Son las seis de la tarde de un día del mes de enero del año en el que nos
encontramos respirando, dos mil diecinueve.
Tarde
fría, de esas que apetece estar bajo las faldas de la mesa camilla, más que en la
calle, pero no todo se resuelve quedándose petrificado al calor de un brasero,
de cisco y picón de los que ya poco se usan, sí, al calor artificial que nos
proporciona el gasoil de las calderas de la calefacción.
El Centro Cultural Caja Granada, esperaba a un
grupo de la Asociación Juventudes Musicales para, en visita exclusiva, poder contemplar no
solo unas obras pictóricas, sino la trayectoria de unos personajes granadinos de los siglos XIX
y XX, que han dejado un legado de un gran valor para esta ciudad.
Una tarde, cuando el Sol ya ha dejado de hacer su
trabajo aunque haya sido tan delicado y tierno que solo ha podido ser una leve
caricia, cuando los pájaros que se marcharon al alba a buscar la comida por la
Vega, vuelven a sus dormidas en los árboles centinelas de las plazas
granadinas, cuando la Fuente de las Batallas ha dejado de llorar con sus
enormes lagrimones hechos chorros de agua.
Fuente de las Batallas
Una tarde más en el caminar de esta vida para
soñar, una tarde que pasará para no volver más, una tarde que se marcha sin que
se pueda detener, como el agua de los ríos, una tarde fría de invierno que deja
su última caricia de luz sobre las afiladas torres, que quieren continuamente
tocar el cielo, de la Virgen de las Angustias, un atardecer más que dejará la
huella indeleble de saciar los sentimientos con una buena compañía, de damas en
mayoría y de caballeros en menor escala, para traernos a la memoria que los
atardeceres siempre nos muestran los mejores paisajes del alma, con todo un
cúmulo de recuerdos y nostalgias. Un atardecer en Granada, la ciudad de la luz,
es un camino de esperanza hacia la noche.
Prestos y preparados para degustar lo que nos
ofrece este crepúsculo vespertino en la contemplación de esta exposición,
nuestro Presidente Rafael Ruiz de Pablos nos presentaría al Comisario, Javier Moya Morales que ha llevado un papel importante en la
preparación de esta valiosa muestra, que ocupa las dos salas de exposiciones, en
Caja Granada en la Acera del Casino, será el guía bien documentado que nos va a
acompañar.
Se cumplen cien años de la muerte de Manuel
Gómez-Moreno González, padre del también conocido Manuel Gómez-Moreno Martínez, hijo.
Con motivo de este centenario se ha hecho este homenaje, a través de esta exposición.
Nada más entrar en la sala se respira un aire
de espiritualidad artística que se percibe en una buena iluminación, aditamento
importante, para que el espectador perciba la obra con toda su grandeza y
nitidez, junto con una correcta distribución de todo un relicario de obras
pictóricas, arqueológicas y documentales que la engrandece.
Sala de exposiciones de Caja Granada
El ser humano no puede sobrevivir sin
alimentar regularmente su cuerpo, tampoco puede hacerlo si descuida la
alimentación de su espíritu, y del arte procede todo alimento espiritual. Más
si es el propio artista el que construye su propia obra, podríamos decir
aquello de: “él solo se lo guisa y él solo se lo come”, más en esta caso, nos lo da para que también alimentemos nuestra sensibilidad, noble y exquisita.
El núcleo principal de esta exposición son los
escritos de Gómez- Moreno, primero fue el pintor, después sería historiador del
arte y arqueólogo y ocupó puestos relevantes como Director del Patronato de la
Alhambra y de la Escuela de Artes y Oficios, sin embargo, en esta muestra que
gira en torno a la parte documental, también se refleja todo lo concerniente a
su obra pictórica y sus diversas actividades en los puestos importantes que
ocupó.
A la entrada observamos un carboncillo
realizado por uno de sus alumnos cuando tenía la edad de ochenta y tres años,
con toda la majestuosidad con la que se manifiesta, y que fue siempre la tarjeta de presentación de su aspecto corporal, armazón de una gran contenido en inteligencia y sabiduría.
Es muy significativa la descripción que nos
hace Miguel de Unamuno como miembro del Consejo de Instrucción Pública, cuando
lo visita en la Escuela de Artes y Oficios y le pregunta ¿qué es lo que le
falta?
Es un verdadero retrato de su personalidad hecho con el pincel de la letra
escrita, realizado por un gran literato.
Miguel de Unamuno
A esta pregunta la repuesta fue clara por
parte de Gómez Moreno. Lo importante no
es el dinero, lo que nos hace falta no es lo material sino lo espiritual, y para ello necesitamos hombres, hombres y
hombres, el resultado de la voluntad y el esfuerzo de los hombres, hombres de
fe, eso hace mucho más que el dinero.
