jueves, 1 de febrero de 2018

UNA MAÑANA FRÍA DE INVIERNO

                                                Santo Domingo. Óleo sobre lienzo. (64x42) 
                                                 Barrio del Realejo. Autor: José Medina Villalba



Esta mañana me desperté cuando apenas un hilo de claridad metálica arañaba para intentar penetrar por el balcón de mi dormitorio, la luz del crepúsculo mañanero me lamió el rostro y haciendo un esfuerzo me refregué con mis manos, hechas puños, para intentar despegar los párpados, que como cortinas tenían cerrados, a cal y canto, mis ojos.


Las doce de  la mañana, un airecillo frío de esos que te saludan cortándote el cutis, de esos que te obligan, a esconder la cara  entre las solapas de tu abrigo,  de esos que se hacen dueños de la calle, porque han tomado la libertad plena de apoderarse  de todo el entorno, una brisa gélida que mordía con ganas me acarició el rostro en el momento que dejé detrás de la suela de mis zapatos el último escalón del portal de mi casa que limita con la calle.

                                        Avenida de la Constitución

 Una brisa fría y cortante me escupió el rostro para acompañarme, desde mi casa a un lugar donde se iba a celebrar un acto religioso para aliviar, reconfortar y dar fuerza al espíritu de un amigo, que hace un mes se nos fue de este barrio terrenal a otro donde el descanso es eterno.

                                                   Manuel Pino Sabio, en primer término.

Un cielo azul intenso lamido por una serie de nubes blancas danzaban a su aire desperdigadas, como rebaños que pastan a su libre albedrío, se cernía sobre la ciudad, habían tenido la fuerza y el atrevimiento de expulsar a unos negros nubarrones que durante la pasada noche, dejaron caer el llanto de su amarga vestimenta en pequeñas y sutiles gotitas cubriendo las calles de un leve espejo donde aún, se podían reflejar las siluetas de los edificios, y la imagen hecha agua, de mi caminar lento y pausado hacia el lugar donde me dirigía.



El día era claro, con cielos de cristal de color azul ultramar y pinceladas de nubes en fuga, que habrían hecho las delicias de cualquier pintor que hubiera podido plasmar en su extensa paleta los colores  que, en esos instantes en la atmósfera etérea, se fabricaban.


                                                                 Cielos de cristal

Daba la impresión que la gente agarrotada por el intenso frío, caminaban a cámara lenta, deteniendo el paso y por momentos surtía la sensación como si detuviesen el paso y apareciesen congeladas como figuras de una vieja fotografía.



-¡Hombre, por Dios! ¡Qué exagerado es usted!, yo he salido esta mañana a esa misma hora y no es para tanto la cosa; sí, hacía un fresquillo agradable, pero no esa nota de hielo que nos quiere meter, no sé si para que sigamos leyendo o para que le demos carpetazo a este artículo.  


                                             Basílica de la Patrona la Virgen de las Angustias

Amigos del pasado, se encontraban en la entrada de la majestuosa fachada de nuestra Patrona, saludos que intentan recordar tiempos pasados, condensados en frases alusivas a la figura del que, según algunos de los allí presentes, era un buen elemento en el manejo del balón, impulsado por los pies que han recorrido extensos caminos de vida, dedicados a otra hermosa actividad que también es un gran balón, valga el símil, el conducir a la juventud para que entren en la portería de constituirse en personas completas, 


                                            La primera escuela de José Medina Villalba
                       Una clase de Anatomía, al aire libre, impartida por José Medina Villaba, ante alumnos de la
                                                                            Universidad Complutense de Madrid

corporal y espiritualmente, o intentos de alcanzar la formación humana, en una palabra, lo que siempre se le ha conocido y permanecerá con el apelativo de la Educación.

