jueves, 16 de julio de 2015

LO QUE DA DE SÍ, LA ITV DE UN COCHE LLAMADO: GR-4651



Aquella mañana de julio era imprescindible pasar por la Inspección Técnica, si quería que mi anciano vehículo pudiera seguir rodando; la cita era en el lugar que anualmente tengo por costumbre realizar.


El calor sofocante que invade la ciudad durante estas jornadas, con temperaturas que sobrepasan los 40º, se había dejado sentir, e incluso durante la noche los coletazos del radiante astro, llamado vulgarmente “Lorenzo”, seguían aguijoneando nuestros maltrechos cuerpos; ya de madrugada el airecillo que baja de Sierra Nevada,  (desposeída del manto blanco que la ha cubierto durante todo el invierno, 

                                         El Pico del Veleta con sus 3398 metros de altitud.
desde las cumbres del Veleta, intentando acariciar suavemente el Tamboril del Cerro de Huenes, el Trevenque, pico alto de baja montaña, donde hace años, las suelas de mis botas goretex pisaron su cima y fui nombrado montañero) ahora penetra por las rendijas de la persiana de mi dormitorio.

                                             Trevenque 2079 metros de altitud
Son las siete de la mañana, las conversaciones de los perros convertidas en ladridos durante la noche, sonidos a veces amorosos, otras de guardianes de la finca que  defienden, llegadas las primeras luces, se silencian, la enorme luna llena se ha escondido para irse a descansar; 


los cantos de los gallos de los cortijos próximos, como despertadores invitan a levantarse a los labradores; suenan por el camino próximo a mi casa el golpeteo rítmico de los cascos de las caballerías, 


sobre la terrosa vereda, camino de la huerta.
Hay sonidos nuevos, sonidos que criminalizan a los de la naturaleza, el rugir de los motores de los coches y ciclomotores, de la gente del pueblo que se desplazan a la ciudad para ganarse el sustento diario.




Acaricio a mi longevo coche, y como cualquier hijo de vecino que anualmente pasa por el laboratorio clínico para hacerse una analítica y comprobar su estado de salud, ahora le toca a mi vehículo, obligatoriamente, si quiere seguir caminando y prestando servicio de transporte a su dueño.


Me uno a los vehículos que vienen de Gójar, pueblo que tuvo la suerte de poder transmitir a través de un poste repetidor las primeras imágenes televisivas que irrumpieron en la ciudad, en blanco y negro, con aquella carta de ajuste interminable, allá por la década de los cincuenta.
Con mis hijos y nietos  hemos disfrutado de nuestras reuniones familiares, competiciones y pruebas en la piscina, de barbacoas solemnes
donde al recordarlas me viene el exquisito olor de los chorizos y la carne a la brasa, chorreando el grasiento caldo que se derrama por la parrilla.
¡Cuántas carcajadas sonoras salidas de la boca de mi hijo Francis! Toques de guitarra y cantos de tenor recordando a la tuna universitaria o a una “Granada mía, la de hermosura repleta”…, veladas jugando a las cartas o al parchís, proyecciones de diapositivas, sobre una blanca pantalla,  de escenas familiares de hechos pretéritos, que hacían sonreír a los presentes.
Cuando en solitario se va conduciendo, nuestra mente, sin saber por qué, se rinde al recordatorio de sucesos ocurridos en el pasado, conducimos a veces como verdaderos autómatas y nos asombramos al llegar al lugar del destino, cumpliendo perfectamente nuestro cometido de conductor, pero sin saber ni tener conciencia realmente de los lugares por donde hemos pasado.

                                   oG
Esto me ha ocurrido esta mañana, he pasado por el pueblo de los Ogíjares, dirección al de Armilla, ¡cuántos sucesos ocurridos han ido pasando como una película por mi cacumen!

                                                 El carmen de Gójar
No soy pavero, así se les llama a los nacidos en Gójar pero paso los veranos en mi casita de esta población, hogar que convertí en un carmen albaicinero, por mi enamoramiento a este tipo de vivienda y como recuerdo al carmen donde por primera vez puse mi nido matrimonial.

