martes, 21 de mayo de 2019

POLONIA. Segundo día.



                                                   Varsovia.

         Dispuestos a entrar en las entrañas de la capital polaca, el Duende Albayzinero, con su inseparable cachimba, merodeaba por los alrededores del que nos había dado cobijo aquella noche en la espera  de partir en este segundo día, por este país al que habíamos llegado con los ánimos de explorar todo lo que dieran de si estos siete días. 

                                                      El Duende del Albayzín

El cielo con tintes grises pero sin ánimos momentáneamente de dejar su llanto sobre nuestros cuerpos, el autobús inconfundible, por su color celeste con el nombre de Revert Especial,  (lo digo por si alguien en algún momento se despistase) esperaba la llegada del grupo para comenzar nuestro recorrido mañanero, y este reportero mochilero,  dispuesto a captar todos los momentos que fueran surgiendo. 

                                                         El reportero

Acoplados, cada cual, en sus  respectivos asientos, lo que en cierto modo evita ría problemas diarios, aunque no todos estén conformes con el sitio asignado por sorteo, Eduardo, nuestro guía, hace la presentación de Ibona la guía local que nos acompañará en la visita a Varsovia, dando algunas instrucciones de cómo utilizar la radio que nos va a acompañar diariamente.


                                                     Ibona, nuestra guía

     “Yin dobre”, frase a utilizar en cualquier momento,  comodín que sirve para infinidad de situaciones, es la señal con la que nos da la  bienvenida.
Mientras la voz de Ibona da un avance de Varsovia, van pasando, a modo de film cinematográfico, una serie de escenas con las que nos vamos  impregnando de la ciudad,  

verdor en los diversos parques que los hay en abundancia, 



 edificios con raigambre arquitectónica de siglos pasados, elegantes  fachadas clásicas, donde los ventanales acristalados son infinidad de ojos al exterior, que absorben la luminosidad, cariátides sujetando bellas balconadas de cerrajería artística, y siempre el pincel de la arboleda que acompaña las calles, y los collares de setos que rodean las diversas construcciones con abolengo del sabor que le han dejado los tiempos. 


                                          El verde será la pincelada que nos encontraremos continuamente
Ibona nos informa de la trayectoria de Varsovia a través de los siglos, desde el XIV con el traslado de la capital y parlamento de Cracovia a Varsovia, el castillo se convierte en el Castillo Real, los reyes tienen aparte del castillo otras residencias.

                                                         El Castillo Real
Ibona recarga las tintas en la abundancia  del color verde intenso que se impone por todas partes haciendo alusión a la abundancia de parques que corresponde al treinta por ciento de la superficie de Varsovia.
Llegamos al Camino Real y nos vamos dejando a un lado la Iglesia de San  Alejandro y una serie de edificios, con buen empaque del pasado,   ya que este barrio fue el que mejor se conservó durante  la Segunda Guerra Mundial. 


                                               Iglesia de San Alejandro
la Casa de los Gigantes, 





 la casa construida con ladrillo rojo, la Embajada Lituana, Bulgaria, Estados Unidos,  
                                             Embajada de los Estados Unidos

con un estilo que no guarda relación con las edificaciones del siglo XIX.
El enorme Parque Lazienki, uno de los más grandes de Varsovia, 


deja nuestra retina impregnada, simplemente con observar la piel verde que presenta al exterior, nuestro desmoronamiento emocional llegaría después cuando penetrásemos en su interior.








Colocados nuestros novedosos aparatos de radio y pinganillos en sus sitios respectivos, seguiremos como buenos polluelos persiguiendo a nuestra madre guía, para ir alimentándonos de toda la información que nos va a ir suministrando.


Sobre un enorme pódium nos vamos a encontrar al militar, al que en gran medida se le debe la independencia de Polonia en el año 1918 después de 123 de división.




                                                   General Jozef Pilsudski

Los reyes polacos compraron terrenos en este inmenso parque y construyeron sus palacetes para pasar temporadas, sobre todo en el verano.





Siguiendo los pasos de Ibana, que corre que se las pela, nos dirigimos a la entrada de este inmenso parque de Lazzienki y en la trayectoria podemos observar una serie de fotografías relacionadas con el recorrido histórico de la vida de esta nación, donde el descalabro continuo de la guerra han marcado ámpliamente su existencia.







Un enorme escenario se nos presenta a la vista, un gran auditorio en plena Naturaleza donde un sensacional  anfiteatro nos esperaba para, por arte de magia, poder escuchar el sonido de las teclas de un piano, impulsadas magistralmente por unos de los genios más grandes que ha dado  la música, Chopin. 

