Puerta Real, en Granada
No sé, o al menos no recuerdo si este
verano de 2015 se puede medir en calorías solares igual, o superior a otros veranos pasados, o es que
los años que van pesando sobre el cuerpo te van haciendo cada vez más sensible
y tu talle siente más los efectos térmicos del tiempo.
No hace mucho contaba la rebelión de las
esculturas que, aposentadas en el jardín rodeando la vivienda, una noche se
sublevaron y fue toda una juerga; desde la ventana de mi dormitorio la estuve
contemplando.
Este pasado crepúsculo de comienzos del
mes de agosto, las cabañuelas están haciendo de las suyas y, según los
entendidos en esta materia, son los clarines anticipadores del tiempo que vamos
a tener este próximo 2016.
Había caído en los brazos de Morfeo
Había caído en brazos de Morfeo, el
calor sofocante del día había hecho que mi mente se encontrara en una situación
casi de colapso clínico, cuando de repente un extraño ruido se movió a mi
alrededor; son momentos en los que no sabes si realmente estás dormido, o aún sigues en una especie de sopor para entrar en el sueño profundo, lo cierto
es que aquel ruido se iba intensificando cada vez más, giré mi cuerpo en la
cama, me senté en el borde y con paso sigiloso me dirigí a la ventana del
dormitorio, tenía la impresión que íbamos a tener una noche "movidita" y que las
esculturas del jardín de nuevo estaban de fiesta como en años anteriores.
Son momentos en que realmente no sabes si estás dormido...
Subí lentamente la persiana, para no
hacer ruido, fisgué a derecha e izquierda y la visual de mis dos ojos giraron ciento
ochenta grados, exactamente igual que los focos de los vigilantes que, en las
garitas de las cárceles se mueven para, rastreando por los patios y tejados, intentar
descubrir alguna evasión, cuando han
saltado las sirenas.
Los focos de los vigilantes intentan descubrir alguna evasión
Todo estaba en silencio absoluto, cada
escultura en su sitio correspondiente, hubo un momento de sobresalto cuando la
gata de mi vecina que es una “quimera”,
Gato "quimera"
porque su cara está dividida en dos
partes con distinto color, gorgoteaba combinándolo con maullidos cortos con su
amigo el gato del vecino, modulando tonalidades, que se correspondían con la
repuesta del colindante.
La rata solitaria que, todas las noches,
se pasea por la tapia que delimita las dos vecindades, se detuvo un instante,
con sus brillosos ojos a modo de dos focos, no sé si para observar, escuchar la
conversación de los gatos, o simplemente porque me había descubierto detrás de
la persiana.
Entendí que lo que estaba ocurriendo
fuera era normal, y que de “juergas”, ¡nada! Decidí volver mis posaderas al lecho
de donde habían partido, más, nuevamente, el ruido continuaba e incluso iba aumentando.
El pequeño hall del dormitorio
De puntillas crucé el pequeño hall que
separa la alcoba de otras dependencias y comencé a escudriñar lo que estaba
ocurriendo en el salón, lugar de donde procedía el rumor que me inquietaba.
Vidriera del hall
A través de la vidriera que separa ambas
dependencias y procurando no ser descubierto, ¡horror! mi cuerpo se quedó
completamente atónito, estupefacto al contemplar y escuchar lo que allí estaba
ocurriendo.
Con voz potente el angelito, que pende de la viga lateral del artesonado, gritaba desaforado arengando, a estilo militar, a todas las figuras y pinturas inmóviles, que cuelgan de las paredes.
El angelito provocador
-“Amigos, escuchadme bien, ha llegado el
momento de que nos desprendamos del lugar donde, este malvado dueño, nos tiene
hechos prisioneros, y de la misma manera que las esculturas del exterior, de los patios
y del jardín, tuvieron su noche de desenfreno, ha llegado la hora de nuestra
revancha, es la noche de la jarana y del parrandeo, que a todos nos espera”.
