jueves, 18 de abril de 2019

TERCER DÍA POR IRLANDA




Descansados nuestros cuerpos, reparadas las fuerzas a través del sueño y cubiertas las necesidades de nuestros estómagos, "carretera y manta", como vulgarmente se suele decir.
 Comenzamos la aventura de nuestro tercer día, bajo un cielo aborregado peinado por un sol lamiendo con sabor ocre las nubes, que en distintos  espacios se manifestaban, unas veces  como oscuros ogros amenazantes, otras blancas jugando con un cielo pintado de celeste, alargadas como flechas, o apelotonadas, aventureras, arriesgadas y vigilantes, como veleros navegando por un mar inmenso y sin perdernos la pista durante todo el recorrido.  


Larson, -quiero traer al presente el nombre de nuestro guía- mientras se atusa con las manos repetidas veces su indomable cabellera, no sé si para peinarla,  para salir del sopor del sueño de la noche,  no caer de nuevo en él,  mantener despierto a los cuarenta y seis pasajeros o posiblemente para conseguir que algunos vuelvan con la modorra para continuar con Morfeo, sirviendo de sonsonete su especial forma de expresarse, con  una música hecha palabras que te invita a seguir durmiendo.


 Larson nos va a seguir dando un barniz de la historia de este país, sacando a la palestra la vida de los campesinos irlandeses en el siglo XIX, de los diversos gobiernos, de la enfermedad de la patata, base alimenticia fundamental del pueblo irlandés, la progresiva decadencia de las cosechas, hasta la nulidad absoluta, la hambruna catalogada como “el genocidio del pueblo irlandés” programado por los británicos, las enfermedades, cólera, disentería, tifus, que originaron el éxodo masivo del pueblo irlandés. 
La patata siempre jugó un papel fundamental en la vida del pueblo irlandés y de ahí el que sea la protagonista fundamental en todas las comidas. 

                                 Monumento dedicado a la gran hambruna
                                                                El gran éxodo de los irlandeses


Hay silencio dentro del que gentilmente nos lleva, solo nos dedicamos a contemplar el paisaje que se repite continuamente, casitas desperdigadas por el campo, intentando pastar en el césped que tienen como alfombra delantera, enormes entradas  de agua del mar, que penetra por las diversas bocas que en todo el litoral de la isla se abren continuamente, para calmar la sed de un pueblo anhelante  de liberad, mancillado y doblegado durante siglos, y alguna calle con dos hilera de casas que parecen haber dejado el aislamiento y la soledad del campo, para venir a reunirse y cubrir sus apetencias y necesidades. 



Caminamos en estos momentos por Kinvara-Killeenavarra.
Pero bueno,
-¿A dónde vamos esta mañana, señor escritor?
 -Perdona.
 -Caminamos hacia los Acantilados de Moher.  


-“A falta de pan, siempre se ha dicho, buenas son tortas”, aquí las tortas son la cantidad de piedras que abundan en el terreno que sirven para delimitar las parcelas y los bordes del camino. 



Nuestro autocar, y nosotros con él, vamos tragando carretera como si fuera una  larga cinta gris estrecha que se retuerce, resistiéndose a entrar por las fauces de este monstruo que nos transporta, vamos  devorando  sin parar, acompañada de algunos tropezones móviles que pasan vertiginosamente.







Hay un elemento participativo que va almacenando incesantemente todo lo que por su pequeño ojo observador va penetrando, es inquieta, ágil, no se quiere perder nada y lo mismo mira hacia el frente, como vertiginosamente gira a derecha e izquierda, yo le tengo un gran aprecio, desempeña el papel de acompañante, ayudante y fiel testigo y captadora de todo lo que devora, memoria indiscutible que vomita en mi ordenador todo lo que almacena en su estómago, epigastrio que tiene un sistema de almacenamiento de doscientas setenta y dos gigas.
-         Claro, señor escritor, ¡así cualquiera!
-         Bueno, el me lo deja como materia prima, y yo después procuro eliminar lo que se me puede indigestar y con el resto darle forma.
Entre alquitrán hecho serpiente que vamos pisando, paisaje escenario continuo y conversación animada con mi acompañante, caminamos por Ballyvaughan-Gregan´East.


