuertes que hayan sido los vientos, porque el peso del bronce se lo impide, nos
indica el camino a seguir hasta llegar al pantano, comúnmente denominado Presa
de Béznar.
El abanderado
El abanderado
El pantano se ahoga solo, y aunque parezca un contrasentido, esta es la realidad, se ahoga por falta de agua, es un ahogo lento que nos deja ver lo más íntimo de sus entrañas, la sequía enorme que padecemos lo ha debilitado y por el canal del aliviadero no se derraman apenas lágrimas.
Impresiona
la gran mole de cemento que empuja y hace esfuerzos por contener lo millones de
metros cúbicos de agua allí hechos prisioneros, que serán la alacena que
almacena el alimento que haga fructificar las tierras y los productos de
aquellos entornos.
Presa de Béznar
Presa de Béznar
La
Venta de las Angustias, punto obligado de descanso de los domingueros, los que
íbamos a tomar el sol a la playa, para volver hechos sardinas convertidas en
espetos, con las ampollas a flor de piel y al rojo vivo, duerme el sueño eterno
al dejarla abandonada la nueva autovía que ha arrasado con toda clase de negocios
que se adherían a la antigua carretera.
La Venta de las Angustias duerme el sueño de la eternidad
La Venta de las Angustias duerme el sueño de la eternidad
Hay un silencio enorme, solo el graznido de los grajos, el zureo de alguna paloma que anida por aquellos entornos, es el único lenguaje que se percibe, sus llamadas resuenan, en la serenidad y tranquilidad como si se rasgara una tela, sus ruidos son continuados como el agua de un arroyo, también vemos varias decenas de cuervos que con la caída del sol se reúnen allí y salpican con ásperos y negros rotundos croares que rompen la armonía del entorno.
Grajos en el puente Tablate
La ermitica de las Angustias sigue allí toda blanca e inmaculada esperando la llegada de aquel que cumple con una promesa, del labriego que espera el milagro de la lluvia, y le ofrece una bolsa de castaña, o del matrimonio emigrante venido de la Argentina a pasar unos días y no quiere marchar sin dar un adiós de despedida a la Reina del Cielo. Ramos de flores y numerosas velas de color rojo encendidas le dan vida y pregonan a los cuatro vientos que está en actualidad.
Ermita de las Angustias
Hace un tiempo fue asaltada por unos desaprensivos que quisieron llevarse el dinero del cepillo haciendo un butrón en la parte posterior próximo al altar, pero la fuerte armadura del cepillo que contenida las prebendas monetarias, que le dejaban los visitantes, se lo impidió.
La Virgen de las Angustias de la ermita
La vista se pierde entre la oscuridad y la maraña de zarzales y matorral que puebla la drástica pendiente que forma el curso del barranco de Tablate. Sólo se percibe el sonido de los pájaros y del agua que se intuye en la profundidad del abismo situado a un centenar de metros más abajo. Caminar por la estrecha calzada bordeada por pretiles de cantos rodados, es franquear la verdadera puerta de entrada a Las Alpujarras, la ruta de los moriscos, el paso estratégico para el control de un territorio cuyo nombre en árabe significa “indomable”.
El autor de este post, en el Puente Tablate
El puente nazarí está oculto, hay que buscarlo, asomarse al pretil de la antigua Carretera de Motril, para conocer y disfrutar de uno de los lugares más transcendentales de la historia de Granada Medieval, encuadrado en un paisaje donde la biodiversidad de la ribera, tajos y roquedos, se hacen patente con una simple mirada.
Los dos puentes de Tablate, el antiguo y el moderno
Se oyen los cernícalos, anidan aviones roqueros, hay parejas de cobayas negras que con su cola blanca se sitúan en los salientes rocosos y zorros que se mueven entre los cortados por pasos que ya fueron utilizados por pobladores históricos hace cuatro mil años.