Mi alucinación era tal que no podía
salir del desconcierto que me albergaba. Patidifuso, turulato, desconcertado y confundido
era todo un personaje de piedra detrás de unos ojos que no podían creer lo que
estaban observando.
Eché una visual a todo el entorno para
ver si era cierto que, las obras artísticas que cubren las paredes, eran
capaces de escuchar y reaccionar, a lo que aquel niño imberbe estaba lanzando a
los aires.
Al principio nada anormal todo era
quietud, de pronto el niño que hay en la estantería superior, margen izquierda
de la chimenea, comenzó a sonreír, los caballos sobre los que cabalga la
romántica pareja de enamorados, situados en el frontón del hogar, comenzaron a
relinchar al ser frenados bruscamente, el pájaro que porta la dama en sus manos
salió volando y vino a posar sus patitas en el jarrón de cerámica, resbalando
una y otra vez, hasta conseguir quedarse inmóvil.
La romántica pareja de enamorados. Acrílico craquelado. (1.80X1.20 en la base)
Autor: José Medina Villaba
El ave de cetrería posó sus patitas sobre el jarrón traído de Portugal
Autor: José Medina Villaba
El ave de cetrería posó sus patitas sobre el jarrón traído de Portugal
Los dos gallos metálicos lanzaron un "kikirikí" descomunal
Los dos gallos, traídos desde Portugal, en el lateral derecho de la chimenea, lanzaron un “kikirikí tan sonoro y fuerte que terminó por despertar, del sueño eterno, a todos los demás personajes.
Los dos gallos, traídos desde Portugal, en el lateral derecho de la chimenea, lanzaron un “kikirikí tan sonoro y fuerte que terminó por despertar, del sueño eterno, a todos los demás personajes.
Leona herida. Marmolina con poliéster (80X45). (Réplica) Autor: José Medina Villalba
El bajorrelieve de la leona herida, del
palacio de Mesopotamia Assurbanipal, en la ciudad de Nínive, de la que hice
esta réplica, cambió el gesto de dolor y se puso a escuchar atentamente.
Mirador de San Nicolás. Óleo 1.00X0.65. Autor: José Medina Villalba
Los dos personajes, sentados en el
Mirador de San Nicolás, extasiados contemplando a la sultana, desde la Sabika
se deja acariciar por los visitantes, que
desde la lejanía quisieran abrazarla, se volvieron y escucharon la arenga que
había conmocionado a todos.
Ninfas en el río.Terracota. (60X60). Autor: José Medina Villalba
Las ninfas dejaron de bañarse en el río, cubrieron sus desnudos cuerpos, se desprendieron de la terracota que las tenía
aprisionadas y posaron sus pies en el
enlozado del salón. Hasta, ¡horror! la tablilla románica, con alegoría religiosa, no sintió ninguna clase de escrúpulos por unirse a los que estaban montando el festejo.
Tablilla románica. (47X34)(Réplica). José Medina Villalba
Tablilla románica. (47X34)(Réplica). José Medina Villalba
Aquello poco a poco se iba animando,
apenas si me atrevía a respirar, se me escapó un leve carraspeo con el ánimo de
quitarme el nudo que me tenía prisionera la garganta, el niño que se había
convertido en el impulsor de aquella maniobra gritó:
-Quien anda ahí, detrás de la vidriera
de esa puerta.
Me eché a temblar.
--¿Mira que si me descubren? balbuceé.
La discreción oculta del silencio por
repuesta, evitó ser descubierto.
Amorcillos y monstruitos soportan las vigas del artesonado
Los amorcillos, y monstruitos, a modo de
zapatillas sujetan las vigas del artesonado, que se abrazan con la viga
central, decidieron unirse a la fiesta.
Se agregaron también, los personajes de la escena de caza, que dejaron atados a los perros.
Terracota. (46X25). Autor: José Medina Villalba
Se agregaron también, los personajes de la escena de caza, que dejaron atados a los perros.
