Aquella mañana del día uno de julio amanecía radiante, una luminosidad
intensa se dejaba caer sobre el camarote, entrando a través de una cortina que me animaba para que la descorriera, y me
saciara de lo que en aquella inmensa pantalla de la Naturaleza, que bordea a
este río grandioso, se estaba proyectando.
Pequeño, recogido, pero todo al
alcance de la mano y con una pequeña terracita para desde ella, cómodamente
sentado, poder contemplar todo el film, de una película continua sin cortes,
que nuestro crucero nos ofrecía, sin
tener en cuenta el sueño que nos había tenido sumidos en un descanso para
reponer el desgaste del día anterior.
La terracita del camarote
El Esmeralda, no holga ni sabatiza un segundo, como aquel que le canta
una nana a su más querido ser, ya sea en la cuna, a su tierno y delicado bebé,
o el poema amoroso que un enamorado le declama a su amor para que se duerma,
abrazados en el lecho matrimonial, así
se mecía sin ruido de ninguna clase nuestro “velero”, porque el Esmeralda es un
grandioso barco sin que le acompañen velas algunas, simplemente las alas de su
grandiosidad y majestuosidad.
El Crucero Esmeralda
Las seis de la mañana, había que comenzar la jornada, la vida del
turista es extraordinaria, pero dura si se le quiere sacar partido y obtener el
fruto de unos días que se deslindan del caminar cotidiano, para tomar otros
derroteros, disfrutar de los paisajes,
monumentos, ciudades, gentes, costumbres, gastronomía, y la agradable y
sustanciosa aportación de la compañía que se auna a nuestro alrededor durante
estas jornadas, pero querido lector, para disfrutar hay que sufrir un poquito
primero.
¡Hay que caminar bastante!
Caminar, el lema del turista viajero.
Un largo pasillo enmoquetado, para que no se sienta el menor ruido de
nuestros pasos al deslizarnos por él, era el conductor que se me ofrecía al
salir del camarote marcado con el número 310.
Los pasillos de los cruceros son extensos, rectilíneos, mullidos,
parece que vas flotando cuando caminas, los hoteles sobre todo los de alta
categoría, esos que llaman de cuatro y cinco estrellas, no tienen punto de
comparación, son rectilíneos, pero un laberinto de pasillos que se entrecruzan
de tal manera que te pierdes en un bosque de caminos para llegar al apartamento
que te han asignado, sobre todo cuando en este tipo de viajes se suele estar cambiando
con frecuencia de estancia.
El laberinto de los pasillos de los hoteles, semejante al de algunos jardines
Estos laberintos de pasillos que se entremezclan son materiales, los
hay también de los espíritus, pero estos son de otra clase, y algo tenebrosos.
Siete menos cuarto de la mañana, la enorme terraza que sirve de
cubierta a este “buque veraniego”, se encontraba completamente desierta, solo
en la cabina de mandos el capitán vigila, las hamacas reposan y el corpulento
cabotaje va rasgando las tranquilas aguas, como el que delicadamente se despoja
de las sábanas que le han permitido cubrir su cuerpo durante la noche
produciendo un ligero oleaje que lisonjea con el casco del crucero.
Va tranquilo y confiado seguro en su destino, no hay que temer nada
vamos por buen camino, al fondo las
casitas nos contemplan y el bosque nos saluda y las aguas se sienten plácidas, la mañana es amplia y luminosa. La blanca espuma que produce al
navegar es el halago lisonjero de un bello despertar.
Un stand repleto de deliciosos manjares colocados perfectamente, para
facilitar la toma de contacto con aquellos que más apetezcas, será el desayuno
que nos proporcionará las energías suficientes para estar preparados en la
marcha de un nuevo día, se presenta todo aleccionador a la vista del
programa que para hoy tenemos programado.
El programa a seguir, todos los días nos lo facilitan
Vamos a desayunar amigos, para poder seguir , aunque sea simplemente leyendo
Algo extraño está ocurriendo esta mañana en el comedor, sayones largos
de intenso marrón, y capuchas cubriendo
cabezas que impiden detectar el personaje que las porta, como intrusos llegados
de algún extraño convento, están usurpando el aparador. No salimos de nuestro
asombro, ayer un mayordomo, hoy unos frailes que vienen a poner una nota de
humor, sin decir nada van haciendo acoplo de su desayuno.
Sobre la pantalla del enorme
televisor, un circulito nos marca el lugar donde nos encontramos, Melk y su
abadía, describiendo una sinuosa línea azul como una serpenteante culebra que
repta, retorciéndose sobre las verdes aguas de un Danubio donde caminan sin
descanso los navíos de tocas clases, turísticos, deportivos, de transporte y
carga, próximos a la ciudad de Viena, nuestro cercano objetivo del día.
Toda clase de cruceros navegan por el río
Nos tienen mosqueados estos singulares personajes que han aparecido en
nuestro entorno esta mañana, no respiran, no hablan, se desplazan a nuestro
alrededor, se esconden en algún momento e incluso no tienen inconveniente en
fotografiarse con cualquiera que se lo solicita. Algo deben estar tramando,
alguna nueva sorpresa nos van a proporcionar.
El crucero y sus responsables necesitan tener un control exhaustivo de todos los que nos hemos aposentado en sus entrañas, para ello cada vez que salimos a
visitar cualquier ciudad, o paseo al exterior, tenemos que dejar la llave de
nuestro camarote en recepción, recibiendo a cambio una tarjeta, es el control que indica donde nos encontramos en cualquier momento.
Entregando la llave en recepción
Todo el esmero y cuidado para que lo podamos pasar de la mejor forma
posible están presentes, dos enormes cubetas conteniendo agua envasada, para
llevar e hidratarnos en las largas caminatas calurosas que todos los días nos
esperan.
Pronto iríamos descubriendo la tramoya y el montaje de estos dos
extraños personajes. Resulta que nuestro “frailuco”, ha dejado embarazada a la
inocente “frailuca”, y montan su espectáculo delante de los que partimos esta mañana, en dirección a la insigne Abadía de Melk.
Él se hace el “longui”, como si no fuera con su personaje, pero ella
insiste e incluso tirándose al suelo, porque le va en ello la vida.