Cobaya
zorro
El Puente de Tablate, puerta de entrada a Las Alpujarras, el centenario puente que vio correr la sangre como si fuera un río en la batalla que se libró entre la morisca sublevada capitaneado por Aben Humeya y el bando cristiano, varios son los escritores que han dejado en letra impresa lo que sucedió en esta batalla.
Batalla del Puente de Tablate
En el año 1499 fue destruido por los moriscos sublevados de la cora alpujarreña para evitar el paso de las tropas cristianas de los Reyes Católicos.
La
batalla más dura se dio en el 1569, las
tropas de Felipe II, mandadad por D. Juan de Austria, hermanastro de Felipe II
hicieron correr ríos de sangre derrotando a los moriscos capitaneados por Aben
Humeya.
En el puente de Tablate de construcción moderna, como si fuera la armadura de un caballero, con la que se quiere cubrir el cuerpo de la carretera que conduce a un pueblo serrano, donde el lenguaje que allí se utiliza es el agua en distintas versiones, Lanjarón, puerta de entrada a Las Alpujarras, donde el escritor Pedro Antonio de Alarcón en un viaje a este privilegiado lugar expresó en voz alta: "ha llegado el momento de dejar la pluma para coger los pinceles".
Monumento dedicado a la entrada a Las Alpujarras
En este puente moderno, recientemente, hace poco más de un año se libró otra batalla.
-¿De verdad, señor escritor?
-Si querido lector.
-Pues no se ha hablado ni se ha dicho absolutamente nada en los medios de comunicación, ni en las redes sociales.
Ha sido una batalla de tipo psicológico.
-Pues si no se aclara y nos lo explica, nos vamos a quedar en ayunas.
El Bungee jumping, es un deporte extremo que consiste en hacer un salto al vacío, desde una considerable altura desde un puente generalmente con una conexión desde los tobillos a una cuerda elástica, que permite, primero, caer acelerando, luego amortigua la caída y provoca rebotes.
-¿Y qué tiene que ver todo esto con la batalla de Tablate?
Nada en absoluto, ésta ha sido una batalla de nervios, de momentos inquietante de y de tensión de saber que dos familiares muy allegados a mi persona, un día decidieron lanzarse a los aires como pájaros voladores para experimentar la sensación de la que disfrutan las diversas aves que surcan los espacios y un desafío a las leyes de la Naturaleza.
María y Antonio
María y Antonio son los protagonistas de ésta, para mi, gran hazaña, nos hicieron pasar un preámbulo de nervios indeseados rallando en la desesperación para conseguir salir victoriosos cuando triunfaron en este salto al vacío.
-¡Vaya hombre! ¡No creo que sea para tanto!
Según, desde el punto de vista que se mire, porque pocos días después en el mismo lugar, una chica perdió la vida al fallar el sistema.
En el puente de Tablate de construcción moderna, como si fuera la armadura de un caballero, con la que se quiere cubrir el cuerpo de la carretera que conduce a un pueblo serrano, donde el lenguaje que allí se utiliza es el agua en distintas versiones, Lanjarón, puerta de entrada a Las Alpujarras, donde el escritor Pedro Antonio de Alarcón en un viaje a este privilegiado lugar expresó en voz alta: "ha llegado el momento de dejar la pluma para coger los pinceles".
Monumento dedicado a la entrada a Las Alpujarras
En este puente moderno, recientemente, hace poco más de un año se libró otra batalla.
-¿De verdad, señor escritor?
-Si querido lector.
-Pues no se ha hablado ni se ha dicho absolutamente nada en los medios de comunicación, ni en las redes sociales.
Ha sido una batalla de tipo psicológico.
-Pues si no se aclara y nos lo explica, nos vamos a quedar en ayunas.
El Bungee jumping, es un deporte extremo que consiste en hacer un salto al vacío, desde una considerable altura desde un puente generalmente con una conexión desde los tobillos a una cuerda elástica, que permite, primero, caer acelerando, luego amortigua la caída y provoca rebotes.
-¿Y qué tiene que ver todo esto con la batalla de Tablate?
