miércoles, 29 de abril de 2015

CARRERA SOLIDARIA ANDRÉS MANJÓN



Cuando la carrera que cada uno tenemos que recorrer en nuestras vidas, para unos comenzando, para otros mediada y para algunos en los tramos finales, cuando allá a lo lejos se vislumbra la meta de llegada, volvemos la vista atrás y contemplamos las dificultades que en determinados momentos se nos han presentado, los obstáculos que ha habido que superar y también los momentos de dicha y satisfacciones que durante el recorrido hemos idos percibiendo.

Hoy, 26 de abril de 2015, por segunda vez nuestra Carrera Solidaria se nos presenta con sus luces y sus sombras como toda carrera humana, que también debería ser solidaria como la que celebramos, pero los humanos muchas veces no somos tan fraternales como lo que representa nuestra carrera.


Ha habido luces y por supuestos sombras empapadas en agua que han deslucido la trayectoria final, posiblemente tendría que ser así para que se cumplieran todos los presagios climatológicos anunciados.


Nubes que parcialmente cubrían el cielo, y un sol que pausadamente iba descorriendo el cortinaje nuboso para ir dejando un cielo vestido con un azul intenso, un firmamento aturquesado que nos hacía augurar, nos respetaría para el tiempo que durase el evento.
Una interrogante nos ha estado fustigando durante estos días a todos los que con ansias deseábamos disfrutar de una mañana climatológicamente espléndida, una jornada primaveral como la que durante estos días pasados hemos tenido.
Diariamente, en las noticias, era el parte meteorológico el que más nos ha llamado la atención. Hemos ido siguiendo la trayectoria durante toda la semana viendo cómo nuestras ilusiones se iban desvaneciendo conforme nos aproximábamos al domingo. ¿Quién no lo ha hecho?
Este domingo necesitábamos que el cielo nos ayudara, que el sol nos acompañara, o al menos se cubriera con una capa de gris húmedo, pero que no se despojara de ella dejando caer su contenido, empapando de agua nuestra carrera, enturbiando la grandiosidad de una jornada con una triple faceta, deportiva, fraternal y solidaria cuyos  efectos redundarán  en hechos prácticos para aquellos alumnos más necesitados.


Se han invertido muchas horas por directivos, profesores, y otras personas afines, que han preparado todo los concerniente a este proyecto para que resultase lo más exitoso posible.


He salido de casa en dirección al Colegio, ante un cielo “encarañublado”, (¡ay! si pudiese usar el trabalenguas para desencarañublarlo, pero no tengo ni fuerzas ni poder)  y un sol que tímidamente quiere asomarse entre las torres alhambreñas  para darme los buenos días, dejando aflorar trozos de un azul intenso, esto me tranquiliza porque es vaticinio de una buena mañana y de un desarrollo normal, para compensar todos los esfuerzos realizados, y para la satisfacción de los mil doscientos corredores inscritos, familiares y amigos que sueñan se cumplan los deseos de participar y pasar una mañana de campo, deportiva y fraternal.


Llegado a Plaza Nueva, se percibe el ambiente del evento, vallas que impiden el paso a los vehículos, guardias municipales que regulan el tráfico, y camisetas color naranja de los voluntarios situados en los lugares estratégicos para mantener el orden de la carrera.


D. Julio Hernández, maestro de Casa Madre, perfectamente colocado al final de la Cuesta de Gomérez, me informa que están pasando los últimos corredores de la carrera de los veteranos. 



Pasa con cara sonriente, uno de los participantes, D. Francisco Ríos, maestro y antiguo compañero,  me saluda.


La Carrera del Darro, una de las calles más visitadas de la ciudad, se va engrosando de gentes, unas simplemente turistas, que no saben nada de la carrera y otras implicadas en la misma; cintas de colores rojos y blancos situadas a la entrada de las diversas callejas que desembocan en la vía principal, para impedir el paso de vehículos y de tramo en tramo, los voluntarios poniendo  orden.


Me he colocado mi dorsal de corredor el 779, teniendo la fuerza de la imaginación por compañera, me he unido al grupo de corredores; me siento joven y además el ánimo y el vigor que me proporcionan los que corren me lo hacen sentir más.

