domingo, 16 de junio de 2019

POLONIA. TERCER DÍA. LUBLÍN


   

                                                                                                     Lublín

Todo era color aquella mañana en el Hotel Warszawa  Centrum en Varsovia,  donde habíamos descansado después de un extenso recorrido en nuestro día anterior por la capital del Estado de Polonia.


 Después del descanso,  


 con las expectativas de la aventura de un nuevo día y las ofertas que se nos presentaban todo se veía  con una nueva pigmentación.


Tonalidades diversas, en las banquetas a modo de pequeños enanitos en rincones acogedores, cómodas butacas para conversar, o simplemente para meditar, tintes diversos en nuestras compañeras de viaje que aguardaban silenciosas apoyadas en sus ruedas para partir, colores luminosos con indicativos orientadores, mostradores de recepción, balancines, luminotecnia por todas partes, hacían brillar con más intensidad todo lo que nos circundaba.  





Nuestro Duende de San Cristóbal figura primordial en nuestro viaje, porque en la vida tener duende para cualquier realización que se acometa, y obtener un buen éxito el elfo juega un papel fundamental, y nosotros, este grupo de viaje, lo tenemos  asegurado porque llevamos al mejor geniecillo de la gama infinita que existen.



 Nuestro Duende del Albayzín y en concreto de San Cristóbal, lugar al que le tiene gran aprecio, es pulcro hasta los extremos más insospechados y sacarle brillo a sus mocasines de caminar era fundamental.


 Nos lo encontramos desayunando, porque  nuestro duende es de carne y hueso, y como tal necesita alimentarse, lo que hacíamos los demás, ante una amplia gama de alimentos apetitosos y que en la vida cotidiana, -no me vaya usted a decir lo contrario-, ni poseemos en casa ni jamás lo haríamos, pero, ¿quién se resiste ante las expectativas que se nos presentan? 



Después del buen yantar, la euforia, la alegría y la sonrisa son las mejores cartas de presentación mañaneras para emprender una nueva aventura, como la que nos esperaba en este día,


 lo que nuestro aventurero  D. Quijote  hablando con Sancho, no estaría muy de acuerdo, con respecto al yantar en el que él era parco en demasía. «Come poco y cena más poco, que la salud de todo el cuerpo se fragua en la oficina del estómago».

                                                    Consejos de D.Quijote a Sancho

Los celestes esta mañana forman un solo conjunto, el del Revert, que nos lleva acogidos en el interior, el celeste del cielo y el que con orgullo lucen los cuerpos en sus pechos, con el emblema de nuestra Universidad de Granada. 



Rafael Reche, jefe de expedición,


 al que tendremos que escuchar en más de una ocasión, entre risas solapadas mientras realiza sus primeros saludos, con pinceladas de humor, nos da los buenos días.


Tres cervezas le tienen echado el freno de mano a nuestro autobús, impidiendo nuestra partida, errores no achacables a nuestra expedición, pero que hasta que no se aclararon impidieron la salida.



Mientras la programación del día va saliendo a la palestra, y numerosas recomendaciones en el caso de un despiste, extravío, perdida, comportamientos….,  vamos contemplando a través de nuestra vidriera todo lo que del exterior nos va despidiendo, la arboleda, continuos soldados vigilantes en perfecta alineación, desfilando implacables ante nuestra mirada, edificios, monumentos, florecillas prisioneras en las jardineras que adornan las aceras, el despertar de las aguas tranquilas de un río inmenso, el  Vístula;




  parece un mar,  teniendo como diadema  sobre el aire  un enorme puente que lo atraviesa de parte a parte, vehículos que se desplazan vertiginosamente, mientras  el cielo nos habla con lenguaje de sonidos oscuros y orquestación de posibles lágrimas que nos obliguen a abrir los paraguas. 




Películas como “El pianista” y “La Casa de la Esperanza” en las que surgen las vivencias del pueblo judío y la intervención del zoológico para salvar del gueto en el que se encontraban, son comentadas por Eduardo nuestro guía, que nos va a acompañar durante todo este periplo por Polonia.


                                               Las penalidades de un pueblo vilmente exterminado

Lublín, esta ciudad que nos espera esta mañana con su Universidad Católica albergó un elevado número de judíos que fueron vilmente eliminados, por los alemanes.  







Las recomendaciones de Eduardo amplían  las de Rafael, con respecto al cuidado que hay que tener en los hoteles en función de cómo actúan  los cacos, no bajar las maletas antes de tiempo, ni reservar asientos con bolsos en el restaurante en los desayunos, los ladrones se filtran, pasan desapercibidos y todo puede desaparecer, y después “las reclamaciones al maestro armero”.


Un recuerdo para Madame Marie Curie, descubridora del radium, polonio, en honor a sus orígenes, dos veces Premio Nobel, en memoria de la que nació y vivió en Varsovia, vida dura, falta de cariño, pero el esfuerzo y la constancia supera lo insuperable y ella es un buen ejemplo para todos. 

                                                                  Marie Curie 

Las escenas a gran velocidad se iban repitiendo, un verde cetrino intenso por todos lados, coches que pasaban y que daba la impresión que nos los íbamos tragando, y la voz de Eduardo manifestando cómo es el carácter de los polacos: hospitalarios, generosos, gran sentidos del honor y un humor peculiar,


 al principio algo reservado, pero su curiosidad les lleva a querer conocer y pronto interviene en las conversaciones, los saludos se hacen estrechando la mano, los besos no encajan y a las señoras mayores se les saluda con una reverencia besándoles la mano, la caballerosidad tiene un alto sentido, el hombre es el que paga…, todo esto, acogido entre las risas de lo que marchamos a bordo, sabiendo que muchos de nosotros hemos sabido, y aún se sigue practicando aunque en pequeña medida todas estas costumbres y así se fueron sucediendo otras recomendaciones.


El sol intentaba en una especie de lucha desesperada querer asomarse entre las nubes, para seguir acompañándonos, pero no siempre lo conseguía. 




