martes, 28 de noviembre de 2017

FESTIVIDAD DE SAN ANDRÉS 2017


  
“Quiero vivir en Granada solamente por oír los sones de la Vela cuando me voy a dormir….”
Los sonidos de la Campana de la Vela tienen un algo especial, sobre todo cuando a altas hora de la madrugada se dejan sentir, al penetrar por cualquier rendija de una de las ventanas de tu habitación.
Pero hay muchas más cosas por las que cualquiera quisiera vivir en Granada, los amaneceres y puestas de sol desde cualquiera de sus miradores, sus monumentos, sus bellos  paisajes, por una luna llena, asomándose lentamente por la grandiosa Torre de Comares, en la Alhambra,  para dejarse caer sobre las aguas del Darro, y darse un baño antes de que el cielo se cubra de estrellas, y arroparse con la sábana blanca de Sierra Nevada.


Hoy, simplemente hoy, en una mañana de primavera otoñal quiero seguir viviendo en Granada por ver desde lejos, esa Torre vigía de la Vela, como proa de un inminente crucero, en cuya cubierta se encuentra la Alhambra entera, como un verdadero fortín de atalayas y torreones, terminando en  una blanca popa que finaliza  en el Generalice.


Por estar en la otra parte de este muelle donde ha atracado este enorme barco, que jamás partirá porque, ahí lo anclaron para la eternidad, como éste maravilloso Valle de Valparaiso, donde la Naturaleza se despachó dejando toda su esencia de encanto, y deleite para los sentidos en cualquier época del año.
¿Por qué le pondrían por nombre Valparaíso? Porque no había otro apelativo que escoger que reuniera las cualidades que imperan en él.

                                                        Vista del Valle desde el Cerro del Sol

El cerro del Sol a la diestra,  con su Parque de Invierno en el Llano de la Perdiz en todo lo alto, y su Camino del Avellano, besando los pies, con su famosa fuente que cantara Antonio Molina, y la llenara de Literatura Ángel Ganivet con su Cofradía, y a la siniestra el Cerro de San Miguel con la Muralla de D. Gonzalo, los sonidos que desprenden las cuerdas de las  guitarras y los cantes de las zambras gitanas, con sus repiques de palmas, la Abadía Sacromontana, para adentrase en la profundidad, del ruinoso monasterio de Jesús del Valle.

                                                        San Miguel y la Muralla de D. Gonzalo

Simplemente por ver este Valle, sin menoscabo ni desprecio de los demás lugares de esta ciudad, quiero vivir en Granada. Caminar por las veredas que lo circundan tanto en la parte que afecta a la ribera del Darro, por las llamadas "Silletas del Moro", es como ir flotando en un globo aerostático, en un  helicóptero, o con las alas de la imaginación.

                                                  Cortijillos aislados se divisan a lo lejos

Es sumergirse en un viaje de ensueño. La vereda es estrecha, la vas zigzagueando, sale y entra de la montaña, pero nunca perdiendo el inmenso panorama que se encuentra allá abajo, el rumor del agua del río, las montañas que limitan el valle, los cortijillos aislados como pequeñas casitas: Moronta, los viveros de Taboada, los cortijos del Latino, y del Teatino, alguna voz perdida en la profundidad del valle, que te llega desde lo más profundo de la angostura, del chico que guarda la cabra que mantiene a la familia, o del perro que ladra, son sonidos que arriban  con vaguedad, pero te animan a seguir caminando. 
Unos atrevidos ciclistas que caminan, y te obligan a dejarles paso, subiéndote en un pequeño montículo que limita con la Acequia Real de la Alhambra. 


Huele a mejorana a espliego, a lavandula langustifolia, un zumbido de abejas, a modo de ronca orquesta, liban intensamente el néctar, para llevarlo a las colmenas, formadas por  pequeños cajoncitos, se divisan en la otra parte del valle, como si fueran dados para jugar al parchís


Nos encontramos con la primera silleta, a modo de un banco de piedra que nos invita a sentarnos,  y a deleitarnos en la gigantesca mole de la Abadía del Sacromonte, la contemplamos a vista de pájaro como si fuera una enorme maqueta.
Seguimos caminando, después de una de las varias retorcidas curvas con las que la vereda ejercita su cuerpo como una gran bailarina,  comienzan en la lejanía a surgir las torres de las iglesias del Albayzín, San Luis, El Salvador, San Cristobal y la majestuosa que se viste de  blanco de San Nicolás, son momentos de una emoción indescriptible.
-¡Albayzín a la vista!
Serían las voces que surgirían del guía conductor de un grupo de senderistas que por primera vez se les ofreciera a la vista esta bella panorámica.

