Amanecer en Oslo
Llegó el segundo día.
La mañana, resplandeciente con un sol que asomó por
el balcón a las cuatro de la madrugada.
-¡¡¡Pero qué me dice!!!, no me lo puedo creer.
-Pues créaselo amigo mío, estamos en Oslo y esto es
lo que hay, veinticuatro horas de luz solar.
-Oiga, señor escritor, ¿Usted ha deshecho la maleta?
-¡Ni hablar de eso!, ¡quien va a tener tiempo de esa
faena cuando vamos a estar todos los días cambiando de hotel!
Las ocho de la mañana y después de un buen sablazo
al buffet, las maletas se deslizaban parsimoniosas, medio dormidas, dejando en
el suelo una música disconforme como el que lo arrastran a regañadientes, daba la impresión que, no solo eran las maletas sino los propios cuerpos a los que
le pesaban las carnes.
Las maletas se deslizaban parsimoniosamente
Mientras unos esperaban introducir sus equipajes en el albo monstruo mecánico,
otros, sentados tranquilamente observaban la escena,
e incluso,
¡qué curioso!, hasta un taxi esperaba por si alguien no acudiera a tiempo a la
hora de salida.
Atrás se nos quedaba el hotel Scandic Vulkan, al que
no volveríamos a ver hasta pasados unos cuantos días.
Al que sí íbamos a ver diariamente, es a nuestro lazarillo,
el simpático Mateo, que con el micro en la mano, como el capitán de guardia de
un rígido cuartel, está diciendo la minuta del día, dando las órdenes oportunas
para la buena marcha, disciplina y buen comportamiento de la grey que se le ha
encomendado.
- Pero qué dice éste hombre, ¿que hoy vamos a
recorrer cuatrocientos kilómetros? Sí, mujer, cinco horas y media.
-¡Vamos, vamos!
-Aquí fenecemos y eso que es el segundo día.
Mateo, nuestro guía de viaje informa
Se dan normas para ir al baño y regularse muy bien los líquidos a expulsar porque las paradas van a ser de tarde en tarde.
Las carreteras serán nuestros enemigos porque hoy
están casi todas “patas arriba”. Hoy voy a ser condescendiente con respecto a
la puntualidad, no pasa nada si nos retrasamos un poquito, pero mañana hay
que ser muy puntuales, tenemos que coger un ferris y estos no entienden de
nada.
-¡Oye!, ¿pero no ha dicho dónde vamos?
Vamos al interior de la Noruega más bella.
Bordearemos en toda su extensión el lago más grande
del país, el lago Mjosa.
En el interior del autobús hay un murmullo en el que
no se perciben claramente las conversaciones, animadas por el jolgorio y
carcajadas que se dejan sentir, pero sí el ambiente de amistad que va creciendo
conforme avanzan las horas, en el exterior la ciudad está en movimiento la
vamos devorando como un desayuno mañanero.
Como una rápida película vemos
pasar los edificios que parecen pequeños hurones, nos introducimos por largas
madrigueras subterráneas, donde solo impera la luz artificial hasta conseguir
salir al exterior, bañándonos con la luz de un sol resplandeciente que comenzaba
a tender hilos de luz entre los edificios de la ciudad, y aquellos otros del
extra radio donde solo impera el ruido industrial.
Vamos dejando la capital y mientras nuestro
conductor no deja de mascar chicle, Mateo va dejando claro como son las
carreteras que nos vamos a ir encontrando y los límites de velocidad, nuestro
acercamiento a los fiordos.
Montañas suaves, llanuras, caminamos hacia el
Condado de Hofflan, que se encuentra en el centro de Noruega donde veremos dos de las montañas más altas que rozan los dos mil quinientos metros
y un inmenso lago, el más grande del país, el Lago Mjosa.
Llegamos a Lillehamer.
Lillehammer es una pequeña
ciudad y municipio del interior de Noruega. Es uno de los centros
deportivos de invierno más conocidos de Noruega, y es famosa por haber
albergado los Juegos Olímpicos de Invierno de 1994. En el censo de 2015
contaba con una población de 27 300 habitantes.
Es la capital administrativa y mayor ciudad de la
provincia de Oppland, y el centro cultural del distrito tradicional
del Gudbrandsdal.
En la ciudad se organiza el Festival Literario
Noruego durante la primavera.
El paisaje es siempre un lienzo de color verde,
salpicado por casitas de madera, sonrojadas sus fachadas, o pequeños fantasmas
vestidos de blanco, formando enormes bolas dispuestas a rodar
Mateo Nos sigue informando detalladamente de los
lugares por donde vamos pasando, mientras la cámara ávida por captar todas las
escenas que van surgiendo en el exterior, las va almacenando.
Hay un anticipo sobre lo que mañana vamos a
contemplar, situación de los fiordos y el clima que impera en ellos, y alguna
referencia a lo anormal que ha sido este año el mes de mayo con temperaturas
altas, que se ha dejado sentir en los campos e incluso en el caudal de los ríos
Pasamos por Biri, los negros nubarrones van tiñendo
de negro el cielo, y en las aguas de inmenso lago de Mjosa, toman su baño
mañanero, jugando con el blancor de otras nubes que a modo de toallas intentan
secarlas.
Lago Mjosa
El inmenso lago está atravesado por puentes, túneles
algunos con más de veintitrés kilómetros que han sido financiados por los
bancos.
Entramos en la demarcación de Lillehammer, flores
violetas al borde de la carretera, coches en amplios aparcamientos, casitas desperdigadas pastando en los inmensos campos y un cielo vestido de
negro.
Lago Mjosa
Alguna información sobre la estancia y hora de
partir para llegar al lugar del almuerzo y la estancia en el hotel nuevo que
nos espera, incluso la posibilidad de encontrar con algún oso o reno que pueda
haber por aquellos lugares.
Alta esbelta y elegante se muestra la iglesia que ya
nos está saludando con su estilete puntiagudo, a modo de una enorme flecha
apuntando hacia el cielo.
Todos alrededor de Maite la jefa de expedición que, a
modo no solo de buena organizadora y conductora del “tropel humano”, que le ha
tocado conducir, perdón por lo de tropel,
sus actuaciones son excepcionales, como la madre que cuida, y a la que
acudimos en todo momento para cualquier situación deficitaria que se nos
presente, haciéndolo siempre eficazmente y con el máximo agrado.
Maite da las últimas informaciones y deja libertad para que cada uno acampe a sus propios criterios.
