lunes, 10 de octubre de 2016

PRESENTACIÓN DE LA NOVELA "EN LA NOCHE DE SAN JUAN". JOSÉ MEDINA VILLALBA




      La luna lunera, esa que le han dado, desde hace mucho tiempo, por llamarla Catalina, mientras nos alumbra por las noches unas veces vestida todo su cuerpo de un blanco resplandeciente, otras a medias como si jugara con nosotros al escondite y en otros momentos oculta, para que no le ganemos la partida en el juego del “escondite”, sí del escondite,


aquel que jugábamos cuando éramos niños y se podían ocupar las callejas albayzineras sin que te molestaran las motos, ni los coches, ni el bullicio enorme de las gentes que medio alocadas, como sonámbulas, como almas en pena, portando en mano, aifon, celulares, Apple Sphone, Smartphone Android Dual…, y otras "yerbas mohosas y  bagatelas”, han mandado a ultratumba a aquellos juegos que no volverán pero que, sin gasto económico de ninguna clase, nos hicieron felices.


     Aquellos juegos con los que no solo nos divertíamos, sino que creaban hermandad, amistad, camaradería, lealtad.


     Porque yo me pregunto, cuando veo a los chicos de hoy día, y no tan chicos, caminando por la calle, imbuidos totalmente en estos "aparatejos", sin importarle nada de lo que pasa a su alrededor, como verdaderos autómatas, portadores de un radar, como los murciélagos, para detectar sin levantar la cabeza el vehículo que pasa junto a ellos, aunque a veces, 


por desgracia falla, y más de uno se ha visto debajo de las ruedas de esos potentes monstruos que le llaman automóviles;  o comunicarse, estando uno enfrente del otro, con el phono, sin  respirar palabra. 
     -¡Vamos, el colmo de la absurdez!



    -¿Estamos en un mundo real, o esto es un planeta de marcianos que nos han invadido?


     Mi subconsciente me dice: 
    -no Pepe, esto es real, esto es lo que hay y mucho ojo porque tú también, sin que te des cuenta, estás entrando en esa vorágine.


                                                      Las redes sociales nos han hecho prisioneros
    
     -El huracán tumultuoso de las redes sociales nos está invadiendo y nos sentimos arrastrados, si queremos sobrevivir en el mundo de la cultura y de comunicación, dentro de ese ojo de ciclón oscuro que nos tiene atrapados, y más tú que quieres hacer tantas cosas antes de partir a la "aventura desconocida".
  

     -¡No, por favor!, ¡que yo no voy por la calle hablando con el móvil en la mano!, que conste, 
     -sí pero has caído en las redes del ordenador, ¡te tiene comido "el coco"!
    
                                                         Calle Reyes Católicos. (Granada)
    
     Bueno querido lector, esta luna que no entiende de móviles que hablan solos, que te dicen si tienes saldo o no, que puedes pagar con ellos en los supermercados, o ver los kilowatt que has gastado este mes en tu domicilio...., me ha distraído un poco, por no decir bastante y me he desviado de mi tema con el que quiero conectar contigo.
     Pero tú sabes que no me gusta entrar directamente en el tema que quiero comunicarte, ¿para abrir boca? o simplemente por aquello de “más vale un toma que dos te daré”. Aunque aquí está ocurriendo lo contrario, dos te he dado ya, antes del uno que nos trae a cuento.
    
                                                      Calle de Reyes Católicos. (Granada)     
       Se paseaba por los tejados de la Calle Reyes Católicos y a dormivela como el que quiere ver y esconderse para que no la vean, me hacía un guiño mientras caminaba con algún miembro de mi familia hacia el Centro Artístico de Granada para presentar la novela de mi amigo Juan José Gallego Tribaldos.
   
                                                             Entrada al Centro Artístico    
      Cuatro apretujados en un ascensor, rápido, sí, pero estrecho como él solo, donde entras por una puerta e intentas salir por la misma cuando llegas al destino, y alguien de los ocupantes te tiene que decir, 
-no, que la puerta de salida está a tus espaldas.



                                                             Enrique Villar Yebra      
      El estrecho e incómodo elevador de pasajeros nos subía a un segundo piso, un lugar donde nada más entrar se respira un ambiente especial; un enorme cuadro pintado al óleo, por Juan García Pedraza, de un personaje que con frecuencia frecuentaba este lugar, Enrique Villar Yebra, saxofonista, pintor, escritor, guía turístico, de consistencia endeble, pero de fortaleza mental enorme.  


                                                              Juan José Gallego Tribaldos
    
   Huele y se palpan, en una sala próxima a donde se van a desarrollar los acontecimientos, las imágenes de una serie de cuadros pintados al óleo, que captan mi atención mientras sentado con bolígrafo en mano, el autor al que le voy a presentar la obra, deja plasmadas en el libro de visitas, de este longevo y extraordinario centro de cultura, sus impresiones sobre el acontecer de esta tarde.  


                                                          José Medina Villalba
    
      También se me invita para que deje mi impronta y con mucho gusto escribo: “Es para mí un honor estar aquí en este lugar, donde en el trascurso de los tiempos, esta Institución mantiene viva la esencia pura del saber en todas sus facetas culturales para honra y gloria de nuestra ciudad. Una tarde que me enaltece por la distinción que se me ha concedido al venir a presentar la novela de mi buen amigo Juan José Gallego Tribaldos. Firmado: José Medina.  