                                                            Manuel Pino Sabio

     Quiero recordar a un amigo con el que he compartido muchos tiempos y espacios de nuestras vidas, de infancia, de juventud,  de profesionalidad, se llamaba Manolo, de apellido Pino Sabio, hizo honor a su nombre porque, aunque en altura no ganara la del majestuoso del cupressus, que mira como una flecha hacia el cielo, y adorna los parques e incluso decora los paseo de los cementerios, para indicarnos que los que subyacen en el suelo, a través de la absorción de sus raíces escapan sus espíritus por la punta de los cipreses, para alcanzar lo más pronto posible la dicha del cielo.


                                       Manolo Pino, maestros en las Escuelas del Ave del Varadero

      Él supo actuar con el verdadero sentido de la responsabilidad, ingresó con diecisiete años en el cuerpo del Magisterio y toda su vida permaneció en la educación y enseñanza, dando ejemplo de inventiva, sentido de la creatividad y animando e infundiendo en sus alumnos los valores que deben de portar para ser útiles a la sociedad que les ha tocado vivir.


                                                  Manolo Pino, maestro en las Alpujarras
                                    Equipo de maestros de Casa Madre del Ave María, 
                                                                 bajo la dirección de D. Manuel Pino Sabio
                                                                                   

      El humor siempre estuvo a flor de piel, y el micro continuamente a su disposición en los diversos viajes que se organizaban, bien a nivel de alumnado, así como de la Asociación de Antiguos Alumnos del Colegio del Ave María,


                                Manolo Pino Sabio y José Medina Villalba, peregrinos en el Camino de 
                                                                                                 Santiago



y aunque los chistes y humoradas se repitieran, siempre buscaba la forma para que resultaran novedosos y sacar la sonrisa, o la carcajada, de todos aquellos que lo escuchaban.
He visto en la iglesia a un antiguo alumno, Aguayo, por este apellido le llamábamos, al que en más de una ocasión he tenido el gusto de saludar, alumno que conserva un buen recuerdo de su Colegio y de sus maestros, siempre en sus conversaciones me  citó, con agrado, a alguno de ellos.


       Estaba unos cuantos bancos más adelantado al que me encontraba, miró de soslayo y pronto vino a saludarme. Hizo referencia a muchos de sus educadores, e incluso preguntó por aquel con el que, por lo visto, no era de su devoción.

                                                       Retablo de la Iglesia de la Patrona

La Iglesia de las Angustias, siempre impresiona la majestuosidad que encierra, su retablo principal todo de mármol, de estilo churrigueresco donde se encuentra el Camarín de la Patrona, aquella pequeña ermita del siglo XVI que recibió de la Reina Isabel la Católica una tabla pintada con la imagen de la Virgen de las Angustias, 


                                     La Quinta Angustia, obra de Fracisco Chacón, finales del siglo XV.
                                                              Óleo sobre tabla, regalo de la Reina Isabel la Católica a Granada.

se creó una Hermandad de Campesinos, para después recibir el apoyo de la Chancillería y  de los miembros de la Casa Real y del Rey Felipe II para que se construyera esta gran basílica donde, un año  de 1982, el Papa Juan Pablo II montado en un autobús de la Empresa Alsina, que acompañaba al séquito, sentado en el lugar que ocupa el cobrador, lo viera llegar toda una multitud, venida de diversos lugares de la provincia y de otras regiones  porque el Papamóvil se había averiado.

                                              Juan Pablo II llegó a Granada en un autobús de la Alsina

       Una imagen de una Dolorosa en bulto redondo traída desde Toledo en 1565, la Hermandad la transformaría a finales del siglo XVI en la Virgen de las Angustias agregándole la cruz de plata, el manto y el Cristo Yaciente.



Hoy, en esta misa dedicada a un buen amigo, todo lucía con más resplandor, un altar mayor repleto de claveles rojos, unas lámparas desprendiendo el brillo intenso de una luz que dejaba su resplandor, resbalando por la superficie de las gigantescas figuras de los Apóstoles apoyadas en las paredes en fuertes soportes, dejando su mirada sobre los diminutos asistentes.



