Al
leer el título de este post, cualquiera de mis lectores, que no esté
muy al tanto en el conocimiento de determinados sitios y rincones
maravillosos que abundan por los recovecos de nuestra Madre Patria, y
muy especialmente por nuestra Andalucía, donde brilla el sol no solo
el que nos presta la Naturaleza sino, el sol de grandeza que anida en
el corazón de los andaluces, posiblemente piense que estoy dispuesto
a contar un cuento más de los muchos que abundan, como “El
Principe Valiente”, “La Grandeza de un Rey”, o “El Niño que
casi fue Principe”.
Un
grupo bastante numeroso estamos dispuestos a hacer los actores para
vivir este cuento. Somos un colectivo de “boy escaut” que
blanqueamos ya nuestras cabelleras, en otras pueden patinar
tranquilamente unos dípteros, es decir insectos que poseen dos alas,
y otras testeras que quieren disimular la edad, se maquillan y
disimulan la blancura con determinados tintes.
Los actores de este maravilloso cuento
-¿ Estamos en Primavera?
Esta es una pregunta que continuamente, durante este tiempo, nos estamos haciendo porque la
la realidad es otra, el invierno se ha hecho dueño de abril y no deja que la primavera asome
la cabecita.
la realidad es otra, el invierno se ha hecho dueño de abril y no deja que la primavera asome
la cabecita.
El humorista Gila con su clásico ingenio, teléfono en mano con un cabreo de mil pares de
demonios, un día cogió el teléfono con un mosqueo enorme, ya que el invierno no se iba y
preguntó:
-Que se ponga.
Y con una cara de enfado enorme, mientras contestaban, por lo bajini dijo, se va a enterar ésta cuando me oiga.
A otro se le ocurrió poner en un gran nido construido en lo alto de una torre a dos pingüinos diciendo: ya llegan las primeras cigüeñas. ¡Cómo se nota la primavera!
Comenzamos pues, este cuento o maravillosa aventura.
Érase que se era, un grandioso vehículo, llamada autobús, con un nombre en el frontal pregonando a los cuatro vientos quienes eran los que portaba en su interior. ALUMA.
En la espera del autobús
El vehículo de nuestro cuento se puso en marcha, con un poco de retraso ya que una de las componentes del grupo, que tenía que haber actuado con puntualidad, se presentó un cuarto de hora más tarde. Los buenos días son el anuncio que repetitivamente se escucha, para no perder la costumbre el cielo está encapotado y las conversaciones giran en torno a la posible lluvia que nos espera, alguien para elevar un poco la moral augura que la lluvia será por la tarde.
Lali, la jefa, hace el recuento
Hay que hacer el recuento correspondiente y la capitana de la expedición, con grado de sultanato, Lali, lista en mano hace la correspondiente comprobación y anima a los componentes, para inyectarles los ánimos suficientes sobre la aventura que vamos a vivir.
Aparece un nuevo agregado recién parido en Aluma, llamado Vicente, que con el humor que le caracteriza se ha puesto de punta en blanco, es decir, va plenamente equipado para esta andanza, y nunca mejor dicho, porque andar sí que habrá que andar.
Un nuevo socio, Vicente, la nueva adquisición.
Una cantidad de enanitos inundando los campos y al borde de la carretera, a ellos no les importa si es temprano, si el cielo está con su capa de intenso negro, como el fantasma del castillo encantado queriendo asustar a los que vamos de viaje, proclamando que un día más se nos va a aguar el viaje, porque eso lo viene haciendo día tras día.
Los jaramagos nos saludan
Nuestros enanitos se han vestido de amarillo, forman un verdadero ejército magníficamente uniformado, las cabecitas todas a la misma altura y solamente se percibe el color ambarino del oro esparcido por la pradera, la vanguardia situada al filo del asfalto presentan armas de color gualdo, son los jaramagos, que nos rinden pleitesía conforme avanzamos, mezclándose con el verde primavera formado una bandera, que no es otra sino el blasón sensacional de una estación que nace con la fuerza de una Naturaleza que explota en diversidad de colores enseña de la primavera.
En el campo juguetea desde el amanecer la hierba con el viento, con el canto de los pajarillos que salen de sus nidos, que pasan por delante de los cristales a través de los que los observamos, mientras los chorros de agua de los aspersores lavan la cara de la campiña y el viento de los gigantescos molinos les secan el rostro.
El viento de los gigantes le secan el rostro al campo
Unos pajarillos dejan sus trinos en el aire indicando que el esplendor y la alegría está aquí, ya lo dice el refranero: “marzo ventoso y abril lluvioso sacan a mayo florido y hermoso”
La personificación de la primavera
Mientras
el autobús va pisando la calzada con sus enormes albarcas de goma, a
pasos agigantados, el paisaje se va moviendo, las nubes no nos
quieren dejar y nos acompañan, unas veces oscuras como la boca del
lobo, otras blanqueando y a veces tiñéndose de ambos colores, el
campo verdeguea y unas cabecitas amarillentas plagando las extensas
praderas al borde del camino acompañando los olivares nos saludan,
son los jaramagos que cada primavera resucitan dando enormes
pinceladas de un amarillo intenso, al enorme lienzo que cubre el
vasto prado.
Los jaramagos nos saludan al borde del camino
El primer día de primavera es una cosa, pero el primer día primaveral es otra diferente, así que nos tendremos que conformar uniéndonos a las palabras de Antonio Machado: “La primavera ha venido nadie sabe cómo ha sido”.
El primer día de primavera es una cosa, pero el primer día primaveral es otra diferente, así que nos tendremos que conformar uniéndonos a las palabras de Antonio Machado: “La primavera ha venido nadie sabe cómo ha sido”.
Mientas
unos se atan el zapato, otros consultan el inseparable móvil,
algunos llenan sus estómagos por primera vez, y la mayoría por
segunda, los Abades
son siempre la barrera que por prescripción inamovible nos obliga a
hacer un alto en el camino.
Hay que atarse el zapato para poder caminar
La simpática y encantadora Lali, con su sonrisa especial, que despierta los ánimos de los concurrentes, hace el recuento obligatorio y es que aunque el grupo de “boy scaut” es por experiencia responsable, pero hay que asegurar que toda la colectividad está en el sitio correspondiente.
Se
mezcla el verdor con el ocre, el amarillo y el violeta del horizonte con el azul del cielo, formando una paleta de colores donde el pincel
que ahonda impregnándose de ellos, es una fabulosa lanzadera
rectilínea que rasga como una cuchilla toda la pradera, donde la
velocidad alcanza cotas inverosímiles, mientras el sonido bronco de
los grandes gigantescos monstruos con sus enormes brazos de metal,
moviéndose de forma acompasada, intentan cortarnos la trayectoria,
llenos de rabia al ver que nos marchamos escapando de la furia a la
que se encuentran sometidos, siendo juguetes del viento.