Nada en absoluto, ésta ha sido una batalla de nervios, de momentos inquietante de y de tensión de saber que dos familiares muy allegados a mi persona, un día decidieron lanzarse a los aires como pájaros voladores para experimentar la sensación de la que disfrutan las diversas aves que surcan los espacios y un desafío a las leyes de la Naturaleza.
María y Antonio
María y Antonio son los protagonistas de ésta, para mi, gran hazaña, nos hicieron pasar un preámbulo de nervios indeseados rallando en la desesperación para conseguir salir victoriosos cuando triunfaron en este salto al vacío.
-¡Vaya hombre! ¡No creo que sea para tanto!
Según, desde el punto de vista que se mire, porque pocos días después en el mismo lugar, una chica perdió la vida al fallar el sistema.
Nuestra
última batalla era conquistar el pueblo fantasma, Tablate, nos informaron que
había que coger dirección Lanjarón y raudos seguimos las orientaciones, el
pueblo ansiado no se divisaba por ningún
lado, solo sentíamos el rugir de las aspas de los enormes molimos de
viento,
que giraban y giraban e incluso en esa música lenta pero repetitiva, parecía que nos indicaban que nos habíamos equivocado, en nuestra incesante búsqueda; las naves de embotellamiento de aguas de Lanjarón nos dieron el alto y vuelta a empezar de nuevo; fue un labriego, de conversación poco comprensible, el que nos puso en camino.
Envasado de las aguas de Lanjarón
que giraban y giraban e incluso en esa música lenta pero repetitiva, parecía que nos indicaban que nos habíamos equivocado, en nuestra incesante búsqueda; las naves de embotellamiento de aguas de Lanjarón nos dieron el alto y vuelta a empezar de nuevo; fue un labriego, de conversación poco comprensible, el que nos puso en camino.
Envasado de las aguas de Lanjarón
-A poco de comenzar la desviación de la carretera que va a Lanjarón, a la izquierda verán un pastor con sus ovejas, suban por ahí.
El
sonido de los cencerros y el balar de alguna de las que se arropaban en un
aprisco que intentaba acunarse, como en aquellos momentos lo hacía el sol,
fueron las pistas que nos señalaron el camino a seguir.
Camino
que añora las pisadas de los humanos, camino donde los pedruscos deambulan a
sus anchas, y donde un tropezón que otro nos fueron acompañando en nuestra lenta subida.
Bolitas
negras desperdigadas, que no eran aceitunas, algunas se reventaban, dejando
sentir el sonido de un quejido al pisarlas, era la prueba fehaciente, de que muy
cerca estaba el origen que las había depositado.
Subida al pueblo de Tablate
Subida al pueblo de Tablate
En un pequeño altozano, estático como una fiel estatua, guardián del rebaño, se encontraba el zagal que las cuidaba, esperando que los últimos rayos del sol dejaran levemente la calidez sobre una piara de animales que se agrupaban apretando sus cuerpos cubiertos de vellones, para formar un solo cuerpo.
Pueblo de Tablate
De pronto, como un fantasma, se nos presentó sin avisarnos, aparecieron las ruinas de un pueblo llamado Tablate, que hace veinticinco años dejó para siempre el cobijo y presencia de humanos, para pasar a la total ruindad.
Tablate
Daba la impresión de que habíamos entrado en un pueblo abandonado del Oeste Americano, donde solo se escuchaba el silbido de una música que la originaba el vientecillo que se estrellaba sobre las sinuosas deformes ruinas de un pueblo totalmente abandonado.
La esbelta, pero totalmente envejecida por la marca de las huellas que el tiempo le ha propiciado, la torre de la iglesia, es la primera asta vertical que nos mira, lamentándose hacia un cielo que ha perdido el azul intenso del día, para ir cambiando con el tornasolado arco de colores que deja el sol que se despide.
El sol se despide de Tablate
Es el único bastión que se mantiene firme y erguido, pero arrastrando los harapos de su cuerpo totalmente mancillados por los vientos, mareros o serranos, que van lentamente lamiendo sus muros para dar, con el paso del tiempo, con ella en el suelo como ha ocurrido con los demás edificios.