        Pasaba por mi mente, como flotando en el aire y queriendo manifestar a los asistentes, que allí había un alumno, hoy un hombre, que peina canas e incluso amplias zonas de su cabeza dejan al descubierto la piel fría de su cráneo, se ha acordado de hacer acto de presencia dejando, (en representación de todo un alumnado que recibió el barniz de los comportamientos y de la forma de ser) en la atmósfera de esta mañana dibujadas las letras de una carta dirigida al director del periódico local “El Ideal”.

                                           PESAR POR LA MUERTE DE MANUEL PINO.

Sr. Director de IDEAL: El pasado día 22 de diciembre, como ya es habitual, no me tocó la lotería, como estoy acostumbrado, no me irrité pero sí me entristeció conocer la noticia del fallecimiento de don Manuel Pino, antiguo director del Ave María Casa Madre. Es un tópico decir, cuando alguien se va, eso de que era buena persona pero puedo corroborar que en este caso no es un tópico, sino la realidad. 


                                            Una clase al aire libre.  Dado por José Medina

50 años después aún recuerdo su humanidad, profesionalidad y buen trato hacia los alumnos. Me dejó huella y tuve una relación respetuosa y cordial con él, y no seré a buen seguro el único alumno que lo recuerda con cariño. Estas Escuelas siempre se han distinguido por la calidad personal y profesionalidad de sus maestros. De todos guardo buen recuerdo y agradecimiento.
Quiero hacerle llegar a sus familiares mi más sentido pésame por tan importante y sensible pérdida y a usted D. Manuel, que Dios le haya reservado el mejor de los sitios ya que se lo ganó en vida.
Francisco Aguayo Moreno.

               Mientras estas bellas y sencillas palabras pasaban por mi mente, miraba al autor de las mismas, y echaba una ojeada a mi alrededor para comprobar que muy pocos de los íntimos amigos se hallaban allí presentes, pero esto es la vida, un conjunto de acontecimientos importantes que se van desvaneciendo, como se apaga la luz del mejor cirio, 



o como se desvanece por el horizonte todos los días la luz de un Sol que se acuna para dejar paso al olvido del día, y presentar las funestas tinieblas de la noche, que se pierden en el infinito, dejando el rastro de un cielo de colores en su despedida, pero que en este caso, no han dejado la menor huella en aquella gran hornada de alumnos que por sus directrices pasaron.
Ya lo dijo Jorge Manrique, en las Coplas dirigidas a la muerte de su padre: 


            
Nuestras vidas son los ríos
qué van a dar en el mar,
qué es el morir
allí van los señoríos
derechos a se acabar
e consumir,



allí los ríos caudales,
allí los otros medianos
e más chicos,
allegados, son iguales
los que viven por sus manos
e los ricos.

     Y aquí llega, relacionado con este asunto,  el gran poeta Antonio Praena, en su poemario: Historia de un alma.




                                                                            El poeta Antonio Praena

“Recriminación de Manrique”
El muy hija de puta
lo supo desde siempre
aunque nunca lo dijo.
No porque van al mar los ríos son la vida
sino porque son sucios y profundos
y no vuelven jamás hasta su origen.

                                                             Amelina Correa Ramón

Contestación a Amelina de Antonio Praena.
-Menudo poemita has escogido, Amelina. ¿Qué van a pensar del libro? En serio. Gracias, amore.
María Isabel Mora Montes.
-Duro!!!!
Amelina. 
-Pero atinado!!!
Antonio Peña.
-Un auténtico “reality bite”. Me encanta.
Amelina.
-A mí también. Duro, pero certero.
Elena Zurrón Rodríguez .
-Me encanta a mí también.
Amelina.
-¿Verdad que sí, Elena?
Elena Zurrón Rodríguez.
-Sí, Amelina me parece muy real y auténtico.
Amelina.
 -Y tanto que sí!!!!
         

