jueves, 26 de diciembre de 2019


                   ISLAS CANARIAS. TENERIFE


Rugen los motores cual fieras que busca la libertad, el pájaro mágico se desliza desarrollando todas sus fuerzas, querer es poder. ¿Quiere y no puede, o puede y no quiere? Son momentos de tensión el silencio fantasmagórico se desliza por el interior de todos los que nos hemos  convertido en los intestinos de este águila gigante, el llanto de un bebé parece no querer dejar lo que acaba de ocupar, no hace mucho, en esta Tierra.
Se escucha la voz del comandante.
- Señores pasajeros vamos a despegar. 





Todo tiembla, hay un  cierto temor a dejar la tierra, a salir de la cautividad, a dejarse atrás la que le ha tenido atado.
No es fácil alcanzar la plenitud que da el ser libre como es el aire, las águilas, la nubes, porque hasta las cosas más bellas se encuentran sujetas a un programa que les marca el ritmo diario de su caminar, el Sol, la Luna, hasta las olas del mar tienen marcado el sendero de su navegación. 




 Aunque dentro del pájaro volador nos sentimos águilas  gozando de libertad, pero es una libertad encarcelada, incluso el gigante metálico tiene marcada su ruta por una calzada adoquinada por nubes, viento y cielo.






Un monitor nos irá marcando los lugares por los que vamos pasando, allá abajo queda el Mare Nostrum, un Estrecho de Gibraltar que parece una pequeña maqueta, donde nuestra imaginación juega con los barquitos que la cruzan,  toda una costa de África, desde donde parece ascender el olor del té abrigado con la hierbabuena, y el sonido de los Shikat en la danza del vientre. 









Sobrevolamos la Isla de Lanzarote, una serie de nubecillas a modo de rebaños de vellón blanco la custodian, y nos parece poder alcanzar el límite de sus costas, un rico cruasán de jamón y queso,  acompañados con una coca cola y una mandarina es un alivio para el cuerpo, lo mismo que el paisaje lo es del espíritu.








El avión cambia el rumbo y gira en dirección a Tenerife que es nuestro destino. 








El comandante que regenta el vuelo, nos anuncia nuestra llegada y el aterrizaje, teniendo en cuenta todas las precauciones que le corresponden, para que la toma de tierra sea perfecta. Mientras tanto nuestra águila plateadas sus alas por el Sol que le deja caer los rayos, va descendiendo en un halago de suaves caricias, dejándose lisonjear por las algodonosas nubes que lo reciben refrescando su sudoroso cuerpo.
El Teide todo ufano como único rey, cubierto por una corona de nieve, como monarca soberano que es haciendo guardia perenne, se enorgullece de su altura acompañado por algún cúmulo vigilante, es el primer terrícola que nos saluda. 




                                       Las alas plateadas por los rayos del Sol

 El silencio vuelve de nuevo al grandioso estómago de nuestro navío volador, ha dejado de hacer la digestión se ha paralizado y solo se escucha el leve zumbido de los motores a propulsión. 








Por mi mente surgen preguntas en ese silencio en el que el tiempo apenas si cuenta, solo la inquietud punzante de una inesperada sorpresa. 


He volado como ave prisionera dentro del que tiene marcada su ruta diaria, así creemos diariamente que nos sentimos libres, cuando la liberación es el mayor de los árboles que crece para dar cobijo a nuestros desasosiegos e inquietudes, sin ataduras ni cadenas. 


                                               La liberación es el mayor de los árboles

 Es la flor que se abre a la aurora para perfumar a los que poseen fe en conseguir lo que en apariencia parece inalcanzable. 



La libertad es como un suspiro que relaja y tranquiliza cuando del pecho sale, es el gran suspiro de la vida. 


                                                        La libertad es el gran suspiro de la vida 

Son las alas que vuelan en plenitud, sin que nadie las detenga, pero sin trasgredir las marcha de los demás. 




 Es el espejo donde se refleja la luz más pura del tiempo, el viento capaz de arrasar la esclavitud,  el agua limpia de la lluvia que hace fructificar  el terreno baldío y estéril, es como el campo al que no se le pueden poner ni entradas ni salidas.  



Así divagaba mi mente cuando, el golpe de poner sus garras sobre el suelo nuestra ave voladora, me sacó de ese oscuro pensamiento en el que me debatía por conseguir aferrarme al ala, de eso que llamamos libertad.  