                                    En la lejanía las torres de las iglesias que en tiempos pasados fueron mezquita

Una nueva silleta nos invita a descansar y a recrearnos en el panorama. A nuestros pies la Sultana Alhambra nos rinde pleitesía, allá al fondo se vislumbra la Catedral con su majestuoso Cimborrio, la vega y la nieblina que viste de seda a las montañas de poniente, Almijara y Tejera. 


                                                      Antiguos Alumnos del Seminario de Maestros

En noviembre, los Antiguos Alumnos de las Escuelas del Ave María y del que fuera Seminario de Maestros  tienen una cita en el lugar que les dio unos ideales de vida, una formación y educación, que han sabido llevar como bandera durante toda su existencia, y que la han transmitido a sus herederos, como un patrimonio tan fundamental de formación, e imprescindible para hacer de la sociedad un rico emporio.

                                                      Antiguas alumnas de Casa Madre

Esta mañana, nada más penetrar por la entrada que da a la Cuesta del Chapiz, un espacio nuevo se abre, es como si en el teatro después de una primera escena, teniendo con bambalinas y telones de fondo  nuestro paseo por la Carrera del Darro, cambiáramos  todo el escenario y entráramos en otro distinto con otra ornamentación.

                                                    Entrada a la Cuesta del Chapiz

Diversidad de colores y riqueza en una paleta que cuelga de la arboleda del bosque, para llenarla, con una variedad  de tonalidades y pigmentaciones: amarillos, ocres, anaranjados, verdes…, para recreo de la vista, orquestación de agua en un río que allá abajo sigue su curso diario, solaz  del oído, que camina hacia el centro de la ciudad, su sonido de agua tiene mucho de los que esta mañana nos reunimos aquí,  bajo por un río que está lleno de mis recuerdos, la corriente de mis sueños, con toda una vida entera que la he vivido aquí.


Venimos a poner nuestros codos sobre el pretil, a navegar sobre este Darro de oro, y recordar lo que fuimos aquí, nuestros maestros, nuestros profesores y amigos, muchos ya idos, otros sin conocer su paradero, y unos pocos  esta mañana para convivir, y compartir nuestras alegrías y nuestras tristezas, nuestras añoranzas, nuestros juegos y divertimentos:  el salto de la muerte, el chichiriboy a los pies de tu cabeza voy, a galope, el trompo, las cajillas, la lima, el salto de la comba, la rayuela …, 


los juegos de los niñas y niñas de tiempos pasados, o el frío que hacía en las camarillas, en los rigurosos días de invierno, el plato imprescindible en el almuerzo, las ricas habichuelas  que aún en estos tiempos de comodidad, las echamos de menos, a nuestro amigo Paco “El habichuela”, apodo que se ganó a pulso, 


por las noches recreaba al resto de los compañeros que compartían dormitorio con un sonoro y oloroso concierto de aire flatulento que se esparcía por el dormitorio.
   Hoy festividad de San Andrés los Antiguos Alumnos de las Escuelas del Ave María en sus dos Asociaciones, cumplimos con nuestra cita.

                                                            Capilla de la Casa Madre

Una homilía plagada de datos en torno a la festividad de Santa María, dando fuerza a los Apóstoles  el día de Pentecostés, escondidos y llenos de miedo en el Cenáculo, y unas Bodas en Caná de Galilea, donde María ejerció su habilidad de madre para que Jesús comenzara a desempeñar su misión. 
No podían faltar las notas musicales del coro dirigido por Mari Francis, Gutiérrez Roldán, con buena armonía y canto, fue el aditamento que le diera una mayor solemnidad a la función religiosa.

                                                       Coro de Mari Francis Gutiérrez Roldán

Un vino símbolo de la alegría, representado en este otro de la Eucaristía, que no nos falte para que nos sintamos amados y protegidos por Jesús, para que sigamos siendo creyentes y testigos de Cristo.



Un recuerdo emotivo a todos los socios  y compañeras de socios que han fallecido este año, con toda seguridad  D. Andrés desde el Cielo se estará alegrando de este día de convivencia, y cómo sus Escuelas siguen funcionando después de ciento veintisiete años, desde que él las fundara.





Con el himno de nuestras Escuelas, con la fuerza y el vigor que lleva impreso en la letra, cantada con energía por los asistentes finalizaría el acto religioso, para dar paso a las tertulias, en pequeños corrillos, por afinidades de épocas, para después continuar, la marcha lenta y pausada, saboreando el deleite del aire fresco del mediodía, la diversidad de tonalidades que imperan en el bosque, bajo un cielo plomizo,  que le daba cierto encanto.