       
     Algo extraño había ocurrido esta mañana, mi camino hacia el lugar del homenaje religioso, se vio alterado por una serie de extraños elementos que fui encontrando en mi recorrido. Cuántas veces hemos visto por La Castellana en Madrid, pasearse cientos de ovejas que hacen uso de sus derechos adquiridos desde el devenir de los tiempos usando las llamadas Cañadas Reales, con licencia propia para pasar por los que en otros tiempos fueron caminos abiertos, cubiertos de pastos,



 de jaramagos que ayudaban en el caminar trashumante a ganado, pastores, perros, cachabas, zurrones, pellizas de piel ovejuna, los caminos polvorientos que envuelven la marcha de esos rebaños, donde se escucha el tintineo de los cencerros, la voz de los gañanes cuando algunas de estas ovejas quieren buscar atajos y salirse del carril obligado para pasar, ladridos de perros y perfecta conexión formando un trío perfecto entre pastores, ganado y perros.



Huele a requesón, a queso recién hecho, a placentas de ovejas recién paridas, a tocino y a hogazas de pan asentado de tamaños descomunales, a navajas que rasuran y se deslizan rebaneando el pan para colocar encima el trozo de tocino, y a tragos de vino que salen en "calichi" de botas preñadas del sudor y del polvo de los senderos por donde transitan, 



de dormir al relente bajo los cielos estrellados en las noches del estío, y  de heladas y escarchas en los rigurosos días del invierno, mientras se escucha la voz metalizada de las esquilas, y los ladridos de los perros que se pierden en las vaguadas, siendo el fiel reflejo avisador de que está al acecho el enemigo.



  Jamás, en los años que tengo, tenía constancia de que el Realejo, en tiempos pasados, había sido una Cañada Real, y que por aquí, antes de que los greñúos asentaran sus posaderas y sus talleres de cerámica en estos lugares, una vez al año, cuando las nieves cubrían la agreste y áridas peñas de los gigantescos y vetustos picos que rasgan el cielo de Sierra Nevada, se dejaba sentir el  caminar ovejuno aprisionado que transitaban  buscando  otros lugares de bonanza climatológica, dejando el Camarate y los Lavaderos de la Reina, 


                                                                 Lavaderos de la Reina

donde viven los toros de Pelayo, para encontrar la bonanza en el Valle de Lecrín y seguir  alimentándose en las extensas praderas que bordean la costa.
Algo extraño, estaba observando cuando caminaba por la supuesta Cañada, elementos extraños a modo de pequeñas bolitas como si fueran  almecinas, recientemente caídas de los almeces, bordeaban la calle cubriendo el asfalto,  mientras dos jóvenes se afanaban en descubrir de qué se trataba.


                                                             Plaza del Realejo

 Ya sé querido lector, que te has anticipado y has detectado de lo que se traían entre manos.
 Uno de ellos, el que parecía más veterano en edad y desparpajo, le quiso gastar una broma al más joven y le dijo: esto son cagarrutas de oveja, y te voy a demostrar que es real lo que te estoy diciendo.



Se agachó, cogió una de ellas, y antes de que hiciera el gesto de morderla, se habían reunido una cantidad de personas para presenciar el espectáculo.
-Si la puedo partir fácilmente es excremento de oveja de lo contrario serán almecinas.   
Se la llevó a la boca, la colocó entre los molares, encogió la cara haciendo el gesto de presionar, y finalmente la partió.  



       Hubo de todo, como puedes suponer entre los espectadores, los que aplaudieron y aquellos otros que dejaron el camino regado con el desayuno que salió rápido y fulminante de sus bocas.
Y ahora le dijo a su acompañante prueba tú a ver si eres capaz de demostrar si es boñiga o almecina.


                                                                       Conguitos

              Aquello fue realmente un fraude, porque nuestro hábil y espabilado muchachote, realmente lo que se llevó a la boca fue un conguito de chocolate y no un detritus ovejil.
-Bueno señor escritor y ¿todo este desagradable montaje a que viene?
Pues sencillamente para llevarte a que presencies el redil de ovejas que se ha montado en plena Puerta Real, que en breves momentos, si me acompañas, lo vas a contemplar.
     