La carretera además de estrecha al máximo, cada vez se va prestando a someter nuestro ánimo en un suspiro contenido que no puede salir al exterior, en algún momento parece que quiere echarnos fuera de la ruta, en otros la respiración se nos corta cuando hay que dejar paso al que viene, es un sin vivir continuo esperando tener un fatal desenlace en cualquier momento, pero sin embargo la habilidad de Atarás, “El diablo de la carretera”, lo va sorteando todo. 
Hemos subido la “Colina del Sacacorchos”, nunca mejor aplicado este dicho por lo retorcido del camino.( Estimado lector te dejo este vídeo para que veas lo que las palabras no pueden expresar, tómate una biodramina por si te mareas.


Ahora nuestras ruedas van  por Carran- Sheshymore y nuestro capitán con ese acumulo de conocimientos almacenados, nos habla de la vida de la gente en estas islas por las que estamos pasando, donde la pobreza llegaba a situaciones "in extremis", dedicados a la pesca del tiburón,  aprovechado las algas como humus para abonar unas tierras pobres, la fiesta que reunía todos los años a solteros para buscar pareja, hoy aquello pasó y el turismo es la fuente de ingresos.




Pasamos por un pueblecito llamado Lisdoonvarma-Ballinsheen Mor.



Larsón nos explica el proceso de formación de los Acantilados de Moher que vamos a ver, y de todos los servicios que allí nos vamos a encontrar.




Los Acantilados de Moher son reconocidos como una de las maravillas naturales del mundo. Situados en la costa oeste de Irlanda, en el Condado de Clare, nos ofrecen un impresionante paisaje donde entran en lucha la fuerza del Atlántico con la roca que resiste sus envites. Pero estos impresionantes acantilados son algo más que unas hermosas vistas. 

                                      Llegamos a los Acantilados de Moher
                                                                                 Centro de visitantes





 El nombre de los Acantilados de Moher en gaélico, Aillte an Mhothair, viene a significar “acantilados de la ruina” y hacen referencia a las ruinas de una antigua fortaleza del S.I (a.C), que existía en donde hoy se encuentra la Torre O’Brien. 





                                             Centro de Visitantes
                                            Tomando fuerzas para subir a los acantilados


Ya en el S.XIX (D.C) era lugar de visita turística por lo atractivo del acantilado y sus vistas. Por ello, en 1835, el terrateniente de la zona, Sir Cornellius O’Brien mandó construir la torre, que hoy se conoce como Torre O’Brien, como mirador. 


                                      Caminando hacia los acantilados

  Los acantilados abarcan unos 8 Km a lo largo de la costa y su altura va en ascenso desde los 120 m. en el punto llamado Hag’s Head  hasta los 240 m, en su punto más alto. Su formación se remonta a 300 millones de años, en el periodo del Carbonífero Superior, cuando los acúmulos sedimentarios (arena, limo y barro) de un antiguo gran delta se fueron compactando hasta formar capas de roca y fueron desplazados hacia el norte por los movimientos de las placas tectónicas.







Las capas de roca son ricas en formaciones fósiles y sus espesores varían de unas a otras desde centímetros a metros. El conjunto es como un libro donde cada capa es un capítulo que cuenta algo sobre el medio ambiente de hace 300 millones de años. Es por esto que los Acantilados de Moher junto con el Parque Nacional Burren han sido reconocidos por la UNESCO (2011) como Geoparque mundial y europeo. 








  El mar, puro océano Atlántico, con su fuerza y presencia constante, es el responsable del modelado de los acantilados rompiendo sus olas sobre la roca, desgastándola, excavando y provocando los desplomes. Muchas son las tormentas y marejadas que soporta. 