-Pero, señor corresponsal, ¿qué se esconde detrás de toda esta tramoya?
-Todo se dilucidará, estimado lector, el último día de este viaje.
-¿Qué pasará ese día?
-Hasta aquí puedo leer, como decía
Mayra Gómez Kemp, en aquel programa de Ibañez Serrador, el Un, dos, tres, de la
calabaza Ruperta, en este caso, hasta aquí puedo escribir.
Concurso, Un, dos, tres
Con el espíritu eufórico, dispuestos para llegar a la visita de nuestro
primer monumento, la Abadía de Melk, siguiendo los pasos de su “alteza” Rainer,
comenzamos a caminar.
El camino era placentero, se percibía a esos horas el frescor de un
inmenso bosque, que desprendía oxígeno en cantidad, para enriquecimiento de
nuestros pulmones, atravesado por un amplio camino asfaltado, escuchado las
palabras pronunciadas por un “alto personaje” portador de un insignia, “santo y
seña”, que sería la brújula que nos guiaría en caso de algún pequeño despiste
que nos sacara de la ruta marcada.
La gran escuela de la vida se encuentra en el bosque, es el gran regalo
que la Naturaleza nos brinda, pura escuela, eterna poesía, con estrofas
escritas por el viento sobre el pentagrama que forman las ramas y con notas
musicales que escriben las hojas.
Al bosque le debemos la vida, nos protege del Sol y nos da su carne
hecha madera para construir nuestros hogares, los muebles, los enseres que nos
facilitan la existencia, desde la cuna que nos mece al nacer, hasta el traje del cuerpo para la otra vida, es fuente de salud, silva el viento, se mueven
las hojas construyendo las mejores sinfonías, mientas baila la fronda verde en
las copas de los árboles.
Teníamos que ver la Abadía desde su base, desde la perspectiva que
ofrece a partir de sus pies, de unos pies que solo huelen a la esencia pura del
bosque, de un puente forjado de hierro, de una torre de Babel y de un río donde
diariamente se mira y se baña.
Melk es una ciudad
situada en la ribera del Danubio en el estado de la Baja
Austria. Capital del distrito del mismo nombre.
El pueblo de Melk
En el año 831 Melk es mencionado por primera vez como Medilica.
También en el cantar de los Nibelungos se hace mención del lugar con el nombre
en alto alemán medio de Medelike.
San Juan Nepomuceno es el santo patrón de Bohemia.
Es el patrón de la Infantería de Marina española, y su festividad se
celebra el 16 de mayo. Según una leyenda, el santo era el confesor de Sofía
de Baviera, la reina consorte de Bohemia y se negó a romper el voto de secreto
de confesión lo que causó la ira del rey Wenceslao IV de Bohemia. Sobre
base de esta leyenda, Juan Nepomuceno fue considerado el primer santo en
recibir martirio por guardar el secreto de confesión. Es el protector
contra las calumnias, y debido a la forma de su muerte, protector frente a las
inundaciones.
San Juan Nepomuceno
El más importante lugar turístico es el convento
benedictino Abadía de Melk, edificio barroco que domina el Danubio desde
lo alto.
Hay varios museos en Melk. En el Museo Municipal se encuentra el
famoso Ídolo con cara de pájaro, con 6500 años de antigüedad.
Ídolo con cara de pájaro
En la novela de 1980 El nombre de la rosa de Umberto
Eco, el protagonista es Adso de Melk, quien relata la historia y menciona el
convento benedictino de Melk.
Un paseo por la ciudad de Melk, antes de elevarnos a los cielos para
penetrar en el entorno que rodea a la Abadía y en sus entrañas.
Una simpática y bella “mamá” de todos los viandantes, que vela
continuamente por la familia numerosa que lleva a su cargo y dos entrañables
compañeros que se han quedado atónitos al pronunciar el nombre de mamá.
-¡Lo que nos faltaba, Pepe, nuestra mamá a estas alturas!
Una puerta medio entornada, una página de la historia clavada en la
madera, placas de bronce que hablan de un pasado en Melk.
Un breve comentario entre amigos para ver donde ponemos el cuerpo, a
unas horas en el que Sol está haciendo de las suyas.
Un banco que nunca
vino mejor para descansar.
Un poco de humor, para sacar una sonrisa.
El pueblo de Melk, parece hecho de juguete, casitas de una sola planta
perfectamente acicaladas, es como si fuera un cuento de hadas para entrar en él, leerlo y
vivirlo como un habitante más, mientras la iglesia con sus tejados sumamente
inclinados y la flecha de su campanario escribiendo en el cielo con tinta
blanca, de un tintero que se derramada por el firmamento.
Preciosa y elegante decoración por todos lados, carritos
llenos de flores y diversos adornos que la embellecen.
Un puente de hierro, magnífico encuadre para enmarcar la Abadía, el
bosque y los personajes.
-¡Ay, los puentes!
- Collares que adornan la
garganta de los ríos embelleciéndolos, atravesándolos de parte a parte,
pasarelas que delicadamente impiden que nadie los moleste y continuos
guardianes del caminar de sus aguas, desde los grandiosos como: Los Puentes de las Cadenas, Danubio, Libertad, Margarita, hasta los más humildes y sencillos:
Cabrera, Espinosa, Chirimías, del Río Darro al pie de la Alhambra.
En las
noches plateadas de Luna llena, los he escuchado dialogar, mientas el silencio que inunda el espacio ha
sido el fiel testigo de estas conversaciones eternas.
-En esos diálogos silenciosos, ¿qué se dicen?
Con voz queda el puente siempre se está lamentando.
-¡Qué gran tristeza y pena siempre me martillea!
-Tú, río, con tus aguas caminando continuamente como una cinta sin fin,
siempre alegre te marchas, yo en cambio fuertemente amarrado, siempre me quedo,
nunca vuelves la vista atrás, nunca te acuerdas de lo que te has dejado, yo en
cambio fiel guardián siempre te estaré cuidando.
La vida también tiene muchos puentes y muchas aguas, aguas de
beneficios recibidos, de agasajos y favores conseguidos que te han encumbrado
en tu situación social, puentes que han
sido factores importantes en lo alcanzado, que ven cómo te marchas sin recibir
agradecimiento alguno.