Los juguetes del viento
La
grandiosa vía, que hasta ahora ha sido la alfombra sobre la que nos
hemos deslizado se va quedando al margen, nuestro cuento
es grandioso pero a otro estilo, el escenario sobre el que se
desarrolla está constituido en lugares donde el acceso se hace
dificultoso, por aquí las rocas, los enormes tajos, los caminitos
estrechos por donde solo pueden pasar lo duendes de la noche, los
enanitos que trabajan en las minas, las águilas y los buitres negros
con una envergadura de alas de hasta cuatro metros que vuelan por las
alturas, la fuerza del agua que se precipita por torrentes y
cascadas, nos van a hablar continuamente, el brusco viento dejando su
fuerza rabiosa por las aristas de los tajos y acantilados rugiendo
como un feroz ogro, serán nuestros acompañantes de este cuento.
¡Qué miedo! Usted, señor escritor.
-¡Qué miedo! ¿No?
No
hay que tener miedo solo precaución, deleitarnos en los parajes y
estar atentos a todo los que nos van a ir contando.
La
Presa del Guadalahorce, en el Chorro, nos estaba esperando nuestro
cuenta cuentos, como personaje idóneo para narrar, tiene su forma
especial de vestir, y de manifestarse.
Se presenta nuestro peculiar guía
De mediana estatura, curtido por las inclemencias del tiempo, con indumentaria propia de persona cuya cátedra ha sido desde que era pequeño estos parajes, conocedor de todos los rincones, de profesión escalador, una roca más pegada a las muchas paredes que por aquí abundan, con las que está completamente familiarizado, hablando su propio lenguaje con voz broca, y rasgada como la musicalidad que deja en el aire el silbido del viento al chocar con el filo de los riscos, acantilados, ojos grandes completamente abiertos para saber dónde se encuentra el peligro en estos parajes, amable en sus explicaciones nos espera, hay una mirada de inquietud del pasaje hacia el hado mágico que nos va a contar este fabulosos cuento.
Asombro en el grupo ante nuestro acompañante
Habla con la seguridad del que pisa firme el terreno que conoce, y su indumentaria complementada con el casco nos va reflejando que este cuento tiene que ser maravilloso, pero que hay que protegerse bien el centro neurálgico donde reside la masa gris con las terminaciones nerviosas que nos mantiene en plena y consciente actividad mental.
Alguien,
pregunta ¿Será el pastor que guarda los aguiluchos con los que
convive por los escollos y tajos de estos entornos?, resulta,
que el imaginario boyero no es tal sino el que nos va a conducir por
esta senda misteriosa.
-Pero,
señor escritor, déjese ya de una vez por todas de palabrería, y
comencemos la aventura de este cuento que queremos disfrutar.
- De
acuerdo mi querido lector, pero vayamos por partes.
-Chicos,
como el cuento que vamos a vivir se desarrolla caminando en fila uno
detrás de otro como los enanitos de Blanca Nieves cuando salían de
la mina cantando ¡Ay Ho, Ay Ho, a casa a descansar, Ay, Ho, Ay
Ho ! para estar dentro de él, os voy a dar unos aparatitos para que
me escuchéis cuando os vaya narrando esta aventura que vamos a
vivir.
-Colocamos
los aparatitos al cuello, a ver, que yo vea como lo hacéis, y tu
lector también, ahora os doy unos caramelitos metidos en
una bolsita, cuidado que ya estoy viendo a alguno
echándoselos a la boca, son los auriculares, los conectáis al
artilugio que os he dado; alguna sonrisita se vislumbró escondiendo
la cara para que no se descubriera el que tal gesto había
realizado; el viento, como el ogro malo del cuento
aparece haciendo de las suyas, no quería perderse el momento
uniéndose a las palabras del guía, pero estropeando la audición.
Colocación de aparato de audición
Vamos
a entrar en una gigantesca fábrica de electricidad.
-¡Jesús,
no me diga usted eso, por favor! Se oyó decir a alguien.
-¿Me
dará la corriente?
-No, señora, ¡tranquila!
-No, señora, ¡tranquila!
-Era
tan grande esta fábrica que suministraba luz a Málaga, Almería y
Granada.
El
viento feroz, más implacable que el lobo de Caperucita, intervenía
rugiendo para no dejar que pudiésemos disfrutar de esta fábula.
El
Rey, ese que se llamaba Alfonso XIII, vino un día cuando la fábrica
estaba terminada a inaugurarlo, y se sentó en este sillón cuando
llegó aquí.
Las
miradas ávidas de captar todo lo que se nos presenta, contemplamos
la enorme presa una obra de ingeniería en unos tiempos en los que
los medios para facilitar la labor, no se encontraban al nivel de los
que existen ahora.
Caminando por donde está la presa
El muro de la presa
Pronto acudirían los patos al reclamo de nuestro guía que les va lanzado trocitos de pan. Fue Rafael de Benjumea el que se lo ocurrió construir esta fábrica, al que le dieron el título de Conde de Guadalhorce
El
rio Guadalhorce nace en Villanueva del Trabuco, se le llama el río
de los ciento un caños y cada caño surte de agua a un pueblo de
Málaga, si fuéramos ahora a beber donde nace
saborearíamos con agrado el gusto dulce que tiene, pero cuando llega
por aquí está completamente salado, más incluso que el agua del
mar, existe una desaladora, sin embargo este líquido se utiliza, no
solo para abastecer la presa, llamada del Conde de Guadalhorce, sino
como alimento de regadío, pero si nos sobrepasamos los limones y
naranjos los deja medio temblando.
Querido
lector, que no te asusten los ruidos de los vídeos, como ya te he
comentado anteriormente, en los cuentos a veces suele aparecer o el
lobo, o el malvado ogro, nuestro ogro en todo el trayecto será el
viento.
La
casita que tenemos enfrente, es donde pasaba mucho tiempo el Conde de
Benjumea controlando la buena marcha de la construcción de esta
enorme presa, nuestro conde tenía su embarcadero y por la rampa se
deslizaba para realizar su trabajo en la presa.
Casa del ingeniero Rafael de Benjumea
Las
caras de nuestro actores denotaban perfectamente el asombro que el
viento les modelaba en sus rostros algo sorpresivos,
mientras las cabelleras lanzadas al viento eran como finos hilos que
intentaban escaparse sin conseguirlo, en cambio, y ahora me lo
explico, las rastas de nuestro cicerone, pesadas gavillas de cerda,
no hay viento que las mueva; las capuchas sobre las cabezas, los
abrigos bien abrochados y unas caras de frío que haría
temblar al más audaz esquimal, más siempre hay quien lanza una
sonrisita al aire aunque sea la sonrisa solitaria para dar una nota
de color al ambiente.