La ardilla un poco despistada se nos cruza en el camino, y deshaciendo una larga  senda, hasta llegar a la otra parte del Colegio, cruzar la Cuesta del Chapiz, adquirir la entrada necesaria para el almuerzo y seguir disfrutando de una mañana volcada en su hermano el mediodía para esperar que las manecillas del reloj se situaran en las dos y media para deleitarnos en la comida de hermandad.

                                                     Tapeo y convivencia al mismo tiempo

Unas patatitas, unas aceitunas y frutos secos,  junto a unas cervezas, mezclados con los paseos en el patio, las conversaciones animadas bajo un cielo preñado de nubes, y un sol que intentaba descorrer las cortinas para asomarse, saludarnos y hacernos compañía, se agregarían a la espera, para entrar al comedor.

                                                      La espera es mejor hacerla sentados que de pie

Unos entremeses, dieron paso a un arroz con pollo, un bacalao con tomate, fruta, dulces, navideños, café y copa, dieron el cerrojazo a este extraordinario día de convivencia.



Domingo día 26. Los antiguos alumnos de Casa Madre, familiares y amigos también celebran su festividad de San Andrés, muy similar a la del sábado.


Dentro del mismo paraíso, dos asociaciones de antiguos alumnos, los de Bachillerato y Escuela de Magisterio, cumplimentaron sábado y domingo a San Andrés,  y con él a nuestro fundador. 
  El domingo correspondió a los que hicieron la Primera Enseñanza, cuando aún no se daban Certificados de Escolaridad, ni Graduados Escolares, ni se hacían viajes de estudios, ni tantas “monsergas”,  como imperan en estos tiempos, sin tantos libros como se exigen ahora, se partía del Colegio con una gran preparación, habiendo  recibido una gran formación educativa en valores para salir a ocupar dignamente un puesto en la sociedad.

                                            Pepe Rodríguez Franco, controla los ingresos de tesorería

Me veo obligado a hacer el comentario correspondiente a estas dos asociaciones porque a ambas pertenezco.
Una enorme alfombra de color amarillo cubre el suelo de entrada al Colegio, son lágrimas de los árboles que lloran al tener que irse desnudando lentamente, para dejar los huesos de sus cuerpos expuestos al aire a expensas del gélido vientecillo  del valle, a la lluvia que lavará, día tras día, sus ateridos cuerpos, y al aire que intentará doblegar sus congelados tallos de madera.

                                                   Una alfombra de color amarillo cubre el suelo

Porque aunque no nos lo creamos, los vetustos y envejecidos árboles de nuestra vegetación, los que lo han dado todo durante su largo y estático caminar, nos han dado sombras para que nos guarezcamos del calor sofocante del verano, han prestados sus ramas para que aniden las aves del bosque, nos han dado sus frutos, para que nos alimentemos, han embellecido el paisaje con la variedad de vestidos con que se cubren en cada época del año, sin pedirnos nada a cambio, ¿por qué no darles una mirada de gratitud, y no mostrarnos indiferentes?


Pero bueno, estarás diciendo, querido lector y eso de mirada de gratitud, ¿cómo se hace?
Es fácil querido amigo, mimándolos, dándoles el alimento que necesitan, agua, abono, poda suficiente a su debido tiempo, y sobre todo no maltratarlos hiriéndolos, cortándolos,  salvo cuando esté justificado,  para llevarlos  a convertirlos en ceniza.

                                                 Panorámica del Valparaiso desde el Colegio

Nuestro Colegio es rico en vegetación: almeces, granados, álamos, azofaifos chumberas, palmeras, toda variedad de plantas de jardín salidas del vivero, escuela de formación de futuros floricultores, constituyen la decoración más noble con la que se puede adornar un centro educativo donde se respira aire puro, rumor orquestal de agua de un río, único Colegio que deja lavar sus cuerpo por las aguas cristalinas de un arroyo que se enseñorea porque tiene oro en sus entrañas.  

                                                       José Medina Villalba

Llevar muchos años como  educador en este Centro, te convierte en el punto de mira de muchos alumnos que pasaron por aquí, niños convertidos en hombres, los que cambiaron su aspecto físico en gran medida y que no reconoces, salvo que ellos te llamen la atención.
Se siente un gran regocijo cuando en algún lugar, alguien te llama por tu nombre y te invoca a que lo recuerdes, para ellos es fácil reconocerte, porque te conocieron cuando tu aspecto poco o nada iba a cambiar, pero tú a ellos suele ser más difícil, salvo cuando te dicen el nombre y su aspecto se cambia por aquel chico que se portaba correctamente, o aquel otro que hacía las diabluras propias de todos los niños de su tiempo.