                                                     Frédéric Chopin



¿Te apetecería escuchar un concierto de piano con música de Chopin durante tu visita de Varsovia, en Polonia? 







Pues, en el parque Real de Lazienki puedes escuchar gratis un concierto de Chopin todos los domingos desde mayo hasta agosto, tal como hacen los varsovianos durante el verano. 
-Muy bien señor cronista, pero estamos de paso y no es domingo.
- No te preocupes porque lo vas a escuchar.



 Federico Chopin está considerado como el varsoviano más famoso. Sobre todo durante la primera parte de su vida estuvo muy ligado a la capital polaca, donde nació, estudió música y dio sus primeros conciertos. 



Allí también pudimos ver el Monumento a Federico Chopin que fue inaugurado en 1926 y se ha convertido en uno de los símbolos de la ciudad de Varsovia. 



      Y es precisamente a los pies de este monumento cuando cada domingo durante la primavera y el verano, al aire libre se celebran los conciertos de Chopin.  



Si vas a las 12 de la mañana o a las 4 de la tarde, comprobarás el sin duda carácter simbólico de estos conciertos que concentran a cientos de varsovianos y que es una cita ineludible para los turistas. 



Nosotros no tuvimos esa oportunidad pero indudablemente fue sensacional contemplar aquel escenario y el banco transformado en piano donde pulsando uno cualquiera de los botones, podías escuchar una polonesa, un nocturno, o un preludio. 













Este jardín y conjunto palaciego situado cerca del centro de la ciudad se remonta a la segunda mitad del siglo XVII, si bien la mayoría de los edificios se construyeron  en los siglos XVIII y XIX. 



Hasta la década de los 20 del siglo XIX el parque se encontraba cerrado a los habitantes de Varsovia.
En la actualidad, los diversos palacios del parque Real Lazienki son utilizados por distintas instituciones culturales, y son sede de exposiciones y conciertos. 




Mientras caminamos por el inmenso bosque nuestra guía nos va informando sobre la estructura del bosque y los distintos tipos de  arboleda y vegetación que allí se encuentra. 













En el caminar solo se escuchaba la sonoridad de los pasos que van marcando el ritmo que impone la marcha, el suave vientecillo, el canturreo de las aves que por allí anidan, el comentario de nuestra guía sobre la vida de los reyes en estos parajes, las fiestas con sus amigos, sus amantes, la diversidad de estanques, flora, fauna y diversos palacios, mientras mi mente divaga y piensa abstrayéndose del momento, pensar en infinidad de cuentos que se han escrito donde los protagonistas han desarrollado sus acciones en bosques imaginarios. 






















Quizás nos podamos encontrar al lobo hablando con Caperucita, o a Hansel y Gretel  perdidos en el bosque, y se nos puedan unir al grupo para huir de la bruja que los quiere capturar, a los enanitos de Blancanieves que vienen cantando, ay ho!!, ay ho!!, ay ho, a casa a descansar, Pulgarcito huyendo del ogro…. 




-Oiga señor escritor esto no es serio, siga contado la realidad de esa mañana caminando por el parque de Lazienki y viendo esos vídeos, disfrutando de una jornada matinal de ensueño, contemplando palacetes, fuentes, esculturas, lagos, árboles de todo tipo, aves, que nos acompañan con sus trinos, y  aunque no se oiga bien lo que dice la guía sin embargo vamos disfrutando del caminar por ese inmenso parque y al mismo tiempo nos enteramos por los comentarios que usted nos hace.  








De acuerdo estimado lector seguimos la marcha y el ritmo que nos impone la mañana, recreándonos en el colorido de las flores que asoman sus cabecitas impregnadas de variopintos colores.





En el trayecto nos encontraríamos con diversidad de esculturas, la representación de las cuatro estaciones del año, los puentes que unen con el anfiteatro donde se celebran representaciones y conciertos, y de nuevo la vida relajada de los reyes que pasaban parte de su tiempo disfrutando de estos lugares.  















Al recrear la vista en los jardines, el alma granadina se despierta para recordar los nuestros de la Alhambra y el Generalife.



Las cámaras, los móviles y todo artilugio capaz de captar para llevarse encerrado dentro de su vientre todo lo que a modo de una enorme tarta hecha con agua y color, desayunan espléndidamente. 










Con los pulmones llenos de oxígeno puro, el ánimo cargado de emociones visuales y el cuerpo fortalecido después de este paseo mañanero, tomamos de nuevo nuestro voluminoso celeste claro, nuestro hábitat cotidiano para continuar nuestra visita en esta impresionante ciudad de Varsovia. 




De nuevo los edificios y avenidas penetran por las cristaleras y algo sorprendente se nos presenta a la vista, ¡quién lo diría!, ¿una planta cuyo habitáculo es la zona desértica puede desarrollarse en un lugar donde la tónica diaria es la lluvia?
-¡Increible! 



