miércoles, 8 de octubre de 2014

LA PAELLA DEL REALEJO EN GRANADA


                                          El corazón del Realejo, El Campo del Príncipe.
Hablar del Realejo es cómo decir, mi casa, mi barrio en la actualidad, porque aquí llevo viviendo treinta y cinco años y de aquí partiré sin la menor duda para el otro barrio, en cuya entrada hay un enorme letrero que dice: ETERNIDAD.

                                                         Barrio del Albayzín

                                    Mercadillo en la Plaza del Realejo. Mural cerámico de José Medina Villalva
En cierta ocasión ya dije que me consideraba un híbrido compuesto, más de la mitad sin llegar a los tres cuartos de albaicinero, y el resto de “greñuo”, que así se titula el hipocorístico que se les aplica a las gentes de este arrabal es decir, a los nacidos, criados y vecinos de este maravilloso barrio, sin quererles arrebatar ningún mérito a los propiamente nativos. 

                                           Plaza Nueva, la cortina que separa los dos barrios 
Barrio moruno y barrio judío en el pasado y hermanos, en todas las facetas, en el presente, además están tan cerca que se dan la mano, porque salir de uno para meterse en el otro es como evadirse de un patio de un carmen albaicenero, engalanado con la belleza y frescor de sus macetas exhalando el perfume de los claveles y geranios aromatizando el ambiente, 


                                                Por Plaza Nueva. Óleo de José Medina Villalba
 y descorrer la cortina de Plaza Nueva  para entrar en el Realejo; yo diría que son dos barrios gemelos porque parten de un óvulo fraccionado, el musulmán y el hebreo y fecundado por el mismo espermatozoide que no es otro sino la luz de un cielo que se viste de azul intenso y que cobija a los dos. 

                                             Albayzín. Calle de San  Luis. Óleo de José Medina Villalba

                                   Tres elementos representativos de Granada. Óleo de José Medina Villalba
Los dos tienen cármenes que son balsámica fragancia, murmullo y zahumerio, penumbra y estallido de color, callejas estrechas y en pendiente y sobre todo la amabilidad y sencillez de sus gentes, entregadas siempre al servicio de cualquier causa noble.
                                      Iglesia de los dominicos en el Realejo. Óleo de José Medina Villalba

                                        Campanario de la Iglesia de San Pedro. Óleo de José Medina Villalba
De la misma manera que los gemelos se visten, calzan, caminan, piensan y suelen tener los mismos objetivos e intereses, le ocurre a nuestros dos barrios.

                                                Cuesta del Chapiz. Óleo de José Medina Villalba
Si el Albayzín se enorgullece de sus callejas, iglesias y conventos, de sus cármenes, restos arqueológicos, leyendas, de la forma de vida de sus gentes, no le va a la saga el Realejo.
                      Monjas dominicas en el convento de Zafra en la Carrera del Darro. Óleo de José Medina Villalba


                                          Convento de Santa Isabel la Real. Óleo de José Medina Villalba
Carmelitas, Comendadoras de Santiago de un lugar, con sus rezos y dulces, se emparejan con Bernardas y Dominicas del otro, porque si el Albayzín tiene sus empinadas callejas de igual modo las tiene el Realejo. Ver una puesta de sol desde el Mirador de S. Nicolás y otra desde el lavadero de la Puerta del Sol, las dos poseen el mismo encanto.
                                  Atardecer en el Mirador de San Nicolás. Óleo de José Medina Villalba

                                                 Carrera del Darro. Mural cerámico de José Medina Villalba

                                       El otoño se vistió de terror con un vestido de un intenso negro
El otoño se vistió el otro día de Halloween, el miedo y el terror invadió a las dos barriadas, se cubrió su cuerpo con un vestido largo de un intenso negro y salió a pasear por las callejas de los dos barrios, sin escrúpulos de ninguna clase, avasallando todo aquello que se le interponía a su paso, adornada de luces de relámpagos acompañada de una  música tenebrosa y dejando caer el bronco pisar de sus pasos en las huellas de un intenso llanto que inundó cuanto encontró a su paso.

                                                              La paella del Realejo

Hoy, día 5 de octubre se ha vestido de gala, como pregonera y preludio de las fiestas que ya se vislumbran a corta distancia, ha regalado al barrio, a sus gentes y a los visitantes el olor y el sabor de una rica paella.