El
muro de la presa se deslizaba hacia el fondo y las ventanitas de la
parte superior parecían celdas enlazadas a modo de un gran collar
que adornaba el cuello del enorme muro.
Si el rey se sentó aquí,
-¿por qué no nos vamos a sentar los demás?
Sillón donde se sentó Alfonso XIII y mesa
Mesa donde se tomó el aperitivo
-¿por qué no nos vamos a sentar los demás?
Y
eso hicimos, nos faltaron unas viandas colocadas sobre la mesa,
porque seguro que se las pondrían a su alteza.
Sillón donde se sentó Alfonso XIII y mesa
Había
que caminar con suma precaución, en fila de a uno, porque los
gigantescos autobuses nos sorprendían continuamente.
Había que caminar con precaución
Un
enorme agujero como el ojo de un cíclope de la mitología griega,
nos daría paso por una larga galería para pasar a otra zona, de
pinares.
Siempre
hay quien quiere hacer preguntas en todas las visitas, no espera a
que llegue el momento, y nuestro avispado navegador, ducho en estas
artes, antes de cualquier sugerencia pronto plan un par de
banderillas al más pintado.
Llegar
al meollo central de nuestra aventura requiere un pequeño aperitivo,
tenemos que caminar un ratito para después pasear por un museo, el
más grandioso y maravilloso, el Museo de la Naturaleza.
Nuestra
pinacoteca, para llegar a ella a través de nuestro conductor, nos da
a elegir tres caminos, nosotros escogemos el más fantástico, con un
recorrido de kilómetro y medio hasta alcanzar las pasarelas
tenemos que adentrarnos por una galería de doscientos cinco metros,
donde la niebla del crepúsculo mañanero quiere filtrarse, pero es
demasiada hermosura para caminar por este túnel que, en principio,
el ingeniero pensó construirlo para conducción del agua pero que
terminó siendo el paso de los trabajadores que diariamente tenía
que ir a la edificación del Caminito.
Nuestro
anfitrión gesticula mucho, no solo con las manos sino también con el
cuerpo, da la impresión que nos quiere hacer vivir esta experiencia,
como la siente el que toda su vida la ha pasado en las altas cumbres,
escuchado y participando en la conversión y el lenguaje, del aire
que silva, del agua que orquesta, y del gañido de las águilas que surcan los aires.
¡Chicos! expresión que siempre va a utilizar al principio y al final de sus explicaciones
-Chicos, es la expresión que utiliza para dirigirse a los que caminamos, aún no nos han puesto el casco, los españoles de aquella época, que hicieron el túnel a pico y pala eran bajitos, así que mucho cuidado con las cabezas. Con autoritaria manifestación y moviendo el dedito nuestro capitán señalando a diestra y siniestra, pone de manifiesto que los bastones están prohibidos, así que habrá que recogerlos y guardarlos llegado el momento.
Caballero, hay que guardar el bastón
Muy
cerca unos de otros, arrastrando los pies para no perder el contacto
con la tierra, completamente a oscuras nos deslizamos por la opacidad
tenebrosa que parecía hacerse eterna.
¿Asustado?, amigo Vicente
Por fin una mínima luz se veía en la lejanía indicando que el final estaba cerca, hasta que el cielo clareaba y brillaba con un azul de primavera.
Pasadizo tenebroso
Parecíamos almas en pena caminando por el pasadizo tenebroso de la inmortalidad, deseosos de salir de aquel agobio para poder encontrar la dicha de vivir nuestro cuento.
De
pronto, una línea de luz vaporosa atravesaba la oscuridad en la que
nos encontrábamos sumergidos, habíamos salido de unas tinieblas
para enriquecernos con un maravilloso paraje, donde la Naturaleza nos
saludaba con su lenguaje hecho: bosque de pinares, con una pátina de
verdor intenso, con la presencia de alguna flor campera que con su
color violáceo daba fuerza al panorama, e instrumentación del agua que camina tranquila y liviana por la base de este paisaje.
La Naturaleza hecha bosque
Las
aguas del río allá abajo, besaban la ladera del bosque
dejando en el espacio el sonido orquestal de su lenguaje acompasado
por los trinos de algunos jilgueros que por allí deambulaban.
El sendero amplio, terroso, pero ofreciéndonos la llanura de su cuerpo, dejaba también su sonido especial de arena y pedruscos, mezclado con el rastreo de los calzados de los que caminábamos, siempre atentos a una nueva sorpresa como este túnel donde la luz le ha ganado la partida a la oscuridad.
Nadie se
dio cuenta pero en las paredes rocosas estaban las caras de
los enormes monstruos que quedaron allí petrificados
porque quisieron llevarse el encanto de estos parajes.
Estimado lector si te fijas bien en el lateral derecho del túnel por el que estás pasando ahora, veras las caras de los monstruos que te siguen.
Estimado lector si te fijas bien en el lateral derecho del túnel por el que estás pasando ahora, veras las caras de los monstruos que te siguen.
Los monstruos observan, desde el lateral derecho, la marcha de los caminantes.
-¡Qué horror!
-¡Yo no sigo!
-Pues los siento, te vas a perder lo maravilloso del paseo que viene a continuación.
-¿De verdad?
- Entonces me fío de tu palabra, sigo leyendo y acompañándote en el recorrido.
La
roca caliza hace su presencia, pero también lo hace el viento que no
nos deja esta mañana poder captar todo lo que nuestro conductor nos
va diciendo, y es que el viento de este lugar es tan agonioso que no
quiere que le robemos tanta grandeza que existe en estos parajes.
Atentos a las explicaciones de nuestro guía
Porque
estos lugares son sedimentos marinos, la cantidad de conchas marinas
que se han tenido que depositar para construir estas montañas que
vamos a ver en este recorrido. Todo esto en la época del pangea, cuando los continentes estaban unidos, estaba bajo agua de ahí que
nos encontraremos por el camino fósiles marinos y algunas
cuevas.
También la Naturaleza, que es puro arte hace sus manifestaciones, allá al fondo podemos observar el llamado arco gótico, creado por las manos del agua y del viento, a través de los tiempos.
Prestos a adivinar que se vislumbra en el arco gótico
Con las alas de la imaginación vamos a ir viendo formas de animales y de objetos que allí se han formado, podemos ver un perrito, o un coche, el que descubra cualquier otro elemento que lo diga.
Ha
sido un alto en el camino para adentrarnos en la geología y para dar
rienda suelta a nuestra fantasía creadora.
Hay
quien ya, a la izquierda, ha descubierto un lobo y un delfín, e
incluso quien ha llegado a vislumbrar un gigantesco
paraguas, y es que la imaginación es totalmente libre.