Hablar de Arqueología e Historia del Arte en la época de Gómez Moreno, eran unas materias totalmente desconocidas, era producto simplemente de aficionados,
Gómez Moreno comienza a hacer excavaciones con una precisión y exactitud en todo lo que iba descubriendo, que lo manifiesta en sus escritos y dibujos con
carácter científico, con una seriedad y un gran rigor. Una muestra de esto fue
la reconstrucción de la base de una lámpara medieval.
La base de una lámpara medieval
Contemplando estos restos arqueológicos el pensamiento se me llena de otros tantos que anidan en mi alma, somos buscadores
continuos de restos arqueológicos de
nuestros antepasados, de aquella madre que se nos fue un día que formaba parte
del límite del acantilado y que estaba allí para impedir que me precipitara en
el abismo de lo desconocido. Buscamos esa que un día triste nos llevará, aunque
deseamos que esté tan lejos como las galaxias o las profundidades del mar. Buscamos
los besos, las caricias, los ojos cálidos de mujer que nos saquen de la soledad
en que a veces nos sumimos. Todos estos, eran para mí los restos arqueológicos
que como un fugaz rayo de luz pasaba por mi mente y que en fracciones de
segundo rastreaba.
La voz cálida del guía me hizo volver de nuevo
al encuentro de la visita.
Gómez Moreno fue un gran coleccionista de
piezas arqueológicas, de las que él mismo encontró o de otras que le
facilitaron, tal es este capitel renacentista del siglo XVI, regalo del Colegio
de Niñas Nobles, pieza que aparece en algunas de sus pinturas, piezas que
después fueron donadas al Museo Arqueológico.
En la época que le tocó vivir a Gómez Moreno no
había conciencia del valor de las obras artísticas, que a consecuencia de las
dos desamostizaciones que hubo se perdieron muchas obras artísticas en todas
las facetas. A él le toco el papel de hacer tomar conciencia de los valores artísticos que
existían, escondidos y cubiertos por la pátina del tiempo, a sus congéneres coetáneos. En las vitrinas
pudimos observar la cantidad de planos y documentos relacionados con edificios
que desaparecieron, e incluso un librito titulado: "Breve reseña de los
monumentos y obras de arte que ha perdido Granada en lo que va de siglo".
Tensión especial en algún momento, al conocer la desaparición de edificios importantes
En el relato hay momentos de una tensión especial, que el guía sabe transmitir a los oyentes, cuyas caras reflejan también el
desconsuelo y la congoja, cuando circula en sus palabras una tristeza especial
al describir cómo fueron desapareciendo por la picota, edificios importantes sin
el menor escrúpulo. Con las caras compungidas como el que observa un cadáver
enclaustrado en una vitrina, ataúd de un occiso hecho papeles, fotos, y dibujos
contemplamos el cuerpo inerte de lo desaparecido.
Yo le diría a Goméz Moreno, que esa tónica
destructiva y de degüello a la riqueza artística de la ciudad se ha venido
prodigando, y continuará mientras los inoperantes y desaprensivos que nos rigen,
no busquen solo el enriquecimiento personal, sino el de una bella ciudad
ricamente enjaezada a través de los tiempos por joyas únicas y exclusivas.
Sale a resurgir la figura de su hijo Manuel
Gómez Moreno Martínez que desde niño supo colaborar en el trabajo de
catalogación de las obras que su padre rescataba, todo esto le iría marcando,
para ser un gran heredo y continuador de todo lo que fue mamando de las
enseñanzas y vivencias que iba recibiendo, que llegó a ser la figura principal
en la Historiografía, del Arte y de la Arqueología
del siglo XX.
Los rostros cambian, cuando el ambiente se va
enriqueciendo de las labores que, de una forma apasionada, realizarían tanto su
hijo, como el Centro Artístico y alumnos.
En esos momentos dejo escapar de mi
pensamiento una mariposa irisada mientras rubrico con firmeza el sentimiento
compartido que se manifiesta en los semblantes que dejan en el ambiente
sentimientos de rumor de bosque donde no han dejado huella los humanos.
Las vitrinas contienen una gran documentación
que se conserva en la casa de sus familiares de la Cuesta de San
Gregorio, trabajos modestos pero de una importancia transcendental: Boletín del
Centro Artísticos, trabajos sobre las sepulturas arábicas granadinas, estudios
de Arquitectura del Renacimiento, en la zona norte de la provincia, en
Guadahortuna, Iznalloz, La Calahorra. Su casa se convirtió en un pequeño museo
con piezas de nuestro pasado romano como este sarcófago que posiblemente por el
tamaño perteneció a una niña, actualmente está en el Museo Arqueológico.