Un corredor de tamaño gigantesco, ligado como educador al Colegio del Pilar, viene de hacer su carrera y me da ánimos para continuar; gentes que invaden la calle, van y vienen, algunos pendientes de la carrera otros contemplando los monumentos que, desde siglos pasados, se encuentran petrificados en el tiempo y en el espacio: 
                                                               El Bañuelo. Baños árabes
                                                       Convento de Zafra
Baños Árabes del Bañuelo, conventos de Zafra y San Bernardo, “el dormido” Museo  Arqueológico, Iglesia de San Pedro y un impresionante Paseo del Padre Manjón que, desde su pedestal, se siente complacido con el acontecimiento.


Corrillos de voluntarios que comentan la pugna atlética.


Tengo que subir la impresionante Cuesta del Chapiz, no sé si podré, pero, ¡cáspita! Se me olvidaba, ¡Si es mi imaginación la que está corriendo! ¡Entonces puedo!
Grupos de agentes mantienen correctamente la circulación para que todo trascienda con absoluta normalidad.


En la puerta del Colegio, Paco Fernández Ruiz, el cocinero, Jesús Oscariz Casado, ayudante administrativo, y el conserje, mi hijo Francis Medina Arroyo, observan el paso de los corredores y de alguna participante que consulta sus tiempos en el móvil.

                                                         
                                                     Centro de información
Gentes que salen y otros que entran, centro de información, carteles orientadores, profesores colaborando, Dª Mari Carmen González Moles, profesora de Literatura en Bachillerato y D. José Miguel Sánchez Molina, profesor de Gimnasia y Jefe de Estudios de Secundaria.



El azul del cielo se va tímidamente dejando ver y la luminosidad del día se va engrandeciendo con el calor que le imprimen la diversidad de juegos y elementos recreativos que hay en la pista deportiva: castillos de aire, con enormes lapiceros y jirafas gigantes que los sostienen, pista de hockey sobre cemento, mesa de ping pong, e incluso

 una enorme tela de forma circular, donde la gama de colores del círculo cromático hacen gala de su belleza,


es lanzada al aire para que el más intrépido sepa sacar su cabeza por el centro, en un escenario que ya quisieran tenerlo como decorado mucha obras teatrales, la majestuosa  Sultana Alhambra al fondo.


La información sobre horarios de las diversas carreras, puntos de salida, meta de partida, no deja la menor duda de la perfecta organización.


La Directora Económica, Dª Mari Carmen López Rodríguez conversa con su hermana Dª Mónica, mientras su hija va cogiendo sitio en el lugar de salida para su próxima carrera.


Por el paseo central  se entremezclan colores diversos, el verde de la naturaleza de la arboleda del bosque, con el naranja, el gris de las camisetas, los números de los dorsales, la sonrisa forzada de las corredoras y el aplauso de los que animan. 


Llegamos a la capilla, me siento descansado y animado, e incluso mucho más fortalecido que desde comencé mi salida, enriquecido por todo el ambiente que me ha incrementado mi potencial imaginativo.


El Director General de las Escuelas del Ave María, D. Andrés López Osuna, su esposa Dª Teresa Rodríguez conversan amigablemente con asistentes a este acontecimiento.





Hasta mi pituitaria está llegando un olorcillo especial, algo que se está cocinando y que a estas horas comienza a abrirme el apetito.



 Un grupo de profesoras avemarianas, se encarga de expender los tiques, para llegado su momento, saborear la rica paella y el estofado de carne que en enormes paelleras se está cocinando; en nombre de todas me saluda atentamente Dª Carmen Carmona González, alguien muy relacionado con ella, desde allá arriba, estará disfrutando junto a D. Andrés y otros avemarianos de esta mañana.
No podía faltar la alargada barra donde se degustaría la variedad de bebidas que refrescarían la garganta de todos los que a ella se acercasen.





Por allí veríamos caras conocidas, unos dando el callo, como Enrique Guardia Alonso, para los amigos, “Quique”, mi primo, el que fuera futbolista del Granada C.F. Berna Pérez Medina,  Antonio Montes Jiménez, Mari la de las tortas, profesoras Dª Mari Carmen Medina, la motrileña Dª Mari Salas profesora de baile de adultos, en el Colegio la Esparraguera de Motril, D. Antonio Díaz, Dª Asunsión Aranda Villarraso,  Dª Luisa  Espigares....                            ,


El bullicio es enorme, en la pista deportiva donde se encuentra instalada la meta de llegada, ese punto final donde todos los corredores anhelarían llegar en una buena posición, aunque siempre, para consuelo, se ha dicho, lo importante es participar.