Existe
una especie de atracción por todos los que seguimos al llamado "rastero", (rastero solo por lo de las rastas, porque lo está haciendo magníficamente, tiene experiencia y no deja que nadie le pise el terreno que domina) más que nada no por su aspecto físico, rastas y
vestimenta, sino por la forma especial de ir diciendo y haciendo el
rodaje de esta película-cuento, se ve que tiene tablas e hipnotiza a
los que le acompañamos.
De
pronto nos reunimos un numeroso grupo de gente, en el
lugar donde nos proporcionarán a nuestro acompañante durante todo el
trayecto de lo que realmente es el Caminito del Rey.
Un
olorcillo especial se deja sentir en el ambiente que abre el apetito,
acompañado por la voz del vendedor del producto que anima a comprar
el clásico garrapiñado, la almendra girando y dando vueltas en el
perol de cobre, sobre la lumbre del hornillón, cubriendo su cuerpo
con el azúcar hecho melaza que se va abrazando a la superficie del género, cubriéndole de berruguitas acarameladas que deleitan el
paladar, bien para chuparlas o simplemente para masticarlas y sentir
el placer de la almendra mezclada con los granitos del azúcar
solidificado.
¿Quien se resiste a no adquirirlas?
-¡Imposible!
-¡Imposible!
-¡Vamos a la rica almendra de Málaga, tostadita, saladita, qué rica y que buena!
-¡Un cucuruchito, por favor!
Hay que ir bien preparados ha llegado el momento de aumentar el disfrute de lo que hasta ahora venimos percibiendo, el verdadero Caminito del Rey.
Mientras se dan las instrucciones de como colocarse el casco, otros evacuan en los servicios porque durante el camino no habrá sitio ni lugar para hacer uso de las exigencias perentorias de nuestro cuerpo.
- Señores, esto es un camino que no
tiene vuelta de hoja, el que entra en él ya no puede retroceder.
- ¿Estáis dispuestos a continuar?
Por momentos la voz de nuestro
anfitrión quedó suspendida, sus palabras
huecas por el sonido aguardentoso quedaron perdidas en el aire y una ráfaga de
mirada certera hacia el grupo confirmó que todos estábamos preparados.
Y
tú mi querido lector, si padeces de vértigo, estás cansado de
leer, o no eres capaz de aguantar sin ir al servicio durante la
lectura, apaga el ordenar o el móvil y a otra cosa mariposa.
Dando las instrucciones para la colocación del casco
Se dan las instrucciones pertinentes para la colocación del casco, primero una especie de media llamada la “media del glamur” porque vamos a estar super guapos, que por razones higiénicas hay que colocar primero antes que el casco, y todo lo concerniente a su acoplamiento y regulación; como paraje natural que es, para su conservación no se pueden tirar papeles ni residuos, hay que preservar la flora y la fauna, todo lo que comamos hay que guardarlo en el bolsillo para después echarlo en el contenedor.
Mientras
cada cual hacía realidad las instrucciones que recibíamos con aquel
objeto extraño y novedoso, colocándonos el susodicho casco o
actuando los más avispados, como hijas de la caridad ayudando a
otros, nos fuimos situando en formación para pasar por el camino de
irás y no volverás.
-¡Por favor, señor escritor, no nos meta miedo!
Una vez predispuestos con nuestras cabezas bien cubiertas como si fuéramos mineros que vamos a entrar en la mina, o acompañantes de una autoridad visitando unas refinerías, exploradores de nas ruinas arquitectónicas, damos comienzo a nuestro particular e individual ruta porque todos vamos a ver lo mismo, pero cada uno tendrá que sacar su peculiar partido.
Yo,
querido lector, voy a intentar impregnarte de la emoción
que me produjo este recorrido. No me siento raro simplemente me
parece que soy otra persona, pero eso no entra a formar parte de este
episodio, estoy y quiero seguir adelante.
Otro
grupo recibe las informaciones con respecto al cuidado de objetos
importantes, como llaves, gafas, carteras, caben perfectamente entre
los limitadores del camino, se van al fondo del desfiladero y
despídete de ellos para siempre.
Aquel cielo teñido de color plomizo que nos despidió en Granada se iba abriendo paso para dejarnos
una mañana limpia y un cielo azul que sería nuestro compañero,
junto al sonido bronco del viento, como un ogro amansado se
acoplaría en competencia con el canto de los pájaros.
¡ Qué raros nos vemos con los cascos!
Todo lo que vamos a ver hoy se llama el “desfiladero de los Gaitanes”, la palabra Gaitán tiene dos significados, es el desfiladero de los buitres, vamos a ver una de las colonias más importantes de buitres leonados de los más grandes que existen en Europa, si os fijáis ya lo estamos viendo por allí arriba volando, también existe el buitre negro, que llega a medir hasta tres metros de envergadura, el leonado un metro más hasta los cuatro.
Dispuestos para entrar en el verdadero Caminito del Rey
La palabra Gaitán significa gigante, por eso se pensaba que el desfiladero lo habían hecho los gigantes, de ahí esta parte que recibe el nombre de gaitanejos. La presa que tenemos aquí al lado, es muy importante y recibe el nombre de “Gaitanejos, hoy día se encarga de la regulación del caudal mínimo que tiene que entrar en el desfiladero.
Estamos
ahora situados en un lugar desde donde podemos observar la primera
pasarela que se comenzó a construir, en esta pared, pero vino una
riada y tuvieron que irse a construirla a la pared de enfrente, allí
podemos observar un trocito, pero vino otra riada y hubo
que abandonarla. (La conversación se interrumpe porque apareció un
buitre blanco)
Al fondo un trocito de la primera pasarela que se construyó
El 27 de noviembre de 1949 vino una riada tal por el desfiladero que sobrepasó la construcción del viaducto y si os fijáis bien podéis observar una raya blanca que es el lugar hasta donde llegó el agua.
Con
sus aristas cortantes cual cuchillas que hubieran taladrado la dura
roca, dejando esquilmados con salientes y entrantes la verticalidad
que nos lleva a la profundidad del abismo, allí se encuentran
impertérritos e inamovibles las hirientes rocas, por donde los
ecos de las aguas dejan el impacto del furor con el que se
precipitan, acompañados por los graznidos de las aves y
donde el aire ruge con rabia enfurecida al querer sortear los
afilados puñales que salen de las irregulares paredes.
Desfiladeros
que siempre fueron el lugar de las grandes emboscadas y sitio donde
se ganaron muchas batallas, el de hoy es el triunfo del hombre sobre
la agreste montaña, la temible y espectacular verticalidad de las
paredes que se precipitan hacia la profundidad del despeñadero,
donde solo triunfa la dura roca y la mano del hombre sobre ella.