Surge la curiosidad y con ella la pregunta, ¿por qué en Polonia hubo tantos judíos?, el Rey Casimiro III se enamoró de un judía y abrió las puertas a los judíos que se asentaron aquí, comerciantes y prestamistas manejadores de mucho dinero, siempre se les achacó culpables de los desastres que ocurrían en Europa, por ejemplo “la peste negra”, y estos fueron algunos de los motivos, entre otros, por los que fueron masacrados. 

                                                                  El Rey Casimiro III


La Naturaleza,  al margen de la carretera va mezclando e intercalando colores, son alfombras donde el verde se une con el amarillo, banderas pegadas al suelo, enseñas y blasones con las que se adornan los campos,



e incluso con el ocre terroso de la tierra que permanecía durmiendo el sueño de los siglos, pero ahora ha entrado la técnica y la maquinaria moderna para construir, con la ayuda de los Fondos Europeos, nuevas infraestructuras, carreteras rectilíneas donde la vista se pierde, debido a las llanuras inmensas de este país plano completamente por naturaleza. 





Eduardo sabe que el autobús alberga sabiduría, y reconoce que en cualquier momento está abierto a corregir cualquier desliz y a intercambiar opiniones e información.


Un avance de cómo funciona la Universidad de mayores en Lublín, nos facilitaría el conocimiento de esta Universidad de Mayores con la que nos encontraríamos en breves momentos. Tiene novecientos estudiantes en Lublín y con las diversas sedes mil cuatrocientos; conferencias, talleres, deporte, idiomas especialmente inglés y alemán, son entre otras las varias actividades que desarrollan durante el curso.



El paisaje embriaga, ver pasar las escenas, son verdaderos decorados de un teatro que está en continuo movimiento, es un film donde los actores son principalmente la pradera, el abedul árbol de estructura blanca y blanda materia muy apreciada por los tallistas  y un cielo cubierto de cumulolimbos.




Los campos vestidos de amarillos son plantaciones de colza,  es una de las principales producciones agrícolas, y aunque en España se tiene un mal recuerdo, por utilizar uno de los aceites industriales que se obtienen  como si fuera comestible, produciendo un gran desastre entre los humanos que lo consumieron, se obtienen otra diversidad de productos beneficiosos, aceite comestible que aromatiza los alimentos, forraje para los animales y el buen rendimiento tres producciones al año.  


                                                             Plantaciones de colza

El color amarillos de los campos impregna la vista y relucen con especial fulgor, contemplarlos es como estar recitando  poemas, versos de oro con los que se cubre nuestra bandera, es contemplar el color de una puesta de sol,


el atardecer de una vida llena de plenitud, son los dorados rayos del sol que calientan nuestras vidas,


 el oro con los que adornamos y embellecemos nuestros cuerpos, las hojas del otoño, cubriendo los suelos de amarillo, formando alfombras crujientes que dejan bellas melodías  en orquesta sinfónica dirigida por la batuta de nuestras huellas,


ambarino el color del azafrán que perfuma, aureo, rubio y limonado es el amor de los enamorados cuando se arrullan en tiernos delirios amorosos con las mejillas doradas  rebozando amor. 




Entre verdes y amarillos, entre emociones que se derramaban por fuera y por dentro, porque la alegría  contenida en los cuerpos había que darle rienda suelta, y surgir como una explosión de artificio, como ave que vuela, saliendo de la prisión abrazando la libertad, de fiesta que espera recompensa en cualquier momento, y ésta estaba presta en  llegar, las voces hechas canción surgen espontáneamente dentro del autobús. 


Tuviste suerte al encontrarte en mi camino.
Se llamaba Charly/ la encontré en la calle tendida/y lloró de hambre Charly…./temblorosa y perdida casi sin vida/ se sintió sola y vencida/sus chillidos sordos/sin aliento ni fuerza/en sus alas abiertas/pobre Charly/yo le di nido nuevo/esperanza y calor entre mis dedos/tuviste suerte al encontrarte en mi camino/yo te salvé de tu destino/oh….charly/tuviste suerte al cruzarte en mi camino/yo te salvé de tu destino/ oh…Charly/ te presté cuidados/poco a poco viviste y curaste/siempre a mi lado/Charly/mas tus ansias de vuelo/me llevaron a volar libre/hacia el cielo. Tuviste suerte al cruzarte al cruzarte en mi camino/yo te salvé de tu destino/oh Charly.





En ese momento, mientras las voces sonaban al unísono formando un conjunto de armonía por mi mente pasaban otras notas, la suerte la había tenido este grupo que viajaba con la ilusión de encontrarse con otro  que nos estaba esperando, hemos tenido suerte al encontrarnos en nuestro camino. 


El agua nos recibía hecha espejos sobre el suelo, donde se reflejaban los árboles bebiendo el líquido de la calzada, desmelenándose para quitarse las gotas que resbalaban por las hojas, que a garfadas cubrían sus superficies y la fachada de un edificio con sabor a cultura y ciencia,  la inquietud y el nerviosismo de un encuentro tan esperado.
-¡Ah! ¿Pero ya hemos llegado?
Fue la exclamación, hermanada con la interrogante, que surgió en alguno de los que viajábamos al despertar del letargo hecho sueño durante el recorrido, habíamos dejado atrás, Varsovia, Wesola, Pilwagmina, Zyrzyn, Garbón y  llegábamos  a Lublín .



Los guardianes de la Universidad todo vigilantes, nos indicaban el sitio más propicio para aparcar, esta mañana la Academia Catedralicia de las Letra, de las Ates y de las Ciencias, lucía con esplendor, nos recibía con la cara recién “lavá”, que en el silencio de una emoción incontenida, me hacía cantarle aquella otra de Manolo Escobar.
“Con la cara lavada y recién peiná/ recién peina, recién peiná /niña de mis amores que guapa estás/ que guapa estás, que guapa estás.