¿Qué hacemos ahora, donde vamos?...
Así, cada cual con su grupo, pareja o afines, intenta tomar durante el tiempo acordado darse un garbeo por este pueblo, donde nada más de entrada hay una enorme pancarta situada en el suelo,
algo que nos está diciendo que allí lo que más impera es la relajación y la tranquilidad.
Mi camino y compañía estaban claros, mis dos
damiselas, Pilar e Isabel, grata compañía, y con buen olfato para saber en cada
momento donde ir, dejando en la calzada las huellas de nuestros zapatos,
comenzamos a caminar para descubrir y contemplar cuantos edificios, y
esculturas nos salían al paso.
Hay una mezcolanza de lo antiguo con lo moderno.
Tampoco faltan los escultores que quieren dejar su
impronta para la eternidad, una forma de hacer arte escultórico para que cada
uno interprete lo que le venga en gana, salvo el listillo de turno que se las
sabe todas, y da tu propia explicación analítica queriendo sentar dogma de fe.
Arte moderno
Dos gotas de agua se han salido de la cascada, no querían seguir el ritmo que le marcaba la corriente, y se han sentado en sendas lanchas de piedra, para indicar que igual que la corriente acuífera tiene su sonido, ellas también lo tienen, y por eso quieren perpetuar su imagen en este lugar.
Pilar e Isabel, dos bellas gotas de agua se han salido de la cascada
Si se fijan bien, son dos canalillos más de agua, de los varios que imperan allí, donde las fauces del gigantesco pez que hay al final, las mira de soslayo y se le hace la boca agua derramándola por sus fauces.
-Mirad, éste debe ser un homenaje a un pueblo que, desde la
época de los vikingos, su herramienta diaria son los esquís que utiliza para
desplazarse continuamente de un lugar para otro, llevando incluso a su propio
hijo, pero a toda marcha y velocidad con las velas de su capa extendidas al
viento.
Los vikingos siempre se les caracterizó por sus
atuendos especiales sobre todo por el casco sin cuernos, después llegaron los pelicureros
de Hollywood y se los colocaron.
Nuestro moderno vikingo no tiene casco ni velero
para navegar lo suyo es una moderna bici, sin motor pero con tubo de escape.
Un momento de inquietud ocurrió en este restaurante.
-¿Pero que le ha pasado?
Fueron momento que solo se perciben a la hora de abonar lo que se ha de tomar, menos mal que todo ocurrió antes de consumir.
-Explíquese.
-Explíquese.
-Siempre mis pagos los realizo en efectivo, en
aquellos momentos carecía de moneda noruega, es decir de coronas, pero sabía
que podía abonar mi consumición con tarjeta.
-¿Pero dónde estará mi tarjeta? Me pregunté en el
interior de mis pensamientos.
Busqué y rebusqué entre todos los distintos departamentos donde suelo
llevar otras relacionadas con mi identificación, y al fin apareció una, toda reluciente.
La camarera, con algunos conocimientos de español,
menos mal, me invitó a que la introdujera en el lugar de reconocimiento y
marcador automático.
-Pero ahora viene lo grave, había que meter el
código de identificación. Un color se me iba y otro se me venía, la falta de
uso, me impedía recordarlo. La camarera me miraba con cierto aire de extrañeza,
porque veía como mascullaba entre dientes algo extraño.
Por fin me decidí y al azar puse una serie de dígitos,
y sonó la flauta por casualidad.
Había que detenerse en el dormitorio, porque eso,
querido amigo, es el significado de cementerio, el lugar donde se duerme
eternamente.
Allí me di cuenta de cómo los noruegos interpretan la muerte y de qué manera le dan reposo a los que se marcharon, sin mayores algaradas sin grandiosos monumentos, donde solo nos acordamos de los que se marcharon llevándoles flores el día de los difuntos, para subir allí arriba, limpiar los monumentos y olvidarnos hasta el año siguiente.
Allí me di cuenta de cómo los noruegos interpretan la muerte y de qué manera le dan reposo a los que se marcharon, sin mayores algaradas sin grandiosos monumentos, donde solo nos acordamos de los que se marcharon llevándoles flores el día de los difuntos, para subir allí arriba, limpiar los monumentos y olvidarnos hasta el año siguiente.
Ellos los tienen allí con una simple lápida, pero eso
sí, con su pequeño huerto donde siembran flores que permanecen continuamente.
Yo, esta mañana, he colocado a dos bellas flores
cerca del cementerio, para dejar evadirse mis turbios y recientes pensamientos.
Por mi mente han pasado algunas estrofas del gran poeta Miguel
Hernández.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañera del alma, compañera.
Había transcurrido el tiempo previsto de estancia en
Lillehammer, y después de tomar el último descanso y refrigerio
nuestro conductor, por la senda turística, nos reclama la
partida.
¡Vamos chicos, que nos vamos!
Nuestra góndola de ruedas terrestre nos espera más arriba, optamos con coger el atajo más apacible, donde se escuchaba en el trasfondo del paisaje, el jolgorio de los chicos que estaban pasando una mañana de asueto,
mezclando el color rojo de sus atuendos con el variopinto colorido de la senda,
el caminar ayudados por la mano del compañero,
o detenerse a acariciar y hablar con lenguaje biológico con las plantas del camino,
e intentar forma parte de un cuadro de lindas flores para mandar una foto de recuerdo a los que en otra ciudad lejana nos está esperando.
Mientras le íbamos diciendo adiós a esta pequeña
aldea con edificios de vieja y moderna ciudad contemplamos sus casas cuyos
ventanales de amplias cristaleras, nos miran, árboles centinelas perennes guardianes fieles, y un sombrero que se tuvo que
descubrir ante un comienzo de día interesante.
Había que ir preparando la subida al Púlpito e
incluso saber quiénes iban a ser los
montañeros que acometieran tal heroicidad, con aquella famosa frase, que pronunciaran al unísono, Mateo y Maite: “el que
tenga que hablar que hable ahora, y si no que calle para siempre.
Preikestolhytta. El Púlpito
Preikestolhytta. El Púlpito
Es una de las desdichas favoritas de Hollywood. Ese momento en el que el cura pronuncia las palabras infames “que hable ahora o calle para siempre” y un amante ofuscado irrumpe por la puerta principal, salta al pasillo central entre los bancos de madera oscura y grita ante los rostros de sorpresa de los invitados: “¡Yo objeto!”.
