miércoles, 27 de julio de 2016

UNA NOCHE MÁGICA. "EN LA NOCHE DE SAN JUAN"



      Aquella tarde, de uno de esos días de mayo, haciendo alusión a lo que  dice el Romance del Prisionero.
Que por mayo era, por mayo,
cuando hace la calor,
cuando los trigos encañan
y están los campos en flor,
cuando canta la calandria
y responde el ruiseñor,
cuando los enamorados
van a servir el amor…

                                                   Biblioteca de Andalucía
    
      Y hablando de amor tenía una cita en la Biblioteca de Andalucía, donde se iba a presentar el libro, de mi buen amigo Juan José Gallego Tribaldos, “En la noche de San Juan”, cuyo trasfondo principal gira en torno del amor.
  
                                                       Juan José Gallego Tribaldos
  
     Aunque todavía el verano no había hecho acto de presencia, con la mochila calenturienta de sus angustiosas tardes, sin embargo en la transgresión de la primavera que daba sus últimos coletazos, se atisbaba lo que iba a ser un caluroso verano.


      Había hecho una promesa, al autor, y fiel a mi palabra la tenía que cumplir, abrir un archivo, en mi blog,  dedicado a la “Noche de San Juan”.
       -¿Por qué a la “Noche de San Juan”?
     
                                                       El Marquesado 
     
      Por varias razones, por los recuerdos que conservo de esa noche, en mi infancia, y sobre todo porque a un gran amigo, profesor de Lengua y Literatura, le había hecho el compromiso de comentar lo mucho que él sabe, por experiencia, de todo lo que se cierne alrededor de un tiempo pasado, que marcó un hito en la Historia de España, con sus ventajas e inconvenientes, sus alegrías y tristezas, sobre todo las costumbres típicas de una comarca de Granada, a la que me siento ligado por parentesco familiar.
   


                                                             Lanteira
  
   Recuerdo los comentarios de mis padres, sobre todo los que hacía mi madre, durante mi niñez, muy apegada a las tradiciones y costumbres de aquella región, 

                                                    Mi madre. Josefa Villalba López

-ambos eran oriundos de Lanteira- sobre el poder milagroso que el agua tiene durante esa noche, vísperas del día de San Juan.


                                                    La casita de la Cuesta del Chapiz
  
      Antes que las tinieblas de la noche cubrieran la tez de la casita donde vivíamos en la Cuesta del Chapiz, -mis padres ya hacía tiempo habían emigrado del Marquesado a la capital-,


                                            El barreño, el cuarto de aseo de los años cuarenta

 en una tina utilizada, todos los sábados, para recibir el baño higiénico al que me sometía mi progenitora, era el común utensilio que abundaba en la mayoría de los hogares, los cuartos de baño aparecieron allá por la década de los sesenta, salvo las clases privilegiadas que los tenían; el común de los humanos, un barreño era nuestro cuarto de aseo colocado en la cocina, o en el espacio que había delante del  retrete.



     Pues bien, por la tarde, el agua rebosaba en el citado recipiente, se colocaba en un lugar donde el relente de la noche, le impregnara de toda la esencia que le embarga, para trasmitirle los poderes mágicos, que solamente esa noche le capacitan, para realizar el encantamiento, rayando en la hechicería que cualquier otro día del año no es capaz de efectuar.


                                                     Antes que saliera el sol      
     Alguna vecina que creía firmemente los presagios milagrosos que mi madre le contaba, y a la que le aseguraba que las verrugas, que le afeaban el rostro, se le quitarían lavándose con aquel agua, pero siempre antes que saliera el sol, una vez que éste dejara, sobre la faz de la tierra, su presencia su poder de encantamiento desaparecería.
      



                                                      Tomar el baño antes de la salida del sol     
    Trini, la vecina, era la encargada de tocar diana, casi floreada, porque al amanecer el día ya estaba llamando a la puerta y todos alrededor del barreño dispuestos unos, a que las excrecencias de la cara desaparecieran, y otros, por ver rejuvenecida la piel, para  que los años experimentasen un retroceso en el tiempo.


                                                     La magia en la Noche de San Juan        
      
     En los tiempos en que nos encontramos, posiblemente haya todavía quien ponga un cubo al relente, pero tengo la impresión que es pasado de otras épocas; hoy son las hogueras en las playas para quemar los agobios, que nos han maltrecho la vida durante el año, o para purificar nuestros cuerpos metiéndonos en las aguas del mar.
      Aquella tarde, cogí un taxi en mi barrio del Realejo, y después de indicarle al taxista el lugar del destino, Calle Profesor Sainz Cantero, puntualmente llegué al edificio, la Biblioteca de Andalucía.


      La majestuosidad del edifico con una enorme escalinata, donde la juventud reposa en amigables charlas, será el sitio donde mi buen amigo Juan José, va a presentar su última obra literaria titulada: “En la Noche de San Juan”.
      
                                                  Caras conocidas en la presentación
      
     Por allí me encontraría caras conocidas: Ángel Morales, los hermanos Quijada, Antonio y Gregorio Toribio, Domingo Jiménez, Antonio Gallegos, Nicolás Gutiérrez, Jesús Fernández, y otros aunque conocidos, pero sin nombre en mi memoria.


                                                            Dedicatoria del autor
     Adquirida la obra, y dedicada por el autor, para evitar las aglomeraciones que suelen ocurrir al finalizar la presentación, llegado el momento, penetramos en el Salón de Actos.




     Pocas veces he estado en este lugar, la última vez fue con motivo de la presentación de la obra de Isaac Muñoz, Voluptuosidades, escritor de principio del pasado siglo, recuperado por la Catedrática de Literatura de la Facultad de Filosofía y Letras, Dñª Amelina Correa Ramón.


     Siempre me han agradado los auditorios que se entra por abajo, para ir ocupando los sitios correspondientes, pero éste, al que nos referimos, es al revés, penetrar y descender a las profundidades de un enorme  “subterráneo”, de filas de butacas tapizadas en negro, cortinajes del mismo color en el escenario, es un poco agobiante, para después salir subiendo hacia arriba.
      Menos mal que todo quedó plenamente superado por las excepcionales y asombrosas presentaciones a las que he tenido la oportunidad de asistir.



     En el escenario se encontraba el representante de la editorial, la profesora Mirian, y el profesor Juan Santaella, a ambos lados del autor.


     Los sistemas de megafonía, al principio, se resisten a funcionar  con  normalidad, cosa que suele ocurrir con bastante frecuencia, hasta que una mano prodigiosa, en este caso femenina, los pone acorde, después de tener que echar mano del micrófono más próximo.


     El representante de la Editorial  Esdrújula, abre la sesión.
 -“La Editorial Esdrújula, lleva poco tiempo en el aire, solamente un año y dos meses funcionando, es muy importante tener en nuestro hallazgo, a Juan José y en nuestra colección de narrativa una novela de sucesos, titulada: “En la noche de San Juan”.
      Aunque todavía no la han leído va a ser una obra muy importante de sucesos ocurridos aquí en Granada, una novela costumbrista, cuyo escenario puede ser  cualquier pueblo de la provincia. Tenemos la completa seguridad que va a ser del agrado de los lectores y le auguramos, después de esta primera edición, otras sucesivas”.
A continuación, intervino la profesora  Mirian.          .