                                                     Centro Artístico y Literario de Granada
     
     Van llegando algunas conocidos, y otros menos, dando tiempo al evento que nos ha traído aquí, la conversación se diluye en  artículos periodísticos recientes sobre temas de actualidad, son las comandas que van “abriendo boca”.
     

    Hay actos, donde el fluir asistencial es tal, que llega incluso a  agobiar, éste no ha sido el caso, porque hemos estado prácticamente en familia y como en familia nos hemos ido comiendo y deleitando todo lo que se ha podido ir saboreando de esta muestra literaria.


     Juan José, el autor, hizo brevemente la presentación del que está escribiendo este artículo, recalcando dos puntos de mi persona, el primero me hizo sonrojar al repetir, más de una vez, que el que va a presentar mi novela, es “un hombre bueno”, esto no lo voy a negar me honra, pero penetrando en el interior de mi conciencia, me hace reflexionar.
     -¿Será verdad esto que dice de mí? 
     -Si es cierto o no, lo considero como un toque de atención, para que si no lo soy, a partir de ahora, lo tenga en cuenta para intentar, por lo menos, acércame a ese objetivo, que me ha marcado.

                                                        Óleo sobre lienzo de José Medina Villalba
     
     Lo segundo hace referencia a mi labor profesional durante muchos años como docente y artista, dando a conocer mi página Web por si alguien se le ocurre abrir y conocer algo más de José Medina Villalba.
     (Si algún lector quiere darse un paseo literario por mi página Web aquí dejo la puerta de entrada: granadaluzcoloryliteratura.)
     Después de dar las gracias por sus palabras, que no merezco, pero que acepto por venir de boca de un buen amigo que me aprecia, entro directamente en la temática.
    
      -Buenas tardes.
   
                                                             Óleo de Isidoro Marín

      En más de una ocasión he estado aquí en este Centro Artístico de nuestra ciudad, en la presentación de algún libro, o saboreando la belleza del arte pictórico de alguna exposición, este lugar de sabiduría y cultura que tiene el sello y la raigambre que le da la pátina del tiempo, por donde han pasado poetas, literatos, pintores, músicos, historiadores…, y lo seguirán haciendo “per in seculam seculorum”, por indefinido tiempo.

                                       Clase de pintura en la Escuela de Artes y Oficios, con D. Gabriel Morcillo
   
     Recuerdo, siendo un niño acudir  a ver las exposiciones de pintura, cuando el Centro Artístico estaba en la Calle del Poeta Zorrilla, (Calle Mesones) en el primer piso existente en el antiguo edificio del café Suizo, evadiendo la clase de pintura en la Escuela de Artes y Oficios con D. Gabriel Morcillo.

                                                                 Calle Mesones (1945)

     Cuando mi buen amigo Juan José Gallego Tribaldos me invitó a participar en la presentación de su novela: “En la Noche de San Juan”, no dudé lo más mínimo en aceptar dicha invitación, para mí ha sido una gran satisfacción el que haya tenido la distinción de sugerirme la presentación de este libro, por lo que le estoy muy agradecido.

                                                       Juan José Gallego Tribaldos
  
      Aunque el primer requisito que me impuso es que no quería que fuera una exposición laudatoria de su persona, desobedeciendo esta condición, ¡los siento Juan!, porque para hablar de una obra hay primero que hablar, aunque sea esquemáticamente, del autor y así con todos los respetos lo voy a hacer.


                                   Ronda

            Instituto Padre Manjón

     Juan José Gallego Trivaldos, dedicado toda su vida a la enseñanza, impartiendo clases de Lengua y Literatura, en un largo peregrinar, pasando por diversos Centros, Murcia, Ronda, Granada, hasta que se jubiló en el Instituto Padre Manjón.



      Son numerosos sus trabajos literarios: Ortografía Práctica. Obras dedicadas a Federico: “Un romancero sobre la obra de García Lorca”, otro segundo libro titulado: “Conocer a Federico”. Un audiovisual que ha sido representado en bastantes escenarios.  Un libro de poemas, “Las Acacias del Makade”. Una obra impresionante, “La Pasión del Señor en la Calahorra”, un texto del siglo XIX, corregido, prologado y adaptado, porque Juan José siempre ha admirado y tratado a su tierra con muchísimo cariño.



     Aparte de Federico, otro de los autores, sobre los que ha trabajado, ha sido Cervantes. “Cervantes y don Quijote, o la libertad como proyecto de vida, para los alumnos de Secundaria. 




“La boca del infierno”, una novela juvenil y una obra en la que queda de manifiesto la vinculación que tiene Juan José con Ronda.



     Una obra titulada: ”Ronda para los niños”, es una guía didáctica, editada en español, en inglés  y en japonés.
     Ha coordinado diversos cursos, en distintas ciudades sobre Literatura y Pedagogía; ha ejercido de conferenciante y colaborado en distintos medios de comunicación, tiene en su haber distintos premios literarios, pero es muy humilde y no hace referencia a ellos.


  

    Haciendo eco de las palabras del autor de la novela uno de los objetivos es la de evocar la nostalgia en las personas de mi generación.
     La obra engancha fácilmente desde el primer momento, y además me ha hecho vivir momentos de mi juventud, la novela está ambientada en los años cincuenta y ocho y cincuenta y nueve, desde julio del cincuenta y ocho, a julio del cincuenta y nueve, una etapa de mi vida en la que estaba, como se decía en aquellos momentos, sirviendo a la Patria, para que rememore la nebulosa de los tiempos.