                                                              Plaza del Campillo

      Dejamos la Calle Varela, cruzamos el Campillo, entre las mesas de las terrazas que inundan el espacio y poco más adelante nos encontramos con un rebaño de ovejas formando un perfecto redil rodeado por una cerca y una multitud de gente asombrada por la invasión que se había producido de estos animales. 

Banderas lanzadas al viento en forma de capas verdes hacen que me sienta extraño al llegar a la Fuente de las Batallas. No podía salir de mi extrañeza, siempre la capa negra, desde los tiempos de Esquilache es la que hemos visto pasear con grandilocuencia, estilo y elegancia a los “Amigos de la Capa”. No podía ser que los de la capa negra, después de tantos años, aventuras y desventuras, se hubieran cambian a capa verde.



Era cierto allí estaban los componentes de la Cofradía Gastronómica y Cultural del Cordero Segureño, mostrando su apoyo a la exposición “Always Segureño” (Siempre Segureño) con su bandera representativa de la hermandad.
Oí balar, no sé si era cierto, o mi imaginación flotaba en el espacio, unas briznas de finísimos gotas a modo de cortina voladora salidas de la fuente acariciaron mi rostro, y dejaron el visillo flotando en el espacio como una aureola mágica que imprimía más intensidad al frío que se hermanaba con el ambiente que imperaba.



Me acerqué al aprisco y no podía salir de mi asombro, al contemplar un rebaño luciendo bellos vellones de colores, proclamando la grandeza del Cordero Segureño. Unas tenían los vellones, plateados, otras de puro oro, la cerámica era el atuendo con el que cubrían su cuerpo otras,  indicativo de la cerámica granadina donde las ricas piernas sacadas del horno reposarán sobre los esmaltes de ramajes azules de la arcilla fundida. 



      Los manteles están en algunas para cubrir la mesa donde nos deleitaremos con el rico sabor de estas piezas hechas majar de los dioses. 



        Los colores del arco iris y un cielo azul intenso por donde, en altos vuelos, nuestra imaginación sueña con degustar los ricos caloyos, algunas huyen porque el feroz lobo quiere devorarla, otras en cambio se han convertido en vehículos con tubos de escape para salir corriendo y no caer en la garras del depredador, o posiblemente para llegar lo más pronto posible a los mesones donde te puedes deleitar con estos ricos manjares.



Las hay religiosas y muy devotas con su rosario en la frente, todas las noches se reúne con las adictas y piadosas a Santo Domingo, para rezar algunos de los Misterios del Santo Rosario, bajo una luna espléndida y el  brillo de las estrellas. 




      Las más previsoras y aunque el frío no les hace mella porque las sierras de Baza y Segura, donde campean a sus anchas, pactando y almacenando energía de sabrosos sabores para recreo de los paladares exquisitos, el termómetro se baja a las profundidades de los menos cero, han querido traer sus polainas de lana de variopintos colores cubriendo sus patitas.



Se jactan orgullosas exhibiendo epígrafes publicitarios, con un gesto arrogante y de orgullo mirando a los espectadores que se han acercado al redil: “es demasiado impresionante”. 



      Los caracoles que dormitaban tranquilamente en las praderas sintiendo el frío de la serranía se acunaron para dormir plácidamente entre los vellones, y cuando han asomado a través de la ventana que les deja sacar los cuernos al sol, recordando siempre aquella canción que, los niños en nuestros juegos, dedicábamos después de la lluvia primaveral: “Caracol, col, col, saca los cuernos al sol que tu padre y tu madre, también los sacó”,  tímidamente dos antenitas surgieron por la puerta de entrada a su casa, lentamente comenzaron a girar como si fueran los focos peinando el patio de una prisión, para descubrir, el lugar donde se encontraban, el cielo teñido de plomo y los observadores que los miraban hicieron que pronto se volviera a introducir en el cubil de su casa.