     -"Me considero desde hace mucho tiempo una amiga, de Juan José,  voy siguiendo a Ediciones Esdrújula, y aunque tengo poco tiempo, este libro, que hoy presentamos, sí lo he leído y no me ha dejado indiferente, porque desde que me lo dio Juan José, hace una semana, me ha enganchado de tal manera que solamente me quedan unas pocas páginas por terminar.
     
                                                        Ronda
                                                Instituto Padre Manjón     
      Voy a hablar de mi amigo Juan José Gallego Trivaldos, dedicado toda su vida a la enseñanza, impartiendo clases de Lengua y Literatura, en un largo peregrinar, pasando por diversos Centros, Murcia, Ronda, Granada, hasta que se jubiló en el Instituto Padre Manjón".




     Hizo una relación de todos los trabajos literarios publicados: Ortografía Práctica. Obras dedicadas a Federico: “Un romancero sobre la obra de García Lorca”, otro segundo libro titulado, “Conocer a Federico”. Un audiovisual que ha sido representado en bastantes escenarios.  Un libro de poemas, “Las Acacias del Macabe”. Una obra impresionante, “La Pasión del Señor en la Calahorra”, un texto del siglo XIX, corregido, prologado y adaptado, porque Juan José siempre ha admirado y tratado a su tierra con muchísimo cariño.



     "Aparte de Federico, otro de los autores, sobre los que ha trabajado, ha sido Cervantes. “Cervantes y don Quijote, o la libertad como proyecto de vida", para los alumnos de Secundaria".



 “La boca del infierno”, una novela juvenil y una obra en la que queda de manifiesto la vinculación que tiene Juan José con Ronda.
En alguna ocasión me invitó a que diera una conferencia en Ronda y tengo récord de falta de asistencia, porque al coincidir con una final de fútbol, solo asistieron tres persona.


     Una obra titulada: ”Ronda para los niños”, es una guía didáctica, editada en español, en inglés  y en japonés.
   Ha coordinado diversos cursos, en distintas ciudades sobre Literatura y Pedagogía, ha ejercido de conferenciante y colaborado en distintos medios de comunicación, tiene en su haber distintos premios literarios, pero es muy humilde y no hace referencia a ellos.

                                                                      Brígida Gallego Coín

     Hablando de Literatura no voy a dejar de mencionar a su hija Brígida, porque es amiga, porque la quiero y porque no la veo por aquí, -está trabajando en Madrid- toda una familia de artistas, conocí primero a su mujer Brígida, la voz suave que, diariamente nos informa, a través de las ondas, de lo que culturalmente está ocurriendo en Granada.



      Cuando Brígida dirigió la revista: “Vivir Granada”, confió en mí, mientras esa revista se estuvo publicando, que lo hacía, el periódico Ideal, yo, todos los meses escribía un artículo, que aún todavía he releído con mucho cariño, porque lo hice con mucho entusiasmo y además, porque es lo único que he escrito que no fuera de viajeros.



      Brígida Gallego, Brigi, ha sido recientemente autora de una trilogía, que está teniendo un éxito impresionante, con nombre de mujer, Isabel de Solís, Zoraya, la cristiana que se convirtió en sultana del reino nazarí de Granada, ya está en su quinta edición.


     La Perla de Granada, la vida de una poetisa en la época almohade y almorávide en Granada.


      Juana la Loca la reina que nadie amó. Por cierto ha sido uno de los libros más vendidos en la reciente “feria del libro” de Granada. Ha escrito también diversos cuentos para niños, como, Boabdil.




     No puedo dejar de mencionar a uno de sus hijos, al gran pianista y compositor, Juan Gallego Coín, dando clases de perfeccionamiento pianístico en Londres, y a la vez conciertos por todo el mundo.


                                                       Juan Gallego Coín      
           Como podéis ver una familia de artistas con un gran patriarca.
         De la novela no voy a hablar, ya he dicho que me ha apasionado, que me está apasionando, pero sí quiero decir haciéndome eco de las palabras de su autor, él dice, uno de mis objetivos es evocar la nostalgia en las personas de mi generación.
Querido Juan, en lo que a mí respecta, lo has conseguido. Muchas gracias".
-Aplausos-.
A continuación habló el profesor Juan Santaella.


     "Buenas tardes.
  En primer lugar agradecer, a mi amigo Juan José, el que haya tenido la distinción de invitarme a la presentación de este libro, para mí ha sido una tremenda satisfacción el leer la obra, la he leído pronto y rápido, porque la obra engancha fácilmente y porque me ha trasladado a una etapa de mi infancia, la novela está ambientada en los años cincuenta y ocho y cincuenta y nueve; desde junio del cincuenta y ocho, a junio del cincuenta y nueve, una etapa de mi vida en la que yo tenía nueve y diez años, para que rememore la nebulosa de los tiempos, bueno, ahí queda. 


                                                               Juan José Gallego Tribaldos     
      Voy a presentar lo que yo he captado en la novela.
Solo una persona cargada de experiencias, de inquietudes, de valores, es capaz de escribir un libro tan complejo, tan rico y tan lleno de vida, como el que ha realizado Juan José Gallego Tribaldos. ¡Enhorabuena! Juan José.


      Has escrito un libro que yo lo he leído en dos sentadas, por la amenidad de sus páginas, es una obra magnífica por la sensibilidad que denota en el tratamiento del paisaje, el currar de la vida, la representación de fiestas cumbres, y sobre todo por la perfecta caracterización de los personajes, que aparecen en la obra, que tienen una coherencia de comportamiento muy similar a la que nos daban los de Galdós.

                                                            El autor y Juan Santaella      
     Conocí a Juan José hace muchos años, cuan éramos muy jóvenes y ya desde entonces se observaba en él su afán por participar activamente en el mundo.
Juan José nunca ha querido ser como tantos hay, mero observador de la realidad, sino actor vivo de un mundo que, si tu no lo deseas, lo terminarán haciendo otros, y por eso ha sido un buen profesor, preocupado por sus alumnos, por el desarrollo intelectual y cultural, pero también por su desarrollo humano, 


                                            Juan José Gallego Tribaldos y, "En la Noche de San Juan"·.

un profesor que siempre tuvo claro, que enseñar es básicamente educar, conducir, abrir caminos de ilusión, de esperanzas de justicias, a los que nos han encomendado, además como miembro activo de la sociedad donde vive, junto con otros hombres y mujeres, inquietos, muchos de ellos estáis aquí esta tarde, han desarrollado una serie de actividades culturales de todo tipo, como son los del Instituto Padre Manjón, un grato recuerdo para todos ellos, profesores ilustres, que hoy nos acompañan, del Padre Manjón.

                                                     Congreso de Pedagogía

     Yo tuve la suerte de ser, alumno de aquel Centro, todo este grupo de profesores y amigos con inquietudes, han sido capaces de organizar actividades musicales, culturales, teatrales, pedagógicas, etc.