      Voy a presentar lo que yo he captado en la novela.
     Solo una persona cargada de experiencias, de inquietudes, de valores, es capaz de escribir un libro tan complejo, tan rico y tan lleno de vida, como el que ha realizado Juan José Gallego Trivaldos. 
-¡Enhorabuena! Juan José.


     Has escrito un libro que yo lo he leído con suma intensidad por la amenidad de sus páginas, es una obra magnífica por la sensibilidad que denota en el tratamiento del paisaje, el currar de la vida, la representación de fiestas cumbres, y sobre todo por la perfecta caracterización de los personajes, que aparecen en la obra, que tienen una coherencia de comportamiento muy similar a la que nos daban los de Benito Pérez Galdós.



      Juan José nunca ha querido ser como tantos hay, mero observador de la realidad, sino actor vivo de un mundo que, si tu no lo deseas, lo terminarán haciendo otros, y por eso ha sido un buen profesor, preocupado por sus alumnos, por el desarrollo intelectual y cultural, pero también por su desarrollo humano, 


un profesor que siempre tuvo claro, que enseñar es básicamente educar, conducir, abrir caminos de ilusión, de esperanza, de justicia, a los que nos han encomendado.
     Conocí hace unos años a Juan personalmente, aunque potencialmente sabía de su labor profesional y literaria.

                                                         Escuelas del Ave María. Casa Madre
   
   Una de las varias actividades que organiza la Asociación de “Los Amigos del Manjón”,  solicitó visitar las Escuelas del Ave María, y yo tuve el placer de dirigir esa visita.
     A partir de entonces nuestras relaciones se han intensificado, recuerdo el Primer Congreso Pedagógico celebrado en Granada del que fue promotor con el título: La Institución Libre de Enseñanza, Ginés de los Ríos y Las Escuelas del Ave María de D. Andrés Manjón, donde participé con un comunicado.


Primer Congreso Pedagógico, Ginés de los Ríos y Andrés Manjón

    Nos encontramos ante una novela de carácter realista, que desmenuza la vida de un pueblo, del norte de nuestra provincia, durante unos cuantos años del pos franquismo, de julio del 58 a julio del año  59, siempre atento a lo que ve y observa sin ocultar nada, de una realidad dura, obsesiva, cargada de insinuaciones y verdades a medias, que aparenta normalidad de lo que por dentro sufre, y se desmorona, es la España rural de una época dramática de nuestra historia, y el autor, buen conocedor, mejor observador  del mundo, nos lo ha plasmado de manera excelente;


                              Actividades agrícolas y medios que se usaban
    
       Aunque por el libro desfilan todas las actividades agrícolas propias del medio rural, las fiestas en las que el pueblo se implica, las costumbres y tradiciones de los aldeanos, la gente tiene unos problemas que no traslucen y que les terminan avisando.

             Escenas de la época

      En plena etapa  pos franquista, los enfrentamientos siguen y aunque estén ocultos, de vez en cuando afloran, hay mucho poder en los vencedores que se sienten con derecho a todo, que pueden imponerse y humillar sin cortapisas algunas, a los perdedores, 


                La pobreza deambulaba por todas partes

son muchos los que se saben observados y enzainados  constantemente, en un mundo en el que sus valores no pueden traslucirse, es lo que le pasa al maestro del pueblo, D. Federico, y al médico D. Felix, aunque cultos, con ideas frescas y renovadoras, se preocupan por no mostrarlas en medio de criterios  y de costumbres,  donde prevalecen las ideas del alcalde y de los que son fieles al régimen.



      Además de los debates tan sabrosos que aparecen en la obra, entre el maestro, el médico y el sacerdote, sobre la relación entre fe y la razón, los valores políticos y sociales vigentes en aquella sociedad hipócrita, hay dos historias amorosas que tienen interconexión y le dan pasión a la obra, sin mayores complicaciones, porque los protagonistas tienen claro que el amor está por encima de cualquier convención social o religiosa,



 es la de Julio el seminarista y Adela; pero hay otra relación de mucho más calado, que sirve de eje trasversal de la novela, protagonizado por Bernardo el sacerdote del pueblo y por Enriqueta, una señora adinerada que tiene hacienda en el pueblo, que reside en Madrid y fruto de ese amor es un hijo, Francisco Javier, que se ha hecho sacerdote como su padre.

                                    El amor está por encima de todo

      En efecto, cuando el hijo se entera de lo sucedido obliga al padre a cambiar de vida, porque como sacerdote tiene que ser perfecto, en tanto el padre Bernardo no encuentra dificultad en armonizar el sacerdocio con el amor que siente por Enriqueta.


                                          Bernardo y Enriqueta

       Bernardo pierde el sentido, no puede tomar ningún rumbo distinto porque sabe que sus ansias son producto del amor frente a una ley, la del celibato, que atenta contra la esencia racional del hombre, ¿por qué para ser sacerdote el hombre tiene  que renunciar al matrimonio?, 



desde luego Jesús no la estableció, pues sus discípulos eran hombres casados y Él lo aceptó como normal esta situación, es más, en el Génesis, Dios después de haber credo a Adán dijo: no es bueno que el hombre esté solo, y  le dio una compañera semejante a él.



     La lectura que hace Francisco Javier del mundo es una lectura medieval, que reclama fe ciega a la divinidad, con lo que algunos creen que es la voluntad de Dios, en tanto que la lectura de Bernardo y de Enriqueta, es la lectura crítica que genera la verdad, que deriva de la razón y de la experiencia de la vida y asienta sus raíces en la humanidad y en el amor, considerando que Dios es Padre amantísimo y misericordioso, que no puede pedir al hombre ser infeliz y desgraciado cuando puede ser dichoso.





