Todos
tenemos un baúl, de los recuerdos, donde evocamos, momentos del pasado, en su
seno buscamos, cuando meditamos e incluso cuando soñamos, hechos trasnochados
del pasado.
Recordemos alguna de las estrofas que cierta cantante
puso en boga en tiempos pasados: “Buscando
en el baúl de los recuerdos/ Cualquier tiempo pasado nos parece mejor/ Volver
la vista atrás es bueno a veces/ Mirar hacia delante es vivir sin temor/
El desván
Hoy he entrado en “el desván” de mi casa
donde guardo y conservo, con cariño, muchas de mis obras tanto de pintura, escultura, fotografía,
y cómo no, de literatura.
Entre
los diversos escritos, sobre los que he ido lentamente pasando mis manos,
algunos de ellos amarillentos por el trascurrir del tiempo, otros más lozanos y
recientes, en un periodo de tiempo durante el que mis manos y mi mente,
deslizaban el bolígrafo sobre la nívea textura del papel para dejar plasmado
aquellos momentos trascendentes, que en el devenir cotidiano iban pasando, me ha llamado curiosamente la atención dos que titulé: IN MEMORIAM DE ANTONIO
FERNÁNDEZ MORENO. TALISMÁN. Otro denominado, UN VACÍO IMPOSIBLE DE LLENAR.
Hay
vates que han pasado a la historia por su riqueza poética, cuyos nombres son
más que conocidos y que no voy a traer a colación en este momento, sin embargo
hay y hubo otros muchos que dejaron su inspiración lírica plasmada, en su forma
de vida, en cuartillas para satisfacción personal, la de sus familiares y de otros muchos.
Antonio Fernández Moreno, "Talismán".
Antonio Fernández Moreno, "Talismán".
Josefina Manzano Villalba
Este es el caso que, en estos momentos, he desempolvado para dar a conocer a la persona de Talismán, seudónimo con el que registraba sus poemas, Antonio Fernández Moreno, y la de Josefina Manzano Villalba.
Este es el caso que, en estos momentos, he desempolvado para dar a conocer a la persona de Talismán, seudónimo con el que registraba sus poemas, Antonio Fernández Moreno, y la de Josefina Manzano Villalba.
Han
pasado algunos años desde que “Talismán” y Josefina nos dejaron, sin embargo me
ha parecido prudente traer hoy a colación las misivas que les dirigí a sus
hijos y demás familia en aquellos duros momentos, y no me motiva en este
instante sacar a relucir aquellas situaciones de dolor sino todo lo contrario,
la alegría de recordar a dos seres queridos que llevan tiempo gozando de las
delicias de la eternidad.
Cante Jondo
Antonio,
conocido con el sobrenombre de “Talismán” fue un escritor especializado en
temas de la ciudad y de su barrio (el Albayzín) y un iluminado comunicador de las
esencias del cante jondo, a través de una prosa poética a la que no eran ajenos
Gabriel Miró, Juan Ramón Jiménez o Federico García Lorca de Impresiones y paisajes. Vivió siempre
entregado al arte, inculcando a los hijos el amor hacia la cultura y haciendo
de ellos, junto a su esposa Josefina Manzano Villalba –mujer de personalidad
cautivadora, también poeta y además excelente rapsoda- el jardín familiar donde
Ninfa, Preciosa, Azucena y Reynaldo supieron satisfacer el sueño de sus
progenitores, muy especialmente con su amor a la música y el respeto a los
valores éticos que en aquel hogar se hicieron llama y ejemplo.
Plaza Larga, un día de la Cruz
Sacromonte. Óleo de José Medina Villalba
Su
obra Teoría del cante jondo, es una
joya de la que se han hecho varias ediciones e incluso con traducción al
inglés. Licenciado en Teología recorrió los caminos líricos aquellos para
andar por el aire, entre plazuelas y jazmines de su barrio, como lo
hicieran otros contemporáneos: Manuel Benítez Carrasco, Rafael Guillén y José
G. Ladrón de Guevara.
D. Andrés Manjón y Manjón
Dialogando en determinados momentos con San Juan de la
Cruz, o con santos sin peana como Don Andrés Manjón, fundador de las Escuelas del Ave María.
Su
presencia en periódicos locales Ideal,
Patria, Granada Hoy, en revistas de ámbito nacional como Bib-Rambla se convertirían para el
lector en verdaderas reflexiones.