     Él, yo creo, que ha sido y sigue siendo el profesor que nada de lo humano le es ajeno. Por eso, Juan José, además de ser un hombre bueno, es un hombre que lucha, sabedor, como lo sabía D. Quijote, que hoy, lo importante sobre los hombres, no está en sus grandes victorias, sino en perseverar en la fe, para conseguir la misión encomendada.

                                                             Las faenas en la era       
     Nos encontramos ante una novela de carácter realista, que desmenuza la vida de un pueblo, del norte de nuestra provincia, durante unos cuantos años del pos franquismo, de julio del 58 a julio del año 59, siempre atento a lo que ve y observa sin ocultar nada, de una realidad dura, obsesiva, cargada de insinuaciones y verdades a medias, 

                                                     La España rural de una época dramática

que aparenta normalidad de lo que por dentro sufre, y se desmorona, es la España rural de una época dramática de nuestra historia, y el autor, buen conocedor, mejor observador  del mundo, nos lo ha plasmado de manera excelente;


habría que acudir a página de autores realistas españoles, de la talla de Rafael Sánchez Ferlosio con su Jarama, o los Prados, de Fernández Santos, para encontrar la fuerza dramática, que las páginas de este libro encierran.



      Pero contra el dramatismo y la fuerza narrativa de lo contado, hay una actitud en el narrador que nos sorprende, permanece neutral y alejado del acontecer de sus personajes, la novela se va haciendo sola, con el dialogo y la vida contradictoria de sus personajes, son ellos, nada más que ellos, los que construyen y modelan su futuro; los personajes toman vida por si mismos, se escapan al control del que los guía, el autor permanece al margen, en una actitud que los encontráis, a la misma que observábamos  en la aparente neutralidad de la novela vanguardista de Martín Santos, “Tiempo de silencio”. 



     Aunque por el libro desfilan todas las actividades agrícolas propias del medio rural, las fiestas en las que el pueblo se implica, las costumbres y tradiciones de los aldeanos, en sus viviendas la gente tiene unos problemas que no traslucen y que les terminan avisando.


                                                             Escenas de aquella época     
     En plena etapa  pos franquista, los enfrentamientos siguen y aunque estén ocultos, de vez en cuando afloran, hay mucho poder en los vencedores que se sienten con derecho a todo, que pueden imponerse y humillar sin cortapisas algunas, a los perdedores, son muchos los que se saben observados y enzainados  constantemente, en un mundo en el que sus valores no pueden traslucirse, es lo que le pasa al maestro del pueblo,


 D. Federico, y al médico D. Felix, aunque cultos, con ideas frescas y renovadoras, se preocupan por no mostrarlas en medio de criterios y de costumbres,  donde prevalecen las ideas del alcalde y de los que son fieles al régimen.
     Además de los debates tan sabrosos que aparecen en la obra, entre el maestro, el médico y el sacerdote, sobre la relación entre fe y la razón, los valores políticos y sociales vigentes, en aquella sociedad hipócrita, hay dos historias amorosas que tienen interconexión y le dan pasión a la obra, sin mayores complicaciones, porque los protagonistas tienen claro que el amor está por encima de cualquier convención social o religiosa, 



es la de Julio el seminarista y Adela; pero hay otra relación de mucho más calado, que sirve de eje trasversal de la novela, protagonizado por Bernardo el sacerdote del pueblo y por Enriqueta, una señora adinerada que tiene hacienda en el pueblo, que reside en Madrid y fruto de ese amor es un hijo, Francisco Javier, que se ha hecho sacerdote, como su padre.

                                                     El amor está por encima de todo    
      Estamos ante un argumento, y ante un ambiente tan cargado y complejo, como el que Leopoldo Alas Clarín había planteado,  en la mejor obra literaria del siglo XIX español, la Regenta, pues también en ella, como Enriqueta, engañó a su marido al que no quería para mantener relaciones con otro hombre; Ana Azores, con Álvaro Megías, y Enriqueta con Bernardo, es más, la figura del confesor juega en ambas obras un papel esencial, en la Regenta, Fermín de Paz; 



aquí el cura del pueblo, pero el tratamiento que Clarín da a esta relación es mucho más retorcida y confusa, no en vano estamos en el siglo XIX, que la que el profesor Gallego le otorga a la suya, si Fermín de Paz aunque ama a Ana Azores, no es capaz de abrirle su corazón y entregarle su amor, lo que se siente condicionado por su propia madre y por la institución eclesiástica y por ellas, la entrega en los brazos de otro hombre, Álvaro de Mecías, luego cargado de celos y de odio la traiciona; Bernardo y Enriqueta, actúan ya con la modernidad y la valentía y libertad que el amor exige, no tienen inconveniente en plantear abiertamente su relación.


                                                              Bernardo y Enriqueta

      En efecto, cuando el hijo se entera de lo sucedido obliga al padre a cambiar de vida, porque como sacerdote tiene que ser perfecto, en tanto el padre Bernardo no encuentra dificultad en armonizar el sacerdocio con el amor que siente ante Enriqueta.


    Al igual que el frankenstein creado a principios del siglo XIX, Bernardo se siente solo y pide una compañera porque la soledad le supera y al igual que Frankenstein, Bernardo, pierde el sentido, no puede tomar ningún rumbo distinto porque sabe que sus ansias son producto del amor frente a una ley, la del celibato, que atenta contra la esencia racional del hombre, ¿por qué para ser sacerdote el hombre tiene  que renunciar al matrimonio?




     Desde luego Jesús no la estableció, pues sus discípulos eran hombres casados y Él lo aceptó como normal esta situación, es más, en el Génesis, Dios después de haber credo a Adán, dijo: no es bueno que el hombre esté solo, y  le dio una compañera semejante a él.
     El mundo puede interpretarse desde dos lecturas distintas, la de aquellos que se sienten poseedores de la verdad absoluta, presentando muchos argumentos para justificarse.



     Hay otra lectura posible de la vida, la crítica, elaborada por Kan a finales del  siglo XVIII, en su Crítica de la Razón Pura, en el que la razón ha de convertirse en el fundamento de todas las acciones del hombre, que deben estar apoyadas por la ética.
Esta segunda lectura crítica, es la que intenta exponer Bernardo ante la de Francisco Javier.


       La lectura que hace Francisco Javier del mundo es una lectura medieval, que reclama fe ciega a la divinidad, con lo que algunos creen que es la voluntad de Dios, en tanto que la lectura de Bernardo y de Enriqueta, es la lectura crítica que genera la verdad, que deriva de la razón y de la experiencia de la vida y asienta sus raíces en la humanidad y en el amor, considerando que Dios es Padre amantísimo y misericordioso, que no puede pedir al hombre ser infeliz y desgraciado cuando puede ser dichoso.




     Enhorabuena,  Juan José, creo que la obra merece la pena leerla y además va a tener un gran éxito por su contenido y por la enorme coherencia y profundidad de pensamiento y de trabajo. ¡Enhorabuena!"



-Aplausos.-
A continuación intervino el autor.


"-El adjetivo es, ¡Anonadado!
Tener dos presentadores de la categoría de Mirian y Juan, es un lujo, es una suerte tener unos amigos así, y estoy realmente, no solo agradecido, sino realmente satisfecho y ¡Anonadado!



