miércoles, 6 de marzo de 2019

UN DÍA POR QUESADA, CON ZABALETA Y MIGUEL HERNÁNDEZ

  


La engreída, caprichosa, altanera, y arrogante  estación del año que se presenta alardeando de poseer los mejores perfumes, se viste con trajes estampados con diversidad de colores, haciendo correr por las venas la sangre enardecida del amor, cuando los enamorados van a servir y a adorar al querer, ha pretendido salir antes de tiempo para pasar una jornada con nosotros. 
 Asomándose por una esquina del compendio del tiempo, aprovechando que aquella otra que le precede en el calendario, se ha escondido en su casa, igual que hacen las moscas con toda su vestimenta, frío, nieve, lluvia y demás trajes con los se enseñorea durante tres meses, se ha refugiado en su morada dejando a la que se llama primavera haga un anticipo, para hacer unos pinitos y probar el escenario que pronto le espera, ha salido al tablao  robándole la jornada. 



                                          Un día de primavera dentro del invierno

Las siete de la mañana, el día ya se ha tirado del lecho de la noche, se ha despojado de las sábanas de la nocturnidad y la ciudad ha comenzado a desperezarse, un bullicio y ajetreo mañanero va cubriendo el panorama, la luz se va intensificando, las caras de los edificios van cobrando vida y las que durante la noche han iluminado las calles haciendo mutis se han ido apagando. 



                                                     Amanece en Granada

Por las arboledas de las avenidas canta la Naturaleza, con las notas del despertador del canto del gallo se espabila el campo y la ciudad,  y comienzan los primeros trinos de las avecillas que se están espabilando, su balada va tonificando el ambiente y son los primeros calores sonoros de la mañana antes de que caldee el Sol. 


                                                   Las primeras baladas del amanecer

Caras sonrientes, saludos y congratulaciones de los que van engrosando el punto de encuentro, y un ómnibus que espera vayamos ocupando nuestros lugares respectivos para emprender la marcha.  



Chaquetones, bufandas, zapatos cómodos, bolsos en bandolera, portadores de los primeros y necesarios elementos, son los atavíos que aparecen como primera carta indicando la actividad que van a realizar este grupo de boy scout, que si por el exterior aparentan no pertenecer a este gremio, sus espíritus están plagados de energía y juventud, cabalgando sobre la montura de la jovialidad. 


Hay que ir comprobando cual es el lugar que cada uno tendrá que ocupar en el que sobre potentes ruedas y motor nos va a trasladar. El jefe de la expedición Rafael Reche, va atendiendo gentilmente a todas las sugerencias y distribuyendo la numeración de los sitios correspondientes. 


Situados en los asientos respectivos, cinturones protectores colocados, y Rafael haciendo las últimas comprobaciones.


  En plena carretera, soportando la marcha lenta que a estas horas proporciona la salida debido a la abundante circulación, vamos partiendo de la madriguera para en plena arteria circulatoria dirigirnos a nuestro punto de destino, la vecina provincia de Jaén y más en concreto a una de las hijas que alberga en su vientre llamado Quesada. 

                                            Circulación complicada a primeras horas de la mañana

Ya quedaron atrás los trinos tremolados de las aves, que aprovechan el momento del alba en el  que existe menor contaminación acústica, porque el sonido de sus cantos se transmite con más facilidad debido a la temperatura y humedad, el ruido ensordecedor del motores aglutinados en marcha lenta en la partida, solo se escucha el rastreo de las ruedas de nuestro vehículo sobre el asfalto en una repetitiva y rítmica monotonía, acompañado por el murmullo  soterrado que sale de los asientos, de las conversaciones animadas de los que viajamos.

                                                  Murmullos soterrados salen de los asientos

El paisaje lentamente se va desperezando, la neblina como capa que cubre  el alba se va difuminando con los primeros soplos luminosos que se van intensificando, por un Sol escondido que intenta levantarse y saltar por encima de la barrera de la cadena montañosa de Sierra Nevada. Tímidamente dejar sus rayos atravesar la arboleda y la cristalera que nos separa del exterior, para darnos su primer saludo y podernos mirar cara a cara, acariciando nuestros rostros.

                                                      El Sol se asoma tímidamente

Hay algo que bulle con inquietud en el estómago, la levantada ha sido tempranera, el desayuno ligero y a toda prisa, se necesita una parada para descansar y dejar libertad a los líquidos que llevamos en el cuerpo, solo líquidos que no nos podemos entretener.
 Paramos para desayunar, media hora dice el jefe, porque queda mucho tiempo para llegar a nuestro objetivo. 


El Hotel Hidalgo, no sé si se construyó rememorando al recaudador de bienes Cervantes, y si  se pensó en  el que posiblemente se daría por estos lares algunos paseítos para estrujar el patrimonio de los labriegos de esta zona. 

                                                      Miguel de Cervantes Saavedra 
                                                        D.Quijote y Sancho Panza

Sobre la barra del mostrador de la cafetería donde no cabían los que querían un servicio rápido, para ser atendidos por dos personas solamente, fueron adquiriendo sus respectivos desayunos, unos se quedaron en el mostrador y otros ocuparon las mesas que por allí había. 


                                               El desayuno, un alto en el camino

Me asomé y al ver la situación preferí darme un paseo por los exteriores donde se respiraba el aire puro de la mañana, acompañado por el silencio que imponían los vehículos allí aparcados. 


