martes, 8 de diciembre de 2015

EL ÁRBOL, EL PUENTE Y EL RÍO


                                                       Carrera del Darro. Óleo sobre lienzo. 70X54. Autor: José Medina Villalba  
Carrera del Darro. Óleo sobre lienzo. 70X54, Autor: José Medina Villalba

Era otoño, uno de esos días del mes de noviembre que parecen más de primavera, de una estación que ha transformado el variopinto color de las flores, en el ocre pálido de las hojas de los árboles que comienzan a dormirse. 

                                      Iglesia de Santa Ana
Las campanas de un alminar convertido en torre de iglesia dejaban, en el espacio de un amplia plaza, los sones de un lenguaje hecho con palabras que destilan el sonido ronco del bronce de un esquilón, con el tintineo de un pequeño esquilín, en una conversación de júbilo de unos desposados que,

                     Una boda en la Iglesia de Santa Ana, con salida acompañada de  explosiones de colores 

al salir de la Iglesia de Santa Ana, reciben las felicitaciones de los acompañantes con aplausos, vivas y toda una serie de papelinas de colores lanzadas al viento, con explosiones que parten de furtivos e improvisados minúsculos cañones, convirtiendo el asfalto en una alfombra multicolor.


                                    La Carrera del Darro, la calle más visitada de Granada
El pie sobre el que se asienta el barrio del Albayzín, la Carrera del Darro, una de las mejores vías para poderse adentrar en la magia que derrama a raudales este arrabal moro, cristiano y gitano, con la arrogancia de su estrechez, envuelta en la capa de la grandeza de la mejor calle del mundo, y la ansiada por todos los visitantes que llegan a Granada.

                       La Carrera del Darro a la altura del Puente del Cadí y de los  baños árabes (Bañuelo)

Una vía, hasta no hace muchos años, casi olvidada, prácticamente utilizada solo por los vecinos del bajo Albayzín, los habitantes del Sacromonte y algún que otro romántico, que en todas las épocas los hubo,  ajeno al ajetreo del ir y venir de los avencindados, se recreaba y deleitaba en las bellezas que rezuma este entorno.

                                        Carrera del Darro (1940)

El que suscribe este pasaje podría contar por millares las veces que su figura ha dejado la huella sobre el adoquinado de esta vía, caminando de todas las maneras que se puedan realizar: despacio, de prisa, a toda marcha, corriendo, en moto, en coche, cuando lo mismo daba ir en una u otra dirección, en contacto con los vecinos, e incluso soñando y no me refiero al puro y limpio sueño que nos cobija cuando nos echamos en el lecho.

                                             El sueño es cansancio y muerte
Del sueño a los sueños hay un muy distinto camino, y sólo han sido y serán, 

                                            Los sueños son libertad

el sueño cansancio y muerte, mientras los sueños libertad.

                                    El trenecito turístico por la angostura de la Carrera del Darro

Caminar hoy día por esta arteria, sobre todos los fines de semana, es algo complicado: decenas de forasteros y otros tantos granadinos, trenecito cargado de viajeros, taxis, y coches particulares, con asentamiento permitido en el barrio, lenguajes de todos los lugares del mundo embargan los sentidos, gentes de todas razas y colores de piel, ruidos y algarabías resuenan por acullá, e incluso se convierte este lugar en un albero alargado de plaza de toros, 

                                      Un lance de pecho al vehículo que pasa

donde el paseante se tiene que arrimar a la pared, como lo haría  el mejor torero al burladero, para poder darle el lance de pecho al vehículo que pasa, convierten este lugar en una feria; 

                              Desde la terraza de uno de los bares, se contempla el espectáculo

solamente faltarían los olés de los que contemplan el espectáculo, desde cualquiera de las terrazas que por aquellos entornos hay.

                                        Real Chancillería de Granada

Ajeno a toda esta tramoya, soñando en vivo, que también se puede hacer, y desligándome de todo lo que me rodeaba paseaba tranquilamente por la Carrera del Darro, después de haber dejado atrás Plaza Nueva con su majestuosa Chancillería, los novios, sus invitados y los numerosos curiosos que suelen asistir a estos actos; 

                                        Aplausos de acompañantes y curiosos

mis oídos poco a poco dejaron de percibir la jerigonza de las campanas y mis pupilas se abrieron al maravilloso espectáculo que ante mis ojos se abría.