      Muchísimas  gracias Juan, porque has hecho un ensayo que supera la novela, y Mirian igual, muchísimas gracias, y ese recuerdo hacia mis hijos, hacia Brigi, ella es una profesional, yo solo soy un aficionado; hoy tengo la suerte, tu decías, que tengo una vinculación con el nombre de Federico, pues aquí tenemos a mi hijo "Federico", que precisamente llegó anoche de Alemania con su mujer, 


                                                                Juan Gallego Coín

lo cual es para mí una gran enorme alegría, y gracias, cómo no al editor que, desde el primer momento, ha acogido mi novela con mucho mimo, mucho entusiasmo, yo le estoy muy agradecido, además me encanta el diseño de la portada, y por supuesto muchísimas gracias a todos vosotros amigos, y por eso os tuteo.


                                 D. José Montero Vives, en el cincuentenario de las Escuelas del Ave María en Motril
          
       Permitidme un recuerdo muy cariñoso, para D. José Montero, a quien los que estamos aquí conocemos, está pasando por unos momentos muy difíciles, los más difíciles de su vida, un recuerdo muy cariñoso para D. José Montero. (Un cerrado aplauso de los asistentes acogió estas palabras.)
(Hizo referencia a la ausencia de Mirian, que se producirá en cualquier momento, por motivos personales, a lo que ella contestó, voy a esperar todo lo que pueda.)



                                                    Sacerdote cesado por el obispado     
      -En la noche de San Juan, es una novela, es un relato en el que cuento una historia, una historia principal, que Juan Santaella la ha expuesto, mucho mejor de lo que yo soy capaz de hacer, cuanto la historia de un sacerdote, que llega a un pueblo para suplir la plaza dejada por el anterior cura párroco, que ha sido cesado fulminantemente, por el obispado, que se ha encargado de su cese. Esta es la historia principal, y además hay otra serie de historias.


                                           Había una bicefalia ineludible, franquismo e Iglesia
     La temporalidad de la novela ocupa un año, concretamente  desde el 17 de julio del 58, al 23 de julio del 59, un año completo, doce meses, doce capítulos.
     Comienza el 17 de julio, la víspera de la gran fiesta nacional, del momento, de una sociedad regida por una bicefalia ineludible como era el franquismo y como era la Iglesia, con todas las sombras que aquello tuvo, y con todas las luces que, nosotros de niños, vivimos en una infancia feliz a pesar de todo lo ocurrido.


                                                   Una época de estandartes y banderas
     
      Se inicia la novela el día antes de la fiesta nacional, y concluye en la noche de San Juan, en la mágica noche de San Juan, donde cualquier cosa puede ocurrir, desde que la chica encuentre al mozo de sus sueños, hasta que unas hierbas curen el mal de amores, hasta que se salten las normas impuestas por el Gobierno Civil, y donde, incluso, había una lujuria soterrada por callejones y placetas, aprovechando la festividad de la noche.


    El escenario, un pueblo, que puede ser cualquier pueblo de nuestra Geografía, en el vigésimo segundo aniversario del franquismo.
     Es una novela realista y costumbrista, en la que intento narrar lo que ocurrió en aquel año, hay una historia que es el hilo argumental de la novela y esa historia tiene una etnografía, en un pueblo donde ocurren cosas, las cosas que ocurren en todos los pueblos, 

                                 A falta de grandes noticias, pequeñas anécdotas son los grandes acontecimientos

pequeñas anécdotas que debido a la falta de grandes noticias, esas pequeñas anécdotas de elucubraciones, de envidias, se convierten en los grandes acontecimientos del pueblo.


                                          Los mineros camino de la mina, desde la Calahorra a Alquife
     
      Recuerdo, de niño, me impresionaban sobre todo, yo vivía en una zona próxima a las minas de Alquife, recuerdo una imagen imborrable,  recuerdo las procesiones de mineros de noche, no había trasporte, los autobuses vinieron en la época de los sesenta, en los cincuenta no había transporte, no había ni bicicletas, era gente ¡muy pobre!, ¡muy pobre!, vivían en la miseria, iban a las minas de Alquife desde la Calahorra andando, era un grupo de gente animosa, sin embargo era un cortejo triste, todos pintados del oligisto del polvo de las minas de Alquife, alumbrándose con carburos, aquellos artefactos cilíndricos de donde salía una llama, como la de un soplete, que ni el aire era capaz de apagarla.

                                                        El carburo, sistema de alumbrado        
     -Oye que se me ha apagado el carburo, y entonces se asustaban, yo era muy niño y no sabía cómo funcionaba, ni el por qué se asustaban tanto.
      Bien, esta es la perspectiva de la novela, de cómo vivía la gente.


                                              ¿Qué gente?, gente sencilla, humilde, sarcástica...        
      ¿Qué gente?, gente sencilla, trabajadora, humilde, sarcástica, más religiosa,  en la forma que en el fondo, apegadas a las tradiciones, apegadas a una manera de vivir en la pobreza, donde ellos estaban actuando, pero sin embargo una dignidad casi infantil motivada regía sus vidas, una vida dura, porque ya el subsistir era realmente muy complicado.


                                                         ¿Qué gente?, gente trabajadora...      
     La sociedad de aquella época, que yo recuerdo, estaba perfectamente fragmentada, en vencedores y vencidos.


                                         Los ancianos permanentemente buscando el sol o la sombra
     
      En mi novela recurro a una imagen literaria, a la alegoría, recurro al icono alegórico, para expresar esa dualidad de vencedores y vencidos en los ancianos del pueblo, que están permanentemente buscando el sol o la sombra, según la climatología, en el invierno buscan los poyos de la iglesia, en verano los poyos del ayuntamiento, simbolizo todavía más, porque los roles, el rol de cada uno está perfectamente planificado.


                                                      El vencido hace surcos con el cayado      
     El vencedor levanta la voz, y levanta el cayado para hablar, y el vencido habla en voz baja y no se atreve a llevarle la contraria; mientras el vencedor levanta el cayado hablando, el vencido hace surcos, es una imagen literaria que a mí me impresionaba, hace surcos en el suelo, se limita a liar cigarrillos, aquel cigarrillo nítrico, con sus temblores, que los pudientes, liaban de "caldo de gallina", no sé si recordáis aquella picadura,




los menos pudientes de curruco, yo lo  recuerdo que olía muy mal, y los que no tenían nada con hojas de cerrajas secas, entonces con esa escenografía y con esa gente, en este año, ocurre mi historia; era una sociedad regida por una bicefalia, por un binomio de Iglesia y Estado, y en los pueblos por un triunvirato de autoridades: el cura, el alcalde, y el cabo de la guardia civil, que lo presidían todo y todo lo organizaban y todo lo controlaban.


                                   El triunvirato de autoridades: el cura, el alcalde, el cabo de la guardia civil     
      Era una época de temores y proclamas, de uniformes, de estandartes y banderas, las celebraciones religiosas, y las celebraciones políticas estaban íntimamente unidas, no había celebración religiosa sin presencia política, ni celebración política sin presencia religiosa, otra cosa era la imagen de Franco bajo palio.
  