Ya en el interior junto a mis tres “palmeras”,  me tomé mi vaso de leche y tostada de aceite fraccionada compartida. Recordando a Hemingway que decía que el mejor lugar para escribir es una cafetería acompañada por el ruido y ajetreo tomé mis primeras anotaciones, no siempre se tiene que escribir en bata y con zapatillas de cuadros. 



Con el estómago caliente por segunda vez, con gestos más animados nos dirigimos a coger nuestro portador.

                                            De nuevo, después de desayunar, al autocar

El paisaje se nos une y nos va acompañando durante todo el camino, extensos campos plagados de jóvenes y viejos olivos cargados de años, estáticos, soportando los avatares del tiempo, con los cuerpos retorcidos. Allí están perfectamente alineados unos comenzado a nacer, otros cargados de años con sus ramas en la frente, verde intenso por todas partes y collares de aceitunas adornándolos. Las miradas desde el habitáculo se siente complacidas contemplando el espectáculo.



                                              Campos extensos cargados de olivares

Nos encontramos ya en nuestro primer objetivo, el pueblo de Quesada, el primer recibimiento camino del Museo es una cerámica que nos invita a degustar cualquiera de la diversidad de platos típicos del terreno, ¡pero es todavía temprano!, alimentémonos pues con el aire fresco de la mañana y la de un Sol que nos da sus calorías. Una simple ojeada nos detecta los platos típicos del lugar, heredados con reminiscencia clara de un pasado árabe que en breves horas podremos degustar. 


Entre conversaciones animadas, bajo los saludos de un Sol radiante que nos observa desde el tejado del museo, nos va llenando de energía el alma y el cuerpo, haciendo que vayamos cobrando más vida para entrar en un museo  que nos está abriendo las puertas. 

                                                     Caminamos hacia el museo

Por una amplia y suave rampa donde el color rosa nos va cobijando para indicarnos que lo juvenil está presente en estos instantes en nuestras vidas.



En la recepción folletos informativos de todo lo que vamos a ver en estos dos museos, se ponen alcance, nadie se quiere perder el más mínimo detalle, y poder tener un recuerdo más que engrose los otros muchos que poseemos en nuestros domicilios. Pronto la directora de la pinacoteca, con micro sobre la boca nos da la bienvenida.


                                                      Recogiendo folletos informativos

Nada más entrar en el interior pronto se capta en una ligera visión de la galería, la perfecta armonía que existe en la distribución de las obras y de la luminosidad. El lenguaje escrito en la pared nos habla de quien era Rafael Zabaleta, su formación en el arte de pintar, su carácter, la libertad en sus creaciones, el rigor que él consideraba indispensable en la composición, y la disciplina mental del mundo de sus cuadros.


La guía habla de cuando se creó este museo año 1963, tres años después de la muerte de Zabaleta, la familia dona gran parte de la obra, que le serviría también para eludir impuestos. 


El edificio por sus excepcionales dimensiones ha dado lugar a otro museo dedicado al poeta Miguel Hernández. Josefina Manresa, la mujer de Miguel nació aquí, y ella aportó el legado de su esposo.

                                                         Josefina Manresa

La colección que se expone de Rafael Zabaleta tiene un poco de cada época suya, no tanto de la última etapa la más valorada, esto nos permitirá observar la  evolución en su trayectoria artística.
Desde su infancia ya se le veía su inclinación y afición por dibujar, le llevaba hasta el extremo de pintar en trozos de sábanas que le daba su madre. La familia le dio facilidades para que siguiera su vocación, ya que tenían posibilidades económicas; marchó a Jaén donde hizo el bachiller y después a Madrid a La Escuela de Bellas Artes de San Fernando, terminados los cinco años de carrera y dos de perfeccionamiento, tuvo que pasar un tiempo hasta que se conociera su estilo. 

                                                        Escuela de Bellas Artes de San Fernando

Con gran atención y ávidos por conocer quien fue este personaje cuyas raíces se encuentran en este pueblo de la provincia de Jaén, Quesada, atentamente escuchamos las explicaciones que se nos van dando. 

                                                              Quesada
La guía muy experimentada en estas lides pronto capta la atención de los oyentes, por la forma de expresar lo que siente al hablar de esta figura, gesticula y manifiesta con tal intensidad y energía que va consiguiendo meternos dentro, no solo de la vida sino en el propio personaje. A través de un autorretrato hace una descripción de los principios básicos de su estilo, la línea de los contornos que cierran las formas y la fuerza del color, que estarán siempre presentes en todas sus creaciones. 





Pasaríamos a los dibujos de distintas épocas, donde se va viendo la evolución que ha ido tomando en esa manera de dibujar, trabajos realizados en tinta china, cuya técnica es muy compleja ya que el  trazo dado no tiene rectificación posible, en el Círculos de Bellas Artes pudo seguir practicando y dibujando modelos al natural.  





Mirando estos dibujos donde Zabaleta escribía, usando  tinta china, son signos con los que cualquier poeta habría construido un bello poema, porque sus dibujos son una rama del grafismo escrito sobre cualquier papel que destila poesía, donde no hay palabras escritas pero si el lenguaje silencioso en los cuerpos desnudos.