                                              Las alas de la libertad

Posarse en la pista de aterrizaje es lo mismo que sentir la sensación de un golpe brusco y seco sobre el cuerpo hecho asfalto, y un intento de frenada para retener al monstruo, que ha cabalgado a sus anchas por el espacio a velocidades endiabladas, hay que sujetarle cogiendo al caballo desbocado por las bridas para que se detenga. 
Un aplauso de los pasajeros, y algún bravo dirigido a la cabina de mandos, para exaltar la brillantez con la que hemos tomado tierra, habíamos aterrizado en el  aeropuerto de los Rodeos, Tenerife Norte y nos dirigiríamos a nuestro destino en el Puerto de la Cruz.





Un microbús nos llevaría desde el aeropuerto a nuestro hotel, llamado Hotel Catalonia las Vegas. El guía, Carmelo, etiquetado por Mundo Senior Plus, nos daba la bienvenida.


                                                    Carmelo nos da la bienvenida.

Durante el trayecto, el representante de Mundo Senior, nos iba informando sobre el lugar en el que nos encontramos, la isla mayor del archipiélago canario, dos mil cincuenta y siete kilómetros cuadrados de extensión.
 Sinfonía de violonchelo colocado en medio de Atlántico,vibrantes cuerdas que acompañan en el aire los cantos de los guanches.  


                                             Tenerife, el vilonchelo del Atlántico

 Lugares reconocidos por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad, ruta de los conquistadores, Valle de la Orotava. 


      Parque Nacional del Teide, La Ruta del Plátano. 


                                                 La Ruta del Plátano     La de los miradores más significativos, el pueblo de Marca caserío pintoresco, vuelta a la isla con paseo en camello, Isla de la Gomera Desconocida. 


                                         Isla de la Gomera    
 La Laguna, algún espectáculo como La Canaria de los cuatro elementos, fuero, tierra, aire y agua. 


                                         La Canaria de los cuatro elementos  
Incluso nos dejó caer un poco de propaganda con respecto a un administración de lotería el Gato Negro, y personas que en hotel no darán una información más concreta.



La visión panorámica, a modo de película pasada a gran velocidad, nos iba dejando el rastro continuado de una cinta en technicolor, donde se nos irían presentando un escenario con fondo celeste intenso del cielo,


pigmentado por manchas lanosas blanquesinas bañándose en el azul de un tranquilo mar, mientras las casitas desperdigadas cubriéndose con sombreros anaranjados, jugaban con la vegetación de esta zona norte de Tenerife. 


                                             Las casitas con sus sobreros anaranjados

 Matorrales, pinos, acebuches,


 crestas de gallo, palmeras, cardonales,


                                               Crestas de gallo
 sabinas, como un lienzo inmenso donde el pintor ha ido plasmando todo un paisaje, vestido de verdes, amarillos, ocres, violetas, con alguna pincela suelta de un pincel que caprichosamente ha dejado las primeras manchas de color  rojo, el  fruto de las sabinas, y del tajinaste rojo, 

                                              Tajinaste rojo 

                                                   Sabica
 con sus bolitas de árbol de Navidad esparcidas por el campo,


y como no, el representante de la isla el drago centinela vigilante con su copa redondeada brindando a los cuatro vientos por el éxito de nuestra estancia durante estos siete días.












El Hotel Catalonia las Vegas se yergue todo majestuoso sacando su largo perfil de doce pisos, como uno de los bellos gigantones codeándose entre otros, como jirafa de largo cuello en la Gran Avenida de Colón.



Ubicado en el corazón del Puerto de la Cruz a 15 minutos a pie de Castillo de San Felipe, Catalonia Las Vegas es un hotel con habitaciones de gran estilo. Este hotel excelente abrió sus puertas en 1962 y fue renovado en 2004. 



Está ubicado solo a 10 minutos a pie del centro del Puerto de la Cruz, cerca del Ayuntamiento del Puerto de la Cruz. La playa de piedra está a 150 metros del establecimiento. 

                                                          Castillo de San Felipe

Situado cerca de un parque zoológico, restaurantes y bares, este hotel también ofrece una terraza solárium, tumbonas y una piscina en el sitio. 





Después de pasar todos los requisitos correspondientes y adjudicarnos la habitación, un almuerzo frío nos esperaba en el espacioso comedor. 


                                         Momentos de la entrada al hotel

La primera impresión al asomarme a través del balcón de mi habitación, ante mis ojos apareció todo un Belén anticipado, con un cielo bebiéndose el añil del mar y admirado siempre por las palmeras del desierto cuando María, José y el Niño tuvieron que huir a Egipto porque Herodes lo buscaba, algún pastorcillo caminando, algún tenderete de recuerdos para llevarlos de regalo al recién nacido e incluso un coche para llegar lo más pronto posible. 





Había que salir pronto de nuestra nueva residencia e integrase como unos pastores más en este enorme Portal de Belén que es el Puerto de la Cruz.
Ya en los salones de la recepción se respira aire navideño, un árbol de Navidad ricamente adornado y las nuevas pastorcillas, junto a este pastor, mirando a ver cuál es la trayectoria a seguir para recorrer todo este grandioso Portal, que nos deparaba el Puerto de la Cruz. 