  Los Acantilados de Moher albergan una de las mayores colonias de aves que anidan en acantilados de Irlanda. No en vano, en plena temporada de anidación (de abril a julio) pueden llegar a haber más de 30.000 parejas de aves marinas y pueden llegarse a ver más de 20 especies. Además cuenta con la presencia de algunas especies que están en peligro de extinción, durante todo el año. Por ello se los ha reconocido como zona ZEPA (1986), Refugio de fauna de importancia nacional e internacional (1988) y cuentan con una Zona de Especial Protección que ocupa unas 200 Ha (acantilados, pastizales y brezales, 200 m. aguas abiertas frente los acantilados). 




 La observación de aves se puede hacer desde cualquiera de las plataformas de observación existente (principal, norte y sur) siendo la mejor época durante el periodo de anidación, entre abril y julio. Desde la plataforma de observación del lado sur se obtienen vistas a la Isla de las Cabras (Goat Island) donde es posible ver al Frailecillos del Atlántico (Fratercula arctica), una de las aves más llamativas de este lugar.












La vegetación que busca su espacio en estos acantilados se caracteriza por especies duras y resistentes a la fuerza de los vientos dominantes y a la delgadez del sustrato sobre el que se asientan. En la base del acantilado predominan las algas y los líquenes. Algo más arriba colonizan los musgos y las hepáticas y a partir de la mitad del acantilado, nos encontramos con flores silvestres y hierbas creciendo sobre los acúmulos de rocas y tierra de los desprendimientos.


Mientras descendíamos de las alturas, el viento sonaba a música, la paz y la tranquilidad renacían en nuestros cuerpos, y las notas salidas de un pequeño acordeón resguardado detrás de unos enormes planos de piedra, se iban quedan atrás olvidadas. 


Se respiraba un aire que sabía a libertad, monstruos creados a golpe de martillo de siglos, sobre el yunque de unas aguas donde la vista se pierde en un abrazo con la línea recta del horizonte, hachazos sobre la roca sin compasión de ninguna clase, con la compañía de nubarrones cargados de agua que no quieren soltar, y la luz ámbar que se arrastraba por los muros ciclópeos, carentes de ojos, dejando los mejores vestigios de  coloridos diversos, cubriendo sus cuerpos con el verde jugoso y fresco de la primavera que se dejaba asomar. 


Caminos serpenteantes  desafiando el abismo bajo los pies del visitante.


Mientras la espuma blanca enjabona el rostro pétreo.


 Dejando que la suaves cuchillas de un astro aterciopelado que se despide, deje sobre su faz el color del atardecer plasmado en la viva roca.


Los amores eternos de la Naturaleza, haciendo un trío eterno, piedra, cielo,  agua, en placenteros arrumacos de días sin fin, o en desafíos provocadores de equilibristas al filo del tajo. 





Un descanso en el camino después de un agotadora andadura por estos riscos,  para podernos deleitar después  en el Centro de Visitantes. 



                                                 Centro de Visitantes

Más abajo nos esperaba la visualización de la realidad que acabábamos de dejar allá arriba, plasmada en bellas imágenes perfectamente encuadradas e iluminadas que nos permitían hacernos algunas fotos trucadas, en sitios donde jamás nos las podríamos haber fabricado, e incluso dejar que las olas del mar trasladadas a través de la fantasía de la luminotecnia, nos mojaran los pies.










Por los acantilados nos habíamos desperdigado cada cual había buscado el sitio más idóneo para satisfacer  las ansias de belleza que la Naturaleza gentilmente nos ofrece en el día a día, a veces por los ajetreos del caminar diario no sabemos apreciar, unos se ha quedado a medio camino por lo dificultoso del terreno otros han llegado a los sitios más encumbrados, ahora no encontramos de nuevo, para proseguir la jornada. 