Rafael Zabaletea tenía obsesión con viajar a París y conocer a Picasso. En el año 1935, cumplió su objetivo estuvo durante un mes y se dedicó a escudriñar todo lo que se estaba cociendo allí: museos, galerías de arte, cafés donde se reunían pintores, poetas, se empapó bien de todo lo que  se cocía. En París había plena libertar de expresión en todas las facetas, se podía pintar cualquier cosa sin trabas de ninguna clase, cosa que no ocurría en España que estaba sometida a unos cánones y a un academicismo,  a un tratamiento del que no se podía salir y el que se atrevía era tratado con mala prensa. Pudo ver obras de Picasso, de Renoir y de otros pintores.
Estas primeras obras tienen reminiscencias de Picasso son escenas idílicas inventadas con colores no naturales, son notas a destacar, la proporción de las formas, las cabezas más pequeñas, la sinuosidad de los cuerpos, y los volúmenes.






Un conjunto de mariposas de diversos colores volaban por aquel enorme salón, eran, la diversidad de colores con los que se vestían los cuadros, las alas policromadas salidas de los lienzos revoloteando por aquel entorno, cientos de avecillas  arrullando a nuestro alrededor, como pétalos de flores caídas sobre nosotros atravesando nuestras miradas para clavarse en el alma. 


Sus cuadros son narrativas que él ve y las va plasmando a su manera de pensar, va experimentado, va evolucionando, pero sin llegar todavía a encontrar su estilo personal, es la trayectoria normal de cualquier estudiante de Bellas Artes, buscan, experimentan, investigan, hasta dar con su estilo y personalidad; sin embargo en estas pinturas podemos ir viendo como vaticinio, una especie de preámbulo, indaga sus propias corrientes en el modelado de las figuras y en la triangulación. 



Existen muchas clases de curvas, por lo menos eso es lo que dicen los matemáticos, una de ellas es la curva de Koch, nombre algo raro, que algunos han preferido llamarle Copo de Nieve, se comporta multiplicando su tamaño por cuatro tercios y hacia adentro llegando hasta el infinito, eso creo que les pasas a las deleitantes curvas que Zabaleta, le imprime  una fuerza e intensidad remarcando sus contornos que realzan la belleza de las siluetas.


Hay cuadros que los humaniza de tal manera que parecen esculturas, con fondos de paisajes idealizados. 



El pasear es lento y necesario, hay que ir empapándose de todo lo que rezuman las paredes del museo que dejan suspiros artísticos flotando, que son captados por todos los que vamos admirando el rico contenido de las obras, aderezadas por  las entusiastas explicaciones de la guía. 


          El recorrido de esta primera parte de su etapa pictórica, con esa imperiosa necesidad de aprendizaje y búsqueda, nos va a trasladar a los años cuarenta, donde surge otra forma nueva de pintar, producto de un viaje a Roma que realiza acompañado de un amigo. 


Su paleta se enriquece de la oscuridad, con menos contrastes, más neutra, con ocres, grises, negros, producto de lo que fue alimentándose y percibiendo en ese viaje, monumentos, museos, estatuas, las tonalidades de colores tenebrosos son el fiel reflejo de esta etapa.







La oscuridad, esa que siente la paleta de Zabaleta, plena de ansiedad por la opacidad,  también nos impregna y nos acompaña en nuestras vidas, en la penumbra y en el silencio de la noche cuando todo está en plena quietud, llegan nuestros pesares, sueños rotos, amores perdidos, que se marcharon para nunca más volver, apoderándose de nuestro espíritu, como sombras que nos envuelven. 

                                             En la quietud de la noche llegan nuestros pesares

La corriente artística vivida durante su estancia en Roma viene seguida de otra que también acompañó a  Zabaleta . el surrealismo.
Zabaleta se impregnaba de todo lo que captaba en la zona de Pozo Alcón, Zújar, lugares desérticos, que él recorría con frecuencia, sitios que pintó, como este cuadro de los baños de Zújar, dos personajes blindados por la oscuridad y con el paso de las aguas  se van transformando en estatuas, acompañado por un paisaje desértico y misterioso .

                                                       Baños de Zújar


Representó en tinta china los sueños de Quesada de forma interactiva, sueños que giran en torno tres semánticas, la carne, el mundo y el demonio. El demonio la tecnología, la visión de todo lo que venía de Oriente, la cinematografía, la óptica, todo eso era malo, ¡pobre Zabaleta si viviera hoy con la revolución tecnológica que existe en la actualidad!, la carne la mujer, la que pervertía al hombre, teniendo en cuenta que todo está contextualizado en una época determinada. El mundo representado en las guerras.









Los sueños de Zabaleta a estas horas de los tiempos, tienen su contrapartida. Dulce como la brisa del atardecer eres tú mujer de cabellos dorados como los cálidos y brillantes rayos del Sol, si en aquellos años pasados había un concepto erróneo sobre la perversión de tú carne, hoy te alabo como carne que ha dado vida, con el nombre por excelencia de MADRE, bella como la luna y pura cual lámpara resplandeciente. 


Mundo que detesta la guerra como arma destructiva de la vida, sepultemos  esa palabra y busquemos la justicia por los enamorados, por los derechos humanos y por la poesía. 


Dejemos la palabra demonio e infierno que tanto daño han causado y hablemos de paz y de cielo que las tecnologías modernas sean solo instrumento de concordia. 

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Las campesinas nos esperaban, uno de sus cuadros de más relevancia, la más conocida y de la que se han hecho más publicaciones, en ella se concentran todos los aspectos artísticos de lo que venimos hablando en su trayectoria, esa línea fuerte contundente que marca las formas, las cierra, los colores intensos, vivos, todo en forma plana no con pincelas vibrantes. 


