La engreída, caprichosa, altanera, y arrogante estación del año que se presenta alardeando
de poseer los mejores perfumes, se viste con trajes estampados con diversidad
de colores, haciendo correr por las venas la sangre enardecida del amor, cuando
los enamorados van a servir y a adorar al querer, ha pretendido salir antes de tiempo
para pasar una jornada con nosotros.
Asomándose por una esquina del
compendio del tiempo, aprovechando que aquella otra que le precede en el
calendario, se ha escondido en su casa, igual que hacen las moscas con toda su
vestimenta, frío, nieve, lluvia y demás trajes con los se enseñorea durante tres
meses, se ha refugiado en su morada dejando a la que se llama primavera haga un
anticipo, para hacer unos pinitos y probar el escenario que pronto le espera,
ha salido al tablao robándole la jornada.
Un día de primavera dentro del invierno
Las siete de la mañana, el día ya se ha tirado del lecho de la noche, se ha despojado de las sábanas de la nocturnidad y la ciudad ha comenzado a desperezarse, un bullicio y ajetreo mañanero va cubriendo el panorama, la luz se va intensificando, las caras de los edificios van cobrando vida y las que durante la noche han iluminado las calles haciendo mutis se han ido apagando.
Amanece en Granada
Por las arboledas de las avenidas canta la Naturaleza, con las notas del despertador del canto del gallo se espabila el campo y la ciudad, y comienzan los primeros trinos de las avecillas que se están espabilando, su balada va tonificando el ambiente y son los primeros calores sonoros de la mañana antes de que caldee el Sol.
Las primeras baladas del amanecer
Caras sonrientes, saludos y congratulaciones de los que van engrosando
el punto de encuentro, y un ómnibus que espera vayamos ocupando nuestros
lugares respectivos para emprender la marcha.
Chaquetones, bufandas, zapatos cómodos, bolsos en bandolera, portadores
de los primeros y necesarios elementos, son los atavíos que aparecen como
primera carta indicando la actividad que van a realizar este grupo de boy
scout, que si por el exterior aparentan no pertenecer a este gremio, sus espíritus están plagados de energía y juventud, cabalgando sobre la
montura de la jovialidad.
Hay que ir comprobando cual es el lugar que cada uno tendrá que ocupar
en el que sobre potentes ruedas y motor nos va a trasladar. El jefe de la
expedición Rafael Reche, va atendiendo gentilmente a todas las sugerencias y
distribuyendo la numeración de los sitios correspondientes.
Situados en los asientos respectivos, cinturones protectores colocados, y Rafael haciendo las últimas comprobaciones.
En plena carretera,
soportando la marcha lenta que a estas horas proporciona la salida debido a la
abundante circulación, vamos partiendo de la madriguera para en plena arteria
circulatoria dirigirnos a nuestro punto de destino, la vecina provincia de Jaén
y más en concreto a una de las hijas que alberga en su vientre llamado
Quesada.
Circulación complicada a primeras horas de la mañana
Ya quedaron atrás los trinos tremolados de las aves, que aprovechan el momento del alba en el que existe menor contaminación acústica, porque el sonido de sus cantos se transmite con más facilidad debido a la temperatura y humedad, el ruido ensordecedor del motores aglutinados en marcha lenta en la partida, solo se escucha el rastreo de las ruedas de nuestro vehículo sobre el asfalto en una repetitiva y rítmica monotonía, acompañado por el murmullo soterrado que sale de los asientos, de las conversaciones animadas de los que viajamos.
Murmullos soterrados salen de los asientos
El paisaje lentamente se va desperezando, la neblina como capa que cubre el alba se va difuminando con los primeros soplos luminosos que se van intensificando, por un Sol escondido que intenta levantarse y saltar por encima de la barrera de la cadena montañosa de Sierra Nevada. Tímidamente dejar sus rayos atravesar la arboleda y la cristalera que nos separa del exterior, para darnos su primer saludo y podernos mirar cara a cara, acariciando nuestros rostros.
El Sol se asoma tímidamente
Hay algo que bulle con inquietud en el estómago, la levantada ha sido tempranera, el desayuno ligero y a toda prisa, se necesita una parada para descansar y dejar libertad a los líquidos que llevamos en el cuerpo, solo líquidos que no nos podemos entretener.
Paramos para desayunar, media
hora dice el jefe, porque queda mucho tiempo para llegar a nuestro objetivo.
El Hotel Hidalgo, no sé si se construyó rememorando al recaudador de
bienes Cervantes, y si se pensó en el que posiblemente se daría por estos lares algunos paseítos para
estrujar el patrimonio de los labriegos de esta zona.
Miguel de Cervantes Saavedra
D.Quijote y Sancho Panza
Sobre la barra del mostrador de la cafetería donde no cabían los que querían un servicio rápido, para ser atendidos por dos personas solamente, fueron adquiriendo sus respectivos desayunos, unos se quedaron en el mostrador y otros ocuparon las mesas que por allí había.
El desayuno, un alto en el camino
Me asomé y al ver la situación preferí darme un paseo por los exteriores donde se respiraba el aire puro de la mañana, acompañado por el silencio que imponían los vehículos allí aparcados.
Ya en el interior junto a mis tres “palmeras”, me tomé mi vaso de leche y tostada de aceite
fraccionada compartida. Recordando a Hemingway que decía que el mejor
lugar para escribir es una cafetería acompañada por el ruido y ajetreo tomé
mis primeras anotaciones, no siempre se tiene que escribir en bata y con
zapatillas de cuadros.
