Mis últimas obras pictóricas me han dado paso para hacer un estudio sobre el desnudo como belleza artística, en la pintura y en la escultura.
Al final expongo los pasos seguidos en la realización de alguna de mis obras.
Sobre un lecho de nenúfares en el Partal de la Alhambra
Óleo sobre lienzo de José Medina Villalba
Trabajando en mi estudio
Después del baño. Óleo sobre lienzo. José Medina Villalba
Entre cortinas. Óleo sobre lienzo. José Medina Villalba
El impresionismo en el desnudo. Óleo sobre lienzo. José Medina Villalba
Dibujo a lápiz. José Medina Villalba
Dibujo a lápiz. José Medina Villalba
Dibujo a lápiz. José Medina Villalba
Dibujo a lápiz. José Medina Villalba
Dibujo a lápiz. José Medina Villalba
Dibujo a lápiz. José Medina Villalba
Dibujo a lápiz. José Medina Villalba
Dibujo a lápiz. José Medina Villalba
Relieve. El baño de las ninfas. Terracota. José Medina Villalba
Relieve. Ninfas en el río. Terracota. José Medina Villalba
Los relieves anteriores decoran las cuatro caras del podio que sostiene al Dante Alighieri
Podio del Dante Alghieri
Dante Alighieri. Poliester con polvo metálico. José Medina Villalba
PROCESO EN EL MODELADO DEL DANTE
El Dante modelado en arcilla
PASO DEFINITIVO A POLIESTER
Colocación de separadores para echar la escayola y hacer
el molde perdido
Una vez cubiertos ambos laterales con escayola, se extrae el barro.
Con el molde bien limpio se positiva con el poliester
Con formón y martillo vamos quitando la
escayola y descubriremos la figura ya realizada
Relieve. Ninfas en el río. Terracota. José Medina Villalba
Los relieves anteriores decoran las cuatro caras del podio que sostiene al Dante Alighieri
Podio del Dante Alghieri
Dante Alighieri. Poliester con polvo metálico. José Medina Villalba
PROCESO EN EL MODELADO DEL DANTE
El Dante modelado en arcilla
PASO DEFINITIVO A POLIESTER
Colocación de separadores para echar la escayola y hacer
el molde perdido
Una vez cubiertos ambos laterales con escayola, se extrae el barro.
Con el molde bien limpio se positiva con el poliester
Con formón y martillo vamos quitando la
escayola y descubriremos la figura ya realizada
Relieve. Músicos. Terracota. José Medina Villalba
Relieve. Músicos.Terracota. José Medina Villalba
Detalle del relieve. Los bordes de las figuras están modelados en vertical
Detalle del relieve
Relieve. Composición en terracota. Ante el espejo. José Medina Villalba
Detalle de un fragmento del relieve. Terracota
Detalle del relieve el baño de las ninfas
Detalle del relieve, las ninfas en el río. Terracota
EL DESNUDO EN LA FIGURA EXENTA
Terracota. José Medina Villalba
Terracota. José Medina Villalba
Poliester con polvo de mármol. José Medina Villalba
Terracota esmaltada. José Medina Villalba
Torso. Terracota. José Medina Villalba
Terracota. José Medina Villalba
Terracota. Detalle
Mural. Alto relieve. José Medina Villalba
El mural complementa un pilar renacentista. José Medina Villalba
Detalle del mural del pilar renacentista
Detalle del pilar
La belleza la encontramos continuamente en cualquier momento del día, belleza que se me manifiesta al ver llover detrás de los cristales de mi estudio, al sentir el repiqueteo de las gotas, que me saludan al caer sobre el cristal.
Llueve detrás de los cristales
Cuando en estos momentos tecleo, escribiendo con mi bolígrafo virtual; Llueve, detrás de los cristales, llueve y llueve, sobre los chopos medio deshojados, sobre los pardos tejados, sobre los campos, llueve.
Belleza recordando mis años de niño cuando recorría las calles del Albayzín, meditando tiempos que no volverán, a veces enmascarada con alguna neblina de tristeza, cuando ya no veo al amigo que vivió en éste o aquel lugar, con el que jugaba o compartía leyendas del pasado en las noches de verano, bajo la luz de las estrellas.
Belleza de atardeceres, cubriéndose el cielo de diversas tonalidades multicolores, belleza de rocío en la hierba del sendero, como perlas cristalinas acariciaban mis botas en la mañana cuando caminaba por cualquier vereda, haciendo senderismo. ¡Belleza! ¡Belleza!...
Sobre todas ellas hay una que supera en gran medida a cualquier clase, que se puede colocar a la cabeza de todas, la que posee el ser humano. Pintores y escultores de todos los tiempos han sabido esculpir y pintar la belleza tanto femenina como masculina y dejarla plasmada en lienzos, murales, terracotas, en bloques enormes de mármol o en relieves y estatuas de bronce.
El desnudo es un género artístico que consiste en la representación del cuerpo humano sin ropa. Es considerado una de las clasificaciones académicas de las obras de arte. Aunque se suele asociar al erotismo, el desnudo puede tener diversas interpretaciones y significados, desde la mitología hasta la religión pasando por el estudio anatómico o bien como representación de la belleza e ideal estético de perfección, como en la Antigua Grecia.