 El engaño óptico es claro y contundente, juntando las caras multiplicando una tercera, como se puede observar hay varias campesinas con sus niños correspondientes, una a la derecha con el color ocre, otra con el perfil naranja y el cuerpo gris, otra con el cuerpo rosa, otra con moño y una falda verde, y otra con falda azul, es un abrazo múltiple formando una pirámide que se asemeja a las montañas de atrás y a los triángulos. 





 Aquí se explaya introduciendo la Geometría, triángulos, rectángulos, círculos, el campo de aquellos tiempos era multicolor, las caras las obtiene juntando dos perfiles para que dé la cara de frente, en resumen todo está compensado es una muestra de su estilo, utilizando la línea negra, la Geometría, los colores intensos, las reminiscencias del cubismo de Picasso. 






Mirando este cuadro me quedé absorto pensando en aquellas mujeres del campo, de tierras de secano y falta de agua, mujeres de manos recias, labrando tierras que no le pertenecían, la dureza del campo les ha negado la belleza del cuerpo, pero poseen la que no se ve la del espíritu. En mi época de docencia, en los atardeceres después de una jornada intensa asistían a mis clases de adultos  para aprender el abecedario, más ellas solo conocían el abecedario del alma, las recuerdo con nostalgia en mis primeros años de maestro en un pueblo, Jayena, por la zona de Alhama.  

                                                    Mujeres del campo aprenden a leer

La romería de la Virgen de Sikar, está  representada, con un cuadro plenamente picassiano, con tintes negros, donde aparecen todos los personajes más importantes que participaban, alcalde, guardias civiles, cura, miembros de la cofradía. El traslado de la ermita al pueblo se sigue haciendo siguiendo la tradición, acuden gentes de diversos pueblos, aparecen unas niñas vestidas tal cual hubiesen sido  amortajadas después de una enfermedad, de la que salieron triunfantes gracias a la protección de la Virgen, en acción de gracias se tenían que poner la vestimenta.
                                                                Romería de la Virgen de Síkar 

 La Mona Lisa de Zabaleta, por lo menos así se proclamó ella en una entrevista en la radio, aún vive, aparece en uno de los cuadros,


 así como una perfecta descripción del parque del pueblo, 


 e incluso el padre de Zabaleta, que se estableció en el pueblo como comerciante de tejidos, y se casó con tres hermanas paulatinamente  conforme se fue quedando viudo, de cuyos dotes surgió el patrimonio que heredaría Rafael Zabaleta.







Estamos en la última etapa de Zabaleta a través de estos cuadros podemos observar su estilo  personal, el color vivo, la línea negra, la madurez de su pintura, aquí tenemos una serie de amigas suyas no se repite ninguna y se ve la seguridad, diciendo ¡éste soy yo, y éste es mi estilo! 




Su tía Pepa tuvo un matrimonio desafortunado, se refugió en la casa de la madre de Zabaleta, cuando murió ésta, ella se encargó de todo dejando plena libertad al pintor para que ejerciera su actividad pictórica.

                                                               La tía de Zabaleta

Dios creó la belleza  el último día de la gran obra del Universo, esperó para dejar todo su esfuerzo creativo para en el último momento, cuando un artista como el mayor de lo artistas que es Él, se puede sentir  plenamente satisfecho de lo que ha concebido: las maravillosas puestas de Sol. 


El perfume embriagador de la floresta, los misterios de las profundidades del mar, paisajes inigualables, parques incomparables, donde la flora y la fauna  dejan destellos de belleza embriagadora, cuevas grandiosas donde las estalactitas son  verdaderas columnas de transparente diamante.

                                          Bello paisaje desde la Vereda de Enmedio
Cascadas de agua dejando los colores del arco iris como diademas que las rodea, bosques enormes donde los rayos del Sol no tienen fuerza para penetrar, el blancor intenso de la nieve vistiendo las cadenas de las cordilleras más grandiosas….,Dios esperó al último día para crear la belleza suma, la mujer en la plenitud de la desnudez. 


Todos los grandes pintores han sabido plasmar esa belleza en sus cuadros, magnificencia que encierra todos los encantos que Dios modeló en la Naturaleza. 


En una noche sin luna en la oscuridad la desnudez de la mujer genera un resplandor que deslumbra, es un enigma que cuesta descifrarlo, es una nave que conquista que surca aguas de nadie, es la concentración plena de la más maravillosa puesta de Sol, de un cuerpo  celeste que nunca se esconde, es el epílogo final donde Dios puso todo el mayor de sus esfuerzos para que fuese la concentración suprema de todo lo creado. 


 El mejor bosque en sus cabellos, largos y rubios dorados por el Sol, la rosa más frágil de delicada belleza, piel suave, como la brisa más lisonjera del amanecer, curvas sinuosas como las mejores de las carreteritas ondulantes que serpentean abrazando las montañas. 


 Pechos tersos como el vértice nervioso de una ola, como las montañas más rígidas que buscan la plenitud del cielo, caderas pronunciadas a modo de las mejores asas del jarrón de las Gacelas de la Alhambra, una mujer desnuda es pura naturaleza, que abarca ámpliamente ese concepto de la Madre Naturaleza. 


No hay nada más original y natural para la contemplación estética que el cuerpo desnudo de la mujer, y el sexo  para la necesaria salud de los mortales. Son paradojas de las mentes retorcidas quienes aplican sus adoctrinamientos. El cuerpo de la mujer es de una belleza como pocas ha creado la Naturaleza. 


No solo transmite complacencia estética sino que reconforta los sentidos por mal que les pese a las caducas doctrinas que se posesionan en contra del desnudo de los seres humanos ya sean de hombre o mujer, dentro del entorno que realmente le corresponde, dentro de unas normas éticas y morales. 