Con el estómago caliente por segunda vez, con gestos más animados nos
dirigimos a coger nuestro portador.
De nuevo, después de desayunar, al autocar
El paisaje se nos une y nos va acompañando durante todo el camino, extensos campos plagados de jóvenes y viejos olivos cargados de años, estáticos, soportando los avatares del tiempo, con los cuerpos retorcidos. Allí están perfectamente alineados unos comenzado a nacer, otros cargados de años con sus ramas en la frente, verde intenso por todas partes y collares de aceitunas adornándolos. Las miradas desde el habitáculo se siente complacidas contemplando el espectáculo.
Campos extensos cargados de olivares
Nos encontramos ya en nuestro primer objetivo, el pueblo de Quesada, el primer recibimiento camino del Museo es una cerámica que nos invita a degustar cualquiera de la diversidad de platos típicos del terreno, ¡pero es todavía temprano!, alimentémonos pues con el aire fresco de la mañana y la de un Sol que nos da sus calorías. Una simple ojeada nos detecta los platos típicos del lugar, heredados con reminiscencia clara de un pasado árabe que en breves horas podremos degustar.
Entre conversaciones animadas, bajo los saludos de un Sol radiante que
nos observa desde el tejado del museo, nos va llenando de energía el alma y el
cuerpo, haciendo que vayamos cobrando más vida para entrar en un museo que nos está abriendo las puertas.
Caminamos hacia el museo
Por una amplia y suave rampa donde el color rosa nos va cobijando para
indicarnos que lo juvenil está presente en estos instantes en nuestras vidas.
En la recepción folletos informativos de todo lo que vamos a ver en
estos dos museos, se ponen alcance, nadie se quiere perder el más
mínimo detalle, y poder tener un recuerdo más que engrose los otros muchos que poseemos en nuestros domicilios. Pronto la directora de la pinacoteca, con micro
sobre la boca nos da la bienvenida.
Recogiendo folletos informativos
Nada más entrar en el interior pronto se capta en una ligera visión de la galería, la perfecta armonía que existe en la distribución de las obras y de la luminosidad. El lenguaje escrito en la pared nos habla de quien era Rafael Zabaleta, su formación en el arte de pintar, su carácter, la libertad en sus creaciones, el rigor que él consideraba indispensable en la composición, y la disciplina mental del mundo de sus cuadros.
La guía habla de cuando se creó este museo año 1963, tres años después de la
muerte de Zabaleta, la familia dona gran parte de la obra, que le serviría
también para eludir impuestos.
El edificio por sus excepcionales dimensiones ha dado lugar a otro
museo dedicado al poeta Miguel Hernández. Josefina Manresa, la mujer de Miguel
nació aquí, y ella aportó el legado de su esposo.
Josefina Manresa
La colección que se expone de Rafael Zabaleta tiene un poco de cada
época suya, no tanto de la última etapa la más valorada, esto nos permitirá
observar la evolución en su trayectoria
artística.
Desde su infancia ya se le veía su inclinación y afición por dibujar,
le llevaba hasta el extremo de pintar en trozos de sábanas que le daba su
madre. La familia le dio facilidades para que siguiera su vocación, ya que
tenían posibilidades económicas; marchó a Jaén donde hizo el bachiller y
después a Madrid a La Escuela de Bellas Artes de San Fernando, terminados los
cinco años de carrera y dos de perfeccionamiento, tuvo que pasar un tiempo
hasta que se conociera su estilo.
Escuela de Bellas Artes de San Fernando
Con gran atención y ávidos por conocer quien fue este personaje cuyas
raíces se encuentran en este pueblo de la provincia de Jaén, Quesada,
atentamente escuchamos las explicaciones que se nos van dando.
Quesada
La guía muy experimentada en estas lides pronto capta la atención de
los oyentes, por la forma de expresar lo que siente al hablar de esta figura,
gesticula y manifiesta con tal intensidad y energía que va consiguiendo
meternos dentro, no solo de la vida sino en el propio personaje. A través de un
autorretrato hace una descripción de los principios básicos de su estilo, la
línea de los contornos que cierran las formas y la fuerza del color, que
estarán siempre presentes en todas sus creaciones.
Pasaríamos a los dibujos de distintas épocas, donde se va viendo la
evolución que ha ido tomando en esa manera de dibujar, trabajos realizados en
tinta china, cuya técnica es muy compleja ya que el trazo dado no tiene
rectificación posible, en el Círculos de
Bellas Artes pudo seguir practicando y dibujando modelos al natural.
Mirando estos dibujos donde Zabaleta escribía, usando tinta china, son signos con los que cualquier poeta habría construido un bello
poema, porque sus dibujos son una rama del grafismo escrito sobre cualquier
papel que destila poesía, donde no hay palabras escritas pero si el lenguaje
silencioso en los cuerpos desnudos.
Rafael Zabaletea tenía obsesión con viajar a París y conocer a Picasso. En el año 1935, cumplió su objetivo estuvo durante un mes y se dedicó a
escudriñar todo lo que se estaba cociendo allí: museos, galerías de arte, cafés
donde se reunían pintores, poetas, se empapó bien de todo lo que se cocía. En
París había plena libertar de expresión en todas las facetas, se podía pintar
cualquier cosa sin trabas de ninguna clase, cosa que no ocurría en España que
estaba sometida a unos cánones y a un academicismo, a un tratamiento del que no se podía salir y
el que se atrevía era tratado con mala prensa. Pudo ver obras de Picasso, de
Renoir y de otros pintores.