Seguro que se te ha pasado por la cabeza soltar algo
así durante una ceremonia. Por sana curiosidad. Para ver si pasa como en las
telenovelas, en las que utilizan este giro narrativo para retrasar la boda 400
episodios más tarde. Desengáñate, lo harías, siempre y cuando luego pudieses
rebobinar los minutos posteriores de drama y desconcierto; tampoco es plan de
arruinarle a alguien el día más feliz de su vida. Sin embargo, tenemos malas
noticias. El famoso (y tan temido) latiguillo eclesiástico ya no se suele
pronunciar entre las paredes de las iglesias, al menos en España.
Los niños, siempre tan oportunos
Un usuario de la red social escribe sobre una anécdota
familiar que siempre consigue hacerles reír: “Mi hermanastro y yo estábamos en
la iglesia. Él tenía unos 6 años y yo 10. Cuando el cura hizo la pregunta, él
levanto la mano con mucha educación. Acto seguido mi padre le preguntó por qué,
y él respondió: 'Porque quiero que antes me prometas que me llevarás a pescar
cuando yo quiera'”.
La peor sin duda fue cuando tras las palabras del
cura una novia en el altar no se lo pensó dos veces: “Sí, me gustaría decir
algo”. Se volvió hacia sus invitados y dijo: “Me gustaría darle las gracias a
mi dama de honor por haberse acostado con mi prometido anoche”. Dicho esto,
tiró su ramo y salió disparada por la puerta.
-Bueno y todo esto anterior, señor escritor, a cuento de qué viene, me ha interrumpido en la lectura cuando más emocionada estaba.
-Sencillamente han sido una pinceladas de humor relacionado con lo que decía el guía y la subida al Púlpito. "El que tenga que hablar que hable ahora, y si no que calle para siempre"
-Bueno y todo esto anterior, señor escritor, a cuento de qué viene, me ha interrumpido en la lectura cuando más emocionada estaba.
-Sencillamente han sido una pinceladas de humor relacionado con lo que decía el guía y la subida al Púlpito. "El que tenga que hablar que hable ahora, y si no que calle para siempre"
Emprendemos la marcha continuando por el valle de
Oppland en dirección al pueblo de Lom, en cuyo entorno se encuentran las
montañas mejor preservadas de Europa.
El silencio era la tónica que impera, solo se escucha
la conversación dialogantes de Maite y Mateo, mientras vamos tragando
carretera, el verde del bosque nos sigue acompañando, un cielo pintado con
manchas oscuras amenazantes de agua, mientras la luz del mediodía resbalaba por
la cristalera, y todo era como pasear por un gran museo, el museo al aire libre
en plena Naturaleza, por una rectilínea carretera que intentaba clavarse, como
un dardo en el paisaje, tomando en algún momento la forma de una hoz que quiere
segar los pastizales que la rodean.
Prados verdes y casitas pastando como si fueran ovejas de distintos tamaños y
colores, bebiendo el agua de un surtidor, cual trompa de elefante, deja caer
esparcida el agua por toda la alfombra sedienta.
Agua en abundancia en nuestra margen izquierda, y un
cielo azul que quiere abrirse paso entre los negros nubarrones, para beber del líquido elemento.
Monstruosas ovejas de colores rojos y blancos, al
borde la carretera queriendo impedirnos
el paso, pero ellas están quietas y la senda abierta.
Una docena de ovejas blancas, como enormes bolas de nieve de las que confeccionamos cuando hacemos girar sobre un campo nevado una minúscula pelota, se han asomado al borde de la carretera.
Mateo nos sigue informando sobre las montañas que
nos están limitando el camino, como una cadena cuya altura no sobrepasa lo
ochocientos metros, por eso se cubren de arboleda, no así
las que mañana nos acompañaran, dos de ellas se elevan al firmamento con alturas
de más de mil quinientos metros, rozando los dos mil.
Las jorobas de estas montañas son suaves, uniformes,
sedosas, no así las de mañana que son abruptas y con filos cortantes cual
verdaderos cuchillos.
Hemos dejado atrás Faberg, Oyer, y caminamos ahora
por Tretten, bordeando las aguas de un enorme río que se llama Langer .
Río Langer
Hacia él se inclinan los bosques que lo rodean para beber las plácidas aguas que transitan lentamente.
Río Langer
Hacia él se inclinan los bosques que lo rodean para beber las plácidas aguas que transitan lentamente.
Mientras
tanto los bordes de la carretera se peinan y se maquillan con lindas florecillas
violetas, y a los conductores se les recuerda, a través de determinados
carteles gráficos, que hay que estar atentos a la velocidad, a los ciclistas
que se puedan encontrar, aparte hay campañas para concienciar a los conductores
del uso de la carretera y de la ligereza y rapidez que se tome como lectura a
seguir.
Nuestro conductor siempre atento para llevar el
enorme vehículo no deja de masticar.
-¿Será una manera de dominar el sistema nervioso y el sentido de la responsalbilidad?
El gigantesco río, aunque Mateo diga que lleva menos
agua, a mí me parecía que más que un río era un enorme lago sin final, porque la quietud de las agua
era tal que se prestaba a ser el espejo donde se miran continuamente, bosque,
cielo, nubes, y hasta los coches que transitan continuamente por la carretera.
Las manchas amarillas que se ven en el agua,
agrupadas, como si estuvieran en una tertulia, son el polen de los árboles, barquitos ambarinos que patinan sobre la pista cristalina, permanecen en una
quietud que solo el río el que los va acariciando, en su lento caminar.
Los campos son verdaderas praderas continuamente
luciendo su vestido verde, que produce los pastos para los animales, ya sean
cabras, ovejas, vacas, por ley durante dos semanas se tienen que trasladar
a la montaña, para respetar el crecimiento de la hierba.
Verdaderas praderas luciendo su vestido verde
Verdaderas praderas luciendo su vestido verde
Se empaqueta una vez segada en fardos y atadijos,
que se les cubre con plástico de colores: blanco, rosa y azul, el precio varía
según el color, y los beneficios se aplican para financiar la investigación del
cáncer. Los de color rosa para los carcinomas de la mujer y el azul para los del
hombre.
Los árboles y el inmenso cielo no dejan de mirarse
en las aguas cristalinas.
El noruego suele ser muy suyo, por decirlo de
alguna manera, insociables, e incluso un poco borde, debido a que las
viviendas están esparcidas, a veces distantes unas de otras, sin embargo, son
bastante solidarios, se prestan rápidamente a dar ayuda cuando se la solicitan.