                                                      La Boca de la Pescá
Gójar ha sabido salvaguardarse mayoritariamente de las construcciones modernas, por lo que puede disfrutarse en medio de un ambiente bucólico y rural. Aquí di rienda suelta a mi afición senderista recorriendo zonas como “La Boca de la Pescá, “El Collado del fraile, Barranco Hondo y otros lugares de relevancia paisajística, mis largos paseos en los amaneceres, a la Ermita de la Virgen de las Nieves…

                                             Ermita de la Virgen de las Nieves
Terrenos cultivados en su mayor parte, que actúan como nexo de unión entre el paisaje urbano y el monte, destacando sus paisajes tanto en invierno con nevadas, como en primavera con la explosión de color de dicho lugar.


Un fuerte ruido sobrevuela mi cabeza, me hace salir de la cantidad de recuerdos del pasado que deambulan por mi mente, me veo obligado a levantar la cabeza porque un enorme helicóptero acaba de despegar de la base de Armilla y pasa casi rosando las copas de los árboles que circundan la enorme recta que une Armilla con el pueblo de Las Gabias.
Quien no ha oído la expresión, “tienes más cabeza que el Niño de Gabias”. Por eso aquí en Granada cuando alguien impone su criterio a marcha martillo o se muestra testarudo ante alguna cuestión, puede ser objeto de la siguiente comparación: “Tienes más cabeza que el Niño de Gabias” Un hombre que debido al tamaño de su cabeza llegó en su día a ser motivo de risa pero que hoy día incluso tiene erigido un monumento en su pueblo y su figura forma parte de la comitiva de los gigantes y cabezudos del Corpus Christi.
Se llamaba Manuel Fernández Baena y nació en julio de 1868 con una enfermedad congénita conocida como hidrocefalia. Manuel Baena conocido como “El Niño de Gabias” o como “El Niño Gabia” debido a su rostro infantilizado vivió 49 años.
En el año 1900 el Presidente del Colegio de Médicos de Granada convenció a la Universidad para que le asignaran una pequeña cantidad económica a Manuel Baena. El objetivo era que cuando muriera éste donara su enorme mollera a la ciencia. Con esta asignación y lo poco que sacaba vendiendo lotería o de las limosnas pudo al menos vivir humildemente y sin grandes agobios.
Otro personaje popular que vino a pasar los  últimos años de su vida en la residencia de Ancianos “La Milagrosa” de Armilla fue el conocido con el mote de “Paniolla”.
Era una leyenda viva de la mendicidad granadina, si es que esta actividad necesita de héroes o personas que pasen a tener un lugar en la vitrina de los recuerdos. Lo que sabemos de él es que era de etnia gitana y que quedó ciego por una broma que le gastaron unos gamberros: le dieron un cigarro que contenía pólvora. Ciego y sin posibilidades de poder trabajar en ningún sitio, se dedicó durante los años cuarenta,y cincuenta  del pasado siglo, a pedir limosna por las calles de Granada. Somos muchos los que aún le recordamos con un puchero pequeño colgado en el cuello pidiendo “por amor de Dios un poco de pan y un poco de olla”. De ahí el mote que le hizo popular. “Cuando te acercabas a él te cantaba una canción te tendía la mano para pedirte un “urico”.
Sigo ascendiendo por la carretera y a mi mente siguen afluyendo escenas de hace bastantes años cuando tomé posesión, como maestro, del pueblo de Jayena, y era obligado seguir este camino en mis idas y venidas.
Ya no está aquel molino de viento que sacaba agua del pozo, en su lugar ha surgido un enorme restaurante donde se hacen grandes celebraciones.
Aquella bicicleta prestada de un alumno que me sirvió un fin de semana para dejar el pueblo y volver a la ciudad, y la cantidad de viajes que di con mi recién comprada moto vespa.
Días pasados me habían asignado la hora, de ITV, y siendo fiel a mis costumbres de puntualidad, cinco minutos antes, nos encontrábamos, vehículo y amo, llegando al aparcamiento. Javier, el mecánico que me lo pone a punto, siempre me recomienda que lo deje con el motor funcionando, de esta manera, no habrá problema con el test de saturación de gases.
Un señor de la oficina se me acercó nada más llegar, es la primera vez que me ha ocurrido, y antes de abrir la puerta para salir del coche me dice:
-Señor, si no se da prisa no podrá realizar la inspección esta mañana.
Quedé un poco sorprendido, pues me extrañaba exceso de formalidad, le contesté:
-         Tengo cita para las 9.45 y en estos instantes son las 9.40.
-         Coja la documentación y diríjase a la oficina.
Sin otra explicación, al entrar en las dependencias, fui  a la máquina donde, si tienes o no cita previa, tienes que marcar una serie de datos que te piden para obtener el número correspondiente para pasar por caja.
Detrás del mostrador el señor que me recibió en el aparcamiento me hizo señas para que me dirigiese a su puesto donde aboné la tasa correspondiente.
-Esté atento a la pantalla porque de inmediato lo llamarán.
De vez en cuando por el altavoz se nombraba el vehículo que tenía que pasar a la “clínica de inspección”, y sobre una pantalla aparecía reflejado el número de la matrícula.
No fue tan rápida mi llamada, pero al fin sonó el GR- 4651  
Creo que no queda absolutamente nada por mirarle al coche, lo que es fundamental para evitar posibles accidentes.
Con mi pegatina en la mano, como el que recoge un trofeo año tras año, salimos coche y dueño satisfechos de haber cumplido con la misión, luciéndola en primer término del parabrisas.
Por el camino de regreso, cuando aún el sol no ha llegado a su máxima intensidad, fue un disfrute contemplando los extensos maizales de la Vega de Granada, los secaderos de tabaco, monumentos y patrimonio de la ribera del Río Genil, envejecidos por el tiempo, sus maderas ennegrecidas pera elegantes, altivos, distinguidos que se mantienen en pie como otros muchos que se conservan, por toda “la piel de toro”, los molinos de la Mancha, o el gran toro metálicos en lo alto de las colinas.
Me llega el perfume húmedo de la huerta de lechugas y coliflores, recién regadas, mientras el labriego, azada al hombro, va conduciendo el agua por los canillos mientras recompone los caballones.
Huele a vaquería, a estiércol, a montones de alpacas guardados en los trojes, para ser engullidos por las corpulentas vacas. Por la margen izquierda, de una carretera que se va estrechando, se escucha el caminar lento entre juncos de las aguas del Río Genil, alimentando a los álamos blancos cuyas hojas movidas por el viento parecen pequeños y diminutos espejos que reflejan los primeros rayos solares. Algunos chiquillos, que han madrugado, portando latas buscan ranas, mientras otros se divierten cogiendo las ricas moras, de granos negros de los zarzales, más allá entre la espesura del ramaje se escucha el delicioso canto de la pequeñita curruca, no se la ve pero deleita con su especial sonido.
Los enormes y gigantes bloques de cemento, que haciendo uso de la especulación, le fueron ganando la partida a la enorme riqueza de nuestra vega, se me acercan como queriendo devorarme. La paz, el sosiego, la tranquilidad que imprime la Naturaleza se va quedando atrás y de pronto me siento engullido por la vorágine, el ruido, el ajetreo de la ciudad.
La ITV de un viejo vehículo me ha servido para rejuvenecer mi espíritu, en un paseo por los alrededores de Granada, de su excelente Vega, y de algunos personajes populares que pasaron a la historia, tales como el “Cabezón de Gabia”, o “Paniolla”.
                             José Medina Villalba.