Diligentes y con los pasos acelerados por el largo pasillo a donde entraba la luz a raudales,  filtrada por las enormes cristaleras que lo limitaban de un esplendoroso patio donde el verdor era la tónica dominante, una voz tajante invita a los caballeros a echar marcha atrás, mientas se nos indica a donde habíamos llegado:
-¡Uy qué cola!
- ¡Los caballeros para allá!



El celeste envolvía todo el ambiente que nos rodeaba, las camisetas de nuestra Universidad de Granada sobre el torso de los recién llegados, con el anagrama imperial de Carlos V dejaba destellos que irradiaban el lugar.






Había que despojarse de todas aquellas prendas que pudieses incomodarnos durante toda una mañana que se nos presentaba de lo más interesante.





Salutaciones de todo tipo, abrazos, besos y palabras efusivas de bienvenida se sucedían en la primera planta del edificio,  nos esperaban nuestros compañeros estudiantiles de Polonia, ubicados en esos momentos en Lublín, entre lenguajes donde se mezclaban el castellano y el nativo de esta nacionalidad.







Un generoso desayuno nos ayudaba a seguir conversando con nuestros anfitriones , mientras las cámaras hacían acopio, en estos momentos, del entusiasmo de haber llegado a buen puerto.









Con el entusiasmo propio de la situación, la vehemencia y el optimismo había que dejar para la posterioridad el fotograma del grupo, y como entusiastas universitarios fuimos buscando el mejor sitio para nuestra pose. 






Llegaría el momento del desfile ante las cámaras de uno de los representantes de la Universidad de Leblín que con paso marcial y elegancia suprema, se dejó captar por los objetivos que disparaban incesantemente. 


Otro tanto sucedería con el resto de los allí presentes  y con los señores cámaras, que como suele ocurrir frecuentemente son apuntadores en la escenografía y apenas si salen en el tablao donde está ocurriendo la actuación.







-Pero vamos a ver Duende de San Cristóbal, ¿dónde te has metido que te estamos buscando por todas partes?
-Alguien te está tocando en el hombro por la energía que le imprimes al grupo, se te estaba echando de menos. 


Tu afortunada cachimba, aunque en estos lugares no la puedes usar, sin embargo,  como el famoso detective inglés Sherlock Holmes imprime carácter en tus andanzas, ahora te atreves con tu sarcasmo especial presentarme a tus amigos, que aunque lo son tuyos también pertenecen al grupo de los míos.



-Sí, elfo del bosque encantado ríete, tómatelo con sarcasmo de geniecillo, pero no te escaquees que tu energía es fundamental.



La simpatía y la alegría de las señoras era palpable y no menos la de los señores,  aquello era un mar celeste de olas que se movían en continuas vibraciones de un sitio para otro.


Había llegado el momento solemne, el instante  en el que dos Universidades, que ya se habían hermanado en un desayuno de palabras, risas, euforia, entusiasmo y agasajo de bebida y ricas pastas, ahora vendría la solemnidad del Acto Académico de presentación, con todo el derroche de actividad que esto conlleva.
Abriendo la entrada al Salón de Actos y portando el regalo que a todos se nos fue ofreciendo, nuestro geniecillo, como abanderado del grupo hace su entrada, seguido de todos los que formábamos parte de la comitiva. 





Los celestes se mezclaban en el centro de las butacas, mientas que en el lateral derecho se colocaban una buena representación de la Universidad de Lublín. 




Los jóvenes aprendices de español, para ellos hoy iba a ser un día de prácticas y ejercicio hablado,  también estaban allí representados, observando cautelosos como se iban desarrollando los hechos.








Mientras unos ojeaban el librito que acompañaba a  la bolsa sobre Lublín, otros en el escenario preparaban todo el desarrollo del evento.



La televisión polaca, también captaba todo lo que estaba sucediendo para después llevarlo a los noticieros del país.


Los primeros saludos de bienvenida correspondieron a los anfitriones en boca de la directora, cuyas palabras polacas fueron traducidas simultáneamente, manifestando la importancia y valor fundamental que tienen las actividades desarrolladas por los que ocupamos  la tercera edad, y la gran trascendencia de estos encuentros; hizo la presentación del profesorado, así como de la alta representación de la Universidad y del alumnado, acompañado al mismo tiempo  del aplauso de los presentes.


A continuación tomaría la palabra el Rector de la Universidad, cuya intervención fue muy aplaudida durante su desarrollo, con momentos de risas producto del desenfado de su exposición.   



Seguirían después otras intervenciones,  


 hasta que llegó nuestra participación a través del Presidente José Rodríguez Sánchez.


 En primer lugar agradeció la gran acogida que hemos tenido los alumnos que venimos de Granada y puso de relieve la labor de Rafael Reche en sus relaciones internacionales, así como nuestra Universidad tiene sedes no solo en la Provincia de Granada, sino en el Continente Africano, acompañándonos, en esta ocasión alumnos del Campus de Ceuta. Manifestó las distintas relaciones que hasta ahora se vienen teniendo con otras Universidades, a las que se les ha visitado: Oporto, Toulouse, Lovaina y ahora Lublín. Todas las Universidades nos han devuelto la visita a Granada, esperamos que ésta haga lo mismo algún día, por lo que estáis invitados para que nos acompañéis unos días en nuestra ciudad. 





Dio lectura a la carta que la Directora del Aula Permanente de Granada dirige a las autoridades académicas de la Universidad de Lublín.




La proyección de un vídeo mostraría las bellezas de nuestra ciudad, a través de la música de un oboe y un fagot, con la canción Granada, de Agustín Lara. 



Después pasarían imágenes de las distintas Facultades y lo que es el Aula de Formación Permanente con  sus distintas actividades; Clases de Historia, Literatura, Filosofía, Tertulia Poético Literaria…., así como la función que realiza  Aluma como complemento, con coro, teatro, conciertos, viajes, senderismo, concursos de fotografía, pintura, relato corto, la revista El Senado….