Estas primeras obras tienen reminiscencias de Picasso son escenas
idílicas inventadas con colores no naturales, son notas a destacar, la proporción de las formas, las
cabezas más pequeñas, la sinuosidad de los cuerpos, y los volúmenes.
Un conjunto de mariposas de diversos colores volaban por aquel enorme
salón, eran, la diversidad de colores con los que se vestían los cuadros, las
alas policromadas salidas de los lienzos revoloteando por aquel entorno, cientos
de avecillas arrullando a nuestro alrededor, como pétalos de flores caídas
sobre nosotros atravesando nuestras miradas para clavarse en el alma.
Sus cuadros son narrativas que él ve y las va plasmando a su manera de
pensar, va experimentado, va evolucionando, pero sin llegar todavía a encontrar
su estilo personal, es la trayectoria normal de cualquier estudiante de Bellas
Artes, buscan, experimentan, investigan, hasta dar con su estilo y personalidad; sin embargo en estas pinturas podemos ir viendo como vaticinio, una
especie de preámbulo, indaga sus propias corrientes en el modelado de las
figuras y en la triangulación.
Existen muchas clases de curvas, por lo menos eso es lo que dicen los
matemáticos, una de ellas es la curva de Koch, nombre algo raro, que algunos
han preferido llamarle Copo de Nieve, se comporta multiplicando su tamaño por
cuatro tercios y hacia adentro llegando hasta el infinito, eso creo que les
pasas a las deleitantes curvas que Zabaleta, le imprime una fuerza e intensidad remarcando sus
contornos que realzan la belleza de las siluetas.
Hay cuadros que los humaniza de tal manera que parecen esculturas, con
fondos de paisajes idealizados.
El pasear es lento y necesario, hay que ir empapándose de todo lo que
rezuman las paredes del museo que dejan suspiros artísticos flotando, que son
captados por todos los que vamos admirando el rico contenido de las obras,
aderezadas por las entusiastas
explicaciones de la guía.
El recorrido de esta
primera parte de su etapa pictórica, con esa imperiosa necesidad de aprendizaje
y búsqueda, nos va a trasladar a los años cuarenta, donde surge otra forma nueva
de pintar, producto de un viaje a Roma que realiza acompañado de un amigo.
Su paleta se enriquece de la oscuridad, con menos contrastes, más
neutra, con ocres, grises, negros, producto de lo que fue alimentándose y
percibiendo en ese viaje, monumentos, museos, estatuas, las tonalidades de
colores tenebrosos son el fiel reflejo de esta etapa.
La oscuridad, esa que siente la paleta de Zabaleta, plena de ansiedad
por la opacidad, también nos impregna y
nos acompaña en nuestras vidas, en la penumbra y en el silencio de la noche
cuando todo está en plena quietud, llegan nuestros pesares, sueños rotos,
amores perdidos, que se marcharon para nunca más volver, apoderándose de
nuestro espíritu, como sombras que nos envuelven.
En la quietud de la noche llegan nuestros pesares
La corriente artística vivida durante su estancia en Roma viene seguida de otra que también acompañó a Zabaleta . el surrealismo.
Zabaleta se impregnaba de todo lo que captaba en la zona de Pozo Alcón,
Zújar, lugares desérticos, que él recorría con frecuencia, sitios que pintó, como este cuadro de los baños de Zújar, dos personajes blindados por la oscuridad
y con el paso de las aguas se van
transformando en estatuas, acompañado por un paisaje desértico y misterioso .
Baños de Zújar
Representó en tinta china los sueños de Quesada de forma interactiva,
sueños que giran en torno tres semánticas, la carne, el mundo y el demonio. El
demonio la tecnología, la visión de todo lo que venía de Oriente, la
cinematografía, la óptica, todo eso era malo, ¡pobre Zabaleta si viviera hoy con
la revolución tecnológica que existe en la actualidad!, la carne la mujer, la
que pervertía al hombre, teniendo en cuenta que todo está contextualizado en
una época determinada. El mundo representado en las guerras.
Los sueños de Zabaleta a estas horas de los tiempos, tienen su
contrapartida. Dulce como la brisa del atardecer eres tú mujer de cabellos
dorados como los cálidos y brillantes rayos del Sol, si en aquellos años
pasados había un concepto erróneo sobre la perversión de tú carne, hoy te alabo
como carne que ha dado vida, con el nombre por excelencia de MADRE, bella como
la luna y pura cual lámpara resplandeciente.
Mundo que detesta la guerra como arma destructiva de la vida,
sepultemos esa palabra y busquemos la
justicia por los enamorados, por los derechos humanos y por la poesía.
Dejemos la palabra demonio e infierno que tanto daño han causado y
hablemos de paz y de cielo que las tecnologías modernas sean solo instrumento
de concordia.
.
Las campesinas nos esperaban, uno de sus cuadros de más relevancia, la
más conocida y de la que se han hecho más publicaciones, en ella se concentran
todos los aspectos artísticos de lo que venimos hablando en su trayectoria, esa
línea fuerte contundente que marca las formas, las cierra, los colores
intensos, vivos, todo en forma plana no con pincelas vibrantes.
El engaño óptico es claro y
contundente, juntando las caras multiplicando una tercera, como se puede
observar hay varias campesinas con sus niños correspondientes, una a la derecha
con el color ocre, otra con el perfil naranja y el cuerpo gris, otra con el
cuerpo rosa, otra con moño y una falda verde, y otra con falda azul, es un
abrazo múltiple formando una pirámide que se asemeja a las montañas de atrás y
a los triángulos.