      La novela es un relato costumbrista de una época, es la parte principal de la novela y la angustia de un sacerdote encerrado en su interior, en su castillo interior como Santa Teresa, en su torre de cristal, con los pilares de la fe, del amor y del pecado, es una evocación a la nostalgia de todos aquellos que vivimos aquella época como niños, o como adolescentes o protagonistas de los desamores de la época.



    Esta maravillosa novela me ha hecho revivir sensaciones del pasado que conectan perfectamente con pasajes de mi vida.
    Por una parte mis raíces están en el lugar donde se desarrollan los acontecimientos de esta novela.
   


    Mis padres vinieron a la capital procediendo de este lugar, por lo que me considero casi un personaje más de la novela, he visitado con frecuencia estos pueblos de la comarca que tiene como abanderado un castillo medieval, allí vivieron mis tíos, primos y aún queda alguno sobreviviendo.

                                                        Mis  padres y hermanos

      Muchas de las escenas que se narran “En la Noche de San Juan”, las he escuchado de viva voz en mis progenitores.


                        El cuchicheo de las comadres del pueblo
    
     Yo, maestro en mis comienzos, años cincuenta y nueve, después de sacar las oposiciones, en un pueblo de la provincia de Granada, unas formas de vida, y costumbres muy similares a las de “La noche de San Juan”, una vespa que me dio muchas satisfacciones; el cuchicheo de las comadres del pueblo, el lastre de una contienda de vencedores y vencidos que lo palpaba perfectamente en la forma de manifestarse la gente y en las conversaciones.



    El cine en un corral de vacas y la expectación de la gente y sobre todo de la chiquillería que esperaba impaciente la llegada de la Alsina los lunes, con el señor que llevaba la máquina de proyección y los enormes carretes de la película.
   


    El alcalde, dominador, orgulloso y vengativo, cacique del pueblo; desde la ventana de mi dormitorio en la casa de los maestros, observaba todas las mañanas la llamada “corría”, los obreros esperando que se les contratara para ir a trabajar, y ver la humillación con la que a determinados personas no se les contrataba,


El triunvirato del pueblo: el alcalde, el cura y el cabo de la Guardia Civil

 después de ir señalando  con el dedo uno a uno los que se escogían para trabajar, el resto con la cabeza gacha esperaban al día siguiente a ver si había suerte y eran señalados, y un largo etc., que me han vuelto al pasado.

                                                 La "corría", los obreros esperando que se les contrate

      Me ha agradado enormemente, hablando del maestro D. Federico, las palabras que dedica a las Escuelas del Ave María de D. Andrés Manjón, donde he prestado mi labor educativa durante cuarenta años, cuando dice: Docere ludendo, este era su lema, enseñar a través del juego para que los niños, con la participación activa en plena Naturaleza, aprendieran mientras jugaban según los procedimientos didácticos de la Institución Libre de Enseñanza 


José Medina en una clase de Geografía en el mapa de España, utilizando el juego.

y las prestigiosas Escuelas del Ave María. D. Francisco Giner de los Ríos, se basaba en una orientación aconfesional y las Escuelas del Ave María de D.  Andrés Manjón en principios cristianos irrenunciables.

                                                           Escuelas del Ave María. Casa Madre

     Hay frases que afloran un agradable sabor de pensamiento, cuando se va leyendo la novela que dejan un regusto especial, son una delicia de prosa poética: 


“Se diluía septiembre y el otoño rubricaba sus soledades en atardeceres rojizos y angustiados”.


“Despuntó noviembre atosigado de nubes bambolleras que como vacas preñadas, pacían mansamente por la pradera azul del cielo”.


      “El amor lo embellece todo, todo lo purifica”.





     “El pueblo parecía desierto. Zureos de palomas por el campanario y el agua borbollando en el pilar de la plaza eran los únicos sonidos delatores. Un airecillo picudo brizaba el ramaje de las acacias”.


     Alguna jaculatoria utilizada por algunas jovencitas: ¡Virgen María, si Tú concebiste sin pecar, permite que yo peque sin concebir!


     “Un sol frío de claridad invernal enlucía la chopera”.


     “La tarde se desbarataba en colores por los picos nevados de la sierra. Desaparecidas las nubes mañaneras, el cielo sonreía garzo y terso”.


     “Balbuceaba la primavera y en los huertos comenzaron a descapullar los lirios”.


     “La mañana, una acuarela azulina. Lucía el sol en toda su grandeza y un vientecillo aniñado abanicaba los brotes verdejos de trigo y cebada por el llano de los atochares”.


    “Cunetas, balates y riberas del río se alfombraron de florecillas rastreras compitiendo en formas, tamaños y colores. Todos los días, como si de un ceremonial se tratara, el sol jugaba al escondite entre las nubes hasta que la lluvia, juvenil y risueña, bendecía los sembrados de avena, trigo y cebada. La brisa, enjaezada de aroma a tierra mojada, holgazaneaba desde el amanecer por el pueblo”.