Por allí sigo viendo a muchos conocidos que no podían faltar, D. Emilio Atienza Rivero, patrono; el Director Académico 


D. Leandro García Reche; el Director de Casa Madre D. Antonio Casquet Chacón; La Directora Económica Dª Mari Carmen López Rodríguez; la Directora de Primaria 

Dª Isabel Ferrer Mediavilla, y la administrativa Dª Emilia García Cid; Director de Vistillas de los Ángeles, 

D. Luis Alfonso Vázquez Martín; Director del Ave María de Albolote,


 D. Domingo Coca Cruz; D. Francisco Moles Garnica  


D. Andrés López Osuna, Director General de las Escuelas, Dª Teresa Rodríguez, D. José Zurita Fernández, Dª María Victoria; 


Dª Sonia López Rodríguez Jefe de Estudios de Bachillerato y Dª Myriam Viaña Real, del equipo de Orientación Psicológica, y diversos profesores de los distintos colegios del Ave María...,



 el gran fotógrafo, cámara en ristre, D. Eloy Morales Morales;



 Concejal Deportivo del Ayuntamiento, D. Antonio Jesús Granados García.                                 

Algunas corredoras le han puesto una nueva nota de color a su participación disfrazándose con el maquillaje de un simpático gato.


Todo es alegría, la mañana va trascurriendo como se tenía previsto; comienza la entrega de trofeos y uno tras otro se van entregando las copas, se encuentran ordenadas y bien custodiadas, en número bastante grande.


A través del equipo de sonido se llaman a los tres primeros clasificados, subidos cada uno en el lugar correspondiente exhiben sus trofeos, mientras las cámaras fotográficas van captando las escenas.




El cielo que, durante varias horas, había sido respetuoso con el desarrollo de la jornada, se fue cubriendo con una indumentaria que vendría a humedecer el ambiente dejando caer una lluvia que intentaba quitarle brillantez a la carrera; 



pienso que no, pues los corredores siguieron acometiendo con más coraje su papel, el panorama cambió de escenario, las sombrillas e impermeables surgieron para poner otra nota de color y la gente supo aceptar lo que la naturaleza nos brindaba, con buen talante, e incluso agradeciendo las horas anteriores de sol.


Los árboles, acariciados por el agua, comenzaron a lucir su ropaje con más brillantez, el color verde se hizo más intenso y el florido celindo (filadelfo) del jardín perfumó con más intensidad en ambiente. 


El asfalto brillaba y daba la impresión que el reflejo de cada corredor le daba más impulso y fuerza para poder llegar a la meta.



Pablo Medina López, el menor de mis nietos, algo serio por el desenlace que estaba tomando la carrera, supo muy bien permanecer a mi lado reservándome, de la llovizna, en lo que podía, sosteniendo el paraguas, mientras yo continuaba sacando fotos, y algún que otro vídeo sobre todo al grupo de los prebenjamines, pitufos y minipitufos,





que dieron muestras de valentía derrochando energías y saliendo triunfadores de la lluvia y de la carrera.


Al regreso, desde uno de los balcones que hay en la fachada, de la entrada principal al Colegio, un extraterrestre, E. T.  con una lucecita en su dedo decía satisfecho, después de haber presenciado la carrera, ¡Llevadme a casa!   
Un miembro importante, en el desarrollo de este evento, comentándole el desapacible final que había tenido la última parte de la carrera me dijo: “Dios escribe derecho con renglones torcidos, esto servirá para que el próximo año la carrera salga perfecta”. Aquello me dejó el ánimo más tranquilo, porque
La lluvia tiene caprichos
       que nadie puede entender;
       un día llueve que llueve
        y otro deja de llover.
     Sirva este archivo como recuerdo para todos, los que hicieron realidad esta jornada solidaria, deportiva y familiar: corredores, familiares, amigos, organizadores..., y para los que no pudieron asistir, puedan aunque sea a través de la fotografía y de mi narración, disfrutarla pasivamente sentados tranquilamente en la butaca. 



                                      José Medina Villalba

                                         REPORTAJE FOTOGRÁFICO
















































































































































































APÉNDICE. FOTOS FACILITADAS POR FRANCISCO JOSÉ MEDINA ARROYO