Aquí se explaya introduciendo la
Geometría, triángulos, rectángulos, círculos, el campo de aquellos tiempos era
multicolor, las caras las obtiene juntando dos perfiles para que dé la cara de
frente, en resumen todo está compensado es una muestra de su estilo, utilizando
la línea negra, la Geometría, los colores intensos, las reminiscencias del
cubismo de Picasso.
Mirando este cuadro me quedé absorto pensando en aquellas mujeres del
campo, de tierras de secano y falta de agua, mujeres de manos recias, labrando
tierras que no le pertenecían, la dureza del campo les ha negado la belleza del cuerpo, pero poseen la que no se ve la del espíritu. En
mi época de docencia, en los atardeceres después de una jornada intensa asistían a mis clases de adultos para aprender el abecedario, más ellas solo conocían el abecedario del alma, las
recuerdo con nostalgia en mis primeros años de maestro en un pueblo, Jayena, por la zona de
Alhama.
Mujeres del campo aprenden a leer
La romería de la Virgen de Sikar, está representada, con un cuadro plenamente picassiano, con tintes negros, donde aparecen todos los personajes más importantes que participaban, alcalde, guardias civiles, cura, miembros de la cofradía. El traslado de la ermita al pueblo se sigue haciendo siguiendo la tradición, acuden gentes de diversos pueblos, aparecen unas niñas vestidas tal cual hubiesen sido amortajadas después de una enfermedad, de la que salieron triunfantes gracias a la protección de la Virgen, en acción de gracias se tenían que poner la vestimenta.
Romería de la Virgen de Síkar
La
Mona Lisa de Zabaleta, por lo menos así se proclamó ella en una entrevista en
la radio, aún vive, aparece en uno de los cuadros,
así como una
perfecta descripción del parque del pueblo,
e incluso el padre de
Zabaleta, que se estableció en el pueblo como comerciante de tejidos, y se casó
con tres hermanas paulatinamente conforme se fue quedando viudo, de cuyos dotes surgió el
patrimonio que heredaría Rafael Zabaleta.
Estamos en la última etapa de Zabaleta a través de estos cuadros podemos
observar su estilo personal, el color
vivo, la línea negra, la madurez de su pintura, aquí tenemos una serie de
amigas suyas no se repite ninguna y se ve la seguridad, diciendo ¡éste soy yo,
y éste es mi estilo!
Su tía Pepa tuvo un matrimonio desafortunado, se refugió en la casa de
la madre de Zabaleta, cuando murió ésta, ella se encargó de todo dejando plena
libertad al pintor para que ejerciera su actividad pictórica.
La tía de Zabaleta
Dios creó la belleza el último día de la gran obra del Universo,
esperó para dejar todo su esfuerzo creativo para en el último momento, cuando un
artista como el mayor de lo artistas que es Él, se puede sentir plenamente satisfecho de lo que ha concebido:
las maravillosas puestas de Sol.
El perfume embriagador de la floresta, los misterios de las
profundidades del mar, paisajes inigualables, parques incomparables, donde la
flora y la fauna dejan destellos de
belleza embriagadora, cuevas grandiosas donde las estalactitas son verdaderas columnas de transparente diamante.
Bello paisaje desde la Vereda de Enmedio
Cascadas de agua dejando los colores del arco iris como diademas que
las rodea, bosques enormes donde los rayos del Sol no tienen fuerza para
penetrar, el blancor intenso de la nieve vistiendo las cadenas de las
cordilleras más grandiosas….,Dios esperó al último día para crear la belleza
suma, la mujer en la plenitud de la desnudez.
Todos los grandes pintores han sabido plasmar esa belleza en sus
cuadros, magnificencia que encierra todos los encantos que Dios modeló en la
Naturaleza.
En una noche sin luna en la oscuridad la desnudez de la mujer genera un
resplandor que deslumbra, es un enigma que cuesta descifrarlo, es una nave que
conquista que surca aguas de nadie, es la concentración plena de la más
maravillosa puesta de Sol, de un cuerpo celeste que nunca se esconde, es el epílogo
final donde Dios puso todo el mayor de sus esfuerzos para que fuese la
concentración suprema de todo lo creado.
El mejor bosque en sus cabellos,
largos y rubios dorados por el Sol, la rosa más frágil de delicada belleza,
piel suave, como la brisa más lisonjera del amanecer, curvas sinuosas como las
mejores de las carreteritas ondulantes que serpentean abrazando las montañas.
Pechos tersos como el vértice
nervioso de una ola, como las montañas más rígidas que buscan la plenitud del
cielo, caderas pronunciadas a modo de las mejores asas del jarrón de las Gacelas
de la Alhambra, una mujer desnuda es pura naturaleza, que abarca ámpliamente
ese concepto de la Madre Naturaleza.
No hay nada más original y natural para la contemplación estética que el
cuerpo desnudo de la mujer, y el sexo para
la necesaria salud de los mortales. Son paradojas de las mentes retorcidas
quienes aplican sus adoctrinamientos. El cuerpo de la mujer es de una belleza
como pocas ha creado la Naturaleza.
No solo transmite complacencia estética sino que reconforta los
sentidos por mal que les pese a las caducas doctrinas que se posesionan en
contra del desnudo de los seres humanos ya sean de hombre o mujer, dentro del
entorno que realmente le corresponde, dentro de unas normas éticas y morales.
El desnudo femenino es la
plenitud de la Creación.