Ahí
abajo durmiendo el sueño del pasado, y de un presente que solo sirve
de muestrario dentro de la profundidad de una estrecha garganta, se
encuentra la primera central eléctrica del Chorro, como modelo de todos los que venimos a disfrutar de este entorno.
Las
enormes paredes rocosas parecen haber sido construidas por enormes
bloques cúbicos por
ciclopes que las fueron colocando unas sobre otras, mientras la manos
del hombre han abierto una brecha a sus pies para que las pisen las
huellas de los humanos. Aquí sobre dos enormes murales de mármol
negro y granate han quedado grabada los nombres de los personajes de
la historia que han hecho realidad esta gigantesca obra.
Si
hasta ahora el camino ha sido terroso y no excesivamente estrecho nos
reciben los listones de madera, perfectamente cepillados, que forman
la verdadera pasarela, es como estar en una alfombra volante que no
se mueve, pero que tiene unos respiraderos que son las separaciones
de cada madero, por donde el pasante puede percibir que se encuentra
volando sobre el averno, y que a sus pies está la inmensidad de un
talud al que no se le ve el fin.
Se escucha el rumor del agua que se precipita por las cascadas
Se escucha el rumor del agua que se precipita por las cascadas y el paso de los caminantes sobre el enlosado de madera. No percibimos la peligrosidad que conlleva el camino porque estamos completamente seguros de la resistencia, confianza, certeza, infalibilidad de la construcción.
-¿Usted lo cree así?
-Pues claro que sí, esto está firme y sólido.
- Así que tranquilo y, ¡adelante!
El
cuerpo se siente como si fuese un aguilucho más de aquellos parajes,
flotando en el espacio sujeto por unos simples listones de madera
anclados a la pared, y una barandilla constituida por unos gruesos
cables de acero sobre los que nuestras manos se puede asir, no existe
muro, ni valla, solo el aire del desfiladero que acaricia nuestros
cuerpos, era sentirse como unas cortinas de transeúntes peinando la
pasarela bajo una luz misteriosa que caía de lo alto.
-¿Y
cómo se hicieron estas pasarelas?
-¡Porque esto parece no una labor de gigantes sino de malabaristas y escaladores!
-¡Porque esto parece no una labor de gigantes sino de malabaristas y escaladores!
Nuestro jefe sigue explicando
Tardaron ocho
meses en construirlas, vinieron con un helicóptero pusieron material
en los dos extremos y trabajaron sobre el original o primitivo
caminito, nuestro guía con su habilidad especial para captar la
atención ha escogido un lugar bastante asequible para seguir la
explicación.
-Existe
un bulo muy antiguo que se decía que estas pasarelas llamadas
Caminito del Rey, las habían hecho los presos y el que no se mataba
le daban la libertad.
-¡Y digo yo!
-¿Se habrán matado unos pocos?
-¡No veas!
-Pues no es verdad.
-¿Se habrán matado unos pocos?
-¡No veas!
-Pues no es verdad.
-Es
más, venían profesionales hasta de Inglaterra, porque allí en el
mil novecientos estaban mucho más avanzados que los españoles,
vinieron a echarnos una mano en la construcción de las pasarelas.
-¿En
qué consistía el trabajo que realizaban estos profesionales de
Inglaterra? Ellos se dedicaban en los astilleros de los barcos en
arreglar tanto los mástiles como las velas.
-¿Cómo
se colocaban los hierros que hay clavados en la roca?
-Descolgándose con cuerdas desde lo alto de la montaña, no tenían los medios de los que disponemos actualmente, a golpe de martillo, al lado se clavaba otro hierro y se metía el cable de la luz, ya hemos dicho que todo esto era una gigantesca fábrica de electricidad, todo estaba iluminado con la luz de aquella época que era de ciento veinte y cinco, aquí se pueden observar las candelarias antiguas de donde ellos cogían la luz;
- así, ya tenían la que les iba a iluminar.
-Descolgándose con cuerdas desde lo alto de la montaña, no tenían los medios de los que disponemos actualmente, a golpe de martillo, al lado se clavaba otro hierro y se metía el cable de la luz, ya hemos dicho que todo esto era una gigantesca fábrica de electricidad, todo estaba iluminado con la luz de aquella época que era de ciento veinte y cinco, aquí se pueden observar las candelarias antiguas de donde ellos cogían la luz;
- así, ya tenían la que les iba a iluminar.
-¿Cómo
construían todas estas pasarelas?
Mucha gente en lo alto de la montaña mandándoles materiales a los de abajo y a golpe de martillo, los de abajo fueron colocando los hierros donde después se apoyaron los maderos que estamos pisando.
Mucha gente en lo alto de la montaña mandándoles materiales a los de abajo y a golpe de martillo, los de abajo fueron colocando los hierros donde después se apoyaron los maderos que estamos pisando.
Y
a pesar de que siete años nos parezcan muchos, hay que pensar que
hubo días de lluvia, de calor, de viento, de situaciones en las que
no se pudo trabajar, por tanto fue una obra muy, pero que muy
complicada, es cierto que no hubo ningún accidente mortal, lo que no
quiere decir que algún trabajador se diera algún martillazo en la
mano.
Nos
encontramos en una de las Escuelas de Escalada más importantes, viene gente de toda Europa, aquí lo podemos observar, tenemos
rutas de escalada tanto en las paredes que tenemos enfrente como las
que tenemos a nuestras espaldas, en el transcurso de nuestro
recorrido nos encontraremos a algunos escaladores.
Dos escaladores pegados a la roca del tajo
Impresiona cuando se contemplan detalladamente estas escenas "in situ" y ahora cuando escribo mi cuento, que no es tal, sino una realidad a través de las fotografías. Alguien me preguntaba, no para usted de sacar fotos y vídeos, mi contestación:
Observando
la monstruosidad de las gigantescas rocas que parecen haber sido
cortadas por un cuchillo de dientes, mezclándose el verde de la
hierba que crece prisionera con los ocres, grises y violetas, no se sabe en esos momentos que pensar, si estos prodigios de la
Naturaleza son naturales, o lo natural solo existen en determinados
sitios concretos como es éste del Caminito del Rey, que no sé si lo
de caminito es por la estrechez que posee, porque yo le llamaría:
“El grandioso camino por donde solo pasan los valientes”.
Impresiona la mole vertical de las rocas, cortadas por un gigantesco cuchillo de dientes
Más el camino a veces se retuerce, nos hace descender, hasta llegar casi a la altura del agua y otras nos obliga a subir, e incluso pasar por algunas escalinatas y por pequeños túneles escavados en la roca; en otros momentos se estrecha teniendo que forzar nuestro cuerpo pasando de lado dejando que el macuto raspee comprobando la dureza de la roca.