Los sonidos melodiosos de una flauta, con manifestaciones que dejan rasgos de melancolía, de un lugar de ensueño nos van diciendo adiós, mientras los otros cíclopes de metal y motor perfectamente alineados  nos estaban esperando.


Mientras nos vamos acomodando en el vehículo, Larsón ante la pregunta de alguien que no le había quedado claro lo que era la turba lo vuelve aclarar. 



 Hora y media nos quedan de camino para llegar a Limerick, unos avances sobre lo que vamos a ver en esta pequeña ciudad medieval, la catedral, el castillo y la famosa, piedra.
Ya me está usted intrigando, señor escritor.
-¿Qué es eso de la piedra? 
-Tener que hacer un viaje de larga distancia, para ver una piedra, no creo que sea de un valor excepcional, ni merezca la pena 
Todo se andará amigo, ni tú ni yo, hemos llegado todavía allí, la sorpresa va a ser para los dos. 


       Caminamos ahora por Doolin-Lough South, el paisaje es el ya descrito anteriormente, carretera estrecha, extensas parcelas verdes, separadas por albarradas de gruesas piedras, un cielo que nos sigue sorprendiendo por la claridad de luz que desprende, casitas desperdigadas clavadas en el terreno cansadas de ver pasar autocares que regresan de los acantilados, mar en la lejanía.


       Alguien  se nos interpone en el camino de Lisdoonvarna-Aughiiska, un tractor de los pocos que se ven por estos parajes, con sus dos enormes cargamentos de pienso.

       Entramos en la demarcación de Limerick, la tercera ciudad más importante después de Dublín y de Cork, aquí llegaron los vikingos y después los normandos, pasaremos por delante del Castillo del Rey Juan y la Catedral de Santa María.
        La historia de lo que vamos a ver continúa en boca del jefe. 
      En 1691 se firmó el famoso trato de Limerik que puso fin a la guerra entre los guillermistas y los jacobitas, firmado sobre la famosa piedra de la que ya hemos hablado, y que tendremos ocasión de ver. 











Larson continuaría con la historia de la Catedral.


Atravesamos el centro de la ciudad y la calle principal donde se encuentran todos los comercios. 


Larson nos da las instrucciones correspondientes para ver el sitio mejor, donde nos tendremos que concentrar después del almuerzo que será a la orilla del río.



El río Shannon es impresionante, la cantidad de agua que transporta, la gente sentada al margen contempla no un río impetuoso sino un caudal sereno y tranquilo sobre cuyas aguas navegan las casitas que lo bordean, se han acercado sin apenas formar ruido y en él se han sumergido. Mientras unos trabajados de bronce portan un tablón como símbolo de la construcción del puente. 




Sorpresa, por primera vez vemos el aceite en la mesa mientras estamos comiendo, un aceite italiano, que no tiene punto de comparación con el nuestro de Andalucía, lo que no nos van a faltar son las famosas hierbas, y las clásicas patatas, y una buena cerveza negra. Eso sí, que no falte en el postre los dulces, son algo dulceros los irlandeses.






Después de almorzar lo que apetece es echar una cabezadita,  tranquilamente, sentado en una butaca, tomando un cafetito y dejar que la charla con los amigos se vaya perdiendo por un túnel de morriña que  te haga inclinar la cabeza, pero aquí no hemos venido a descansar sino todo lo contrario a caminar, contemplar y disfrutar de otra forma.
Mientras, caminamos hacia los lugares que vamos a ver en forma de relámpago, porque esto es un viaje vertiginoso, por donde Atanás nos lleva y Larson comenta. 






Un gatito haciendo guardia en la tapia de su casa, con cara compungida, nos ve pasar. 




El sol tendía sus cabellos sobre las aguas de un gigantesco acuífero  que se movía al ritmo que le marcaba un gigantesca noria perdida en la lejanía, que se agitaba como una enorme batidora.