Óleo sobre lienzo (75X50). Colección privada. José Medina Villalba
Óleo sobre lienzo (75X50). Colección privada. José Medina Villalba
Óleo sobre lienzo. (50X35). Colección privada. José Medina Villalba
Óleo sobre lienzo. (60X50) José Medina Villalba
Rafael Zabaleta cuidó mucho el contacto con personajes relacionados con el arte, en sus viajes a Madrid visitaba los sitios donde se reunían grandes artistas en los cafés Pombo, Gijón, allí estaban los grupos de Agualces, el Paso, la Escuela de Madrid, todos recordaban a Zabaleta como el maestro, cuando se creó el museo aportaron fotografías y obras.
Óleo sobre lienzo. (60X50) José Medina Villalba
Rafael Zabaleta cuidó mucho el contacto con personajes relacionados con el arte, en sus viajes a Madrid visitaba los sitios donde se reunían grandes artistas en los cafés Pombo, Gijón, allí estaban los grupos de Agualces, el Paso, la Escuela de Madrid, todos recordaban a Zabaleta como el maestro, cuando se creó el museo aportaron fotografías y obras.
Pintura de Picasso donada al museo
Dejamos atrás a Zabaleta con su arte su estilo personal, la fuerza del
color y su vida plena de ascensos desde su infancia hasta llegar a la culmen, o
concepción de una forma novedosa de pintar.
Entramos en otro mundo donde la pintura se ha convertido en letra,
donde los colores son de diversas tonalidades, desde los cálidos del círculo
cromático o rueda de colores, pasando a los fríos y tristes de la desolación y
la muerte, donde todo es amplitud, luminosidad, irradiación, claridad, para
desembocar en otro ámbito angosto, donde brilla la poesía pero también lo
antagónico la tristeza.
Nuestra nueva guía nos va a llevar de la mano con su palabra, a través
de una serie de explicaciones y proyecciones para trasladarnos a la vida de un
personaje que vivió por y para la poesía. Miguel Hernández Gilabert.
Nace en Orihuela el 30 de octubre de 1910, la infancia transcurre entre
los juegos y el trabajo. Desde los siete años ayuda a su hermano Vicente en las
tareas del pastoreo, aprendiendo este oficio. Inicia su aprendizaje escolar a
la edad de nuevo años en las Escuelas del Ave María de Orihuela, pasa después
al Colegio de Santo Domingo, donde conocería al que fuera después su gran amigo
Ramón Sijé.
Tuvo que abandonar los estudios por la crisis económica en la familia,
y su padre lo dedica al pastoreo, pero él aprovecha esas horas para seguir
estudiando, visita con frecuencia la biblioteca de Luis Armancha que era el
sacerdote y canónigo de la Catedral de Orihuela.
Formó un grupo de teatro con amigos y comienza a escribir sus
primeros poemas relacionados con el entorno en el que vive, con la oposición
total de su padre a quien le molesta esta afición poética de su hijo.
Colabora en la prensa local y después se iría ampliado a la
provincial. Sus aficiones literarias le animan a reunirse con frecuencia en la tahona del padre de su amigo Carlos
Fenoll.
Su primera visita a Madrid 1931 fue un fracaso, su primer libro “Perito
de lunas” aparece en 1933. En su segundo viaje a Madrid comienza a relacionarse
con poetas como, Alberti, Rosales, Neruda, Aleixandre. Trabaja en la
enciclopedia “Los Toros”, con José María de Cossio. Su amigo Ramón Sijé fallece, y formaliza su
noviazgo con Josefina Manresa.
Josefina Manresa
El 1936 publica su “Elegía” dedicada a Ramón Sijé. Se edita el libro de poemas "El rayo que no cesa", “El labrador de más aire”, y se alista en el Ejército Popular de la República siendo nombrado Comisario de Cultura.
En 1937 publica “Viento del pueblo”, “Teatro en la guerra” y “El labrador de más aire”, actúa como poeta y
soldado en diversos frentes.
En 1939 nace su hijo Manuel Miguel, concluida la guerra intenta
escaparse a Portugal pero es detenido. En la prisión de Torrijos en Madrid
compone las famosas “Nanas de las cebollas”. Es condenado a la pena de muerte
pero se le conmuta por treinta años de prisión, trasladado al Reformatorio de
Adultos de Alicante, se le manifiesta una grave afección pulmonar, que se le
complica con tuberculosis.
Muere en 1942 a la edad de treinta y un años de edad.
La directora y guía del museo tuvo la deferencia de acompañarnos hasta
la salida y dejar plasmada su imagen junto a este reportero que sale plenamente
satisfecho de la visita.
Mientras aposentado en el lugar correspondiente del autobús, meditaba
sobre todo lo contemplado en el museo de Miguel Hernández, imágenes de otros
tiempos vagaban por mi mente, recuerdos
de aquellos años me corroen y me arredran,
cuando en aquellos días el frío era más intenso porque no solo era el del cuerpo sino
del alma.
Los niños por las mañanas venían al colegio a desayunar con las almecinas caídas por
la noche, de un viento que se movía lentamente acompañando a la situación,
porque hasta el viento se había contagiado de los estómagos que gruñían.
En mi casa no se andaba en la abundancia, pero no faltó nunca el
huevo de la gallina que, como pieza de oro lo dejaba caer como regalo todos
los días, ni el chorizo y la morcilla que cuidadosamente se bañaba en el aceite
de la orza, producto de la matanza del cerdo que todos los años nos dejaba el
gran obsequio de su cuerpo.
Ni el trozo de pan que mi madre
amasaba y cocía en el hornillón de bolas, ni la fruta y productos del huerto que
mi padre labraba, ni el sonido de los golpes entre oreja y oreja al conejo, forma de trasladarlo al aceite hirviendo en la sartén.