                                            Preparando el recorrido



La tarde va cayendo, los caminos polvorientos de Belén se han convertido en sendas apacibles para caminar, el cielo ha cambiado su azul por un anaranjado montado a caballo sobre las nubes, para trasladarse al sereno pozo del atardecer, antesala de la noche.
Nuestro Belén tiene su ermita donde los pastores rezan sus plegarias, y su campanita dentro del pequeño rincón de su hornacina, tintinea levemente para armonizar el crepúsculo vespertino, las plataneras con sus ropajes de amplias capas verdes, calcetines rojos y blancos en sus pies y extensa cola de cetrino verdemar, están esperando ofrecer sus frutos, al que todos esperamos que llegue, en esta Nochebuena. 
 




Suena en la lejanía una  sinfonía de mar, notas acuíferas envueltas en espumas blancas, merengues de nata de mar, que cantan villancicos al ritmo de las olas, que palmotean al estrechase con las oscuras rocas, que un día lanzara al aire el intrépido Teide. 


El anaranjado del atardecer cabalgando sobre las nubes


Son muchos los senderos por donde vienen los que se dirigen al estrado, por la ruta principal donde los pies de los pastores, formado por los portuenses, guiris y los recién llegados caminan extasiados.
Alguna escultura de las que se salen de lo normal, también hace acto de presencia porque para nuestro Belén todo tiene cabida, todo toma cuerpo y se engrandece, las balconadas de madera con sus balaustradas, absorben la mirada de las pastoras que caminan viviendo intensamente este espectáculo en el que se han introducido.





El representante genuino de la vegetación tinerfeña, se ha acicalado con la luz roja que lo cubre.


Suenan campanas, campanas que tocan a gloria, voces de bronce que parten de una úvula que insiste repetidamente con sus toques en las faldas de la esquila que la tiene en suspensión, nuestras pastoras se recrean en los sonidos que salen del campanario de la Iglesia, de Nuestra Señora de la Peña de Francia.  




Como hospedadores de un parque que se cubre de rojo y blanco, tapices enormes que alfombran el jardín, admiramos los pascuelos, adornos inmensos haciendo juegos coloreados, entre parterres, palmeras, agua que salta en la fuente, luminaria del pino artificial, volantes de gitana al pie de la arboleda.







Pastoras y pastor, en un Portal de Belén vivo y real como la propia luz del día, han hecho un alto en el camino para observar cómo los rojos, amarillos verdes cercados, enriquecen el lugar, puntillas de una blonda, encaje perfecto de bolillo al pie de las palmeras inclinando sus brazos sobre el lugar.


Nuestro Belén viviente, en el que somos plenos actores, nos proporciona toda clase de frutas, nos atrae, nos fascina y nos invita a participar del deleite de contemplarlas.


El pavimento resalta la perfección con la que están encajados los adoquines bajo las luminarias de estrellas que penden de las fachadas de las callejas que también ocupan su lugar. 


Dentro de este grandioso belén viviente hay otro de figuritas de silicona y terracota perfectamente policromadas, y allí los pastores de carne y hueso se embelesan contemplando el montaje.





Nos llama la atención una Virgen recién dado a luz a su Divino Hijo, como se coge de la mano de su esposo que con toda delicadeza sostiene al recién nacido. 


Las pastoras y el pastor de este belén improvisado todos eufóricos, por haber recorrido un portal que no se esperaban comienzan el regreso hacia su “guarida”, para alimentar lo que necesita estar bien preparado para los días que nos esperan; no obstante como va a ser normal, al final de  todo paseo diario, siempre un aperitivo antes de la diner que diría un francés, sería un buen aliciente para ir pasando página a esta primera noche. 







-¿Y qué vamos a cenar, señor escritor?  
Pues si te apetece aquí te dejo algo de lo que nuestros estómagos recibieron esta primera noche.
-¡Pero hombre no sea usted así!, con comentarlo es suficiente.
Una sopita para calentar el estómago y después un pupurrí entre carne, pescado y otras lindezas, y de postre, algo de fruta y helado. 




-Bueno,  ¿ya os iríais a la cama, después de un primer día tan ajetreado?
No, ahora vendría el gran espectáculo de la noche, en la sala de fiestas del hotel, un trío flamenco que cautivaría la atención de todos los que lo presenciamos. 
Finalmente el sueño reparador a todo un día de vivencias, nos proporcionaría la recuperación de energías para emprender una segunda jornada en la Isla de Tenerife,  Puerto de la Cruz.
                                    
                                   José Medina Villalba

























                        José Medina Villalba