Reynaldo Fernández Manzano
Antonio
y Josefina supieron transmitir a sus hijos, el amor a las bellas artes en
especial a la música. Su hijo Reynaldo Fernández Manzano, Director del Centro
de Documentación Musical de Andalucía y del Festival de Música Especial en
Cádiz, sobradamente conocido por sus dotes musicales y labor de investigación
en pro de la música de todos los tiempos,
Azucena Fernández Manzano
junto a su hermana Azucena, excelente pianista, profesora
titular de música y directora de orquesta filarmónica, son un fiel reflejo de
esos condicionamientos que Antonio Fernández Moreno y Josefina Manzano
Villalba supieron transferir con sus
genes a sus descendientes.
A
continuación la epístola que dirigí, en esos momentos trágicos, a la familia
Fernández Manzano, con la que quiero rememorar la evocación de un albaicinero que
dejó huella.
Carrera del Darro, camino diario de nuestros dos albaicineros.
Acuarela de José Medina Villalba
Se
nos ha ido nuestro amigo, nuestro socio, nuestro avemariano, nuestro poeta,
nuestro enamorado de la esencia pura del Albayzín, de la Granada sin
adulteraciones, de la naturaleza, de la belleza en una palabra.
Cuesta del Chapiz, la calle de su residencia
Óleo de José Medina Villalba
Se ha marchado al reino eterno para
engrosar la lista de los bienaventurados, haciendo honor al seudónimo que en
más de una ocasión utilizaba en sus poemas; porque si talismán es cualquier
imagen o sustancia que tiene correspondencia con los signos celestiales a la
que se le atribuyen virtudes portentosas, nunca pudiste escoger mejor amuleto
para expresar el contexto de tu personalidad.
Dos estrellas que brillan con luz propia. Antonio y Josefina
Si tu correspondencia, como talismán, es
la órbita celestial, son los astros, ya tiene nuestro universo otra estrella
que brilla con luz propia. Allí arriba, junto a tu Josefina, tu otra estrella,
escribiréis poemas que grabaréis en la elipse celeste, rubricados con la pluma
de los estratos blancos de las
nubes y la tinta refulgente de los
luceros.
Luz de la primavera
Fuiste la persona que supiste apreciar
y enriquecerte con las cosas esenciales
de la vida, aquellas cosas que, la vida
nos da gratis y por desgracia, la mayoría de los humanos las pasan
desapercibidas tales como: el sol y la amistad, un sitio en la mesa y un abrazo
cordial, la luz de la primavera, la sonrisa de un niño, la canción de un
pájaro, el murmullo de un arroyo,
El murmullo de un arroyo
la savia de los árboles, las olas del mar, el
día y la noche, la tranquilidad y el silencio, el ser humano en el mundo, el
calor de la familia.
Una gran familia: Antonio, Josefina y sus hijos: Reynaldo, Azucena, Preciosa y Ninfa
Lo que no se puede comprar con dinero, es lo que en tu vida has llevado con orgullo poseer: la bondad, el afecto, el calor humano, la benevolencia, la compasión, el reconocimiento, la amistad, el gusto por el arte, la belleza, la música, la poesía.
Lo que no se puede comprar con dinero, es lo que en tu vida has llevado con orgullo poseer: la bondad, el afecto, el calor humano, la benevolencia, la compasión, el reconocimiento, la amistad, el gusto por el arte, la belleza, la música, la poesía.
Rincones presentes en sus vidas
Has estado siempre lleno de plenitud,
pero no “la plenitud del vaso, cuando está lleno, que retiene y no da; no la
plenitud del canal, que da y no retiene,
sino la plenitud de la fuente, que crea, retiene y da”.
La plenitud de la fuente que crea, retiene y da
Fuente de las Granadas. Óleo de José Medina Villalba
Es difícil encontrarse con
hombres-fuente, personas que dan de lo que han hecho sustancia de su alma, que
reparten como la llama, encendiendo la del vecino sin disminuir la propia,
porque recrean todo lo que viven y reparten todo cuanto han recreado. Dan sin
vaciarse, riegan sin decrecer, ofrecen su agua sin quedarse secos. Tu
espiritualidad y avemarianismo te han llevado a emparejarte con esa gran fuente
que brota sin extinguirse, esa agua que calma la sed y da la vida eterna, la
que le dio a beber Jesús a la samaritana.