Son muy habilidosos y manitas para arreglar pequeñas avería, sobre todo en las
pequeñas aldeas, poseyendo un buen arsenal de herramientas.
Silencio en el autobús, unos escuchan, otros
dormitan y otros contemplamos y grabamos todo el espectáculo que nos ofrece el
paisaje.
Estamos pasando por
Sor- Fron, el parabrisas comienza a lavarse la cara con las primeras
gotitas que nos envía el cielo, por algo llevamos puesto el chubasquero.
Entramos en Harpefoss, nuestras perseguidoras
florecillas violetas nos miran pero no se extrañan de vernos están más que
acostumbradas al sonido y al tránsito diario.
Mateo levanta la mano, indicando ¡arriba los
corazones!, no desesperéis calmad vuestro apetito y guardarlo para la hora de la
comida que está presta a llegar.
El paisaje, aunque prácticamente siempre se ve
envuelto en una capa repetitiva de verdes praderas, casitas aisladas flotando
en una moqueta a modo de un bello felpudo, bosques inmensos, no cansa, ni
incomoda, ni produce fatiga visual, todo lo contrario entona, aviva y te hace
descansar.
Una tos impertinente va acompañando nuestro
caminar, mientras unos dormitan y otros contemplan.
Pastan las vacas, los negros nubarrones nos amenazan,
pero nosotros tenemos claro nuestro destino.
Estamos en Sor-Fron, y se ha hecho realidad lo que
esperábamos las nubarrones nos reciben con un sirimiri, que nos hace
resguardarnos de las gotitas que resbalan por nuestros rostros, mientras
buscamos, el sitio donde nos van a proporcionar lo que nuestro cuerpo a estas
horas anhela.
-¿Y qué es señor escritor?
- ¡Porque de paisajes ya venimos repletos!
-Pues, ¡señor mío!, el alimento del cuerpo.
Pequeñas gotitas blancas a modo de palomitas descansan
sobre el cristal delantero del autobús, mientras vamos entrando en el lugar que
se supone nos van a reponer fuerzas.
La amplia carretera, que hasta ahora nos ha traído,
se ha encogido para derivar en una de sus hijas estrecha, una valla nos indica
el camino a seguir, y por el estrecho espacio libre nuestro autocar se va
introduciendo.
Más, en la primera casa que se tocó, casas que parecían maquetas hechas de papel para una exposición, no hubo suerte, llamamos
a la puerta, y ésta no se abrió.
Tuvimos que caminar hasta encontrar nuestro destino.
Tuvimos que caminar hasta encontrar nuestro destino.
En una amplitud, donde sobre un asta, se yergue orgullosa
toda ella, la bandera nacional, una casa blanca nos estaba esperando.
Un plato de sopa, acompañado de otro de
verdura y carne, junto a un rico dulce de postre con banderilla de galleta
incluida, este fue nuestro almuerzo.
Caras serias y meditativas, no sé si por la mañana y
la cantidad de kilómetros metidos en el cuerpo o por la sobriedad de los
manjares engullidos.
A continuación, nos vendría bien una lección cartográfica sobre el
viaje que hasta ahora hemos realizado, y lo que nos esperaba próximamente.
Nuestro
lazarillo utilizando como elemento guía el dedo índice de su mano diestra lo
fue deslizando sobre un mapa de Noruega.
Sobre él nos fue detallando el camino recorrido
hasta ahora y lo que vamos a ver y disfrutar próximamente. Nuestro hotel en
Groti donde vamos a dormir y el fiordo de Alesund que mañana vamos a disfrutar,
enorme y extenso se divide en dos
brazos, siguiendo uno de ellos el del lateral derecho termina en un espacio,
reconocido como Patrimonio de la Humanidad,
tiene una longitud de once kilómetros, ese será sobre el que nosotros,
nos deslizaremos mañana y haremos nuestro primer bautismo “fiordiano”.
Después subiremos de nuevo por la sinuosa carretera por donde hemos bajado para dirigirnos al lugar donde se encuentra el glacial.
Después subiremos de nuevo por la sinuosa carretera por donde hemos bajado para dirigirnos al lugar donde se encuentra el glacial.
De nuevo en el autobús, la vista no se cansa de
contemplar el paisaje, aunque las escenas se repiten, siempre hay alguna novedad
que te inspira, te levanta el ánimo y te enriquece. Las casitas tan al borde de la carretera, que
parece como si quisieran invitarnos a que entremos en ellas.
El río que discurre lentamente y nos acompaña durante todo el trayecto,
mientras tanto nuestro guía y jefa hablan sobre el programa a seguir, y la hora de la levantada de mañana, hay que salir temprano, porque el ferry no espera será la inauguración en la travesía del primer fiordo, mientras, el chofer mastica que te mastica cumpliendo fielmente su cometido.
El río que discurre lentamente y nos acompaña durante todo el trayecto,
mientras tanto nuestro guía y jefa hablan sobre el programa a seguir, y la hora de la levantada de mañana, hay que salir temprano, porque el ferry no espera será la inauguración en la travesía del primer fiordo, mientras, el chofer mastica que te mastica cumpliendo fielmente su cometido.
Caminamos
por Otta y centenares de florecillas de color rosa, junto a otras de violáceos colores,
se mezclan ufanas entre los tintes verdes y amarillos del campo.
Lom es un municipio en la provincia de Oppland, Noruega. Es parte de la región tradicional de Gudbrandsdal. El centro administrativo del municipio es el pueblo de Fossbergom. El municipio de Lom fue establecido el 1 de enero de 1838. El territorio de Skjåk fue separado de Lom para convertirse en un municipio independiente en 1866.
Aurora boreal en Lom
Lom es famoso por su extensa historia, por tener una
de las pocas Stavkirke que quedan en Noruega, y por quedar en medio de las montañas más altas en el Norte de Europa.
-¡No me diga que vieron una aurora boreal!
-Pues no, porque las auroras boreales, no es un espectáculo que se presenta todos los días.
-¡No me diga que vieron una aurora boreal!
-Pues no, porque las auroras boreales, no es un espectáculo que se presenta todos los días.
Mientras Mateo sigue informando sobre Lom, su
iglesia de madera, techumbre, el comercio de la sal y el pescado…., nuestro río
se ha desvestido del azul que le acompañaba para ponerse otro de color verdoso,
haciendo juego con el paisaje, y es que nuestro río y digo nuestro, porque lo
llevamos tan pegado a nosotros que ya es uno más que viene lenta y
tranquilamente de excursión acompañándonos.