El estudio y representación artística del cuerpo humano ha sido una constante de toda la historia del arte, desde la prehistoria (Venus de Willendorf) hasta nuestros días. Una de las culturas donde más proliferó la representación artística del desnudo fue la Antigua Grecia, donde era concebido como un ideal de perfección y belleza absoluta, concepto que ha perdurado en el arte clasicista llegando hasta nuestros días y condicionando en buena medida la percepción de la sociedad occidental hacia el desnudo y el arte en general.
En la Edad Media su representación se circunscribió a temas religiosos, siempre basados en pasajes bíblicos que así lo justificasen. En el Renacimiento, la nueva cultura humanística, de signo más antropocéntrico, propició el retorno del desnudo al arte, generalmente basado en temas mitológicos o históricos, perdurando igualmente los religiosos.
Fue en el siglo XIX, especialmente con el impresionismo, cuando el desnudo empezó a perder su carácter iconográfico y a ser representado simplemente por sus cualidades estéticas, el desnudo como imagen sensual y plenamente autorreferencial.
En el desnudo femenino podemos
encontrar concentrada toda la belleza que nos ofrece la Naturaleza.
Sus cabellos sueltos al viento, dejando acariciar el rostro en cualquier momento, podrían ser el ropaje del bosque cuando las ramas de los árboles se balancean con la brisa suave.
El color de sus ojos superan al de las calas de Mallorca, limpias, transparentes, con tonalidades de colores que van desde los verdes a los azules, son verdaderas esmeraldas, o los azules de los amaneceres granadinos, tranquilos, relajados, con textura visual vítrea brillante; resplandecen con la intensidad de los rayos solares, y cuando las lágrimas se le agolpan y se desbordan como perlas deslizándose por la mejillas, adquieren más brillantez.
Sus labios sensuales, de rojo carmín superan al rojo coral de los claveles de Motril; rojo encarnado que dan serenidad, rojo púrpura en los momentos aciagos, rojo amapola en primavera, rojo geranio para las tardes de la Cruz de Mayo, rojo anaranjado cuando los cítricos destilan el perfume del azahar, rojo de fuego en los momentos más ardientes, rojo rubor, en situaciones de timidez, ¡Rojo!, ¡Rojo!...
Dientes blancos que decoran y amueblan la boca y que se asoman a su ventana cuando por ella surge la voz metalizada.
¡Suspiros!, ¿habrá alguien que
suspire mejor que el suspiro de una mujer?
Prisionero y sin cadenas/el suspiro
iba arrastrando/dentro del alma sus penas.
Porque el suspiro es como una palomita sola que sube para llorar al alero de la boca. El suspiro no tiene palabras, porque nunca habrá palabras para la pena que arrastra el suspiro.
Los valles son depresiones entre dos montañas, surcado por el río que allá en el fondo orada y orada siguiendo su camino; Valparaiso es nuestro valle, el más bello de la ciudad, con su Dauro por río, con su riqueza de vegetación entre dos colinas, la Colina del Sol y la de San Miguel Alto, con sus cantares de zambras; la mujer tiene un valle entre dos cumbres que enaltecen su talle, cumbres que dan vida y alimentan al rorro recién nacido dando vida a la vida.
Las curvas de su cuerpo potencian su
feminidad y sobrepasan a cualquier alabeo que en nuestro caminar nos pueda
sorprender.
La planicie de su vientre teniendo por centro el origen de donde se desprendió de otra vida para tomar la suya propia, supera a cualquier otra llanura o planicie.
Granada tiene un llano “El Llano de la Perdiz”, en su ombligo, hay un “reloj de sol” desde donde podemos contemplar los picos más importantes de Sierra Nevada, donde las vistas son majestuosas, pinares, campos de fútbol donde las peñas acuden las “Peñas” para hacer competiciones, mientras las familias, esperan la barbacoa de turno y los críos se divierten en los columpios y el senderista pasa contemplando las escenas, camino de los “Cortijos de Belén”.
Las bellezas que a través de los siglos se han formado en las entrañas de la tierra, con sus cuevas subterráneas donde la naturaleza en el goteo del agua cálcica que orada la roca, en el trascurso de los tiempos ha ido dejando la huella construyendo grandiosas catedrales apoyadas en columnas de estalactitas y estalagmitas, pues bien, toda esta belleza queda minimizada ante la grandeza de esas interioridades que posee la mujer donde tiene lugar el nacimiento de la vida de los seres humanos.
El Evangelio de San
Lucas 11, 27-28, ante un piropo que le dijeron a la Madre de Jesús, hace una
descripción maravillosa, de estas zonas descritas, anteriormente, metafóricamente, cuando dice: ¡feliz el seno
que te llevó y los pechos que te amamantaron!
Caverna cuya puerta de entrada
permanece en el recato de la intimidad femenida.
El color sonrosado de su delicada piel, no tiene punto de comparación con los atardeceres reflejando, sobre las torres de la Alhambra, el color sonrosado de un sol que se duerme.
Los andares como la mejor jaca
jerezana, instinto maternal como el mejor don con el que Dios la ha dotado,
suspicacia, y belleza que resaltan cuando desnudamos a una mujer, en el arte.
Con esos andares de elegancia y contoneo que deslumbran el mirar masculino, nuestro personaje se desliza por el camino de la imaginación difuminándose entre la neblina del correr del tiempo.
Primeras manchas