A continuación se presentaron una serie de diapositivas, desde que se fundó esta Universidad de Mayores, y las distintas actividades que se organizan, con traducción alternativa que fue muy aplaudida. 






Una granada traída desde Granada por un entusiasta grupo de universitarios, portando la esencia propia que  constituye nuestra ciudad, con ella queríamos dejar algo más, además de todo lo expuesto, y ahí vino la sorpresa, la entrega de una materia visible que permaneciera presente como constancia de este nuestro paso por la Universidad Católica de Dublín Juan Pablo II.
José Rodríguez hizo entrega de una granada de plata, que fue acogida con gran satisfacción por los compañeros de Lublín.





Una vez concluido el Acto Académico, había que recorrer otras estancias de la Universidad, ascendiendo a la parte alta del Salón de Actos, bajo la agradable sonrisa de los polacos, que de momento nos despedían, en cuyos rostros se manifestaba la satisfacción personal, no bastan solo las palabras, sino que los hechos y expresiones corporales juegan un papel fundamental y ellos lo realizaron estupendamente. 






Alguien se asomaba por el enorme ventanal que daba al patio, nos miraba y en esa expresión había en un derroche de intriga que nos cautivaba, entre la pureza del blancor mezclado con el rosa, una especie de diminuta y pequeña malva rosa, que sin ser ni una ni otra alegraba la vista y también el ánimo.



Con paso firme y marcial nos dirigíamos al lugar por donde el que ahora se le proclama  santo, dio más de una lección magistral.



 Una sensación especial me embarga cuando veo como los muros de aquella enorme aula hablan, a través de una serie de fotos, recuerdos del pasado, que ahora se hace presentes, y había que recorrer todo aquel amplio espacio y sentarse para escuchar al que desde la fotografías nos miraba con alguna de sus catorce encíclicas. 







 Evangelium vitae, dirigida a los obispos, sacerdotes, diáconos y religiosos laicos y a todas las personas de buena voluntad sobre el valor y el carácter inviolable de la vida.
 A raíz del despido para siempre de un buen amigo, Vicente Arroyo Valero,  en estos momentos me vienen a la memoria tantos recuerdos relacionados con la vida.
A pesar del tiempo, a pesar de los años, nunca hay que rendirse, hay que aceptar nuestras posibilidades, nunca hay que claudicar porque eso es la vida una pura lucha por seguir adelante, enterrar los miedos, eliminar las sombras, seguir persiguiendo los sueños,


aunque los miedos te atosiguen,  siempre hay un rescoldo de fuego en tu alma y aún hay vida en tus sueños, porque por muchas heridas que existan en tu cuerpo siempre existe un remedio.
Había que subirse al estrado donde tantas veces habló Juan Pablo, creyéndote un humilde predicador aunque tus labios no se moviesen.











Los colores azules se movían inquietos de un sitio para otro, era el viento suave que corría silencioso, en un lugar donde aún resuenan palabras de amor, de paz y de justicia que nos queríamos llevar en la mente y en nuestras cámaras, mientras los comentarios corrían en parejas o en pequeños grupos.





Todo era un enlace de sucesos que se iban hilvanando esta mañana, como la confección de un tejido histórico en la urdimbre de un telar que era nuestro propio cuerpo.
Allí en el pasillo, seguiría los comentarios de todo el trayecto recorrido hasta ahora, era una forma de dar escape a tantos y tan intensos momentos vividos en un espacio de tiempo corto pero sumamente apasionante.









 Las horas corren, las palabras vuelan pero se quedan alimentando nuestro pensamiento, mas todo está sujeto al armazón de nuestro cuerpo que es el andamiaje fundamental para seguir viviendo, los dos se complementan alma y cuerpo el primero ya estaba  repleto de sustancia cultural, ahora era necesario alimentar el otro, lo que dio lugar para pasar  al comedor. 





Amplio y luminoso era el local del comedor, daba la impresión que había sido reservado exclusivamente para nosotros,  como buenos colegiales universitarios nos pusimos ordenadamente haciendo cola para recibir el bien ganado sustento de nuestros cuerpos.






Mientras unos conversan, otros meditan y esperan tranquilamente.





 La sombra inerte del ilusionismo volador de nuestro geniecillo se hace presente, y con el espíritu cargado de alegría, por simpatía como le ocurre a la pólvora, cuando hace explosión en aquello que le rodea, sabe contagiar a todos los que se encuentran en su entorno. 





Como duende que es, sabe infundir ánimo a todo aquel que se puede encontrar abatido por cualquier revés desafortunado, mostrando absoluta indiferencia ante los problemas por graves que en apariencia parezca. 


-Ja,ja, a mí me la vais a dar con queso, con la cantidad de horas de vuelo que tengo a mis espaldas; así se manifestaba nuestro diablillo.
-A la vida hay que echarle valor y dejarse de esas nimiedades que no tienen importancia.    Así que, dejaros de simplezas y vamos a comer.




                                 ¡A mí me la vais a dar con queso! Dejaros de simplezas y vamos a comer

               Con nuestras bandejas bien servidas cada cual fue buscando el sitio oportuno para disfrutar de una comida ligera pero apetitosa.
Un brindis por  nosotros y por el éxito del viaje.












La comida también se presta a un momento de reflexión y quien mejor que D. Quijote para hacernos una breve meditación, que por regla general y sin ponerle freno en los viajes, nos excedemos y luego nos quejamos de los kilos de más que hemos cogido.
Le preguntó D. Quijote a Sancho que traía para comer a lo que respondió:
-                -“Aquí trayo una cebolla y un poco de queso, y no sé cuántos mendrugos de pan, pero no son manjares que pertenecen a tan valiente caballero como vuestra merced.
-                Hágote  saber Sancho, que es honra de los caballeros andantes, no comer en un mes, y ya que coman, que sea de aquello que hallaren más a mano”.