En nuestro caminar, después de complacernos en este pueblito, qué deleite y satisfacción se siente al poder percibir el agasajo del
agua de la fuente que deja, antes de marcharse, un reguero donde poder percibir
en las manos calenturientas el contacto de sus caricias.
Poder imitar a la escultura que intenta volar para introducirse en la
espesura del bosque.
Son escenas que se van sucediendo mientas volvemos de nuevo para tomar
el autobús que nos va a llevar allá arriba donde se encuentra la Abadía.
La Abadía de Melk es
una abadía benedictina sita en Melk, Austria, uno de
los monasterios cristianos más famosos del mundo. Domina
el Danubio desde lo alto de un acantilado rocoso, próximo al valle
de Wachau.
Fue fundada en 1089, cuando Leopoldo II, entregó uno de
sus castillos a los monjes benedictinos de la Abadía de
Lambach. En el siglo XII creó la escuela y la biblioteca de
la abadía, ésta última alcanzó rápidamente renombre por su extensa colección
de manuscritos.
Una escalera blanca limitada por una balaustrada, haciendo alarde de
elegancia, teniendo como fondo el pueblo de Melk, hollaría nuestros cansados
pies, para bajar al plano que sería la antesala de entrada al monasterio.
Buscamos la sombra de los árboles para liberarnos de un Sol de justicia
que, a estas horas de la mañana, hacía mella en nuestros cuerpos, y el agua de
una taza enorme, fuente moderna, derramaba su contenido para aliviar, aunque
fuera simplemente con la vista, el agobio intenso del calor que portábamos.
El monasterio fue también un referente en la producción de manuscritos.
En el siglo XV la abadía se convirtió en el centro de la Reforma
de Melk, un movimiento que devolvió cierto vigor a la vida monástica de
Austria y el sur de Alemania. Desde 1625 la abadía ha sido miembro de
la Congregación Austríaca, actualmente incluida en la Confederación
Benedictina.
La Abadía de Melk consiguió su impresionante
aspecto barroco actual entre 1702 y 1736, tras la reforma dirigida
por el arquitecto Jakob Prandtauer. Son particularmente destacables la
iglesia de la abadía, con frescos de Johann Michael Rottmayr, y
la magnífica biblioteca, con incontables manuscritos medievales y
frescos de Paul Troger.
Sentados o de pie, cada cual como pudo esperábamos impacientes que nos
llegara el turno para entrar en los jardines, mientras tanto nuestro guía
seguiría dándonos explicaciones relativas a la Abadía.
Debido a su fama y altura académica, Melk consiguió escapar a la
disolución bajo José II, emperador del Sacro Imperio Romano
Germánico, mientras muchas otras abadías austríacas fueron confiscadas y
disueltas entre 1780 y 1790. La abadía consiguió sobrevivir, otras amenazas a su
existencia durante las Guerras Napoleónicas, e incluso en el periodo
siguiente al Anschluss, la anexión nazi de Austria en 1938.
La escuela de la abadía volvió a funcionar tras la Segunda Guerra
Mundial, y actualmente cuenta con cerca de novecientos estudiantes de ambos
sexos.
La abadía de Melk fue seleccionada recientemente como motivo central de
una moneda de coleccionismo de alto valor;
un euro de plata acuñado en abril de 2007. El anverso
muestra una vista de la fachada de la iglesia de la abadía y sus dos alas
laterales. Pueden observarse las torres barrocas gemelas y el gran domo de la
iglesia tras ellas.
Umberto Eco llamó a uno de los protagonistas de su famosa
novela El nombre de la rosa Adso de Melk, como tributo a la
abadía y a su famosa biblioteca.
Una vez realizada una amplia descripción del proceso geográfico-histórico de la Abadía veamos como realizamos el acceso a la misma. Al terminar la visita al pueblo de Melk, llegó el momento, y diligentes atravesamos la puerta que da acceso a
los jardines, para aliviar el peso de una mañana de calor que gravitaba sobre
nuestros cuerpos.
Un sonido especial surgía a nuestros pies, era la gravilla del sendero
por el que marchábamos, un lugar donde el fresco y jugoso cetrino peinaba el
césped bien cuidado, unos redondeados árboles los guardianes continuos del lugar, representados por unos obesos pinos, equidistantes unos de otros perfectamente
alineados para no perder la simetría, como si fueran gigantones nomos,
surgidos de las profundidades de la tierra.
Se respiraba tranquilidad y paz, una lluvia de agua fina regaba los
jardines, un aspersor lanzaba un chorro que giraba y giraba describiendo un
enorme círculo, algunos intentaban evadirlo pasando en un intento de cogerlo
por sorpresa, pero hubo quien se sentó tranquilamente en uno de los bancos, y
esperó parsimonioso a que refrescara su cuerpo una y otra vez, mientras giraba y complacido lo miraba dándole las gracias.
La glorieta hecha con argamasa, se alzaba toda blanca y
resplandeciente como una jovencita mirando al jardín, con sus lacitos rosas y
sus enormes ojos multiplicados de hierro, por donde penetraba la luz rodeada
de borreguitos verdes.
Antes de entrar en su interior para contemplar lo que encerraba, había
que dar una vuelta por los alrededores y contemplar el paisaje que desde allí se
divisaba.
-¿Un espejo en el jardín, para qué, señor escritor?
-Para que todos los días las flores se
maquillen y dejen constancia de los que por allí pasan.
La glorieta lugar donde eran recibidos las personalidades que visitaban
el castillo, convertido actualmente en Abadía Benedictina, es un verdadero
edén, una gloria enriquecida con pinturas donde la fuerza del
romanticismo, hecho color, impregna las paredes.
Pronto se nos presentaría la inmensa mole de la Abadía y con ella la
nueva guía, que nos había de conducir e informar de toda las estancias, donde
el estilo barroco marcaría la impronta con su sello. Habría que esperar nuestra
hora de entrada y la llegada de la nueva conductora.
Querido lector, anteriormente hemos hecho una descripción de la
historia de este ingente monumento, por lo que no vamos a insistir, sí, hacer
unas breves anotaciones en todo el recorrido. Prohibido hace fotografías y
vídeos, fue la primera advertencia de la señora que nos lo mostró, muy
bien documentada, con voz potente, con talante enérgico en sus expresiones, y el tono
barroco de su voz haciendo juego con el estilo
que predominaba, donde las rrrrrrrrrrrrrrrrr, salían con fuerza de su
garganta.