                                 El escenario de la Carrera del Darro, a la entrada.

Me voy abstrayendo de todo lo que me rodea, siempre me ha gustado dialogar con las cosas que me envuelven, con los objetos que no pueden hablar, o que hablan a su manera, como: el río, el árbol, el puente, la calle, la tierra, pero mejor todavía con las cosas más pequeñas.
-¿Acaso no te pasa a ti?
-Claro que sí, porque soñar despierto es alucinante.

                                    El centinela que vigila la entrada

Me detengo junto al centinela mayor que vigila la entrada, lozano, majestuoso, mayestático, señorial, siempre atento, proporcionándonos lo mejor que tiene, su vestido cambiante en cualquier estación del año, prestándonos su sombra para que nos cobijemos en los días calurosos, para   reposar durante un breve espacio de tiempo, para que comencemos a deleitarnos en el inmejorable paseo que nos espera, para que al mirar su cúpula como un indicador especial, nos haga dirigir la mirada a la que siempre está contemplando, 

                                   El puente se extasía contemplando a la sultana Alhambra

la sultana, la Alhambra, nuestro árbol no quita visión sino que nos la da.

                                           Puente de Cabrera

Muy cerca, y mirándose mutuamente está el puente, el Puente de Cabrera nombre que corresponde a don Pedro Cabrera y Jaques de Mancilla, comendador de Ocaña, teniente que fue del Generalife.

                               El puente en los atardeceres se viste con un tapiz de púrpura

Chiquito, estrecho, pero elegante como él solo, el empedrado que viste su cuerpo se convierte en los atardeceres en un tapiz de púrpura cuando el sol le acaricia desde la Torre de la Vela en sus despedidas vespertinas, se empina como el niño pequeño que quiere contemplar el agua del río que lava sus pies.

                                     Un río que tiene una lindeza especial

Bañando los pies del árbol y del puente, las aguas de un diminuto y pequeño río pero con una lindeza especial, cuyo susurro y cantinela diaria recrea los oídos de los que tranquilamente degustan la típicas tapas en cualquiera de las terrazas que se sitúan a su vera. “El buen paño en el arca se vende”, porque nuestro río no necesita propaganda alguna, su modestia y discreción es su mejor divulgación.

                                       Por el Darro solo reman los suspiros
                                                                                  Nacimiento del Río Darro

 Por el agua del Darro solo reman los suspiros, decía Federico, suspiros de tristeza porque ya no brota el agua de su nacimiento en Huetor Santillán, sólo se alimenta de los veneros de más abajo, pero esto no importa al ciudadano y a una ciudad alegre y confiada que mantiene las terrazas a su vera para deleite de los que, en las noches veraniegas, disfrutan del rumor de la corriente, de las tertulias que han elegido como lugar de veraneo este marco incomparable.

                                           Había una conversación acalorada

Como la ráfaga de un relámpago había pasado por mi mente toda esta serie de elementos vitales de mis tres protagonistas, cuando, ¡ay! se me estremece la fibra sensible de mi cuerpo, al escuchar que entre mis tres personajes hay una conversación acalorada.
Sin querer intervenir, pero sin perder el menor ápice de lo que está ocurriendo, me dispongo a prestar oídos a lo que allí está pasando.
Cada contendiente, a través de su exposición intenta convertirse en el principal protagonista de la Carrera del Darro.

                                   Los tres protagonistas de la Carrera del Darro

Con voz ampulosa y elocuente, como la concavidad del arco que sostiene el puente, se manifiesta diciendo: si no hubiese sido por mí, que uno la Carrera del Darro con el barrio de la Almanzora, no hubiese sido posible dar paso a la gente, soy muy longevo me construyeron después de la explosión del polvorín que había cerca de la Iglesia de San Pedro, a comienzos del siglo XVII y he coadyuvado a forjar la imagen romántica del cauce del río.