Los
barbos de un canal esperan impacientes todos los días para recibir
el alimento que les suministra nuestro jefe, un espectáculo más en
nuestro caminar.
Allá
abajo el agua del río sorteando los diversos peñascos
que se le interponen en su caminar, mientras algunos aprovechado un
banco de madera, reposan y suministran viandas a sus cuerpos algo
cansados de tanto caminar.
El ferrocarril del Caminito del Rey
-¿Se
puede construir una vía férrea en este sitio, donde la fuerza de
las rocas y de los abismos son la tónica dominante?
-He
aquí una demostración de la inteligencia y la potencia del ser
humano horadando, perforando, e introduciéndose en las
interioridades de la montaña hace más de varias décadas, cuando
los medios que se utilizaban eran precarios.
El
ruido del agua es un acompañante más que hace el camino con
nosotros, mientras las enormes rocas parecen monstruos que nos
quisieran devorar.
-¿Fuego?
Es la impresión que nos da al ver el humo que surge entre los pinares, se trata de la labor de saneamiento con la tala y al mismo tiempo reduciendo a cenizas lo que se va cortando.
Es la impresión que nos da al ver el humo que surge entre los pinares, se trata de la labor de saneamiento con la tala y al mismo tiempo reduciendo a cenizas lo que se va cortando.
El Valle de los Naranjos, o del Hoyo
Llegamos al fin al Valle del Hoyo, también llamado de los Naranjos, parece como si hubiésemos salido de una enorme caja cuyas paredes construidas de puro granito peñascoso, la base el río con su agua, y la tapa un cielo azul donde hemos estado prisioneros.
Un gran mural nos vuelve a recordar el lugar por donde caminamos y los
comportamientos que tenemos y debemos respetar, así como la fauna
y la flora de estos lugares.
La
angostura se ha acabado, con todo su encanto, con la fuerza y bravura
con la que la Naturaleza ha dejado plasmado la energía de la
verticalidad de los enormes tajos, la plataforma a modo de alfombra
voladora pendiente de unos fuertes hilos, el disfrute de sentirse
flotando en el aire, el agua prisionera en lo más profundo de la
angostura clamando,¡a grito pelado! poder salir de allí, con su lenguaje acuífero.
Lector, si te da vértigo, no mires
En la vida todos tenemos una señas de identidad y un destino que cumplir, el agua lo tiene marcado, mover las turbinas para producir energía eléctrica, los parapentes con sus enormes alas, blancas o negras de los buitres, vigilantes continuamente esperando que alguien caiga en el abismo para hacer de las suyas.
Desfiladero.
¿Será
que el desdén vino a quedarse?
Contritos
como penitentes o monjes rezagados
los
sentimientos entran en el desfiladero
ignoran
la contraseña de los muchos
repiten
el santo y seña de los solos
pero
cada solo sólo sabe uno
igual
que en las soledades.
Mario
Benedetti.
Un
amplio espacio de luz y color se nos ha abierto parece que hemos
nacido de nuevo, un enorme bosque de pinos nos espera a ambos lados,
con una corona rocosa en la cabeza, unas aguas cristalinas bañando
los pies y un respirar oxígeno a modo de un breve descanso, de las
pasarelas y el desfiladero
La
madera donde se han depositado nuestro caminar se ha cambiado por un
sendero terroso pero apacible, un cartel nos informa de la flora
propia de este lugar y lo más ansiado un banco donde reposan las
posaderas de unos cuerpos que quieren cobrar fuerzas para continuar
el camino.
Nuestro
piloto, sobre el terreno, nos indica la situación de estos lugares,
toda aquella sierra es agua dulce, y el agua de
esta montaña de aquí donde nos encontramos es salada, al contrario
de los pantanos; toda esta parte recibe el nombre de la charca de la
rana, donde mora un sapo que es autóctono y esta cañada se le llama
la cañada del lobo, así que lo dejo a vuestra interpretación para
que cada uno haga la lectura que crea oportuna.
-¿Cómo
os encontráis? Pregunta nuestro timonel.
- ¡Bieeeeeeeen!, surgió de las gargantas, mientras mi amigo Vicente me
ofrecía unas barritas de energía para continuar la marcha.
El
camino es amplio se puede ir conversando en hileras de tres o cuatro,
mientras los pinos a una y otra parte del camino nos prestan su
sombra, porque a estas alturas después de llevar andando bastante
tiempo, nuestro cuerpo va sintiendo el calor de un sol de
terciopelo que pintaba el camino de inocencia, y había dejado de
caminar de puntillas para ahora manifestarse plenamente, comenzando a
tender hilos de luz entre pinares y montañas.
Alguna
señora macuto a la espalda, jersey sobre el brazo, no quiere
perderse la escena y dispara una y otra vez su móvil hacia cualquier
lugar que le ha parecido interesante, porque cautivadores y
sugestivos los hay continuamente.
El
caminar se va haciendo cada vez más lento, y los pinos me da la
impresión de que nos saludan inclinándose hacia nosotros, o más
bien, se sienten cansados de ver pasar y pasar gentes de
todo tipo de condicionamientos y nacionalidades, hasta nuestro
lazarillo se apoya sobre el hombro de alguno del grupo, y pone una
nota de humor.
Hay
que detenerse de nuevo, descansos que vienen estupendamente para
seguir escuchado, allá enfrente hay unas casitas, hoy día son el
refugio de los escaladores, ya hemos comentado que este lugar es uno
de los mejores de Europa para realizar la práctica de la escalada;
en tiempos pasados era la vivienda de los llamados salva agujas los
que tenían que velar por el mantenimiento de la línea férrea,
porque podían caer piedras, y poner en peligro el paso del tren.
Aquella casita
que hay allí enfrente se le llama “El Polvorín” porque allí se
guardaba la pólvora y la dinamita, que se usaba para la construcción
de los túneles, la inventaron los chinos sacándola de la cáscara
de las naranjas agrias, fueron los romanos los que introdujeron los
cítricos, las naranjas y los limones en Valencia, región donde
abundan los petardos y las mascletás, en las fiestas
falleras es cuando tienen su mayor auge.
El
camino que hasta ahora ha sido llano como la palma de la mano, se nos ha vuelto un poco revoltoso poniéndose cuesta arriba y
estrechado su cintura como para colocarse de forma elegante, lo que nos obliga a
ir más en fila.
El sendero se ha puesto cuesta arriba
Nuevo cartel avisando del peligro de las cerillas, la salida de emergencia, ya se dijo en una de las advertencias a la entrada, la prohibición de fumar.
Nos
detenemos para contemplar la “Casa del Hoyo, o la Casa de los
Naranjos”, toda la gente de la pedanía la conocemos de siempre por
este nombre, aún perdura la huerta con los naranjos, figuraos lo que
supondría hace cincuenta años vivir aquí metido en ese hoyo en
medio de estas sierras donde abundaba la agricultura y la ganadería.