El
silencio del canto misterioso del señorito del corral con su kikiriki al
amanecer, que me despertaba todas las mañanas del gallo del corral que
enriquecía el arroz que nos comíamos los domingos,
pero si vi el
hambre y la tragedia de mis compañeros.
De camino al restaurante, después de una mañana completa, donde nos
hemos saciado de dos artes que caminan juntos, como son la pintura y la poesía, vamos contemplando otras evocaciones
que se nos presentan, unos murales sobre el costado del voluminoso edificio del
museo, nos transmiten mensajes que para mí me hacen recordar el pasado: “Aunque
bajo la tierra mi cuerpo esté, escríbeme a la tierra, que yo te escribiré”.
Murales que manifiestan entre árboles de piedra la recolección del
fruto de la tierra, la voz de Miguel Hernández ha salido a la calle con su
poesía arrogante: “Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma:
¿Quién, quién levantó los olivos? No los levantó la nada, ni el dinero, ni el
señor, sino la tierra callada, el trabajo y el sudor.
Mural de piedra. Los olivos y la recolección de la aceituna
El amplio paisaje se abre a la vista, un cielo claro, unas montañas pintadas de un violáceo y una jirafas de enorme cuello en primer plano rompen la secuencia, mientras el grupo disgregado cada cual a su aire, caminamos en dirección al restaurante. Unas casitas blancas agrupadas con montera sonrosada han escogido el mejor lugar del valle, para darle nombre propio a este pueblo, el de Quesada.
Vista del pueblo de Quesada. Caminamos hacia el restaurante
Ante un Curioso, que así se llama el indiscreto restaurante donde vamos a dar complacencia a nuestro vientre, a estas horas necesita complacerle, no tenemos más remedio que descubrirnos esperando que tal como lo saludamos él nos satisfaga.
Saludamos a nuestro Restaurante, El Curioso
Curiosamente y sin olvidar esta lisonjera palabra, nuestro Curioso nos tiene tan controlados los asientos, que hay al principio un poco de incomodidad para ocupar los sitios reservados según las necesidades de los comensales. Todo resuelto, las viandas fueron satisfaciendo los apetitos, con unas pitanzas del terreno magníficamente preparadas.
Alguna salamanquesa traviesa trepando por las fachadas se queda
sorprendida al vernos pasar, y las cuerpos rehechos en grupos dispersos nos
dijimos al autocar.
Alguien de la expedición se esfuerza en dar un avance sobre lo que vamos a
visitar esta tarde, cosa digna de agradecer, entre espacios prolongados en su
manifiesto, alguien pone una pincelada de humor,
-“¿Es que estás traduciendo el
árabe?” Las carcajadas recrearon el ambiente.
El balanceo del autocar va estimulando nuestros cuerpos, algunos
prestos a dar una cabezada, otros a seguir contemplando el paisaje, algunos muy pendientes de la serpiente retorcida y
enroscada por la que vamos caminando.
Mientras voy observando la
sinuosidad encrespada de la carretera, me está hablando para decirme que es
parte de mi vida, porque desde que nacemos nos marcan un destino a donde tenemos que llegar, el
destino de cada una de nuestras vidas, vidas con muchas curvas, las dificultades
que tenemos que superar.
Hay que dar pinceladas de color a la vida como se lo da la carretera al
paisaje.
"Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas…," que diría
Federico, así es el paisaje que se derrama a borbotones como un torrente, un paisaje en continuo movimiento, plagado de
intenso verde, verdes las montañas, verdes los olivos, verde la hierba verde.
El albo de los almendros en flor con lunares violetas, convertían el
paisaje en una auténtica pasarela de árboles que se doblegaban reverenciando
nuestra marcha ascendente hacia la ermita de la Virgen Tíscar.
La subida a la ermita
Respirando el perfume de los pinares que bordeaban la carreta, pronto llegábamos a la ermita, los más adelantados y pioneros, descansaban sentados en el pretil que bordeaba el camino.
Mientras tanto allá al fondo la luz
del atardecer se derramaba haciéndose más intensa en estos parajes, lugares
idílicos de la Naturaleza que invitan al retiro meditativo, a la reflexión
lejos del mundanal ruido.
Caminamos hacia la ermita
Solamente las rapaces águilas, desde la inmensidad de las alturas giraban sus vuelos vigilando nuestros movimientos.
El águila más grandiosa, verdosa, negra y dorada siempre con las alas
abiertas es de piedra y no se cansa, ya lo dijo el poeta Antonio Machado cuando
visitó estos parajes.
¿Quien no se deja impresionar en este recinto conventual de una
naturaleza que carece de claustro, de patio y de fuente, porque toda ella
contiene el mejor claustro y la más grandiosa fuente?
No se teme al peligro por tal de llevarse el recuerdo
La serenidad y una paz interna se hacen dueñas de nuestro cuerpo cansado
de subir a estas alturas, y una especie
de éxtasis nos embarga mientras los sones de las campanas de la espadaña, con
su voz de bronce nos dan la bienvenida.
El Santuario de la Virgen de Tíscar es indiscutiblemente el centro de
devoción mariana de la comarca, tanto por su tradición como por la ubicación
del santuario debajo del Castillo de la Peña Negra.
La construcción actual del Santuario data de mediados del
siglo XX, pero todavía conserva elementos arquitectónicos de otras épocas como
la gran puerta de entrada con arco apuntado y jambas ornamentadas, o los restos
del alicatado granadino en la sacristía del siglo XIV.