 En pleno centro de la ciudad de Varsovia, ciudad del Norte de Europa, fría y donde la mayor parte del invierno la nieve cubre sus calles... hay una palmera!! 
-Si, aunque parezca extraño, existe!
La palmera se erigió el 12 de diciembre de 2002 por obra de Joanna Rajkowska dentro del proyecto “Saludos desde la Avenida de Jerusalén”.



        El proyecto trataba además de realzar la importancia de la historia de esta calle, la Avenida de Jerusalén, y el vacío causado por  ausencia de la comunidad judía. Se suponía que iba a ser también un experimento social, comprobar si la sociedad polaca está lista 
para absorber un artículo tan culturalmente extraño y parece que ha sido muy bien aceptada! 





Desde el autocar y haciendo un recorrido por la ciudad, fuimos contemplando la grandeza de una urbe que se mueve en un escenario donde los actores principales son la enorme vegetación, un hermanamiento entre edificios del XIX, la modernidad, un bullicio de tráfico ordenado, mientras la voz de la guía se dejaba sentir, comentando el nombre de los edificios más importantes, Centro de Arte Moderno, 


 diferentes embajadas, 

 el Parlamento Polaco, 

 un monumento dedicado a la resistencia polaca representado con una enorme ancla.


Referencias al día de la Constitución el tres de mayo, la primera Constitución Europea, Camino Real. 


 Plaza de las Tres Cruces:
 El edificio más  odiado por el pueblo polaco, la Cede del Partido Comunista, 

el monumento al General Charles de Gaulle 



 y una carcajadas de risas sorpresivas, dentro del autocar al comentario sobre la palmera de plástico. La Plaza de las Columnas donde Juan Pablo II celebró  misa en su primera visita a Polonia. 


                                                   Plaza de las Tres Cruces  El Teatro de la Ópera. 


                                                      Teatro de la Ópera  El antiguo Ayuntamiento convertido hoy en un banco.






















Varsovia ha sufrido los horrores de la guerra, de la invasión alemana, y la deportación de miles de personas del gueto judío  a los campos de exterminio de  Treblinka una fábrica que crear cadáveres. Quedó totalmente destruida pero en la actualidad el pueblo ha vuelto a la normalidad y a la reconstrucción de todos los edificios destruidos.


                                                  Los desastres de la guerra

Nos dirigimos a la ciudad vieja en el trayecto, Ibona seguirá describiendo los horrores que los polacos sufrieron tanto por la parte alemana como después por la soviética, y el monumento dedicado a estos crímenes representado en un vagón lleno de cruces. 





          Nos encontraríamos con el museo dedicado a la historia de los judíos en Polonia, el levantamiento heroico del año cuarenta y tres y la aniquilación total del pueblo judío.
Otro monumento nos traería a la memoria los desmanes que aquí se cometieron y los horrores de la guerra, pero Varsovia es un ciudad sumamente interesante y la riqueza monumental y desarrollo nos invita a seguir disfrutando de sus valores, porque como muy bien dice Ibona, estos grupos escultóricos solo sirven para recordarnos que estos horrores nunca jamás se han de repetir.



















Cuando escribo estos párrafos dedicados a estos lugares, donde el terror como un huracán fantasmagórico barrió de la forma más terrible a los seres  humanos, se me turban las ideas, mi pensamiento debilitado no encuentra formas de rehacerse, y a mi mente fluyen muchos momentos de mi vida, en los que ha imperado el dolor tanto físico como afectivo, los agobios de determinadas situaciones, que son minúsculas partículas de tortura comparadas con los terribles horrores de dolor y tristeza que tuvieron que pasar aquellos seres que vilmente fueron sacrificados.
Mi mente se pierde en la lejanía de estos caminos trasnochados de mi infancia, aguas turbias que rasgaron la intimidad de mis sentimientos. 



Mi mano temblorosa no quería perderse entre la muchedumbre cogida fuertemente de la mano de mi progenitor, los atardeceres desde el Realejo, cuando los tintes apagados de un Sol que se acuesta dejando la huella tornasolada en un cielo que intenta atraparlo, dejando un vacío de soledad. 


                                                     Atardecer en el Realejo

Aquellos momentos  frustrados del amigo que nos traiciona, del compañero que se marcha para tomar el camino de la eternidad, ante una dura enfermedad en la que no puedes hacer nada por darle vida.



 La madre que sufre las inclemencias duras del hijo descarriado, o de una grave dolencia, la  que se fue dejando un vacío en el alma de soledad. 