      Bueno, señor escritor, nosotros no somos caballeros andantes, ni nada que se le parezca, hemos venido a disfrutar y a comer todo cuanto nos apetezca.
De regreso al hotel, después de una mañana en la que se  había cumplido nuestro objetivo primordial, el encuentro con la Universidad Católica de Lublín, Eduardo informa de no dejar nada en el autobús, el seguro no responde de pérdidas. 


Después de un breve descanso, comenzaríamos navegar,  y nunca mejor dicho por lo que nos esperaba, dando un paseo por la ciudad.
En la puerta del lugar de nuestro hospedaje, Hotel Wieniawski,



 pendientes de la partida y al mando de uno de los jóvenes que desde esta mañana nos acompañan, practicantes del habla castellana, nos disponemos a dar un paseo por la ciudad. 





Nuestro guía vespertino que nos va a acompañar, es un chico joven, espigado, con la sonrisa siempre en el rostro, traje negro, chaqueta clara, pelado a la usanza polonesa, recogido el pelo con una cinta a modo diadema, que reúne el pelo en un pequeño moño en la parte occipital de su cabeza. 




Con el humor a flor de piel, y mirada algo pícara,




  a la que se le une la de nuestro duendecillo que sonriente prepara su arma de trabajo. 


Saludos de los compañeros  de Lublín que nos esperaban para darnos, a través de su presencia, una cálida acogida en esta tarde callejeando por el centro de la ciudad.



Nuestro guía lleva un ayudante que irá siempre en plena vigilancia, para que el grupo no se desconecte y podamos dar un paseo con toda seguridad y tranquilidad.


La tarde estaba apacible, y el paseo se iba desarrollando de forma agradable, algunas nubes jugueteaban con un sol que aparecía y desaparecía, mientras a derecha e izquierda contemplábamos los diversos monumentos que salían a nuestro paso conforme avanzábamos.


  El banco, la Academia  Judicial, para desembocar en una enorme plaza la de Lituania, donde la vista se dejaba llevar hasta llegar a perderse en lontananza,  y el agua ocupaba un lugar preeminente. 

                                                        La gran Plaza de Lituania

-Un ¡¡¡hola, hola, hola!!! repetitivo recibíamos  los que íbamos en vanguardia, nuestros compañeros poloneses habían salido en nuestra busca, porque en esta tarde se querían unir al grupo y acompañarnos.




El suelo recién regado brillaba y se encontraba más limpio que una patena, sin agua que cayera en forma de lluvia, porque las nubes corrían a cargarse de nuevo para lo que después se avecinaría.




Sobre un enorme pedestal se erigía la figura ecuestre del Mariscal
  Józef Klemens Piłsudski de Kościesza fue el primer jefe de Estado (1918-1922), primer mariscal (desde 1920) y dictador (1926-1935) de la Segunda República Polaca. Desde la Primera Guerra Mundial tuvo una gran influencia en la sociedad de su país y fue un político muy relevante en la política europea. Es considerado el principal responsable de que Polonia consiguiera la independencia en 1918 tras más de un siglo de particiones. 





Había que posar delante de esta figura y cerca de él se erigía otro monumento dedicado a la Constitución Polaca.​
La Constitución de 3 de mayo de 1791  es reconocida como la primera Constitución en Europa. A nivel mundial es la segunda después de la de los Estados Unidos de América. El 3 de mayo de 1791 fue aprobada por la Mancomunidad de Polonia-Lituania como "Ley de gobierno".
En 2014, la «Constitución del 3 de mayo» fue distinguida con un Sello de Patrimonio Europeo, por ser un «símbolo de los ideales de Europa por su ejemplo de cómo se puede transformar democrática y pacíficamente un sistema político».

                                                       Monumento a la Constitución Polaca

El  agua tiene un lenguaje especial, idioma universal que no necesita traductor de ninguna clase para que sea inteligible por todas las razas de la tierra, se dejaba no solo ver sino sentir, es el habla de la que se halla prisionera, haciendo juegos y malabarismos para recreo de los que ufanos nos deleitamos en una jerga especial que usa para comunicarse. ¡¡¡Agua transparente y cristalina te parió la montaña, saliste de las manos del cielo y has venido a jugar haciendo cabriolas para delicia y embeleso de los que te contemplamos, con esa sinfonía especial que derrochas nos invitas a que penetremos y entremos dentro de tus entrañas!!! 


-Estimado lector, ¿has visto alguna vez una tarta hecha de agua?
Las velas derrochando la luz que le proporciona la transparencia,  eran chorros que saltaban alrededor de otro central que se alzada todo elegante, director de la orquesta sinfónica, saltando en una danza especial de  ballet acuático, mientras otros en la distancia rindiendo pleitesía encorvando sus cerviz se inclinaban para participar en el banquete. 



Clara fuente con las gotas con las que te vistes,  perlas de nácar junto a mis lágrimas ardientes de emociones percibidas al contemplarte, con tu sabroso licor esparcimiento y alegría  en mi cuerpo hiciste.
El agua siempre está dándonos lecciones, es elegante y respetuosa, también es brabucona y fiera, tiene su genio especial, pero en las fuentes  lo mismo sube que se humilla, sensual desnudando el aire de los jardines y uniéndose el requiebro galante  de los enamorados. 

Se habían instalado unos taburetes de piedra para que el espectador que  lo deseara pudiera disfrutar, entrando en el interior, regodeándose  de tanta belleza y hermosura. No faltaría la intrépida y valiente compañera, toda arrogante y decidida, ante el asombro y admiración de los que observábamos verla saltar de asiento en asiento. 







Aquello había sido el comienzo de un teatro viviente, de otras aguas que irían viniendo después.
Nuestras miradas mientras caminábamos  dejando atrás las ondas fluviales que pronto serían sustituidas por otras, un enorme obelisco fundición de hierro nos dejaba atónitos, era la memoria y el recuerdo, de la Unión de Lublin erigido en 1826 para conmemorar la conclusión de la Unión polaco-lituano de Lublin (1569).