Terracota. (46X25). Autor: José Medina Villalba
Muy decidido nuestro anfitrión puso la
música, del tocadiscos, a “tutiplén”, y todos los personajes, que ya estaban en
el suelo, comenzaron a bailar.
El caballero medieval, interpretaba
la música y el baile a estilo palaciego, quiso darle más calor al ambiente que
se respiraba, se dirigió a la cocina y del botellero que hay encima del
frigorífico, cogió unos cuantos riojas, rápidamente los descorchó y fue
sirviendo en límpidas copas a los que se juergueaban. A la música de los
sesenta, a la que es aficionado éste que observa detrás de la puerta, le
siguieron piezas de rock and roll, rhythm and blues y toda clase de discos que
fueron girando sobre el tocadiscos.
El ambiente estaba tan caldeado y los
grados de alcoholemia habían hecho presa en la sangre de los bailarines que
algunos agotados decidieron echarse bruscamente en las butacas para descansar.
Hermandad del Rocío de Granada. Óleo sobre lienzo (70X44)
Autor: José Medina Villalba
Autor: José Medina Villalba
Las notas musicales salidas del pick-up
ocupaban toda la estancia de una manera ensordecedora. Aquello parecía que iba
a terminar con la embriaguez de los que roncaban tumbados a pierna suelta, más
he aquí como el panorama iba a cambiar bruscamente; los rocieros que acompañaban
al “Sin pecado” y junto a la carroza se dirigían al Rocío, se miraron
estupefactos y decidieron darle un nuevo impulso a la fiesta, dejando para otro
momento la visita a la aldea del Rocío.
Uno de los turista que se había salido
del óleo del Mirador de San Nicolás dijo, si queréis entrar en la fiesta nos
tenéis que decir que es eso del Rocío. Ni corto ni perezoso, el capataz,
hermano mayor de la hermandad,"El Compadre", comenzó el siguiente relato con toda la
ampulosidad con que un andaluz es capaz:
Virgen del Rocío
La Romería de El Rocío, popularmente
denominada El Rocío, es una manifestación de religiosidad popular en honor de
la Virgen del Rocío. La romería se celebra el fin de semana del lunes de
Pentecostés. La Virgen se encuentra en la ermita de El Rocío, que se haya en la
aldea almonteña del mismo nombre, en la provincia de Huelva. La hermandad de
Almonte es la encargada de organizar los cultos de la Virgen María.
Ermita del Rocío
-¿Y cómo es la romería? Preguntó la
turista del sombrero blanco.
Nuestro hermano mayor continuó: Tras
recorrer en romería, a pie a caballo, en carretas, carros engalanados, en
coches de caballos o en “charrets”,
el camino, el cual pasa en parte por el parque de Doñana, una inmensa multitud de devotos llegan a la puerta de la ermita donde los almonteños la noche del domingo al lunes de Pentecostés, realizan lo que popularmente llaman “el salto de la reja”.
"El salto de la reja"
A continuación, los
almonteños sacan a la Virgen que llaman “Blanca Paloma” en procesión, y la
llevan a hombros por la aldea. El trayecto recorre las distintas hermandades
desde donde le rezan la Salve, acompañados por el pueblo rociero.
La masa humana llevando la Virgen del Rocío
La salida de la Virgen del Rocío en la
madrugada del lunes se realiza tras
acabar el rezo del Santo Rosario que comienza a media noche, pasando todos los
simpecados por delante de la ermita hasta que llega el de la hermandad matriz
de Almonte, que entra en la ermita y debe llegar al presbiterio, siendo en ese
instante cuando se produce el salto de la reja. La Virgen se encuentra en unas
parihuelas en el presbiterio. Por todo esto, nunca se puede predecir con
exactitud la hora de salida de la Virgen. En este año 2015 el salto a la reja
fue a las 3:02 h.
Los rocieros enfervorizados llevan a la Virgen por toda la aldea.
-¿Ya está todo? Dijo la otra turista de
la blusa azul, cuando vio que nuestro hermano mayor daba por terminada la
explicación.