       “Los trigales se desangraban en arrebatos de amapolas”.
       Hay escenas y momentos que no puedes evitar que la sonrisa e incluso la carcajada aparezca en algún momento, son instantes  hilarantes como el de Ricardo el “Panchulo” que se pavoneaba, 


cuando se bañaba desnudo con los otros chicos del pueblo, de tener la picha más larga, hasta que un día una avispa le vino a picar en el mísmísimo prepucio, hasta conseguir el tamaño de una pera.
     De ahí, que cuando algo llamaba la atención por su grosor se decía: “Eso se está poniendo más gordo que el cipote de Panchulo”.

   
                    El amor del sacerdote con la marquesa
        
     Si toda la novela es interesante, el punto culmen, el meollo intrínseco está en el tema amoroso del cura y la marquesa, que deriva en un polémico contenido teológico.
“La fe corre riesgos cuando desafía a la razón”.


    El problema radica en que no se puede compatibilizar Ciencia y Teología. Ser intelectual y creyente es complejo. Y para complicarlo el pecado. El Dios que defendéis debe ser prioritariamente misericordioso. 


     San Agustín dijo: “sin amor no es posible el conocimiento”. Sin embargo, ¡hay que ver la importancia que la Iglesia le da a los pecados del amor! ¿Por qué la Iglesia no acepta el amor de un sacerdote, cuando ese sentimiento es el más noble que una persona puede albergar?
    Para mí, aunque la novela es historia de estilo realista y costumbrista, termina en una verdadera tragedia, muy interesante, que no voy a desvelar, porque queridos oyentes, y sin ánimo de ninguna clase quiero que leáis la obra.


     Concluyo diciendo, lo que decía Jesús: “El que tenga ojos, que vea, el que tenga oídos que escuche”. Creo que ha llegado, para bien de la Iglesia y de todos que el celibato no sea causa primordial para ejercer el sacramento del sacerdocio.
     Enhorabuena a Juan José, creo que la obra merece la pena leerla y además está teniendo un gran éxito, conmigo ya lo ha tenido, por su contenido y por la enorme coherencia y profundidad de pensamiento y de trabajo. 
-¡Enhorabuena!


     A continuación Juan José, como un enamorado de su obra manifestó: para mí este acto tiene de importante el placer de poder hablar de mi libro.
    Hizo un extenso comentario, apostillando sobre algunos puntos muy interesantes de la novela a los  que el presentador no había hecho alusión.
    Estas fueron sus palabras.
   

       Sacerdote cesado por el obispado
   
  -En la noche de San Juan, es una novela, es un relato en el que cuento una historia, una historia principal, que José Medina  la ha expuesto de tal manera, que no me deja espacio para añadir prácticamente casi nada, no obstante quiero hacer algunas referencias como autor.


                                        Había una bicefalia ineludible

       Cuanto la historia de un sacerdote, que llega a un pueblo para suplir la plaza dejada por el anterior cura párroco, que ha sido cesado fulminantemente por el obispado que se ha encargado de su cese. Esta es la historia principal, y además hay otra serie de historias.


             Una época de estandartes y banderas

     La temporalidad de la novela ocupa un año, concretamente  desde el 17 de julio del 58, al 23 de julio del 59, un año completo, doce meses, doce capítulos.
    Comienza el 17 de julio, la víspera de la gran fiesta nacional del momento, de una sociedad regida por una bicefalia ineludible como era el franquismo y como era la Iglesia, con todas las sombras que aquello tuvo, y con todas las luces que, nosotros de niños, vivimos en una infancia feliz a pesar de todo lo ocurrido.
    

  

     Se inicia la novela el día antes de la fiesta nacional, y concluye en la noche de San Juan, en la mágica noche de San Juan, donde cualquier cosa puede ocurrir, desde que la chica encuentre al mozo de sus sueños, hasta que unas hierbas curen el mal de amores, hasta que se salten las normas impuestas por el Gobierno Civil, y donde, incluso, había una lujuria soterrada por callejones y placetas, aprovechando la festividad de la noche.


    El escenario, un pueblo, que puede ser cualquier pueblo de nuestra Geografía, en el vigésimo segundo aniversario del franquismo.
     Es una novela realista y costumbrista, en la que intento narrar lo que ocurrió en aquel año, hay una historia que es el hilo argumental de la novela y esa historia tiene una etnografía, en un pueblo donde ocurren cosas, las cosas que ocurren en todos los pueblos, pequeñas anécdotas que debido a la falta de grandes noticias, esas pequeñas anécdotas de elucubraciones, de envidias, se convierten en los grandes acontecimientos del pueblo.


         Los mineros camino de la mina desde la Calahorra  

     Recuerdo, de niño, me impresionaban sobre todo, yo vivía en una zona próxima a las minas de Alquife, una imagen imborrable, las procesiones de mineros de noche; no había trasporte, los autobuses vinieron en la época de los sesenta, en los cincuenta no había transporte, no había ni bicicletas, era gente ¡muy pobre!, ¡muy pobre!, vivían en la miseria, iban a las minas de Alquife desde la Calahorra andando, era un grupo de gente animosa, sin embargo era un cortejo triste, todos pintados del oligisto del polvo de las minas de Alquife alumbrándose con carburo, aquellos artefactos cilíndricos de donde salía una llama, como la de un soplete que ni el aire era capaz de apagarla.



     -Oye que se me ha apagado el carburo, y entonces se asustaban, yo entonces era muy niño y no sabía cómo funcionaba ni el por qué se asustaban tanto.
        Bien, esta es la perspectiva de la novela de cómo vivía la gente.


¿Qué gente?, gente sencilla, trabajadora, humilde, sarcástica...