El perfecto engranaje del adoquinado había tomado el color del cielo, de un  firmamento que nos iba avisando de algo extraño que pronto iba a ocurrir, pero estos avisos nos eran completamente ajenos, solo nos deleitábamos tranquilamente en todo lo que nos rodeaba. 


 Centinelas vigilantes haciendo guardia y escoltando nuestros pasos nos recibían otros guardianes alineados en perfecta formación con la invitación de otros cubos de piedra para que tomásemos asiento, pero pasamos de largo, macutos a las espaldas, pantallas protectoras, que guardan secretos de emergencia, simplemente una mirada de compensación y agradecimiento.



El agua era esta tarde el elemento fundamental que nos acompañaba, llevándonos de sorpresa en sorpresa, y dejaba que nuestros cuerpos hechos reflejos, calaran y penetraran dentro del adoquinado que cubría el suelo.  De pronto otra admiración nos espera, el agua surgía de nuevo de las entrañas de aquella calle para fascinación nuestra, ahora era como jugar a la rueda,  rueda, cantando alguna canción:
La chata Merenguela,/ güi, güi, güi/como es tan fina/trico, trico, tri/ como es tan fina/ lairón, lairón/lairón, lairón, lairón/ lairón….. 
Y allí la teníamos ya, delante nuestra para invitarnos a contemplarla y para aquellos decididos que quisieran hacerle un desafío, atravesándola haciendo piruetas  por medio de su cuerpo. Tímida, escondida, haciéndonos guiños para que nos acercásemos a jugar con ella. 






Así sucedió nos fuimos aproximando a ver que jugarreta nos iba a hacer, porque ni era tan tímida, ni tampoco se encontraba completamente escondida, hasta que dijo: ¡Aquí estoy, y se levantó toda erguida y atractiva, como una bella doncella toda vestida de cristal transparente.  





¡Aquí estoy!, y se levantó toda erguida y atractiva, como una doncella vestida de cristal  transparente, peinada con tirabuzones que le caían sobre la cara, al ritmo de las palmas que ella misma se iba dando, porque el agua también sabe elogiarse así misma. 



Y así comenzó un bello espectáculo con carcajadas y sorpresas entre los actores, el agua y los espectadores. 



La función se animaba por momentos, acompañados por el canto de nuestra Granada, una intrépida pareja desafiaron al agua que permanecía escondida, hasta que en un envite de coraje se desmelenó para intentar derrotar a los que habían llegado a retarla; pero éstos, tranquilos, hicieron el paseíllo triunfantes como los toreros en su mejores tardes, para salir airosos de la disputa, que en este caso no fue tal, sino el asombro de los que nos deleitábamos contemplando la escena. 



Tras este comienzo de cante, donde lo que importa no son los gallos que se escapan, ni la falta de cadencia rítmica, ni si el barítono de la cabellera de nieve  desentona, o la señora del sombrero se descubre ante tanto regocijo y satisfacción, sino la alegría que encarcelada salta y se manifiesta, solo lo que importaba era el ardor vehemente de los participantes, continuando con otros cantes mientas caminábamos. 







El agua nos seguiría sorprendiendo, una cabra salida de la manada y cubierta de “oro” que curiosamente al ordeñarla daba leche, convertida en H2O, sería el reclamo que nos hacía detenernos para disfrutar de otra gran diversión.  


Pero el sortilegio que emanaba de este lugar está en las propiedades cabalísticas de este agua milagrosa que supera con creces a las de otras aguas que se beben en distintos lugares .


-Oiga, todo el mundo quiere tocar la cabra, hay empujones, por llegar a aproximarse a ella.


-Estoy impaciente, ¿Cuales son esas propiedades cabalísticas de las que me habla?
- Se cuenta, que aquel que beba agua de esta fuente y después le dé un beso en la frente, le desaparecerán todos los problemas, y se habrá ganado el poder volver de nuevo por Lublín.



Oída la sentencia del misterio de la dichosa cabra, ¡quién era el guapo que se marchaba si beber agua, aunque la cabra también tiene su cachondeo, cuando ella quiera deja de soltar agua, y cuando menos te lo esperas te da un “chisquetazo”, que te quita todo el maquillaje que llevas en la cara. 






(Cuando recuerdo aquellos momentos vividos en este lugar, la risa hace acto de presencia en mí, al contemplar la hilaridad  de la escena).
Todo el mundo quiere beber, todos quieren dar las instrucciones correspondientes,  si el beso que hay que darle a la cabra es antes de beber o después, el caso es que el rato de cachondeo que nos pasamos, ese queda ahí dentro para el recuerdo.




      Hasta nuestro duende, que para él lo de los vaticinios y sortilegios los tiene más que superados, también se decidió a beber la misteriosa agua, de la cabra.
Después del éxito conseguido, había que pasar a la Vieja Ciudad de Lublín, el lugar donde vivió el pueblo judío y exterminado. 



Como casi todas las ciudades, Lublin tiene su calle peatonal principal en la que se encuentran los comercios y tiendas y que nos lleva hasta la Puerta de Cracovia en donde empieza la ciudad vieja.
La Puerta de Cracovia es el símbolo de la ciudad y hoy en día son los últimos restos que quedan de la muralla que protegía la ciudad en el siglo XIV. Según caminamos por la calle peatonal Krakowskie Przedmiescie delimita la entrada a la ciudad vieja.



      La música de un acordeón junto a las palabras de nuestra compañera de la Universidad de Lublín, nos abren paso solemne a una vieja ciudad de la que ya prácticamente no queda ninguna reliquia, pero si el recuerdo de un pueblo que fue llevado a trabajar al Campo de exterminio de Majdanek. 