Las últimas hojas otoñales rezagadas, que aún no habían ido a dar con sus huesos en el estercolero donde surgirán de sus cenizas el alimento de los campos y huertos, se habían dejado caer noblemente sobre sus plantas por si les apetecía engullirlas. Los corderos, alguno con los testículos rojos, 



malhumorados por el intrusismo de estas intrépidas frondas, envejecidas y arrugadas, les habían vuelto las espaldas.



Entristecida, asombrada y expectante, ante la cantidad de espectadores que  contemplaban la escena, con la tristeza a flor de piel, por ser espectáculo viviente y añorando los deliciosos lugares de procedencia, venía con su águila voladora prendida al cuerpo, en un escenario de un cielo ultramar intenso, para emprender altos vuelos en algún instante.



Unos herpiles de paja esperaban el momento de ser pasto de las bocas hambrientas del rebaño,  pero necesitaban que alguien se ofreciera a expandirlos, quise ofrecerme pero no me lo permitieron, había que ir vestido de pastor y yo en ese momento, era un espectador más.


                                     Me ofrecí, a echarles de comer pero no me aceptaron, no iba vestido de pastor

      Los miembros del ingente espectáculo, Hermanos de la  Hermandad del Cordero Segureño, supieron exhibirse, con sus atuendos condecoraciones y méritos adquiridos, revestidos con bandas rojas sobre sus hombros a modo de catedráticos del arte culinario, medallas y galardones y dejarse fotografiar junto a los que por allí deambulaban,



 incluso poder participar en la degustación de este rico manjar a orillas del Genil, mientras un velo de vapor llegado a través de las aguas paridas en las altas cumbres, acariciaba a los comensales, grandes haces de luz acuchillaban las cristales estilo versallesco de los jardines del parque del Salón, mientras las nubes en tránsito miraban desde un  cielo celeste.



-Señor escritor, creo que su fantasía en este relato nos ha querido meter gato por liebre.
-¿Por qué dices eso, querido lector?
-Porque toda esa  tramoya de la Cañada Real por el Realejo, es una falsa, e incluso el atrevimiento anecdótico, bastante desagradable y asqueroso.



¿Cómo se le ha ocurrido, partir con las muelas una asquerosa cagarruta, para demostrar si es de oveja o de otro animal?, ¿el querer hacernos ver, que Puerta Real había sido invadido por una boyeriza, adueñandose de la zona con más prestigio del centro de la ciudad, de esta bella Granada, dejando todo impregnado de excrementos? ¿Cómo se le ha pasado por su mente calenturienta semejante hazaña literaria, en una pirotecnia gramatical?


                                                       Calle Ancha de Santo Domingo

      Bueno, había que intentar atraerte querido amigo, ya sabemos que el Realejo, jamás fue Cañada Real, pero sí barrio de realeza, de ahí el nombre, por cuya calle central, Ancha de Santo Domingo, se deslizaban los carruajes que portaban a las señoras ricamente ataviadas, con las blondas, encajes, puntillas de bolillo en ricas mantillas, en tiempos pasados, para asistir a los Sagrados Oficios en la Iglesia de los Dominicos.


                                                                 Miguel Moreno Romera

      Ciertamente el tropel de hatos, eran esculturas diseñadas por el gran artífice de este arte Miguel Moreno, y embellecidas por los diversos coloridos y mensajes de distintos artistas cuyos nombres figuraban al pie.




Si no has tenido la oportunidad de presenciar este espectáculo, te lo he querido ofrecer como uno más de los que con frecuencia se exhiben en este maravilloso lugar, centro y corazón de Granada.



Con el crepúsculo del atardecer, con un cielo preñado de nubes que amenazaban lluvia, dejándonos lisonjear por las briznar a modo de lágrimas de fino cristal salidas de la Fuente de las Batallas, me fui retirando, embriagado de un ambiente pastoril que ha derramado en la ciudad la apetencia por saborear las excelencias del cordero segureño.








                                                       José Medina Villalba.