     En aquella sociedad, regida por el pecado, todo era pecado, y había una catalogación de los pecados: el mortal, el venial, el mortal muy mortal, el sacrilegio, el menos mortal, luego estaba el Purgatorio, el Cielo, el infierno, el limbo, donde iban los niños que no se bautizaban, los tontos.




    A nuestro protagonista no le gusta ese Dios, justiciero, permanentemente preocupado por castigar a los malos, y a los buenos cuando se descuidaban, no te podías descuidar porque enseguida ya habías pecado, y es que hablabas en fila y ya era pecado, hablabas…, todo era pecado y entonces en nuestra sociedad nuestro protagonista el cura le gusta el Dios Misericordioso, el Dios Bondadoso, el Dios Padre que perdona y que contempla la debilidad de la naturaleza humana, y ese es el Dios, el mensaje del Evangelio  del cura nuestro.



     En aquel tiempo, el año 58-59, hombre yo, en el libro, no hago un acta notarial, no quiero hacer un acta notarial, pero bueno una crónica del tiempo si lo es.



     Aquel año Federico Martin Bahamontes, fue ganador de la montaña en el tour de Francia, salió una figura futbolística Pelé, aquel año se celebró el campeonato mundial de fútbol en Suecia, los americanos echaron el Explorer, el primer satélite artificial puesto en órbita, los soviéticos el Sputnik, que se estrelló contra la luna, apareció la primera muñeca, la Barbie, se murió uno de los Papas más carismáticos de la Iglesia Católica, Pio XII, llegó un Papa muy querido Juan XXIII, 



con Juan XXIII aparecieron los primeros auspicios, de lo que después sería el Vaticano II, y lo cito porque ese Vaticano II era la esperanza para muchos curas, que tenían una problemática, que la Iglesia no se lo correspondía, la Iglesia miraba para otro lado.


                                                El cine, de aquellos tiempos, en los pueblos.

     No había luz eléctrica, llegó el cine y el cine marcó un hito en la historia de los pueblos, en cualquier corralón se extendía una gran lona, no había asientos, yo recuerdo como la gente se llevaba sus sillas, una escena realmente surrealista, pero con qué encanto, ¡la gente cargando con su silla!



     -¿Qué películas?, pues religiosas, o dirigidas por el régimen, primero el Nodo, era obligatorio, noticias y documentales.




      La Virgen de Fátima, aquella de Fernando Fernán Gómez, Balarrasa, cuyo protagonista fue Franco, con el seudónimo de Andrade; la duquesa de Belamegí, quiero recordar la censura, que todos recordamos porque somos de una misma época.




     En la puerta de la iglesia se colocaba la censura que mandaba el Gobierno Civil, en guarismos. 1. Si era para todos los públicos. 1R. Para todos los públicos con reparos. 2. Hasta catorce años. 3. Hasta los 21 años. 3R. ¡jooo!, la cosa se ponía seria, para mayores con reparos. 4. Terriblemente peligrosa, no debe verse, con lo cual hacías todo lo posible por verla.



     Los aparatos de radio también fueron un referente inolvidable, había muy pocos aparatos de radio, concentraban en la casa de quienes lo tenían a todo el pueblo, o bien para escuchar la retransmisión del partido de fútbol o la novela.
Voy a citar a tres emisoras, porque creo eran las más importantes:   




     Radio Nacional de España, para escuchar, “El parte”, y no las noticias, el “Parte de Guerra”, y Radio Nacional las novelas, aquellas novelas que concentraban a una gran cantidad.



       Otra emisora que yo destaco, era Radio Andorra, con la voz tan peculiar de la locutora y la relación de discos dedicados, que era más larga que la propia canción, la relación era interminable, canciones como: “Cachito, Cachito”, que cantaba Gloria Lasso. “Quiéreme siempre” de los Cinco Latinos. “El agua de Avellano” o “Soy minero”, de Antonio Molina. “El Emigrante” de Juanito Valderrama y “La Primera Comunión”. O aquellas otras canciones de “Margarita se llama mi amor”. También empezaron a entrar canciones extranjeras, 



“Paul Anka”, “O´carol” es de esta época, son canciones que escuchábamos a todas horas y que nos entusiasmaban.

                                                         Escuchando, "La Pirenaica"    
       La tercera emisora que cito en el libro es la Pirenaica, la emisora prohibida que todo el mundo quería escucharla, la Pirenaica que se llamaba así porque se creía que estaba en los Pirineos, realmente se emitió desde Moscú, en un principio, porque fue una emisora creada por el partido comunista, obviamente por Santiago Carrillo y la Pasionaria, primero en Moscú y después en Bucarest, emisora que la escuchaban los afines a Franco y los contrarios a Franco, porque era una vía de información magnífica.


                                                     La Pasionaria y Santiago Carrillo      
     Yo recuerdo concretamente a mi padre, a mi querido padre, que en mi casa había una habitación, que se llamaba el comedorcillo donde estaba la radio, luego había una puerta que daba al portal, y la ventana, en la ventana había lógicamente una cortina, entre la cortina y la ventana, mi padre había colocado dos clavos para colgar una manta y evitar que el sonido de Radio Independiente, se pudiera escuchar desde la calle. 



     En esta emisora el 31 de diciembre del año 1958, escuchamos el triunfo de la revolución cubana, Fidel  Castro, el Che Guevara y lo revolucionarios de Cuba le quitaron el poder a Fulgencio Batista.


                                               Los bailes en la plaza con sus normas estrictas      
      No puedo olvidarme de los bailes en la plaza con sus normas estrictas, no había quien se las saltara, o sea el brazo izquierdo del hombre, al brazo derecho de la mujer, el brazo derecho del hombre a la cintura de la mujer, el izquierdo de la mujer, en el hombro del hombre, y a una distancia considerable, si el hombre intentaba acercarse, el codo como parapeto, la mamá y todo el mundo vigilando a ver si las distancias se cumplían.


    Pero el gran icono motorizado de la época fue la vespa, que la llevaron al pueblo, en mi novela, el maestro y la maestra, dos maestros recién casados, de falange muy queridos en el pueblo, y que hicieron más amistad con los que eran críticos al régimen, el cura, el médico y el maestro, que con otros falangistas recalcitrantes del pueblo, porque venían de la modernidad. 
     La vespa que  popularizaron en la película, Vacaciones en Roma, Audrey Hepburn y Gregory Peck.


      Una Institución de la época era el Seminario, por donde tantos niños pasaron, porque era una época propicia para el crecimiento de las vocaciones sacerdotales, alentado por el ambiente de la época.


                                           Una Institución de la época fue el Seminario      
     Los niños de pueblo teníamos difícil estudiar,  sino éramos muy ricos, porque teníamos que venir o al Colegio del Sacro Monte o a Escolapios, en los pueblos grandes, en aquella época no había Institutos, entonces venir al Seminario era fácil, era cómodo, tenía mucho prestigio, sobre todo académico, porque en el Seminario se estudiaba de verdad y se adquirían unos hábitos de conducta y comportamientos realmente extraordinarios: el esfuerzo, la responsabilidad, la amistad, la colaboración, aquello tenía la parte positiva, aunque lógicamente tenía sus adversarios.
       