 El desnudo femenino es la plenitud de la Creación.

                                           Óleo sobre lienzo (75X50). Colección privada. José Medina Villalba
                                        Óleo sobre lienzo. (50X35). Colección privada. José Medina Villalba

                                                                                    Óleo sobre lienzo. (60X50) José Medina Villalba

Rafael Zabaleta cuidó mucho el contacto con personajes relacionados con el arte, en sus viajes a Madrid  visitaba los sitios donde se reunían grandes artistas en los cafés  Pombo, Gijón, allí estaban los grupos de Agualces, el Paso, la Escuela de Madrid, todos recordaban a Zabaleta como el maestro, cuando se creó el museo aportaron fotografías y obras. 


                                                   Pintura de Picasso donada al museo












Dejamos atrás a Zabaleta con su arte su estilo personal, la fuerza del color y su vida plena de ascensos desde su infancia hasta llegar a la culmen, o concepción de una forma novedosa de pintar. 


Entramos en otro mundo donde la pintura se ha convertido en letra, donde los colores son de diversas tonalidades, desde los cálidos del círculo cromático o rueda de colores, pasando a los fríos y tristes de la desolación y la muerte, donde todo es amplitud, luminosidad, irradiación, claridad, para desembocar en otro ámbito angosto, donde brilla la poesía pero también lo antagónico la tristeza.
Nuestra nueva guía nos va a llevar de la mano con su palabra, a través de una serie de explicaciones y proyecciones para trasladarnos a la vida de un personaje que vivió por y para la poesía. Miguel Hernández Gilabert.


Nace en Orihuela el 30 de octubre de 1910, la infancia transcurre entre los juegos y el trabajo. Desde los siete años ayuda a su hermano Vicente en las tareas del pastoreo, aprendiendo este oficio. Inicia su aprendizaje escolar a la edad de nuevo años en las Escuelas del Ave María de Orihuela, pasa después al Colegio de Santo Domingo, donde conocería al que fuera después su gran amigo Ramón Sijé.



Tuvo que abandonar los estudios por la crisis económica en la familia, y su padre lo dedica al pastoreo, pero él aprovecha esas horas para seguir estudiando, visita con frecuencia la biblioteca de Luis Armancha que era el sacerdote y canónigo de la Catedral de Orihuela.




Formó un grupo de teatro con amigos y comienza a escribir sus primeros poemas relacionados con el entorno en el que vive, con la oposición total de su padre a quien le molesta esta afición poética de su hijo.
 Colabora en la prensa local y después se iría ampliado a la provincial. Sus aficiones literarias le animan a reunirse con frecuencia  en la tahona del padre de su amigo Carlos Fenoll.
Su primera visita a Madrid 1931 fue un fracaso, su primer libro “Perito de lunas” aparece en 1933. En su segundo viaje a Madrid comienza a relacionarse con poetas como, Alberti, Rosales, Neruda, Aleixandre. Trabaja en la enciclopedia “Los Toros”, con José María de Cossio.  Su amigo Ramón Sijé fallece, y formaliza su noviazgo con Josefina Manresa. 


                                                           Josefina Manresa

El 1936 publica su “Elegía” dedicada a Ramón Sijé. Se edita el libro de poemas "El rayo que no cesa", “El labrador de más aire”, y se alista en el Ejército Popular de la República siendo nombrado Comisario de Cultura. 



En 1937 publica “Viento del pueblo”, “Teatro en la guerra” y  “El labrador de más aire”, actúa como poeta y soldado en diversos frentes. 


En 1939 nace su hijo Manuel Miguel, concluida la guerra intenta escaparse a Portugal pero es detenido. En la prisión de Torrijos en Madrid compone las famosas “Nanas de las cebollas”. Es condenado a la pena de muerte pero se le conmuta por treinta años de prisión, trasladado al Reformatorio de Adultos de Alicante, se le manifiesta una grave afección pulmonar, que se le complica con tuberculosis. 



Muere en 1942 a la edad de treinta y un años de edad.




La directora y guía del museo tuvo la deferencia de acompañarnos hasta la salida y dejar plasmada su imagen junto a este reportero que sale plenamente satisfecho de la visita.














Mientras aposentado en el lugar correspondiente del autobús, meditaba sobre todo lo contemplado en el museo de Miguel Hernández, imágenes de otros tiempos vagaban por mi mente,  recuerdos de aquellos años me corroen y me  arredran, cuando en aquellos días el frío era más intenso porque no solo era el del cuerpo sino del alma.  


Los niños por las mañanas venían al colegio a desayunar con las almecinas caídas por la noche, de un viento que se movía lentamente acompañando a la situación, porque hasta el viento se había contagiado de los estómagos que gruñían. 


En mi casa no se andaba en la abundancia, pero no faltó nunca el huevo de la gallina que, como pieza de oro lo dejaba caer como regalo todos los días, ni el chorizo y la morcilla que cuidadosamente se bañaba en el aceite de la orza, producto de la matanza del cerdo que todos los años nos dejaba el gran obsequio de su cuerpo. 


Ni el trozo de pan que mi madre amasaba y cocía en el hornillón de bolas, ni la fruta y productos del huerto que mi padre labraba, ni el sonido de los golpes entre oreja y oreja al conejo, forma de trasladarlo al aceite hirviendo en la sartén. 


  El silencio del canto misterioso del señorito del corral con su kikiriki al amanecer, que me despertaba todas las mañanas del gallo del corral que enriquecía el arroz que nos comíamos los domingos, 


 pero si vi el hambre y la tragedia de mis compañeros. 