Antes de penetrar en la Abadía hicimos lo que pudimos tanto en
fotografía como en vídeos.
Llegados al final de la visita, la venta de libros y objetos
relacionados con la Abadía estaban al alcance de todos, y de allí partimos
cargados de arte, belleza y buenas vistas,
para rebobinar el camino hasta llegar al autobús.
Una vez de nuevo en el autobús, Rainer nos daría las normas suficientes
para adelantar un puesto o dos más en
los asientos del autobús, por haberse quedado dos desocupados, con
aceptación del pasaje, o por lo menos eso es lo que aparentemente parecía,
hasta que llegó el momento de realizar la operación.
Alguien hizo un "numerito" en voz alta, cuando hubo que hacer el cambio,
por su disconformidad a estar continuamente cambiando de sitio.
-¡Qué le vamos a hacer!, siempre suele haber alguien que saque los pies del tiesto para dar la nota. No pasa nada, entre amigos todos es dispensable.
Habíamos llevado una mañana ardua caminando, contemplando sitios que
nos habían enriquecido, bajo un febo que nos había acompañado dejándonos la
marca de sus calenturientos rayos que nos habían hecho sudar y beber agua en
cantidad. Recordaremos algunas escenas del Valle de Wasau, a través de este vídeo.
La tarde habría que dedicarla a reparar fuerzas, descansar y disfrutar
de la intimidades del crucero, que albergaba cantidad de ofertas para
hacérnosla pasar lo más agradable
posible.
El camarote recoleto, pequeño, pero con todo dispuesto al alcance de la
mano con su terracita abierta al inmenso río y a sus paisajes, monumentos, y
escenas cotidianas que continuamente están pasando por delante, era esa tarde
un lugar propicio para descansar, meditar y reflexionar.
Caminábamos tranquilamente en dirección a Viena, iríamos pasando por
lugares donde relucían las pequeñas aldeas, asomadas continuamente a unas aguas
donde se peinan, se bañan, se refrescan, beben de sus aguas, comen de los
beneficios que le proporciona, es su vía de escape, hacen vida en él porque sin
el río nunca se habrían colocado allí, y hasta incluso sufren, recibiendo las
envestidas que los desbordamiento les ocasiona.
Indicativos hasta donde han llegado los desbordamientos del río
Varios castillos pudimos contemplar entre ellos aquel en el que estuvo
hecho prisionero en el siglo doce, al Rey Ricardo Corazón de León.
En estos momentos estamos pasando por Spitz, pequeña aldea rectilínea
que vive pegada a la orilla del río, no quiere despegarse de él porque
continuamente tiene sed y necesita beber de sus aguas.
Tumbado en la cama contemplando desde mi aposento el panorama, mirando las aguas
tranquilas del río, donde duerme el cielo, aguas sin olas, apenas pequeñas
sonrisas convertidas en blanca espuma que acaricia el casco de este barco,
aguas que besan y lamen la ribera, cauce que lo mantiene preso para que no se escape,
dejando continuos recuerdos del pasado, aguas profundas como insondable es el
corazón del ser humano, nocturno, taciturno y luminoso durante el día, no descansas un
momento en tu caminar, río que conoces los secretos de miles de amores que se
declararon a bordo de estos majestuosos paquebotes en lunas de miel, río
grandioso como grandiosa es el alma de los enamorados, río, río, río….., nunca
me cansaré de admirarte, en estos momentos contemplo tu belleza y el misterio
que encierras.
Bella estampa, que enamora, del Danubio Azul
El río no habla, solo se sonríe con su leve oleaje, los dos nos miramos
extasiados y seguimos caminando, tú en tu cauce yo en mi lecho.
Iglesias con lanzaderas al cielo, aldeas y bosques, arropan las aguas,
unas aguas que nunca son las mismas, pero
siempre con el mismo cantar, vamos camino hacia Viena.
-Qué suerte tienen la mesa y las butacas de la terraza, y esa maleta
roja que siempre me acompaña portando mis pertenencias, sin dejar de contemplar
tus aguas, su ritmo y movimiento y los escenarios que continuamente nos
presentas.
Los altavoces siempre están dando las informaciones oportunas para
tener al pasaje completamente asesorado, ahora le ha tocado el turno a la
reserva de las excursiones que se realizarán el sábado, Salzburgo será mi
objetivo.
El salón me esperaba, eran varios los acontecimientos que esta tarde
iban a suceder, cambiado de vestimenta, acorde con los momentos, dejando la de
caminar en su lugar correspondiente, relajado y en condiciones de percibir y
saborear todo lo que se auguraba iba a pasar, me uní al grupo de los que por allí
se encontraban.
Tomé un refresco y unos sabrosos pastelitos para ir abriendo boca, como
también con la boca de la ilusión adquiriría el aprendizaje del baile de los
regios salones de los palacios, y el inicio sobre la teoría de las esclusas, y
digo inicio porque serían varias las sesiones correspondientes a esta temática
que se prestaron a más de una discusión, que no terminó en duelo, porque la
amistad lo supera todo.
-¡Tranquilo D. José!
-Pepe, es que esta gente no para de hablar y no me dejan intervenir.
- Señoras, un poco de silencio y escuchemos al que domina perfectamente
todo lo relacionado con el funcionamiento de la esclusas.
Las explicaciones de nuestro amigo fueron tan explícitas y clarividentes,
acompañadas de unos toques de humor que nos hicieron soltar más de una
carcajada.
No sé querido lector si te convencerán los razonamientos cuando veas el
vídeo, lo cierto es que no todo el mundo los aceptó, alguien que no estuvo
presente, cuando se enteró, vino a crear
una polémica que duraría todo el viaje, pero esto continuará en los
próximos días.
A las aguas se las veía circular, a través de los transparentes
cortinajes cumpliendo su misión, ajenas a todo lo que sucedía en el gran salón,
mientras la música salida de las tecla de marfil de un piano, recreaban y
contribuían a impregnar el ambiente de un relax especial.
