lunes, 6 de septiembre de 2021

 EL AMOR NO TIENE FRONTERAS, NI EDAD QUE LO LIMITEN. (Capítulo quinto).

El cielo también adquirió el atuendo de un azul intenso donde se lucían los demás astros. 



Entre el oasis de la luz en la oscuridad, la melodía de los surtidores de la fuente que dejaban destellos en los espejos de cristal acuoso, rompiendo la crisálida tranquila de su temporalidad, todo fue trascurriendo como el que navega por un mar infinito de sueños.





Pañuelos al viento como si fueran palomas con las alas desplegadas, siguiendo el mismo movimiento para entrecruzar los brazos y brindar por una eterna felicidad. 




Los años no son estáticos, pasan y pasan como la corriente de las aguas de los ríos. Recuerde el alma dormida avive el seso e despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer; cómo, después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor.

Nuestras vidas son los ríos que van a dar al mar, que es el morir; allí van los señoríos derechos a se acabar e consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos e más chicos; i llegados, son iguales los que viven por sus manos e los ricos. (Coplas de Jorge Manrique a la muerte de su padre).

Álvaro cumplía treinta y cinco años,  pronto surgió el grito para su celebración,  el soplo de la vida derribó la luz de la velas y el cumpleaños cantado a coro, mientras se entrecruzaban los brazos girando de un lado para otro, símbolo de la unión, la familiaridad, y la amistad, terminando en una cadena de cuerpos humanos enlazados, como la más grandiosa de las cadenas de oro labrado con los eslabones de los cuerpos, para juntar  una celebración a otra de un miembro de la familia. 


La noche  iba creciendo , una actividad sucedía a la otra y Granada se sumergía en el letargo de un sueño que se convertía en una ensoñación delirio inusitado, más de pronto la voz potente de nuestro tenor, hizo vibrar la sensibilidad de todos con una Granada, tierra soñada, gitana , llena de fantasía, mujer de ojos gitanos, tierra ensangrentada, plagada de lindas mujeres, de sangre y de sol, para terminar en una nota tan fuerte y aguda que es como un dardo que se te clava en el alma.



El proceso de cómo se ha desarrollado esta historia de amor se proyectaría sobre una pantalla, bajo la atenta mirada de los asistentes, y una velada que iba declinando del sofoco calenturiento de un día ardiente, como en cierta medida podía ser lo que celebrábamos el ardor de un amor incondicional.


Una brisa suave, se despertaba allá por el Valle de Valparaiso, y se dejaba  sentir como briznas cortadas a destiempo bajo el tenue aliento de la luna. 

Los nuevos y recientes novios salidos del horno oficial del amor, abrían los primeros pases del baile que sería secundado por el resto del personal, mientras tanto la luna también bailaba allá arriba, con su vestido de cola blanca, los primeros encajes de seda de una aurora que comenzaba a alborear.  









El telón de este escenario que hemos vivido durante estos días se iba deslizando lentamente para dar final a este maravilloso evento.

¡Felicidad eterna a los recién casados! ¡Vivan los novios!

                                              José Medina Villalba.

 

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