Los amores intensos vividos y de la mañana a la noche desaparecen ....,



cuanto dolor en el alma, se revive en estos instantes, del pasado y del presente, pequeñas gotas de aflicción y tortura en mis sentimientos, todas juntas se pierden en el inmenso mar del inexplicable suplicio que sufrieron aquellas millares de personas, hombres, mujeres y niños, que nunca supieron qué mal habían hecho para que padecieran los horribles y tremendos dolores a que fueron sometidos antes de morir.   

Más, dejemos estas graves situaciones que ya pasaron, testimonios a tener siempre presentes para que no se repitan jamás, los humanos hemos venido a vivir y a dejar vivir, buscando lo mejor que se pueda la felicidad, el mal siempre tendrá un espacio que intentamos evadir. 



Un breve descanso mientras se hace un intercambio de moneda, 



 nos permite cierto acontecimiento anecdótico, al colocar las posaderas en una barra algo inestable, dando origen a un pequeño conato entre amigos que luego terminaría en un simple repliegue de disculpas y tan amigos como siempre.
“Maldita barra”,  por no aguantar el peso, piensan algunos, la  que nos podía haber originado.









Dirigimos nuestros pasos hacia la Vieja Ciudad. 



Penetramos, a través de la doble muralla roja, por la Barbacana en la vieja ciudad que sufrió los desastres de la guerra y que ha sido reconstruida totalmente. 




Obviamente, en menos de un día no se puede conocer una ciudad ni de broma, y menos la que es la más grande de Polonia, por eso tuvimos que centrarnos en el que es su principal atractivo, su Casco Antiguo, y la primera curiosidad  es que eso de "antiguo" le queda algo grande ya que su centro histórico apenas tiene 64 años....el motivo de esto es porque el original fue completamente arrasado por los alemanes durante la Segunda Guerra Mundial. 














   A pesar de eso, la reconstrucción que realizó el pueblo polaco fue tan impresionante que en 1980 todo el conjunto fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco al considerarlo "un ejemplo único de reconstrucción del patrimonio arquitectónico histórico de los siglos XIII al XX". 





 Por ello, cuando paseamos  por sus calles y tengamos la sensación de estar en un decorado de un parque Disney, no deben olvidar que lo que están viendo es el fruto del titánico esfuerzo de un pueblo que no sólo sufrió lo peor de la peor guerra de la humanidad, sino que además, una vez terminado el conflicto bélico fueron fritos a impuestos para lograr el renacer de una ciudad que ya nunca volvería a ser la misma.






                                                     Casa de Marie Curie

Continuamos la visita por la Plaza del Castillo para conocer a un personaje clave en la historia no sólo de Varsovia, sino de todo el país, el rey Segismundo III


Qué mejor lugar para continuar nuestra visita en Varsovia  a los pies de la columna del rey Segismundo III Vasa  pero ¿por qué? Podríamos intentar resumir la biografía de este rey, que en principio es sueco, pero que acaba reinando en la Confederación Polaco – Lituana y luego perdiendo la corona sueca… pero nos alargaríamos muchísimo. Así que simplemente me tendréis que creer cuando os diga que, aunque como rey fue bastante flojillo, los varsovianos lo adoran por un solo motivo: fue el que trasladó la capital desde Cracovia hasta Varsovia. Los motivos de este traslado fueron varios e incluyen desde que se quemó el Castillo de Wawel a que Cracovia quedaba un poco a desmano de Lituania. 



         Sea como sea, a este señor le debemos que Varsovia sea capital e, incluso, que siga existiendo hoy en día; por no hablar del enfrentamiento a muerte que inició entre cracovianos y varsovianos. 



Al entrar en la plaza de la Sirena, el espíritu se ensancha, el cuerpo se engrandece, la vista se satura de un espectro poco común edificaciones que impactan, bullicio de gente, cámaras que desean llevarse todo en un momento, vídeos que graban, sonidos de organillero y de acordeón acariciado  suavemente por los dedos de un jovencito, nos trasladan a un lugar de ensueño donde quisiéramos permanecer eternamente.



Pasemos ahora a relatar la leyenda, en la que, por cierto, se emparenta a esta sirena con, nada más y nada menos, que la sirena de Copenhague. Cuenta la leyenda que ambas sirenas eran hermanas y que, mientras una decidió quedarse en Dinamarca, la otra siguió su camino hacía el Mar Báltico, nadó río arriba el Vístula y decidió quedarse a vivir en Varsovia. Los pescadores de la zona pronto le cogieron cariño y, cuando un comerciante intentó capturarla para ganar dinero a su costa, el hijo de un pescador fue en su rescate. Como recompensa por haberla salvado, la sirena prometió que siempre defendería la ciudad y es por eso que se la representa armada y en actitud de batalla.