El castillo del Rey Juan, es un castillo situado en Limerick, concretamente en la zona de la ciudad conocida como "Isla del Rey", junto al río Shannon. Del castillo se conservan principalmente los muros exteriores y las torres fortificadas, que han sido adaptadas como atracción turística. Durante el proceso de construcción del  Centro de Visitantes se descubrió un asentamiento vikingo en lo que ahora es el patio del castillo. 

                                                  Castillo del Rey Juan




Después de atravesar el largo  puente, bajo cuyas arcadas transitan las aguas tumultuosas del Río Shannon, formando sobre su superficie plateada  una cabellera de espumas blanqueadas, con rizos  que se alzan en un torbellino que mezcla el azul intenso con el argentado, llegamos a la famosa piedra, que marca un hito en esta ciudad, con el famoso “Tratado de la piedra de Limerick”. 


  La Piedra del Tratado,  es el nombre que recibe la piedra sobre la que, supuestamente, se firmó el tratado, que puso fin a la guerra entre Jacobitas y Guillermistas (partidarios de Guillermo III de Inglaterra) en 1691. 







Antes de su uso para esta firma, la piedra era aparentemente empleada por los habitantes de Limerick para subir y bajar de sus caballos al entrar o salir de la ciudad. El lugar de la firma, sobre la piedra, fue elegido por ser un lugar visible para ambos ejércitos desde ambas orillas del río. 








De regreso de la famosa piedra, nos encontraríamos algún personaje leyendo eternamente sobre un libro de bronce, es el literato Michael Hogan, algún cañón de batallas del pasado, el cementerio al margen de la Catedral, y pare usted de contar. 







De nuevo concentrados, después de una visión rápida por Limerick, para continuar hacia Adare donde nuestros pies no les dio tiempo ni a calentar la suela, ni al suelo percibir mucho de nuestras pisadas, porque el tiempo de estancia fue breve. 



Irlanda está repleta de encantadores y tradicionales pueblos, pero sin duda Adare es uno de los más bellos. De hecho, está considerado como uno de los pueblos más bonitos de la llamada Isla Esmeralda. Pertenece al Condado de Limerick, y se encuentra a sólo 16 kilómetros de la ciudad de Limerick. Adare es, además, Ciudad del Patrimonio Nacional Irlandés. 






Posee un clima muy similar al de toda Irlanda. Es de tipo marítimo templado, y está muy influenciado por la Corriente del Atlántico Norte. En Adare cuentan con unos inviernos suaves y con unos veranos más bien frescos, y la humedad es muy alta durante todo el año. Como muestra, en el mes de agosto la humedad relativa es de alrededor del 80 por ciento. En este mismo mes encontraremos temperaturas medias diurnas de 16 grados centígrados, que pueden descender hasta los 10 grados por la noche. 



El pueblo de Adare, por sí sólo, es ya un lugar que se hace imprescindible visitar en Irlanda. Recorriendo sus calles quedaremos fascinados con sus antiguas casas de piedra con tejados de paja, conocidas como cottages. Muchas de ellas albergan agradables tiendas y peculiares talleres de artesanía. En la calle principal de Adare todavía se pueden ver los restos de algunas casas medievales, y también las ruinas de un monasterio, que está situado junto al precioso parque de la localidad. 





Pero Adare también posee un interesante patrimonio monumental, que está integrado por su castillo medieval, conocido como el Castillo Desmond; Adare Manor, la Iglesia de la Sagrada Trinidad o la Abadía de los Agustinos, del siglo XIV, que está ubicada a las afueras del pueblo. 







La tranquilidad de la tarde, la paz interna paseando por una pequeña aldea, dejaron mi mente extasiarse en un insignificante riachuelo, algo que pasó desapercibido para la gente, algo escondido y casi vergonzoso que intentaba esconderse, algo que me hizo renacer, algo que me habla. 