De camino al restaurante, después de una mañana completa, donde nos hemos saciado de dos artes que caminan juntos, como son la pintura y la  poesía, vamos contemplando otras evocaciones que se nos presentan, unos murales sobre el costado del voluminoso edificio del museo, nos transmiten mensajes que para mí me hacen recordar el pasado: “Aunque bajo la tierra mi cuerpo esté, escríbeme a la tierra, que yo te escribiré”.


Murales que manifiestan entre árboles de piedra la recolección del fruto de la tierra, la voz de Miguel Hernández ha salido a la calle con su poesía arrogante: “Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma: ¿Quién, quién levantó los olivos? No los levantó la nada, ni el dinero, ni el señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor. 

                                     Mural de piedra. Los olivos y la recolección de la aceituna

 El amplio paisaje se abre a la vista, un cielo claro, unas montañas pintadas de un violáceo y una jirafas de enorme cuello en primer plano rompen la secuencia, mientras el grupo disgregado cada cual a su aire, caminamos en dirección al restaurante. Unas casitas blancas agrupadas con montera sonrosada han escogido el mejor lugar del valle, para darle nombre propio a este pueblo, el de Quesada.  

                                   Vista del pueblo de Quesada. Caminamos hacia el restaurante

Ante un Curioso, que así se llama el indiscreto restaurante donde vamos a dar complacencia a nuestro vientre, a estas horas necesita complacerle, no tenemos más remedio que descubrirnos esperando que tal como lo saludamos él nos satisfaga.

                                               Saludamos a nuestro Restaurante, El Curioso

Curiosamente y sin olvidar esta lisonjera palabra, nuestro Curioso nos tiene tan controlados los asientos, que hay al principio un poco de incomodidad para ocupar los sitios reservados según las necesidades de los comensales. Todo resuelto, las viandas fueron satisfaciendo los apetitos, con unas pitanzas del terreno magníficamente preparadas.





Alguna salamanquesa traviesa trepando por las fachadas se queda sorprendida al vernos pasar, y las cuerpos rehechos en grupos dispersos nos dijimos al autocar.




Alguien  de la expedición se esfuerza en dar un avance sobre lo que vamos a visitar esta tarde, cosa digna de agradecer, entre espacios prolongados en su manifiesto, alguien pone una pincelada de humor, 
-“¿Es que estás traduciendo el árabe?” Las carcajadas recrearon el ambiente.



El balanceo del autocar va estimulando nuestros cuerpos, algunos prestos a dar una cabezada, otros a seguir contemplando el paisaje, algunos  muy pendientes de la serpiente retorcida y enroscada por la que  vamos caminando.


 Mientras voy observando la sinuosidad encrespada de la carretera, me está hablando para decirme que es parte de mi vida, porque desde que nacemos nos marcan un destino a donde tenemos que llegar, el destino de cada una de nuestras vidas, vidas con muchas curvas, las dificultades que tenemos que superar. 


Hay que dar pinceladas de color a la vida como se lo da la carretera al paisaje.
"Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas…," que diría Federico, así es el paisaje que se derrama a borbotones como un torrente,  un paisaje en continuo movimiento, plagado de intenso verde, verdes las montañas, verdes los olivos,  verde la hierba verde.


El albo de los almendros en flor con lunares violetas, convertían el paisaje en una auténtica pasarela de árboles que se doblegaban reverenciando nuestra marcha ascendente hacia la ermita de la Virgen Tíscar.

                                                            La subida a la ermita

Respirando el perfume de los pinares que bordeaban la carreta, pronto llegábamos a la ermita, los más adelantados y pioneros, descansaban sentados en el pretil que bordeaba el camino.


 Mientras tanto allá al fondo la luz del atardecer se derramaba haciéndose más intensa en estos parajes, lugares idílicos de la Naturaleza que invitan al retiro meditativo, a la reflexión lejos del mundanal ruido. 

                                                     Caminamos hacia la ermita

 Solamente las rapaces águilas, desde la inmensidad de las alturas giraban sus vuelos vigilando nuestros movimientos.  



El águila más grandiosa, verdosa, negra y dorada siempre con las alas abiertas es de piedra y no se cansa, ya lo dijo el poeta Antonio Machado cuando visitó estos parajes.


¿Quien no se deja impresionar en este recinto conventual de una naturaleza que carece de claustro, de patio y de fuente, porque toda ella contiene el mejor claustro y la más grandiosa fuente? 
                                             No se teme al peligro por tal de llevarse el recuerdo

La serenidad y una paz interna se hacen dueñas de nuestro cuerpo cansado de subir a estas alturas,  y una especie de éxtasis nos embarga mientras los sones de las campanas de la espadaña, con su voz de bronce nos dan la bienvenida.


El Santuario de la Virgen de Tíscar es indiscutiblemente el centro de devoción mariana de la comarca, tanto por su tradición como por la ubicación del santuario debajo del Castillo de la Peña Negra.
La construcción actual del Santuario data de mediados del siglo XX, pero todavía conserva elementos arquitectónicos de otras épocas como la gran puerta de entrada con arco apuntado y jambas ornamentadas, o los restos del alicatado granadino en la sacristía del siglo XIV.

                                 Nuestro amigo Pepe, se quiere llevar hasta el sonido de las campanas

Originariamente debió ser un pequeño recinto, levantado tras la reconquista cristiana, destinado a recibir romeros en acción de gracias. Este Santuario, es sin duda, una perfecta adaptación entre hombre y naturaleza, enclavado entre Peña Negra y el Cerro del Caballo cierra el paso natural entre ambas montañas hoy abierto por dos túneles. 