-D. José. Es la voz de alguien que se me acerca.
 Es el primer saludo que he recibido esta mañana, de un señor que paseaba tranquilamente por el paseo central. 
-¿No se acuerda usted de mí? 
La respuesta no es fácil darla rápidamente, porque si dices rotundamente  que no, puede ser frustrante para el que la recibe, te quedas pensativo como intentando hacer un esfuerzo por recordar, él te mira con cierta desazón esperando una contestación que le satisfaga. Viendo que no, intenta ayudarte.
-Yo soy el chico que sólo comía diariamente patatas y huevos fritos.


-¡Ah!, sí, ya recuerdo. 
Me lo decía tu madre, incluso hace unos años tuve un encuentro con ella, le pregunté,  cuántos nietos tenía por tu parte, no pude salir de mi asombro cuando me contestó que seguías con el mismo régimen.
-Pues sí, sigo comiendo solo huevos y patatas fritas.
-Tú eres Ortiz.
-El mismo. Me respondió.

                                             Antiguos alumnos de Casa Madre en la Capilla del Colegio

El  acto religioso, tuvo como eje central por parte del predicador, aquella frase de Jesús: “Venid benditos de mi Padre a disfrutad del Reino que se os tiene preparado”. Pues, que este Reino sea  un Reino de Paz, Justicia, Santidad y de amor, haciéndose realidad en este mundo.


Los Manises, las patatas frita, las aceitunas y pepinillos en vinagre, animados por la conversación de los asistentes, van abriendo boca bajo las “latas” del cobertizo de D. Enrique Amaya, para después dar paso a la comida de hermandad.
 Esta mañana ha ocurrido algo extraordinario, alguien venido de Córdoba, pregunta sobre cómo va el Proceso de Beatificación de D. Andrés Manjón, los allí concentrados, la remiten a mí  para que le informe. 
 Se presenta con el nombre de Esmeralda Pérez Peralta, abogada, directora de Constellation Rugby, le doy toda información que hay con respecto a este asunto, que prácticamente está finalizado sólo pendiente de un milagro.



       Ella dice que el milagro existe, y que ha hablado con la persona que aún vive.
La he puesto en contacto con el Patronato de la Institución, con el deseo de que el proceso se ponga en marcha. 
La floresta del bosque no puede ser más extraordinaria, el variado colorido del bosque impregna nuestras pupilas, y no te puedes resistir a robarle la belleza que descaradamente te está ofreciendo, incluso con algunas hojas que se desprenden lentamente y vienen a posarse en tu cabeza trayéndote a tus oídos un mensaje, ¡llévame!

                                                   Variopinto colorido del bosque del Colegio

Nuestro móvil,  con una gran capacidad de resolución, va encerrando en el interior de su carrete, todo lo que le sale al paso, hasta una ardilla que cruza de rama en rama, y te mira descaradamente.


Así paso tras paso, en dirección al lugar donde nuestros estómagos se van a ver repletos, con el espléndido menú que nos espera en el Comedor del internado.


Paco Tarifa, amigo de la infancia y compañero de clase en el Colegio ha sido mi acompañante durante todo el trayecto hasta el lugar de las viandas, allí hemos abierto el libro de nuestras vidas y hojeando las páginas  le hemos ido dando un repaso.

                                                       Mario Tarifa campeón nacional de sky de fondo

La familia de los Tarifas, muy conocida en el barrio del bajo Albayzín, dedicados a la encuadernación y a la venta de libros de segunda mano, dieron ejemplo de trabajadores y deportistas, ciclismo y esquís de alta competición, eran unos de los blasones de su escudo nobiliario.


La tarde se fue yendo, una luna espléndida salió a despedir un sol que se acunaba detrás de poniente, mientras en una Carrera del Darro seguía el bullicio de los que se quieren llevar el embrujo y el encanto que se percibe por este rincón de la ciudad, 

                                                             Carrera del Darro, la calle más visitada 

y los tacones de la gitana acompañando los sones de la guitarra, daban el cerrojazo a dos maravillosas jornadas dedicadas a conmemorar a nuestro Santo y Sabio Fundador. 



                                                Hasta el próximo año, si Dios quiere.
                                                           José Medina Villalba.

REPORTAJE DE FOTOGRAFÍAS DE ANTIGUOS ALUMNOS DEL  SEMINARIO DE MAESTROS.














  


  

  







   



  
   

  

   


  

  



  


  


  
  




  

  


  

  




  











  





             REPORTAJE FOTOGRÁFICO DE ANTIGUOS ALUMNOS DE CASA MADRE