Negros nubarrones desperdigados como ogros ansiosos
por devorar un cielo celeste que quiere abrirse paso, no nos dejaban, mientras
una bóveda celeste por fin clareaba y brillaba con un azul eléctrico.
Mateo nos sigue hablando como si fuera una música parlante,
que nos va abriendo camino de lo que al día siguiente vamos a ver, los tres
lagos que se comunican entre sí, como si fueran vasos comunicantes, la
abundancia de lagos y ríos que a veces no sabemos si lo que tenemos delante es
un río o un lago, y el espíritu nacionalistas de los noruegos, que lo propagan
con la bandera nacional colocada en el tejado de su casa.
Además tienen otra triangular como señal indicativa
para los vecinos, de que están en casa o se ausentan según esté colocada o no.
Hoy día con los modernos medios de comunicación que existen, ya solo es una
pieza de memoria histórica del pasado.
¿Un hotel? No es un baño público
¿Un hotel? No es un baño público
Los proyectos nuevos a realizar de obras tanto en el mar como túneles subterráneos, doscientos cincuenta metros por debajo del mar, e incluso un canal al estilo de Panamá para que pasen los barcos y evitar que tengan que dar un gran rodeo a la península, fueron pasando a través del micro a todos los oyentes.
Dejamos atrás Tessanden y nos internamos en Garmo. Ante la visión de los tejados de las viviendas cubiertas de hierba, corresponde preguntarse, ¿qué sentido tiene? ¿Por qué dejan crecer la hierba en los tejados?
Este año está amarillenta ha perdido el verdor que
siempre impera, esto es una muestra palpable del calor que este año está
haciendo.
Es una tradición que viene desde la época de los
vikingos, los techos se construyen con el corcho del abedul, se pone al
revés de forma cóncava, se le hecha tierra y se deja que la hierba crezca.
-Oiga. ¿Qué cosas más extrañas?
-Todo tiene su explicación.
Se crea una capa aislante con el edificio, sirve para
aislar tanto del calor como del frío.
Los ríos este año llevan menos caudal, y nuestra
enormes bolas blancas, a modo de rebaños esparcidos por el campo, esperan
impacientes en posiciones herméticas de soldados haciendo guardia, que vengan a
recogerlas.
Nos adentramos en Fossbergom.
A los noruegos les gusta mucho vivir al aire libre, disfrutar de la
naturaleza, ellos no se arredran ante el tiempo, en Noruega hay un dicho
popular que dice: “que no existe mal tiempo, solo mal equipamiento o mala ropa ”.
Es verdad, ellos salen al campo en todo tiempo y con
cualquier clase de clima, para disfrutar de él y sacarle todo el partido
posible que siempre les ofrece; los niños pequeños los abrigan y a disfrutar
del aire, del sol, de la nieve y de todas las formas con las que se manifiesta la
gran madona.
Vamos a contemplar una iglesia de madera rodeada de
un campo de césped, son los perenne feligreses que siempre están intentando
entrar pero nunca lo consiguen, pero sí servir de alfombra a todos los
visitantes que llegan.
Los vikingos relacionan la religión con el mar, nosotros
también estamos relacionados con el mar, San Pedro era pescador y la parte
central del templo se le llama nave.
Estamos en Lom vamos a tener una hora para
sumergirnos en él. Conforme avanzamos hacia la iglesia y la vamos
descifrando en nuestra retina, nos vienen visiones de cuentos de fantasía, más
que una iglesia podría ser el castillo del "Príncipe Respetuoso y los Enanos", un
cuento sobre el respeto a los demás, cosa que hacen los noruegos con el cuido de
la Naturaleza.
Un cielo azul nos invadía, el sol lucía a pleno
pulmón y aquel maravilloso decorado se teñía con unas pinceladas
blancas de nubes algodonosas que se rizaban con el vientecillo que por allí
nos sorprendía.
Algunas de estas nubes querían esconderse detrás de
la montaña, para no enturbiar la placidez de una tarde de verano.
Tan rico estaba el césped, y tan apetecible pisarlo que las furgonetas, roulotte y caravanas, colocados a la orilla estaban pastando, para saciar el hambre.
Las roulotte pastando
Las roulotte pastando
-¡Hombre de Dios! ¿Cómo se le ocurre decir esto?
-Amigo lector, a veces, algunos momentos tienen un
estado de hipérbole comparativa, de magia especial, de traducción metafórica,
que suele rezumar encanto y poesía, y esta tarde en Fossbergom, chorreaba por
todos lados un lirismo especial.
-Pero, vamos a ver, señor escritor, usted me dice que
estamos en Fossbersom y Mateo dice que hemos llegado a Lom,
-¿Nos aclaramos?
-Te lo explico:
-¿Nos aclaramos?
-Te lo explico:
Fossbergom es el centro administrativo
del municipio de Lom, en el centro-sur de Noruega. Su población, en
2012 era de apenas 841 habitantes. Fossbergom es una comunidad moderna, en la
que la mayoría de las personas trabajan en el turismo, el comercio y el sector
servicios.
-Creo, querido lector que ha quedado claro.
Los que se marcharon y reposan tranquilamente bajo
la paz que se respira están fielmente colocados, parece como si nos dijeran:
¡Adelante, no os detengáis, entrad en el castillo! son almenas figurativas, y tejados de piedad y
oración que os están saludando.
La tarde, aquella tarde, había quedado velada por
nubes blancas que nos contemplaban, sin querer marcharse, filtrando un
resplandor de luz majestuosa
confiriendo al paraje el aspecto de una aldea sumergida en
las aguas de un lago, quizás el más maravilloso de todos los que existen en
Noruega.
Había que dedicar un reposo ocular a todo lo que nos
rodeaba, no solo a los exteriores que derramaban encantamiento a raudales, sino
lo que aquel “sortilegio” a modo de castillo nigromántico nos atraía para que
entráramos en sus entrañas.
Hubo que pagar, pero mereció la pena; pequeñita,
recoleta, como una niña que se maquilla desde el amanecer para ser la
admiración de todo el que la contempla.
Al entrar nos dieron plastificado toda la historia
de aquel maderamen, tomando cuerpo como obra artística. Hubo que devolverlo a la salida.
-¡Ah! Usted se llevó la historia plastificada,
¿verdad?
-No, yo la fotografié, para que usted lector se
pueda empapar de lo que dice, porque allí dentro qué pocos leímos estos
cartapacios.