¿Qué gente?, gente sencilla, trabajadora, humilde, sarcástica, más religiosa en la forma que en el fondo, apegadas a las tradiciones, apegadas a una manera de vivir en la pobreza donde ellos estaban actuando, pero sin embargo una dignidad casi infantil motivada regía sus vidas, unas vidas duras porque ya el subsistir era realmente muy complicado.


             ¿Qué gente?, gente trabajadora...

      La sociedad de aquella época, que yo recuerdo, estaba perfectamente fragmentada, en vencedores y vencidos.


           Los ancianos permanentemente buscando el sol o la sombra
     
       En mi novela recurro a una imagen literaria, a la alegoría, recurro al icono alegórico, para expresar esa dualidad de vencedores y vencidos en los ancianos del pueblo, que están permanentemente buscando el sol o la sombra según la climatología, en el invierno buscan los poyos de la iglesia, en verano los poyos del ayuntamiento, simbolizo todavía más porque los roles, el rol de cada uno está perfectamente planificado.


                El vencido hace surcos con el cayado
     
     El vencedor levanta la voz, y levanta el cayado para hablar, y el vencido habla en voz baja y no se atreve a llevarle la contraria; mientras el vencedor levanta el cayado hablando, el vencido hace surcos, es una imagen literaria que a mí me impresionaba, hace surcos en el suelo, se limita a liar cigarrillos, aquel cigarrillo nítrico con sus temblores, que los pudientes liaban de caldo de gallina, no sé si recordáis aquella picadura,



los menos pudientes de curruco, yo lo  recuerdo que olía muy mal, y los que no tenían nada con hojas de cerrajas secas, entonces con esa escenografía y con esa gente, en este año ocurre mi historia.
       Era una sociedad regida por una bicefalia, por un binomio de Iglesia y Estado, y en los pueblos por un triunvirato de autoridades: el cura, el alcalde, y el cabo de la guardia civil, que lo presidían todo y todo lo organizaban y todo lo controlaban.


   
      Era una época de temores y proclamas, de uniformes, de estandartes y banderas, las celebraciones religiosas, y las celebraciones políticas estaban íntimamente unidas, no había celebración religiosa sin presencia política, ni celebración política sin presencia religiosa, otra cosa era la imagen de Franco bajo palio.



     En aquella sociedad, regida por el pecado, todo era pecado, y había una catalogación de los pecados: el mortal, el venial, el mortal muy mortal, el sacrilegio, el menos mortal, luego estaba el Purgatorio, el Cielo, el infierno, el limbo, donde iban los niños que no se bautizaban, los tontos.



    A nuestro protagonista no le gusta ese Dios, justiciero, permanentemente preocupado por castigar a los malos y a los buenos cuando se descuidaban, no te podías descuidar porque enseguida ya habías pecado, y es que hablabas en fila y ya era pecado, hablabas…, todo era pecado y entonces en nuestra sociedad nuestro protagonista el cura le gusta el Dios Misericordioso, el Dios Bondadoso, el Dios Padre que perdona y que contempla la debilidad de la naturaleza humana, y ese es el Dios, el mensaje del Evangelio  del cura nuestro.


          Federico Martín Bahamontes, rey de la montaña
   
       En aquel tiempo, el año 58-59, hombre yo, en el libro, no hago un acta notarial, no quiero hacer un acta notarial, pero bueno una crónica del tiempo si lo es.
     Aquel año Federico Martin Bahamontes, fue ganador de la montaña en el tour de Francia, salió una figura futbolística Pelé, aquel año se celebró el campeonato mundial de fútbol en Suecia, los americanos echaron el Explorer, el primer satélite artificial puesto en órbita, los soviéticos el Sputnik,



que se estrelló contra la luna, apareció la primera muñeca, la Barbie, se murió uno de los Papas más carismáticos de la Iglesia Católica, Pio XII, llegó un Papa muy querido Juan XXIII,



 con Juan XXIII aparecieron los primeros auspicios, de lo que después sería el Vaticano II, y lo cito porque ese Vaticano II era la esperanza para muchos curas, que tenían una problemática, que la Iglesia no se lo correspondía, la Iglesia miraba para otro lado.


    
      No había luz eléctrica, llegó el cine y el cine marcó un hito en la historia de los pueblos, en cualquier corralón se extendía una gran lona, no había asientos, yo recuerdo como la gente se llevaba sus sillas, una escena realmente surrealista, pero con qué encanto la gente cargando con su silla.







     -¿Qué películas?, pues religiosas o dirigidas por el régimen, primero el Nodo, era obligatorio, noticias y documentales.
    La Virgen de Fátima, aquella de Fernando Fernán Gómez, Balarrasa, cuyo protagonista fue Franco, con el seudónimo de Andrade; la duquesa de Belamegí, quiero recordar la censura, que todos recordamos porque somos de una misma época.


     
     En la puerta de la iglesia se colocaba la censura que mandaba el Gobierno Civil, en guarismos. 1. Si era para todos los públicos. 1R. Para todos los públicos con reparos. 2. Hasta catorce años. 3. Hasta los 21 años. 3R. ¡jooo!, la cosa se ponía seria, para mayores con reparos. 4. Terriblemente peligrosa, no debe verse, con lo cual hacías todo lo posible por verla.