La torre de la iglesia se mantiene erguida
Nuestros pasos quieren escudriñar todos los rincones de este poblado fantasma, algunas madejas de maleza se arrastran ante nosotros, pasan por nuestro lado y me parece escuchar el silbido clásico de las películas del Oeste Americano.
Madejas de maleza arrastradas por el viento
Mi
amigo Vicente, el gran pintor, está completamente emocionado, no para su cámara de plasmar en su retina todo lo que se le muestra por delante.
Me llama:
Me llama:
-Pepe,
mira que encuadre más maravilloso para pintar un lienzo, fíjate en ese árbol.
Extrañado
le pregunto:
-¿Qué
has visto en este pobre árbol?
-¡Pero
hombre de Dios! ¿No ves cómo están las hojas caídas?
-Vicente,
¿yo no veo nada?
-Están
completamente enrojecidas, coloradas, se han avergonzado al dejar al árbol
completamente desnudo.
Panorámica de Tablate al atardecer
Panorámica de Tablate al atardecer
Aquello me hizo meditar, y pensar que a nosotros también nos llega nuestro otoño, se nos caen la hojas de los seres queridos que se han marchado para no volver, solo nos queda el recuerdo de sus acciones, se nos caen las ilusiones, se nos van cayendo las carnes, que se van relajando, por más que queramos mantenerlas como estaban en la primavera de la juventud, se nos caen los seres queridos que nos rodean porque se van distanciando: hijos, nietos y amigos por sus propias exigencias familiares, se marcha el sueño plácido de la mocedad, se va descomponiendo el ente de nuestro yo, se va cambiando la lozanía, y nuestro semblante, a veces, ni lo reconocemos cuando nos miramos al espejo.
-Medina,
¿qué piensas?, le comento mi otoño y me dice:
-mi otoño, es un otoño de infinidad de hojas recogida de todo el mundo y guardadas en un enorme libro, el libro de mi vida, hojas que son el claro símil de mis vivencias: éxitos y fracasos, holganzas y trabajos, alegrías y penas, victorias y decepciones, ilusiones y frustraciones, un enorme terremoto un día sacudirá mi libro y todas las hojas caerán, será la evidente señal de mi muerte.
-mi otoño, es un otoño de infinidad de hojas recogida de todo el mundo y guardadas en un enorme libro, el libro de mi vida, hojas que son el claro símil de mis vivencias: éxitos y fracasos, holganzas y trabajos, alegrías y penas, victorias y decepciones, ilusiones y frustraciones, un enorme terremoto un día sacudirá mi libro y todas las hojas caerán, será la evidente señal de mi muerte.
-Si es cierto, amigo Medina, pero es la realidad de la vida.
-Vicente dejemos a un lado la tristeza, y disfrutemos este final del día como algo
maravilloso mira, entra aquí observa los actos vandálicos dentro de la iglesia.
Las reflexiones dentro de aquel abandonado lugar de meditación y oración durante la existencia de un pueblo, con vida propia, asaltan mis pensamientos en un instante, y escenas cotidianas deambulan por mi mente: labriegos, vareando las olivas, recogiendo las aceitunas, el sonido distante casi imperceptible de la esquila de las yuntas de bueyes, arando en la lejanía del campo donde se pierde la vista,
el sonido de bronce que sale del campanario, las llamas de las velas tintineando debajo de un pequeño altar, suplicando al santo del día, que se cumpla tal o cual petición. las asiduas beatas dejando el monótono canturreo repetitivo de los rezos, en una iglesia medio oscuras, reflejando las sombras de sus siluetas, sobre unos muros que claman les maquillen sus paredes, el pregón del pescadero que llega con su bicicleta cargada del plateado color de los boquerones de Motril, las vecinas que vienen del lavadero público con sus canastas repletas de blanca ropa recién hecha la colada, para ir a tenderla en la verde hierva del campo...., lo que es la vida diaria de una pequeña aldea en plena efervescencia .