     Está a unos 4 km de la ciudad. En 1941 se puso en funcionamiento bajo el control de las SS como un campo de trabajo en el que se fabricaban armas y en 1942 se transforma en un campo de exterminio en donde fueron ejecutados judíos procedentes de Bélgica, Francia, Eslovaquia y Polonia así como también ciudadanos bielorusos, ucranianos y gitanos. 
Museo Histórico de Lublin.
Se encuentra en la Puerta de Cracovia. Tiene colecciones de planos y retratos de personalidades destacadas de la ciudad, sin embargo lo más interesante del museo es el interior del edificio y la vista que se tiene de la ciudad desde lo alto de la torre.
Mientras unos se dirigen a la oficina de Información y turismo otros contemplamos la composición de la torre, otros fotografían y el resto conversa. 









      Seguíamos paseando, el cielo  que hasta este momento, había respetado nuestro paseo vespertino, comenzó a dejar caer unas gotitas, los paraguas comenzaron a desempeñar su misión y los chubasqueros salieron de las mochilas, para cubrir los cuerpos. 






      La puerta que flanqueamos anteriormente nos había recibido con música de acordeón, sin embargo la nueva, era el lamento de un cante y los rasgueos de una guitarra, llantos de aquellos que hace años pasaron por aquí para el exterminio, todo este cúmulo de sucesos vaticinaban algo extraño que iba a suceder.


Ascendíamos en dirección al castillo.



Está situado en una colina sobre los restos de un castillo construido entre los siglos XIV y XVI. Se reconstruyó en el siglo XIX (con la apariencia que tiene hoy en día) y de la construcción antigua sólo conserva una capilla (Capilla de la Santa Trinidad) y una torre que se encuentra en el interior de la fortificación y que se pueden visitar. En la actualidad el castillo alberga el Museo de Lublin. 

                                                     Torre de fortificación dentro del Castillo
                                                          Capilla de la Santísima Trinidad

Museo de Lublin
Se encuentra en el interior del castillo de la ciudad. Cuenta con colecciones de piezas arqueológicas y prehistóricas, obras de los siglos XIV al XIX, armas, tejidos y objetos de valor etnográfico.




    Nuestro duende nos invita a hacernos la foto colectiva, él sabía muy bien que el percal se estaba poniendo complicado, y que los vagones de agua que llegaban en nubes voluminosas, iban cerrando cada vez el firmamento.


-¡¡¡Vamos, vamos, rápido!!!, decía, su cara no presagiaba nada bueno. 



. A alguien se le ocurrió decir:
-¡Pero si esto son cuatro gotas!
-¿Cuatro gotas?


-Eso le dijeron a Noé cuando estaba construyendo el Arca, y fijaros lo que ocurrió.
A partir de ahí, pies en polvorosa, empezó a caer agua a cántaros, por las bajantes de las canales, que superan en dimensiones a las de nuestra Andalucía, salía el agua disparada a marchas forzadas, y las calles se convirtieron en verdaderos ríos que incluso para entrar en el hotel nos vimos obligados a meternos hasta los tobillos en el enorme lago que se había formado delante. 


Una vez estrujados y secos, nos esperaba la noche, la cena con los polacos y toda una fiesta, que de momento era una completa incógnita.
Se daban las últimas informaciones para regresar al hotel y la salida por la mañana a una hora muy agradable para el que le gusta la suavidad de las sábanas. 


Con los mejores atuendos de los que se suele disponer, nos disponíamos entrar en el restaurante, corriendo la emoción por el circuito eléctrico que las neuronas descargan en los organismos, ante las expectativas que nos esperaban. 



A ritmo de marcha blandiendo palmas al compás que marcaban las notas que salían de dos acordeones y un contrabajo, entrábamos en un estrecho corredor escoltados por un grupo de músicos y un coro de lindas señoras vestidos a la usanza polaca.
Emocionados pero al mismo tiempo con el asombro ante un nuevo telón que se nos descubría, no hacía falta comprender  lo que decía el coro, pero se captaba perfectamente que era un excepcional recibimiento el que se nos hacía.
Rápidamente las cámaras en alto para grabar aquella bienvenida, los pies intentando moverse al compás de las notas musicales, y algunos brazos en alto retorciéndose de emoción, como palomas que alzan el vuelo, con pícaras miradas al coro que nos recibía.



Unas ovejas de paja, colgando sobre nuestras cabezas también se unían a esta recepción.


En un comedor donde la madera en paredes y techo cumplían su misión, con enormes lámparas que descubrían el esplendor de la decoración, ramilletes de hierbas olorosas que perfumaban el ambiente, nos fuimos colocando, intercambiando puestos con nuestros compañeros de Polonia, para que la hermandad fuera más recíproca y la compenetración más intensa, lo que  iría aumentando en el trascurso de la noche. 







Comenzaría el primer baile, que no sería otro sino el de los platos de comida, donde la música está en el sustento y el movimiento en los estómagos. Plato tras plato en una serie interminable fueron pasando hasta saciarnos completamente, incluso cuando creíamos que ya habíamos terminado siguieron llegando más y más escudillas, como se diría en un texto literario del Quijote.


Las cervezas en alto para brinda por el éxito de este día y del resto del viaje,








para dar paso a otros nuevos manjares.




Algo extraño comenzaba a suceder, una cadena de seres humanos bailaba al son de la música pasando por delante de los comensales, aquello era el clarín anunciador de que algo nuevo estaba sucediendo. 



Mientras tanto una buena parte de los comensales permanecía en la sobremesa exhalando el perfume aromatizado de las hierbas, que a modo de farolillos con luminotecnia de vegetación  pendían de las cabezas.




Nuestro duende filosofaba delante de los últimos platos, ¡si aquello había que comérselo o simplemente darle el último visto bueno pero sin llegar a probarlo!

                                                           Nuestro duende filosofaba



Pero no había que seguir sentado, la fiesta se animaba y era necesario acercarse al baile y participar en él.


-¡Vamos animaros y unámonos a la fiesta!  


Abrir el baile oficialmente portando gentilmente las manos de las señoras, midiendo los pasos y llevándolas con toda la galantería con las que todo caballero haría en un salón regio con enormes lámparas de cristal, era el comienzo de la serie de bailes que vendrían a continuación.