Comenzó la clase de baile de salón, los animadores vestidos para la
ocasión, él con el clásico traje a la usanza, y ella perfectamente maquillada
con su traje de baile acoplado al momento, comenzaron a reclutar gente para dar la primera
lección de cómo se baila un Vals.
De entrada, parece que los avezados organizadores no están muy de
acuerdo. La anfitriona da los pasos correspondientes y los aprendices intentan
imitarla, no con mucho acierto para algunos.
Estimado lector, nunca viene a destiempo traer a colación, con motivo de
este romántico baile, uno de los más famosos desarrollados en un palacio
vienés, descansar un instante y recrearnos en la música y en los movimientos de
los danzantes, palomas blancas que se agitan al viento en alas vaporosas de
unos vestidos y el rítmico movimiento que entusiasma y emociona nada más contemplarlo.
Viena estaba ya muy próxima, a nuestro alcance, las aguas del río jugando a
favor de nuestro náutico, nos habían
traído hasta aquí y esta noche tendríamos el primer avance, para conocer
la ciudad iluminada en una visita panorámica.
Nuestro
guía a través de un plano que nos facilitó nos fue indicando los puntos
clave que íbamos a visitar, así como algo de la historia de Viena.
La Catedral de San Esteban centro geográfico
de la ciudad, la Ópera de Viena, los Jardines Imperiales y el monumento a
Mozart, Museos de María Teresa, Museos de las Ciencias de la Naturaleza y del
Arte, Palacio Imperial, Parlamento, monumento a Sisí, Isabel Amalia Eugenia,
Duquesa de Baviera. Teatro Nacional, Parque Nacional y el monumento a Johann Strauss, Palacio de Beldevere.
Tener
un título noble era fundamental para ser pastelero o para peinar a la
Emperatriz. La famosa Pastelería Sacher, con sus famosos pasteles de chocolate, saldría a la palestra.
El río Danubio, durante la extensa charla que
nos dio el guía, sobre los lugares que
íbamos a visitar había permanecido tranquilo deslizándose suavemente, negros
nubarrones cubrieron el cielo y las aguas comenzaron a moverse saliendo del
apacible estado en el que se encontraban, del celaje comenzaron a caer las
lágrimas que cubrirían el suelo, y que no presagiaban nada aleccionador sobre
nuestro paseo nocturno por la ciudad de Viena.
Sobre la esclusa nuestro crucero, sin apenas
ejercer grandes movimientos, solo los que les proporcionaba el mecanismo del
compartimiento en el que se encontraba anclada, recibía la luminosidad de las
farolas que se reflejaba en el agua y en la lluvia esparcida por la cubierta,
mientras en la trastienda se escuchaba el murmullo de los que comentaban la
situación que se nos presentaba.
El crucero se encuentra bien preparado, y
escudos de defensa ante las inclemencias que el tiempo puede presentar están
preparadas para un caso de emergencia.
Mientras se realiza la operación del paso de
la esclusa el crucero debe de ir bien sujeto con gruesas maromas, transitábamos
por Sankt Andrä- Wörden, y en el interior la gente ajena a todo lo que sucedía
fuera se deleitaba con el canto de una Granada, que nos removía nuestra fibra
sensible puesta en la notas y voz de un cantante que nos hacía vibrar de
emoción.
Sucederían otras canciones que dejaban en
suspense la emoción interior que se respiraba entre todos los que plácidamente,
sentados en las butacas, se deleitaban con las canciones.
Las explicaciones que científicamente se
habían dado parece que no habían calado bien en los conceptos que otros tenían
de las mismas, y como anteriormente anuncié, el debate sobre el tema comenzaba
e iba adquiriendo otros tonos de color, que ya no eran rosa, sino más bien
oscuros como los negros nubarrones del exterior que ahora se habían introducido
en el interior, convirtiéndose en ardua discusión.
La cena no espera, y la segunda escena de esta
interesante discusión habría que aparcarla momentáneamente, así que no te
inquietes demasiado, querido amigo, porque estamos en los comienzos.
-¿Cómo acabará este debate?
-¿Habrá un duelo entre rivales?
-¿Cenamos o seguimos con la discusión?, porque
veo que habéis traído a la mesa a otro técnico para que aclare ideas, porque me
parece que todavía no nos clarificamos.
Más adelante se irán sucediendo los hechos que
iremos viendo, a ver si esto tiene un final feliz.
Te dejo la cena y las atenciones prestadas por
el personal del barco.
Cuando se regresa al mediodía al crucero
después de realizar una visita, nos reciben
a la entrada los animadores, con una especie de juego, a ver si se es
capaz de acertar lo que muestran, esta noche en la cena, se premió a la
habitación trescientos doce, al haber acertado con la Venus de Willendorf.
La noche se presentaba con cierta inquietud
por la amenaza de lluvia, se miraba al cielo a ver qué respuesta nos daba y
ésta no era otra sino la de agua para refrescarnos del calor que habíamos
pasado por la mañana, el crucero está preparado para cualquier emergencia, así
que había paraguas para dar y guardar es decir paraguas para todos.
Habíamos fondeado en un embarcadero, en Bezirk
Leopoldstadt donde, a veces, suele
ocurrir que junto a un crucero colocan otro, porque no hay espacio suficiente
para atracar, y ese era el caso esta noche para los que nos encontrábamos con
otro pegado a nuestro costado.
Tuvimos que subir y bajar por distintos espacios y escaleras en ambos cruceros, hasta
encontrar la salida al muelle, un verdadero galimatías de sorpresas para
comenzar la visita nocturna a
Viena.
Subiendo y bajando escaleras para poder salir
El autobús de los verdes es el nuestro, porque
así se nos catalogó con nuestra cintita de ese color desde que salimos de
Granada.
Mientras Teresa, la jefa del grupo contabiliza,
se nos hace
la presentación de Renata la guía que nos va a enseñar Viena de noche. Aquí hay
suficientes guías para cada momento y para cada especialidad.
-¡Por falta de guías que no quede!
Renata, con un español comprensible, pero
pronunciado a través de una voz que denotaba que la persona que lo emitía era
extranjera, por ciertas lagunas en la pronunciación, nos fue hablando de la
ciudad de Viena, sus rascacielos, la Torre del Danubio con sus doscientos
cincuenta metros de altura y 57 pisos, la Iglesia San Francisco de Asís,
llamada del Jubileo, del Emperador Francisco José, su esposa Sissí asesinada en
Ginebra a la edad de sesenta y un año por el anarquista italiano Luigi
Lucheni.