Algo extraño se movía por el césped, diminuto,
pequeño, redondo, como si fuera un enanito salido del cuento del castillo
embrujado, enmascarado con su color aceituno extendido por el suelo, confundiéndose con el verde cetrino de la pradera.
El airecillo invitaba a respirar ese soplo llegado
de la montaña e incluso trasladarnos a aquellos parajes de Heidi, Pedro y el
abuelo, viviendo en la montaña.
Las dos damiselas, Pilar e Isabel hacen su propia exhibición respirando a todo pulmón y haciendo malabarismos para subirse a lo más alto y darle la mano al que impertérrito, contempla con mirada de eternidad todo lo que ocurre a su alrededor.
Las dos damiselas, Pilar e Isabel hacen su propia exhibición respirando a todo pulmón y haciendo malabarismos para subirse a lo más alto y darle la mano al que impertérrito, contempla con mirada de eternidad todo lo que ocurre a su alrededor.
Prestos a coger el bus, alguien, descubridor de los
lugares más insospechados nos invita a que contemplemos un bello rincón, donde
las aguas fluyen bajo la mirada de un puente, al que la envidia le rae el
entablado de su armazón, al contemplar como él siempre fijo, se queda, y el
agua siempre se va.
El paseo a destiempo por el puente y la sonoridad de
un agua tumultuosa que clamaba, a voz en grito de acuífero desbordado, nos costó al llegar al autobús, que comenzaba a bramar desde la distancia, reclamando nuestra
presencia y falta de puntualidad, una regañina medio cariñosa, por no decir de sargento de guardia.
Pedimos disculpas, pero mereció la pena la reprimenda
que nos cayó, el haber estado en un rincón que pasó desapercibido para la
mayoría, gracias al gran descubridor de
los lugares ocultos, mi buen amigo Pepe Pérez Urda.
De nuevo caminando por la carretera y escuchando a
nuestro timonel que nos sigue informando del amor de los noruegos a practicar
senderismo y les encanta la naturaleza,
de tal manera que la consideran patrimonio común de todo el pueblo noruego, hay
infinidad de senderos para caminar, y a lo largo hay refugios, la acampada está
libre, si te apetece puedes acampar aquí mismo.
Salvo los
sitios que está prohibido, lo puedes hacer en cualquier sitio, siempre que
respetes ciertas reglas: primera, acampar a una distancia superior de ciento
cincuenta metros de la casa del dueño del campo, segundo si el campo es
privado, no puedes permanecer más de dos días y tercero, de sentido común,
respetar el entorno de donde está el campo.
Hay también muchos camping organizados, bungalow, aparcamientos
para las caravanas, te dan toda clase de servicios, que por supuesto hay que
pagar, el precio medio es de veinte euros por noche, dependiendo también de la
temporada.
El paisaje sigue corriendo delante de nuestra
mirada,
existe dentro de la enorme cabina donde vamos
incrustados, un enorme silencio interrumpido por alguna que otra tosecilla,
imponiéndose la ausencia del murmullo que normalmente se desprende de la
conversación habitual entre los pasajeros, silencio agradable que invita a la
morriña o a dejarse plácidamente en manos de Morfeo, mientras a alguno se nos
eriza el vello de la nuca.
Observamos, la alternancia que existe en el campo,
cambiando el tono de color verde con el amarillento y el ocre de la sequedad,
al mismo tiempo la avidez por beber el agua que le proporcionan los gigantescos
aspersores, que riegan continuamente o la proximidad del río.
Hace dos semanas se prohibió hacer fuego en
determinadas regiones, porque incluso el musgo de las paredes estaba amarillento.
Caminamos por Skjak, y ante nuestros ojos
sorprendentemente aparecen en perfecta formación amontonados los fajos de
hierba, preparados para su venta, nos los encontramos vestidos de formas
diferentes, según el destino de cada uno de ellos, los hay blancos, amarillos,
de color rosa y azul. Los blancos y los amarillos no tienen un significado
especial, no así los rosas y azules que se venden a un precio más alto, cuya
recaudación se dedica a la investigación contra el cáncer, los azules al cáncer
del hombre y los rosas al de la mujer, esto sí que es un buen ejemplo de solidaridad.
Al fondo las
montañas conservan aún la nieve e incluso algunas cascadas, no plenamente
llenas, pero sí dejando un rastro de belleza en el paisaje.
El río lo tenemos a nuestra margen izquierda y no
puede estar callado, nos habla con esa musicalidad especial que solamente el
agua puede realizar porque, de la calma y la serenidad, ha pasado a caminar más
rápido, el salmón ya marcha hacia su destino para desovar, hay algunas
plataformas de madera en determinados lugares para poder pescar.
Una buena captura
Una buena captura
La pesca del salmón está reglamentada no se puede pescar más de un salmón por día, y el salmón tiene que tener cierto tamaño, se necesita tener licencia, en el mar de los fiordos no es necesaria.
Hay dos tipos de licencias, una por temporada del Estado, para pescar en los ríos y lagos, y otra si quieres pescar en la parte
del río que corresponde a una propiedad privada, y hay que pagarle al dueño de
ese lugar.
Atravesamos una zona donde hay mucho bosque y
abundan animales salvajes, alces, renos, ciervos, sobre todo se pueden ver por la noche o a la caída de la
tarde.
La carretera es el bisturí de un cirujano que se va
abriendo paso, haciendo una disección en una sala de operaciones al aire libre, y
dejando el cuerpo de la Naturaleza vestida de bosque, a una y a otra parte, sin
suturas de ninguna clase ni posibilidad de cerrar el cuerpo, esta cirugía se ha
hecho para disfrute de todos los que por sus interioridades pasamos.
La operación ha sido limpia, el campo operatorio
nítido, un cielo azul por el que navegaban nubes de varios colores estaban
expectantes a nuestro caminar, y a mí se
me antojó que aquel espectáculo era una aparición, una visión de ensueño que
flotaba en una de aquellas nubes de luz espectral.
La vista no se cansa de contemplar los continuos
cuadros, y escenas que van apareciendo, pinturas al óleo, a la acuarela, al
pastel, acrílicos, o simplemente instantáneas captadas en el momento, con las
que podríamos hacer la exposición pictórica más fabulosa del mundo. Casitas que
están continuamente asomadas al pretil del borde de la carretera, agua de los
ríos que nos refrescan y potencialmente nos calman la sed; verdor a raudales,
cascadas que fluyen verticales de las entrañas de las rocas, vomitando a raudales la esencia de la vida, montones
de gavillas perfectamente equipadas, el color violeta solapado de las
florecillas, que tímidamente dejan ver sus cabecitas, dando una rápida pincelada al lienzo.