Tú has sido uno de esos hilillos que
bajan chorreando desde lo alto de la gran montaña de la vida.
Cuesta del Chapiz. Óleo de José Medina Villalba
Te conocí cuando, yo, apenas era un niño,
bajabas y subías por la Cuesta del Chapiz, cogido del brazo de tu amada, con
aquel semblante especial que destilaba bondad a raudales.
Fueron muchas las
horas que pasaste escribiendo a máquina los apuntes de Pedagogía que después
habrían de servirme para mis oposiciones al Magisterio Nacional, allá por el
año 1957, y que lo hiciste desinteresadamente por dos motivos, el primero por
ayudarme y colaborar en el éxito de mis exámenes y segundo porque querías estar
al día e informarte de las corrientes pedagógicas que se nos exigían en
aquellos momentos.
Antonio Fernández Moreno. "Talismán"
Tu modestia y sencillez y el hablar pausado daban tranquilidad cuando se conversaba contigo.
La luz de la eternidad
Sé que últimamente la vida no ha sabido
pagarte bien lo que tú le has dado; la fractura de cadera y tu última enfermedad, que te ha arrebatado
de este mundo, han terminado cerrando el diario de tu caminar; me queda el
consuelo, al hablar con tus hijos, que pasaste el túnel hacia la eternidad en
un silencioso y reposado sueño.
Ya te encuentras en el Paraíso, pero me
consta que durante la vida siempre te has encontrado en las puertas de éste y
quiero aclarárselo a todo el que lea esta misiva.
La poesía y la música, de las que siempre
estuviste enamorado, y sobre todo esta última, suele ser agridulce: dulce
porque nos entreabre la puerta de regreso al paraíso.
Desde un concierto de Mozart o una sonata
de Beethoven uno se asoma a una ventana del cielo, entrevé el gozo de ser
hombre, la maravilla de tener alma, el entusiasmo de estar humanamente vivo.
Pero, al mismo tiempo, todo esto se percibe a medias, como algo fugitivo,
pasajero; es un gozo al que no nos podemos aferrar. Uno querría sentarse en él,
pero ya se ha ido cuando quieres darte cuenta. Es un vislumbre nunca saciado.
Alguien nos entreabre una puerta por la que nunca podremos pasar en este mundo.
Y nos quedamos ahí, asombrados, admirados, semifelices, pero sin poder cruzar
esa frontera.
El ángel nos tiende la mano que no podemos alcanzar
Es agria, es como una melancolía, es como
“un ángel” que nos tiende la mano, pero una mano que nunca logramos alcanzar,
algo muy gozoso que pasa a nuestro lado y se va. Tú, ya has traspasado esa
puerta y disfrutas de una música celestial que es gozo eterno.
Reynaldo Fernández Manzano y su hija Eva Fernándz Barbosa
Durante la misa de despedida, en el
cementerio, Reinaldo, tu hijo, dejaba salir al aire las notas musicales de un
adiós familiar, que nunca, y a pesar del dolor que existe en el corazón de los
que nunca te olvidarán, se pudo hacer mejor que con las notas salidas de sus
propias mano
Nuestros poetas en la Casa Madre de las Escuelas del Ave María
Con este breve panegírico, Antonio,
quiero unirme a la tristeza de los tuyos e intentar amortiguar el desconsuelo
que en estos momentos los embarga.
Reinaldo, Preciosa, Azucena, Ninfa, nietos
y demás familiares, recibid el abrazo de un amigo que os quiere.
Algunos fragmentos de la carta que envíe a sus hijos cuando
nos dejó Josefina
Escuela de Estudios Árabes
Eran las tres de la tarde, de uno de esos días primaverales
del mes de mayo, cuando los rosales cuajados de bellas rosas parecen
descolgarse de los tapiales de la Escuela de Estudios Árabes, cuando el olor
penetrante del ciprés recién cortado embriaga con su perfume exhalante toda la
Cuesta del Chapiz. Corrían los días del año cincuenta y un grupo de alumnos
externos de bachillerato, esperábamos, en la puerta del Colegio, Seminario de
Maestros del Ave María, para entrar en clase.
Cuesta del Chapiz
Con su figura esbelta, espigada y
elegante, subida sobre sus elevados tacones y haciendo alarde de un equilibrio
excepcional –del que siempre supo hacer perfecto uso- bajaba la calle acompañada
de su pareja, de Antonio Fernández Moreno.