También a los depredadores rompiendo desaforadamente, sin el menor reparo, para llevarse el artesonado, el pequeño armonio que tantas veces acompañó, con el sonido salido del pedaleo de un viejo fuelle que respira a golpe de pedal, los cantos religiosos, cometiendo sacrilegios y desmanes, por acá y por acullá.
La Iglesia de Tablate
Las reflexiones dentro de aquel abandonado lugar de meditación y oración durante la existencia de un pueblo, con vida propia, asaltan mis pensamientos en un instante, y escenas cotidianas deambulan por mi mente: labriegos, vareando las olivas, recogiendo las aceitunas, el sonido distante casi imperceptible de la esquila de las yuntas de bueyes, arando en la lejanía del campo donde se pierde la vista,
el sonido de bronce que sale del campanario, las llamas de las velas tintineando debajo de un pequeño altar, suplicando al santo del día, que se cumpla tal o cual petición. las asiduas beatas dejando el monótono canturreo repetitivo de los rezos, en una iglesia medio oscuras, reflejando las sombras de sus siluetas, sobre unos muros que claman les maquillen sus paredes, el pregón del pescadero que llega con su bicicleta cargada del plateado color de los boquerones de Motril, las vecinas que vienen del lavadero público con sus canastas repletas de blanca ropa recién hecha la colada, para ir a tenderla en la verde hierva del campo...., lo que es la vida diaria de una pequeña aldea en plena efervescencia .
También a los depredadores rompiendo desaforadamente, sin el menor reparo, para llevarse el artesonado, el pequeño armonio que tantas veces acompañó, con el sonido salido del pedaleo de un viejo fuelle que respira a golpe de pedal, los cantos religiosos, cometiendo sacrilegios y desmanes, por acá y por acullá.
La Iglesia de Tablate
Así, paso tras paso, recorrimos las pocas callejas ruinosas de un pueblo fantasmagórico, mientras el sol se tapaba con la sábana oscura del atardecer, la montaña se había convertido en un oscuro ogro que devoraba las casitas blancas del pueblo, que en la lejanía se nos iban perdiendo.
Atardecer desde el pueblo de Tablate
Las ovejas dejaban de balar y el pastor acompañado de su zurrón con el resto de viandas no consumidas, esperaba pacientemente la arsina que lo trasladaría a Lanjarón.
El pastor espera la llegada de la arsina
En la lejanía se escuchaba el gemir del guardián del aprisco, que con leves ladridos mantendría la guardia del rebaño, impidiendo que cualquier alimaña tuviera la más mínima intensión de producir daño alguno al tesoro que su dueño le había encomendado.
Nuestra última mirada contempla un campo sereno completamente plano, lleno de verdor, unos olivos cargados de aceitunas, la modernidad representada en el viento que dejan los molinos para airear y retirar toda la desolación, asomándose disimuladamente entre las callejas ruinosas, para lanzar un grito de esperanza llamando a los que un día se evadieron o a su descendencia, para que vengan a sacar de las ruinas a un villa que pide la resuciten.¡Ojala! este vaticinio algún día se haga realidad.
El aire de los molinos intenta recuperar, la ruindad vecina.
Ya en la carretera, con nuestros cuerpos reposados en el que durante todo el día nos había llevado de un sitio para otro, fueron pasando por nuestra mente todas las vivencias que con tanta intensidad habíamos experimentado.
A la vuelta de este delicioso día, por nuestra mente se sucedían todas las escenas de esta jornada
Siempre
nos serenaría, como broche final de una jornada que quedará grabada para
siempre en la mente de dos personajes que han vivido la riqueza de un Valle, llamado
Lecrin, unos toques de guitarra,
Vicente y su guitarra
de un artista de cuyas manos han salido las mejores obras pictóricas, escultóricas, ceramistas o de bellos dorados, aquí os dejo un breve muestrario de las obras de Vicente Arroyo Valero.
Vicente y su guitarra
de un artista de cuyas manos han salido las mejores obras pictóricas, escultóricas, ceramistas o de bellos dorados, aquí os dejo un breve muestrario de las obras de Vicente Arroyo Valero.