Aquí
vivió Andrés Piñero de ochenta y seis años de edad, nos ha
enseñado los caminos alternativos de la montaña, la diversidad de
plantas medicinales de las que se obtienen los diferentes fármacos
que se venden en las farmacias, las fuentecillas de agua escondidas
en la sierra.
Cuenta
Andrés Piñero que su mujer nació aquí, cuando él la pretendía,
ya próximo a contraer matrimonio, su suegro que siempre lo había
perseguido con una vara, un día le dijo: Andrés te voy a dejar que
te cases con mi hija pero te voy a dar con la vara, una vez más, por
si acaso, para que no se te olvide.
Pasamos
por el antiguo canal de conducción del agua y nuestro intérprete
nos sigue informando sobre la montaña que tenemos enfrente, que los
lugareños le llamamos los Nichos de San Nicolás, los
escaladores la nombramos como los tres techos.
Nos
cuenta, el jefe de la expedición que cuando tenía ocho años, su
padre que era pionero en escalada junto con unos amigos se
encontraron en el camino a un hombre que les dijo que esto lo habían
hecho los presos y el que no se mataba le daban la libertad, pero es
más, los presos de Ardales.
-¡Toma, pero si en Ardales no hay cárcel!
-¿Cómo va a ser eso?
-¡Toma, pero si en Ardales no hay cárcel!
-¿Cómo va a ser eso?
Es
asombroso figurarse al operario que le tocara subirse a aquellas
alturas, con los materiales necesarios para descolgarse con cuerdas y
construir esas estructuras para evitar desprendimientos que pudieran
dañar el ferrocarril.
Nuestro
conductor nos habla, y al mismo tiempo nos recuerda que hay dos
canales de agua, uno que lo hemos visto durante todo el camino y el
otro que está oculto en la montaña, una obra titánica para
introducir este canal por toda la montaña. Aquí donde nos
encontramos es donde se juntan las dos canales, y realizar el paso a
la otra parte de la montaña a través de un acueducto por donde
dentro de poco pasaremos.
Esta
puerta que estáis viendo es para evitar que el ser humano, o sea
nosotros que somos tan curiosos, alguno habrá querido asomarse y el
barro le habrá llegado hasta la cintura, para evitar esto se puso
esta puerta y este cartel donde se dice refugio de murciélagos, y con
todas estas advertencias, se pensó que no se nos perdería nadie dentro
de la montaña, pues aún así y después de tantas avisos alguno ha querido satisfacer su curiosidad y aquí dejó la huella, está la marca
del zapato con el número treinta y nueve.
Amigo
lector, quizás habrás pensado que ya hemos terminado el
Caminito del Rey, pues no, nos introducimos de nuevo en las pasarelas
y en el enorme desfiladero, nos espera ahora la última sorpresa, el
puente colgante.
Si
todo el trayecto ha sido espectacular lo va a ser más en esta última
parte. Como si fuera una enorme maqueta aparece el caminito hecho
pasarela, a modo de una visera acoplada al filo de la enorme roca que se
descuelga hacia el precipicio, y allí como hormiguitas los atrevidos
andarines asomados al averno.
-Averno,
¿por qué? Porque no creo que en el infierno, si es que realmente
existe, haya unos tajos tan descomunales, como estos pero, ¡qué
maravilla de espectáculo nos ofrece la Madre Naturaleza!
Querido
lector si observas bien esta fotografía aparece sobre la pasarela en
una enorme mancha oscura, un gato agazapado con ánimo de comerse a
cualquiera que no esté atento al paso. Así que mucho cuidadín.
-¡Pues
yo no paso por ahí!
-Lo
siento, no hay vuelta a atrás, así que adelante.
Para
llegar a aquel punto la pasarela se retuerce como si fuera una
serpiente enroscada fuertemente a la roca, con el ánimo de abrazarla
de tal manera que sea imposible, por muchos esfuerzos que se hagan, nos
deje caer a la profundidad del piélago. Subir escaleras, bajar,
retorcerse, arrastrarse si no hay más remedio, todo entre un
contraluz donde la imagen queda enmudecida, difuminada para dejar
paso a la reina de estos parajes, y florecer refulgente, lozana
y orgullosa la energúmena roca, impertérrita y deseosa de que te
lleves en tu cámara su imagen, para propagarla por el mundo entero.
¡Qué
miedo señor escritor!
Pues,
si te digo la verdad, querido amigo, se me está poniendo el vello de
punta al contemplar estas fotografías, más que cuando realmente
transitaba por aquellos parajes. Es que parece imposible que la
pasarela diminuta se esté sujetando en la pared, cualquier pequeño
movimiento, suspiro, o viento inoportuno, que por aquel lugar transite, la puede reducir a un mamarracho, desecho, adefesio o
piltrafa colgando como las rastas de nuestro guía.
A
veces parece la dentadura de este gigantesco monstruo y los pequeños
individuos que por ella transitan los últimos residuos de los
alimentos que está engullendo.
Da la impresión de ser la
fachada de una gigantesca Catedral, donde te puedes encontrar todos
los estilos desde el barroco, pasando por el gótico y el
renacentista, y las soberbias columnas que sostienen el interior de
una gran basílica, donde el hombre ha querido poner su nota, construyendo este grandioso pasadizo, para poder entrar e intentar
digerir la belleza que aquí se encierra.
De
nuevo el viaducto se abre al espacio abierto queriendo tomar el
oxígeno de la montaña y de los pinares que se vislumbran en la
distancia.
Más
he aquí, que nuestro cuento quiere poner de manifiesto el estado
temperamental que puede llevar alguno de nuestros pasajeros que con
una risa sardónica quiere quitarse de encima el miedo que le invade, al contemplar el puente colgante por donde se ha de pasar,
viendo en la distancia como el mismo pontón, al final tritura a los
pasajeros convirtiéndolos en agua y arrojándolos a las
profundidades del despeñadero.
-¡Jesús,
Dios mío qué miedo! Se oye decir.
-¿Alguna
vez has podido ver una hormiga en lo alto de un enorme edificio? -¿Verdad que no?
Pues
no te asustes aquí la tienes, en el puente colgante pero con el
resultado que tal hormiga es cualquiera de los que camináis, y así
te van a ver a ti los que vienen detrás cuando estés allí arriba.
¡Ánimo
y adelante!
Aquello
parece una enorme viga que intenta sujetar las paredes de un lado y
del otro, para que no se unan mientras allá abajo el agua tranquila
se detiene para contemplar la grandeza de la materia petrificada y la
de la mano del hombre que la abraza, hermanándose y formando un solo
cuerpo. Este
es el paso de conducción del agua de una montaña a la otra.