Nuestro amigo Pepe, se quiere llevar hasta el sonido de las campanas
Originariamente debió ser un pequeño recinto, levantado tras la
reconquista cristiana, destinado a recibir romeros en acción de gracias. Este
Santuario, es sin duda, una perfecta adaptación entre hombre y naturaleza,
enclavado entre Peña Negra y el Cerro del Caballo cierra el paso natural entre
ambas montañas hoy abierto por dos túneles.
En el Santuario permanece la Virgen que también lleva su nombre,
Nuestra Señora de Tíscar, patrona de Quesada, que tan querida es por las gentes
de la comarca del Alto Guadalquivir, incluso fuera de sus fronteras.
La primera imagen de la Virgen fue traída a estas tierras en el año 35 de
nuestra era por San Isicio, varón apostólico patrón de Cazorla, Aunque existen
otras versiones sobre sus orígenes, según cuenta la leyenda más extendida, en
1319 la Virgen se apareció a Mamad Abdón, reyezuelo de Tíscar, en la Cueva del
Agua.
San Isicio
Mientras nuestro guía narra brevemente la historia del santuario, un
pange lingua gloriosi corporis myterium sanguinisque pretiosi quem inmundi
pretium, fructus ventris generosisi rex effudit gentium...., se deja escuchar como voces de monjes
petrificados en los potentes muros de piedra sobre los que se sustenta la
ermita.
La belleza de alguna dama se queda como una imagen más, petrificada a la
entrada a este recinto.
En estas alturas se siente la libertad, la independencia, la soltura y
el atrevimiento de contemplar como la grandeza del paisaje se quisiera postrar
a tus pies, en un acto de vanidad efímera.
Bello paisaje desde las alturas
La tarde se iba despidiendo y las sombras del atardecer intentaban
hacer acto de presencia, más la luz en estas alturas no se dejaba amedrentar y
permanecía incólume, los pasos se aceleraban, algún almendro prieto a la roca,
repleto de blancura, anunciando una primavera que está deseando abortar un
invierno, que se ha hecho el perezoso para echarlo del vientre que lo cobija,
dejaba sobre mi cabeza una aureola de albino lechoso.
Aún quedaba un lugar donde la Naturaleza se ha ensalzado dejando una
señal evidente de la magnificencia y esplendidez
con la que nos deja un paraje para recreo de la vista y engrandecimiento del espíritu. La Cueva
del Agua.
Más hete aquí, que de improviso apareció la dialéctica pragmática con
su argumentación y se puso a darnos la merienda, aparecieron los que deseaban
bajar a la Cueva del Agua, y los que por el contrario argumentaban que no era
posible, puesto que había una distancia de cuatro kilómetros desde el lugar en
el que nos encontrábamos.
Surge la polémica
Al final se impuso la lógica, el lugar estaba a menos de quinientos metros, y sería un pecado de lesa Naturaleza, dejar este espectáculo sin contemplar.
Por un bello paraje donde los gigantescos pinos cubrían nuestra carrera,
fuimos lentamente descendiendo hasta llegar al lugar que nos esperaba.
La cueva la teníamos delante pero, ¿quién se atrevía a entrar en un
lugar que aparentemente dama la impresión de ser dificultoso poder penetrar?
Ya que habíamos bajado hasta allí había que arriesgarse, así que
encorvando la columna vertebral poniendo las manos sobre una canaleta de agua y
la otra en la pared, intentando no saludar con la cabeza el techo de la
susodicha cueva atravesamos aquel túnel.
¡Albricias! Esta fue la expresión que salió de mi alma cuando contemplé
lo que delante de mí se me ofrecía a la vista.
La Cueva del Agua, conocida también como la Cueva de la Virgen de
Tíscar, porque según la tradición se apareció la Virgen en el año 1319 al
reyezuelo de Tíscar, Mohamad Abdón, se le conoce así mismo como Gruta de las
Maravillas.
En este lugar hay una perfecta armonía entre los elementos que la
forman, el agua con su sinfonía orquestal en cataratas que se precipitan por
las hendidura de la roca, que en el transcurso de los millones de años han formado
una gigantesca cuna donde se mece en arrumacos de deliciosa poesía toda la
naturaleza plena.
Aquel paraíso de luna y misterio donde se podrían construir los mejores
poemas, el agua descienda en rápida huida como el enamorado que va en busca de
su amada, generando saltos y caídas que inspiran mil melodías, agua que empapa
versos, haciendo brincar el alma al contemplar tanta belleza, movimientos de
gotas que salpican como si fuera una fiesta de cascabeles y serpentinas de
colores por un arco iris que las atraviesa.
Ante tanta emoción me atreví a subir un peligroso rincón, porque quería
ponerme en primera fila para escuchar la armonía de una de las cataratas, cogido
a la barandilla y a los huecos de la roca, me planté delante de ella, aquí todo
es clamor y brillo de vida limpia de impurezas, aquí se olvida por un instante el frenesí estresante del hormigón de la
ciudad. (Vídeo 9914, Fotos 9915, 9917)
Aquellas rocas sobrevolando los tajos que se precipitan sobre el vacío,
como solitarias palomas peregrinas encarceladas en el tiempo, como amantes
dejándose besar por su amada, el agua cristalina acariciando la roca besándola
continuamente. (Foto 9920, o5- cueva del
agua, Vídeo 9932).
Pero había que hacer de Dante Alighieri y bajar hasta las profundidades
como si estuviéramos viviendo una Divina Comedia, y de los tres lugares que se
describen en esta obra, infierno, purgatorio y paraíso, nos quedamos con éste
último.