5 comentarios:

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  2. Cuantos momentos he vivido con mi familia, momentos inolvidables que siempre mantendré en mi retina, esos momentos son imborrables pienso que la familia es lo mas importante que tenemos.Gracias papa por recordar todas estas vivencias que jamás se me olvidaran, te quiero.

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    1. La célula más importante que constituye la base de la sociedad, es sin lugar a duda la familia, cuando los núcleos familiares funcionan, a pesar de, que toda empresa pueda tener en determinados momentos sus lagunas, siempre salvables, cuando existe buena voluntad por parte de los miembros que la constituyen.
      Existen detractores de la familia, gentes que el amor familiar y la cantidad de satisfacciones que en ella se producen no saben valorarlo, porque mantener viva la llama familiar, es tarea a veces difícil, pero, pobres de los que así piensan, ¡así les luce el pelo! ¡Qué lástima!
      Querido hijo, mi satisfacción y agradecimiento por tu comentario, yo también te quiero.

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  3. Muy emotiva la narración de esos momentos vividos por los dos, ah y espero que ese coche dure muchos años más , un abrazo

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    1. Querida Mari, que tus deseos a mi viejo vehículo se vean hechos realidad, y mi satisfacción y agradecimiento al rato dedicado a la lectura de la ITV de un coche que dio paso a esta narración, para sacar a relucir personajes del pasado y de las bellezas de una Vega maltratada por la vorágine del cemento y la avaricia de los especuladores, que para nada les importa la Naturaleza y los productos que de ella se obtienen. Un abrazo.

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