11 comentarios:

  1. Amigo Pepe: Agachado, en cuclillas, apoyado en el bastón, la gorra con la visera de medio lado,los parpados entornados, casi cerrados oteando el paisaje, una colilla medio apagada, colgando de la comisura derecha del labio inferior, al que parecía estar pegada,la petaca de Ubrique y el Librito de papel bambú, con las pastas a modo de tablero de ajedrez, me dispongo a liar un nuevo pitillo, que sustituya al ya tiempo ha consumido.La jornada del pastor no se mide con ningún reloj de arena de bolsillo o de pulsera, sino de sol.
    El conoce a todas sus ovejas por sus nombres y sus ovejas le conocen a el, pero hoy está un poco dubitativo, porque creía haber descubierto a fondo las peculiaridades, los fundamentos principales, los temas y motivos que mueven al autor de este blog y casi adivinar cual sería el próximo paso, pero esas certezas hoy se han evaporado; pensé que nos hablaría de las bandadas de estorninos que ensucian y estercolan algunas de las emblemáticas plazas de nuestra querida ciudad; pues no, ha hecho un brillante recorrido, en el que ha puesto de manifiesto, no solo el reconocimiento de un maestro ejemplar y el olvido como paga, aunque el no esperara recompensa por su vocacional trabajo.
    La devoción a la Patrona de Granada, la Capitana guiando a sus incombustibles devotos y casi a sus mismas puertas los corderos Segureños que han convertido en calzada real, el sitio más representativo de la capital.
    La mañana ha sido climaticamente adversa, casi dura, pero la calidez del relato, la brillantez literaria del mismo, su histórico y pormenorizado recorrido, han convertido la jornada, en placentera, formativa, divulgativa y soñadora.
    Un nuevo placer para los mal acostumbrados seguidores, del Cronista de la Villa. Un fuerte abrazo de tu amigo Pepe Cuadros, que se traslada de inmediato a la carnicería por una pierna de cordero segureño o de Aránda del Duero, me has abierto el apetito intelectual y corporal.

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  2. Señor comentarista, con extensos y amplios textos literarios, que imprimen tal fuerza, dando el cerrojazo en referencia a mis post, que, o bien estimulan y animan a mis lectores a hacer lo mismo aunque sea con brevedad o simplemente los deja anquilosados y sin ánimos de atreverse a hacer ninguna encomienda aunque sea breve.
    No sé por qué, al hablar de ovejas, y de pastores, me ha venido a la memoria, a algún Pastor modelo de pastores, y al escribir su nombre con mayúscula posiblemente te harás una idea de a quien me refiero.
    Todos los que cobraban impuestos para Roma y otras gentes de mala fama se acercaban a Jesús para oírle. Los fariseos y los maestros de la ley lo criticaban por esto diciendo:
    -Este recibe a los pecadores y come con ellos.
    Entonces Jesús les dijo: ¿Quien de ustedes, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida hasta encontrarla? Y cuando la encuentra, contento la pone sobre sus hombros, y al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos, y les dice: "Alégrense conmigo, porque ya encontré a la oveja que se me había perdido". Les digo que así también hay más alegría en el cielo por un pecador que se convierte que por noventa y nueve justo que no necesitan convertirse.
    Esta parábola es una magnifica enseñanza, si realmente en todos los terrenos diarios de la vida se hiciera realidad sobre todo a nivel de altos gerifaltes de la vida social que no hay forma de que vuelvan al redil porque, se llevaron, a costa de los demás, todo el juego y el esfuerzo de los que luchan a diario mientras se dan la vida padre.
    Desde luego si decidieran volver, sería para celebrar una fiesta sin ellos, eso está claro, porque tendrían que pagar los daños causados en el lugar que les corresponde.
    Dejemos este tema con amagos de espiritualidad, porque a estos señores no les interesa entrar en un redil del que salieron, saben que no se les va ni a sacar en hombros, como los toreros que salen por la puerta del Principe, cuando han cortado orejas, ni se va a celebrar una fiesta.
    Menos mal que nuestras ovejas las de Puesta Real, desde que llegaron aquí cada una ha tomado una posición inamovible y tal como las dejó el pastor así permanecen hasta el día que se marchen, unas para seguir disfrutando de los ricos pastos de las serranías segureñas mientas esperan pacientemente convertirse en el rico manjar de los dioses terrenales, que somos todos los humanos, que se nos hace la boca agua nada más en pensar en comernos una pierna horneada con todos sus aditamentos. De estás, no se va a salvar ninguna que, tarde o temprano, serán engullidas para deleite de los humanos. Bueno, me equivoco, estas no, porque son simplemente esculturas bellamente decoradas por artistas, pero que desde las lejanas tierras donde pastas las reales, maldicen el que hayan venido a hacer propaganda del rico y sabroso cordero segureño.
    Espero y deseo, amigo Pepe, que la pierna del cordero de Aranda del Duero te haya sentado bien, lo hayas comido saboreándolo y con absoluta tranquilidad. Si te ha despertado, este post, el apetito corporal, y los has pasado estupéndamente con el banquete que te has dado, me alegro. Con respecto a despertarte el apetito intelectual, ese no necesitas que se te espabile porque de inteligencia vienes bien sobrado. Muy agradecido por tu extenso comentario. Un fuerte abrazo.