En el Santuario permanece la Virgen que también lleva su nombre, Nuestra Señora de Tíscar, patrona de Quesada, que tan querida es por las gentes de la comarca del Alto Guadalquivir, incluso fuera de sus fronteras. 


La primera imagen de la Virgen fue traída a estas tierras en el año 35 de nuestra era por San Isicio, varón apostólico patrón de Cazorla, Aunque existen otras versiones sobre sus orígenes, según cuenta la leyenda más extendida, en 1319 la Virgen se apareció a Mamad Abdón, reyezuelo de Tíscar, en la Cueva del Agua. 

                                                              San Isicio


Mientras nuestro guía narra brevemente la historia del santuario, un pange lingua gloriosi corporis myterium sanguinisque pretiosi quem inmundi pretium, fructus ventris generosisi rex effudit gentium....,  se deja escuchar como voces de monjes petrificados en los potentes muros de piedra sobre los que se sustenta la ermita. 




La belleza de alguna dama se queda como una imagen más, petrificada a la entrada a este recinto. 

En estas alturas se siente la libertad, la independencia, la soltura y el atrevimiento de contemplar como la grandeza del paisaje se quisiera postrar a tus pies, en un acto de vanidad efímera. 

                                                     Bello paisaje desde las alturas
                                                    
La tarde se iba despidiendo y las sombras del atardecer intentaban hacer acto de presencia, más la luz en estas alturas no se dejaba amedrentar y permanecía incólume, los pasos se aceleraban, algún almendro prieto a la roca, repleto de blancura, anunciando una primavera que está deseando abortar un invierno, que se ha hecho el perezoso para echarlo del vientre que lo cobija, dejaba sobre mi cabeza una aureola de albino lechoso.


   Aún quedaba un lugar donde la Naturaleza se ha ensalzado dejando una señal evidente de la magnificencia y esplendidez con la que nos deja un paraje para recreo de la  vista y engrandecimiento del espíritu. La Cueva del Agua.


Más hete aquí, que de improviso apareció la dialéctica pragmática con su argumentación y se puso a darnos la merienda, aparecieron los que deseaban bajar a la Cueva del Agua, y los que por el contrario argumentaban que no era posible, puesto que había una distancia de cuatro kilómetros desde el lugar en el que nos encontrábamos.


                                                             Surge la polémica

Al final se impuso la lógica, el lugar estaba a menos de quinientos metros, y sería un pecado de lesa Naturaleza, dejar este espectáculo sin contemplar.


Por un bello paraje donde los gigantescos pinos cubrían nuestra carrera, fuimos lentamente descendiendo hasta llegar al lugar que nos esperaba.




La cueva la teníamos delante pero, ¿quién se atrevía a entrar en un lugar que aparentemente dama la impresión de ser dificultoso poder penetrar?
Ya que habíamos bajado hasta allí había que arriesgarse, así que encorvando la columna vertebral poniendo las manos sobre una canaleta de agua y la otra en la pared, intentando no saludar con la cabeza el techo de la susodicha cueva atravesamos aquel túnel.



¡Albricias! Esta fue la expresión que salió de mi alma cuando contemplé lo que delante de mí se me ofrecía a la vista.
La Cueva del Agua, conocida también como la Cueva de la Virgen de Tíscar, porque según la tradición se apareció la Virgen en el año 1319 al reyezuelo de Tíscar, Mohamad Abdón, se le conoce así mismo como Gruta de las Maravillas. 








En este lugar hay una perfecta armonía entre los elementos que la forman, el agua con su sinfonía orquestal en cataratas que se precipitan por las hendidura de la roca, que en el transcurso de los millones de años han formado una gigantesca cuna donde se mece en arrumacos de deliciosa poesía toda la naturaleza plena.





Aquel paraíso de luna y misterio donde se podrían construir los mejores poemas, el agua descienda en rápida huida como el enamorado que va en busca de su amada, generando saltos y caídas que inspiran mil melodías, agua que empapa versos, haciendo brincar el alma al contemplar tanta belleza, movimientos de gotas que salpican como si fuera una fiesta de cascabeles y serpentinas de colores por un arco iris que las atraviesa.
Ante tanta emoción me atreví a subir un peligroso rincón, porque quería ponerme en primera fila para escuchar la armonía de una de las cataratas, cogido a la barandilla y a los huecos de la roca, me planté delante de ella, aquí todo es clamor y brillo de vida limpia de impurezas, aquí se olvida por un instante  el frenesí estresante del hormigón de la ciudad. (Vídeo 9914, Fotos 9915, 9917)




Aquellas rocas sobrevolando los tajos que se precipitan sobre el vacío, como solitarias palomas peregrinas encarceladas en el tiempo, como amantes dejándose besar por su amada, el agua cristalina acariciando la roca besándola continuamente. (Foto  9920, o5- cueva del agua, Vídeo 9932).



Pero había que hacer de Dante Alighieri y bajar hasta las profundidades como si estuviéramos viviendo una Divina Comedia, y de los tres lugares que se describen en esta obra, infierno, purgatorio y paraíso, nos quedamos con éste último.  