Caminamos hacia el castillo y nos detenemos un momento en la Iglesia de San Juan donde estuvo la antigua catedral.













Pronto llegamos a la plaza Zamcowy, donde se encuentra el gran edificio rojizo del Castillo Real de Varsovia. 



















Originario del siglo XV, se convirtió en residencia real cuando el rey de Polonia y su corte se trasladaron desde Cracovia a Varsovia, a mediados del siglo XVII. 



En la actualidad es un museo donde puedes ver obras destacadas de Rembrandt y del citado Canaletto.
Por fin, después de un largo paseo disfrutando de una mañana entre monumentos, leyendas, atención desmesurada a todas las explicaciones de nuestra Ibona, risas y conversaciones entre amigos que se van quedando atrás, nos encontramos dispuestos a penetrar en el Castillo, y disfrutar de sus lujosos salones, mobiliario, decorados, y toda una serie de objetos que pueden revalidar y competir con los mejores palacios del mundo a nivel de los siglos correspondientes. 





Previamente tuvimos que despojarnos del agobio que nos imponía la ropa ya que la temperatura sube en cantidad, y alguno estuvo a punto, y me refiero a este cronista, de que la vigilancia estricta no le permitiera pasar al interior, al llevar sobre las espaldas un macuto.

















(Aunque como preliminar hemos puestos algún vídeo y algunas fotos de la visita al Castillo, las vamos a completar con una serie, realizada en vivo.
































En este Castillo Real se pueden visitar el Apartamento del Rey, Apartamento del Príncipe Stanislaw Poniatowski, el Gran Apartamento, Antigua Cámara de Diputados, habitaciones del Príncipe Matejko, el Palacio del Techo de Cobre, los Apartamentos del Príncipe Joseph Poniatowski, las Arcadas Kubicki, la Biblioteca Real y los Jardines.






El Castillo Real tiene además un gran número de Alfombras Orientales, la Colección Lanckoronski, el Gabinete de Numismática y una exhibición especial sobre la destrucción y reconstrucción del Castillo. 










El Castillo Real de Varsovia es un palacio de estilo barroco/neoclásico que se ubica en la zona vieja de Varsovia . Hasta 1795 fue la residencia oficial del rey polaco, fecha en la cual desapareció la Mancomunidad. 












Actualmente es la sede de la Fundación Polaca de Historia y Cultural que ha ido reestructurando y acondicionando parte del castillo como un museo. 









La historia del Castillo de la histórica ciudad de Varsovia Real comienza en el siglo XIV, donde se fundó la Torre de la Unión (hoy torre Grodzka). Se expandió en los siglos XVI y XVII. Bajo el reinado de Segismundo III, pasó a convertirse en residencia real y adquirió la forma que hoy podemos ver. 



Además llegó a ser la sede del Parlamento y centro cultural del país. A mediados del siglo XVII fue destruido en las guerras con Suecia, pero pasó a recuperar su antiguo esplendor en el reinado de la dinastía Wettin. 




En septiembre de 1939, el castillo lo bombardearon las tropas nazis, lo poco que quedó en pie terminó por ser arrasado en 1.944 después del Levantamiento de Varsovia. Entre 1.971 y 1.980 fue reconstruido y los salones interiores se abrieron al público en 1.984. 










En este Castillo Real se pueden visitar el Apartamento del Rey, Apartamento del Príncipe Stanislaw Poniatowski, el Gran Apartamento, Antigua Cámara de Diputados, habitaciones del Príncipe Matejko, el Palacio del Techo de Cobre, los Apartamentos del Príncipe Joseph Poniatowski, las Arcadas Kubicki, la Biblioteca Real y los Jardines. 




El Castillo Real tiene además un gran número de Alfombras Orientales, la Colección Lanckoronski, el Gabinete de Numismática y una exhibición especial sobre la destrucción y reconstrucción del Castillo.  











El palacio está construido en una mezcla de estilos neoclásico y barroco, la fachada que más impresiona es la que da a la Plaza del Castillo real de Varsovia, la cual mide cerca de 90 metros y se la reconoce por el color rojo de los ladrillos. 







Una de las estancias más destacables del interior es el Gran Salón de la Asamblea, un recinto de gran pomposidad en el cuál los reyes de Polonia acostumbraban a tener celebraciones, bailes y conciertos.







Después del largo recorrido por este Castillo, deleitándonos en la grandiosidad de las obras artísticas de todo tipo que allí existen, continuamos nuestro caminar reflexionando no solo lo que hemos podido contemplar, sino en la grandiosidad de un pueblo que habiendo sido destruido supo surgir de las cenizas, como el Ave Fenix y reconstruir un pasado demostrando su fiereza y lealtad a un patrimonio que es la viva representación del pudor y el coraje de todo un pueblo polaco. 