     
     Los aparatos de radio también fueron un referente inolvidable, había muy pocos aparatos de radio, concentraban en la casa de quienes lo tenían a todo el pueblo, o bien para escuchar la retransmisión del partido de fútbol o la novela.
      Voy a citar a tres emisoras, porque creo eran las más importantes:   



       Radio Nacional de España, para escuchar, “El parte”, y no las noticias, el “Parte de Guerra”, y Radio Nacional las novelas, aquellas novelas que concentraban a una gran cantidad de vecinos.



     Otra emisora que yo destaco era Radio Andorra, con la voz tan peculiar de la locutora y la relación de discos dedicados que era más larga que la propia canción, la catalogación era interminable, canciones como: “Cachito, Cachito”, que cantaba Gloria Lasso. “Quiéreme siempre”, de los Cinco Latinos. “El agua de Avellano” o “Soy minero”, de Antonio Molina. “El Emigrante”, de Juanito Valderrama y “La Primera Comunión”. O aquellas otras canciones de “Margarita se llama mi amor”. 



     También empezaron a entrar canciones extranjeras, “Paul Anka”, “O´carol” es de esta época, Doménico Moduño, son canciones que escuchábamos a todas horas y que nos entusiasmaban.


                 Escuchando "La Pirenaica"
     
     La tercera emisora que cito en el libro es la Pirenaica, la emisora prohibida que todo el mundo quería escucharla, la Pirenaica que se llamaba así porque se creía que estaba en los Pirineos, realmente se emitió desde Moscú, en un principio, porque fue una emisora creada por el partido comunista, obviamente por Santiago Carrillo y la Pasionaria, primero en Moscú y después en Bucarest, emisora que la escuchaban los afines a Franco y los contrarios a Franco, porque era una vía de información magnífica.


                 La Pasionaria y Santiago Carrillo

     Yo recuerdo concretamente a mi padre, a mi querido padre, que en mi casa había una habitación, que se llamaba el comedorcillo donde estaba la radio, luego había una puerta que daba al portal, y la ventana, en la ventana había lógicamente una cortina, entre la cortina y la ventana, mi padre había colocados dos clavos para colgar una manta y evitar que el sonido de Radio Independiente se pudiera escuchar desde la calle. 


                   La revolución cubana

     En esta emisora el 31 de diciembre del año 1958, escuchamos el triunfo de la revolución cubana, Fidel  Castro, el Che Guevara y lo revolucionarios de Cuba le quitaron el poder a Fulgencio Batista.


               Los bailes en la plaza con sus normas estrictas

     No puedo olvidarme de los bailes en la plaza con sus normas estrictas, no había quien se las saltara o sea el brazo izquierdo del hombre, al brazo derecho de la mujer, el brazo derecho del hombre a la cintura de la mujer, el izquierdo de la mujer en el hombro del hombre, y a una distancia considerable, si el hombre intentaba acercarse el codo como parapeto, la mamá y todo el mundo vigilando a ver si las distancias se cumplían.




     Pero el gran icono motorizado de la época fue la vespa, que la llevaron al pueblo en mi novela, el maestro y la maestra, dos maestros recién casados de falange, muy queridos en el pueblo y que hicieron más amistad con los que eran críticos al régimen: el cura, el médico y el maestro como otros falangistas recalcitrantes del pueblo, porque venían de la modernidad, pero la vespa que  popularizaron en la película, Vacaciones en Roma, Audrey Hepburn y Gregory Peck, fue el mejor icono.



     Una Institución de la época era el Seminario, por donde tantos niños pasaron, porque era una época propicia para el crecimiento de las vocaciones sacerdotales, alentado por el ambiente de la época.


                      Una Institución de la época fue el Seminario

     Los niños de pueblo teníamos difícil estudiar,  si no éramos muy ricos, porque teníamos que venir o al Colegio del Sacro Monte o a Escolapios, en los pueblos grandes, en aquella época no había Institutos, entonces venir al Seminario era fácil, era cómodo, tenía mucho prestigio sobre todo académico, porque en el Seminario se estudiaba de verdad y se adquirían unos hábitos de conducta y comportamientos realmente extraordinarios, el esfuerzo, la responsabilidad, la amistad, la colaboración, aquello tenía la parte positiva, aunque lógicamente tenía sus adversarios.


                       La emigración en esos años

     No quiero alargarme más, quiero ir concluyendo, pero no quiero dejar de citar la emigración de esos años, se emigraba a Brasil, se emigraba a Alemania, pero sobre todo se emigraba a Barcelona, a Cataluña, en aquel tren emblemático,  el Andaluz se le llamaba en Cataluña, y el Catalán en Granada, que tardaba hasta veinticuatro horas en arribar a su destino; tan lento era el tren que por la zona de Valencia, la gente se apeaba con las bolsas, las llenaban de naranjas y volvían a subirse, tren que paraba en todas las estaciones, grandes, pequeñas, apeaderos, aquel tren porteador de tantos andaluces ilusionados con cambiar de vida, porque la vida que tenían evidentemente  en el pueblo era una vida mísera y se quería vivir con un poco de más dignidad.



                 El tren llamado "El Catalán"
    
     Con esto termino el tema estructural de la novela mejor que lo ha dicho José Medina  no lo voy a decir yo; pero es la soledad del cura párroco, la soledad y los problemas se funden.
     Hizo referencia a personajes que aparecen en otras novelas de nuestra literatura por ejemplo el magistral de  la Regenta, hay establecido continuamente un paralelismo  entre el cura, el protagonista de mi novela y el magistral de la Regenta, porque era impensable,  pero también encuentro otro sacerdote emblemático  de la Literatura Española, con Salvador Loca Valle. 
Vamos a ver, desde mi punto de vista, el cura de la Regenta don Fermín de Paz, es un hombre que yo creo no pierde la fe, pero lo que si pierde es la vergüenza, es un cura tremendo, índole, el argumento que utiliza para seducir a Ana Ozores es inadmisible.