-Bueno esto es el núcleo, el meollo
esencial de la romería pero a esto hay que unirle, el largo trayecto que tienen
que recorrer las carretas, tractores y demás vehículos, desde puntos de origen muy dispersos y distantes, hay una hermandad que viene desde Francia, además de todas las de Andalucía y otros puntos de España; el paso por “El Quema”,
El bautismo en el "Río Quema"
río donde
reciben de sus aguas el bautismo los que por primera vez hacen el camino, las
dificultades a salvar cuando los carruajes se encallan en el lodo del río y hay
que sacarlo, por la unión de las fuerzas de todos, el calor de las arenas,
pegadas a las botas de los caminantes,
el color variopinto de los trajes andaluces gentilmente lucidos en el
cuerpos serranos de las rocieras, los atardeceres bajos los pinos cantando:
Yo iba de peregrina y me cogiste de la
mano,
me preguntaste el nombre, me subiste a
caballo.
Fuimos contando las flores que salen
nuevas en mayo.
Y me di cuenta enseguida que estabas
enamorado
cántame me dijiste cántame, cántame por
el camino y
agarrado a tu cintura te canté a la
sombra de los pinos.
La salve rociera cantada alrededor de la
hoguera antes de irse a dormir, después de haberse hartado de cantar y bailar
sevillanas, al son de las guitarras y bandurrias, mientras las aves del coto se
asoman por entre los pinares para contemplar la escena.
Las rocieras lucen gentilmente sus trajes.
Pero ese altruismo, religioso-profano, va
acompañado por el buen yantar, los mejores jamones de pata negra, se despedazan
uno tras otro y las viandas más sofisticadas de gambas y cigalas junto a los deliciosos caldos, recrean continuamente el paladar de los rocieros.
Una de las turistas, aparentemente poco
religiosa, al escuchar esta segunda parte
contestó:
-¿Dónde hay que apuntarse para ir al
Rocío?
-Señora seamos serios, dijo el capataz,
primero hay que pertenecer a una hermandad y usted carece del requisito
principal.
-Bueno habéis cumplido con la
explicación así que os podéis unir a la fiesta.
Desde arriba de la pared, contemplaba
todo lo que estaba pasando y casi rompo a reír con una sonora carcajada, pero
me contuve para evitar que todo terminara en “agua de borrajas”,o como vulgarmente se dice, como "el rosario de la aurora".
Hijo y nietos por la Vereda de la Estrella.
Óleo sobre lienzo (80X50) Autor: José Medina Villalba
Óleo sobre lienzo (80X50) Autor: José Medina Villalba
Un grupo de mi familia formado por mi
hijo y mis nietos, caminado por la “Vereda de la Estrella”, perciben todo
lo que está ocurriendo y deciden dejar
el camino, que están haciendo, para implicarse en la fiesta. Bajan del cuadro y
cuando quieren formar parte del jolgorio el angelito que organizó este
zafarrancho les pone la prueba siguiente:
-Oye Francis, toda la vida llevo
contemplando el cuadro que hay enfrente mía, si nos cuentas el misterio de ese
balcón sobre el rio Darro, donde hay una leyenda incompleta: DOLA DEL CIELO, os
permito que os incorporéis a la fiesta.
Mis nietos, Antonio, María y su primo
Juanjo, animaron a su tío para que contara la leyenda del balcón misterioso.
La
leyenda de la Dama Blanca de la Casa de Castril
Algo de historia y de fantasía.
Palacio del señor de Castril
El albaicín es un barrio para mirar con
mil pares de ojos. En cada esquina, en cada rincón, salta una leyenda, una
historia, un enigma. Es lo que sucede en la Casa de Castril, en la Carrera del
Darro, casi desembocando ya en el Paseo de los Tristes o del Padre Manjón. El
edifico que alberga desde 1917 el Museo Arqueológico y Etnológico de Granada ha
sido, desde hace siglos, fuente de relatos y de historias románticas. ¿La
razón? Un balcón tapiado desde tiempo inmemorial y una enigmática frase
esculpida en la piedra: “Esperándola del cielo”.