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  3. Comentario de Nieves Rodríguez Jiménez.
    Precioso relato D. José. Primero de tristeza por la pérdida de un compañero y amigo. Después ese recorrido de la Cañada Real, imaginaria, y esos hermosos corderos, decorados de diferentes formas. Muchas gracias, querido amigo, por haberme dejado disfrutar, de esta bella lectura. Besos.

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  4. Comentario de María del Carmen Prades Pérez.
    Un fuerte aplauso apreciado amigo. He leído con deleite esta publicación tan bonita. Feliz de haberte conocido . ¡¡¡Enhorabuena!!!

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  5. Hasta mis oídos han llegado los sonidos acompasados de unas manos que aplauden y el éxtasis de María del Carmen Prades Pérez, acompañándome en este recorrido de una mañana de invierno, ¡¡¡qué hay que echarle valor con el frío que hace!!! Si para ti querida y apreciada María del Carmen Prades Pérez te ha merecido la pena, yo me siento satisfecho, porque recibir, me gusta la foto,llueven como rosquillas, pero leer qué pocos, de los que se dicen amigos leen. Pero bueno, menos dan estas ovejas escultóricas. Vaya para ti un fuerte abrazo, acompañado de otro fuerte abrazo.

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  6. Comentario de Mari Carmen Molina Rodríguez.
    Amigo Pepe. Me encanta tu relato, creo que cada vez te superas, y con el toque de humor que le has puesto, no me canso de leerlo. Enhorabuena, espero que pronto nos sorprendas con otro siempre nos quedamos con ganas de seguir leyendo. Un abrazo.

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  7. Comentario de Amparo Mora Montes.
    Acabo de leer tu delicioso relato que no me ha dejado indiferente. ¡Qué derroche de imaginación y fantasía, qué prosa más poética! Y si comienzas con la tristeza de la misa por la muerte de un amigo, terminas con la alegría de un redil de ovejitas multicolores pastando en plena Puerta Real, una mañana fría de finales del mes de enero. Me ha gustado.

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  8. Comentario de Ángel Rubio Linares.
    D. José qué bonitas las ovejas, pero al pastor no lo vi, estaría de cervezas por la Calle Navas. Un abrazo.

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  9. Comentario de Miguel Hidalgo Linares.
    Precioso relato D. José Medina Villalba. Saludos.

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  10. Gracias, Miguel Hidalgo Linares. Enhorabuena por tus rápidos progresos en pintura. Un abrazo.

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  11. Comentario de María Elena López fernández.
    Como siempre, un relato lleno de sensibilidad, belleza y policromía.

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