                                                           El trenecito turístico
La monotonía mañanera de todos los días: el barrendero que deja el sonido de su escoba bailando sobre la placeta de Fortuny, para recoger los restos que sobre ella dejan los trasnochadores que viene ebrios de madrugada, el sonido de las mesas que salen del bar de enfrente para ir tomando posesión en la terraza que hay debajo de mi ventana, el trenecito turístico que empieza su ruta diaria sin llevar aún ningún pasajero, el repartidor del periódico que lo deja por debajo de la puerta, las persianas metálicas del establecimiento chino, con su sonido estridente de chapas de hierro que con desgana se elevan después de un trasnochado sueño, los primeros rayos del sol que acarician la fachada de mi casa, todo esto y mucho más se han concentrado alrededor de una gigantesca vasija de latón.


                                                                 Redonda como una plaza de toros
Redonda como una plaza de toros, esperando pacientemente que se vayan depositando en el fondo de su ser los distintos elementos que han de componer la paella, allí debajo la tengo solitaria la miro desde mi balcón y ella también parece saludarme.
                                       Con dos bombonas a ambos lados, como si fueran dos guardias civiles
Con dos bombonas de butano a ambos lados, como si fueran dos guardias civiles, conectadas por sendas gomas, como los grilletes que llevan al presidiario al patíbulo, tranquila espera el momento de cumplir la  misión que en este día se le ha encomendado.
                                                     Poco a poco la plaza se va animando
La mañana va trascurriendo, poco a poco la plaza se va animando, gentes que desayunan sentadas en la terraza del bar de enfrente, mientras leen la prensa del día, algún extranjero salido del hotel contiguo que esperan en la parada la llegada del autobús que los llevará al monumento alhambreño.


                                                 Nuestra paellera observa y calla
Nuestra paellera serena y tranquila en su lugar observa y calla y éste que la examina va descubriendo algunos de los detalles que la complementa.
Nuestra protagonista de piel tersa, se atavía con una serie de elementos fiel reflejo de los años que por estos y otros lares ha ido desarrollando su labor, hay algunas manchas de óxido de hierro en los costados de su cuerpo, aunque su interior se encuentra limpio como una patena.
Está como el centinela firme bajo la mirada de las dos bombonas,  con el nombre de cepsa, que la tienen prisionera.

                                        Se ha colocado una mesa donde se encuentran todos los elementos
Son las  doce del mediodía, junto a la gigantesca sartén  se ha colocado una mesa donde se encuentran depositados todos los elementos que van a ir engrosando el vientre de nuestra heroína.

                                                 Los ingredientes van cayendo a su debido tiempo 
Los ingredientes van cayendo, uno tras otro, cada uno a su debido tiempo, según tiene establecido el jefe de cocina: agua, carne, tomate natural rayado, pimientos rojos, alcachofas, ajos, judías verdes, aceite de oliva, arroz, sal, ramitas de romero, laurel y otros condimentos.
                                  Los cocineros con sus remos en la mano van lentamente moviendo el producto
Aquello se convierte en un verdadero espectáculo, los cocineros con sus remos en la mano van lentamente moviendo el producto, como pequeños barquitos en un gran lago van girando de un lado para otro.

                                 Lluvia de pétalos blancos representados en los granos de arroz como copos de nieve 
Al gran ruedo del circo donde los elementos que lo componen se desenvuelven como verdaderos artistas circenses, los saltimbanquis brincan rebotan y chocan unos contra otros arrastrados por las gigantescas palas, trapecistas que desde la altura van cayendo en la gran plaza, lluvia de pétalos blancos representados en los granos de arroz que como copos de nieve van cubriendo la pista.

                                          Los espectadores con las cámaras van grabando la escena
El espectáculo está servido y los espectadores puestos en pie con las cámaras, teléfonos móviles y demás elementos fotográficos van dejando plasmado en sus retinas la escena.
Un vaporcillo especial  se va desprendiendo y sale al exterior para impregnar las pituitarias del numeroso público que lo contempla.