   En mi silencio, riachuelo de aguas cristalinas que caminas dándole vida a los márgenes, te mueves lentamente retorciendo tus caderas como una bella mujer, como la mejor sirena de la profundidad de los mares. 


Tus piedras blanquecinas forman collares que adornan tu garganta, riachuelo espejo de mujer donde lavas tu cuerpo y peinas tus cabellos, estampa de mujer querida.


Apenado estoy por conseguir ese destello de luz que dejas, poder entrar y rescatar esa belleza que encierras, riachuelo que arrastras la mujer de mis pensamientos caminando silenciosamente como ladrón de mis amores.


No huyas detente y devuélveme mi amor consentido, desesperado estoy como el vagabundo errante, porque te llevas diariamente en tus entrañas nuestro amor admitido.






Después de esta ligera parada continuamos en nuestro autobús en dirección al destino último de este día tercero, el  Condado de Kerry.
El capitán de este barco terrestre de ruedas, mientras nos dirigimos  por nuestras ya consabidas carreteras, nos va a ir abriendo boca y anticipándonos lo que nos espera mañana en Killarney, cómo ha ido progresando desde la época la Reina Victoria, que se puso de moda y le dio a los ingleses por hacer turismo y venir a visitarla.
Vamos a tener el hotel en el centro de la ciudad y todo al alcance de la mano, para poder aprovechar el tiempo, tendremos la Catedral muy cerca.


Caminamos por Croagh-Ballycannon
Querido lector, lo que no sabe bien nuestro guía ni nadie de los compañeros que formamos el grupo, la sorpresa que nos espera en la Catedral.
-¿No nos puede adelantar algo?
- No, es una sorpresa, y ya sabes las sorpresas si se dicen pierden el encanto.
Las tiendas estarán a nuestro alcance, visitaremos la Península de Dingle, el Castillo de Ross, y daremos un paseíto en carruaje, por el Parque Nacional de Killarney  


Entramos en el territorio de Ardagh-Reens .



La música del autobús se mezcla con las conversaciones que anidan en el vehículo transportador mientras los últimos rayos solares, dejan también sus débiles notas a modo de despedida. 
El sol comienza a sonrojar la caída de la tarde, cuando se va despidiendo del día, con un color anaranjado porque llega cansada de caminar durante todo el día, es el bello pincel con el que el día quiere pintar su ausencia Los últimos rayos penetraban en el interior del autobús, rasgando nuestros ojos e impidiendo que pudiéramos ver su triste partida, pero bella al mismo tiempo.


Pasamos por Newcastlewest- Bothar Bui.


Pasando por Kilcummin- Lisroe, la noche con su capa oscura se nos presenta, invadiendo la carretera.


Killarney nos recibe con sus luminarias como ojos radiantes en las altas torres puntiagudas  de la catedral.




Un amplio y majestuoso comedor nos esperaba, blancas servilletas asomando sus cabecitas por encima de las copas, y un menú hecho papel nos reclamaba la atención para elegir la cena. 



Pronto, acoplados en nuestros correspondientes lugares por afinidad de relaciones que van creciendo, hora tras hora, y día tras día.


La primera que nos saludaría sería la clásica sopa de patatas, para recordarnos que va a ser nuestra infatigable compañera.


Cuerpos cansados y caras somnolientas se dejan caer sobre las mesas, mientras nos vamos disponiendo a tomar el camino del descanso a nuestras respectivas habitaciones. 


Hasta nuestro cuarto día amigos, buenas noches y buen descanso.

                                    José Medina Villalba
   








18 comentarios:

  1. Ronan Ruddy !Qué sporpresa ver mi país (Irlanda) en este grupo. Me encanta el blog.

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  2. Angeles Ruiz Rodriguez. ¡¡Que guapo estás con la gorra... díselo a tus sombreros lo que digo yo... ja,,ja..!!!