-Pero
bueno, dice Vicente con gesto expresivo moviendo y gesticulando con
las manos
-¿por aquí hay que pasar? Vamos, no me lo creo, y para colmo este letrero que anuncia el número de personas, ni una más, ni una menos.
-¿por aquí hay que pasar? Vamos, no me lo creo, y para colmo este letrero que anuncia el número de personas, ni una más, ni una menos.
El capitán intenta darnos ánimos y quitarnos el miedo.
-Señores
esta es la parte más bonita, del camino fijarse en esas fallas, son
distintas a las del Torcal de Antequera, aquellas son horizontales y
estas verticales. Toda esta grandiosa montaña estuvo bajo el mar
cuando surgió el levantamiento.
A
nuestros oídos llega el rugir del agua, el murmullo y conversaciones
de los que caminamos deseosos de llevarnos tanta misterio grandioso
aquí encerrado.
Los
testimonios presenciales de que todo esto estuvo bajo las aguas del
mar son los fósiles marinos como este caracol, llamada también
amonite, nautilus de la familia de la sepia que aparecen acoplados a
la roca como si fueran medallas y condecoraciones que llevan
impresas.
Un caracol marino convertido en fósil
El
camino se ha estrechado tanto que da la impresión como si la enorme
pared de enfrente se nos quiere echar encima, y el tajo se precipita
como si fuese una enorme espada que penetra intensamente hacia el
final de la profundidad.
En
un instante la pasarela es engullida por
la boca que se abre en la roca,
Son verdaderas estalactitas rocosas a la intemperie donde no ha intervenido el carbonato cálcico sino por sedimentación de rocas calizas.
La
montaña sigue rugiendo con la fuerza que el viento le imprime y que
se intensifica en estos momentos. Nuestro práctico con la fuerza que
le imprime a su voz nos comunica que ha llegado un momento triste
para él nos hace ver un cable que servía para el transporte de
mercancías desde el Caminito del Rey a la vía del tren, nosotros
los escaladores lo utilizábamos como tirolina, una tirolina de
trescientos metros, en el año dos mil se rompieron unos anclajes y
tres de mis compañeros cayeron al vacío y murieron.
Ya
nos estamos aproximando al puente. El cansancio pide descanso y allí
el banco que cumple doble misión, contemplar el inmenso y bello
panorama y dar reposo y sosiego al cuerpo.
Un
momento de silencio ante la placa dedicada a los tres montañeros que
perdieron la vida, caras compungidas, apenadas y doloridas de
todos, reflexionando en silencio por la fuerza de la Naturaleza a la
que el hombre, como rey de ella, quiere doblegar, pera ésta furiosa,
de vez en cuando nos juega malas pasadas.
Llegados
al puente nuestro dirigente nos explica minuciosamente como se
construyó, le preguntamos al vigilante, que se encuentra como vigía
de un barco oteando el horizonte y dando paso progresivamente a los
que llegan, todo el grupo al unísono gritando claman, ¿están los tornillos bien
apretados para poder pasar?
Cada
paso es una sensación nueva, son tantas las recibidas que no se sabe
si van a tener cabida dentro del cuerpo que siente una especie de
pánico, y por otra parte la emoción de contemplar la grandeza de
una obra hecha por las manos de unos técnicos y hombres que contaron
con unos materiales, y sobre todo medios muy simples y elementales, porque era solo lo que se pedía y podía aplicar en el lugar.
A
partir de aquí todo fue ir descendiendo hasta llegar casi a la
altura de las aguas de color verde en una mañana primaveral que, dejaba atrás la majestuosidad de un lugar fantástico que, nos ha
trasladado a otro mundo, el mundo de lo que parece irrealizable pero
que nos demuestra que es así, para terminar con el cuerpo cansado
pero no el espíritu pleno de riqueza paisajística y cultural.
Nuestro
piloto director, hace el epílogo de este paseo, que ha durado cuatro
horas, dando la última información y haciendo un resumen.
Tardaron
veinte años en construir tanto pasarela, como presa, la primera
central hidroeléctrica del choro fue la pequeña casa que vimos al
principio y solo se usó cincuenta años. La nueva central
hidroeléctrica, la chimenea que tenemos allá arriba de la montaña
es la nueva central hidroeléctrica, ese tubo son los respiraderos de
las turbinas, de lo contrario harían presión y reventarían los conductos,
hace cincuenta años que la construyeron, en aquellos momentos
fue pionera en Europa, la segunda en el mundo, hoy día es la tercera
más importante de España.
¿Cómo
trabaja? La montaña que tenemos enfrente la han dejado hueca y han
construido una presa que se llama “la Encantada”, el
charco que tenemos aquí abajo es la contra presa de la Encantada, este
charco es ficticio a veces tiene agua y otra no.
-¿Como trabaja la nueva central?
Cuando el agua está arriba la dejan caer por unos conductos mueve una turbina que es igual a la que hemos visto, esa misma turbina si la ponemos al contrario sube de nuevo el agua arriba y así se pasa todo el día subiendo y bajando. Hizo un resumen de todo lo visto y vivido y de los pueblos que han pasado y asentado aquí desde los fenicios, romanos y sobre todo los mozárabes, así como todo lo que estos pueblos asentados aquí nos dejaron, punto cultural de civilizaciones que se asentaron por la riqueza del agua.
-¿Como trabaja la nueva central?
Cuando el agua está arriba la dejan caer por unos conductos mueve una turbina que es igual a la que hemos visto, esa misma turbina si la ponemos al contrario sube de nuevo el agua arriba y así se pasa todo el día subiendo y bajando. Hizo un resumen de todo lo visto y vivido y de los pueblos que han pasado y asentado aquí desde los fenicios, romanos y sobre todo los mozárabes, así como todo lo que estos pueblos asentados aquí nos dejaron, punto cultural de civilizaciones que se asentaron por la riqueza del agua.
Espero
que hayáis aprendido algo, que os haya gustado el Caminito del Rey,
que os llevéis buenas fotos y que hayáis pasado un día agradable y
divertido y un aplauso por todos vosotros porque sois un grupo
genial.
El
regreso al restaurante con comentarios sobre los vivido, la armonía
durante el trayecto, la comida, el concurso de los flanes con el
éxito de la gran Lali, darían por finalizado una jornada intensa
plagada de emociones, pero sobre todo la amistad de un grupo de ALUMA
que sale fortalecido en un encuentro más.
Si
al principio comenzábamos diciendo: Érase una vez…, ahora
terminamos con, colorín colorado este cuento se ha
acabado. Pero sabiendo que esta aventura relatada ha sido una
realidad vivida plenamente.
José
Medina Villalba
REPORTAJE FOTOGRÁFICO