Amigo Pepe:A estas alturas de mi vida, no he llegado a entender ni comprender, una frase dicha con cierta desgana e insatisfacción por algunas personas, no faltos de formación y con un nivel cultural adecuado,"ESTOY ABURRIO". Tu dirás a que vendrá esto ahora, pues viene a que tu no conoces el significado de esa pobre frase, aunque este dicha en activa en pasiva o en perifrastica; este sin par recorrido que habéis realizado tu y Vicente, habría que añadirlo, como un capitulo más al libro que escribiera nuestro pisano Pedro António de Alarcón sobre la Alpujarra, La Indomita, o más bien como introducción a la misma, porque toda vuestra jornada se ha efectuado por sus aledaños, y con reaños. no has olvidado ningún aspecto a tener en cuenta, la fotografía, la agricultura, la arquitectura, la sociología, el medio ambiente, el clima, las misteriosas fuerzas teluricas, incluso el cine; al ver el arbusto seco rodar por el camino, pensé en el bueno, el feo y el malo, solo que habría que cambiar el titulo. por el de el bueno y el mejor, sin pistolas, solo armados hasta los dientes de ilusión, observación, comprensión, aceptación y amor por su tierra y por sus gentes, por sus paisajes pictóricos y costumbristas, vistos por ojos expertos de artistas consumados, este viaje, si me hubieres avisado, el nuevo Polo hubiera tenido que tirar de un tercer pasajero, aunque a fe de razón, tengo que reconocer que sin estar presente, te has explicado tan bien con tanto lujo de detalles, que la percepción ha sido casi igual que en persona, solo que no he respirado el aire sano del valle de LECRÍN. Yo si tuviera algún poder, a los aburrios los denunciaba, !Aburrios en Granada¡Acabo de llegar de Málaga a Sevilla y me he encontrado con esta sorpresa tan agradable y tan instructiva, creo que debes de hacer una especie de guía turística para todos los pueblos del valle, te lo agradecerán y quizá te hagan hijo adoptivo, yo si fuera alcalde lo promovería. Un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Cuadros.
ResponderEliminarEstimado Pepe, en primer lugar, y aunque aparentemente resulte raro, pedir disculpas por el atraso en contestar a tu comentario, pero no ha sido el aburrimiento del que tú haces una excelsa apología el causante de éste lapsus de tiempo el que me ha impedido realizar una disquisición, sino todo lo contrario, la cantidad de tareas a las que me he visto avocado.
EliminarAunque ha pasado un largo espacio, sin embargo todavía brilla en mi pupila la grandeza de un valle que, como suele ocurrir con la cantidad de inagotables bellezas que encierra esta tierra de María Santísima, son desconocidas para los granadinos. Y te voy a ser sincero conocía el Valle de Lecrín por haber ido alguna vez por allí, muchas veces de pasada cuando en mi "seillas" los domingos con mi familia bajábamos a la playa por aquella carretera ziszagueante era obligado entrar en Talará para comprar la torta de chicharrones en el horno moruno; atravesando un día los Llanos de Contra en la vespa me dio la lata la bujía y tuvimos que parar varias veces, pero nunca tuve la oportunidad de calar en sus propias entrañas de remover sus "intestinos" y profundizar en los más entrañables tesoros que guarda, ahora voy con frecuencia a la imprenta de Lecrín con el tema de la revista, pero siempre es de una forma laboral sin entrar a profundizar en los encantos que tiene.
Ha sido precisamente en dos jornadas diferentes en las que creo le he sacado el máximo de provecho.
La primera fue simplemente de exploración para la preparación de un terreno que para mi intimidad había estado en barbecho durante muchos años si calar profundamente en su contenido.