La noria gigante en homenaje al emperador
Francisco José en el cincuentenario de su
reinado.
utilizada para celebraciones, la casa
de Johann Strauss,
La casa de Johann Strauss
El Barco Cristina, el Ministerio de Guerra.
Ministerio de Guerra
La estatua ecuestre dedicada a Radesky, en el casco antiguo de la ciudad,
Museo de la Artesanía,
Ringstrase la avenida más importante de la ciudad que acoge los edificios
culturales y del gobierno.
Avenida del Ring
Abundan los
jardines, el ciento cincuenta por ciento de la ciudad está cubierto de verde, la
estatua dorada de Johann Strauss.
Hotel Imperial,
pernoctar en una suite imperial cuesta
tres mil seiscientos euros por noche.
Hotel Imperial
Todo esto transcurría observándolo desde el autobús, ahora
llegaríamos a la Plaza de San Carlos, lugar para ponernos los audio escuchas
tomar tierra y contemplar en primer lugar la Iglesia barroca de San Carlos
Borromeo, la más bonita de Viena.
Iglesia de San Carlos Borromeo
Se nos
quedaría a la derecha el edificio de conciertos de la orquesta filarmónica de
Viena, llamada In Musikverein.
La circulación a estas horas es bastante
intensa, algunos paraguas intentan desplegarse porque ciertas gotas comienzan a
descender con ánimo de estropear el paseo pero sin mayores consecuencias, hay
que organizarse para que el grupo vaya lo más homogéneo posible, para ello
Teresa se colocará al final y el encabezamiento lo llevará Renata.
Entre una oscuridad resalta el gran edificio
de los conciertos de la Filarmónica de Viena y el muy conocido de primero de
año, se celebra en la Sala Dorada.
El Concierto de Año Nuevo de
la Orquesta Filarmónica de Viena es un concierto que tiene
lugar cada año en la mañana del 1 de enero en la Sala Grande o Sala
Dorada de la Musikverein de Viena. Es transmitido en
todo el mundo para una audiencia potencial estimada en 1000 millones de
personas en 54 países. Cada año, el mismo programa se interpreta también el 30
de diciembre ("ensayo general") y el 31 de diciembre como
"Concierto de San Silvestre".
La música es, en su mayor parte, de la familia
Strauss (Johann Strauss (padre), Johann Strauss (hijo), Josef
Strauss y Eduard Strauss).
Johann Strauss, padre.
Johann Strauss, hijo
El concierto siempre termina con varios bises
después del programa principal (propinas que no están incluidas en el
programa). Los músicos entonces desean colectivamente un feliz Año Nuevo,
y terminan con el vals de El Danubio Azul de Johann
Strauss hijo, seguido de la Marcha Radetzky, de Johann Strauss
padre.
Durante esta última obra, la audiencia aplaude al
compás y el director se vuelve para dirigirla, durante breves instantes, en
lugar de a la orquesta. Un quiebro en la tradición en tiempos recientes fue
durante la edición de 2005, dirigida por Lorin Maazel, cuando se invirtió
el orden de las dos últimas obras, acabando el programa con el vals del Danubio
Azul como una señal de respeto por las víctimas del Terremoto del Océano Índico de 2004.
Entre luces y sombras que marchaban al par
nuestro, una voz se dejaba sentir entre un silencio que inundaba el lugar, se
celebraba un obra de teatro delante de la Iglesia de San Carlos Borromeo, que
dejaba caer su imagen sobre el agua transparente de la enorme fuente que hay delante.
Iglesia de San Carlos Borromeo
La mente se despierta y te da un toque de
atención, en estos momentos, ves como la luz de la vida te traslada en sus alas
hacia lugares donde han habitado tus sueños, trayéndote los más bellos
momentos, pero también están las sombras.
-¡Ay las sombras!
También realizan y cumplen
su papel, las oscuridades han existido en mi corazón y vienen a incomodarme en
este momento, es como una red que me aprisiona, que me lleva a la oscuridad
tenebrosa donde reina la densa niebla, y entre esta mezcla de luces y sombras,
de alegrías y penas, se teje el entramado de mi existencia.
La vida también tiene sus luces y sus sombras
La iglesia de San Carlos Borromeo
es una iglesia barroca de Viena. Durante la
fuerte epidemia de peste que azotó Viena en 1713 y
que se cobró la vida de unas 8.000 personas, el emperador Carlos VI prometió
que, tan pronto, como la ciudad se viera libre de esta calamidad, levantaría un
templo dedicado a San Carlos Borromeo, arzobispo de Milán y héroe de la
epidemia de peste de 1576.
Al año siguiente de la epidemia se anunció un
concurso para el proyecto de la iglesia que fue adjudicado a Johann
Bernhard Fischer von Erlach. Los fondos que permitieron sufragar la
construcción de la iglesia fueron aportados forzosamente por los judíos de
Viena. La iglesia constituye una obra maestra del eclecticismo barroco, en
el que se combinan diferentes estilos.
La fachada central representa un pórtico
griego, las columnas a su lado son de inspiración barroca y sobre la entrada
domina una gigantesca cúpula. Los dos pabellones laterales muestran influencias
del barroco romano y decoración oriental. El edificio tiene una altura de 80 metros por unos 60 de ancho y constituye el
segundo templo más amplio de la capital después de la catedral de San
Esteban.
En el exterior destaca el frontis en el que se
incluyen las dos columnas citadas, con relieves que muestran periodos de la
vida de San Carlos Borromeo. Están inspiradas en la columna Trajana de
Roma y su decoración espiral presenta escenas de la vida de San Carlos
Borromeo. El tema que se representa en la columna izquierda es la
constancia y el valor en la de la derecha.
En el frontón se encuentran relieves obra de
Giovanni Stanetti, que describen los sufrimientos de la ciudad durante la peste
de 1713, la estatua del santo patrón corona el frontón. Las escaleras de la
entrada se encuentran flanqueada por ángeles que representan el Antiguo y el
Nuevo Testamento.