                                                        La emigración en esos años
      No quiero alargarme más, quiero ir concluyendo, pero no quiero dejar de citar la emigración de esos años, se emigraba a Brasil, se emigraba a Alemania, pero sobre todo se emigraba a Barcelona, a Cataluña, en aquel tren emblemático,  "El Andaluz", se le llamaba en Cataluña, y "El Catalán", en Granada, que tardaba hasta veinticuatro horas en arribar a su destino, tan lento era el tren, que por la zona de Valencia, la gente se apeaba con las bolsas, las llenaban de naranjas y volvían a subirse, tren que paraba en todas las estaciones, grandes, pequeñas, apeaderos, aquel tren porteador de tantos andaluces ilusionados con cambiar de vida, porque la vida que tenían evidentemente, en el pueblo, era una vida mísera y se quería vivir con un poco de más dignidad.


                                                  El tren llamado, "El Catalán".                                 
     Con esto termino, el tema estructural de la novela mejor que lo ha dicho Juan Santaella, no lo voy a decir yo; pero es la soledad del cura párroco, la soledad y los problemas se funden, efectivamente tú –dirigiéndose a Juan Santaella- has establecido continuamente un paralelismo  entre el cura, el protagonista de mi novela y el magistral de la Regenta, porque era impensable, pero también encuentro otro sacerdote emblemático  de la Literatura Española, con Salvador Loca Valle, vamos a ver, desde mi punto de vista, el cura de la Regenta don Fermín de Paz, es un hombre que yo creo no pierde la fe, pero lo que si pierde es la vergüenza, es un cura tremendo, índole, el argumento que utiliza para seducir a Ana Ozores es inadmisible.




      El cura de San Manuel  Bueno Mártir,  de Unamuno, es un cura que ha perdido la fe, pero no ha perdido ni la dignidad, ni la vergüenza, ni la caridad cristiana, es un cristiano ejemplar, aunque haya perdido la fe, nuestro cura de la novela en un principio parece hipócrita, cínico, pero en realidad es un hombre agobiado por un problema que le desborda y que no sabe solucionar, porque la Iglesia en aquel momento no le ayuda, la Iglesia no ayudaba a los curas en esta problemática.
      

      D.Bernardo, el padre Bernardo, se enamora de una mujer, ama a una mujer y se siente amado por esa mujer. Bueno, pues ya está ahí el pecado, pero ellos no consideran que eso sea pecado, porque si el amor es el sentimiento más noble del ser humano, y ellos aman, Dios es el que ha instalado en la masa de la sangre, el sentimiento del amor, Dios no puede propiciar nada que sea objeto de pecado, por eso, el referente del sacerdote , es el glorioso mensaje del Evangelio, él dice que las leyes de la Iglesia, no son las leyes de Dios, las leyes de la iglesia son leyes hechas por hombres con manos de hierro, para no perder su autoridad, las leyes de  Dios son una cosa y las leyes de la Iglesia otra.


                                               Las leyes de la Iglesia, no son las leyes de Dios
     El cura de mi novela no pierde la fe, ni la dignidad, es un hombre en cuyo corazón anidan avispas, mariposas, es un hombre agobiado, es un hombre atormentado, el problema se le desborda y del que no sabe cómo salir, pero él siempre busca en ese Dios Bondadoso, el referente a su problemática .


                                                         Siempre busca al Dios Bondadoso       
     Resumo, mi novela he querido que sea un relato costumbrista de una época, es la parte principal de mi novela y la angustia de un sacerdote encerrado en su interior, 


                                                   Santa Teresa y su "Castillo Interior"

en su castillo interior  como Santa Teresa, en su torre de cristal, con los pilares de la fe, del amor y del pecado, y dicho esto también quiero que mi novela sea, una evocación a la nostalgia de todos aquellos que vivimos aquella época como niños, o como adolescentes, o protagonistas de los desamores de la época, pues queridos amigos, si mi novela no os gusta os pido que me lo digáis, si os gusta que se lo digáis a otros, para que la compren.


                                                  Si os gusta, que se lo digáis a otros

      Muchísimas gracias, es un placer haber estado esta tarde aquí, en la presentación de mi novela, muchísimas gracias.
      Un prolongado aplauso cerró las intervenciones y con él la presentación del libro.


                                                               Dedicando la obra      
      Después vendría el acercamiento al autor para felicitarle personalmente y que fuera plasmando la dedicatoria, en aquellos que habían adquirido el libro.

                                             Juan José Gallego Tribaldos y José Medina Villalba

     No quiero terminar este archivo sin la aportación personal, del que lo está haciendo, trayendo a mi memoria, el recuerdo de vivencias de ese periodo de la década de los años cuarenta y cincuenta.
     
    Recién sacadas las oposiciones al Magisterio Nacional, en la convocatoria del año cincuenta y nueve, donde obtuve el número uno, y no lo digo por presunción o jactancia, sino porque me dio la oportunidad de elegir, en primer lugar, entre los opositores que habíamos obtenido plaza, mi primer destino en propiedad.


                                                                  Jayena, mi primer destino

     En Jayena me bautizaron como maestro, pueblo perteneciente a la comarca de Alhama, y dentro del parque nacional de la Sierras de Tejeda, Almijara y Alhama.

                                                Parque Nacional de la Sierra de Tejeda 

      Al hablar en la novela de una de las diversiones, en los pequeños pueblos, del cine en cualquier corral, recuerdo mi primer viaje al pueblo al que había sido destinado.




      La estación de autobuses estaba, junto al Puente del Río Genil, en el Humilladero, donde arrancaba el tranvía que hacía el servicio de los pueblos, Cajar y la Zubia, allí en un vehículo que tenía, por su aspecto de haber hecho miles de kilómetros, color amarillento pálido, por el desgaste del sudor metalizado de un sol, que lo había castigado durante muchos años por una serie de carreteras, algunas de ellas carentes de asfalto, donde las ruedas, habían hollado, habían sentido el agobio del terreno terroso y pedregoso, hice el periplo más largo de mi historia, cuatro horas para un recorrido de cincuenta kilómetros.


                                                              La Malahá y sus salinas

     Armilla, Las Gabias,  los estratos rocosos en la bajada a  las salinas de la Malahá, la rectilínea y kilométrica "Longaniza" para llegar a las Ventas de Huelma, sin dejar atrás a Escúzar, Agrón, el Pantano de los Bermejales, Fornes y finalmente Jayena, en todos ellos con la reglamentaria parada para entregar y recoger el correo, o dejar algúnos pasajero o recoger a otros.



                                                            El autobús de Jayena       
     Junto a mi asiento, un señor, con el que entablé conversación nada más salir de la ciudad, llevaba dos grandes maletas, que en la misma estación de autobuses había subido al techo del vehículo, junto con otros bultos de otros pasajeros, una caja a modo de jaula con pollitos que piaban y piaban, varias bicicletas, e incluso un enorme arcón.
    
                                                           La máquina de cine       
       Después de las presentaciones reglamentarias, y deseoso de saber el contenido de aquellas dos grandes maletas pertenecientes a mi contiguo acompañante, él mismo me sacó de dudas manifestando que los dos íbamos al mismo pueblo, que era el operador de cine, que todos los lunes traía una película al pueblo.