Los orígenes y lugar donde había estado
asentada Granada, la primitiva Iliberis, la Granada romana, viene a ser
plenamente demostrado por Gómez Moreno en su tesis, que estuvo en el Albayzín.
Un enorme cuadro al óleo del martirio de San
Cecilio refleja cómo une la arqueología con la pintura, y una visión lejana en
el trasfondo del óleo donde se puede observar la Ilíberis.
Contemplando estas piezas arqueológicas se
despiertan en mi ánimo una especie de espíritu aventurero por sentir el grato
placer del descubrimiento de algún resto del pasado, convertido en cerámica, o
en piedra hecha capitel romano.
En este momento siento la poesía que desgranan
mis ojos al contemplar uno de esos yacimientos , en estos mudos restos de
desolación clama la voz de un pasado plagado de arte y de riqueza, de bellos
paisajes, en ciudades sepultadas bajo la
pesada loza del tiempo, de columnas soportando palacios y templos, y vasijas cocidas
al calor y color del fuego de los hornos, convertidas en escudillas, donde reposaron deliciosos manjares para el placer de los que recostados
sobre divanes lujosos saboreaban la sensualidad de las huríes bailando al son
de las liras, buccinas, cornus y aulós en la bacanales romanas.
Una bacanal romana
Guías sobre Granada se han escrito varias, pero
ninguna supera la que dejó para la posterioridad nuestro anfitrión, en este
ejemplar muestrario, donde concentra todos los resultados de sus investigaciones
de años y años, con diseños de planos de edificios algunos desaparecidos, obra
escrita en la que colaboraron padre e hijo.
Edificios de la Catedral y la Alhambra con sus planos correspondientes
Viendo estos planos, veo atardecer en la
Alhambra cuando el Albayzín lentamente se va durmiendo, oyendo el sonido de un
lenguaje de bronce de la campana gorda de la Catedral, marcando a paso lento las nueve de la noche, convirtiéndose en
un universo de locura y de enamoramiento, esa torre fallida en que el sueño del
dibujo no pudo transformase en realidad.
La Alhambra y el Albayzín se duermen en la cuna de un atardecer
La Catedral que diseñó Diego de Siloe para Granada
La Catedral de Granada se quedó en torre mocha
Dejamos esta sala primera para pasar a una
segunda, si en la anterior tiene mayor protagonismo todo lo relacionado con sus descubrimientos
arqueológicos dibujos, documentos, planos…., en ésta será la pintura y dibujos
los que tendrán más relevancia.
Nos encontramos con dos cuadros hechos al óleo
una impresionante vista de la Alhambra y la escalera de subida en la casa
familiar cogiendo uvas, en ellos se pueden ver con toda naturalidad, elementos
arqueológicos distribuidos por el huerto, y algún capitel nazarí. En sus cuadros
también toman parte elementos naturales, plantas, animales con los que hacía
composiciones y servían de modelos en sus clases, recuperando también el arte mudéjar
y nazarí
.
Vista de la Alhambra desde la casa
Cogiendo uvas en la subida a la vivienda
Pone de
manifiesto cómo fue cambiando el nombre de la Escuela de la que fue director; primero
se le llamó Escuela Superior de Artes de Granada hasta 1919, después pasaría a
llamarse Escuela Artes y Oficios, que es como se le ha conocido hasta fecha muy
reciente, y actualmente Escuela de Arte de Granada.
La emoción corre por las venas de todos, ante
la muestra de tanto trabajo concentrado, ante la ingente labor de dos almas que
han dado mucho por nuestra ciudad en esta tarde de éxtasis, cuando en el exterior
el sol aterido por el frío de este día, deja una luz anaranjada libando el sonido del agua
de la Fuente de las Batallas, mientras en el interior de estas salas el calor
de las obras nos abriga el alma.
Una luz anaranjada libando el agua de la fuente
La sensibilidad solidaria de Gómez Moreno
llegó hasta la preocupación por la educación de los infantes que habían perdido
a los que les habían dado el ser, volcándose en los Asilos de San José,
formando a los jóvenes en oficios olvidados para que pudieran ganarse la vida,
realizando una labor educativa y filantrópica al mismo tiempo, esta labor quedó
reflejada también en diversos dibujos.
Le propusieron a nuestro hombre una tabla
flamenca para que la tasara, después se la ofrecieron a él y la adquirió, la
restauró cuidadosamente surgiendo esta magnífica obra de mediados del siglo XV,
fue el regalo de boda que le hizo a su hijo cuando se casó. Es la obra más
importante que poseyó Gómez Moreno.