                                        El Dante Alighieri. Obra escultórica (90X90X25). Poliester con metal.
                                                                                                    Autor: José Medina Villalba
                                                                                   El Purgatorio de la Divina Comedia
                                                                                     Beatriz en el Paraíso, de la Divina Comedia
                                                                              El Paraiso de la Divina Comedia

Una de las primeras grutas naturales conocidas en España, es una interesante formación caliza, donde se funden el agua del río Tíscar y la roca del Monte del Caballo. Las dos sierras se abrazan para dejar bajo sus entrañas el agua que se pierde caprichosamente ente los saltos, pilones, cascadas y fuentes, para seguir su curso zigzagueante río abajo hasta formar el idílico Pilón Azul camino de la Aldea de Belerda.





La Naturaleza tiene sus bellezas, primores y encantos pero se engrandece cuando se ve cumplimentada por la preciosidad y la hermosura de la mujer. 


Según la tradición los moros poseedores del Castillo de Tíscar, se creyeron que los cristianos luchaban por su conquista para recuperar una imagen de la Virgen María que ellos poseían. Ante esta creencia, y para hacerles desistir de la lucha, la arrojaron desde las almenas, hasta la Cueva del Agua, que estaba al pie de la fortaleza; pero la Virgen volvía hacia arriba, cuantas veces lo intentaban, por lo que Mohamed Abdón, enfurecido la rompió en mil pedazos con su alfanje. 



Cuando los cristianos llegaron al recinto del castillo, tanto el infante como los arzobispos buscaron la imagen para darle gracias por su protección en la conquista, y al no encontrarla, le preguntaron al moro, que arrepentido, les contó lo sucedido. Los cristianos recogieron los pedacitos y los llevaron a reparar a Toledo, pero la Virgen volvió a Tíscar de forma milagrosa, levantándose una capilla para darle culto.


Después de bajar, no a los infiernos, sino a la gloria de la Divina Comedia, había que tomar el arduo camino de regreso, salir de aquel paraíso a través de la puerta pequeña por donde habíamos entrado, para contemplar cualquier belleza, muchas veces, hay que salvar obstáculos.



La tarde había caído, los últimos rayos del sol doraban el camino de vuelta, era una estela luminosa que dejaba destellos de luz en nuestro caminar. 




 De regreso, en el autocar, todo eran comentarios a una jornada que había hecho brillar el día y nos había engrandecido el alma por lo contemplado, y por la convivencia compartida afablemente entre todos los asistentes. 
                                        
                                                       José Medina Villalba.
                                           
                                           REPORTAJE FOTOGRÁFICO



















































                                                                    José Medina Villalba

7 comentarios:

  1. Amigo has hecho un relato completísimo, como es tu costumbre y aderezado con amplio despliegue gráfico. Gracias por mantenernos siempre informados.
    Un abrazo.

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  2. MARIA AMPARO MORA MONTES

    Querido amigo: Con cuánto rigor narras las etapas de la vida pictórica de Zabaleta, desde sus comienzos -autorretrato y dibujos con tinta china-, su estancia en París, su viaje a Roma .."donde su paleta se oscurece de oscuridad".., su fase subrealista, hasta su última etapa que implica mas madurez. Todo aderezado con multitud de fotos de los cuadros y vídeos con las explicaciones de la Guía.
    Del mismo modo, en la planta dedicada a Miguel Hernández, relatas su vida, sus poemas, la reproducción de su celda .. con fotos y mas fotos.
    El día fue intenso. Despues de comer con tu cámara en ristre, cuesta arriba a visitar el Santuario de la Virgen de Tiscar y aún conservas energía para descender a la Cueva del Agua y mostrarnos sus entrañas: escalinatas, pasadizos y caídas de agua para ilustrar a los que, cansados, no bajamos a las profundidades.
    Podemos decir imitando al poeta "érase un hombre a una cámara pegado "....
    Magnífico, amigo. Como siempre te felicito y te doy las gracias. Un abrazo

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  3. Antonio Parrilla Muñoz.
    Felicidades, amigo don José Medina Villalba; nos ha deleitado con su viaje, su prosa y sus bastos conocimientos sobre la materia explicada, hemos viajado realmente con ustedes. Gracias.

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  4. Dori Bernal Lopez.
    Yo vi el museo de Zabaleta cuando estaba en una casa de pisos hace muchos años después hicieron un bonito museo.

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  5. José Medina Villalba.
    Estimada amiga albayzinera y ahora exiliada del más maravilloso barrio de cualquier ciudad del mundo. Si lees el archivo, no sé si serás capaz aunque lo has prometido, te percatarás que estuve e hice acto de presencia en todos estos lugares que describo, con todas mis impresiones personales: Museos, de Zabaleta, Miguel Hernández, Cueva del Agua, y Santuario de la Virgen de Tíscar. Así que ánimo y a leer. Un abrazo.
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    M

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  6. Dori Bernal Lopez.
    José Medina Villalba al ver Quesada me vino a la mente Tíscar........claro no sabia que has estado allí también es un lugar que me encanto.La primera vez que lo vi....y otras muchas más........disculpa por no haberlo leído antes.

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  7. Maria Del Carmen Prades Pérez.
    Qué preciosidad...
    Escribes tan bonito, que como siempre me
    ocurre, me siento feliz
    como si realmente estuviera en esos bellos lugares.
    " Hay que dar pinceladas de color a la vida como se lo da la carretera al paisaje.
    "Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas…," que diría Federico, así es el paisaje que se derrama a borbotones como un torrente, un paisaje en continuo movimiento, plagado de intenso verde, verdes las montañas, verdes los olivos, verde la hierba verde..."
    Gracias. Muchas gracias amigo José.

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