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    1. José Medina Villalba
      Estimada amiga Ángeles Ruiz, la Guerra de las Dos Rosas que enfrentó a los miembros de la Casa de Lancaster contra los de la Casa de York, ambas familias pretendían el trono de Inglaterra, no tiene punto de comparación con el revuelo que se ha originado entre los gorristas partidarios de la gorra y los sombreros, por obtener la hegemonía del poder, porque has de saber que si en un principio la pobre gorra se encontraba sola y aislada, mientras los sombreros habían formado una piña, ahora ha habido un motín entre ellos y algunos se han pasado para apoyar a mi pobre gorra. Veremos a ver en qué queda esta comedia sino termina en una tragedia.....

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    2. Angeles Ruiz Rodriguez. Ja..ja.. espero que entren en razón los sombreros.. dile que hay que modernizarse... Un abrazooooo

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    3. José Medina Villalba. ¡Qué va! ¡Estos hijos de su madre no saben nada de razonamientos!, los he encerrado en un armario fortificado y les he echado veinte cerrojos, pero nada, patalean y van a derribar la puerta. Veremos a ver en qué acaba todo esto, lo que si tengo claro es que, por las buenas o por las malas, la gorra se queda aquí.

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  3. Angeles Ruiz Rodriguez.
    Pepe, maravilloso el relato del viaje... un poquillo de miedo por las carreteras pero luego compensado con la belleza de los parajes... Me alegro del disfrute de esos días de mis amigos...

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  4. Alfonso Checa Pozo.
    Impresionantes esos acantilados.Por el Norte tenemos algunos muy buenos.

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  5. Amparo Mora Montes Amigo Pepe:
    Tengo que reconocer que si no hubiera leído tu reportaje de este tercer día, me habría enterado la mitad.
    Sí, recuerdo los campos verdes, las ovejitas regordetas y de patitas cortas, las casitas diseminadas, los lagos .... Posiblemente no prestaba suficiente atención a las palabras de Larson que nos hablaba de la historia, la situación económica, el éxodo del pueblo irlandés... y que tú recoges tan bien.
    Hoy tenemos un recuerdo inolvidable: los maravillosos acantilados de Mover. Impresiona ver el resultado de la acción del oleaje sobre la superficie terrestre a lo largo de millones de años. Las otras ciudades visitadas, Limerik con su famosa piedra del Tratado y Adare, Patrimonio Nacional de Irlanda, donde llama nuestra atención las casas con tejados de paja. Todo, condimentado con cantidad de fotos y vídeos, hacen un relato excelente.
    Felicidades. Un abrazo

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  6. Gracias, amiga Amparo, por tu extenso comentario, que cumplimenta y reafirma lo descrito en el archivo. Posiblemente a mi y a la mayor parte de los expedicionarios, no recordaríamos muchas cosas sino las hubiera traído envasadas en un "cacharrito" que custodio con mucho cariño, ya que es mi memoria potencial, a la que después le voy robando todo lo que lleva albergado en sus entrañas, para darle forma, trabajo que me lleva muchas horas y días, porque una cosa es tenerlo enlatado y otra darle la correspondiente forma para intentar enganchar a los lectores en esta odisea. Ya navego tecleando por el cuarto día, a ver si consigo terminar el viaje antes de emprender el próximo. Un abrazo.

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  7. Beatriz Valdivia.
    Buenas noches Don José Medina el viaje sigue muy interesante,con su
    maravillosa capacidad de transmitirlo,
    es como si fuera junto a usted.
    Aprecio el recorrido de mover las
    fotos, y los vídeos son preciosos
    Cantidad de kilómetros recorridos
    En sitios complicados!! Le deseo una
    Buenas Semana Santa,,un abrazo
    Don José 😘😘

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  8. Estimada amiga Beatriz Valdivia, ya he visto cuando me he subido en el autobús, que estabas ocupando tu asiento y eso me satisface porque veo que no te quieres perder, ningún día por Irlanda. Te agradezco tu comentario, que como siempre está lleno de una gran generosidad, y vamos a por el cuarto día que ya lo estoy tecleando. Un abrazo.