     El cura de San Manuel  Bueno Mártir,  de Unamuno, es un cura que ha perdido la fe, pero no ha perdido ni la dignidad, ni la vergüenza, ni la caridad cristiana, es un cristiano ejemplar, aunque haya perdido la fe nuestro cura de la novela en un principio parece hipócrita, cínico, pero en realidad es un hombre agobiado por un problema que le desborda y que no sabe solucionar, porque la Iglesia en aquel momento no le ayuda, la Iglesia no ayudaba a los curas en esta problemática.



     
     D. Bernardo, el padre Bernardo, se enamora de una mujer, ama a una mujer y se siente amado por esa mujer, bueno, pues ya está ahí el pecado, pero ellos no consideran que eso sea pecado porque si el amor es el sentimiento más noble del ser humano, y ellos aman, Dios es el que ha instalado en la masa de la sangre, el sentimiento del amor, Dios no puede propiciar nada que sea objeto de pecado, por eso, el referente del sacerdote es el glorioso mensaje del Evangelio, él dice que las leyes de la Iglesia, no son las leyes de Dios, las leyes de la iglesia son leyes hechas por hombres con manos de hierro, para no perder su autoridad, las leyes de  Dios son una cosa y las leyes de la Iglesia otra.


            Las leyes de la Iglesia no son las leyes de Dios
   
    El cura de mi novela no pierde la fe, ni la dignidad, es un hombre en cuyo corazón anidan avispas, mariposas, es un hombre agobiado, es un hombre atormentado, el problema se le desborda y del que no sabe cómo salir pero él siempre busca en ese Dios bondadoso el referente a su problemática .


                                  Siempre busca al Dios bondadoso

      Resumo, mi novela he querido que sea un relato costumbrista de una época, es la parte principal de mi novela y la angustia de un sacerdote encerrado en su interior,


Santa Teresa  y su "Castillo Interior"


en su castillo interior  como Santa Teresa, en su torre de cristal, con los pilares de la fe, del amor y del pecado y dicho esto también quiero que mi novela sea, una evocación a la nostalgia de todos aquellos que vivimos aquella época como niños, o como adolescentes o protagonistas de los desamores de la época, pues queridos amigos, si mi novela no os gusta os pido que me lo digáis, si os gusta que se lo digáis a otros, para que la compren.


      Muchísimas gracias, es un placer haber estado esta tarde aquí en la presentación de mi novela, muchísimas gracias.
     Un prolongado aplauso cerró las intervenciones y con él la presentación del libro.


     Aquí terminó esta presentación vivida con el calor familiar de amigos.


     Al salir a la calle con el ánimo henchido, la mente despejada y el regusto de una magnífica velada, miro al cielo y a través de los aleros de los tejados que guardan el longevo Teatro Isabel La Católica, la veo con su medio cuerpo radiante sonreírme y decirme:

Resultado de imagen de la luna y Puerta Real


Resultado de imagen de puerta real desde el centro artístico -     -¡Pepe, aunque tú no te lo creas!, con el poder y la fuerza de la luz he penetrado, por el balcón, desde donde se contempla el marco inigualable de Puerta Real, sin que nadie lo apercibiera, he estado presente disfrutando de una velada que, ¡lo siento!, se la han perdido otros muchos, 





me llevo debajo del blancor de mi luz la novela, “En la noche de San Juan”, para leerla y dársela a conocer a los astros y las estrellas del firmamento, porque merece la pena. Gracias.


    Después  terminaríamos saboreando un rico pulpo a la gallega, en uno de los típicos restaurantes de la ciudad, de una ciudad que a estas horas estaba a rebosar, con las terrazas repletas de gentes de todos los lares, y el rico sabor de una tarta de los Italianos, mientras allí arriba, muy arriba, ella, la Luna, seguía  nuestro caminar.

                                             La Luna seguía nuestro caminar. Calle de Reyes Católicos 


                                                 José Medina Villalba.








2 comentarios:

  1. ¡¡Vaya, veo que culminasteis una noche especial de la mejor manera: con una tarta de los italianos!! Espléndido tu reportaje, querido Pepe, como todos los tuyos, espléndida la presentación, y espléndida también seguro la novela de Juan José Gallego.
    Y me ha alegrado mucho ver en el público a Conchita, a tu hija Carmen y a tu yerno Pepe. Para todos ellos, y por supuesto para ti, un fuerte abrazo de Amelina Correa

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  2. Echando una ojeada a los últimos archivos que he colocado en mi blog, me doy cuenta que no he contestado a algunos, lo que me parece una grave falta de respeto, en concreto a éste que, con la gentileza que la caracteriza me ha enviado, doña Amelina Correa. Dice el refranero español, que "nunca es tarde si la dicha es buena", y en este caso la dicha es bastante satisfactoria, tratándose de tan honorable señora.
    La verdad es que estuvimos en familia, tan en familia que allí estaba alguna de la mía. Pero bueno, fue agradable la presentación, el autor, buen amigo, quedó satisfecho, el auditorio lo mismo y el que la hizo también.
    Amelina, muchas gracias por tu comentario y espero lo sigas haciendo con los que vayan apareciendo. Un fuerte abrazo.

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