Tabla del siglo XV
En el sentido moderno, fue el primer director
del Patronato de la Alhambra tal como hoy lo conocemos, su tónica aquí fue la misma
que la anteriormente había tenido en todos aquellos en los que había
intervenido: respeto profundo a los monumentos, mucho cuidado con las
restauraciones para no cargarse la autenticidad de lo conservado durante
siglos, e inversión en la custodia de los edificios de la Alhambra.
Gómez Moreno, acompañando al rey, Alfonso XIII, en la visita a la Alhambra
En una casita que hay en el Partal aparecieron
unas pinturas en un estado lamentable de conservación, la fotografía de la época
en blanco y negro no permitía hacer una buena captación, Isidoro Marín gran
pintor y alumno de Gómez Moreno se encargó de realizar una reproducción a
tamaño normal.
Reproducción de las pinturas de la casita del Partal por Isidoro Marín
La indumentaria de los moriscos sale a la
palestras a través del rastreo que realiza en los archivos, e inventarios.
Indumentaria morisca
Mi mente plena de satisfacción artística, deja
volar la imaginación y aleteando por encima de la ciudad, en esta tarde del mes
de enero circulando por las alturas, arrastrado por el aire suave de Valparaiso,
con la mirada perdida en el horizonte, escucho el tañer misterioso de los
campanarios, de un Albayzín donde suena a dolor la voz del muecín y a gloria
las campanas de la Iglesia del Salvador.
Minarete de la mezquita al-Taubin ( de los conversos)
Iglesia del Salvador
El Sol se marcha diciéndonos adiós lentamente,
jugando al escondite con la Luna que tímidamente asoma por una esquina de las
galerías sacromontanas, refrescando la historia junto con la sequedad de las murallas
de la Alcazaba cubiertas de yedra, y la humedad de sus patios que quiebran en
las aguas de sus fuentes, la pureza amarga de sus llantos hechos un rosario
continuo de lágrimas, corren a la
desesperada por los arriates, para bajar a la ciudad para purificarlas.
Las galerías de la Abadía sacromontana
Arriates para el agua en el bosque de la Alhambra
En los atardeceres granadinos la Sultana
Alhambra, que es la representación más genuina de la mujer granadina, distinguiéndose
por su hermosura y belleza, por la regularidad de su estatura, lo garboso de su
cuerpo, lo largo y tendido de sus cabellos, lo blanco y brillante de sus
dientes, lo perfumado de su cuerpo, la graciosa ligereza de sus movimientos, lo
ingenioso de sus palabras, y la gracia de su conversación, enamorada de su amante el Albayzín le deja la
caricia más delicada trasladada con un beso, con los últimos rayos de un Sol
celoso de estos dos eternos enamorados.
La belleza de la mujer granadina
Contemplo
desde la altura su extensa Vega donde los lingotes de plata de los arroyos se
ramifican entre las esmeraldas de los árboles. Los tapices verdes de sus cármenes tejidos con
la punta de las agujas de sus cipreses
que ascienden a las alturas del cielo.
Los cipreses las agujas de los cármenes albayzineros
Sierra
Nevada vestida de novia con su traje blanco en una entrada grandiosa al son de
la marcha nupcial que suena con la música orquestal del rugir de sus lagunas en
las noches misteriosas de los rigurosos inviernos.
Sierra Nevada con su traje nupcial
Laguna Larga en Sierra Nevada
De esta mi Granada que la llevo clavada en el
alma, con sus viejos barrios del Albayzín y del Realejo, con la pureza del
carácter granadino, entre la maravilla de una luz sin igual que quiebra sus
rayos contra las nieves de Sierra Nevada, o los jugosos verdes de la Vega o las doradas
piedras de los palacios de la ciudad, multiplican sus tonos y afinan sus
matices hasta fines insospechados.
La Vega de Granada
¡Granada, Granada!
¡Ay mi Granada del alma!
Si al morir pudiera llevarte conmigo,
al paraíso que me espera,
sentiría envidia de ti y de tu riqueza.
Es enero, rojo el cielo es el fuego
de un corazón que late,
en el amanecer de un nuevo día.
Nuestro guía, termina diciendo que con esto hemos
hecho un repaso rápido pero completo de la obra escrita e ilustrada, con parte
de su colección y algunas de sus obras, un aplauso sería el cerrojazo que cerraría el telón
imaginario, vivido en un lugar real con las obras de los Gómez Moreno.
Grupo que disfrutó de la exposición
Rafael Ruiz de Pablos, el Presidente de Juventudes Musicales, daría las gracias al Comisario Javier Moya Morales, e
invitaría a posar a todo el grupo para dejar constancia de esta visita que
además de quedar en el archivo mental de los visitantes, por si alguien quiere traerla
a colación en algún momento aquí queda esta reseña, para los que participaron
y para los que no lo hicieron.
REPORTAJE FOTOGRÁFICO Y VIDEO
José Medina Villalba