                                                            Soporto sobre mis espaldas el peso de la multitud en Semana Santa

Estoy reclamado por la multitud, de aquí y del extranjero, para en los días de Semana Santa, soportar el peso de todos los que sobre mis espaldas desean contemplar el paso de las imágenes, soy el vigía más excepcional, el mirador desde donde las escenas más escalofriantes, como la del paso del Cristo de José de Mora, en una noche sacada de las tinieblas, bajo un cielo de estrellas y una luna que se asoma a las ventanas que forman las nubes, poder contemplar la imagen del “Silencio”; 

                                     El Cristo del Silencio de José de Mora

su figura se recorta lentamente sobre las fachadas palaciegas, mientras un ronco tambor, con su ¡tan, tan,!  enerva el vello de los espectadores. 
El puente, continúa su discurso:


                                  Director, actor y representantes del Ayuntamineto,
                                                                             durante el rodaje de la película Caníbal. 

He servido de escenario para el rodaje de la película “Caníbal” y durante dos semanas serví de enlace del thriller que unía la casa del taller de sastrería con la vivienda del sastre.

                                        Fuente del Avellano

Cuantas mocitas al pasar, para ir a por agua a la Fuente del Avellano, cantaban: A la fuente voy, de la fuente vengo, al pasar el puente siempre me entretengo.
El puente siguió hablando de una forma arrogante y  reprochándole al río, le dice:

                                  ¿Cuando te vas a cansar de cantar? le dijo el puente  al río.

-Porque tú, Río Darro, lo que quieres es el capricho de tener lo que nadie tiene: una luna entre tus brazos, y una estrella entre tus peces, y eso es imposible, además te voy a decir una cosa ¿Cuándo te vas a cansar, agua cantaora, que por debajo de mi vas, que de día y de noche no cesas de cantar?
El río no pudo aguantar más tanta arrogancia y desprecio, con voz de agua achocolatada y furiosa en un día de tormenta,  que viene arrastrando todo lo que encuentra a su paso le reprocha  al puente:

                                             Pena me das, le dijo el río al puente

-Pena me das, si todo lo que me tienes es una envidia loca, siempre me estás diciendo: ¡quien se pudiera marchar! Porque estás prisionero y de ahí jamás te podrás mover, yo, en cambio, siempre me estoy marchando diciéndote adiós y eso te reconcome las entrañas, ver como paso cantando por debajo riéndome de tu esclavitud. Así que sigue presumiendo de tu longevidad, que si tú tienes años muchos más tengo yo que existo desde la eternidad.

                                          El agua maga del Río Darro

En este río, siguió diciendo el agua, soy agua vegetal, el agua maga que por las plantas trepa, y se esponja y juega y vuela y pinta y verdea y perfuma la Carrera del Darro.
El árbol que inmóvil seguía escuchando el ardiente diálogo entre el puente y el río, aprovechó uno de los descansos que ambos, puente y río, tomaron para inflar de nuevo sus pulmones y seguir la discusión, e intervino de repente:

                                    Yo siempre estoy evolucionando les dijo el árbol

-Pero, ¿no os habéis fijado en mí?
Vosotros siempre sois lo mismo no cambiáis vuestro porte, en cambio yo siempre estoy evolucionando e innovando mi estilo, en primavera me visto con una infinidad de verdes, en verano proporciono paz, sosiego y tranquilidad, a los que transitan, dejando generosamente sobre la calle mi doble, mi  sombra, para que cobijados sobre ella se puedan deleitar en el maravilloso panorama, e incluso, los que nos visitan, os puedan trasladar a sus países de procedencia delicadamente guardados en las retinas de sus cámaras. ¿Os habéis fijado en el multicolor aspecto con el que estoy cubriendo mi cuerpo ahora?

                                           Nunca me quejo de mi estado

Vosotros vais a lo vuestro siempre con la misma cantinela, tú puente, diciéndole siempre al río ¡Quién se pudiera marchar! Y tú Río Darro, casado de tanto caminar, declarándole al puente, ¡Quién se pudiera quedar!


                                  Algún día me podrás necesitar, dijo el árbol

Yo, en cambio, no me quejo de mi estado estático en el que me encuentro, es más siempre me estoy ofreciendo a los que me miran, a los que me fotografían, a los que agradecen mi sombra y  les digo: tal vez si llegas a viejo, me necesites de báculo. Puede ser que en invierno, cuando haya nieve en el campo, mis brazos te den calor a los tuyos y a tus manos, viéndome como me sacrifico en la chimenea, y yo he de ser, aunque es triste tener que recordarlo, el último compañero que te llevará en los brazos.