La casa tiene su historia propia. Tras
la rendición de Granada ante los Reyes Católicos, éstos quisieron compensar a
su secretario, Hernando de Zafa, con la concesión del Señorío de Castril y el
permiso para que construyera su casa mirando hacia la Alhambra, la fortaleza en
cuya conquista había participado. Hernando de Zafra no utilizaría ese permiso,
pero si lo haría un nieto suyo del mismo nombre en el año 1539.
Fallada principal de la Casa de Castril
La Casa de Castril es un ejemplo del
lujoso estilo renacentista español. Su diseño se atribuye a Sebastián de
Alcántara, uno de los grandes discípulos de Diego de Siloé cuando no al propio
Diego de Siloé. El inmueble está situado en el antiguo barrio de Ajsaris, en
donde fueron asentándose con el tiempo los nobles que llegaban a Granada.
La fachada, de una gran riqueza
ornamental, muestra también el escudo de la familia de Zafra, en el que dos
ángeles coronados muestran la Torre de Comares con sus celosías originales,
dando fe así de la participación de Hernando de Zafra en la conquista de la
Alhambra. La casa está formada por un zaguán con escalera desde el que se llega
al patio central, de modo similar a la estructura de los cármenes granadinos.
Pero lo más llamativo del edificio es un
balcón esquinado en la segunda planta que aparece cegado. Encima de él, el lema
“Esperándola del cielo”, una posible alusión de Hernando de Zafra a su
confianza en la vida eterna.
Sin embargo, la leyenda apunta a una
curiosa historia protagonizada por el nieto del Secretario de los Reyes
Católicos. Esa leyenda señala que Hernando de Zafra era hombre de muy mal humor
que se enemistó rápidamente con todos los granadinos por su trato despectivo y su desprecio a los
demás. Viudo, Hernando de Zafra vivía con su hija Elvira, una joven de entre
quince y dieciocho años que se había enamorado del hijo de una familia enemiga
de Zafra.
Elvira por el palacio
La leyenda, que dio lugar a numerosos
relatos románticos en el siglo XIX, narra que, estando en su habitación Elvira
con su amante una noche, llegó Hernando de Zafra de la calle.
Un pajecillo que
servía a la familia corrió a alertarles. El amante Alfonso de Quintanilla,
logró huir por el balcón cuando en la habitación irrumpió Hernando de Zafa y
descubrió a su hija medio desnuda acompañada por el pajecillo. Al verse
sorprendida, la chica se desmayó.
Luisillo, el paje
Hernando de Zafra se llenó de cólera y,
equivocadamente, creyó que quien había llevado a la deshonra a su casa era el
paje, de nombre Luisillo. El iracundo padre llamó a uno de sus criados y le
ordenó que ejecutara allí mismo al paje ahorcándolo desde el balcón de la casa.
Luisillo suplicó por su vida y dijo que todo aquello era un error. Luego pidió
justicia divina. “Colgado quedarás. Esperándola del cielo”, le diría Hernando
de Zafra.
La dama blanca, vaga por las noches por los pasillos del palacio
Una vez ejecutado el muchacho, el dueño
de la casa ordenó tapiar el balcón de su hija para que ésta no volviera a ver
la luz del día y, con tremenda ironía, hizo esculpir la inscripción
“Esperándola del Cielo” encima del balcón como aviso a todos los que trataran
de pretender a Elvira. La leyenda añade que la muchacha, desesperada por su encierro
decidió suicidarse ingiriendo veneno. Hay quien dice haber visto vagar por las
noches, en los pasillos, a la dama
blanca.
No concluye ahí la historia. La
tradición granadina asegura que Hernando de Zafra no descansó en paz ni con la
muerte. El día que expiró se desató en Granada tal tromba de agua que, cuando
el féretro era trasladado para su entierro, el río Darro se desbordó y arrastró
el féretro mientras los porteadores luchaban por sus respectivas vidas. El
tercer señor del Señorío de Castril no llegaría a recibir sepultura jamás.