Ha sido una mañana bastante agitada, contemplativa y de enriquecimiento, de alimento espiritual, ahora nos queda caminar en dirección al lugar donde nos espera el autobús, que nos ha de llevar  a recomponer fuerzas a través del alimento corporal, durante el camino seguiremos observando el movimiento de una ciudad que está completamente viva. 



Durante el trayecto hacia el restaurante Eduardo nos va informando de la visita al Palacio Real esta tarde,  del poco tiempo de descanso que vamos a tener después de la comida, porque tenemos el tiempo muy ajustado, y cómo invertir el espacio libre hasta la hora de la cena. 









Llegamos al restaurante, las plantas con su colorido y belleza siguen nuestros pasos.














El local muy acogedor, pero la comida como siempre, la patata hasta en la sopa, querido lector, te dejo el menú por si te apetece tomarte una cucharaditas. 






Hubo algo más interesante, otro menú extraordinario  que comenzó con el cambio de impresiones de lo vivido esta mañana y terminó con el aumento de una amistad que por horas se iba intensificando entre los que formábamos el grupo. 













Con los estómagos saciados y la amistad en alza, a la salida del restaurante se reciben las informaciones oportunas por nuestro jefe de expedición, el señor Rafael Reche, con el ánimo de que todo continúe tal como va, dando nuestros primeros pasos formando una piña.
  Deshaciendo el camino nos dirigirnos en busca de nuestros inseparable amigo de color celeste, con pies calzados de yantas
.











Durante el trayecto Eduardo, el guía de interioridades, nos informará cómo vamos a realizar la visita al Palacio Real, y descubre algo sobre su personalidad y trabajo que realiza.



Nuestros ojos se llenan ante la grandeza y magnificencia de lo que a primera vista se nos presenta.
Un cancel majestuoso se nos abre para entrar en un amplio campo de césped, donde el verdor forma un intenso tapiz, alfombra regia que la Naturaleza despliega para dar paso a estos mensajeros andaluces que van a ser recibidos con todos los honores para contemplar y disfrutar de las pompas y grandezas  de todo un regio palacio. 











        Mientras dos entrañables compañeros, el doctor Antonio y Celia, como dos críos que juegan, haciendo un vaticinio de lo que nos espera se divierte cantando; qué será, qué será…. 



El palacio de Wilanów es un palacio barroco situado en la parte sudeste de Varsovia, en el distrito de Wilanów. Es la estación final de la llamada Ruta Real, que parte del Castillo Real en el barrio viejo.  







Es conocido como el «Versalles polaco» y es uno de los edificios históricos más impresionantes e importantes en Polonia. 



La historia del palacio se remonta a 1677, cuando el rey Juan III Sobieski adquirió unos terrenos en esa zona y mandó construir una residencia palaciega. 


Hasta 1945 estuvo habitado por familias de la nobleza polaca. Debido al hecho de encontrarse apartado del centro de la ciudad, el palacio sobrevivió casi intacto a la Segunda Guerra Mundial. 



Actualmente se pueden visitar sus salones con muebles y decoración de diferentes épocas. El palacio alberga el Museo de Interiores y la Galería del Retrato Polaco, también cuenta con salas para exposiciones temporales y una biblioteca. Dignos de visitar son el extenso parque y los bellos jardines. 


El 23 de abril de 1677 el rey Juan III Sobieski adquiere los terrenos al sur de la ciudad conocidos como Milanów y decide fundar allí su residencia privada, para lo cual contrata al arquitecto Augustyn Locci, quien levanta un palacete simple, de una sólo planta, en dos años. 



 El rey bautiza la zona con el nombre italiano de Villa Nova (nombre que posteriormente pasa al polaco como Wilanów). Los éxitos militares del reino y la creciente influencia del rey condujeron a la considerable expansión del palacio en los años siguientes.



A la muerte del rey Juan III, residieron en el palacio sus hijos. En 1720 adquiere el palacio Elżbieta Sieniawska, una magnate proveniente de una familia noble, quien emprende importantes reformas de mejora. 






En 1730 el palacio pasa nuevamente a manos reales: el rey Augusto II el Fuerte lo ocupa por un periodo de tres años y le hace modificaciones considerables, particularmente en el diseño y decoración interiores. 





A la muerte de Augusto II en 1733, el palacio pasa a ser propiedad de Maria Zofia Sieniawska (hija de Elżbieta Sieniawska) y de su esposo, el príncipe August Aleksander Czartoryski. 