El espejo retrovisor de nuestro monstruo trota
caminos, quisiera arrastrar como si fuera una pala mágica, todo el encanto del
entorno.
Hemos entrado en el departamento de Nordberg, Mateo
se enfrasca en dar normas para la próxima jornada, y los lugares que vamos a
visitar, el cambio de temperatura, la vestimenta y calzado que debemos llevar, e
incluso se atreve a darnos una lección de Gramática, fonética y semántica del
noruego.
Son muchos los kilómetros a recorrer y nuestro
cicerone no para de hacer comentarios, sobre las plantas de energía eléctrica, debates
de los ecologistas con el gobierno para que no se estropee la Naturaleza,
energía eólica....
La bandera
blanca y amarilla con un león incrustado
que suele haber en algunos camping, además de la bandera nacional, es un
indicativo para informar sobre algunas ventajas económicas con respecto a los
demás lugares de acampada.
Hemos llegado a nuestro nuevo lugar de descanso,
estamos en La zona geográfica de Grotti, tuvimos que subir a las alturas y
las montañas que tenemos a la vista, aún no han terminado de quitarse el
vestido blanco con el que han estado cubriendo su cuerpo durante casi todo el
año, ahora han querido disfrutar del verano y se lo han ido arrancando a golpes
de tirones, ayudados por el sol y solamente le quedan los últimos jirones, son
andrajos a modo de guiñapos con los que quieren cubrir la vergüenza de verse
completamente desnudos.
Mateo, nos da las últimas instrucciones sobre la
vestimenta que nos tendremos que poner mañana. La carretera se ha estrechado y
el hotel GROTLI HOYFIFI SHOTEL, de alta montaña nos está esperando.
-¿Quién me sube la maleta? Se oye decir.
-¡¡¡Vamos, a esto no hay derecho, con el día que
llevamos, con la cantidad de kilómetros recorridos, y ahora unas escaleras, ni
ascensor ni nada de nada!!!
Una vez salvadas las dificultades, que nos dieron la
bienvenida, y colocados en nuestras habitaciones correspondientes, los ánimos
se fueron calmando.
La madera bien barnizada abrigaba las paredes, y las
vigas del techo iban formando distintos departamentos a modo de cajas llenas de
magia, donde podíamos escuchar música en directo, bajo el movimiento de las
teclas de un piano, impulsadas por los ágiles dedos de un japonés, respaldado por una artística vidriera y la cornamenta de un reno, muestra de un
taxidermista.
Pequeños habitáculos, para tertulias pequeñas, o
para sentarse a reflexionar después de un día de ski.
Un gran salón muy bien amueblado, con butacas para
descansar, donde el rojo de la tapicería se mezclaba con la luminosidad de las
lámparas, la decoración y la madera abrigándolo todo, producía una sensación de
calor que acogía e invitaba a sentarse.
Había otros rincones recoletos, tranquilos donde el
calor de la chimenea cumplía perfectamente su misión.
El comedor acompañaba con su ornamentación a
embellecer la estancia, y por supuesto a satisfacer, no solo la vista, sino los
estómagos extenuados de un largo día de viaje.
Aquí en Grotti, no existen los atardeceres, porque el día es tan bello, se complace así mismo, que no quiere dejar de ser día, sin embargo hay una luminosidad especial, son atardeceres, que hay que degustarlos tranquilamente sentado en los exteriores mirando hacia el final de una jornada que no termina de acabar.
Hay una luz
anaranjada y violeta acostándose en el colchón mullido de las nubes, porque
llega demasiado cansada de luchar contra el espacio y el tiempo de todo el día.
Todos quisiéramos llevarnos a casa un atardecer y un
amanecer para guardarlos, aquí no es necesario hacerlo porque los atardeceres
nunca desaparecen.
El sol se ha quedado detrás de la montaña, como el niño que se
oculta, jugando al escondite, para no ser sorprendido, pero todos sabemos que
está ahí y que no se va a ir.
La pradera está nublada y las aguas guardan
silencio, es el vestido de un atardecer en las montañas de Glotti, que nos
invitan a dar un paseo por los alrededores.
Cuando el día sigue siendo día, cuando la luz no es avasallada por
las tinieblas de la oscuridad, cuando el sueño no tiene atisbos de aparecer, a
pesar de ser las doce de un día que nunca encontró la barrera que separa la luz de la noche, dar un paseo con nuestros amigos en buena compañía, para respirar
el aire puro de la montaña fue todo un placer.
El sol dejó una más de sus caricias vespertinas
sobre el prado, vistiéndolo con un bello ropaje de oro.
Roca, árbol, pradera, agua, nubes, nieve y cielo se
fundieron en un fuerte abrazo, donde la naturaleza da su último adiós para dar
paso a un nuevo amanecer.
No hay música más dulce que la del viento sonando en
la copa de los pinos al atardecer, como tampoco en esta velada había una
belleza más grande que la que nos ofrecía la naturaleza, engrandecida por estas
tres encantadoras damas que dejaron la huella imborrable de su presencia en estos
hermosos parajes, como broche final para cerrar este capítulo.
Volvimos al refugio, rebosantes y colmados de una
montaña que sería el último eslabón que nos uniría al siguiente día, para
reposar tranquilos en las butacas del albergue, con una copa en la mano
recordando las vivencias del día, brindando por el éxito del viaje.
Nos esperaba un nuevo día de emociones, que será el próximo capítulo de un tercer día viajando por Noruega.
Nos esperaba un nuevo día de emociones, que será el próximo capítulo de un tercer día viajando por Noruega.
José
Medina Villalba.
REPORTAJE
FOTOGRÁFICO
José Medina Villalba
Amigo Pepe:Si el primer día de turismo por ese país del norte fue completo, el segundo no se ha quedado atrás; este moderno D.Quijote andaluz, granadino por más señas, no iba provisto de de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor, pero si iba provisto de cámara, caballo mecánico, y sombrero panameño, la vista y el oído aguzados, la retentiva en plena forma y la ilusión a tope, buena compañía, buen humor,tranquilidad y paciencia ante los imprevistos, caparazón permeable dispuesto para absorber todo lo que los demás sentidos le trasmitían. Así amigo Pepe nada puede salir mal, esa es la actitud que hay que tener para disfrutar y completar con éxito cualquier acontecimiento que emprendas en unión de paisanos y paisanas,aunque a veces ronquen o tosan, la mascota la he visto en primer plano marcando el camino y haciendo honor de su dueño. El agua, la nieve, las praderas, los bosques las montañas, los ríos,los lagos y el musgo verde u ocre, seguro que quedarán plasmados en algún cuadro que próximamente realices como recuerdo de tan completo y feliz viaje. Enhorabuena y un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Cuadros.