                                                       Fachada del cine Olimpia     
      Acostumbrado a los cines de la ciudad: Olimpia, Regio, Capitol, Madrigal, Aliatar, por mi ignorancia me figuré, que en Jayena habría una gran sala de proyecciones. Todo se desvaneció cuando al llegar, una gran cantidad de gente, entre ellos, la mayor parte compuesta por la  chiquillería, se agolpaba alrededor del autobús portando cada uno sus silla, para preguntarle a Manuel, que así se llamaba el operador de cine, por el título de la película.



-Manuel, ¿qué película vamos a ver?, ¿ es en color, o en blanco y negro?, ¿traes al Pato Donald?, y así una serie de preguntas, interminables.


                                                             La pensión de Jayena      
     Después se encargaría Julia, la señora de la única pensión, que además era taberna, donde pasé algunas noches, hasta que fui autorizado a ocupar una de las cuatro viviendas del bloque que correspondía a la casa de los maestros, en explicarme cual era la sala del cine, un enorme corralón desalojado previamente de las vacas que lo ocupaban durante la semana.
     Allí se disfrutaba de los numerosos cortes de las proyecciones y del olor penetrante de la vaquería.
       Pero bueno, es lo que había y la gente se lo pasaba estupendamente.
    
                                                              Pantano de los Bermejales

     Después de unas semanas, del trascurrir diario del Colegio, de haber ido a coger cangrejos al Pantano, usando una bicicleta que me prestó uno de mis alumnos, un fin de semana, intenté con esa misma bicicleta, hacer la hombrada de venir a la ciudad.


                                                                      Agrón

     Al principio mis pretensiones no iban tan lejos, llegar a Agrón en una primera etapa, después hasta las Ventas de Huelma, y cuando coroné los altos de la Malahá, ¡Granada, ya estaba a mi alcance!
     Aquella hazaña agradó enormemente a mí novia, no así a mi padre, que pronto se prestó a darme el dinero para que comprara una moto vespa.
        Aquí, Juan José, enlazo con la cita que tú haces en tu novela a la carismática moto.


        Fue la primera moto que tuve, de otra dos que le sucedieron en el transcurrir del tiempo.



     Para mí fue como  Platero, de Juan Ramón Jiménez.
   Pequeña, suave, de color celeste, parecía flotar en el aire  cuando caminaba, como si fuera de algodón, los dos espejos retrovisores colocados a ambos lados, eran los ojos azabache como si fueran dos escarabajos de cristal, subiendo la empinada cuesta del Pantano de los Bermejales, la podía dejar suelta, se pegaba al bordillo queriendo acariciar tibiamente las florecillas, rosas, celestes y gualdas.
Los fines de semana, la llamaba dulcemente  y ella venía hacia mí con el ruido cascabelero de su motor dispuesta para la marcha.


                                               MI alumno Joaquín, me la cuidaba con esmero    
     Joaquín, aquel chico, cuya mentalidad estaba un poco por debajo de la línea de la normalidad, me despedía cuando me marchaba y me recibía a la llegada, la cuidaba, con esmero, la lavaba y disfrutaba con ella.
     Después cuando pasó el tiempo y me trasladaron a la ciudad, vino un día a mi Colegio, de la Cuesta del Chapiz, era ya todo un hombre, se había colocado en el parque de limpieza, y lo primero que hizo fue preguntarme por su "Platero", del que les había leído en clase la obra, "Platero y yo", por su querida  vespa.


                                                 Los altos del Pantano Los Bermejales.       
      Las sensaciones que se sienten en un vehículo de dos ruedas, como era mi vespa, cuando dejaba el pueblo y subía coronando los altos del Pantano de los Bermejales, me hacían entablar un diálogo con ella.
   

   Sí, le hablaba y ella me respondía, subiendo jubilosa, mientras iba contemplando el inmenso panorama de pinares que me rodeaban, el perfume de la resina deslizándose por el carrilillo, hasta verter en la taza el líquido, de donde después de destilado, se obtendría el aguarrás.
     
                                                       Los dos patitos      
     Le acariciaba la testut, y aunque sabía perfectamente que no lo necesitaba, paraba al comenzar el llano, la detenía y le proporcionaba un descanso.
     Uno de los días que regresaba a la ciudad, portando una caja con dos patitos, que la señora Julia me había regalado, al parar la vespa en uno de los descansos dejé a los animalitos en libertad, y cual no fue mi asombro al contemplar cómo se refugiaban debajo de la moto que los acogía.


                                                 Subimos en la vespa, al Picacho del Veleta     
      Después, ésta misma vespa, nos llevó a mi mujer y a mí, sin descanso alguno, hasta el mismo Picacho del Veleta. ¡Cuántas caricias le hice pasando mi mano sobre su lomo como si del famoso Platero se tratara!
    El primer aparato de radio que entró en mi casa era una Telefunken, con su teclado para cambiar de emisora.


-¿Qué si escuché la Pirenaica?
-Pues claro, como todo el mundo, a pesar de las regañeras e inconvenientes de mi madre, con su nerviosismo y temblores, pues tenía plena conciencia de los peligros que corríamos si nos descubrían.
¡El miedo invadía los ánimos de todo el mundo, en aquella época.
Anteriormente había tenido un aparato de radio galena, pero con él solo podía oír  Radio Granada.
    Quiero dedicar un comentario al espléndido estilo literario con el que, Juan José, has desarrolla el relato, una novela que para mí es más historia de una época pasada, con realidades contadas con un lenguaje y una gran manera, al alcance de cualquier lector, que engancha desde el primer momento.
Hay situaciones de verdadero placer al describir un determinado escenario. 


“Septiembre, fronterizo y ambivalente, arribó encharcando las tardes de fragancia de nardos, a su vez, remolinos de viento racheando comenzaron a apabullar a un sol cada ocaso más timorato”. Verdadera prosa poética.


                                                  "Docere ludendo"   
   Me ha agradado enormemente, hablando del maestro D. Federico, las palabras que dedica, a las Escuelas del Ave María de D. Andrés Manjón cuando dice: Docere ludendo, este era su lema, enseñar a través del juego para que los niños, con la participación activa en plena Naturaleza, aprendieran mientras jugaban según los procedimientos didácticos de la Institución Libre de Enseñanza y las prestigiosas Escuelas del Ave María. D. Francisco Giner de los Ríos, se basaba en una orientación aconfesional y las Escuelas del Ave María de D.  Andrés Manjón, en principios cristianos irrenunciables.
    Sospecho, conforme leo obra, que el tal D. Federico, maestro del pueblo, está encarnado por el mismo autor de esta novela, que más que novela es una verdadera historia de lo que ocurrió en una comarca de la provincia de Granada, llamada Marquesado.  


                                                         Atardeceres rojizos y angustiados   
     Frases que dejan un agradable sabor de pensamiento: “Se diluía septiembre y el otoño rubricaba sus soledades en atardeceres rojizos y angustiados”.
“Despuntó noviembre atosigado de nubes bambolleras que como vacas preñadas, pacían mansamente por la pradera azul del cielo”.
“El amor lo embellece todo, todo lo purifica”.