Cuando éste muere, en 1782, su hija Izabela Lubomirska, casada con el mariscal Stanisław Lubomirski, lo hereda. ( F. 7263, ) En el periodo que ella lo habitó, hasta su muerte, el palacio vivió una época llena de gloria. Después pasó a su hija Aleksandra Lubomirska, casada con el político noble Stanisław Kostka Potocki. 


 Gracias a los esfuerzos de éste y a su habilidad como coleccionista, uno de los primeros museos públicos de Polonia fue abierto en 1805 en el palacio. 






 El museo reunía obras artísticas de Europa y de Asia Oriental, en gran parte de la propia colección de Potocki, y como parte central tenía una exposición sobre el pasado glorioso de Polonia y sobre la vida del rey Juan III Sobieski. 



La familia Potocki mantuvo la propiedad del palacio hasta 1892; la última en vivir allí fue Aleksandra Potocka, esposa de August Potocki.






Tras la muerte de ésta y sin contar con descendencia, entrega el palacio en herencia a su primo Ksawery Branicki, quien lo habitó hasta su muerte en 1926 y tuvo que hacer uso de sus ahorros personales para conservarlo en buen estado después de la Primera Guerra Mundial y la crisis reinante. 








Su hijo, Adam Branicki, fue el último habitante del palacio y, aunque le destinó toda su energía y dinero, estableció una fundación para el palacio y abrió una biblioteca en sus instalaciones, tuvo que abandonarlo a causa del ataque alemán de 1944 y la consiguiente expropiación por parte del gobierno comunista.






El palacio fue saqueado y quemado por las tropas nazis en octubre de 1944 tras el Alzamiento de Varsovia; aunque el objetivo real de éstas, destruir completamente este símbolo de la nación polaca, no pudo ser realizado debido al rápido avance del Ejército Rojo. 




El 28 de enero de 1945 se nacionaliza la propiedad y las colecciones del museo fueron oficialmente tomadas por el Museo Nacional de Varsovia. 


 El 18 de diciembre de 1954 el Gobierno de la República Popular de Polonia toma la resolución de efectuar la restauración completa del edificio, conservando el estilo y las formas barrocas originales. 


 Las obras duraron hasta 1967; la mayoría de las piezas robadas fueron repatriadas, y el 12 de septiembre de 1962 fue reabierto nuevamente al público. 


En 1951 se incorpora la villa de Wilanów a la ciudad de Varsovia, perdiendo así el palacio su sello rural que lo distinguía desde hace tres siglos. 




En esos años se inicia un plan de urbanización de la zona; lamentablemente no todos los proyectos fueron positivos para el palacio y sus parques: tanto el sistema de canalización de las aguas como las zonas industriales aledañas o la urbanización sin planificación marcaron serios perjuicios al complejo palaciego. 





Tras el cambio de sistema en 1989, el nuevo Gobierno ha hecho numerosos esfuerzos para resolver los problemas que el régimen anterior había ocasionado en el complejo palaciego, llevando a cambio ambiciosos proyectos de saneamiento del palacio, sus parques y áreas colindantes. 



 En 1995 el palacio se desligó del Museo Nacional de Varsovia y se constituyó en una institución cultural autónoma con personalidad jurídica: el Museo-Palacio de Wilanów. 



Desde 2006 pertenece a la asociación Residencias Reales Europeas.
La fachada es típicamente barroca, está pintada en color blanco y los contornos y las columnas en amarillo pastel. 



El pórtico central cuenta en la parte inferior con cuatro ventanas, separadas por columnas en altorrelieve, y en la parte superior con tres ventanales, sobre los que se puede ver la representación de un sol cuyos radios dorados coronan el pórtico.



En conjunto, la fachada frontal y las laterales presentan un diseño común y simétrico, decorado por columnas, frisos de escayola (algunos pintados de rojo vermellón), bustos, algunas esculturas (alegorías, ángeles, etc.), y una serie de trofeos y estatuas clásicas que coronan el edificio, así como una balaustrada en la cubierta. (


La fachada posterior está pintada de color blanco crema. Su parte central, que sobresale del resto de la fachada, no presenta columnas y cuenta con una pequeña terraza delimitada por una balaustrada. 



Entre los elementos que ornamentan esta fachada hay bustos y medallones con la efigie de emperadores y cónsules romanos.



En los laterales se pueden apreciar dos bellos conjuntos escultóricos: en el lateral norte un globo terráqueo y dos esferas armilares, y en el lateral sur un interesante reloj solar, obra del astrónomo Johannes Hevelius. 




El resto de la fachada está decorada con relieves en terracota que glorifican la victoria de Juan III Sobieski. 



La decoración interiorabarcalosestilos barrocos, rococó y clasicista. 