ResponderEliminarJosé Medina Villalba Gracias por compartir, María Elena. Un abrazo.
ResponderEliminarMaria Elena López Fernández. Siempre es un placer y después de leer el artículo y habiendo visitado ese hermoso país , más aun
ResponderEliminarRequena Baños. Páselo y disfrútalo al máximo, te lo mereces por ser como eres.
ResponderEliminarEmilio Atienza Rivero. Bonito viaje, disfrútalo! !
ResponderEliminarGracias Emilio, vamos ahora a por el tercer día. Un abrazo.
ResponderEliminarRosi Muñoz. Muy bonito don José Medina Villalba tiene muy buen material Enhorabuena ,besos
ResponderEliminarAmparo Mora Montes.
ResponderEliminarQuerido Pepe:
He leído como siempre, con mucho interés, tu trabajo sobre el segundo día en Noruega. Fue un día de mucho autobús y mucho paisaje: Verdes praderas, ovejas pastando, mucha agua, inmensos ríos, casitas diseminadas...
En todo el recorrido cuentas cosas que me han resultado muy interesantes: Las montañas onduladas que no sobre pasan los 800 metros, pienso que deben ser los restos de las antiguas cordilleras paleozoicas que se continuaban al otro lado del Atlántico y son unas de las pruebas a favor de la apertura de este océano entre 180 y 200 millones de años. Me hubiera gustado verlas.
Me han llamado la atención los fardos de hierba empaquetados de diversos colores para su venta y financiar la investigación del cáncer y también las casitas de Garmin con sus tejados cubiertos de hierba.
Habéis tenido mucho tiempo de autobús y un día más monótono que el primero en Noruega pero con tu pluma tan ágil contando anécdotas y relatando paisajes, el texto te engancha hasta el final.
Felicidades amigo. Un abrazo.
Maria Gomez Ave Maria Que te lo pases pirata .Un abrazo 😘
ResponderEliminarMari Carmen Molina. Amigo Pepe, maravilloso como describes tu viaje a Noruega, una vez más me haces sentir que voy acompañándote, si alguna vez viajara a Noruega tendría la sensación de haber estado anteriormente en ese país. Enhorabuena. Un saludo.
ResponderEliminarMatilde Ruiz Plazas. José Medina Villalba me alegro que estés viajando por Noruega.Ya es hora de que disfrutes de tus muchos años de trabajo. Puede que un día tengamos un bis a bis y te cuente muchas cosas muy curiosa. Tengo muy buenos recuerdos... Los malos...los he olvidado.DISFRUTA. Te lo has ganado.
ResponderEliminarJosé Medina Villalba Gracias por compartir, María Elena. Un abrazo.
ResponderEliminarMaria Elena López Fernández. Siempre es un placer y después de leer el artículo y habiendo visitado ese hermoso país , más aun
ResponderEliminarInmaculada Vazquez Bustos.Toca disfrutar.
ResponderEliminarAraceli Espinosa Sánchez. Ese país me encanta dos veces lo he visitado y me ha fascinado desde los fiordos hasta zona que pertenece a Laponia y también su parte interior
ResponderEliminarPepe: Tu galería de fotos y tus comentarios me interesan y agradezco. Pero por encima de todo me admira tu vitalidad y decisión. Te recuerdo siempre en actividad frenética, bastantes años atrás: de las clases, a la casas de los enfermos en tu vespa para "pincharles". Siempre de prisa y activo. Y compruebo que con el paso del tiempo no ha mermado esa energía. Tus entregas, frondosas, - ahora de tus viajes- no se hacen en un ratillo perdido. Suponen recrearte en lo vivido: sacar del arca lo nuevo y lo viejo que dice la Biblia. Expresan tu deseo de admirar la madre naturaleza, de encontrarte con su belleza y de compartir vivencias con los demás viajeros. Buen empeño el tuyo entre tanta vulgaridad y mirada plana de las cosas. Dale gracias al Creador que muestra sus obras y no todos saben admirarlas. Un abrazo. Juan
ResponderEliminarPepe: Tu galería de fotos y tus comentarios me interesan y agradezco. Pero por encima de todo me admira tu vitalidad y decisión. Te recuerdo siempre en actividad frenética, bastantes años atrás: de las clases, a la casas de los enfermos en tu vespa para "pincharles". Siempre de prisa y activo. Y compruebo que con el paso del tiempo no ha mermado esa energía. Tus entregas, frondosas, - ahora de tus viajes- no se hacen en un ratillo perdido. Suponen recrearte en lo vivido: sacar del arca lo nuevo y lo viejo que dice la Biblia. Expresan tu deseo de admirar la madre naturaleza, de encontrarte con su belleza y de compartir vivencias con los demás viajeros. Buen empeño el tuyo entre tanta vulgaridad y mirada plana de las cosas. Dale gracias al Creador que muestra sus obras y no todos saben admirarlas. Un abrazo. Juan
ResponderEliminarQuerido amigo Juan:
ResponderEliminarTus sabias palabras me llenan plenamente de satisfacción, no puedo por menos de estar continuamente dando gracias al Todopoderoso, que durante toda mi vida me ha estado proporcionando salud y fuerzas para llevar a cabo mi doble profesión aquella que, por un lado he intentado suministrar las dosis que me han sido posibles para aportar salud al alma como es la educación, a mis numerosos alumnos en nuestras queridas Escuelas y la segunda de colaborar en la salud del cuerpo con la otra, junto a mis queridas tres vespas. Buen verano, gracias por tus sentidas palabras llenas de sabiduría. Con tu permiso lo paso a los comentarios del blog. Un abrazo.
Reynaldo
ResponderEliminarMuy interesante, un fuerte abrazo.
Con la lectura de tu relato uno vuelve a realizar el viaje quedando el recuerdo de los rios, cascadas, iglesias y la magnífica interpretación al piano de la pareja de Coreanos en el hotel de Grotli. Muchas gracias y en espera de la nueva entrega
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