El Purgatorio de la Divina Comedia
Beatriz en el Paraíso, de la Divina Comedia
El Paraiso de la Divina Comedia
Una de las primeras grutas naturales conocidas en España, es una
interesante formación caliza, donde se funden el agua del río Tíscar y la roca
del Monte del Caballo. Las dos sierras se abrazan para dejar bajo sus entrañas
el agua que se pierde caprichosamente ente los saltos, pilones, cascadas y
fuentes, para seguir su curso zigzagueante río abajo hasta formar el idílico
Pilón Azul camino de la Aldea de Belerda.
La Naturaleza tiene sus bellezas, primores y encantos pero se
engrandece cuando se ve cumplimentada por la preciosidad y la hermosura de la
mujer.
Según la tradición los moros poseedores del Castillo de Tíscar, se
creyeron que los cristianos luchaban por su conquista para recuperar una imagen
de la Virgen María que ellos poseían. Ante esta creencia, y para hacerles
desistir de la lucha, la arrojaron desde las almenas, hasta la Cueva del Agua,
que estaba al pie de la fortaleza; pero la Virgen volvía hacia arriba, cuantas
veces lo intentaban, por lo que Mohamed Abdón, enfurecido la rompió en mil
pedazos con su alfanje.
Cuando los cristianos llegaron al recinto del castillo, tanto el
infante como los arzobispos buscaron la imagen para darle gracias por su
protección en la conquista, y al no encontrarla, le preguntaron al moro, que
arrepentido, les contó lo sucedido. Los cristianos recogieron los pedacitos y
los llevaron a reparar a Toledo, pero la Virgen volvió a Tíscar de forma
milagrosa, levantándose una capilla para darle culto.
Después de bajar, no a los infiernos, sino a la gloria de la Divina
Comedia, había que tomar el arduo camino de regreso, salir de aquel paraíso a
través de la puerta pequeña por donde habíamos entrado, para contemplar
cualquier belleza, muchas veces, hay que salvar obstáculos.
La tarde había caído, los últimos rayos del sol doraban el camino de
vuelta, era una estela luminosa que dejaba destellos de luz en nuestro caminar.
De regreso, en el autocar, todo eran comentarios a una jornada que
había hecho brillar el día y nos había engrandecido el alma por lo contemplado, y por la convivencia compartida afablemente entre todos los asistentes.
José Medina
Villalba.
REPORTAJE
FOTOGRÁFICO
José Medina Villalba
Amigo has hecho un relato completísimo, como es tu costumbre y aderezado con amplio despliegue gráfico. Gracias por mantenernos siempre informados.
ResponderEliminarUn abrazo.
ResponderEliminarMARIA AMPARO MORA MONTES
Querido amigo: Con cuánto rigor narras las etapas de la vida pictórica de Zabaleta, desde sus comienzos -autorretrato y dibujos con tinta china-, su estancia en París, su viaje a Roma .."donde su paleta se oscurece de oscuridad".., su fase subrealista, hasta su última etapa que implica mas madurez. Todo aderezado con multitud de fotos de los cuadros y vídeos con las explicaciones de la Guía.
Del mismo modo, en la planta dedicada a Miguel Hernández, relatas su vida, sus poemas, la reproducción de su celda .. con fotos y mas fotos.
El día fue intenso. Despues de comer con tu cámara en ristre, cuesta arriba a visitar el Santuario de la Virgen de Tiscar y aún conservas energía para descender a la Cueva del Agua y mostrarnos sus entrañas: escalinatas, pasadizos y caídas de agua para ilustrar a los que, cansados, no bajamos a las profundidades.
Podemos decir imitando al poeta "érase un hombre a una cámara pegado "....
Magnífico, amigo. Como siempre te felicito y te doy las gracias. Un abrazo
Antonio Parrilla Muñoz.
ResponderEliminarFelicidades, amigo don José Medina Villalba; nos ha deleitado con su viaje, su prosa y sus bastos conocimientos sobre la materia explicada, hemos viajado realmente con ustedes. Gracias.
Dori Bernal Lopez.
ResponderEliminarYo vi el museo de Zabaleta cuando estaba en una casa de pisos hace muchos años después hicieron un bonito museo.
ResponderEliminarJosé Medina Villalba.
Estimada amiga albayzinera y ahora exiliada del más maravilloso barrio de cualquier ciudad del mundo. Si lees el archivo, no sé si serás capaz aunque lo has prometido, te percatarás que estuve e hice acto de presencia en todos estos lugares que describo, con todas mis impresiones personales: Museos, de Zabaleta, Miguel Hernández, Cueva del Agua, y Santuario de la Virgen de Tíscar. Así que ánimo y a leer. Un abrazo.
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M
Dori Bernal Lopez.
ResponderEliminarJosé Medina Villalba al ver Quesada me vino a la mente Tíscar........claro no sabia que has estado allí también es un lugar que me encanto.La primera vez que lo vi....y otras muchas más........disculpa por no haberlo leído antes.
Maria Del Carmen Prades Pérez.
ResponderEliminarQué preciosidad...
Escribes tan bonito, que como siempre me
ocurre, me siento feliz
como si realmente estuviera en esos bellos lugares.
" Hay que dar pinceladas de color a la vida como se lo da la carretera al paisaje.
"Verde que te quiero verde, verde viento, verdes ramas…," que diría Federico, así es el paisaje que se derrama a borbotones como un torrente, un paisaje en continuo movimiento, plagado de intenso verde, verdes las montañas, verdes los olivos, verde la hierba verde..."
Gracias. Muchas gracias amigo José.