                                                    El amor todo lo embellece, todo lo purifica

     “El pueblo parecía desierto. Zureos de palomas por el campanario y el agua borbollando en el pilar de la plaza eran los únicos sonidos delatores. Un airecillo picudo brizaba el ramaje de las acacias”.



      Alguna jaculatoria utilizada por algunas jovencitas: ¡Virgen María, si Tú concebiste sin pecar, permite que yo peque sin concebir!
      “Un sol frío de claridad invernal enlucía la chopera”.
   “La tarde se desbarataba en colores por los picos nevados de la sierra. Desaparecidas las nubes mañaneras, el cielo sonreía garzo y terso”.


                                                          Comenzaron a descapullar los lirios      
    “Balbuceaba la primavera y en los huertos comenzaron a descapullar los lirios”.
      “La mañana, una acuarela azulina. Lucía el sol en toda su grandeza y un vientecillo aniñado abanicaba los brotes verdejos de trigo y cebada por el llano de los atochares”.
     “Cunetas, balates y riberas del río se alfombraron de florecillas rastreras compitiendo en formas, tamaños y colores. Todos los días, como si de un ceremonial se tratara, el sol jugaba al escondite entre las nubes hasta que la lluvia, juvenil y risueña, bendecía los sembrados de avena, trigo y cebada. La brisa, enjaezada de aroma a tierra mojada, holgazaneaba desde el amanecer por el pueblo”.



                                                        Arrebatos de amapolas      
       “Los trigales se desangraban en arrebatos de amapolas”.
      Hay escenas muy interesantes como los amores secretos entre el seminarista Julio y Adela, la chica del pueblo.

                                                        Hay escenas hilarantes      
     Otros hilarantes, como el de Ricardo, "El Panchulo”, que se pavoneaba, cuando se bañaba desnudo con los otros chicos del pueblo, de tener la "picha" más larga, hasta que un día una avispa le vino a picar en el mísmísimo prepucio, hasta conseguir el tamaño de una pera.
      De ahí que, cuando algo llamaba la atención por su grosor, se decía: “Eso se está poniendo más gordo que el cipote de Panchulo”.
     Si toda la novela es interesante, el punto culmen, el meollo intrínseco está en el tema amoroso del cura y la marquesa, que deriva en un polémico contenido teológico.



     “La fe corre riesgos cuando desafía a la razón”.
      El problema radica en que no se puede compatibilizar Ciencia y Teología. Ser intelectual y creyente es complejo. Y para complicarlo el pecado. El Dios que defendéis debe ser prioritariamente misericordioso. San Agustín dijo: “sin amor no es posible el conocimiento”. Sin embargo , ¡hay que ver la importancia que la Iglesia le da a los pecados del amor! ¿Por qué la Iglesia no acepta el amor de un sacerdote, cuando ese sentimiento es el más noble que una persona puede albergar?




      Para mí, aunque la novela es historia de estilo realista y costumbrista, termina en una verdadera tragedia, muy interesante, que no voy a desvelar, porque, querido lector, y sin ánimo de ninguna clase, quiero que leas la obra.


                                                         Jesús Fernández Bedmar

     ¿Por qué no hacer, aprovechando este relato, un comentario sobre el celibato sacerdotal? Me remito a algunas de las descripciones  que, mi buen amigo Jesús Fernández Bedmar, teólogo, hace sobre el celibato del sacerdocio, en su obra publicada con el título: “Reflexiones para creyentes”, enviada al Papa Francisco y felicitado por éste.



    Vayamos a las preguntas que, la gente sencilla normalmente, se hace respecto a este tema. Por supuesto podría decirse que la Iglesia como institución es muy libre de pedir a sus clérigos unas determinadas obligaciones que éstos pueden aceptar o no para acceder al sacerdocio. 




      Ahora bien, la Iglesia no es solo la Iglesia como institución, de igual modo que tampoco es una propiedad de la Jerarquía que puede manejar a su antojo, haciendo o deshaciendo, sino que es la Iglesia que Jesús fundó o quiso con la intención de llevar la Buena Noticia a todos los seres humanos, es decir, los que mandan en la Iglesia no pueden ni deben salirse de lo que Jesús quiso esencialmente para su prolongación en este mundo. 



      Por este motivo, la pregunta es inevitable, ¿en qué se apoya la Iglesia, como Jerarquía, para pedir a los clérigos que sean célibes? O, si se prefiere, ¿Cuál es el origen del celibato? Porque la idea de renuncia sexual de los primeros tiempos tiene poco que ver con la actualidad: la esperanza de vida apenas llegaba para una minoría a los cincuenta años y la legislación compensaba a las familias con hijos para que la población del Imperio se mantuviera al menos estable.



                                                     Jesús con sus discípulos, y las mujeres de éstos. 
      
     Muchos dirán que el fundamento del celibato está en el hecho de que Jesús fue célibe. Sin entrar en la discusión de si Jesús lo fue o no lo fue, queda claro que él mismo no exigió esta obligación a los apóstoles; de hecho, entre los elegidos había casados y solteros y, si se me apura, más de aquellos que de éstos; incluso Pedro, el primer Papa de la Iglesia estaba casado y debía mantener buenas relaciones con su familia política porque Jesús, sabiendo que su suegra estaba con fiebre en la cama (Mc. 1,30) se acercó a su casa y la curó.



       Conviene decir dos cosas por un lado, parecería que las cosas del Señor nada tienen que ver con las cosas de este mundo, si eso fuera así, ¿para qué vino Jesús al mundo si sus cosas van por un lado y las del mundo por otro? ¿Qué sentido tiene la preocupación y el amor al prójimo o bien el trabajo altruista por un mundo mejor y más justo? ¿Sería preferible que todos, absolutamente todos los cristianos se dedicaran a la vida contemplativa, como si esa fuera la única forma de dedicarse a las cosas del Señor, alejándose del mundo? Por otro lado, ¿acaso es que el celibato está por encima del matrimonio?  ¿Acaso es que una profesión orientada al servicio de los otros precisa de solteros para evitar que se desvíen de su trabajo? 



¿Acaso es que la esposa hace que el trabajo del fontanero, del albañil, del abogado, del médico, etc. etc., no sea menos provechoso o se realice en peores condiciones? ¿Volvemos de nuevo a la idea de que la “mujer” es la perdición para el hombre o la causa de sus problemas y de todos los demás? ¿Por qué suponer que un clérigo se preocupa más por las cosas del Señor, si un casado realiza su trabajo con honradez y siempre buscando el mejor servicio de aquellos por los que trabaja? No, de ninguna manera es posible aceptar esta respuesta, sencillamente porque no es válida en absoluto.



       Concluyo diciendo, lo que decía Jesús: “El que tenga ojos, que vea, el que tenga oídos que escuche”. Creo que ha llegado, para bien de la Iglesia y de todos que el celibato no sea causa primordial para ejercer el sacramento del sacerdocio.
      Enhorabuena, de nuevo, Juan José, por tu novela, “En la noche de San Juan”, a la que le auguro un gran éxito, conmigo ya lo ha tenido.
                                   
                                        José Medina Villalba

                                                                    VÍDEO



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