 Gran parte del palacio ha sido adaptada como museo: entre los salones que se pueden visitar están la biblioteca, el salón de banquetes, las habitaciones del rey y la reina con mobiliario original, la sala etrusca con numerosas esculturas antiguas de la colección de Potocki y otras habitaciones con muchas pinturas, entre las que se encuentra el famoso cuadro de Jan Sobieski a caballo luchando contra los otomanos: La batalla de Kahlenberg, inspirado en la famosa batalla. 



 La colección de retratos funerarios es una de las más grandes y originales del mundo. De especial interés es la Sala Blanca, que ocupó la princesa Izabela Lubomirska, en estilo Imperio. 



La decoración de estuco y las pinturas del palacio son obra de artistas como Józef Szymon Bellotti, George Siemiginowski-Eleuter, Miguel Ángel Palloni, Claude Callot. Jan Samuel Mock se encargó de las imágenes de Augusto II el Fuerte que se pueden contemplar en el Gabinete Neerlandés.


Los escudos fueron realizados por Francesco Fumo. La ornamentación estilo Imperio (años 1720 y 1730) es obra de Pietro Innocente Comperetiego. 



Al Palacio de Wilanów le pertenece un extenso parque de 45 ha con bellos jardines en diversos estilos, un par de interesantes construcciones y numerosas fuentes, esculturas y monumentos.



La planificación del parque se ha visto favorecida desde antaño por el terreno en forma de terrazas y por las reservas de agua (lagos y canales) que se encuentran en la zona. 





Ya desde Juan III Sobieski, el fundador del palacio, se inició la configuración del parque, puesto que él mismo era un gran amante de las plantas. 



Los siguientes dueños del palacio dejaron su impronta en el parque, aumentándolo y haciendo cambios de acuerdo a la moda reinante en esos tiempos; 



pero la mayor parte del parque fue realizada entre el último cuarto del siglo XVII y la primera mitad del siglo XVIII, siguiendo el ejemplo de los parques barrocos italianos y franceses de esa época. 




Posteriormente un área del parque fue transformada en el estilo romántico. 




La forma actual del parque se debe al diseño del profesor y urbanista Gerard Ciołek, a quien se debe la reconstrucción de los jardines a principios de la década de 1950. 




En el parque se encuentran cuatro jardines de estilos diferentes:
·         El jardín barroco: es la sección más antigua del parque, la que se encuentra frente a la terraza posterior del palacio, es de estilo barroco, está emplazado en dos niveles y cuenta con formas geométricas trazadas en el suelo y decoradas con flores diversas (tulipanes, narcisos, margaritas, begoñas, lavandas, geranios, dalias, etc.), posee además bellas fuentes. Este jardín termina a la ribera del lago de Wilanów. 






             El jardín inglés: ubicado enfrente del ala norte del palacio, fue creado por Stanisław Kostka Potocki y su esposa, Aleksandra Lubomirska, entre 1799 y 1821 en estilo inglés, de moda en esos años. 



             Está decorado con estanques, puentes y una escultura que representa una batalla romana. Cuenta con una estación de bombeo del siglo XIX, obeliscos, columnas, un pabellón chino y una orangerie con una exposición de escultura y decoración. 




              Este jardín-parque se extiende por el norte hasta los confines del recinto, a lo largo del lago Wilanów. 



·                      El jardín inglés-oriental: se encuentra más al sur de la rosaleda y es más un parque que un jardín. Fue creado en 1784 por Izabela Lubomirska; antiguamente albergaba un par de granjas. Cuenta con un estanque y cerca de éste se alza un obelisco con la urna que contiene los restos de Ignacy Potocki. 

                 También se encuentra en este parque la colina de Baco con una Victoria alada y una cruz de la Orden de Malta en su cima, cerca de ésta se encuentra una bella cascada. 


·                       El jardín de las rosas: enfrente del ala sur, en estilo neorrenacentista, muestra una bella rosaleda multicolor con muchas especies de rosas. Fue hecho entre 1855 y 1866 por orden de August Potocki y Aleksandra Potocka.


               En el centro del jardín está una fuente; repartidas por el jardín hay esculturas que representan animales y figuras alegóricas. 


Las reservas acuíferas de la zona le confieren al parque un sello muy particular: el lago natural de Wilanów, el arroyo Słuzewiec y los estanques y canales artificiales le dan al parque un agradable microclima y una atmósfera romántica.  








Durante el camino de regreso al hotel Rafael Reche, nos irá informando del programa que tendremos al día siguiente con el encuentro en Lublin con los universitarios que nos esperan, en la Universidad Católica. 


De vuelta al hotel,  una vez cenados marchamos a las habitaciones correspondientes para tomar el descanso y estar preparados para el día siguiente. 



                                 José Medina Villalba