El ambiente se empapa de este aroma y los guardia civiles que han tenido prisionera a nuestra paellera dejan de suministrarle el combustible; una cuchara dirigida por el jefe de cocina va a ser la primera en penetrar en el gigantesco ruedo, para extraer un poco del contenido, llevándosela a la boca paladea el producto y haciendo un leve gesto satisfactorio vuelve a repetir la acción; ahora será una señora de las encargadas de organizar el evento, la que soplará reiteradamente antes de degustar, hasta opinar que la paella  está en su punto.


                                             Los platos y tenedores van saliendo de los embalajes 
Las mesas para distribuir la paella están colocadas, los platos y tenedores van saliendo de sus embalajes y la paella despojándose de los últimos elementos líquidos en forma de vapor oloroso, se encuentra dispuesta para su distribución.  

                                                 Los cocineros van llenando los platos
Los cocineros van llenando los platos y pasando de unas manos a otras van llegando a los consumidores que ávidos, una detrás de otra cucharada, dan fin al contenido de las escudillas de plástico.
                                                     Hay gentes de diversos lugares
Hay gentes del barrio, de otros diversos lugares llegados por el anuncio de este acontecimiento, extranjeros que no solamente graban con sus cámaras sino que al mismo tiempo degustan, paladean y saborean la rica paella.

                                               Los chicos y chicas sentados en el suelo
Hay un grupo de chicos y chicas, unos sentados en suelo y otros ocupando las mesas de la terraza se miran, conversan como otros ciudadanos más del barrio y al mismo tiempo se deleitan engullendo el arroz, los diversos móviles que portan hacen estragos con sus cámaras fotográficas.


                                         Dñª María Piedad Cardenete presidenta de la Asociación de Vecinos                      
La diversidad de la concurrencia es enorme: residentes, extranjeros, cargos directivos de la Asociación de Vecinos del barrio, con su Presidenta Dñª María Piedad Cardenete a la cabeza, gente modesta, transeúntes que se ven sorprendidos ante el espectáculo,
                                                 Hasta los perros disfrutaron de la paella
 e incluso algún perro que, también ha saboreado algún plato de arroz que dio con él en el suelo cuando su dueño no aguantó el calor que desprendía, cuando lo portaba en su mano, ahora tranquilamente duerme el sueño de la digestión.

                                           Los últimos granos son apurados por el último visitante
La paella grandiosa va disminuyendo su cuerpo, hasta quedarse en un pequeño reducto, parecía imposible que se pudiera agotar. El último en finiquitarla aquel señor que desmantela los últimos granos que tímidamente deambulaban en una plaza de toros ya vacía.
                                               Los organizadores se despiden con un saludo
La tarde va despidiéndose, dejando los últimos rayos deslizarse sobre la Plaza de Fortuny, solamente van quedando los que siguen tapeando en las terrazas de la plazuela mientras una solitaria paellera liberada de su contenido espera ser retirada y absuelta de las huellas que en ella han dejado los diversos productos. También los organizadores, satisfechos del trabajo realizado, saludan al que los contempla desde su ventana.
Otro día, en otro barrio, en otro pueblo, o lugar seguirá fielmente cumpliendo con su obligación.


                                                     Nuestra Señora del Rosario Coronada
Esta ha sido la antesala y el clarín anunciador de las próximas fiestas del barrio de los “greñuos”, en honor de la Patrona del Realejo, Nuestra Señora del Rosario Coronada, Copatrona de la ciudad de Granada.

                                    
REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE LA JORNADA PAELLERA EN EL BARRIO DEL REALEJO












































































                                        
                                                    José Medina Villalba

3 comentarios:

  1. bonito día en Realejo! Y bonita manera describir el momento, pues cualquiera que no estuviese ahí, con leerte lo hace como si en primera persona se tratara. ;)
    ¿La mejor sin dudas? una persona asomada desde la ventana..jeje

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    1. Después del encuentro en el portal de la casa, y de tu manifestación sobre el comentario que habías hecho al archivo de la paella, me llena de satisfacción el que hayas podido saborear la deliciosa paella que ese día se confeccionó, aunque simplemente ese deleite haya podido ser a través de la lectura. Lo mejor, por supuesto, el personaje de la ventana. El segundo comentario que me indicas no ha llegado, lo espero. Hasta hoy no había leído el mensaje. Mi agradecimiento por tus palabras. Un abrazo.

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    2. bonito y relato......bonitas fotografias.y entrañable la fiesta de un barrio tan bonito.y la virgen del rosario.nos ayudede a los granadinos...........

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