Había que seguir echándole leña al fuego para que la fiesta entrara en calor y nunca mejor dicho que un nuevo baile en el que  los palos de leña jugarían un papel fundamental.
El juego de los niños era el título del nuevo baile que tendríamos que aprender atendiendo a las explicaciones del jefe de la orquestación.
La explicación estaba clara para el maestro, que con la agilidad de un buen saltarín hizo la demostración, lo que no estaba tan claro era por los discípulos que pronto comenzaron a hacerse un lío mezclado palitos con los pies, e incluso mandarlos a hacer gárgaras, en lugar de saltar por encima de ellos sin tocarlos.  Las manifestaciones de asombro enseguida se ponen de manifiesto.
-¡Imposible!, ¡esto es imposible! 




- ¡Ánimo Pepe, que tú eres capaz!, de esto modo animaban las damas.
Querido lector, ¿sabes lo que es  una estampida sin orden ni concierto, un salir corriendo ante un peligro inminente, cada cual por donde le parezca llevándose por delante todo lo que encuentra a su paso? Pues eso comparado con la que se organizó allí no es nada, y si no que te lo digan las imágenes. 



Entre risas y espavientos, por más que se repitiera el dichoso baile, aquello era un revoltillo de palos que deambulaban de un lado para otro, pero fueron momentos de hilaridad y de pasarlo estupendamente.


Seguiría a continuación una Utania, al ritmo de un, dos, tres, con movimiento de balanceo  que invitaba a moverse lentamente. 


El calor de la pequeña sala iba creciendo, entre la comida que entraba en ebullición en la digestión de los estómagos, y el ejercicio hicieron que determinas prendas desaparecieran  y las camisas relucían a la luz de la iluminación.


-Seguro que muchos de mis lectores os acordaréis de aquella canción que bailábamos al ritmo de esta letra: “qué salgan a bailar la gente de este lugar;/ la raspa con su son será vuestra diversión/ de frente se dan tres y luego tres de costao/de frente otra vez y tres más del otro lao/ dame el brazo para rodar y ahora el otro para cambiar/salta y brinca siempre al compás que la raspa eso y no más/….
Pues una raspa a lo polaco es lo que se bailó a continuación. 





Vibraban los cuerpos, se inflamaban los corazones, las cuerdas del contrabajo tremolaban, se notaba que había sentimientos encontrados, se escribían versos en el aire, encuentros de miradas, y caderas que se movían al ritmo que marcaba la música del acordeón, danzaban los corazones, se disfrutaba de la música y de la amistad sin dejar de bailar. 



Nuestras vidas también son un baile continuado, deslizándonos sobre la pista de la vida que se mueve al ritmo que le marcan los tiempos, con diversas clases de músicas y movimientos, unas veces triste y melancólica y otras de sinfonía  alegre, sigamos bailando a la cadencia que nos marquen los tiempos. 


                                                               El baile de la vida

El coro descansaba y alguna compañera de la Universidad polaca, contagiada del ambiente que se respiraba también daba sus pasos de baile, acompañada por otro miembro de la Universidad granadina.




El concierto seguía su ritmo acelerado, se aunaban las voces del coro, con las palmas de los que acompañaban y el movimiento de las cintas de colores de algún sombrero que también ondeaba como un bailarín más. 



        -Vamos compañeros, levantad los cuerpos y uniros al conjunto de la fiesta.
       Eran las palabras de nuestra anfitriona que animaba a algunos de los que reposaban la cena sin ganas de levantarse. 


-Y usted, señor cronista deje la cámara y a bailar.



-¿Yo también?, decía nuestro duende con gesto compulsivo.
-¡Pero si acabo de sentarme!


-¡No, ni hablar del peluquí, voy  a descansar un rato! 


-¡Un duende no se cansa jamás!
-Sí, pero ahora he dejado de ser duende y soy persona de carne y hueso.


Mientras tanto el baile continuaba, había que darle rienda suelta a la emoción del momento.




Había que intercambiar el movimiento con el descanso, la noche se alargaba y había que dosificarse como hicieron alternativamente los danzantes. 




Algunas fotos para el recuerdo con compañera de Lublín, y empleados que habían preparado tan ricos manjares.




Pero en la vida cualquier acción que comienza también le llega  su fin, y esta noche los párpados de la fiesta se iban entornando, iban pidiendo cerrarse para poder entrar en el desagradable momento de la despedida, pero había que hacerla con elegancia como es normal entre los que formábamos este grupo, y se fueron sucediendo entre palabras hecha música y canción; los rostros se iluminaban y a través de ellos existía la correspondencia entre los emisores y los receptores.





A este adiós se le fueron uniendo otras canciones, en las que Granada también se hacía presente, los clavelitos de la Tuna Universitaria, no faltarían las sevillanas y todo lo que sirviera para hacer la despedida lo más liviana y agradable posible. 










El broche final, el cerrojazo a este día de maravillosa convivencia con Lublín y sus estudiantes, lo daría Fonseca, nuestro himno, aquel que compuso Agustín Lara para nuestra bella Granada, a cuya interpretación se uniría alguna polaca, con partitura en la mano a través del móvil, y ¡Viva España!




                         Cómo regalo a nuestros compañeros de Lublín, estas canciones de La Tuna Universitaria de Córdoba.
a
-Pero vamos a ver, ¿es que no pensabais marcharse?
-Ya nos vamos, y dejando una parte de nuestros sentimientos en aquel rinconcito donde hemos pasado una velada sensacional fuimos desfilando.



Una ciudad, donde a estas horas solo hablaba el silencio y la luz  de las farolas que transformaban los edificios en colores amarillentos, volvíamos  de nuevo sobre nuestros pasos, recordando a través del reflejo de nuestros cuerpos en los charcos de agua que aún  permanecían del diluvio de  la tarde, pero inflamados de compañerismo, amistad y regocijo de una velada sensacional.
 Nuestro hospedaje nos recibía para poder descansar y continuar nuestra ruta por este País de Polonia.










                                                     José Medina Villalba.