El interior alberga tallas y retablos
realizados por los artistas más famosos de la época como Daniel Gran y
Altomonte. Destaca la cúpula en la que se pueden contemplar
un fresco pintado por Johann Michael
Rottmayr de Salzburgo, realizado entre 1725 y 1730, denominado "La
apoteosis de san Carlos Borromeo" y que sería el último encargo que
cumplió el artista. En él se representa la intercesión de Carlos Borromeo, con
el apoyo de la Virgen María, y en torno a ellos las virtudes cardinales.
El altar mayor en el que
participaron Alberto Camesina y Ferdinand Maxmilián Brokoff,
presenta un relieve de estuco con San Carlos sobre una nube,
ascendiendo a los cielos.
Los pabellones que conducen a las entradas
laterales tienen decoración de influencia china.
Los frescos de las capillas laterales fueron
pintados por Daniel Gran.
Entre sombras y luces iba discurriendo la
noche, allí a lo lejos quedaría la fachada de la Universidad.
A lo lejos la fachada de la Universidad
La fachada del Centro metropolitano y la Filarmónica de Viena, y el precio de las
entradas para asistir al Concierto de Año Nuevo dieron lugar a un comentario
por parte de la guía.
Viena está considerada como la ciudad del
modernismo europeo. La ruta del modernismo europeo tiene en Viena su punto de
partida y eje PRINCIPAL para entender la ruptura artística protagonizada por
pioneros del cambio a principios del siglo XX, como el arquitecto Otto Wagner,
el diseñador Koloman Moser.
Koloman Moser
Los pintores Gustav Klimt y Egon Schiele.
Pintura de Egon Schiele
Los cuatro fallecieron en EL AÑO
1918 y ahora son objeto de un homenaje en la bella capital imperial austriaca,
que exhibe en sus calles y museos muchas de sus obras.
De nuevo cogeríamos el autobús para que Renata,
con su lenguaje entrecortado utilizando una morfología y sintaxis especial muy
a su estilo peculiar inteligible, pero muy poco ortodoxa, nos fuera comentando
más cosas sobre el metropolitano y sus nueve líneas, la Ópera del Estado sobre
la Avenida del Ring.
Avenida del Ring
Pasaríamos por delante de un edificio blanco
con una cúpula correspondiente a Secesión de Artistas mil novecientos
El Hotel Bristol, con su fachada amarilla.
El Palacio de la Ópera,
donde se
celebran al año muchos bailes, a los vieneses nos gusta disfrutar bailando, el gran baile lo realizan ciento ochenta parejas, las muchachas con
sus vestidos blancos y los hombres que quieren asistir al baile de la ópera
tienen que llevar frac.
Pasaríamos por delante del monumento dedicado a Mozart en el Jardín Imperial,
murió aquí en Viena a la edad de treinta y seis años, nació en Salzburgo y los diez últimos años de
su vida los pasó aquí en Viena, fueron los mejores años de su vida.
Monumento dedicado a Mozart
Los museos de Bellas Artes
Museo de Bellas Artes
y el de Ciencias
Naturales
Museo de Ciencias Naturales
Entre los dos se encuentra el monumento
dedicado a la Emperatriz María Teresa.
La noche continuaba entre luminarias, grandes
avenidas, vehículos que pasan a toda velocidad, y sumo cuidado para transitar
esperando la salida del verde después de un rojo, sin que exista el ámbar para
nada. Caminábamos acompañados por la luminosidad de una ciudad que por la noche
está con sus luminarias a duermevela, como el que pernocta y se despierta continuamente, eso sucedía
allí, lugares en los que la luminosidad era tal que llegaba a deslumbrar, otros
en penumbra y algunos en oscuridad absoluta, lo que hizo que alguien del grupo, dijera:
- A mí no me gustaría andar sola por estos lugares de noche.
Los motores de los vehículos rugían con fuerza
atronadora, dejando a continuación un vacío que se aunaba con la oscuridad de
la noche, fuerza de luces y silencios de tenebrosidad, el paso de unos lugares a
otros había que realizarlos con sumo cuidado, porque en ello iban nuestras vidas.
Después de atravesar un enorme muro con
diversos ojos por los que había que pasar, en cuyo frontispicio aparecía en
latín IMPERATOR AUSTRIAS MDCCCXXIV, era la antesala que nos conduciría a una
gran plaza donde nos segaba el resplandor, sobre la que se erguía todo orgulloso el Palacio Real, residencia de invierno
de los emperadores.
El Palacio Imperial de Hofburges, es el
palacio más grande de la ciudad de Viena. Fue la residencia de la mayor
parte de la realeza austriaca, especialmente de la dinastía de
los Habsburgo (durante más de 600 años), y de los emperadores
de Austria y de Austria-Hungría. Es actualmente la residencia
del presidente de la República austriaca.
El Hofburg es conocido asimismo como
residencia de invierno, dado que el lugar de veraneo preferido por la familia
imperial fue el Palacio de Schönbrunn.
Palacio Schönbrun
El palacio alberga el museo de Sissi y los salones
imperiales, cuenta con 2.600 estancias, repartidas en 18 alas. Está
situado en la parte antigua de la ciudad, en el primer distrito, a orillas
del Danubio.
Salón de Ceremonias del Palacio
Veinte salones están abiertos hoy día al público son las estancias que habitaba Francisco
José I y las mismas en las que vivió la emperatriz Elisabeth (Sissi)
de 1854 a 1898, y las que albergaron al Zar Alejandro I durante
el Congreso de Viena.
Carlos IV en una escultura en la Biblioteca Nacional Austriaca
La Cámara del Tesoro es el nombre que reciben 21 salas ocupadas por los tesoros,
tanto sagrados como seculares, amasados por los Habsburgo a través de los
siglos. Estos tesoros comprenden las joyas de la corona y las insignias
del Sacro Imperio Romano Germánico, el cuadro del emperador Maximiliano
I realizado por Bernhard Strigel y los tesoros adquiridos cuando se
casó con María de Borgoña en 1477.
Joyas de la corona austriaca
Sirvientes del Palacio en la Plaza de los Héroes en 1900
La noche continuaba y subidos en el bus, Renata
nos iría explicando todo lo que iba sucediendo mientras nos deslizábamos por
una Viena de ensueño en una noche misteriosa.