A los muchachos que aguardábamos....
A los muchachos, que aguardábamos nuestra hora académica, nos
admiraban dos cosas: una, la forma tan diligente con que Josefina caminaba y
dos el perfecto acoplamiento de aquella pareja de enamorados.
A continuación del Carmen de la Victoria, primero a la izquierda, está la casa de nuestros poetas
Y es que, Josefina y Antonio, siempre formaron una pareja
ideal. A través de la poesía se enamoraron y a través de ella se amaron. Los
poetas no caminan sobre las estrellas, sino que son seres diariamente curvados
sobre la tarea terrestre. De ahí que tanto Josefina como Antonio -“Talismán”-
han sabido perfectamente aunar su sentido poético con su quehacer cotidiano, como
excelentes y ejemplares padres.
Los poetas no caminan sobre las estrellas
Supieron perfectamente compaginar trabajo
laboral con trabajo de hogar. Responsabilidad en la oficina y responsabilidad
educativa con sus hijos. Cuando la belleza de la composición lírica impregna y
corre por la sensibilidad de las personas, esos genes se trasmiten a la
descendencia con suma facilidad, ya que el ambiente que se respira
continuamente dentro del hogar va impregnado de arte, de inspiración poética,
de sublimidad bella, que fácilmente supieron captar sus hijos, que dentro de la
música han sabido brillar como excelentes pianistas.
Las niñas trabajan al aire libre en las Escuelas del Ave María
Josefina, ya desde su infancia, desde que correteaba y
saltaba a la comba bajo los parrales, - en las Escuelas del Ave María- o lavaba
los trapitos de sus muñecas en los albercones ,
La belleza que se contempla desde el Colegio
o se extasiaba contemplando la
belleza que se respira bajo las nopaleras, al contemplar la hermosura del
paisaje, de ese panorama que a cualquiera impregna de sentido poético, la
seducción del sentir lírico iba día a día creciendo en ella. No fue la primera
vez que, como alumna aventajada, estando en la clase mayor con la maestra Dñª
Dolores Gómez Barrios,
Una lección de Geografía en el mapa en relieve, con la maestrea Dº Dolores Gómez Barrios
maestra siempre seleccionada para dar lecciones
manjonianas antes las personalidades y visitas que pasaban por el colegio,
Josefina aquella alumna avispada, despierta e inteligente, se luciera recitando
poemas, muchos de ellos de su propia cosecha.
José Medina Villalba y Conchita Arroyo Guerrero, se unieron en matrimonio
en la Capilla de la Casa Madre del Ave María (12-7-1963)
Acompañantes de la boda: Reynaldo Fernández Manzano, sus hermanas
y su medre Josefina Manzano Villalba
Josefina, a la que el
apellido Villalba me vincula con lazos
de parentesco, supo sacar siempre adelante su familia; colaboró con su tío
Antonio, primo de mi madre, en las tareas del estanco y desempeñó fielmente su
puesto de administrativo, durante muchos años, en la Oficina de la ONCE.
Antiguo edificio de la ONCE
Aunque
su responsabilidad en el trabajo fue modélica, sin embargo supo renunciar a él
y dejarlo en manos de su esposo, cuando las tareas y obligaciones de madre le
hicieron dejar la ONCE , para entregarse en cuerpo y alma a las tareas del
hogar y a la educación de sus hijos.
Esta epístola dirigida expresamente a vosotros, a los seres
queridos que quedáis aquí, va destinada también a todos los que formamos parte
de la familia avemariana para que nuestro sentir se una al de ellos, sabiendo
que las filas del avemarianismo han engrosado en el Cielo una figura más.
Josefina Manzano Villalba
Quisiera con esta carta, querida familia, mitigar un poco el
dolor, que nadie más que vosotros sabéis y padecéis, pero simplemente deciros,
si esto os puede consolar, aunque vosotros lo tenéis perfectamente asumido, que
nada hay en la vida como sentir el orgullo de una gran madre, como fue la
vuestra, Josefina Manzano Villalba.
Descansen en paz.
Sirva
este recordatorio, sacado del baúl de mis recuerdos, como homenaje a dos poetas
albaicineros, desconocidos para muchos pero muy estimados y apreciados por un sinfín de personas.
José Medina Villalba