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  9. Antonia Fernandez Pelaez.
    Querido Pepe, esperando ya para poder disfrutar del cuarto día, pareciera que voy con vosotros, gracias a tu narrativa. Date prisa que nos reclama el afán de llenar de nuevo la maleta, te espera Polonia y a mi Egipto.

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  10. Querida Toñi, la insuperable americana. No te preocupes tu asiento en el autobús está garantizado, ya tecleo en el ordenador el cuarto día y voy a toda marcha, el tiempo se me echa encima y Polonia está asomando los bigotes, no quiero que se me acumule el trabajo y no tengo el poder de ubicuidad, estar en Irlanda y Polonia al mismo tiempo sería agotador. Un abrazo.

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  11. Antonio Parrilla Muñoz.
    Impresionante. Gracias, amigo José.

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  12. Gracias a ti, amigo Antonio Parrilla Muñoz por acompañarme.

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  13. Amigo Pepe: Acabo de llegar de Málaga y me he subido al auto bus con el Vikingo Sr. Larson, buen conductor y guía, conocedor de la historia de Irlanda, con un español que suena al deje Sevillano, pero también he podido constatar a través de la lectura de tu reportaje,que no se cumple aquel viejo adagio, "hay que sacarle las palabras con un sacacorchos", no se si porque ya estabas cansado de tantas curvas, o era que el calor que genera la turba, te daba ánimo y fuerza no solo para subir las empinadas cuestas, asomarte a los acantilados sin miedo a perder el equilibrio, o descansar el pie en la piedra al bajarte del caballo, los brazos nunca los tienes caídos y mueves los pies al ritmo de un pasodoble español; nada de eso, hace bastante tiempo que las palabras de tus escritos, fluyen y brotan de una manera espontanea, como a Mozart las partituras,no te arredra que el tiempo sea húmedo y lluvioso, frío o ventoso, tu te encajas la gorra y las ideas no tienen por donde escapar, permanecen a temperatura constante,lo que te permite explayarte con brillantez y desparpajo; todos tus compañeros de viaje y los que como yo tus lectores, podremos rememorar cada uno de esos recorridos cuantas veces queramos,el coste es barato y los beneficios incalculables, pues te permiten pasar de un lugar a otro,sentado comodamente en el sillón de casa a resguardo de las inclemencias y los sobresaltos de las estrechas y empinadas carreteras. No se que vas a dejar para cuando seas mayor.Un fuerte abrazo y enhorabuena por tan interesante y cultural blog. Tu amigo Pepe Cuadros.

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  14. Maria Isabel Mora Montes.
    Acabo de leer el tercer día de Irlanda.Me ha gustado mucho y lo he vivido cómo si hubiera estado en el viaje. Nos llenas de cultura , nos sorprendes con fotos y vídeos maravillosos. Los acantilados de Mover me han impresionado y aparte de castillos , piedra de Limerik y tantos otros monumentos me he quedado con detalles más tiernos como el del amor de la naturaleza , triple amor piedra , cielo ,agua. Las casitas de Adare que
    parecen de cuento con sus tejados de paja , hasta el detalle del gatito .Otra cosa que me ha llegado dentro es el sonido de una flauta que parece que os despedía de Limerik y al final casi la poesia al comparar ese riachuelo con la figura de una mujer. Me ha encantado el relato tanto culturalmente como por su poesia. FELICIDADES.

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  15. Querida Amiga Isabel, tus comentarios son siempre pétalos de flores que caen mansamente sobre las palabras del lenguaje de mis textos, son el bálsamo perfumado con el que decoras las expresiones con las que intento llegar al alma del lector, sobre todo los leedores como tú, que aprovechan los más pequeños resquicios de la tarea cotidiana para dedicarlos a mis escritos, y eso estimada amiga no tiene precio para remunerarlo. Siempre te estaré eternamente agradecido.

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