                                            Cuesta del Chapiz

Por el Darro siguen remando los suspiros, sigo caminando mientras en la lejanía aún sigo escuchando el eco de la discusión de mis tres íntimos amigos, me marcho Cuesta del Chapiz arriba hasta San Miguel el Alto, con un ramo florido de volaeras y pájaros, desde aquí contemplando el inmenso paisaje aún me suena en mi subconsciente la discusión de allí abajo.

                                            Mirador de San Miguel Alto

Sobre el pretil que bordea la pequeña placita de la ermita desde donde se contempla una espectacular panorámica no puedo por menos reflexionar sobre lo ocurrido.

                                              Puente de Cabrera

Todos los humanos tenemos algo de puente, algo de río y de árbol. Puente por el inmovilismo que a veces nos aprisiona, nos traiciona, nos amarra y sujeta y no nos deja actuar ante las injusticias que diariamente se cometen. 

                                             Nuestras vidas son ríos

Río porque nuestras vidas son como el agua de los ríos que van a morir en el inmenso mar que es la eternidad.
Nuestras vidas son los ríos
que van a dar en el mar,
que es el morir;
allí van los señoríos
derechos a se acabar
y consumir;
allí los ricos caudales,
allí los otros medianos
y más chicos,
y llegados, son iguales
los que viven por sus manos
y los ricos.
(Jorge Manrique. Coplas por la muerte de su padre)

                                      ¿Qué tenemos de árbol, los humanos?

Y de árbol, ¿qué tenemos? Poseemos muchas actitudes cambiantes continuamente, (como el árbol que en cada estación muda de vestimenta) a veces nos emperifollamos con el color variopinto de  las maravillosas tonalidades que nos presta la generosidad, la solidaridad, la fraternidad, la amabilidad, altruismo, simpatía, dadivosidad..., 

                              El árbol carente de vida en los rigurosos días del invierno
otras, desnudamos nuestra mente y la envidia, el odio, el rencor,  despecho, animadversión..., se apoderan de nosotros convirtiendo nuestro intelecto en el árbol carente de vida en los rigurosos días del invierno. Seamos pues, árboles floridos que trasmitamos valores a la sociedad. 
                                    
                                    FELIZ NAVIDAD

                                        José Medina Villalba






7 comentarios:

  1. ¡¡Qué magnífica felicitación navideña!! Espléndidos los lienzos que me has hecho llegar al correo electrónico, y espléndido igualmente este reportaje, con la calidad, la viveza y el dinamismo a que nos tienes acostumbrados. En éste, además, encuentro recuerdos que me son especialmente queridos: la Iglesia de San Pedro, donde me casé, la maravillosa procesión del Cristo de la Misericordia por la carrera del Darro...
    Gracias, una vez más, y felices Navidades para ti y tu familia. De parte de Amelina y Juan Carlos

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    1. Me ha llamado curiosamente la atención cuando el remitente del comentario figura con el nombre de Nana, y sin leer el mensaje, empieza la mente a ubicar ese nombre con alguien conocido, después de ímprobos esfuerzos y no sacando conclusión alguna me decido a leerlo.
      En el trascurso de la lectura y sin dejar caer la mirada hacia el final, para no descubrir la firma, por la forma de expresión literaria, en su contenido, van asomando los destellos de la persona que creo puede ser la mensajera. Finalmente se confirma la adelantada opinión de mi mente.
      Mi agradecimiento más sincero por tus alabanzas hacia mis óleos, y texto literario, si éstos han sido el motivo para hacerte recordar agradables momentos del pasado un complemento mejor para rubricar este comentario.
      Feliz Navidad de nuevo para ti y tu familia. De parte de Pepe y Conchita.

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  2. Respuestas
    1. Gracias Lupe, por tu comentario y felicitación que, en el mismo sobre y con el mismo remitente, te devolvemos la congratulación navideña.

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  3. Amigo Pepe: he olvidado firmar el comentario numero siete, así es que enmiendo el olvido, enviándote mis mejores deseos para estas fiestas y para el próximo año, junto a Conchíta y tus hijos y nietos. Un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Cuadros.

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