Concluida la narración pormenorizada por
Francis, él, mis nietos y su primo pudieron unirse a la fiesta.
La silueta de Sierra Nevada comenzó a iluminarse
Serían las cinco de la mañana, ya
comenzaban los primeros destellos de luz a aparecer por Sierra Nevada, haciendo
que el contorno sinuoso de su silueta paulatinamente se fuera iluminado, cuando
los dos gallos tocaron diana floreada, y
las dos cariátides
Cariátides que soportan la viga central. Terracota. Autor: José Medina Villalba
que dejaron de soportar el peso de la viga central del artesonado, y habían disfrutado de la fiesta, se pusieron a cantar al son de los gallos: “señores juerguista dejad la fiesta ya, incorporaros a vuestros puestos, que viene el dueño con la bandolera y a todos nos va a calentar”.
-Pues a mí se me ha despertado el
apetito y mientras no coma algo no me vuelvo a mi sitio-
Cocina típica española: la hogaza de pan, tortilla española y le acompaña el vino.
Óleo sobre lienzo. (90X75). Autor: José Medina Villalba
Óleo sobre lienzo. (90X75). Autor: José Medina Villalba
dijo
tranquilamente mi nieto Antonio, a esta llamada de atención se le unieron los
demás y raudos se dirigieron a la cocina donde una rica tortilla española,
junto a un enorme plato recién guisado en la chimenea, de cordero al chilidrón
les estaba esperando.
Cordero al chilindrón. Óleo sobre lienzo (80X50)
Autor: José Medina Villalba
Autor: José Medina Villalba
Con los estómagos saciados medio
tambaleándose por la ingesta de alcohol, apoyándose los unos sobre los otros
escalaron a sus respectivos lugares, no sin antes haber tomados unos tragos de agua del artístico botijo, llegado de Benalúa de Guadix, recuerdo de una opositora agradecida, que hizo las prácticas en mi Colegio.
Mientras cada uno escalaba para situarse en sus lugares correspondientes, los más listillos, hacían crujir bajo sus dentaduras, las manzanas, plátanos, peras, naranjas que habían cogido en la cocina siendo la envidia, de los que no lo había hecho.
Botijo artístico de Benalúa de Guadix
Óleo sobre lienzo. (40X30) Autor: José Medina Villalba
Mientras cada uno escalaba para situarse en sus lugares correspondientes, los más listillos, hacían crujir bajo sus dentaduras, las manzanas, plátanos, peras, naranjas que habían cogido en la cocina siendo la envidia, de los que no lo había hecho.
Botijo artístico de Benalúa de Guadix
Óleo sobre lienzo. (40X30) Autor: José Medina Villalba
Óleo sobre lienzo. (40X30). Autor: José Medina Villalba
Cerámica (45X30). Autora: Conchita Arroyo Guerrero
Falsa vidriera. José Medina Villalba
Desde mi puesto de observación, tengo que reconocerlo, me sentía feliz de ver como durante una noche, de un agosto caluroso, todas aquellas obras que habían salido de mis manos habían cobrado vida, ahora permanecerán inmóviles para siempre.
Cerámica (45X30). Autora: Conchita Arroyo Guerrero
Falsa vidriera. José Medina Villalba
Desde mi puesto de observación, tengo que reconocerlo, me sentía feliz de ver como durante una noche, de un agosto caluroso, todas aquellas obras que habían salido de mis manos habían cobrado vida, ahora permanecerán inmóviles para siempre.
Volví mis pasos a la cama para poder
recuperar el sueño perdido, cuando de pronto un sonido especial y repetitivo de
un despertador, me decía que todo había sido un sueño en una noche de verano.
José
Medina Villalba.
Maravillosa imaginación,y saber describirla también que nos transportas,a tu sueño. Enhorabuena. Un abrazo
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