Recuerdo haber ido una vez a Cónchar donde se cría ese excelso fruto cuyo interior está compuestos por esos rubís rojos que le dan nombre a nuestra ciudad, después he visita muchas veces sus pueblos, Dúrcal, Nigüelas por donde mis botas gore-tex dejaron la huella en alguno de mis paseos cuando lo hacía como senderista, y la segunda ha sido últimamente cuando he entrado a saborear el perfume del azahar, el color maravilloso de sus naranjales, a llenar mi retina de bellos paisajes, a conectar con sus gentes a disfrutar de su rica gastronomía, a hacer de explorador buscando las ruinas de un pueblo desaparecido, a trasladarme a la época de la reconquista y meditabundo y soñador apoyado sobre el viejo Puente de Tablate, ver como se despedazaban en lucha encarnizada moros y cristianos. Este fue el paso obligado para entrar en La Alpujarra, fue destruido por los mudéjares para impedir el paso de las tropas cristianas en la revuelta de 1491.
Al inicio de la Guerra de La Alpujarra fue totalmente desmantelado por los moriscos para impedir el paso de las tropas cristianas mandadas por el Marqués de Mondéjar, pero fue reconstruido provisionalmente y tomar la posición tras sostener una reñida batalla en el lugar el 10 de enero de 1569.
¡Cuántos y cuántos, recuerdos de este maravilloso valle recomendable para disfrute del cuerpo y del espíritu.
Un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Medina.
Comentario de Chari C. Alonso.
ResponderEliminarEs un relato precioso, ya lo leí ayer, pero me quedé tan emocionalmente impactada que no le pude escribir nada, porque se me agolpaban tantas vivencias y tantos sentimientos profundos que me era imposible.
Mi familia materna era toda de Las Alpujarras, mis tíos fueron los dueños de la Venta de las Angustias, y yo pasaba allí temporadas. Es aún y me trabo al escribir, no puede imaginarse cuando iba leyendo, con esa delicadeza con la que describe los paisajes y lo sucedido en esas maravillosas tierras por donde de la mano de mi madre y acompañada de prima y tías yo había saboreado la felicidad de la niñez, lo que sentía al ver la ermita de las Angustias en esa carretera que tantas veces recorrí para visitar a mi abuela en Lanjarón.
En fin, no puedo seguir porque me pongo a llorar de pura nostalgia. Mi admiración y agradecimiento es tanto que no puedo expresárselo D. José, únicamente decirle que es un artista del sentimiento, que le admiro por su gran sensibilidad y su buen hacer y que le deseo un 2018 cargado de cosas buenas y de mucha salud para que siga con sus excursiones y con sus escritos que tanto me hacen disfrutar.
Comentario de José Luis Fernández
ResponderEliminarLo he vivido, lo he sentido, lo he olido, todo el relato de tan hermoso viaje....., los sentimientos, los recuerdos, los paisajes, los recuerdos olvidados..., todos han ido volviendo como a borbotones. Gracias por hacerme feliz con tan bella prosa.
Feliz año entrante, y que la salud y suerte te acompañe siempre!!!
Comentario de Miguel Carrascosa Salas.
ResponderEliminarQuerido José¨
Adamirable crónica sobre el Valle de Lecrín. Me ha sorprendido de nuevo por la abundancia de datos,la claridad y atractivo de la narración y el apoyo fotográfico que completa, aclara y enriquece en texto.
¡Enhorabuena! ¡Que el 2018 te siga brindando nuevos frutos de su insaciable inspiración....! Un fuerte abrazo.
Miguel J. Carrascosa
Comentario de Juan Sánchez Ocaña.
ResponderEliminarPepe.Eres fecundo hasta el extremo. Los datos históricos, los paisajes de los pueblos de Lecrín, sus iglesias sus costumbres, su anecdotario..., todo te interesa y lo plasmas en tu post. Hoy acompañado de ese polifacético artista. Tal para cual.Disfrutáis con la naturaleza y eso es un don que debéis seguir cultivando. Parece que tenéis veinte años. Enhorabuena, y que el nuevo trecho del camino del tiempo, el nuevo año, os abra horizontes nuevos en el deleite de la naturaleza, de la historia y de las gentes sencillas. Felicidades. Un abrazo. Juan.