La calle Ringstrasse de Viena tiene 5,3
kilómetros de largo. Distancia suficiente para dar cabida a numerosos edificios
monumentales, que se construyeron durante el Historicismo de entre 1890 y 1890.
Los edificios que allí se erigen, desde la Ópera Nacional hasta el Museo de
Historia del Arte, se cuentan hoy entre los monumentos turísticos más
importantes de Viena.
Entraríamos en la Gran Avenida del Ring para
contemplar de nuevo la gigantesca enorme noria y delante la cervecería donde la
gente acude a beber cerveza, fiesta muy parecida a la que se celebra en Munich,
picar diversas tapas, cosas típicas del país, vestidos con los trajes típicos austriacos.
Trajes típicos austriacos
Nos reduciríamos enormemente de tamaño ante la
gigantesca torre Millennium Twer
Renata, para ir finalizando este paseo nocturno por Viena nos hablaría de la Isla
del Danubio, es una isla artificial larga y estrecha, en el centro de Viena,
entre el río Danubio y un canal paralelo excavado llamado "Nuevo
Danubio". La isla tiene 21,1 km de longitud, pero de sólo 70 a 210 m de
ancho. El nuevo canal del Danubio es prácticamente un lago alargado.
La Isla del Danubio
Para la mayoría de los visitantes, la isla es
conocida como una zona de recreo con bares, restaurantes y discotecas. Tiene
oportunidades para la práctica de deportes como patinaje, ciclismo, natación y
para el piragüismo. Hay una playa que, en su comienzo, se sintió tan exótica
que pronto fue apodada la "Copa Cagrana" como una alusión humorística
a Copacabana, en Río de Janeiro, ya que Kagran parte del distrito de Viena esta
junto a la playa. En el norte y sur de la isla, hay extensas, y gratuitas
playas nudistas.
Renata nos dejaría en el crucero después de
una despedida en la que nos recomienda volver para más tiempo por Viena, y poder conocer muchas cosas interesantes que quedan por ver.
-¡Que sigáis teniendo un
buen viaje!
Agradeciendo la atención prestada.
La visita nocturna ha sido excepcional,
volvemos con el corazón henchido de luz al recorrer un paseo nocturno, que más
bien ha sido vivir un sueño despierto, para emprender otro en un camarote,
donde una chocolatina colada en el cabecero de la cama será el bálsamo
gustativo para comenzar una nueva aventura, la de soñar por unas horas con todo
el alimento corporal y espiritual que hemos recibido, y con el programa del día
siguiente en la mano nos despedimos en volandas en aras de un vals vienés.
Mientras las cortinas que cubren el escenario
del día van lentamente cayendo, para cerrar una espléndida jornada, mis
párpados dejando pasar el sueño de la imaginación, caían también para trasladarme
al idílico paraíso de la fantasía.
En los salones regios del Palacio Real de
Viena, hay muchos espejos, grandes ventanales e inmensos cortinajes, violines
que los tocan personajes irreales, los acordes rítmicos de una música hecha par
querubines, arcángeles y ángeles, comenzaron a sonar, mientras mis párpados se cerraban.
Sentada
junto a otras damas vestidas con elegantes trajes blancos que cubrían sus
gentiles cuerpos, allí se encontraba ella, el amor de toda mi vida, haciendo
una leve inclinación le acerqué delicadamente mi mano, la recibió y con
paso lento pero decido la saqué a la pista, brillaban en el suelo las lámparas que pendían
del techo, también se habían bajado para danzar.
Como una pareja más, formando un círculo nos hicimos
las reverencias pertinentes y nuestros cuerpos comenzaron a girar, era como
estar flotando en una nube, eras mi
paloma blanca bajada del cielo, y tú la más bella de todas, las cinturas
se quebraban y los cuerpos giraban y giraban, mientras el vuelo de tu vestido
de tu cuerpo se despegaba para decir en silencio te quiero.
Nos balanceábamos como se mueve la cuna de un
ser querido, los giros se intensificaban, de pronto te levanté, cogiéndote por
la cintura, ¡paloma mía!, como ofrenda de amor llevándote por los aires, y tu vestido se
convirtió en un amplio abanico para intensificar la emoción del momento.
Nuevos
giros y los vestidos con sus encajes al viento, formando el más bello conjunto, el
fotograma más perfecto, eras el trompo con el que jugaba cuando era niño que
daba vueltas sin cesar, eras la ilusión de mi vida hecha realidad.
Cogí tus brazos y los pasé alternativamente
por encima de nuestras cabezas, todo era un derroche de felicidad, nos volvimos
a saludar y dejé caer tu cuerpo sobre el mío.
-¡Ay, tu cuerpo!
Cuanto tiempo hacía que no lo
sentía sobre el mío, fue un simple instante, plagado de ternura y emoción,
hasta la policromía de las paredes del salón con su gama de colores, arrancó el momento para trasladarlo a las
paredes como la mejor escena que allí pudiera colocar enriqueciendo el decorado.
Formando unas filas perfectas te marchaste un
momento para construir un círculo con tus compañeras, pero pronto volviste conmigo
para seguir danzando, se repitieron los
movimientos, las reverencias, los giros, te volví acoger por la cintura y de la
misma manera que la espiga de trigo se dobla cuando la sopla el viento, así
volviste a caer de nuevo sobre mis brazos, y seguimos girando, te despegaste un
momento, pero pronto volviste a mis brazos, fuiste la reina del baile y yo
el hombre más feliz del mundo.
Los
giros se intensificaban y el vuelo de tu vestido era un torbellino agitado al
viento, los candiles de la chaqueta de mi frac se unía a los movimientos
de tus encajes, era un disloque y un arrebato de pasión amorosa, era un
verdadero cuento de hadas, finalmente te hice girar y girar a gran velocidad como
el mejor columpio enamorado, para finalmente caer sobre mis brazos uniendo nuestros
labios en una despedida de intenso amor, fue el mejor vals que he bailado en
toda mi vida.
De pronto desperté, eran las seis de la mañana
un tercer día había comenzado en mi gira por el Danubio Azul.
Querido amigo y lector, gracias por haber llegado hasta aquí, te espero para el tercer día en este viaje de ensueño por el Danubio Azul.
José Medina
Villalba